Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 50- Ausencia.

El guantelete chocó de un golpe certero contra uno de los soldados noxianos, derribándolo junto con otros soldados detrás de él. Un cuerpo pesado cayó sobre Vi, haciéndola perder por un instante el equilibrio, logró quitárselo de encima a tiempo para apartarse del filo de la espada noxiana, cargando el guantelete y golpeando a uno de los soldados de shimmer antes de girar y enfrentar al soldado que la atacaba.

Un aerodeslizador cayó del cielo, explotando a menos de un metro de ellos. Vi rodó sobre su cuerpo unos metros, elevando la mirada hacia donde ardían dos cuerpos, imposible saber si eran enemigos o amigos.

El grito de la noxiana que se abalanzó sobre ella la hizo reaccionar, Vi logró sujetar la espada con su guantelete, recibiendo un golpe en el rostro que la hizo sentir el sabor metálico de su propia sangre en su boca antes de que ella pudiera empujar a la mujer lejos con un golpe de su otro guantelete. Cerró el puño con fuerza, doblando la espada y arrojándola lejos, viéndose rodeada de tres soldados noxianos. Escupió la sangre que le llenaba la boca y cargó los guanteletes, defendiéndose con golpes rápidos y profundos cuando los tres fueron a por ella.

El rayo de Sylas alcanzó a cuatro de los soldados noxianos antes de que este activara sus cadenas modificadas, su arma de preferencia en la que Zeri había estado trabajando para hacérselas más cómodas de usar. Sintió la electricidad saliendo de su cuerpo y envolviendo las gruesas cadenas pesadas, vio la extrañeza en la mirada de sus enemigos, pero no dudó en alzar sus brazos y usar toda su fuerza para hacerlas girar, acertando en sus objetivos, la electricidad hiriendo los cuerpos de los noxianos. Un golpe por la espalda lo empujó hacia adelante, girándose a tiempo para que la espada asestara en sus grilletes y él soltara un rayo de su otra mano, matando a su enemigo.

Sus garras se hundieron en el cuerpo noxiano, saliendo ensangrentadas y dejando al soldado sin vida. Sevika se giró, cargando el shimmer de su brazo y saltando hacia su siguiente objetivo, dándole un golpe en el rostro al hombre más de veinte centímetros más alto que ella. Sintió el aire escapar de sus pulmones cuando otro soldado la pateó por las costillas, pero se puso de pie, deteniendo con su brazo metálico la espada contraria, golpeando en el rostro al hombre y agachándose a tiempo para evitar el rayo de energía violácea del soldado de shimmer.

Miró en derredor, notando los tres soldados de shimmer que caminaban hacia ella, cargando sus cañones de energía. Giró la cabeza lado a lado, sintiendo el familiar sonido de su cuello tranqueando antes de ponerse en posición defensiva; si iba a morir, se iba a llevar a uno de ellos con ella. El rayo azul salió de algún lado a su derecha, reventando los soldados de shimmer en pedazos. Sevika miró alarmada hacia el lugar de donde había provenido el ataque, soltando un bufido al ver a Lux pasar sus dedos por su cabello rubio en un gesto marcado de suficiencia.

El disparo eléctrico de Zeri explotó uno de los soldados de shimmer antes de que ella rodara sobre el suelo, saltando en un impulso y golpeando con la parte posterior de su arma a uno de los soldados noxianos en el rostro, girando y disparando nuevamente hacia otro soldado de shimmer. Esquivó a tiempo la espada de uno de los noxianos, cuyo brazo se desprendió de su cuerpo ante el corte firme de la espada de Katarina, quien enterró su otra espada en la garganta del soldado, salpicando a Zeri de sangre. Cuando la pelirroja se giró, su rostro se halló delante del cañón de Zeri, quien rectificó el ángulo de disparo apenas tres centímetros antes de lanzar un rayo hacia uno de los soldados de shimmer.

Jayce enterró su martillo en el cuerpo de un noxiano antes de cargarlo nuevamente y disparar hacia un soldado de shimmer, apartándose del camino de una espada enemiga, empujando el mango de su arma hacia atrás para golpear el brazo dominante del noxiano antes de girar y aplastar su cabeza con su martillo. Cayó sobre su espalda ante el estrellamiento de uno de los aerodeslizadores, viendo a un noxiano enterrar su espada en el abdomen de una de las luciérnagas.

Lo siguiente que vio fue la sangre saliendo de la cabeza del noxiano y su cuerpo cayendo al suelo antes que el aerodeslizador explotara. Miró hacia atrás rápidamente, encontrando la mirada feroz de Caitlyn, que estaba parada encima del cuerpo sin energía de un soldado de shimmer.

Vi gruñó ante el dolor cuando sintió la hoja filosa atravesar su brazo, la sangre caliente saliendo. Enterró su guantelete en el abdomen del noxiano, enviándolo unos metros lejos, y apretó los dientes mientras retiraba la espada, sangraba demasiado para su propio gusto. Sus ojos se enfocaron en los dos soldados de shimmer que cargaron hacia ella, apartándose del rayo violáceo del primero y golpeando al segundo antes de que disparara, usando la energía de Hextech de sus guanteletes para reventar el sistema interno del shimmer. Pudo escuchar el estruendoso explotar del soldado de shimmer a sus espaldas, girándose para ver a Sylas reajustado sus cadenas antes de correr hacia ella.

—Hay que parar la hemorragia —explicó, rasgando un pedazos de la camiseta de Vi por debajo del metal de las armaduras y dividiéndolo en tres, uno anudándolo firmemente por encima de la herida, el otro usándolo de almohadilla y el tercero sosteniéndolo en su lugar.

Vi empujó a Sylas hacia un lado, deteniendo el rayo de shimmer de uno de los soldados y asestándole un golpe de energía antes de saltar hacia atrás, evitando el disparo del arma de un soldado noxiano, cuyo cuerpo se retorció en el suelo cuando las cadenas de Sylas se enredaron alrededor de su cuerpo y la corriente lo alcanzó. Vi miró en derredor, observando a quienes caían en los aerodeslizadores, los que morían quemados en las explosiones.

En la oscuridad de la noche todo se iluminaba en azul y violeta con cada disparo y era difícil diferenciar quienes morían. Vi frunció el ceño, respirando pesadamente mientras analizaba su entorno, los soldados que luchaban, las máquinas que usaban.

—Vi, tenemos que movernos —Sylas se acercó a ella, lanzando un rayo hacia el soldado de shimmer que estaba a punto de atacarla—. Vamos.

—No —negó Vi, apartando su brazo del agarre de Sylas.

—Vi, no podemos quedarnos quietos —dijo él, apoyando sus manos en sus hombros y sacudiéndola ligeramente, quedándose estático ante el terror en aquellos ojos grises.

—Sylas, ¿dónde está Jinx?

                            ♡

No podía escuchar nada desde la mansión Kiramman, pero Cassidy no se apartaba de la ventana de todas formas, observando los destellos azules y violetas que iluminaban el cielo a la distancia. Estaba segura de que no era la única que estaba mirando, sintiendo la aprensión crecer por momentos, deseando saber qué estaba pasando.

Su cabeza parecía querer abrirse en dos pedazos, le dolía terriblemente, pero no había medicamento capaz de mejorarla. El sonido de algo de cristal rompiéndose atrajo su atención, haciéndola recordar que su abuelo también estaba en la casa.

—Abuelo —llamó Cassidy, saliendo de su habitación y bajando por las escaleras—. ¿Pasó algo? ¿Necesitas ayuda?

—Creo que sí necesita un poco —Cassidy se quedó estática al final de la escalera, observando a la mujer que había contestado con una marcada nota alegre en sus palabras.

No la había visto en años, pero reconocería aquel cabello azul, esos ojos violáceos y sonrisa desquiciada donde fuera, habían perseguido sus pesadillas durante demasiado tiempo en su infancia.

—Jinx —murmuró Cassidy, manteniéndose quieta, observando el cuchillo que presionaba la piel del cuello de su abuelo.

—Cassidy, corre —exigió Tobías, ahogando sus palabras cuando el filo del cuchillo empezó a cortar su piel.

—No le hagas caso Cassidy, es un viejo tonto que ya no piensa adecuadamente —intervino Jinx, sonriendo con sadismo mientras empujaba a Tobías para que caminara.

—¿Qué haces aquí? —preguntó Cassidy, sus ojos observado todo dentro de la habitación que ella pudiera usar como arma. No había casi nada.

—Mi hermana debe de habértelo dicho, tienes algo que yo quiero —respondió Jinx, ladeando la cabeza con una expresión inocente que erizó la piel de Cassidy.

—Por favor, suéltalo —suplicó Cassidy, viendo como Jinx presionaba con más fuerza el cuchillo en Tobías, haciendo que saliera sangre.

—Sabes que eso no es posible, querida sobrina, él es mi seguro de que tú vendrás conmigo —Jinx hizo un gesto hacia la puerta, indicándole a Cassidy que debía de salir antes que ellos de la casa, y la menor tragó en seco, pensando en alguna manera de liberarse de esto.

—Ella no irá contigo a ningún lado —espetó Tobías, acallando sus palabras ante el dolor del cuchillo enterrándose en su piel.

—Lo hará a no ser que te quiera ver muerto —afirmó Jinx, susurrándole en la oreja a Tobías, sus ojos fijos en los de Cassidy mientras una sonrisa ladina encubría su expresión enojada.

—Cassidy, recuerda lo que le prometiste a tu madre —pidió Tobías, sintiendo las lágrimas correr por su rostro.

Cassidy no comprendió por qué su abuelo le decía eso, pero cuando Tobías miró hacia abajo, ella siguió su mirada, viendo la luz roja parpadeante en el brazalete de su abuelo. El pitido llegó segundos antes, pero fue suficiente para desconcertar a Jinx, dándole a Cassidy la ventaja.

Corrió hacia la puerta, viendo como Jinx empujaba a Tobías al notar el dispositivo que activaba la bomba en su mano. No pudo ver qué pasó después, la explosión reventó las puertas y ventanas de la mansión, derribó algunas paredes y propulsó a Cassidy hacia el jardín, cayendo sobre la gravilla, sintiendo las pequeñas piedras enterrarse en su piel.

Su visión era borrosa y doble, tenía un pitido molesto en uno de sus oídos y se sentía débil, pero estaba lo suficientemente consciente como para sentir el dolor ardiente que provenía de su hombro izquierdo. Se sentó entre mareos, dándose unos segundos para estabilizarse antes de observar las llamas que envolvían la mansión, quemando todo dentro.

La lengua de Ava limpió las lágrimas y suciedad de su rostro, empujando suave con su cabeza, exhortando a Cassidy a levantarse y huir, pero ella solo podía enfocarse en seguir respirando, porque sentía que el aire no llegaba a sus pulmones. Ava empujó con más fuerza, haciendo un gruñido bajo que parecía una queja apremiante. Cassidy la miró como si estuviera en trance, moviendo su cuerpo, pero sin dominarlo.

En la periferia de su visión pudo distinguir el brillo azul de una cabellera larga, pero apenas pudo hacer nada, pues Ava ya había pasado la cabeza por debajo de uno de sus brazos y impulsaba de ella hacia arriba, forzándola a levantarse. Tambaleante, Cassidy trepó sobre la dragona, aferrándose a sus escamas, ignorando lo mejor que podía el dolor en su hombro mientras Ava aceleraba a una gran velocidad, corriendo lejos de allí.

Jinx tosió, sintiendo como respirar ardía debido al humo inhalado. Estaba cubierta de polvo y tizne, pero no estaba quemada; había usado la velocidad del shimmer dentro de su cuerpo para saltar fuera de la casa, a través de la ventana, antes de que la explosión tuviera lugar. Tenía algunos cortes pequeños de los vidrios, pero no eran graves.

Sus dedos fueron quitando los pedazos de cristal incrustados en su brazo, mientras ella observaba a Cassidy huir encima de aquel animal, arrepintiéndose grandemente de habérselo entregado. Gruñó al extraer el último vidrio, tirándolo al suelo y dejando que la sangre corriera por su brazo, notando que la herida había arruinado su tatuaje de nube.

—Mierda.

Dio un paso al frente, deteniéndose cuando su bota pisó algo más blando en lugar del terreno del jardín. Jinx miró hacia abajo, encontrándose con una carpeta con forro rojizo que tenía el nombre Cassandra Powder Kiramman en letras brillantes. Se agachó y la tomó, sus dedos pasando por encima del grabado de las letras, intentando comprender por qué le habían puesto ese nombre a la chica.

No podía explicarse exactamente que la llevó a hacerlo, para todos los efectos aquello no era más que una carpeta de recortes en pobres condiciones después de que parte de ella se quemara en la explosión, pero de cualquier forma, Jinx la abrió.

Sintió sus manos temblar, el gruñido de rabia subiendo por su garganta, el ardor de su respiración opacado por el dolor de la impotencia. Arrojó la carpeta hacia el fuego que consumía la casa, dejando escapar un grito de furia. Había estado demasiado confiada, no había pensado en esa posibilidad, ni siquiera había querido creerla.

Pensó que una gema sería suficiente, creyó que el cuerpo de la mocosa se adaptaría a la magia dentro en algún momento, pero no fue así. Los años la habían vuelto más débil ante su magia, si Jinx la usaba para revivir a Mel Medarda, ella moriría y Silco jamás podría ser revivido. Ahora tenía que encontrarla más que nunca. Solo tenía una oportunidad.

                           ♤

Cait disparó a uno de los soldados noxianos que acaba de matar a un piltoviano, agachándose detrás de dos cuerpos antes de volver a incorporarse, disparándole a otro. El dolor en su muslo la atravesó de lleno, haciéndola gritar y doblarse hacia el suelo, soltando su rifle. Podía ver la punta de la espada salir por el frente de su muslo, la habían atacado por detrás.

Caitlyn escuchó la risa ególatra de la soldado noxiana, la había herido a propósito, pudo haberla matado, pero quería que Cait sufriera, que viera quien le había vencido. Sus ojos destellaron de ira mientras veía a la mujer llevar la punta de la espada hacia su cuello, iba a enterrársela lentamente y lo iba a disfrutar, Cait podía leerlo en su mirada.

El golpe eléctrico empujó a la noxiana varios metros lejos, reventando su cráneo. Jayce soltó su martillo, corriendo hacia Caitlyn, que se mantenía en el suelo, apoyada en su otra pierna y reclinada sobre su codo, su mano libre apretando parte de la herida para detener la hemorragia. Cait gruñó de dolor, apretando los dientes mientras Jayce arrancaba una de las mangas de su camisa y cerraba un torniquete por encima de la herida.

—Tenemos que sacarte de aquí, te desangrarás o te matarán —dijo Jayce, alcanzando su martillo para golpear a uno de los soldados de shimmer que se abalanzó hacia ellos.

—Todavía puedo disparar —protestó Cait, tomando su fusil y dándole una mirada feroz.

—Todavía puedes morirte —repuso Jayce, notando la seriedad de la situación e intentando cargar a Cait, quien se revolvió entre sus brazos, apartándolo.

—¡No me voy a ir!

—¡Jayce Talis! —el grito bañado en rabia que se alzó por encima del sonido de la batalla erizó la piel de Jayce, reconocería esa voz donde fuera. Respiró lento, poniéndose de pie con su martillo bien agarrado, sintiendo la tensión en sus músculos mientras giraba para encontrar la imponente figura de Ambessa Medarda.

