Capítulo 31- Dolor y decisión.
Sevika estaba acostada en la cama, mirando el humo que hacía circunferencias deformes mientras ascendía hacia el techo de madera. Había llegado a su casa hacía treinta minutos, se había duchado y luego se había relajado, hasta que escuchó la puerta abrirse de esa forma calmada que solo Katarina había amaestrado.
No intercambiaron palabras, la pelirroja se metió directamente al baño, dejando que el agua quitara de su cuerpo la sangre, el sudor y la suciedad, mientras Sevika la esperaba pacientemente en la cama, sin apuro ninguno. Cuando Katarina salió del baño, una toalla secando sus cabellos y una blusa de Sevika, que le quedaba a modo de vestido, puesta como pijama, la mujer mayor se incorporó sentada en el colchón, dejando su espalda descansar en la pared.
—¿Mejor? —preguntó Sevika, inhalando el nicotínico humo que extraía del cigarro.
—Más despejada —admitió Katarina, tirando la toalla sobre una silla y acercándose a la cama.
—¿Cómo están las rubias? —inquirió la morena, soltando el humo entre sus labios.
—Lux es la más afectada, ella y Ezreal se conocían de niños, mucho antes de que yo me uniera a ellos —explicó Katarina, sentándose a los pies de Sevika—. No pensé que esto pasaría, debí de haberlo previsto.
—No es tú culpa, ni tú ni Vi pueden controlar el mundo —aseguró Sevika, un tono serio que caló profundo dentro de la pelirroja.
—Al menos la bebé está bien —comentó ella, un tono condescendiente de rendición apoderándose de sus palabras.
—Sí, y Zaun también lo estará, con tiempo, todos lo estaremos —afirmó la mayor, mirando profundamente dentro de los ojos de Katarina, notando la petición suplicante escrita en ellos—. Dime qué quieres de mí, querida.
Katarina miró a Sevika seriamente, tomando una bocanada de aire antes de subirse a la cama, gateando sobre el cuerpo de Sevika, encontrándose a sí misma sentada a horcajadas sobre la mujer, tomando el cigarro entre sus dedos y alejándolo de la morena.
Le dio una calada profunda al cigarro, sintiendo el ardor en su garganta y pulmones, antes de apagarlo en el cenicero de la mesa al lado de la cama e inclinarse hacia adelante, sus labios entreabiertos rozando los de Sevika, una suave exhalación haciendo que el humo pasara de su boca a la contraria.
—Quiero que me hagas olvidar —afirmó rotunda, y Sevika obedeció.
Su mano metálica se arrastró por la tela de la blusa, dejando que la piel de Katarina se erizara a su paso, hasta que encontró el borde del cuello. Cerró los dedos, haciendo que se activaran las garras del sistema de ataque y enterrándolas en la blusa; hizo un gesto rápido y fuerte, en un solo movimiento la tela se desgarró por el frente, mostrando a Katarina desnuda debajo de ella. Su mano humana se cernió sobre los blancos muslos mientras Katarina se deshacía de la tela rota, sintiendo escalofríos a medida que Sevika se acercaba a la cara interna del muslo.
Una sonrisa ladina por parte de Sevika le advirtió de lo que iba a pasar, no hizo lo que Katarina esperaba, sino que ascendió en una caricia firme que la hacía sentir la fuerza de su mano, marcando su paso con un rastro rosado que quedaba en la piel, presionando más fuerte en las caderas, en la cintura, hasta llegar a su cuello, donde cerró los dedos como un collar, tirando con fuerza de Katarina, haciendo que sus labios quedaran tan cerca que se rozaban.
Katarina sacó la lengua, deslizándola entre los labios de Sevika en una clara provocación, haciendo que la morena perdiera la compostura y la agarrara con más fuerza, fundiéndose ambas en un beso que inició con un choque de dientes, pero avanzó con sus lenguas moviéndose de forma pecaminosa mientras sus labios parecían querer devorarse.
