Capítulo 37- Visita familiar.
El pasadizo se encontraba más allá de las tierras de Zaun, bajando por las antiguas minas continuas que habían sido cerradas años antes de que los padres de Vi nacieran. Piedras caídas cubrían la entrada y el silencio abrumador le daba un ambiente fantasmagórico a aquella tumba de mineros del siglo anterior, Vi hubiese preferido mantenerse alejada de todo aquello, pero sabía que no podía.
Sylas lideró el camino, usando su magia para encender tres antorchas, cada uno tomó una, avanzando por los túneles, sintiendo el eco de sus pasos mezclarse con el sonido de la humedad de las minas. Los caminos estaban marcados por pasos de antaño y la oscuridad espesa apenas se diseminaba con el fuego, el aire era difícil de respirar y el olor putrefacto los ahogaba ligeramente, pero eso no los detuvo.
El cansancio melló sus cuerpos, los zapatos hicieron ampollas sobre los callos y el dolor atacó sus músculos, pero no se detuvieron. Respirar se volvió una tarea casi imposible cuando el camino descendió por debajo del nivel del río que dividía Piltover y Zaun, hacía años Vander le había explicado a Vi que ese río no existía y todo era una sola tierra, pero cuando la guerra empezó y la cacería hacia los magos se desató, muchas medidas nuevas fueron tomadas, entre ellas se encontró la creación del río, sellando las antiguar minas y dividiendo la Ciudad alta de la baja. Los puentes se crearon años después, cuando Piltover alcanzó su fama como la Ciudad del progreso.
Vi entrecerró los párpados cuando la luz natural de la luna, mezclada con las luces artificiales de Piltover, hirió sus ojos. Habían pasado demasiadas horas bajo la tierra, respirar el aire limpio de Piltover se sintió casi como salir del agua después de haberse estado ahogando. Vi miró en derredor, notando la tranquilidad de la calle. El túnel los había dejado en una de las áreas pobres de Piltover, si se podían llamar así: era una zona casi deshabitada que se usaba para la eliminación de los residuos y la suciedad de aquella ciudad dorada.
«Ojalá pudieran eliminar así la podredumbre que los carcome».
Sylas conocía la ciudad a medias, pero Vi ya había vagado por aquellas calles anteriormente, así que en esa ocasión fue su turno de liderar. Avanzaron por los callejones, escondiéndose entre las áreas oscuras y las casas, hasta que el área pobre fue dejada atrás, entonces tuvieron que escalar los edificios, saltando por los tejados a una velocidad vertiginosa, con el constante cuidado de que nadie los viera.
Zeri se encargaba de vigilar el cielo, Sylas observaba el suelo y Vi era quien saltaba de primera, asegurándose que fuera seguro para los otros dos seguirla. Tardaron tres horas en alcanzar la zona alta de Piltover, el sigilo con el que se habían movido los había atrasado considerablemente, pero el verdadero problema se presentó al notar a los guardias que custodiaban la mansión Kiramman.
—¿Cómo haremos para entrar sin que nos noten y no llamar la atención? —preguntó Zeri, observando a los cuatro guardias en perfectas posiciones que no se alejaban de su puesto.
—Causando una distracción —dijo Vi, mirando en derredor en busca de algo que pudiera ayudarlos. Observó a la distancia la torre de una de las centrales de ricos, probablemente pertenecería a alguna familia ricachona y poderosa, pero a esa hora de la noche todas sus luces estaban apagadas y no debían de haber personas dentro.
—Yo iré —afirmó Zeri, notando el plan que iba formándose en la mente de Vi.
—Ten cuidado, yo exploté una cuando era adolescente y el precio fue muy alto —comentó Vi, agachándose totalmente en el tejado al lado de Sylas y viendo a Zeri saltar por la parte trasera, cayendo al suelo dos casas más allá y perdiéndose de su vista.
—Cuando el edificio explote, yo iré al otro lado de la ciudad, explotaré algo por allá para desviarlos, no podremos movernos cuando salga el sol, así que todos tendremos que regresar y escondernos en esa casa durante el día —explicó Sylas entre susurros, viendo a Vi asentir quedamente—. ¿Tu suegro nos recibirá?
—Él lo hará —aseguró Vi, mirando a Sylas de reojo—. Gracias por hacer esto, no tenías por qué.
—Sé lo que se siente ser cazado por tu magia, lo viví en carne propia, que te utilicen por tus habilidades y hagan daño con tu poder. Tu hija tiene una Arcana demasiado fuerte, poco natural, ese poder en las manos equivocadas puede destrozar mundos, y la destruiría a ella. Además, me recuerda a una niña que conocí hace años —contestó Sylas, mostrando ante Vi un lado más humano y menos rígido, haciéndola ver que la coraza que él cargaba con todos era un mecanismo de defensa y protección, uno que ella había usado durante años.
La explosión resonó contra el aire, tomándolos por sorpresa un instante, Vi se asomó por el tejado, viendo a los vigilantes correr hacia el edificio. Intercambió una mirada con Sylas, quien corrió en dirección contraria, hacia donde fuera que tuviera pensado, mientras ella saltó de su tejado hacia el de la mansión Kiramman, deslizándose por las columnas laterales y adentrándose por la ventana de la antigua habitación de Caitlyn.
Por un instante se vio a sí misma en un deja vú, apreciando como nada había cambiado desde la última vez que había estado allí; no había polvo, todo estaba perfectamente cuidado, pero nadie había movido una sola cosa. El sonido de un arma siendo cargada a sus espaldas la sacó de su ensimismamiento, alzando las manos para que pudieran verlas mientras respiraba pesado.
—¿Quién eres? —preguntó aquella voz familiar, marcada de forma gruesa por los años, pero inconfundible, pocas personas la habían tratado bien en Piltover, Tobías Kiramman era uno de los pocos, Vi jamás podría olvidarle.
Giró lentamente, dejando que la luz de la luna que entraba por la ventana bañara su cuerpo, hasta que estuvo de frente al señor mayor y canoso, con varias arrugas que antes no tenía, y que sostenía un rifle apuntando directo hacia ella. Vi admiró por un breve instante la forma en que Tobías sujetaba el arma, no vacilaba, su postura era estable y su agarre seguro, recordó que Cassandra Kiramman una vez la había apuntado con un rifle de igual forma, no pensó que Tobías sería de los que los usaran, siempre creyó que el gusto de Caitlyn por las armas venía de su madre.
Sus ojos grises se fijaron en aquellos ojos rasgados, sus manos se movieron lentas hacia la capucha y sus dedos tiraron de la tela, mostrando su cabello rosado oscuro; Tobías bajó el arma, dejándola caer al suelo mientras una expresión atónita tomaba dominio de sus facciones.
—Vi.
♤
El día había transcurrido entre cuidados a Ava, la compra de una cama para perros grandes que fue colocada en la habitación de Cassidy y el entrenamiento usual de la niña. Caitlyn y Cassidy pasaron horas disparando en la máquina del centro de juegos, con la pequeña de cabellos violetas protestando cada que su madre hacía una puntuación perfecta mientras ella todavía fallaba, no lograba asestar en el blanco, aunque siempre tocaba los paneles.
Como Vi y Zeri no estaban, Lux dedicó unas horas a entrenarla para que controlara sus rayos, siendo que tenían un poder ligeramente similar en ese aspecto. Zeri era mejor que Lux en el control, pero no significaba que la chica no supiera nada de lo que hacía.
Cuando la noche llegó, Caitlyn usó su tiempo para jugar con Cassidy un rato mientras ambas leían algunos libros infantiles que habían conseguido en la tienda para bebés que había en Zaun, Caitlyn y Vi habían vuelto a Cassidy la clienta estrella del lugar desde aquella primera compra del conejo de peluche que Cassidy no dejaba, porque solo dormía con el enrollado en una mano.
Después de la cena, Cait pasó varios minutos cantándole a Cassidy en la habitación, hasta que la pequeña quedó profundamente dormida, solo entonces subió al bar para ayudar a Lux con la atención de la noche, intentando ocupar su mente para no torturarse pensando en qué estaría pasando con Vi y su padre.
La noche en Zaun era ruidosa y alegre, todos apostaban, bebían, jugaban y liberaban el estrés de sus cuerpos, sin embargo, en la habitación de Cassidy en la casa que se encontraba debajo del bar el silencio se mantenía calmo. Vi había mejorado la casa para evitar que los ruidos, a no ser que fueran explosiones fuertes, llegaran a perturbar el sueño de la niña, cansadas de tener que bajar del bar a volver a dormirla varias veces por noche cuando era más pequeña.
Cassidy se mantenía tranquilamente dormida, sin sueños, con su cansado cuerpo recuperándose de sus intensos entrenamientos, cuando el ruido sordo en la ventana la despertó. Se sentó en su camita, restregando sus ojos y apretando con fuerza su conejo de peluche mientras bostezaba y miraba en derredor, encontrando a Ava despierta y con las escamas de su columna y cola totalmente erectas, mirando con el ceño fruncido hacia la ventana.
Los ojos grises de la niña se desviaron hacia el mismo sitio, encontrando una mirada violácea rodeada de una figura oscura que la dejó sin habla. Quiso gritar, correr, hacer algo, pero su voz parecía haber muerto en su garganta mientras aquel ente abría la ventana y se adentraba en la habitación. Cassidy se desplazó entre temblores hacia el final de la cama, su espalda tocando con la pared, sus ojos mirando fijos a aquellos violetas brillantes mientras el terror corría por su cuerpo.
El ser se detuvo justo frente a su cama, sacando de entre la oscuridad sus dos largos brazos y alzándolos, Cassidy cerró los ojos fuertemente, temiendo lo peor mientras sentía el aire electrificarse a su alrededor hasta que una luz brillante llegó a sus ojos, haciéndola abrirlos lentamente para observar a la chica con la sonrisa afable y el largo cabello azul mirándola.
—Hola, pequeña experimento —saludó Jinx, alejándose del interruptor de la luz y abriendo totalmente su capa, mostrando su cuerpo tatuado de nubes y haciéndole saber a la niña que era humana—. No temas, soy Jinx, y soy tu tía.
—¿Mi… tía? —preguntó Cassidy, aferrándose fuertemente a su conejito y mirando a Jinx sin comprender—. Yo no tengo tía.
—Oh, seguro que sí, soy hermana menor de Vi, una de tus mamis —aseguró Jinx, sentándose en el asiento pequeño que estaba al lado de la cama de Cassidy.
—Mamá dijo que su hermana murió —refutó Cassidy.
—Porque los adultos a veces discutimos y decimos ese tipo de cosas, igual soy tu tía —dijo Jinx, inclinándose hacia atrás en el asiento mientras estiraba ambas piernas en el aire, sintiendo el instante de ingravidez cuando casi se caía, haciendo gestos abruptos para mantener el equilibrio que hicieron reír a Cassidy.
—¿Y qué haces aquí? —preguntó la niña, acercándose de forma inocente hacia Jinx.
—Vine para traerte un regalo, pero no pude entrarlo a la casa, necesitaría que salieras conmigo —explicó Jinx, apoyando sus codos sobre la cama y tocando la punta de la nariz de Cassidy con su dedo.
—Mamá dice que no puedo salir sin supervisión —repuso Cassidy con un puchero.
—Pero irás conmigo, y soy tu tía, yo seré tu supervisión —rebatió Jinx, parándose y adoptando una pose firme que hizo reír a Cassidy un poco más fuerte, haciendo que Ava se relajara—. ¿Qué dices? ¿Vienes conmigo? —Jinx estiró una mano hacia Cassidy, quien se quedó mirándola unos instantes antes de tomarla, bajando de la cama y metiendo sus pies en las pantuflas con forma de conejo, dejando su peluche en la cama y palmeando la cabeza de Ava.
—Quédate aquí, volveré rápido —le pidió a la dragona, dejándose cargar por Jinx, quien saltó por la ventana fuera de la casa.
Avanzaron rápidamente por algunas calles, con Jinx haciendo bromas casuales que hacían a Cassidy reír mientras se dejaba llevar, no dudando de la bondad de aquella mujer de azul cabello unos tonos más claros que el de su mami, quien la había tapado con su propia capa para que el sereno de la noche no la enfriara. Cuando doblaron por un callejón precariamente iluminado y Cassidy notó al hombre mayor que estaba al lado de otro más joven, detenidos cerca de un aerodeslizador más grande que el de su mamá, se sintió algo desconcertada.
—Estos son Signed y Viktor, ellos traen tu regalo —explicó Jinx, bajando a la niña al suelo y tomándola de la mano para acercarse a los hombres.
—¿Y qué es mi regalo, tía? —preguntó Cassidy, dejándose cargar para ser sentada en el aerodeslizador y viendo al señor mayor con la cara cubierta rebuscar en una caja negra metálica que estaba siendo sostenida por el otro joven.
—Es algo que no puedes perder nunca, que te ayudará con tu poder —aseguró Jinx, pasando una mano por el cabello violeta y dejando un beso en la frente de Cassidy.
—¿Me ayudará a no perder el control? —cuestionó la niña, recordando la cantidad de veces que sus madres le habían aclarado que su control sobre su poder era importante.
—Te ayudará a ser más fuerte —afirmó Viktor, tomando el brazo derecho de Cassidy con cariño y sonriéndole, mientras Jinx tomaba el izquierdo.
—Ahora, recuerda querida, esto es por tu bien, dolerá un poco, pero es un regalo muy especial —dijo Jinx, atrayendo la atención de la niña, quien la miraba preocupada y con miedo, de repente sintiendo que algo malo iba a pasar—. No te preocupes, mi cielo, es todo por tu bien.
Cassidy sintió como el agarre en sus brazos se volvía férreo cuando el señor con el rostro cubierto se acercó hacia ella con un artefacto extraño en la mano. Parecía una jeringuilla grande, pero en lugar de tener una aguja delante, tenía dos tenazas que estaban sosteniendo una gema azul brillante y cuatro cuchillas se mostraban frente a esta. El terror dominó su cuerpo, el aire electrificándose a su alrededor mientras ella se retorcía en el agarre firme de Jinx y Viktor, el grito de horror escapó de su garganta cuando las cuchillas alcanzaron su frente y luego el dolor sordo la hizo desplomarse, sintiendo como la energía se iba de su cuerpo.
—La gema está incrustada, ¿ahora qué? —preguntó Viktor, mirando hacia la niña con preocupación, viendo el rastro de sangre que partía del centro de su frente, allí donde brillaba una gema de Hextech modificada por Jinx.
—Ahora solo queda llevárnosla —afirmó ella, sonriendo mientras retiraba la capa de su cuerpo, la había usado solo para cubrir su presencia.
—¡Jinx! —gritó Viktor.
El disparó resonó en el aire, pero el sonido la alcanzó demasiado tarde, Viktor había logrado propulsarse hacia adelante y apartarla de lo que hubiera sido un tiro letal. La bala se incrustó en su espalda, penetrando uno de sus pulmones y alojándose allí, haciendo que Jinx escupiera sangre entre la mueca de dolor que hizo al chocar el suelo.
Sus ojos se desviaron hacia el sitio del cual provino el disparo, encontrando a Caitlyn Kiramman saltando de uno de los tejados, cargando su arma y disparando una vez más. Viktor logró tirar de ella lejos, Signed alcanzó una de sus armas modificadas y apuntó hacia Caitlyn, pero la ira ciega que la dominaba hizo que su siguiente objetivo fuera la frente del Doctor, haciéndolo caer al suelo con un solo tiro: estaba muerto.
—¡Te mataré, hija de puta! —bramó Cait, cargando nuevamente el arma y apuntando hacia Jinx, que hacía un esfuerzo por sostenerse en pie, apoyada contra la pared.
—Adelante, Vi no te lo perdonará —espetó Jinx, tosiendo sangre y sujetándose la herida, la hemorragia era mayor de lo que ella podía controlar.
—Vi ya no te quiere, Jinx, nadie lo hace —rebatió Cait, apuntando hacia Jinx directamente y llevando su dedo al gatillo.
—Mami —el susurró entrecortado de Cassidy la detuvo en seco, girando su cabeza hacia donde su hija era sostenida por Viktor, quien tenía un bisturí rozando su cuello.
—Déjanos ir y no tiene que pasarle nada —dijo Viktor, cargando a Cassidy y alejándola del aerodeslizador—. Jinx, ve hacia el vehículo.
—¡No! —bramó Caitlyn, apuntando hacia Jinx cuando percibió que intentaba moverse.
—No seas imbécil, no tiene que morir más nadie esta noche —repuso Viktor, colocando a Cassidy en el suelo, pero apretando con mayor fuerza el bisturí, haciendo que un hilo de sangre corriera por su cuello.
—Mami —llamó Cassidy, el miedo y la impotencia haciéndola temblar, estaba intentando usar su magia, pero no lo lograba, estaba aterrada y había un cadáver a menos de un metro de ella.
—Sube al aerodeslizador, sin movimientos bruscos o te juro que te vuelo la cabeza —indicó Caitlyn, respirando agitadamente mientras seguía apuntando a Jinx, viéndola desplazarse con una caminata precaria hacia el vehículo, desplomándose sobre este, el lado derecho de su cuerpo bañado en la sangre que manaba de la herida.
—Bien, ahora la dejaré ir —dijo Viktor, caminando hacia el aerodeslizador y encendiéndolo, mirando a Caitlyn a los ojos en todo momento.
Empujó a Cassidy hacia adelante, haciéndola caer al suelo y usando eso como distracción para que Caitlyn dejara de apuntarles, encendió el vehículo y aceleró, ascendiendo en el cielo tan rápido como pudo. Sintió el impacto del disparo en el motor, y vio las chispas que salieron de este, pero no se detuvo, tenían que alejarse de allí.
Caitlyn corrió hacia Cassidy, dejando su arma en el suelo mientras cargaba a su hija, quien no dejaba de gritar entre sollozos y llantos, con la sangre todavía manchando su rostro, y aquella extraña piedra incrustada en su frente. Caitlyn la beso, la apretó fuerte contra ella y se meció de adelante a atrás durante un tiempo incontable, no prestó atención a eso.
No se detuvo ni dejó de cantarle y asegurarle que ella estaba a salvo ahora, que su mamá estaba allí, ni siquiera cuando Lux y otros zaunitas llegaron al lugar, atraídos por los disparos y los gritos de Cassidy, encontrándolas a ellas abrazadas y al cuerpo sin vida de Signed, rodeado de un charco de sangre. Ni paró cuando Sevika y Katarina llegaron, ordenando una revisión general de Zaun con todos aquellos que quisieran ayudar, o cuando las luciérnagas se unieron a la búsqueda de Jinx y Viktor, con Sevika al frente de ellos, aludiendo que si el motor había sido dañado no habían podido llegar muy lejos.
No se detuvo hasta que el sol no salió, cuando el cansancio finalmente venció a Cassidy y se quedó totalmente dormida en sus brazos, hacía mucho que a su alrededor solo quedaban Katarina y Lux, sentadas cerca de la mancha de sangre encima de la cual antes había un cadáver.
Solo entonces Caitlyn se incorporó, tarareando suavemente una melodía para que Cassidy no se despertara, avanzando con Katarina y Lux, que cargaba su rifle, hacia el bar, entrando y bajando hasta la casa, acostando a Cassidy en su propia cama y dejando que Ava se subiera con ella, viendo como entre sueños la niña abrazaba a la dragona. Así fue como las dejó, regresando donde Katarina y Lux, mirándolas con una expresión ausente que se iba endureciendo, hasta que la decisión estuvo tomada.
—Cierren todas las fronteras de Zaun, nadie entra o sale hasta nuevo aviso.
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Jiiinx, ¿qué hiciste ahora, pendeja hermosa a la que amo y odio?
¿alguien más se tensó con este capítulo?
Por cierto, Caitlyn modo tipa dura que toma decisiones me encanta.
Espero que hayan disfrutado el capítulo y, como dije, hay un tercero como disculpa por el retraso.
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