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Capítulo 34- Entrenamiento y control.

Había estado soñando con su infancia, una casa en el centro subterráneo de Zaun, su mamá cantándole canciones de cuna mientras la bebé de cabellos azules sonreía feliz entre sus brazos. Vi solía abrazarla para que no pasara frío, porque sabía que allí abajo en el inverno las temperaturas eran muy bajas y Powder podría congelarse, ella era la hermana mayor y no iba a permitirlo, había prometido cuidarla. La imagen había cambiado a una Powder pequeña que estaba dibujando monstruos brillantes en las paredes mientras Vi la cuidaba, esperando que su mamá regresara del trabajo, su papá llevaba ya una semana fuera de casa, trabajando en las minas.

—Si vienen los monstruos, ¿me protegerías? —preguntó Powder, mirando a Vi con sus tiernos ojos azules reflejando el miedo.

—Siempre te protegeré, Pow Pow —afirmó Vi, inclinándose y dejando un beso sobre la frente de su hermanita.

—Te amo, Vi —dijo Powder, abrazándose fuertemente a Vi, enterrando su cara en su pecho y escuchando el latido estable de su corazón.

—Y yo te amo a ti, Powder —susurró Vi, sintiendo el calor fraternal de aquel abrazo sobrecogerla.

Una mano se apoyó suavemente en su espalda, sintió la suavidad de unos labios que besaban la parte superior de su tatuaje, un murmullo bajo haciendo que su consciencia regresara y la imagen de su hermana se volviese lentamente descolorida, hasta desaparecer. Sus ojos se entrecerraron ante la luz del sol que entraba por la ventana, gruñó por lo bajo una maldición inentendible que causó una risa suave por parte de quien la despertaba, Vi no pudo contener su propia sonrisa, Cait tenía ese efecto en ella.

—Lamento interrumpir tu sueño, pero me temo que tienes a una pequeña bestia salvaje despierta que anda exigiendo que cumplas tu promesa —explicó Cait, depositando otro beso en el omoplato de Vi y mirándola con dulzura cuando la pelirrosa finalmente abrió los ojos.

—Debí de haberle prometido esto para sus treinta —se quejó Vi, estirándose y mostrando su desnudes con total descaro, deleitándose en la forma en que Cait todavía se sonrojada cuando la veía desnuda, aun si ella era quien la había desnudado la noche anterior, con la boca, para ser más específicas.

—Bueno, no lo hiciste, ya logré que desayunara y la voy a bañar ahora, pero te aconsejo que te apures, sabes que ella no se quedará quieta por mucho —dijo Cait, desviando la mirada para mantenerse concentrada en lo que decía, y no en el hambre que Vi despertaba en ella.

—Entendido, Pastelito. Enseguida voy —aseguró Vi, apoyándose en sus antebrazos y disfrutando como Cait asentía y salía de la habitación sin mirarla, no le había dado un beso de buenos días porque sabía que Vi la podría atraer a la cama y eso haría que el pequeño vendaval que tenían de hija terminara tirando la puerta abajo, encontrándolas en una situación comprometedora.

Vi se rio de forma queda ante el recuerdo, algo así había pasado con anterioridad dos veces, desde entonces Cait se aseguraba de que se durmieran después de que Cassidy estuviera bien dormida y de que se levantaran al menos media hora antes que la niña. No admitiría más accidentes a tan temprana edad.

Se puso de pie, avanzando hacia el baño para asearse y peinarse antes de rebuscar su ropa de entrenamiento en el armario, encontrando unos pantalones marrones y un pulóver azul oscuro, encima del cual colocó unos arneses que la ayudaban a entrenar y sostener armas como cuchillos. Ya no iba a ningún lado sin armas, si no llevaba los guanteletes, siempre cargaba algo más, Zaun parecía seguro, pero el peligro seguía allá afuera y cada día que no pasaba nada, era uno más cerca del momento en que algo malo ocurriría.

Salió de la habitación con las botas en la mano, dejándolas en el suelo del bar antes de tomar el desayuno que Cait le había dejado preparado y sentarse a desayunar en la barra. Normalmente ella despertaba antes que Cait, pero había pasado tres días en las minas con Sylas, arreglando los nuevos cargamentos de extracciones que serían vendidos y proveerían a Zaun de dinero suficiente para mejorar sus recursos de atención médica, por lo que Cait no había esperado para satisfacerla toda la noche, mostrándose activa y complaciente, y dejándola agotada. Vi apenas había comido la mitad de su desayuno cuando un tornado de cabello morado largo por debajo de sus hombros llegó corriendo y saltó encima de ella.