Su mano metálica se deslizó por la espalda de Katarina en un trazo ligero que la erizo hasta el punto de sacudirse, presionando cuando llegó a las caderas, degustando el gemido doloroso que soltó Katarina al sentir las garras rasgas su piel sutilmente, el hilo de sangre caliente deslizándose hacia abajo por su muslo.
La mirada feroz y hambrienta de la pelirroja hizo a Sevika gruñir, quien rápidamente la sujetó por los muslos con fuerza, sus dedos dejando marcas que se volverían morados en un muslo, y sus garras haciendo cortes suaves en el otro, porque ante todo, Sevika siempre mantenía el adecuado control. Empujó a Katarina hacia arriba, deslizándose ella sobre la cama hasta quedar acostada, sentando a Katarina sobre su rostro y haciéndola apoyarse de frente contra la pared.
Una sonrisa arrogantemente satisfecha adornó los labios de Katarina, una clara incitación para que no se detuviera; Sevika no pensaba hacerlo. Sus manos mantuvieron el agarre en los muslos, asegurando una forma de sostén para Katarina, mientras su lengua recorrió toda la húmeda entrada adornada alrededor por vellos rojizos perfectamente recortados en sus límites, el gemido entrecortado que escapó de Katarina fue suficiente para que Sevika decidiera no provocarla más.
Su lengua se adentró totalmente en su interior, su boca llenándose de los fluidos de Katarina a medida que esta movía sus caderas, restregándose contra los labios y la lengua de Sevika, quien movía su músculo lingual tocando persistentemente la pared anterior de la vagina de Katarina, y saliendo ocasionalmente para presionar contra sus labios menores.
Cuando sintió que la humedad corría por la comisura de sus labios, Sevika salió abruptamente de su interior, haciendo que Katarina convirtiera un gemido en un gruñido de frustración, que rápidamente se transformó en un sonido ahogado cuando sintió que Sevika la penetraba con tres de sus dedos totalmente mojados por saliva y sus propios fluidos.
Sevika cerró sus labios sobre el clítoris, succionando y haciendo movimientos circulares rápidos con su lengua. Katarina golpeó la pared con los puños cerrados, dándole de lleno con los antebrazos mientras gemía y gruñía, su cuerpo cubriéndose de una película de sudor mientras sus músculos cedían y temblaban ante las sensaciones que Sevika le causaba.
Podía sentir sus heridas arder, su vagina contraerse con cada embestida de sus dedos y la tensión acumularse de forma eléctrica en donde su lengua no daba descanso. Su visión se nubló por un momento, ella arqueándose y enterrando sus dientes en sus labios hasta sacarse sangre mientras todo el estrés se diluía en aquella lluvia de corriente que atravesó su cuerpo cuando el orgasmo la sobrecogió, desvaneciendo sus sentidos.
Sevika la atrapó con sus manos, saliendo de su interior y sosteniéndola por la espalda, manchando su cuerpo con sus propios fluidos mientras la ayudaba a descender y acostarse a su lado. Katarina se dejó hacer, encontrándose desmadejada entre sus brazos, hasta que Sevika la envolvió en un abrazo tranquilo y se dedicó a hacer círculos en su espalda con sus dedos; el silencio interrumpido por la respiración jadeante de la pelirroja las sumió a las dos en una tranquilidad ficticia. Al menos por ese tiempo, se habían olvidado de todo.
◇
Zeri estaba sentada en el tejado, una botella de licor barato en su mano, su cabeza algo mareada mirando la ciudad en ruinas con interés. Había atendido primero la situación de Caitlyn, porque había sido más fácil enfocarse en eso que en cadáver de Ezreal atravesado con una flecha en el suelo del bar. Luego había ayudado a Lux, quien entró en una crisis de pánico tan pronto como Vi regresó con Caitlyn, cuando las distracciones se acabaron.
Katarina le permitió ausentarse, alejarse con ella y ayudarla, así que Zeri había pasado toda la tarde y el inicio de la noche acunando a Lux entre sus brazos, dejándola llorar, blasfemar, maldecir a Jinx y todos sus mercenarios, gritar y romper objetos en los momentos en que se alejaba de Zeri, hasta que finalmente se calmó, quedándose dormida. Solo entonces Zeri se permitió sentir ella misma lo que pasaba.
Benzar había muerto, otras luciérnagas habían muerto, sus compañeros, sus amigos, su novio había muerto. Las lágrimas la habían alcanzado antes de ella siquiera saberlo, sentándose en el borde de la cama, su cabeza enterrada entre sus manos, su cuerpo conteniendo los temblores y sosteniendo su labio entre sus dientes para no sollozar, no queriendo despertar a Lux.
Le había tomado más de media hora controlarse, solo entonces se abrochó las botas y salió de la habitación, tomando una botella de la alacena y subiendo al techo, bebiéndosela casi completa ella sola, sentada en la coronilla. Así era como se encontraba en ese momento, sin lágrimas, ni sentimientos, solo la sensación de vacío dominándola.
—¿Buscando comprender el universo? —preguntó una voz suave y algo ronca, haciendo que Zeri se girara para ver a Lux acercándose a ella.
—Buscando sobrevivir el día —respondió Zeri, dándole otro trago a la botella. Lux se paró a su lado, acomodando la manta que traía sobre los hombros para protegerla del frío.
—¿Me das un poco? —dijo, señalando a la botella; Zeri se la pasó sin mucha floritura, viendo a Lux darle un largo trago antes de devolvérsela, haciendo una mueca ante el sabor amargo, que hizo sonreír quedamente a Zeri—. ¿Cómo estás?
—Es la pregunta más estúpida que existe, Lux —comentó Zeri, negando con la cabeza mientras hacia una mueca indulgente que hizo a Lux carcajearse por lo bajo, asintiendo.
—Lo sé —admitió, alzando los hombros en un además desinteresado.
—No estoy, simplemente me senté aquí, bebiendo y esperando a que el día termine —contestó Zeri finalmente, dándole un trago largo a la botella e inclinándose hacia adelante, sosteniéndose solo por un brazo.
Lux asintió con la cabeza, viéndola regresar a su sitio en la cornisa sentada de forma segura; se paró detrás de ella, abriendo la manta y envolviendo a Zeri entre sus brazos, protegiéndola del frío y apoyando el mentón en su hombro. Guardó silencio durante mucho rato, viendo a Zeri vaciar la botella y tararear por lo bajo un ritmo que era desconocido para ella, hasta que observó la luna llegar a su punto máximo en el cielo, justo encima de ellas.
—Ya es mañana —comentó en un susurro, dejado que sus labios se apoyaran en la mejilla de Zeri, hasta que la sintió girar suavemente la cabeza, rozando sus narices juntas en un gesto lento.
—Vamos a dentro, necesito dormir —pidió Zeri, recibiendo un asentimiento por parte de Lux, quien la tomó de la mano para que saltara de la cornisa al techo, y entró con ella, rumbo a la habitación.
Por esa noche solo dormiría, sus problemas podrían esperar al alba.
♡
Ekko estaba sentado en el suelo, usando solamente sus pantalones, su mirada estaba fija en sus manos, evocando el recuerdo de lo que había pasado. No lo entendía del todo, un segundo habían estado discutiendo y al siguiente fue como estar delante de Powder una vez más, cediendo a su mirada azul suplicante, a la gentileza de sus facciones, detallando su cuerpo en sus manos, las reacciones de su cuerpo, el calor ascendente, su voz entrecortada.
No, Ekko no lo entendía, como tampoco comprendía la mezcla de arrepentimiento y satisfacción que convergía dentro de él.
Escuchó la puerta abrirse y toda su piel se erizó, saltando como un resorte hasta ponerse de pie y girando hacia la entrada.
