Capítulo 2
-Anni, Anni. Despierta es tarde- La voz de Silvana resonó en mis tímpanos. Abrí los ojos y de inmediato la luz de la mañana me cegó, un horrible dolor de cabeza empezó a taladrarme el cráneo.
-No nos dimos cuenta a qué hora llegas, Anni ¿Cómo te fue con la pintura?- Preguntó Horacio. Me incorpore recostando mi espalda contra el respaldo de la cama, mire hacia todos lados, tratando de recordar lo que había sucedido, me desmaye de eso estaba segura. Lo que no sabía era cómo había llegado a la casa. Tuve en ese momento un espantoso Deja Vu.
-¿Cómo llegué a casa?- Pregunté- No recuerdo haber salido de la tienda, no sé qué pasó.
-Annia cómo no lo vas a recordar, quizá aún sigues dormida- Dijo él. Negué, estaba muy despierta.
-¿Segura que no te drogaron?- preguntó Silvana.
-No lo sé, siento mucho mareo y ganas de vomitar.
-Entonces es mejor que te quedes en casa por hoy, es Viernes no harás mucha falta en la universidad.
-Después iremos al doctor, ¿Está bien?- agrego mi mejor amigo. Asentí, ambos salieron de mi habitación y me dejaron allí.
Todo me daba vueltas, así que cerré los ojos para tratar de hacer que pasara un poco, solté un suspiro. Ayer estaba en ese lugar, todo iba bien, lo juro, pero después todo era oscuridad. Ahora me levantaba en mi cama y sin saber siquiera que había sucedido, por un momento temí lo peor desde drogarme, hasta violarme, pero no sentía ningún dolor y si así hubiera sido yo lo sentiría ¿No? El dolor de cabeza era igual al de una resaca así que estaba medio ida, como pude me puse de pie y fui al baño a vomitar, abrí la tapa del retrete y al instante en el que mi boca se abrió algo de color negro salió desde el fondo de mi estomago. Cuando vomite aquella baba negra me dio más asco, así que seguí vomitando. Estuve allí unos buenos minutos hasta que ya no salió más nada, sentía la maldita garganta respingona y seca, baje la tapa y me senté en ella. Después de pasarme el mareo me asome en el espejo y parecía un muerto, estaba pálida y con grandes ojeras, yo no sufría de ojeras y verme así fue muy raro, parecía que estuviera enferma o yo que se. Abrí el agua fría y me metí a la ducha dejando que helado de las gotas recorriera mi cuerpo, había tenido parciales la última semana quizá por eso estaba tan agotada físicamente, aunque mentalmente podía arrasar con un camión. Después de terminar salí a la habitación y me puse de nuevo la pijama, no iba a salir a ningún lado. Mientras más lo pensaba, más me hacía a la idea de que me había drogado sino ¿cómo explicaba la baba negra que salió de mi garganta? Por que si de algo estaba segura era que eso no era comida, pero luego había otra pregunta ¿Por qué lo hicieron? y lo más importante ¿cómo llegue a casa?. Tomé mis lápices de dibujo, el blok y los carboncillos, baje al comedor y me senté allí a dibujar empecé a trazar líneas, a sombrear, a ponerle luz y a hacerlo lo más realista posible. Sus ojos los dejé claros, su barbilla firme, su rostro delineado. Su cabello rebelde fue a lo que más me dediqué, caía medio rizado en su frente y al terminar me detuve. Era el mismo hombre, siempre el mismo, no sabía de donde salía. Tenía centenares de dibujos de él, retratos en diferentes formas dormido, sonriendo y a veces lo imaginaba con ojos negros, vacíos y sin rastro de vida. Está vez lo había dibujado con cara triste, cabizbajo y podría decirse que melancólico. Su mirada pérdida en algún punto en especial, también había dibujado varías veces a una mujer, una mujer de cabellos rojos como la sangre misma, de unos profundos ojos color azul y unas hermosas alas de ángel en su espalda. Deje el dibujo encima de la mesa y fui a la cocina, Silvana y Horacio no venían hoy a almorzar porque al entrar casi al medio día a la universidad comería allí. Puse la cafetera y mientras el café se hacía, saque de la nevera pan tajado, jamón, queso y lechuga para un sándwich. Empecé a sentir ese horrible mareo de nuevo me sostuve de la encimera, todo me daba vueltas y me estaba hiperventilando así que trate de no entrar en pánico. Todo fue oscuridad absoluta de un momento a otro.
...
-Annia- Escuche mi nombre en un eco lejano- Anni, despierta- Abrí los ojos poco a poco.
-Annia, ¿estás bien?- Preguntó Silvana, todo seguía dándome vueltas y volví a tener ganas de vomitar- ¿Qué pasó?.
-Creo que me desmaye- Contesté- Me duele la cabeza.
-Te la golpeaste al caer estas sangrando. Voy a traer el botiquín- Dijo Horacio. Mi amiga me ayudo a poner de pie y a sentarme en una de las sillas de la barra del desayuno.
-Ese golpe se ve muy fuerte.
-Estoy bien- Horacio volvió a la cocina con un pequeño maletín de primeros auxilios, saco el algodón lo remojo en un desinfectante y empezó a quitarme la sangre de la frente- Quizá tenía hambre y por eso debí desmayarme.
-Es mejor que vayamos al hospital, Anni- Agrego mi mejor amigo.
-¡No, no, claro que no!- Exclamé- Yo... Yo estoy bien, en serio. Iré a dormir un rato, después de eso estaré bien.
-¿Estás segura que no quieres ir al hospital?- Mire a Silvana y negué.