No dijo nada para defenderse, simplemente cargó su martillo y adoptó una posición defensiva. Ambessa sacó su espada, que destelló en medio de la oscuridad de una forma extraña, Jayce no sabía qué era, pero podía notar la diferencia entre su arma y la de su ejército.

Ambessa fue la primera en propulsarse hacia adelante, un grito iracundo raspando su garganta antes de que el metal chocara contra el metal, empujándolos a ambos hacia atrás. Jayce giró su martillo, direccionándolo hacia ella con toda la carga de Hextech, pero Ambessa logró agacharse y rodar sobre la tierra, irguiéndose ilesa y atacándolo.

Sus respiraciones calientes ardían a medida que el encuentro se prolongaba. Seguían orbitando uno alrededor del otro, lanzando ataques continuos que esquivaban con gran esfuerzo físico, Jayce asestando el golpe del martillo sobre un soldado de shimmer en el momento en que Ambessa se apartó.

Sintió el tirón en su propia ropa, Ambessa había aprovechado el momento de distracción con el otro soldado para lanzar a Jayce hacia el suelo, el golpe le sacó el aire un momento, pero Jayce empujó su martillo en reversa, golpeando las piernas de la noxiana.

Sabía que había fracturado algún hueso cuando la vio tambalear y gruñir de dolor para incorporarse, pero había leído lo suficiente del Imperio de Noxus para nunca subestimarlos. Ignorando el dolor, Ambessa se puso de pie, sosteniendo su espada en su mano dominante y avanzando hacia Jayce.

Él se apartó de su camino a tiempo con demasiada facilidad, lo atribuyó a la perdida de las facultades de lucha debido al hueso fracturado, y ese fue su error. El grito de dolor desgarró sus cuerdas vocales cuando la espada noxiana cortó su brazo. Ambessa lo había dejado esquivarla, y Jayce no notó la peculiaridad de su espada hasta ese momento.

Se dividía, se clonaba, de una espada salía otra idéntica por la parte posterior de la empuñadura, y esta había mutilado la extremidad superior derecha de Jayce, enviándolo al suelo con la sangre bañando su cuerpo y la tierra. Gruñendo por el dolor, cansada y respirando pesado, Ambessa caminó hacia Jayce con el marcado arrastre de su pierna izquierda.

Lo miró con rabia, con asco, con el placer venenoso de la venganza, alzando su espada para enterrarla en él. Jayce podía ver sus últimos minutos, y no le importaba, dolía demasiado y defenderse ya no era una opción. La espada bajó pesada hacia él, Jayce cerró los ojos y esperó su final, pero eso no ocurrió.

El sonido del disparo no fue audible entre tantas explosiones y rayos, pero cuando el metal de la espada cayó al lado de su rostro, Jayce abrió los ojos, viendo el cuerpo de Medarda caer al suelo, un agujero visible en su cabeza. Jayce miró al frente, metros más adelante, donde Caitlyn estaba en el suelo sentada, su fusil todavía apuntando en su dirección.

Jayce quiso decir algo, pero la sonrisa arrogante en los labios de Cait le dejó claro que ella estaba fanfarroneando sobre sus habilidades. Antes de que pudiera hablar más, un soldado de shimmer apareció con su rayo, y reventó en pedazos ante el disparo eléctrico de Zeri, que bajaba en el aerodeslizador junto con dos luciérnagas más.

—Llévense al piltie y a Caitlyn, no es seguro que estén aquí —ordenó Zeri a sus compañeros, disparando nuevamente hacia otro soldado.

Jayce pudo ver las intenciones de Cait de protestar, que murieron ante la mirada severa de Zeri. Se cuidaban unos a otros, se protegían, e incluso Cait tenía que admitir que en esas circunstancias, ambos eran más un lastre que una ayuda. La batalla había acabado para ellos dos, pero para sus compañeros, recién estaba empezando.

****************

Y estamos de regreso, adolorida, con cólicos menstruales y muriendo de dolor y anemia, y con un catarro de mil demonios, pero de regreso.

¿Opiniones por favoooooor?

Sin más, sigan adelante ;-)

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro