Capítulo 11
-Sólo hay una manera para trasladar Annia a la mansión- Le dije a Miguel- Hacerla pasar por muerta y borrarle la memoria a sus seres queridos.
-Te odiara cuando despierte y se enteré de lo que hiciste- Contestó él.
-Comprenderá que lo estoy haciendo por salvarla. No hay nada que no haga por ella.
-Bien pues... Es tú decisión Lucifer- Solté un suspiro- ¿Ya viste a la cazadora?- Me preguntó, negué.
-No, no la he visto. Aunque tampoco me conviene que me vea. Tú conoces esas hermandad ¿Sabes quién es?.
-No, no sé quién es. No la he visto. ¿Dónde está Anaciel y Aradia?.
-Están consiguiendo ingredientes para el ritual.
Mire de nuevo Annia en la camilla. Aradia dijo que había sido un demonio, uno menor, pero los demonios menores no podían hacer este tipo de cosas, no podían caminar entre los dos mundos, su fuerza no era tanta. Así que no, no podía ser un demonio menor. Mi hermana también mencionó que las había atacado y que la cazadora advirtió que Annia estaba tan débil que corría el riesgo de morir en el ritual. Era un riesgo que no estaba dispuesto a tomar, así que le pedí un grandísimo favor a Katrinia a cambio de dejarla quedar en la tierra. Ella accedió a darme una de sus plumas para combinarla con la pluma de Miguel y así darle más fuerza vital a Annia. La tomé del bolsillo de mi gabardina y se la colgué en el cuello, junto a la de mi hermano. Tenía tanto miedo a perderla que haría lo que fuera por salvarle la vida. Estaría dispuesto a subir al cielo y postrarme ante los pies del señor solamente para que Dios pudiera ayudarla. Después de tanto sin verla, sin escuchar su voz, sentí aquella noche cuando se despertó y me vio, un sentimiento que no podría describirse en ninguna lengua humana. Era ella, todo lo que alguna vez haya amado y seguiría amando hasta el final de los tiempos, hasta que el sol se congelará y mi existencia se acabará. La amaría incluso si ella no me amará. Mi hermano se despidió, sacó al descubierto sus grande alas blancas y se hecho a volar. Me quedaría un rato más, quería verificar que estuviera bien. Sus venas negras ya no eran tan marcadas en su cuerpo, quizá por la magia de las plumas. Me senté frente a ella y tomé su mano, suave y con sus uñas medio largas. Recordé cuando la tuve tres días enteros solamente para mí, me memorice cada detalle, sus gestos, sus ojos, su voz, su sonrisa. Sabía que tenerla conmigo esos días significaba vivir una eternidad sin ella, pero jamás imaginé que ahora estaba punto de perderla. Al menos antes podía venir a visitar de vez en cuando, al menos antes sabía que estaba a salvo y que viviría cada día. Ahora no sabía en qué momento la perdería, no sabía cuándo tiempo le quedaba. Necesitaba descubrir quién había hecho esto, necesitaba encontrarlo y hacerlo pagar. ¿Cómo se habían atrevido siquiera a tocarla? Ella era más preciada que un ángel, era lo mejor que me había sucedido ¿Por qué le habían hecho esto? ¿Venganza hacía mí? Habían tocado lo más importante en mí mundo y si querían verme sufrir lo lograron. Por eso debía sacarla de este hospital, la medicina humana no le serviría de nada, podría incluso, afectarla más. Lo humanos eran expertos curando el cuerpo físico, pero no el espíritu, no sabía nada del alma y no entendía que un cuerpo si alma solo era un saco de huesos y carne. Sabía que la idea que tenía no era buena, pero era lo único que se me ocurría para poder tenerla en la mansión sin complicaciones. Le haría pasar mucho dolor a su madre y sus mejores amigos, pero era solamente mientras se recuperaba, después de eso, sí así Annia lo deseaba les devolvería la memoria. Acaricié su rostro con mis dedos y sobe su cabello. Le puse un mechón rebelde detrás de la oreja y acaricé el contorno de su oreja. Ella dio un respingón dormida, fruncí el ceño y la miré con suma atención. Abrió los párpados y sus ojos color café miraron hacia todos lados, incluso podría decirse asustada, luego de posaron en mí y me sonrió.
-Lucifer- Susurró en un gemido, abrí mi boca brevemente y me acerque a ella.
-Mi amor- Le dije- ¿Me recuerdas?- Asintió brevemente- Estoy aquí cariño- Ella volvió a cerrar los ojos y empezó a convulsionar, sostuve su cabeza- Annia- La llamé- Annia, cielo despierta- Corrí hacia la puerta y llamé a un doctor rápidamente, ellos llegaron corriendo y me hicieron a un lado- Abrió... Abrió sus ojos y luego los cerró de nuevo- Empezaron a aplicarle calmantes para que sus ataques se detuvieran.
...
-¿Entonces tuvo otro ataqué?- Preguntó Aradia. Asentí.
-Despertó por unos segundos y me reconoció, luego se fue- Contesté, llegamos a la habitación y me detuve de forma abrupta al no ver a nadie en la camilla.
-Annia no está- Dijo Aradia.
-No me digas- Contesté con sarcasmo- Es obvio que ella no pudo ir a ningún lado- Estaba empezando a preocuparme- ¿Cómo los doctores no se dieron cuenta?- Preguntó.
-Una runa de espejismo, los humanos creen que ella sigue aquí- Agregó Aradia señalando el garabato en la pared- Tenemos que encontrarla, no pudo haber salido del hospital.
-Llama a Anaciel, por favor- Ella asintió.
Salí de la habitación a toda prisa buscando por todos lados un indicio dónde pudiera estar. Ella no estaba en ningún lado. Los doctores paseaba de un lado a otro sin mirarme a mí, entre en una habitación continúa, estaba vacía. En la bocina se escuchó como llamaban a la jefe de enfermería. Baje por las escaleras hasta el primer piso, en el vestíbulo solo estaban las personas esperando y una que otra enfermera. Me estaba comenzando a preocupar, ella no podía haber salido sola, alguien debía haberla sacado de su habitación. Un cuerpo sin alma era muy fácil de poseer, posiblemente la haya poseído, así que ella seguía completamente inconsciente. Volví a subir esta vez por el ascensor, llegué al cuarto piso que era el de los pacientes críticos. Este lugar estaba mucho más vacío, camine por el pasillo, doble a la izquierda y luego a la derecha, no había nadie. Volví de nuevo al ascensor y note algo en el que no había notado antes, tenía una runa grabada y antes de darme tiempo de salir la puerta de cerró de golpe. No conocía mucho de las runas, pero si no me equivocaba era una runa básica. El aparato se sacudió de golpe y antes de poder reaccionar me estampe contra el techo y luego caí de nuevo al suelo. Solté un gemido y note que el golpe había sido tan fuerte que me había cortado la ceja, toque mi sangre y luego me puse de pie. Fue como si el ascensor hubiera bajado sin frenos. Quedé mareado y me tomó un segundo darme cuenta que ni siquiera había bajado un piso. Seguía en el mismo. La puerta se abrió de nuevo, salí rápidamente de allí y decidí bajar por las escaleras. Me detuve un momento en una de ellas y me senté, ese golpe había sido muy fuerte. Esto estaba muy mal, estaba fuera de control. Alguien estaba jugando con nosotros, estaba tratando de afectarnos de una forma u otra. Lo único que me reconfortaba del golpe que había acabo de recibir es que al menos sabía que la persona que estaba haciendo esto no había salido aún del hospital. Me enderece de nuevo y seguí bajando poco a poco. Al llegar de nuevo al segundo piso decidí entrar de nuevo en la habitación de Annia. A parte de la runa debía haber dejado un rastro. Toque la baranda de la camilla y los aparatos que sostenían su vida. Me detuve en la pared, miré detenidamente la ruta, sí, era una de ilusión, pero había algo raro en ella. No la había llegado a ver antes en los libros de runas. Pasé mi dedos por los trazos, eran precisos, muy profesionales, no había error alguno y entonces después de unos segundos está me quemo, ya sabía de donde provenía la runa y eso me daba aún más miedo. Salí de la habitación y recordé que había un lugar donde no habíamos revisado. Subí de dos en dos las escaleras hasta llegar al último piso y luego, habían otras escaleras que guiaban a la terraza del hospital. Ahí, tenían la plata de energía y los almacenamientos de agua. Al salir la vi a la orilla del vacío a cinco pisos de altura. Su cabello de sacudía con el compás del viento gélido. Me daba la espalda y sólo me quedé allí esperando a ver qué sucedía. Me acerqué lentamente a ella y note que tenía sus ojos abiertos, pero eran blancos. No dije nada y antes de poder tomarla entre mis brazos cayó al vacío. Salte tras ella sin pensarlo dos veces, extendí mi alas y la tomé justo antes de que terminará en el pavimento. Sus ojos estaban esta vez cerrados, parecía dormida. Volé hacia arriba y aterrizamos de nuevo en la terraza, me arrodille con ella, recosté su cabeza en mi regazo y miré su rostro. Parecía en perfecto estado, a simple vista no tenía nada. Aradia abrió la puerta de un portazo y vino hasta mí. Mis manos aún temblaban del susto, alguien la había poseído para tirarla del edificio. Me la llevaría, lo harían ahora mismo, no la dejaría aquí un segundo más.
-Lucifer, ¿Qué ocurrió?- Me preguntó.
-Alguien uso su cuerpo para que se tirará de la terraza- Ella abrió sus ojos horrorizada
-¿Está bien?- Volvió a preguntar.
-Sí, por suerte logré atraparla. No sé qué hubiera sucedido si no se me hubiera ocurrido venir a este lugar a buscarla. Me la llevaré a la mansión- Contesté.
-Hermano no puedes llevártela ahora mismo.
-Sí, si me la llevaré. Aquí no está a salvo y quién quiera que sea tiene una página del Το βιβλίο των νεκρών- Tomé a Annia entre mis brazos.
-Eso es imposible- refutó ella.
-Pues no lo es, por eso es peligroso tenerla aquí sin ningún tipo de protección. Tú sabes perfectamente bien que hace años algunas páginas de ese libro se perdieron. Pregúntale a la cazadora si la runa de la habitación no viene de ese libro- Extendí mis alas- Has que todos piensen que Annia está muerta, borrales la memoria- Ella asintió.
Pov's Aradia.
-Si es del Το βιβλίο των νεκρών- Le dije a Ana.
-¿Cómo estás tan segura?- Me preguntó.
-Yo fui la bruja que lo creo, conozco cada runa que inventé ahí, cada encantamiento, cada detalle y hoja. Por supuesto que la runa es de ese libro.
-He buscado las hojas de ese libro por años- Contestó.
-Lo sé, yo también. Esto es mucho peor que malo, ningún demonio puede poseer esas hojas, sería muy peligroso- Estábamos en la habitación de Annia.
-¿Terminaste?- Me preguntó, asentí- Tampoco encontré nada, borraron el rastro.
-Lo sé, lo noté. ¿Crees que sea un demonio?- Le pregunté.
-Es lo más seguro, todos los signos concuerdan- Asentí.
-Vámonos- Ambas salimos de la habitación, los doctores caminaban de allá para acá sin prestarnos la mínima atención.
-Aradia, ¿Por qué ella es tan importante para ti?- Me preguntó cuando salimos a la calle, nos dirigíamos hacia la mansión- Yo creí que eras neutral y no te metías en asuntos humanos.
-No lo hago, ella no es una asunto humano. Bueno sí, pero ella es especial. Además no lo hago por mí, sino por alguien más. Tú más que nadie sabe lo doloroso que es el proceso por el que Annia está pasando- Ambas nos introducimos en el auto- ¿Por qué no me contaste lo que pasó?- Le pregunté, ella me miró un momento sin comprender y después cayó en cuando de lo que le estaba hablando.
-Paso hace mucho tiempo- Dijo mientras miraba hacia otro lado.
-Siento mucho lo de tu maldición, Anais y te juro que si pudiera romperla lo haría.
-Lo sé- Me contesto cabizbaja- Lo sé- Susurró aún más bajo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro