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Capítulo 36- Petición de ayuda.

Sus jadeos se escuchaban por los pasillos silenciosos, sus pasos resonaban contra la piedra mientras Samira corría tanto como sus piernas permitían. La puerta hizo un sonido estrepitoso al chocar contra la pared, atrayendo la atención de los presentes, quienes se quedaron viendo a la mujer trigueña como si le hubiesen salido tres cabezas; Jinx se puso de pie de inmediato, mirándola fijamente y a la espera impaciente de una explicación, sabiendo que Samira no era el tipo de mujer que se alteraría por nada.

—Revivió al dragón —espetó Samira, jadeando por aire y apoyándose contra la pared.

Todos quedaron en un perpetuo silencio que duró minutos, hasta que una risa queda empezó a escucharse proveniente de Jinx. La muchacha cerró los ojos, respirando profundamente y carcajeándose, incapaz de controlar la risa mientras se apoyaba en la mesa para sostener su abdomen; nadie podía compartir el momento alegre, era demasiado perturbador verla reír hasta soltar lágrimas que corrían por su rostro, regando el maquillaje negro de sus ojos. Tardó varios minutos en calmarse, hasta que finalmente limpió las lágrimas, dejando un rastro oscuro regado por sus pálidas mejillas, y miró hacia Viktor con total felicidad.

—Creo que es hora de hacerle a mi pequeña sobrina una visita familiar —afirmó Jinx, compartiendo una sonrisa gatuna con Signed, quien también se hallaba pletórico ante la forma en que la niña había evolucionado sus poderes—. Preparen todo, partimos al alba.

                           ♤

Caitlyn caminaba de un lado al otro de la habitación, mirando por momentos hacia afuera, donde Lux jugaba con Cassidy y Ava bajo la tutela de Katarina, y Sevika se mantenía en una mesa tomando junto con Zeri, intentando superar la impresión de lo que había pasado. Vi se limitaba a estar en silencio, apoyada contra la pared y observando a Caitlyn.

Habían regresado hacia dos horas, Caitlyn había gritado improperios durante algunos minutos mientras abrazaba a Cassidy preocupada y luego habían conducido a casa. Juntas ayudaron a Cassidy a bañar a Ava y la bañaron a ella, dejándolas en el salón con las demás mientras ellas se encerraban en la habitación a conversar. Vi había dedicado más de cuarenta y cinco minutos a relatar parte por parte lo que había ocurrido, y desde que había terminado Caitlyn no había dicho nada.

—Pastelito, si sigues así vas a abrir una franja en el suelo —comentó Vi, cansada del aturdidor silencio que envolvía a Caitlyn.

—¿Qué quieres que diga, Vi? Mi hija entró en alguna especie de trance y revivió a un dragón, lo mantiene de mascota y dejó que su poder se saliera de control. ¿Cómo se supone que me sienta? ¿Crees que Jinx no lo sabe a estas alturas? —espetó Caitlyn, su voz una lija cruda que raspaba.

—¿Piensas que me gusta esto? —rebatió Vi, separándose de la pared y avanzando un paso hacia Cait—. Caitlyn, es mi hija también y estuve aterrorizada mientras la seguía a través del bosque sin saber qué estaba pasando, pero tal vez esto también es culpa nuestra.

—¿Culpa nuestra? ¿De qué coño hablas? —repuso Caitlyn, tirando la puerta de la habitación para cerrarla y que nadie pudiera verlas discutir.

—¿Qué sabemos realmente de la Arcana? Porque yo por lo menos no sé absolutamente nada, excepto que los magos usaban gemas especiales para controlarla, porque su propio cuerpo no era suficiente, y que Piltover se encargó de erradicarlos de nuestras tierras hace siglos. Quien único sabía algo al respecto era Heimerdinger, y no sé si en los pasados años no lo has notado, pero está muerto, Cait, no puede ayudarnos —Vi mantuvo la distancia de Caitlyn, pero su voz se alzó lo suficiente como para impactar en ella, deteniendo su caminata sin sentido.

—¿Entonces ahora es culpa nuestra no saber al respecto?

—Sí, lo es —afirmó Vi, mirando fijamente a los ojos de Cait—. Tenemos una hija con habilidades especiales creadas en un puto laboratorio de Zaun por mi hermana la loca, y nunca intentamos buscar más información sobre lo que iría pasando o cómo reaccionaría, ni siquiera intentamos entender para qué querría Jinx tenerla.

—Yo solo…, pensé que…, pensé que si no lo buscábamos, si lo ignorábamos, tendríamos más tiempo —admitió Cait, dejándose caer en la cama y pasando sus dedos desesperada por sus cabellos, buscando calmarse de alguna manera.

—Pero no fue así, Cait, y ese es nuestro error —Vi se acercó a Cait, arrodillándose en el suelo delante de ella y tomando sus manos entre las suyas—. Tenemos que saber qué es y qué está pasando. Tenemos que encontrar a alguien que nos ayude.

—No conozco a nadie en Zaun que pueda saber al respecto —repuso Cait, apoyando su cabeza en el hombro de Vi—, y no podemos volver a Piltover.

—¿Y si pudieran? —la voz de Katarina las sobresaltó, haciéndolas girar hacia la puerta, viendo a la pelirroja parada en el marco—. Zeri y Lux se llevaron a Cassidy y Ava a jugar al bar, afuera se escuchaban sus gritos.

—¿A qué te refieres con que si pudiéramos? —preguntó Vi, incorporándose y agradeciendo con un gesto que hubiesen evitado que Cassidy las escuchara.

—Sylas maneja varias rutas de transporte de shimmer después de que Sevika hiciera un trato con el amigo de Garren y este se negara a ser el intermediario, hace un año, en una de las entregas que fui a recoger con él, me confesó que Piltover compraba casi tanto shimmer como Zaun, aunque lo hacía de forma más discreta, pretendiendo mantener la imagen de una ciudad pulcra e inmaculada —explicó Katarina, adentrándose en la habitación con Sevika.

—¿Qué estás proponiendo? —cuestionó Cait, tomando la mano de Vi mientras se incorporaba.

—Podemos pedirle que ayude a una de ustedes a entrar en Piltover para buscar ayuda de alguien de confianza, si es que tienen a alguien así allá —dijo Katarina.

—¿Por qué solo una de nosotras? —preguntó Vi, frunciendo el ceño.

—Las rutas son pequeñas, pasadizos y cuevas estrechas que surgieron de la antigua minería, muchas personas llamarían la atención —respondió Katarina, alzando los hombros despreocupadamente.

—Además, una tiene que quedarse con el pequeño fenómeno y su mascota —intervino Sevika, ganándose un gruñido por parte de Vi, pese a que ya estaba acostumbrada a que Sevika le dijera así a Cassidy, y la misma niña se reía de ese apodo.

—¿Crees que él acceda a llevarme? —cuestionó Vi, volviendo a mirar a Katarina.

—¿Por qué a ti? Yo soy la que mejor conoce Piltover —interrumpió Cait, tirando de la mano de Vi para que la mirara.

—Porque soy más rápida, me desenvuelvo mejor en combate cuerpo a cuerpo, he pasado mi vida entera como una rata de alcantarilla escondiéndome y tú estarás muy nerviosa de estar lejos de Cassidy como para estar totalmente concentrada —declaró Vi, mirando con firmeza a Cait, quien intentó protestar con la misma rapidez con que las palabras murieron en su boca: Vi tenía razón.

—Pueden cruzar tres personas, por cuestiones de seguridad —indicó Sevika, apoyándose contra la puerta—. Vi esos túneles hace unos meses, es peligroso ir en pares.

—Sylas no se negará, pero ¿quién más irá? —preguntó Katarina, mirando hacia Sevika.

—Yo iré —aclaró Zeri, entrando a la habitación limpiándose un rastro de baba brillante de un color violáceo del brazo—. Cassidy y Ava se durmieron, Lux se quedó arropándola y yo dejé a la dragona en el sillón porque la niña no quería separarse mucho de ella.

—¿No te sería problema ir con nosotros? —indagó Vi, mirándola con aprensión.

—Nunca lo ha sido, además, soy la mejor opción para esto —afirmó sin vacilar, haciendo a Cait y Vi sonreír por su arrogancia innegable.

—Hablaré con Sylas esta noche, todos será mejor que descansemos, ha sido mucho estrés en poco tiempo —indicó Katarina, tomando a Sevika de la mano y despidiéndose.

Zeri no dijo nada, simplemente les dio una última mirada a la pareja antes de salir de la habitación, subiendo con Lux para mantener el bar en función por esa noche, tenían que darles un descanso a Cait y Vi, ellas eran las que más estaban sufriendo con aquella situación.

Durante varios minutos ambas se quedaron en silencio, sentadas en la cama mirando hacia la nada, hasta que Vi se tiró hacia atrás, observando fijamente el techo de su habitación, sintiendo a Cait acostarse a su lado, acomodándose sobre su torso con tranquilidad, dibujando con sus dedos figuras inentendibles sobre el abdomen de Vi.

—Todo estará bien, lo resolveremos —aseguró Vi, pasando sus dedos por el cabello azul oscuro de Cait.

—Lo sé, siempre lo hacemos —concordó Cait, aunque su voz era apenas un murmullo dudoso marcado de miedo.

—Pastelito, confía en mí, confía en nosotros, haría lo que fuera para defender a mi familia —Vi llevó sus dedos a la barbilla de Cait, haciéndola alzar la mirada para que el azul y el gris se encontraran, sonriendo suavemente al ver en aquellos ojos la esperanza que siempre caracterizaba a Caitlyn Kiramman.

—Nuestra familia, Vi, así que asegúrate de siempre regresar a casa, no podríamos seguir sin ti —respondió Cait, alzándose sobre sus codos y apoyando su frente en la de Vi.

Respiraron el aliento ajeno, sintiendo la tranquilidad que aquella cercanía les daba, se dejaron llevar por esos sentimientos que las embriagaban cuando estaban cerca. Vi acunó el rostro de Cait, sosteniendo los mechones de su cabello que creaban una cortina alrededor de ella. La tranquilidad se abría paso en medio de la desazón, el futuro era incierto en todas las formas posibles, pero, estando allí, con sus narices rozándose suavemente durante un segundo antes de que sus labios se encontraran en una caricia ligera que transmitía calma y paz, para Cait y Vi todo parecía posible.

                             ◇

—¿Tienes idea de lo que me estás pidiendo? —Sylas farfulló su pregunta, temeroso de que alguien pudiera escucharlo incluso estando en la sala del apartamento de Sevika.

—Sí, te estoy pidiendo ayuda para entrar en Piltover a buscar a alguien que pueda ayudar a evitar una desgracia —especificó Katarina, manteniendo su mirada serena sentada en la mesa, frente a Sylas, quien negaba con la cabeza y mostraba una sonrisa dramática.

—Infiltrar tres personas en Piltover, vagar por la ciudad sin que nadie nos atrape, buscar a quien sea que quieran buscar y salir ilesos de regreso es una locura —espetó Sylas, dándole un trago a la bebida que Katarina le había servido y mirándola como si le estuviera pidiendo que desatara un apocalipsis.

—¿Sabes que sí es una locura? —intervino Sevika, manteniéndose apoyada contra uno de los aparadores y dándole un trago a su propia bebida—: Una pequeña zorra demente llamada Jinx, que decidió un día usar las gemas de Hextech para crear una vida dentro de Caitlyn, una niña que nació portando la Arcana, la primera en siglos. Esa zorra loca es la que va a desatar una matanza sobre el mundo si se apodera del poder de esa niña, y allí verás la verdadera locura en su máximo apogeo.

—¿Tan peligrosa es? —cuestionó Sylas, notando la preocupación en las miradas de Sevika y Katarina; dejó escapar un suspiro derrotado y vació su vaso de un trago—. Partiremos al alba, así llegaremos a Piltover en la noche y será más fácil moverse por entre sus calles —Sylas se paró de la mesa y caminó hacia la puerta, dando por terminada la conversación y marchándose.

—No es muy cooperativo tu amigo —comentó Sevika, mirando a Katarina avanzar hacia ella hasta que pasó sus brazos por su cuello y miró a Sevika con cierto cansancio.

—No le gusta arriesgarse a no ser que sea necesario, tuvo una vida difícil en Demacia —respondió Katarina, enredando sus dedos en los cabellos de Sevika.

—¿Tan malo fue? —cuestionó la mayor, apoyando su mano metálica en las caderas de Katarina.

—Estuvo condenado a muerte, Lux lo ayudó a escapar, aunque no fue algo que hizo de forma consciente, él le perdonó la vida por ello. Se encontraron años después, cuando ella había huido de su familia y se había unido a Ezreal y a mí, nos hicimos amigos, por decirlo de alguna forma, y él le enseñó a controlar su magia.

—Eso explica que sea tan reacio a adentrarse en imperios dictadores que rechazan la magia —dijo Sevika, dejándose guiar por Katarina hacia la habitación.

—Esperemos que mañana se comporte. Por esta noche, es mejor dormir —las palabras de Katarina se vieron interrumpidas por un bostezo que hizo sonreír a Sevika, incluso alguien tan fuerte como la pelirroja podía agotarse. Ambas se acostaron en la cama usando solo su ropa interior, dejándose arrastrar por el sueño que las envolvía mientras las dudas y la incertidumbre crecía dentro.

—Buenas noches, Kata —susurró Sevika, esperando que Katarina estuviera dormida para que no la escuchara. Algún día podría decirlo frente a frente, mientras tanto, disfrutaría de ese pequeño secreto.

                           ♧

El alba llegó antes de lo esperado, con Cassidy despertando a sus mamás saltando encima de ellas y declarando que Ava tenía hambre. Vi gruñó algún tipo de queja mientras se envolvía entre las sábanas, sacando la cabeza debajo de estas cuando escuchó la melodiosa risa de Cait acompañando las risillas infantiles de Cassidy, quien se había sentado encima de su madre, y ambas estaban mirándola con expectación.

—Está bien, está bien, no me miren así, ya me levanto —gruñó Vi, retirando todas las sábanas con movimientos rápidos y estirándose tanto como podía para levantarse—. Iré preparando el desayuno.

—Le daré un baño a Cassidy —informó Cait, cargando a la niña hasta el baño, siendo seguida de la pequeña dragona que movía la cola alegremente.

Vi se fue por lo rápido de preparar, pedazos de pan con huevo y un jugo de un color verdoso que prefería no decirle a Caitlyn de qué era, sabía que no soportaría conocer esa información. Estaba sirviendo la mesa cuando escuchó el sonido de la puerta del bar siendo tocada, a esa hora de la mañana solía estar cerrado todo, por lo que solo podían ser algunas de las mujeres con buenas o malas noticias, dependía. Vi subió las escaleras y se adelantó hacia la puerta, abriéndola para encontrar a Katarina, Sevika y a Sylas parados allí.

—Asumo que ya te arrastraron a esto —comentó Vi, mirando en dirección al pelinegro.

—Estoy aquí, ¿no? —respondió él mientras los tres se adentraban en el bar.

—Vamos abajo, Cait debe de estar saliendo ya con Cassidy y por como andas vestido, he de suponer que solo tengo tiempo para desayunar y vestirme —dijo Vi, observando la capa verde oscura que cubría el cuerpo de Sylas.

—Debemos de llegar a Piltover al anochecer, es la única forma de movernos sin que nos vean —aseguró él, bajando las escaleras detrás de Vi y llegando a donde la mesa con el desayuno estaba puesta, con Cait y Cassidy ya sentadas.

—Buenos días —saludó Katarina, avanzando hacia Cassidy y despeinando su cabello antes de seguir hacia la nevera en busca de alguna bebida, iba a ser un día largo.

—¿Ella es la niña? —preguntó Sylas, retirando la capucha de su cabeza y mirando directamente a los ojos grises de Cassidy, quien había fijado su vista en él.

—Ella es Cassandra —presentó Caitlyn, tocando el hombro de su hija, quien se bajó de la mesa sin dejar de mirar a Sylas y avanzó lentamente hacia él. Sylas se agachó, quedando a una altura más similar a la de Cassidy, sintiendo la atenta mirada de todos encima de ellos.

—Hola, Cassandra, soy Sylas —saludó él, detallando con su cuerpo el aura mágica que envolvía a la niña de cabellos violetas.

—Hola, Sylas, me dicen Cassidy —corrigió la pequeña, quien parecía estar evaluando a Sylas con el mismo escrutinio que él a ella.

—¿Puedo? —preguntó él, levantando una mano frente a su cuerpo.

Cassidy miró por unos segundos la palma de la gran mano de Sylas, devolviendo la mirada a sus ojos antes de alzar su manita. La calidez de aquella mano pequeña fue lo primero que Sylas percibió, antes de sentir la electrizante sensación de la magia de Cassidy envolviéndolos, arremolinándose alrededor de ellos, mostrándose como aros eléctricos de magia azul que embravecían el ambiente. Los ojos de Sylas y Cassidy brillaron en un azul similar, hasta que los rayos se disiparon y solo quedó el suave tacto de una palma sobre la otra.

—Bien, Cassidy, eso no lo esperaba —admitió Sylas, envolviendo la mano pequeña de Cassidy con la suya.

—¿Vas a ayudarnos? —preguntó la niña, quien había recibido una larga explicación sobre lo que pasaba, entendiendo tanto como su corta edad le permitía.

—Sí, pequeña, voy a ayudarlos —afirmó Sylas, sonriendo cuando vio la gran sonrisa que Cassidy le regaló, con sus ojos mostrando una alegría contagiosa.

—Iré a cambiarme —informó Vi, quien intercambió una mirada aliviada con Cait antes de retirarse.

—Te dije que llegamos tarde —comentó Lux, abriendo la puerta de la pequeña sala y adentrándose con Zeri—. ¡Sylas! —gritó la chica, corriendo hacia el hombre y lanzándose a sus brazos en un abrazo fuerte que él logró aceptar sin caerse, poniéndose de pie rápidamente.

—A mí también me alegra verte, Lux —admitió Sylas, apartándola y siguiendo con la vista hacia la otra rubia en la habitación.

—Ella es Zeri, irá con ustedes hoy —anunció Lux, agachándose para cargar a Cassidy, dándole un beso en la cabeza y avanzando hacia la mesa, sentándose con la niña cargada en su regazo y dejando que ella continuara su desayuno.

—Un gusto —farfulló Zeri entre dientes, mirando fijamente a Sylas, quien la sometió a su escrutinio durante unos segundos.

—Es una magia interesante la tuya —comentó él, girando hacia Lux, quien soltó una carcajada corta cuando vio a Zeri fruncir el ceño.

—Sylas puede percibir la magia en las personas —explicó Lux, y, de repente, fue como si eso trajera claridad a Zeri, quien miró al hombre como si lo conociera de alguna parte.

—Estoy lista —avisó Vi, apareciendo vestida con unos pantalones oscuros, una camiseta gris con capucha y una chaqueta negra, vendando sus brazos y avanzando hacia la mesa, tomando su pan y dándole una gran mordida.

—Creo entonces que es hora de irnos —dijo Sylas, sintiéndose incómodo ante la mirada de Zeri y apurando el paso fuera de la habitación.

—Cuídate, por favor —pidió Cait, acercándose a Vi y dejando un suave beso en sus labios mientras acunaba sus mejillas y reía por la forma desesperada en que Vi terminaba de devorar su desayuno.

—Prometo que regresaré rápidamente —aseguró Vi, abrazando a Cait fuertemente y luego agachándose para darle un beso a Cassidy y una palmadita en la cabeza a la dragona, antes de seguir a Zeri fuera del bar.

—Entonces, a ver si lo tengo entendido: vamos a cruzar unos pasadizos extraños, entrar a Piltover, vagar por su ciudad, encontrar a una persona, recolectar toda la información posible y retirarnos sin que nos cojan. ¿Es eso? —dijo Zeri, mirando de reojo a Vi mientras las dos avanzaban detrás de Sylas por las calles de Piltover hacia donde él tenía su auto, un modelo viejo que se movía con una maquinaria algo pesada, pero funcional como ningún otro.

—Básicamente —admitió Vi, sintiendo a Sylas refunfuñar mientras subía al auto, dejándolas subir en la parte de atrás de este y encendiendo el motor.

—¿A qué parte de la ciudad nos estaremos dirigiendo? —preguntó Sylas, mirando directamente a Vi.

—A la parte alta, la zona de los ricos —informó Vi, acomodándose en el asiento y subiendo la capucha de su camiseta.

—¿La parte alta? ¿A quién estamos buscando allí? —cuestionó Zeri, mirándola con extrañeza y sintiendo a Sylas encender el auto y avanzar por los callejones de Zaun mientras el silencio de Vi se extendía durante algunos segundos.

—A Tobías Kiramman, el padre de Cait —confesó, cerrando los ojos e ignorando el suspiro pesado que Zeri dejó salir.

Ella también pensaba que era una locura.

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Holi, ya llegó la actualización. Lamento la obvia demora, estuve atareada con las guardias en el hospital y luego me quedé sin internet. #putacuba.

En fin, ¿qué les pareció el capítulo? Espero que les haya gustado. 🥺.

En honor a la demora, actualicé tres capítulos en lugar de dos, ojalá todos les gusten. Por favor, dejen aunque sea un comentario diciendo qué piensan, es todo lo que pido.

Sin más, avancen.

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