—Tranquilo, no soy quién esperabas —comentó Viktor, entrando con una bandeja de comida y acercándose a la puerta de la celda, pasándola por la puertilla inferior antes de regresar delante de la pared de cristal—. La iba a traer antes, pero parecían ocupados —la mirada tranquila y expresión impasible no engañó a Ekko, Viktor sabía lo que habían hecho.
—¿Cuánto más pasaré aquí? —preguntó Ekko, ignorando la bandeja y adoptando un aire amenazador.
—De nada te sirve andar de fuerte detrás de un muro, pequeño hombre —repuso Viktor, una sonrisa calmada adornado sus rasgos—. Y yo que tú, me ponía cómodo, si antes no sabíamos cuánto tiempo ibas a pasar aquí, ahora es probable que este sea indefinido; de todas formas, no veo cuál es el apuro en morir.
—¿Morir? —cuestionó el muchacho, mirando intrigado hacia Viktor.
—¿Realmente pensabas que te iba a dejar irte sin más? —dijo burlesco, negando con la cabeza ladeada, y dándole la espalda—. Si quieres un consejo, mientras más feliz la mantengas, más tiempo vivirás, puede que lo suficiente para salir de aquí incluso, para hacerla cometer un error —Ekko no dijo nada, se quedó mirando a Viktor irse, hasta que este se detuvo en la puerta—. Podrías empezar sugiriéndole que quite el sensor de seguridad —comentó, señalando con el bastón a la esquina del techo de la habitación.
Viktor se fue, cerrando la puerta, pero Ekko se quedó mirando ese punto que él había señalado, encontrando el ligero reflejo de la luz en un cristal, en un lente oscuro de un sensor de calor. Sintió que la cabeza le daba vueltas por un instante, ¿cómo no lo había pensado antes? Jinx no permitiría que él estuviera allí sin poder ver qué hacía.
Ekko había escuchado de esos cristales antes, funcionaban como láminas de magia, uno registraba el calor que emanaba de los cuerpos y el otro mostraba una imagen con ese calor, desvelando sus movimientos.
Gruñó, de frustración y de enojo, sintiendo como la ira corría implacable por su cuerpo, incapaz de simplemente dejarla ir. Gritó, porque sus pulmones necesitaban soltar el aire y él el estrés, sabiendo que su grito se escuchaba fuera y que, en alguna parte de ese lugar, Jinx lo estaba viendo y, probablemente, estuviera disfrutando hacerlo perderse así. Cayó de rodillas, agotado mentalmente, mientras sentía la humedad en sus mejillas.
« ¿Qué mierda estoy haciendo? » pensó, dejando su mente en blanco ante sus sentimientos.
◇
Ambessa Medarda estaba delante de la mesa del consejo, viendo el mapa de Runaterra desplegado delante de ella, sus codos apoyados en la mesa y su cabeza entre sus manos. Lo había intentado todo, había acudido al Consejo de Piltover cientos de veces, los había amenazado con la guerra, había pedido ayuda a otros Consejos, pero nada había funcionado.
Jinx había desaparecido, sus hijos estaban muertos y ella seguía sin poder vengar sus muertes, su reino levantaba una nueva rebelión ante su falta de comando y su propio Consejo de guerra le había dado la espalda cuando ella quiso atacar Piltover sin importarle nada más.
—Esto es un desastre —murmuró, negando con la cabeza y presionando sus dedos entre su cabello.
—A veces estamos tan el en fondo, que no reconocemos una buena oportunidad —dijo una voz suave, haciendo que Ambessa se pusiera de pie rápidamente, desenvainando su espada y mirando en todas direcciones.
—¿Quién es este? —preguntó con firmeza, sin una pizca de miedo o vacilación en su voz, las palabras de una mujer fuerte y segura.
—Una amiga… espero —respondió la voz, saliendo de entre las sombras una mujer rubia con el cabello esponjoso como una melena—. Mi nombre es Rell, tenemos una conocida de palabra en común.
—¿Cómo lograste entrar? —espetó Ambessa, subiendo la espada en dirección a la mujer.
—Una tiene sus medios —contestó ella, una tranquilidad pasmosa para alguien que estaba a un grito por parte de la reina de distancia entre ella y la muerte.
—¿Qué haces aquí? ¿Qué conocida es esa que dices? —Ambessa avanzó dos pasos, viendo a Rell mantenerse en el límite del alcance de la espada, pero mirándola con aire impasible.
—Su nombre es Jinx, ella quiere enmendar el error que cometió con tu hija —respondió Rell, cruzándose de brazos y apoyándose en la pared, esperando el ataque que vino a continuación, donde Ambessa avanzó hacia ella veloz, ensartando la espada a dos centímetros de su rostro, en la pared.
—¿Quieres que haga tratos con la asesina de mi hija? —gruñó Ambessa, acercando su cuerpo al de Rell mientras mantenía el firme agarre en la empuñadura dorada de la espada.
—Quiero que hagas tratos con quien puede traerla de vuelta —rebatió Rell, sonriendo ladinamente con una pasmosa calma, dejando a Ambessa confusa por un instante.
—¿De qué hablas? —preguntó la reina, sin ceder ni por un momento la tensión de sus músculos, ni mover el filo de la lustre hoja que tan cerca se hallaba del rostro de la rubia.
—Sé que en Noxus no queman ni se deshacen de los cadáveres, los guardan durante un periodo de dos años en congelación, independientemente del daño que hayan recibido —dijo Rell, alzando lentamente la mano hasta que sus dedos rozaron la hoja de la espada—. Jinx tiene conocimiento de una fuente viva de Arcana infinita, pero no se puede utilizar por el momento. Si cuando el tiempo adecuado llegue, tú la ayudas a obtenerla, ella usará parte de ese poder para traer de regreso a tu hija, una compensación por los daños causados —aseguró, su mano cerrándose sobre la hoja y el hilo de sangre descendiendo por su antebrazo, hasta gotear hacia el suelo.
—No es posible —replicó Ambessa, negando con la cabeza, una expresión turbada en su rostro mientras se alejaba, retirando la espada de la pared—. ¡Mientes!
—¿Por qué me arriesgaría a que venir a la madriguera del lobo, sabiendo que podrías matarme? —sugirió interrogante Rell, alzando una ceja con gracia—. Todo lo que tienes que hacer es tener tu ejército disponible para cuando llegue el momento, ella hará el resto.
Cerró los ojos, intentando opacar el dolor visceral que corría por su cuerpo. Cientos de imágenes pasaron por su mente, recuerdos de la más tierna infancia de su hija siendo deformada por las enseñanzas de Noxus, sus ojos mientras veía a su madre matar, el asco en su rostro cuando actuaban de forma inmisericorde, el dolor cuando Ambessa la desterró a Piltover.
Le había dado la mejor vida que sus propias costumbres le habían permitido, pero se había equivocado. Quizás debió escucharlos más a ambos, así sus hijos estarían vivos, pero ya era tarde. «Tal vez no» Ambessa abrió los ojos, fijándolos en la mujer rubia, alzándose en toda su estatura y envainando su espalda. La decisión era obvia. Jinx tenía un nuevo aliado.
*********
Hola por aquí, pequepinkypitufibolas. Sé que tal vez no era la actualización que esperaban, pero necesitaba un capítulo de nexo.
Hoy les traigo un solo capítulo porque tengo que actualizar la cacería hasta las 15 mil palabras para meterla en un concurso, y entre eso y la escuela, no me dio tiempo a editar el otro. Debido a esto, prometo que el viernes actualizo de nuevo por aquí con el capítulo faltante.
Dicho esto, por favor díganme qué opinan del capítulo, y nos leemos pronto.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro