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Capítulo 28- Demasiado tarde.

Salieron despedidos velozmente hacia el límite de Zaun tan pronto como Samira, el contacto que Signed había puesto a vigilar a Caitlyn, avisó de que la peliazul había roto aguas. Enseguida Jinx había dado órdenes para iniciar el ataque, tal cual habían repasado cientos de veces en aquellos meses. Había ido a visitar a Ekko primero, porque ver su rostro cuando despertó de los efectos del medicamento que le habían inducido en la última comida fue divertido, pero añadirle la expresión desconcertada y aterrada que puso apenas notó lo que Jinx insinuaba, eso sí que no tenía precio; luego se había reunido con los demás y volaron juntos hasta el punto seguro.

—¿En serio está por aquí? —preguntó Ahri, confundida de no observar ninguna entrada.

—Deja de preguntar tonterías, vamos a buscar adecuadamente —regañó Jinx, brincando al lado de ella mientras la miraba fijo, haciendo que Ahri tragara grueso un instante.

—Claro, lo que tú digas —concedió la muchacha zorro, revisando la siguiente roca en la pared en búsqueda de la entrada.

—Creo que es aquí —llamó Viktor a través de la máscara, sintiendo la diferencia en el tacto de la piedra.

—Déjame ver —dijo Jinx, apartándolo mientras él se volvía a colocar el guante y ella tocaba la pared—. Sí, es esto —aseguró.

Una sonrisa extensa iluminó su rostro mientras ella se alejaba de la pared y cargaba su ametralladora, apuntando directamente hacia el desnivel en las rocas. Los disparos fueron rápidos y continuos, el polvo se elevó por el sitio, haciendo a Ahri toser, los pedazos de piedra saltaron por doquier y la risa de Jinx alcanzó niveles estridentes mientras causaba los destrozos que le abrirían paso.

—Sí, ya lo hemos conseguido —murmuró hacia Silco, que estaba parado a su lado.

—No creo que esto sea buena idea —comentó Mylo, apareciéndose a su derecha.

—¡Cállate! —gruñó Jinx, harta de escucharlo.

—No hemos dicho nada —dijo Ahri, confundida.

—No estoy hablando contigo —espetó Jinx, mirándola con rabia—. Vamos.

Se adentraron en el túnel, pasando por encima de las rocas fragmentadas que habían llenado la entrada. Viktor encendió la luz de la mano extra que estaba en su armadura, era un arma de potencia de energía en forma de rayos, pero podía ser utilizada para iluminar su camino a través del oscuro túnel. Incluso contra sus propios deseos, el hombre tenía que admitir que Jinx tenía un talento nato; él y Signed habían trabajado en los soldados que los seguían, todos mecánicos y dispuestos a explotar, de darse el momento, pero el desarrollo, las ideas e incluso, las soluciones, vinieron de la mente desquiciada de la chica de cabellera azul.

Caminaron por quince minutos hasta que la marca fosforescente de la pared les llamó la atención, era como Ekko había descrito, el símbolo de las luciérnagas, eso significaba que estaban justo debajo del centro de Zaun. Las órdenes habían sido dadas hacía mucho, Ahri y Viktor se prepararon, él enviando las direcciones a los soldados sin vida y ella lista para dominar las mentes que pudieran ser un problema, inyectándose una dosis de shimmer perfeccionado, que Jinx había elaborado para que sostuviera mejor control de sí misma al usarlo.

Jinx, por su parte, se alejó por el otro túnel, según Ekko, este daba a la alcantarilla que estaba a dos cuadras del bar La última gota. Viktor sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo mientras la veía alejarse, murmurando por lo bajo y dejando escapar risas quedas, adentrándose en la oscuridad solo con la ventaja de sus ojos violetas con visión nocturna y sentidos agudizados. El tiempo había llegado, a cinco minutos de camino, Jinx sonrió alegremente, silbando una canción por lo bajo mientras sentía el estallido de la explosión.

                              ♧

Zeri descendió apresuradamente hacia un techo cercano, dándole a Vi la estabilidad de un suelo bajo sus pies. El tiempo apremiaba, si Jinx no estaba allí significaba que había ido a por Cait y por tanto, Vi tenía que correr. No traía sus guanteletes, no creyó necesitarlos mientras ayudaba a las luciérnagas, su defensa era bastante precaria en comparación con sus atacantes.

—Iré a buscar ayuda, toma esto mientras tanto —gritó Zeri, soltándole dos nudilleras de metal con púas en la parte externa y acelerando velozmente hacia donde las luciérnagas.

Vi se colocó ambas nudilleras y observó atentamente a Ahri, acercarse a ella sería un error, en esos instantes podía dominar cualquier mente, eso significaba que tenía que ir a por el otro. Un disparo llegó hacia ella, haciéndola saltar a un lado y aprovechar el impulso para brincar hacia el otro techo, descendiendo por la escalera de emergencias lateral en un arrastre de pies que la llevaron a estar delante de uno de los soldados metálicos. Este disparó hacia ella, pero Vi ya había saltado encima del toldo de un negocio que había quedado vacío en la huida, provocada por la explosión, que todos habían realizado, y lo usó de trampolín para caerle encima de la careta con ambos pies, tirándolo hacia atrás.

Rodó sobre sí misma a un lado cuando otro disparo fue a alcanzarla, tomando un tubo que había cerca y usándolo para golpear el brazo en forma de arma, que era el que disparaba, del soldado de metal, y viendo como nada ocurría. El soldado anterior se incorporó, algunas chispas saliendo de su cabeza aplastada, pero igualmente avanzando hacia Vi. No tenía a qué aferrarse y las nudilleras no harían nada en sus cuerpos de hierro y shimmer, pero Vi cuadró su posición y se preparó, lucharía hasta las últimas consecuencias.

La cabeza de uno de los soldados se separó de su cuerpo y rodó lejos, dejando un rastro de chispas y cayendo el suelo, derramando el shimmer dentro; Vi miró hacia la izquierda, donde Zeri sostenía un arma de largo alcance y, detrás de ella en el aerodeslizador, Lux traía los guanteletes de Vi.

Vi saltó, aferrándose a uno de los balcones e impulsándose con sus brazos para elevarse y subir hacia el techo, Zeri continuó disparándole al otro soldado, comprándole tiempo a Vi, que tiró las nudilleras a un lado cuando estuvo en lo alto, atrapando sus guanteletes, que habían sido lanzados por Lux.

El fuego abierto de balas y rayos de energía era desesperante, Ahri atacó hacia Zeri, haciendo que Lux diera una voltereta sobre su eje y le asestara con el pie en la cara; pero esto desequilibró el aerodeslizador, haciéndolas caer a ambas. Vi se lanzó del borde del edificio, usando el peso de los guanteletes para llegar antes que ellas al suelo, golpeando de lleno uno de los soldados antes de rodar sobre su espalda y atrapar a Lux y Zeri, dejando que Ahri golpeara el suelo en un grito de dolor alarmante. Otras luciérnagas se habían unido a la batalla, entre ellas Benzar, quien Vi menos esperaba, y las balas volaban a sus alrededor de forma estruendosa, haciendo incapaz oír nada.

Uno rayo de energía llegó hasta ellas, separándolas en un empujón que Vi logró realizar a tiempo. Sus ojos miraron hacia adelante, donde el único soldado que sí tenía vida cargaba de nuevo aquella extraña mano que sobresalía por la dorso del traje, para atacarla. El bloque de luz que llegó hasta él, haciéndolo retroceder algunos metros, vino de Lux, quien tenía una esfera de luz en su mano y volvía a lanzarla.

Vi se incorporó y corrió, saltando sobre un carrito ambulante abandonado y luego apoyándose en la pared para adquirir impulso, cargando al máximo el guantelete y golpeando a uno de los soldados, abriendo un hueco en el centro de este y dejando el shimmer salpicado por todas partes.

Un rayo blanco amarillento pasó a su lado, destrozando al soldado que iba a atacarla, Vi observó como la energía cubría a Zeri y no se sorprendió, de cierta forma sabía que la chica, al igual que Lux, no era exactamente normal. La explosión las empujó a las tres contra las paredes de los edificios a sus espaldas, con Ahri sosteniendo un sistema de bombas dirigidas y mirándolas con una sonrisa maníaca.

Vi corrió hacia ella para golpearla, pero, apenas cargó sus guanteletes, un soldado se interpuso en el camino, gastando el golpe en este y sintiendo el dolor llenar su cuerpo. Rodó varios metros, un grito lastimero escapó de su garganta, el rayo del soldado de la máscara la había alcanzado.

Lux corrió hacia Vi, siendo detenida por una explosión menor que la envió contra el suelo. Ahri caminó hacia la rubia, dándole una patada que la hizo ponerse sobre su espalda y colocando luego su tacón contra la garganta de Lux. Vi quiso evitarlo, intentó ponerse de pie a tiempo, pero el dolor de la herida sangrante que la entrada del rayo había causado, más los daños a su cuerpo, hizo que fuera imposible para ella llegar antes de que Ahri dominara a Lux mentalmente.

—¡No! —el gritó iracundo provino de Zeri, que lanzó un rayo de energía hacia Ahri por la espalda, haciéndola arquearse en un grito espantoso mientras Zeri atacaba sin compasión, hasta que su cuerpo cayó sin vida contra el suelo—. ¿Lux? —susurró Zeri, corriendo hacia la chica y arrodillándose a su lado, sus manos sosteniéndose el rostro con suavidad.

—Ho... la —farfulló Lux con la voz entrecortada, haciendo que Zeri y Vi soltaran un suspiro de alivio.

Otro disparo casi alcanzó a Vi, su cuerpo golpeando el suelo cuando alguien más la empujó fuera del camino, una cabellera roja fue lo primero que notó. Sevika usó su brazo mecánico para llegar al núcleo metálico que le daba energía al soldado, arrancándolo mientras Katarina ayudaba a Vi a ponerse de pie. Benzar disparó dos explosivos hacia el soldado líder, guiando a las demás luciérnagas a usarlos para destruir a las máquinas restantes antes de que fuera demasiado tarde.

—Deberías tomar esto —sugirió Sevika, lanzándole a Vi una botella pequeña de shimmer.

—Gracias —concedió Vi, tragando el líquido rápidamente y viendo como Katarina le acercaba otro a Lux mientras ella se recuperaba.

—Ve con Cait —dijo Zeri, haciendo que Vi las mirara a todas con una expresión sorprendida—. Escucha: Jinx no está aquí y dudo que eso sea casualidad. Podemos encargarnos de esto, Cait te necesita.

—Confía en nosotras, Vi —intervino Sevika, mirándola por encima de su hombro mientras le arrancaba la cabeza a un soldado máquina.

Por un instante, Vi tuvo la sensaciónde haber sido transportada al pasado. El recuerdo vago de una época en su infancia donde solía esconderse para ver a Sevika pelear, y el día en que, antes de dar el golpe final, Sevika la miró de la misma forma en que lo hacía en ese momento, con la mirada cálida y la sonrisa ladina y relajada.

—Entiendo —aceptó Vi, sonriéndoles un instante antes de usar el golpe de la carga de los guanteletes para impulsarse hacia arriba, agarrándose de un tubo y subiendo hacia el techo, corriendo hacia el bar.

«Por favor, que no sea demasiado tarde»

                             ♤

Terror, eso era todo lo que Cait sentió cuando vio a Jinx parada delante de ella. El dolor de las contracciones apenas le permitía pensar, sus pies sangraban con cristales incrustados en sus plantas, su cabeza estaba siendo martillada desde dentro y, sin embargo, Cait suplicaba porque su bebé se quedara en su interior, porque Jinx no se lo llevara.

—Me parece que llevamos mucho sin vernos, una lástima que estas sean las condiciones del reencuentro familiar —comentó Jinx, una sonrisa contrastando con su falso tono triste—, pero tenemos asuntos urgentes que atender.

Su voz cambió a una más cruda y su mano se aferró al cuello de Cait, haciendo fuerza y arrastrándola, entre gritos y gruñidos por parte de esta, hacia una esquina, sacándola de la vista pública. De un empujón fuerte, la dejó colocada de cara a la pared del edificio, apoyada sobre sus rodillas, sus manos contra el cemento y el agarre de Jinx firme en su cabello.

—Escucha bien, es hora de sacar a ese bebé de tu cuerpo, así que más vale que colabores —gruñó Jinx en la oreja de Cait, presionando con su propio peso contra ella.

—No voy a hacerlo —espetó Cait entre dientes, su voz cortándose por una contracción fuerte que la hizo temblar y rastrillar con sus uñas la pared.

—Tú bebé está muriendo dentro tuyo, Caitlyn, lo estás asfixiando y no puedo consentirlo —explicó Jinx, quien había pasado horas de estudio sobre embarazos, partos y bebés, planeando este momento—. Te lo voy a sacar, así tenga que cortarte al medio. ¿Por qué mejor no se lo pones fácil al bebé y a mí?

Quería protestar, luchar, golpearla, hacer algo, pero no podía. Sabía que Jinx tenía razón, Heimerdinger había explicado cientos de veces la importancia de un parto rápido, si lo contenía más, sería peor para el bebé y para ella. Sus contracciones la hicieron gritar y lamentarme, su rostro presionado contra la pared en repello por el agarre de Jinx, el sudor y la suciedad deslizándose por ella y cubriendo su cuerpo. Cuando el llanto llegó y se hizo sonoro, de forma queda y lastimosa, Jinx supo que había ganado.

—En la próxima contracción, pujas y la sigues tanto como dure —indicó Jinx, soltando su ametralladora y una bolsa pequeña al lado, sacando una toalla grande y colocándola debajo de Cait, entre sus piernas—. Esto debe ser rápido, dado el tiempo y la posición.

Cait no dijo nada, sus manos se volvieron puños y su cuerpo se tensó en el momento en que la contracción llegó, haciéndola pujar a la vez que era presionada por la mano de Jinx en su espalda. El gruñido se extendió por su garganta y luego se detuvo, regresando a los pocos segundos en la siguiente contracción, repitiéndose luego, y otra vez más. Cait estaba cansada, adolorida y dejaba escapar por momentos pequeños gritos que se ahogaban en su garganta. Sintió la mano de Jinx entre sus piernas, y un chasquido de lengua fastidiado de repente.

—Mierda, no estás dilatada tanto como para que salga, y el bebé ya no tiene una frecuencia cardíaca adecuada —se quejó Jinx, estampando su puño contra la pared en frustración.

—¿Cómo coño sabes eso? —bramó Cait, una pregunta acusativa y curiosa, la preocupación llenándola. Ya no recordaba que esta era la chica que quería robarse a su bebé y usarlo de arma, solo estaba interesada en que su bebé viviera.

—Mis sentidos están agudizaos, cuñadita —se burló Jinx en respuesta, Cait girando la cabeza para mirar sus ojos violetas brillar. «Shimmer»—. Tendré que cortarte, es la única forma de que salga rápido.

Aterrada no alcanzaba para describir como Cait se sentía, tenía que confiar abiertamente en la persona que las quería dañar, pero el tiempo estaba en su contra y si no hacían algo rápido, su bebé moriría. Se vio a si misma siguiendo las instrucciones de Jinx, elevándose sobre sus rodillas y abriendo las piernas, sosteniéndose contra la pared. Jinx se agachó casi a ras del suelo, tomando la navaja que traía en su bolsillo y esperando a la siguiente contracción. Cuando Cait gruñó, soportando la contracción, pero no pujando, Jinx pasó el filo de la hoja en una línea oblicua al final de la entrada de la vagina, viendo la sangre correr unos instantes.

—Puja, tenemos poco tiempo —ordenó Jinx, incorporándose sobre sus plantas, en una posición acuclillada detrás de Cait.

El gruñido se extendió en temblores por todo su cuerpo, pero cuando la contracción llegó, Cait pujó con fuerza, sintiendo como algo salía por completo de dentro de ella. Jinx logró sostener al bebé mientras salía, usando la posición, la presión de los músculos, las contracciones y la gravedad a su favor, hasta que tuvo a un bebé ensangrentado entre sus manos. Sacó una pinza que traía en su pelo para pinzar el cordón umbilical, cargando al bebé envuelto en una manta y frotando rápidamente su espalda, haciendo que entrara en calor.

—No llora ¡Jinx no está llorando! —reclamó Cait, cayendo sobre sus piernas y girando la cabeza hacia donde Jinx frotaba la espalda de su bebé.

—¡Lo sé, carajo! —protestó Jinx, una mirada de miedo en sus ojos.

Retiró parte de la toalla, dejando a la vista la espalda del bebé y presionando suavemente con los dedos en la espina, sus dedos de la otra mano estimulando las plantas de los pies. El rostro del bebé se deformó en una expresión incómoda y luego el llanto rompió el aire, fuerte y entrecortado por instantes, mientras este eliminaba todas las secreciones que se habían introducido en su nariz.

Cait sonrió por un momento, viendo como Jinx colocaba al bebé en el suelo y usaba la misma navaja para cortar el cordón umbilical. Entre los movimientos involuntarios del bebé, la manta se abrió, descubriendo su cuerpo, y Cait sonrió.

«Cassandra»

—Cuñadita, debo de agradecerte por tus servicios —dijo Jinx, envolviendo a Cassandra entre mantas calientes y limpias, sacadas del bolso, e incorporándose sobre sus pies mientras Cait se desplomaba de cansancio y dolor en el suelo—. En treinta minutos la placenta debe de salir, si es que vives tanto como para eso, mientras tanto, yo me retiro, tengo una máquina que crear y energía vital que extraer de esta bebé llorona. Dale mis saludos a Vi.

—¡Jinx, no! —gritó Cait, su voz rompiéndose en medio de las palabras.

Se arrastró un metro, usando la escasa fuerza de sus brazos, pero no pudo ir más lejos. Su visión se volvía borrosa por momentos y su cuerpo no soportaba siquiera respirar, así que se quedó allí, tirada en el suelo, observando a Jinx alejarse con su bebé en sus brazos, hasta que ya no pudo verla más, hasta que desapareció y el llanto ya no escuchaba. Hasta que fue demasiado tarde.

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He regresado. Hola por aquí, ¿qué les pareció el capítulo? ¿Opiniones, hipótesis y demás?

Recuerden dejarme aunque sea un comentario, y si les ha gustado, pueden votar y luego seguir hacia el siguiente capítulo. ❤.

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