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Capítulo 45- Preparativos de guerra.

Los vigilantes habían estado listos, el sheriff Farbián lo tenía todo arreglado para cuando Jayce llegó al puente. Quería fingir indiferencia y fortaleza, quería mostrar la integridad imperturbable de un líder, pero tuvo que cerrar los puños para controlar los temblores en sus manos.

Su voz no le falló cuando dio la orden de abrir el portal, mantuvo su respiración lenta y pausada mientras el muro se desintegraba parsimoniosamente, y contuvo sus emociones cuando sus ojos se encontraron con aquella mirada azul que antaño le había guardado tanto cariño.

No era la Cait que él recordaba. Seguía llevando el cabello con el mismo corte y largo, y aunque Jayce no la había visto con una coleta alta nunca, su cuerpo era más robusto, no había perdido su femineidad, pero ya no se veía como una veinteañera, aunque era obvio que seguía haciendo largas rutinas de entrenamiento.

Sin embargo, fue la fiereza acerada en su mirada el cambio mayor que Jayce encontró. Caitlyn Kiramman siempre había sido una mujer de fuerte temperamento y opiniones, pero el rastro del miedo mezclado con la determinación de muerte y la certeza de lucha en sus ojos azules daban un aire mortal que nunca antes había estado allí. Esta Caitlyn era una mujer responsable de la vida de zaunitas inocentes, y con solo verla Jayce sabía que no se avecinaba nada bueno.

No fue hasta que el grupo empezó a caminar hacia él que Jayce notó a los demás presentes. Sus ojos encontraron rápidamente a Vi, con su mirada altanera y arrogante de los zaunitas, sus manos escondidas en la chaqueta, su caminar imponente y despreocupado a la vez. Ella lo miró unos pocos segundos, desviando la mirada luego como si él no valiera su tiempo.

Cuando volvió a observar el extraño grupo, no supo que lo dejó más helado: Tobías resucitado de entre los muertos, la adolescente de cabello violeta y ojos grises, o el dragón blanco y violeta que los acompañaba. Mientras más avanzaban, más tensos que mostraban los vigilantes, incapaces de saber qué debían de hacer si el dragón atacaba. El camino llegó a su fin más pronto de lo que ellos hubieras querido, dejando a Cait y Vi delante de Jayce.

—Ha pasado mucho tiempo, Concejal Talis —saludó Caitlyn con diplomacia, Vi apenas haciendo un asentimiento vago con la cabeza y conteniendo pobremente un gruñido bajo.

—Creo que, a la luz de los nuevos acontecimientos, podemos volver a tutearnos, Caitlyn —dijo Jayce, sus ojos desviándose hacia Tobías un segundo antes de volver a centrarse en ella.

—Tenemos mucho que contarte, a ti y al Concejo —Caitlyn hablaba de forma pausada, tomándose su tiempo para remarcar sus palabras, el peligro latente en ellas.

—El Concejo los está esperando en el salón de reuniones —afirmó Jayce, moviéndose hacia un lado y señalado el camino, mostrándoles los dos vehículos que estaban disponibles para transportarlos—. Aunque no estoy seguro de que hacer respecto a… —no supo cómo terminar la frase, sus ojos fijos en Ava dieron la explicación sobre sus palabras inconclusas.

—Ella correrá detrás, solo dile a tus vigilantes que no disparen —explicó Cait, mirándolo con seguridad antes de girar hacia Cassidy, asintiendo con la cabeza, otorgándole el permiso para que le diera la orden a Ava.

—Que así sea —murmuró Jayce, todavía confundido con el extraño grupo delante de él, finalmente notando a la muchacha rubia y el hombre pelinegro que los acompañaban.

Jayce subió en su auto, viendo como los demás se acomodaban en los asientos de los vehículos dispuestos para ellos, y la dragona se colocaba detrás de aquel en el que iban Cait, Vi y la muchacha de cabello violeta. Dio la orden para dirigirse hacia el edificio central, ignorando esa sensación extraña en su cabeza que no dejaba de analizar a la adolescente, evocando en su mente sus facciones, sus ojos ligeramente rasgados y de un color grisáceo, su cabello en un tono purpureo que le confundía.

¿Por qué le recordaba tanto a Caitlyn cuando joven, si se parecía más a Vi?

Antes de poder darse una respuesta a sí mismo, el gran edificio se mostró delante y los vehículos frenaron. Él fue el primero en subir la escalinata hacia las grandes puertas, siendo seguido por los zaunitas y la dragona que los acompañaba; no tuvieron que decirle que ella no iba a quedarse fuera, era bastante obvio que no estaban pidiendo permiso para adentrarla en el salón de Concejo, y Jayce prefirió no protestar.

Las grandes puertas del salón fueron abiertas, mostrando al Concejo reunido y esperando ansioso por la llegada de sus visitantes; no pudieron disimular sus expresiones de asombro al ver a los zaunitas y la bestia que traían consigo. Cait no los culpaba, se suponía que los dragones estaban extintos.

—Miembros del Concejo, estamos aquí reunidos, en presencia de los representantes de Zaun, para tratar un tema de vida o muerte —dijo Jayce, caminando hacia su asiento y adoptando su posición como concejal—. Esperemos que nuestro intercambio sea grato para todos. Quien vaya a presentar el caso, puede empezar.

Todos guardaron silencio mientras Cait avanzaba hasta quedar delante del Concejo, mirándolos con la misma arrogancia de antaño, cuando ella había ocupado el puesto de su madre. No temía estar allí, no bajaba la cabeza, no era inferior a ellos por representar a Zaun. Vi se mantuvo detrás de ella, su cuerpo interponiéndose entre la mirada del Concejo y Cassidy, evitando que repararan en ella más de lo necesario, no sabían qué podría pasar y no correrían riesgos; en esos momentos, más que la amante de Cait, ella era la madre de Cassidy.

—Miembros del Concejo, estamos aquí hoy por un tema que apremia nuestra atención —inició Cait, su voz manteniéndose grave y seria, llenando la sala y haciendo que fuera imposible no prestarle atención—. La amenaza de Jinx ha estado presente durante años para Zaun, pero nunca ha sido más peligrosa que ahora. Jinx logró crear soldados humanoides sin consciencia, que se mueven con shimmer. Son rápidos, son fuertes, difíciles de destruir y letales en sus ataques. Los zaunitas nos hemos enfrentado a ellos antes, pero ahora no están solos. Noxus se ha unido a su bando, y pronto tendremos en las fronteras de Zaun al ejército noxiano acompañado de soldados de shimmer, listo para arrasar con cualquiera a su paso.

—El Concejo ha estado teniendo problemas en entender cómo eso nos afecta —intervino la Concejala Amara. Cait la miró seria durante unos segundos, realmente esperaba que la mujer estuviera muerta para ese momento.

—Jinx y Ambessa Medarda no van a atacar Zaun por la ambición del terreno, eso es lo que menos les preocupa —respondió Cait, dando un paso al frente y adoptando una postura imponente—. Vienen en busca de algo mayor, más grande, y si lo obtienen serán imparables. ¿Realmente creen que Ambessa no lo usará para destruir la ciudad y al Concejo que le negó la oportunidad de descargar su ira por la muerte de su hija, la Concejala Mel Medarda, contra Zaun?

La mera mención de Mel causó una respuesta visceral en Jayce. De repente, el sudor corrió por su espalda, su cuerpo se sintió frío y la cabeza le empezó a doler. No solía pensar en ella tanto como debería; después de la explosión, Viktor fue lo único que abordó su pensamiento.

Tardó meses antes de entrar en luto por Mel, pero eso no significaba que sus sentimientos por ella no fueran reales. Él había entendido la rabia de Ambessa y su deseo de sangre, sabía tan bien como cualquiera del Concejo que la reina de Noxus no los dejaría escapar si tenía en sus manos el poder de destruirlos.

—Entendemos entonces que todos estamos en peligro en estos momentos —admitió el Concejal del Norte, acomodando su cabello rubio con los dedos; Cait llegó a advertir un ligero temblor en las manos del hombre—, pero no entiendo qué pueden querer a tal grado de movilizar un ejército completo.

Vi contuvo el aliento, sintiendo desde su posición la tensión en el cuerpo de Cait. Eso era lo que no habían querido decir, pero tampoco podían ocultarlo; la ignorancia podría hacer que los mataran a todos, que Piltover que negara a ayudarlos, que Noxus ganara. Sin embargo, exponer de esa forma a Cassidy hacía que ambas sintieran que la estaban traicionando.

Habían huido de Piltover para evitar que ellos supieran de su existencia, y ahora regresaban para confesar su verdad delante de ellos. Todo era demasiado jodido, Vi lo sabía. Inconscientemente dio un paso más al lado, tapando en su totalidad el cuerpo de Cassidy, un intento vano por protegerla de lo que se avecinaba.

—Hace quince años, cuando Jinx atacó, yo no me encontraba en Piltover, como bien recordarán —Cait respiró profundo, intentando contener los nervios que empezaban a dominarla—. Jinx me secuestró y llevó a Zaun, allí, entre otras cosas, ella hizo algo que no descubrí hasta meses después. Jinx usó la tecnología y una gema Hextech, tomando de referencia un libro de ciencia y otro de runas de magia antigua, para realizar un proceso de fertilización, usando el óvulo de Vi como uno de las bases de ADN, y uno mío como la otra.

—¿Qué estás queriendo decir? —interrogó la Concejala, deteniendo el toque insistente de sus largas uñas metálicas sobre la madera.

—De este evento, yo quedé embarazada, un hecho que oculté de ustedes y el verdadero motivo de mi elección sobre irme de Piltover —continuó Cait, ignorando a los demás concejales y mirando directamente a Jayce, quien parecía finalmente unir las piezas de lo que pasaba—. Pronto descubrimos que el bebé que yacía dentro de mí no era normal, la gema Hextech y las runas usadas le habían dado algo que nadie había tenido en siglos, que los humanos habíamos extinguido en la guerra, junto con todos los magos.

Jayce miraba a Cait atónito, un nudo aplastando su garganta, casi sin poder respirar, mientras sus ojos se desviaban hacia la joven que se mantenía oculta detrás de Vi. Deseó con todas sus fuerzas que las siguientes palabras de Cait no fueran lo que él pensaba, pero en tiempos de guerra, los deseos no eran concedidos.

—El bebé tenía el poder de la Arcana.

La reacción entre los concejales no se hizo esperar. Jayce la miraba sin poder moverse siquiera, respirando tan lento que Cait pensó que se desmayaría, pero los otros miembros del Concejo pronto empezaron a blasfemar, decir palabras inentendibles y reprochar la conducta de Cait, como no había medido el riesgo y el peligro en el que se encontraban.

Durante varios minutos la sala no fue más que un antro con el bullicio de personas molestas que dejaban salir su miedo en forma de ira, hasta que finalmente Jayce logró reaccionar, poniéndose de pie y callando a todos con ese gesto.

—Tomando en cuenta que estamos teniendo esta conversación, he de suponer que tuviste al bebé, y que ahora Jinx quiere poner sus manos sobre el poder de la Arcana yaciente en ella —dijo Jayce, mirando hacia los ojos grises más aniñados que lo observaban con detalle, manteniéndose a la sombra de Vi—. ¿Por qué ahora? ¿Por qué no hace cinco años, o incluso antes?

—Jinx atacó varias veces durante estos años —explicó Caitlyn, mirando únicamente a Jayce, como si solo estuviera hablando con él—. Sus intentos por apoderarse de mi hija fallaron siempre, la Arcana era inestable en su cuerpo, el miedo hacía que la magia misma se defendiera, lo que causó bajas en sus tropas y la hirió en diferentes ocasiones. Descubrimos que el cuerpo de mi hija no estaba listo para esa cantidad de magia. Una Arcana inestable es una muerte segura, así que Jinx decidió esperar a que Cassandra tuviera el control sobre su magia antes de venir a buscarla.

—Asumo que ese día ha llegado —afirmó Jayce, viendo como la joven pasaba por al lado de Vi y se paraba junto a Cait, aunque Vi no se quedó atrás, siguiéndola como un perro guardián—. ¿Qué quiere hacer Jinx con la Arcana?

—No lo sabemos —contestó Caitlyn con firmeza.

—¿Y Ambessa Medarda? —insistió Jayce.

—No lo sabemos —repitió Caitlyn, sabiendo lo débiles que eso las hacía ver—. Lo que sí sabemos es que, independientemente de lo que quieran, si se apoderan de la Arcana, nada podrá detenerlas, no esta vez.

—Siempre podemos deshacernos de la chica —intervino el Concejal Romanof—. Si no hay Arcana, no hay nada por lo que luchar.

—Le reto a que lo intente —gruñó Vi, avanzando por delante de Cassidy de forma protectora, deteniéndose cuando sintió la mano de su hija sostener su muñeca. Cassidy la miró con tranquilidad, indicándole que retomara su posición mientras ella misma se adelantaba, mirando directamente al Concejal.

—¿Piensa que eso los pondrá a salvo? —preguntó con una extraña pasividad, su voz apenas amortiguada y en calma, aun cuando la tensión en la sala podía cortarse con un cuchillo—. ¿Es realmente usted tan estúpido? Noxus y Jinx sentirán eso como una ofensa, un agravio a un plan que llevan desarrollando durante quince años. Atacarán con más rabia y sed de sangre que antes y allí no habrá nada que los salve.

—Por más que me pese, la joven tiene razón —intervino la Concejala, su mano descansando en la rueda dentada que se movía al ritmo de un reloj alrededor de su cuello—. Matarla no es la solución, tenemos que buscar cómo pelear.

—El ejército de Piltover luchará —aseguró Jayce finalmente, dando conclusión al debate—, no hay otra opción.

—Zaun está listo para la guerra, tanto como podemos estarlo —dijo Cait, colocando una mano en el hombro de su hija y acercándola hacia ella—, pero no necesito decir que no tenemos los medios ni las armas para esta lucha.

—Piltover los proveerá de todo, he estado diseñando armamento Hextech durante estos años, lo usaremos para la batalla —afirmó Jayce.

—¿Dónde lucharemos? —preguntó Sylas, atrayendo la atención sobre él por primera vez desde que habían entrado.

—El terreno al este que abarca parte de Piltover y Zaun —contestó Vi, que ya había pensado en un área que les diera ventaja y no causara destrozos solamente en una de las dos ciudades.

—¿Por qué no en Zaun? —cuestionó uno de los Concejales.

—Porque no te dejaré usar mi ciudad como centro de lucha y destrozos —espetó Vi, cruzándose de brazos a la altura de su torso—. Ese es el hogar de muchas personas que merecen poder regresar a casa si logramos ganar. Si quieres destruir ciudades, usaremos la de Piltover entonces.

—No lucharemos en la ciudad, el terreno que Vi dice es bueno para la batalla —declaró Jayce, zanjando la discusión—. Por el momento, esta reunión ha acabado, tenemos un comunicado que darle a los ciudadanos y ustedes tienen que preparar a los zaunitas para que se trasladen hacia acá y podamos ajustar las armas a ellos y demás detalles.

—Nos estaremos quedando en la mansión Kiramman, que imagino permanece inhabitada —dijo Caitlyn, tomando la mano de Cassidy, ya dispuesta para irse.

—Desde la muerte del último miembro de los Kiramman —comentó Jayce, mirando directamente a Tobías, quien agachó la mirada, avergonzado de la mentira que había llevado acabo, pero no arrepentido—, la mansión permaneció vacía. Envió semanalmente personal para limpiarla, pero nadie reside en ella.

—Perfecto. Muchas gracias por su tiempo, miembros del Concejo.

Caitlyn no hizo reverencia, no permitió que ellos los vieran como seres inferiores. Sin mediar más, todos dieron media vuelta y salieron del salón, Ava girándose un instante a mirarlos, gruñendo y mostrando todos los dientes segundos antes de seguir a Cassidy.

La preocupación los abordó a todos a medida que subían a los autos e indicaban que se dirigieran a la mansión Kiramman; cada segundo todo aquello se hacía más real, y allí, sentadas las tres una al lado de la otra, con Cassidy en el medio, Cait y Vi se miraron, buscando en los ojos contrarios alguna esperanza de que aquello podría salir bien. No encontraron ninguna.

Poco antes de que llegaran a la residencia, las pantallas holográficas aparecieron delante de los edificios, en las calles, en las casas, todas con la imagen de Jayce, los miembros del Concejo sentados detrás de él, expresiones sombrías legibles en sus rostros.

—Ciudadanos de Piltover, es de inmenso dolor para el Concejo tener que detener sus actividades para noticias como las que daré, pero me temo que es de vital importancia esta información. El Imperio de Noxus se ha aliado con un antiguo enemigo de Piltover y planean un ataque que ha de iniciar por Zaun y continuar por nosotros. Estamos en peligro. El Concejo ha optado por tomar las medidas necesarias para la protección de los piltovianos y la defensa de nuestra ciudad, que incluye una alianza temporal con los zaunitas por el objetivo en común. A partir de este momento, la Cuidad del Progreso se declara en guerra, las medidas a cumplir por la población serán informadas a lo largo del día, estén atentos.

La transmisión se cortó ante las últimas palabras de Jayce, un silencio sepulcral apoderándose de Piltover. Cait casi podía oír los susurros de terror que serían las conversaciones en sus hogares, el miedo que iba apoderándose de ellos. Piltover no había visto una guerra en siglos, ninguno de los seres vivientes en esos momentos había estado allí durante la gran guerra, y con ese pensamiento, Cait no pudo evitar extrañar a Heimerdinger.

Sintió el calor en su mano, no giró le rostro, sus ojos se mantuvieron fijos en las casas que se quedaban atrás a medida que los vehículos avanzaban, pero no se apartó, dejó que aquellos dedos vendados se entrelazaran con los suyos, sintiendo el alivio que recorrió su cuerpo desde el punto de contacto. Seguía enojada, decepcionada incluso, pero eran tiempos difíciles, nada podía asegurarles que vivirían para ver otro amanecer cuando la batalla estallara, y Vi era aquello que la mantenía cuerda, sus pies sobre la tierra con su mero tacto.

Habían tenido un inicio extraño e intenso, las cosas habían ido demasiado rápidas desde el principio, incluso habían tenido una hija concebida con apenas días de conocerse. Nada nunca había sido normal entre ellas, y tenía que admitir que sus diferentes personalidades las habían llevado a más discusiones de las que se admitían mutuamente, pero Cait tampoco negaría que todo eso las hacía más reales una con la otra.

Era un amor extraño, uno que ella jamás esperó sentir mientras era educada por su madre para ser una digna Kiramman, pero si todo terminaba en esa batalla, Cait estaría siempre agradecida de haber vivido la vida que tenía, de haber tenido a Vi a su lado. Cait dejó escapar un suspiro mudo. Cait apretó con fuerza la mano de Vi.

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Hemos regresado con FUERZA CARAJO.

¿Qué les parece el capítulo? ¿Opiniones, hipótesis? Díganme qué creen de lo que está pasando, por favor. Ya saben que sin sus comentarios me deprimo.

Dicho esto, siguiente capítulo 😉♥️.

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