—Cuidado, Bizcochito, si me rompes no podremos salir hoy —se quejó Vi, conteniendo a la pequeña de cinco años que se reía abiertamente y se aferraba a sus hombros, acomodándose sobre su regazo.

—¡Es hoy, mamá! ¡Es hoy! —gritó Cassidy emocionada, riendo cuando Vi le dio un suave beso en la frente mientras asentía.

—Así es, Bizcochito, es hoy —afirmó Vi, conteniendo una carcajada al ver a Cait salir del baño con el cabello chorreando agua y la ropa mojada.

—No es gracioso, Vi —se quejó Caitlyn, avanzando hacia ellas con el rostro serio—. Cassandra Powder Kiramman, no puedes simplemente causar un destrozo en el baño y pretender que te irás de rositas.

—Pero fue sin querer, mami —protestó Cassidy, inclinándose sobre la mesa mientras se paraba sobre Vi, haciéndola notar que la pequeña todavía andaba descalza.

—Eso no justifica nada —afirmó Caitlyn, dándole una mirada severa que hizo que Cassidy se tragara la respuesta que pensaba dar—. Regresa al baño y recojamos ese desastre, o te aseguro que no pones un pie fuera de este bar en toda la semana.

Cassidy no dijo nada, miró a Vi con expresión de cachorro apaleado, pero Vi mantuvo su rostro serio, sabiendo que Caitlyn tenía razón al regañar a la niña y que ya tenía edad para aprender a controlar sus impulsos, no solo porque debía, sino porque lo necesitaba.

Vio a Cait ir de regreso al baño con Cassidy delante mientras ella terminaba el desayuno en silencio, abrochándose las botas y lavando los platos antes de ver regresar a su hija con el cabello trenzado y unas botas parecidas a las suyas en sus pies. Cait traía ropa seca y pasaba una toalla por su pelo mientras iba dándole indicaciones a Cassidy sobre obedecer a Vi en todo momento y no alejarse mucho de ella.

—Ya sé, mami, en serio —aseguró la niña, mirando a Cait con un rostro afligido.

—Solo no quiero que te pase nada —dijo Cait, agachándose a la altura de Cassidy y sosteniendo sus mejillas entre sus manos.

—No me va a pasar nada, estaré con mamá y con Tita —repuso la niña, haciendo que Cait sonriera, gesto imitado por su hija. Vi se quedó enternecida admirando la escena, amaba las sonrisas de las dos mujeres más importantes de su vida, sobre todo esa característica separación entre dientes que se vía tan adorable en ambas.

—Bien, por más conmovedor que sea esto, Zeri tiene que estar pidiendo nuestras cabezas por llegar tarde —interrumpió Vi, dando dos palmadas al aire que le indicaron a Cassidy que saltara encima de ella para que Vi la cargara.

—Hoy yo estaré en el Casino todo el día con Lux, estaremos arreglando las cuentas sobre las remodelaciones y los ingresos —informó Cait, avanzando con ellas hacia la salida del bar mientras cargaba la mochila que Vi llevaría consigo.

—Regresaremos antes de que el bar abra —aseguró Vi, dejando que Cassidy corriera hacia el aerodeslizador apagado y se trepara encima, mientras ella tomaba la mochila con comida, agua y algunas armas extras que Cait había preparado para ese día en especial—. Hey —llamó Vi, notando la expresión preocupada de Cait—, estaremos bien. Zeri estará con nosotras y yo no dejaré que nada le pase.

—Lo sé, solo… sigo pensando que es demasiado pequeña —repuso Cait, mirando a los grises ojos de Vi con aprensión.

—Le prometimos una expedición de entrenamiento a los bosques que rodean Zaun si alcanzaba el quinto puesto en la máquina de golpes, sabes que tenemos que entrenarla y necesita un espacio abierto para manejar sus poderes. Cada día están más activos, no podemos permitirnos perder tiempo —dijo Vi, acunando la mejilla izquierda de Cait con su mano.

Cait ya sabía todo aquello, lo habían hablado innumerables veces desde que Cassidy cumplió el primer año, pero cuatro años de preparación no habían hecho lo suficiente para que Cait no se sintiera insegura. Esa no era la vida que quería para su hija, teniendo que entrenar diariamente, practicando para defender su vida, porque tenía un objetivo en la espalda que nadie lograría quitarle.

—Regresen a tiempo, ¿sí? —pidió Cait, enrollando sus dedos en la muñeca de Vi.

—Lo prometo, Pastelito —Vi se inclinó hacia adelante, dejando un suave beso en los labios de Cait y sintiendo la ovación emocionada de Cassidy de fondo, la pequeña siempre gritaba contenta cuando las veía besarse, algo que las hacía sonreís a ambas.

Se alejó de Cait, dejando una caricia ligera sobre su mejilla con su pulgar, trepando en el aerodeslizador y asegurando a Cassidy en su lugar antes de encenderlo totalmente y arrancar hacia su destino: el límite Este de Zaun. El viento golpeaba sus cuerpos, haciendo que la trenza morada de Cassidy se batiera contra el abdomen de Vi mientras avanzaban, la pequeña disfrutaba de volar en el aerodeslizador, siempre iba riendo y gritando cuando Vi aceleraba, le encantaba el viento y las alturas, y Vi no podía evitar pensar que a Powder también le habrían encantado.

Cuando pasaron por encima del edificio donde residían Sevika y Katarina, Cassidy gritó como si las saludara, aunque las mujeres no estaban a la vista; para Vi era un misterio por qué la niña quería tanto a la pareja, cuando eran las que menos tiempo habían pasado con ella.

A medida que el bosque se hacía más visible, Vi se sentía más nerviosa, rememorando cada momento de los últimos cinco años que las había llevado hasta allí. Cassidy había tenido un año y un mes cuando demostró que le gustaba el combate como a Vi, y la realización de que tendrían que entrenarla golpeó duro a ambas madres, fue así como Cait inició, junto con Katarina, un plan de entrenamiento que consistía en diferentes juegos de campo para ir haciendo a la niña alguien activa. No fue hasta que Cassidy tuvo tres años que tuvieron que intensificar sus planes.

Habían estado regresando de jugar en la guarida de las luciérnagas, Cassidy ya lograba trepar casi sola los árboles y saltaba entre ellos con gran facilidad, un aerodeslizador se salió de control en dirección a ellas, Vi iba a girar el suyo para evitar el choque, pero no tuvo tiempo. Un relámpago azul eléctrico cruzó el aire hacia el aerodeslizador, golpeándolo y haciéndolo estallar; el mundo quedó en silencio mientras Vi observaba los ojos de Cassidy pasar del azul brillante anormal al gris de siempre. Ese día supieron que debían de entrenarla el doble, ella era su propio peligro.

Zeri y Lux fueron las encargadas del entrenamiento con los rayos, no sabían si eso era lo único que la Arcana en Cassidy podía hacer, pero parecía ser lo más característico y lo único que había manifestado hasta el momento, por lo que fue lo primero que decidieron tratar. Tardaron más de un año, con una rutina de cuatro horas de entrenamiento matutino de combate y otras cuatro en la tarde para aprender a controlar los rayos, pero finalmente parecían haberlo logrado, ya Cassidy no explotaba cosas ni lanzaba chispas cuando se asustaba.

Fue así como iniciaron a mezclar ambas cosas, haciendo que la niña combatiera contra objetos inanimados y que solo atacara con rayos cuando era necesario, Cait la había entrenado con las armas, dándole a ella una de juguete, pero al menos había practicado su puntería lo suficiente como para utilizar ese conocimiento a su favor al lanzar rayos.

De esa forma, habían terminado proponiendo aquella excursión. Cassidy quería salir de los límites de Zaun, entrenar a campo abierto, Vi prometió llevarla junto con Zeri si ella lograba mejorar su estilo de pelea hasta alcanzar el quinto mejor puntaje en la máquina de lucha; había alcanzado el cuarto.

Vi tenía que admitirlo, para una niña que cumpliría seis años en menos de tres meses, Cassidy era más determinada que cualquiera, le recordaba mucho a ella por momentos, y, si se guiaba por las historias de Cait, era de entender que una mezcla de dos mujeres testarudas como ellas dieran ese resultado.

—¡Tita! —gritó Cassidy, sacando a Vi de su mente y haciéndola enfocarse en la imagen de Zeri, acomodada contra su aerodeslizador, esperándolas. Aceleró un poco más, hasta verse frente a frente con la rubia.

—Pensé que me dejarían esperando hasta hacerme vieja —protestó Zeri, alzando a Cassidy del suelo cuando la pequeña corrió hacia ella como un torbellino.

—Ese no era mi plan, quéjate con el Bizcochito y sus manías de destrozar el cuarto de baño cuando toma una ducha —rebatió Vi, apagando el aerodeslizador y acomodándose la mochila en la espalda; Zeri se rio mientras miraba a Cassidy.

—Mami me hizo limpiar todo bajo su indicación —explicó la pequeña con un puchero.

—¿Acaso lo que limpiaste no fue tu propio desastre? —preguntó Zeri, entrecerrando los ojos cuando vio a Cassidy desviar la mirada y hacerse la desentendida—. Es peor que tú —se quejó, dejando salir un suspiro cansado y mirando a Vi.

—A alguien tenía que salir —dijo Vi, riéndose al ver a Zeri con la ceja alzada, un claro reclamo de su descaro.

—Entonces, el plan de hoy en sencillo —inició Zeri, dejando a Cassidy en el suelo y sacando un mapa del bosque Este de Zaun, colocándolo frente a ellas—. En estos bosques hay varios animales, estamos buscando uno en específico: un ave casi de tu tamaño, con plumas verdes que se camuflan entre el boscaje.

—¿Tengo que cazarle? —preguntó Cassidy, mirando directamente a Vi.

—Es parte de las comidas que sirven en los puestos de Zaun, regularme vienen a buscarlos personas fuertes, pero tú dices estar lista para esto —explicó Vi.

—Lo estoy.

—Entonces sí, tienes que cazarlo, pero a la vez tienes que huir de nosotras —dijo, apoyando su mano en el cabello de su hija.

—Te cazaremos nosotras a ti, intentando que no llegues al ave, tienes que huir y obtener a tu presa, pero solo puedes cazar a adultos, si tomas a los bebés afectaríamos su especie —continuó Zeri, indicándole con el dedo el área del centro del bosque, allí era donde deberían de ir.

—Entiendo —afirmó Cassidy, no había ni una pizca de vacilación en su voz. Vi sonrió.

—Tienes veinte segundos de ventaja —comentó Vi, mirando a Zeri para asegurarse de que estaban listas, la rubia asintió con la cabeza—. Empieza.

Cassidy corrió, el tiempo empezó a correr.

Una hora, llevaban corriendo por entre el bosque todo ese tiempo, Cassidy saltaba entre las raíces de los árboles, se arrastraba por el fango e incluso había cubierto su cabello con lodo para que fuera menos llamativo en medio del bosque. Vi tenía que admitir que estaba orgullosa de ella, aun si nunca lograba desaparecer de su vista del todo, pero el objetivo no era perder a Cassidy de vista, sino asegurarse de que tenía la resistencia para huir y la capacidad de cazar y luchar, de sobrevivir, por si algún día ellas no estuvieran cerca. Vi prefería no pensar mucho en esa posibilidad.

Zeri iba por la derecha, manteniéndose a la distancia pactada, para hacerle pensar a Cassidy que verdaderamente se estaba ocultando de ellas, era un engaño, pero no era realista creer que Cassidy podía huir de ellas dos, sin embargo, como entrenamiento, era bastante bueno.

Para sorpresa de ambas, la pequeña era más rápida de lo que esperaban, obviamente esas mañanas con Vi en la guarida de las luciérnagas entrenando de salto en salto habían logrado su cometido. Vi miró a Zeri cuando el graznido característico del ave las hizo saber que había llegado el momento, ambas detuvieron su carrera, permitiéndole a Cassidy enfrentar esto sola.

Cassidy se mantuvo oculta en el follaje, observando a la gran ave moverse con sus garras sobre las hojas caídas de los árboles, avanzando con soltura, pero sondeando los alrededores con sus ojos. Estaba alerta, cualquier movimiento equivoco y ella perdería. Se agachó, arrastrándose por la tierra de forma lenta, sus ojos fijos en el animal en todo momento, podía ver que sus garras eran de defensa, la mataría si la encontraba, no podía permitirlo.