-No, no quiero- Ambos asintieron respetando mi desición. Horacio me tomó de los hombros y me ayudó a levantarme, me apoye en sus brazos mientras me llevaba a mí habitación.
...
Pov's Aradia.
La mire mientras tomaba el autobús hasta su casa, parecía que estaba bien, no tenía ningún dificultad a simple vista. Era invisible al ojo humano, extendí mis alas y volé por los cielos. Tenía una reunión con uno de mis hermanos, quería saber por qué siempre estaba a su lado. El viento soplaba con furia. Recordé hace milenios cuando jóvenes Luzbel, Gabriel y yo recorríamos los cielos del versel celestial. Hasta que todo ocurrió, mi hermano mayor se reveló contra el padre de todo y la familia se dividió, casi un tercio de los Ángeles siguieron a Lucifer desde Serafines y Querubines, hasta los Tronos y Dominadores. Miguel se postró a los pies del trono del señor y él mismo dijo que acabaría con Luz, fue una batalla prácticamente a muerte. Yo misma le suplique a mi padre que tuviera un poco de misericordia con el mayor de todos. Pero no, no funciono, Dios estaba más que enojado y devastado por la traición de su hijo favorito. Nuestra estrella de la mañana nació con la Aurora y murió al atardecer. Lo desterró del cielo, le arrancó sus alas, que eran las más bellas de todas, se las guardo para él y lo envío al infierno. Allí sufrió el peor de los dolores, se transformó en otra persona. Poco después yo salí por mí cuenta del cielo, no me atreví a mirarlo a la cara y decirle que me iría, así que salí a escondidas y jamás volví. Yo realmente no sabía si mi padre estaba enojado conmigo, nunca trate de volver y aunque a veces me gustaría regresar no lo hago por amor a mi hermano. Su rebelión fue justa y aunque lo tomaron de mala manera solo yo sabía por qué lo hizo. Lucifer no lo sabía, pero yo había descubierto el porqué de su enojo, sabía que él había sido el creador de la humanidad y no mi padre, pero jamás lo mencioné a nadie, no entendía por qué, quizá por cobardía. A pesar de todo, él seguía siendo un arcángel y sin duda alguna el más amado de todos. Cuando Luz se fue hace tres años decidí que la vigilaría lo mucho que pudiera, a ella no le puede pasar nada, puede que sea una simple mortal pero era la vida entera de mi hermano y en el tiempo que estuvieron juntos vi una transformación más que inminente en él, la había aprendido amar puramente. Miguel había dicho que Annia era un peligro para ellos, pero no se dio cuenta que lo que realmente pasaba era que ella era la que hacía que Lucifer fuera más un ángel que un demonio. Y eso quizá, fue a lo que realmente le tenía miedo. Aterricé en lo alto de la catedral y como lo imaginé allí estaba mi hermano, sus alas blancas brillaban con intensidad, tenía puesto una túnica y venía sin armas, le sonreí mientras guardaba mis alas.
-Hermano- Saludé- Me da mucho gusto verte- Le di un abrazo fuerte y al separarnos vi una sonrisa en su rostro, desde aquí se veía toda la ciudad. Era como estar en el cielo.
-Hermanita, a mí me da tanta alegría. Estás hermosa como siempre- Me dio un beso en sien.
-Gracias por aceptar hablar conmigo- Me senté al borde y dejé mis pies al vacío- ¿Recuerdas a Annia?- Le pregunté, él asintió- Tuve una visión con ella, así que la he vigilado últimamente y te he visto muy cerca ¿Por qué?- Se sentó a mi lado y me miró.
-Sólo siento curiosidad, eso es todo- Contestó, sabía que estaba mintiendo.
-Puedes ser diestro en el arte de la batalla, pero eres pésimo mentiroso querido hermano- Le dije- Dime la verdad, por favor- Trago saliva y desvío su mirada, estaba nervioso.
-Hace 24 años mi padre me dio una misión, nunca me había pedido nada y menos algo como eso, me pidió que viniera a la tierra y vigilará una niña recién nacida, una niña condenada a muerte. Me encomendó que llevará su alma al cielo y al estar allí presencié algo que jamás nunca me hubiera imaginado. Lucifer el rey de Infierno, el más frío y despiadado de los Arcángeles le estaba perdonando la vida a una mortal, a una bebé condenada a muerte- Lo miré, prestando mucha atención- Subí al cielo y le conté todo a nuestro padre, él se quedó pensativo y luego me fui. Días después me llamó de nuevo y me pidió que fuera el ángel protector de Annia.
-Eres un arcángel, no un ángel protector. ¿Por qué lo hizo?
-No lo sé, tú sabes que padre nunca nos dice nada y te juro que no tengo ni idea de porque me pidió que lo hiciera. Me dijo que lo hiciera con sumo cuidado y que si alguien me preguntaba, dijera que solamente era un castigo que me había impuesto. Yo lo presencié todo, la vi crecer, las veces que él iba a verla yo estaba ahí. Todo hermana, Lucifer de verdad se enamoró de ella. Por eso los ayude la primer vez- Me puse de pie y lo mire.
-Te enamoraste de ella- Afirmé, él me miró negando más que sorprendido- Acusaste a mi hermano de haberla corrompido y de no haberse alejado porque tú también la quieres.
-¡No, eso no es así!- Exclamó.
-Y siguen las mentiras. Pero te diré una cosa, posiblemente lo que tú sientas por ella si sea un capricho, por que ambos sabemos que no ha habido amor más puro que el que Lucifer le procesa a Annia. Y te prohibido hermano que le cuentes algo de esto a él.
-Aradia, no es lo que tú crees- Extendí mi alas para salir a volar.
-Tuve una visión con ella, está peligro. Así que cumple tu trabajo como ángel protector.
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