Capítulo 44- Confianza en la línea.
El bullicio de los concejales discutiendo unos con otros había atormentado la cabeza de Jayce desde que estos habían llegado. Lo primero que hicieron fue llamarlo loco por detener el día en Piltover sin antes consultar con ellos, luego, cuando Jayce les dio una explicación, los adjetivos hacia su persona se tornaron mucho más insultantes.
Las acusaciones iban desde ser un ingenuo por confiar en unos zaunitas hasta un completo imbécil por exponer Piltover. Había tomado decisiones sin consultarlas con ellos, lo cual lo ponía en una situación de desventaja, pero el tiempo seguía pasando, y cada segundo contaba, por lo que la paciencia de Jayce llegó a su límite.
—¡Suficiente! —su grito detuvo toda conversación, ambas palmas habían golpeado la mesa con fuerza mientras él se incorporaba del asiento, empujándolo hacia atrás—. No sé en qué tipo de nube de algodón de azúcar viven ustedes, o si simplemente han perdido la memoria, pero Noxus es un país sanguinario y despiadado que gana sus guerras destrozando a sus enemigos. No conoce de la compasión con niños, embarazadas o ancianos, no concibe la rendición, ataca y destroza hasta que las ciudades antes habitadas quedan reducidas a polvo.
Los concejales miraban a Jayce con asombro, y algo más, miedo. Eso era bueno, no tener miedo en esas circunstancias era de estúpidos, le alegraba saber que Piltover no estaba siendo dirigida por insensatos demasiado metidos en sus traseros cubiertos de oro como para razonar. Se incorporó en toda su altura, mirándolos detenidamente uno a uno, retándolos a hablar en su contra. Nadie dijo nada.
—¿Alguna vez he hecho algo en contra de Piltover? ¿He escogido algo que arriesgue nuestra tierra? ¿He puesto por encima de Piltover algún beneficio propio? —varios concejales bajaron la mirada ante las palabras de Jayce, avergonzados de la forma en que lo habían cuestionado—. Zaun está en peligro inminente, pero si ellos caen, los siguientes en caer seremos nosotros. Solos no tenemos ninguna oportunidad, pero si nos unimos, por una vez en siglos, si trabajamos juntos, es posible que sobrevivamos a lo que se avecina.
—¿Qué tan peligroso es? —preguntó el Concejal Romanof, inclinándose sobre la mesa con el ceño fruncido de preocupación.
—Lo sabremos en unos minutos, cuando abramos de nuevo los portales y Caitlyn Kiramman venga, junto con los líderes de Zaun, para discutir lo que haremos —respondió Jayce, cerrando adecuadamente el botón de su chaleco blanco y avanzando hacia la salida—, pero de algo estamos seguros, concejales, nada que mueva al ejército noxiano puede considerarse menos que una amenaza mortal.
Jayce vio el terror en los ojos de los concejales, el peligro que se cernía sobre ellos finalmente había alcanzado sus mentes. No dijo más nada, se limitó a salir del salón del Concejo, ningún concejal se iría de allí, esperarían pacientemente al regreso de Jayce con sus invitados zaunitas, discutirían la realidad de lo que estaba pasando y el plan de acción necesario, pero Jayce sabía que el enemigo en común era demasiado diabólico como para subestimarlo.
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Lux había sido quien se ofreció voluntaria para esperar junto al muro hasta el momento en que alguien respondiera, el sol ya había salido y ella estaba segura de que los pilties habían ignorado la carta de Caitlyn cuando vio el cambio en el portal, abriendo un pequeño espacio en el muro y dejando caer una carta de forma veloz antes de que se volviera a cerrar.
Ella no sabía nada de Piltover ni sus concejales, pero la tinta del sobre decía Caitlyn Kiramman y había un sello rojo y dorado manteniendo la envoltura cerrada. Se montó en el aerodeslizador y condujo de regreso al bar tan rápido como pudo, el tiempo apremiaba.
Todos estaban despiertos y esperándola cuando lux llegó, notando el asombro y la ansiedad en sus rostros al verla aparecer. Lux avanzó directo hacia Caitlyn, entregándole la carta y apartándose para sentarse en el suelo, a los pies de Sylas y Zeri, apoyando una mano en la pierna de él y la cabeza en el muslo de ella. Cait se quedó de pie en una esquina, justo donde todos podían verla mientras abría la carta. Lux notó que, aun estando enojada con Vi, Cait se había mantenido cerca de ella, como si Vi fuera su apoyo, su soporte, lo que la hacía seguir adelante y ser fuerte.
—¿Y bien? —cuestionó Sevika, impaciente ante la lectura silenciosa de Caitlyn.
—Dice que nos espera a media mañana en el puente, abrirá uno de los portales y bajará el muro para permitirnos pasar, así les explicaremos lo que está pasando y decidiremos cómo actuar —respondió Cait, llevando su mano a entrelazarse con la de Vi, que se había extendido para darle una caricia suave de apoyo al ver la desesperación en sus gestos.
—Tendremos que contarles todo sobre Cassidy —comentó Tobías, mirando hacia su nieta, que se mantenía sentada en el suelo, en una esquina, con Ava a sus espaldas funcionando de espaldar.
—¿Creen que me hagan algo? —preguntó Cassidy, sintiendo como inmediatamente Ava alzaba la cabeza y elevaba las escamas que recorrían su espalda y cola.
—No, no tienen tiempo para eso, hay una guerra en la que pensar —negó Caitlyn rápidamente, mirando con firmeza a su hija; aun si no lo dijo, todos pudieron entender el trasfondo de sus palabras, ella no permitiría que nadie le hiciera nada a Cassidy.
—Katarina, ¿qué dijo Garren sobre evacuar Zaun? —intervino Vi, poniéndose de pie y finalmente tomando el control de la situación.
—Puede trasladar a los niños, algunos enfermos, los ancianos y embarazadas... No tiene donde albergarlos, pero los zaunitas sobrevivirán viviendo un tiempo en tiendas de campaña —contestó Katarina, incorporándose y ajustando su arma en el cinturón de cuero—. De todas formas, si perdemos, ellos estarán vivos y podrán huir, buscar otra forma de vida en otra parte; si se quedan, estarán muertos.
—Está bien. Sevika y tú encárguense de la evacuación de los zaunitas; Zeri, tú llevarás el registro de quiénes van a luchar, ya sean las luciérnagas o cualquier otro miembro de Zaun. Los cobardes que prefieran huir, adviérteles que tienen menos de cuarenta y ocho horas para hacerlo —indicó Vi, avanzando hacia Cassidy y dándole la mano para ayudarla a levantarse—. Tobías, busca los registros de cada análisis y tratamiento empleado en Cassidy, los usaremos como pruebas y defensa.
—¿Defensa? —cuestionó Cassidy, sin entender a qué se refería su madre.
—Cuando sepan sobre la Arcana, van a querer que luches usándola —intervino Cait, manteniéndose en su esquina y tomando la mano de su padre—. Usaremos los registros para probar que eso no es una opción.
—Sylas y Lux, ustedes vendrán con nosotros. No me fío de los pilties lo suficiente como para ir solo nosotras —ordenó Vi, viendo como ambos se ponían de pie inmediatamente y asentían—. Todos vayan, recojan lo que necesiten, vístanse adecuadamente, carguen las armas que consideren y nos reunimos delante del muro en el puente catorce en una hora.
Uno a uno, los presentes se fueron retirando, siendo Cassidy la última en irse, bajando las escaleras hacia la casa, directo a su habitación. El silencio dominó la estancia del bar durante varios minutos, hasta que los pasos de Cait lo interrumpieron; ella avanzó hacia la puerta que daba a las escaleras, cerrándola para asegurarse que Cassidy no las escuchaba y viendo a Ava mirarla un segundo desde su posición al final de estas, resguardando a su hija.
Nada le pasaría dentro de su casa, Cait estaba segura de ello, así que no sintió el pánico crecer cuando la perdió de vista, en cambio, se centró en Vi. La menor no la miraba, mantenía sus ojos interesados en algún rasguño en las tablas del suelo, aun cuando sentía a Caitlyn acercarse a ella, deteniéndose en la mesa justo en frente, ambas palmas descansando en la superficie de madera, sus ojos azules perforando a Vi.
—¿Por qué lo hiciste? —era una pregunta sencilla, pero a la vez era el mayor problema entre ellas. El tono bajo y decepcionado de Cait sacudió a Vi por dentro, no había excusas que dar, pero si explicaciones.
—Tenía miedo de que si te lo decía volvieras a entrar en ese estado desquiciado y perdido que te consumió cuando Jinx vino y le colocó la gema en la frente a Cassidy —contestó Vi, alzando la mirada y hablando mientras sus ojos se enfrentaban al mar azul de Caitlyn. Era sincera y ella podía verlo, pero eso no significaba que la perdonara.
—¿Tan débil me crees? —cuestionó Cait, sin alterar su voz, sin apenas reaccionar, dejando que el enojo latiera debajo de sus palabras sin más que un sutil arrastre. Vi sonrió ladinamente, bufando por la nariz en un ruido sarcástico.
—¿Crees que tenía algo que ver contigo? —repuso Vi, inclinándose sobre el espaldar de una silla y cruzando ambos brazos sobre su torso—. No critico tu reacción en ese entonces, la entiendo, pero no te mentí por eso. Te mentí porque si volvías a ponerte así, si te perdía dentro de tu mente de nuevo, estaría sola, cuidando a Cassidy y enfrentándome a lo que estaba pasando, mientras te cuidaba a ti. No teníamos el tiempo para pasar por un proceso de ajuste como la última vez, funcionas mejor bajo la presión absoluta de la desgracia; si esperaba a tener algo definitivo que decirte, en lugar de hipótesis basadas en hechos vagos, tu mente respondería con esa tranquilidad y seriedad digna de un líder, esa que siempre te ha caracterizado. No te detendrías, sino que despertarías.
—Entonces, ¿debo de entender que mentirme durante más de un año es algo que hiciste por el bien de nuestra familia? —el reproche en su voz era casi palpable, la tensión entre ambas podía sofocar a quien entrase en el bar en ese momento, sus miradas desafiándose mutuamente.
—¿Puedes culparme? —argumentó Vi, alzando su cabeza en un gesto seguro que hizo a Cait replantear su postura—. Cada que he pedido algo con sinceridad, o he avisado de antemano, algo terrible ha pasado. Perdí a mi hermana por pedirle que se quedara atrás, ya que la misión era muy peligrosa para ella; perdí a Vander por decirle la verdad sobre mis intenciones de entregarme a los vigilantes aquel día, dejándolo vulnerable para Silco; perdí mi libertad por decirle a Powder todo lo que pensaba e irme, cegada por la ira y el dolor. La desesperación que lleva a la sinceridad solo me ha causado pérdidas y problemas, no podía arriesgarme.
—Y ahora, perdiste mi confianza por escoger la mentira —repuso Caitlyn, incorporándose de su apoyo en la mesa y caminando hacia la puerta que daba para la escalera.
—Y la perdería de nuevo, si tuviera que volver a elegir, porque te prefiero viva y estable para defender a nuestra hija, aun si eso significa que nunca vuelves a confiar en mí…, Caitlyn —la firmeza en la voz de Vi fue un ataque a quemarropa contra Cait, pero en el momento en que escuchó su nombre, no pudo evitar mirar hacia atrás, a esos ojos grises que la miraban determinados.
No era una desafió, no luchaban por el control ni el poder, era simplemente la voluntad de ambas de proteger a su familia. Sus métodos no siempre eran los mejores, y podían pasar horas discutiendo sobre qué hacer, pero no significa que sus objetivos fueran distintos. Por un breve momento, Cait se puso en el lugar de Vi, y entendió que era de esperar que en una situación así, Vi mintiera, pero entenderlo y aceptarlo no cambiaban nada. Se sentía genuinamente traicionada, y, al menos por ese instante, no confiaba en Vi.
Para cuando Cassidy salió de su habitación, vestida con unos pantalones grises con dos cortes en las rodillas, un top negro sin tirantes, una chaqueta ancha de un color amarillento marrón, con el interior de un azul similar al color de ojos de madre, no había nadie en la casa. Subió las escaleras, encontrando a Vi vendando sus manos y antebrazos, vestida con un pantalón a rayas de diferentes tonos de grises, una camiseta negra y una chaqueta roja oscura, que casi podía pasar por marrón. Sus ojos se dirigieron a ella apenas la vio entrar, sonriéndole con dulzura.
—Tu madre está afuera con Ava, revisando su rifle —informó, adivinando el significado de la mirada de Cassidy.
—Entonces espero que tú sepas recogerme el cabello —comentó Cassidy, acercándose a Vi y mostrándole la liga negra en su mano.
—Haré lo mejor posible —admitió Vi, apoyándose en la mesa detrás de ella mientras Cassidy se ponía delante suyo, dándole la espalda. Luchó durante unos minutos hasta contener todo el largo cabello en un moño, manteniendo suelto solo el mechón largo de la parte delantera, que Cassidy sostenía con un prendedor metálico en una especie de coleta, dejando que su flequillo tapara la gema en su frente—. Bueno, no es el peor que te he hecho.
—Me gusta mucho —dijo Cassidy, girando hacia Vi y sonriéndole. Las sonrisas se desvanecieron en miradas preocupadas—. Mamá.
—Lo sé, Bizcochito. Créeme, lo sé.
Cassidy no había necesitado palabras para transmitir su preocupación hacia Vi. Su mamá acarició su mejilla antes de encerrarla en un abrazo firme que Cassidy devolvió sin reparos. Los años de rebeldía adolescente no la habían hecho alejarse de sus madres, siempre había tenido la confianza para hablar con ellas lo que fuera, y la seguridad de que ambas estarían allí para ella siempre.
A veces, Cassidy se preguntaba si no hubiera sido mejor que ella no hubiera nacido, nada de eso estaría pasando, pero cuando le dio voz a sus pensamientos, sus madres no contuvieron todos los motivos por los que Cassidy era lo mejor que les había pasado en la vida. Ella no volvió a dudar.
—Vamos, no queremos hacer enojar a tu madre —bromeó Vi, besando su frente antes de que ambas salieran del bar.
Bajo la luz del sol, Vi sintió su aliento estancarse en su garganta al ver a Cait vestida con los colores que había usado durante su época de vigilante en Piltover. Llevaba un pantalón azul oscuro, una blusa blanca y una chaqueta elegante de un azul igual al pantalón, pero con algunos toques dorados. Su rifle colgaba de su cuerpo con un cinturón que llevaba en su hombro derecho y había recogido su cabello en una coleta alta.
Vi no pudo evitar rememorar esos primeros días en Zaun, cuando Cait acaba de sacarla de la cárcel; en estos momentos era la mezcla perfecta entre la piltoviana que fue y la zaunita que era, y Vi no sabía si después de regresar a Piltover, algo cambiaría para Cait.
Mantuvieron una mirada que les decía que ambas pensaban lo mismo, Cait podía ver en Vi una versión mayor y más madura de la joven intrépida y sedienta de venganza que ella había conocido hacía quince años, y, aunque le dolía la mentira de Vi, también era consciente de que no cambiaría ni una sola cosa de lo que habían vivido juntas.
Ellas eran algo superior a lo que siquiera conocían, y en ese instante, tenían la determinación que solo las madres tienen por defender a su hija. Un suspiro bajo salió de entre los labios de Cait antes de extender su mano hacia Cassidy, quien no dudó en tomarla, iniciando el camino hacia el muro.
Usaron uno de los autos para ir, con Ava corriendo detrás de ellas. El silencio fue llenado con una música en la radio a la que ninguna estaba prestando atención, ero era mejor que escuchar el rechinar de las ruedas sobre el asfalto o el ruido del motor. Cait aparcó el auto justo cuando Sylas y Lux llegaban en el otro, trayendo a Tobías con ellos. Todos bajaron y caminaron por el puente, quedando delante del muro. Sylas y Lux estaban a los lados, Tobías se mantenía un poco más atrás, Cait y Vi eran quienes daban el frente y Cassidy iba dos pasos detrás, entre ellas y al lado de Ava.
—¿Habrán cambiado de opinión? —preguntó Cassidy, confundida por la demora.
—No, Jayce debe de estar convenciendo al Concejo de que esto es lo mejor. Esos vejestorios no son fáciles de doblegar —contestó Tobías, dándole una sonrisa tranquilizadora a Cassidy y reacomodando sus espejuelos. Su vista había empeorado con los años.
—Jayce siempre tuvo un talento especial para convencerlos, aun sin Mel a su lado —comentó Caitlyn, mirando de reojo a Vi, quien tenía una sonrisa ladina en sus labios y la miraba con un arrogante orgullo.
—No le fue tan bien mientras tú estuviste en el Concejo —dijo, metiendo ambas manos en los bolsillos de la chaqueta de forma casual, como si no hubiera dicho nada importante, pero pudo ver el rosado suave que se extendió por las mejillas de Cait.
No eran las jóvenes de veinte años que se habían conocido en una prisión húmeda y oscura, pero esa atracción y ese amor que las unía seguía tan fuerte como aquel primer día.
—¿Estuviste en el Concejo de Piltover? —intervino Cassidy, su tono anonadado sacando a Cait de sus pensamientos.
—Fue hace años, antes de que tú nacieras —respondió Cait con un asentimiento, ignorando la risa de Vi ante la expresión atónita de Cassidy.
El ambiente cambió repentinamente, atrayendo la atención de todos hacia el muro. Una presión extraña los atrajo, aun cuando ellos lograron permanecer firmes en sus posiciones, viendo como el aire se arremolinaba en el muro, tirando de la energía de Hextech, abriendo el portal.
El muro lentamente fue desapareciendo, desmoronándose delante de ellos, siendo llevado por el viento, y la imponente imagen de Piltover se mostró ante sus ojos. Todo lo que alcanzaban a ver era blanco y dorado, la ciudad que ella conocía, en la que había nacido, donde se había criado, se alzaba majestuosa e intocable; y, sin embargo, Cait no se sintió como en casa.
Ella fue la primera en verlo, sus ojos admiraban el paisaje cuando lo encontraron. Había envejecido un poco, tenía algunas canas asomando en su cabello oscuro y las arrugas alrededor de sus ojos se mostraban. Cait estaba segura que ella no podía decir nada al respecto, ella tampoco era la joven que se había marchado ya.
No eran viejos, pero la vida no era suave ni agradable para quienes tenían tantas responsabilidades descansando en sus hombros. Por primera vez, Cait sintió que podía llegar a entender a Jayce, ahora, era momento de ver si Jayce podía entenderlas a ellas. Cait dio el paso al frente.
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Aaaaaaahhhh, que emoción, la tensión, la desgracia, el punto decisivo de la guerra...waaaaaa, que todo está muuuuuy cercanoooooo.
Por si tienen la duda, así es cómo Cassidy luce ahora con 14 años. El dibujo no sé de quién es, apareció en una app de fotos de chicas dibujadas, y yo lo que hice fue cambiar el color del pelo y pasarla por el filtro de Arcane para mayor realismo.
En fin, ¿qué les ha parecido el capítulo? Espero que les haya gustado y que estén tan tensos como yo lo estoy jajajaja... pronto actualizaré de nuevo, no se agobien. Nos leemos. Por fis, dejen aunque sea un comentario, besitos
♥️♥️♥️.
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