Tardó tres minutos en llegar a un ángulo adecuado, colocándose detrás del ave y mirando el tronco del árbol en el que se apoyaba. Si lo escalaba, podría mantenerse fuera el rango del animal lo suficiente para atacarla con un rayo, y que si el ave la esquivaba, no pudiera atacarla a ella.

Dio una respiración profunda antes de saltar al tronco, subiendo con rapidez por cada nudo en la madera, sus dedos presionando contra la astillada base y sus pies dándole la firmeza que necesitaba. Sus manos se cerraron alrededor de una de las ramas, usando la fuerza de sus brazos para dar una vuelta sobre esta y lograr subir su cuerpo, acuclillándose sobre la parte más gruesa de la rama y mirando al ave. Había hecho ruido y esta la buscaba con la mirada, pero no alzaba la cabeza, así que no la veía.

Cassidy miró hacia las demás ramas del árbol, encontrando que había una que la dejaba casi encima del animal. Decidió moverse a esa, saltando de rama en rama con agilidad y destreza, hasta que se vio caminando pausadamente sobre la madera frágil, usando su poco peso a su favor, hasta que tuvo al ave debajo.

Sintió la energía correr por su cuerpo, la sensación de cosquilleo avanzar por sus venas, apoderarse de sus músculos, dominar sus extremidades, el calor en ella aumentando, su visión distorsionándose hasta que se volvió de un enfoque centrado únicamente en su objetivo. Una de sus manos se aferró a la rama, agachada sobre esta, mientras la otra se estiró como si quisiera alcanzar al ave. No debía de hacer una gran explosión, debía de ser cuidadosa, podía sentir la energía regulándose dentro de ella, hasta que tuvo lo que estaba buscando, solo entonces la dejó ir.

Se sentía como agua fluyendo por su cuerpo, como algo natural. El rayo salió de su mano y alcanzó al ave, matándola de inmediato, un acto rápido y seguro. La energía bajó rápidamente, Cassidy sabía que no debía permanecer en ese estado mucho tiempo, era parte de su entrenamiento salir y entrar de este tan rápido como pudiera. Sus ojos volvieron a ser grises cuando Vi y Zeri salieron de entre los árboles, aplaudiéndole y sonriendo en su dirección; Cassidy se incorporó sobre la rama, alzando ambos brazos en un gesto de victoria que fue ovacionado por su madre y su tía. Lo había hecho bien, para tener solo cinco años, la niña era excelente.

De repente, para Cassidy todos sus sentidos se entumecieron, fue como si alguien cortara toda conexión con el alrededor y activara un imán gigante que la llamaba hacia un solo lugar. Su cuerpo entero suplicaba por ir hacia ese sitio, mientras un grito de dolor y ayudaba clamaba por ella, por su ayuda. Su cuerpo se precipitó de la rama, Vi saltando para atraparla y rodando sobre el suelo, encontrándose la mirada fija y apaga de Cassidy, como si estuviera más allá de cualquier alcance.

—Cassidy, Bizcochito vamos… habla con mamá. ¡Cassandra! —sus llamados desesperados caían en oídos sordos, Zeri se había arrodillado a su lado y estaba tomando los signos vitales de la niña, todo parecía estar bien.

—Vivir —susurró Cassidy, dejando a Vi y Zeri confundidas mientras sus ojos volvían a brillar en aquel azul eléctrico y luego, su cuerpo se incorporaba. Vi quiso detenerla, pero Zeri rápidamente atrapó sus manos.

—No es ella, es algo dentro de ella —aclaró, viendo a la niña avanzar en pasos uniformes más adentro en el bosque—. Sigámosla.

No era su plan del día y el miedo corría por sus venas de forma líquida, dominando su cuerpo. Vi no estaba preparada para eso, no sabía qué pasaba y eso solo lograba ponerla más nerviosa, pero temía lo que podía ocurrir si interrumpía la transición que estaba viviendo Cassidy, así que, contra sus propios instintos, dejó que Zeri la ayudara a incorporarse y ambas avanzaron por el bosque, siguiendo a Cassidy hacia su centro.

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Al fin regreso por aquí, carajo, hola pequepinkypitufibolas.

¿Qué les ha parecido el capítulo? Espero que el salto de cinco años no haya sido muy brusco para ustedes. Si tienen alguna opinión o hipótesis, déjenla en los comentarios y sigan adelante al siguiente capítulo.

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