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0. La tortura del caballero

Despertó gritando, sudando y llorando. El mismo sueño otra vez. ¿Cuántas veces tendría que verla caer sin vida?, ¿Cuánto más lo torturaría el no haberla salvado? Cada vez que cerraba los ojos la veía, era la mujer más bella que había conocido en la vida. No era muy alta, tenía la estatura promedio de las mujeres de Alynthi, pero poseía una gracia y belleza sin igual, su hermosa cabellera azul turquesa junto sus ojos negros hipnotizaba a todo aquel que la viera. Estaba loco por ella, lo había estado desde la infancia, entreno duro para convertirse en su caballero y protegerla de todo mal, era gracioso porque no había cumplido con su deber, si hubiera sido más firme y la hubiera obligado a escapar aún estaría con vida y no dormida bajo tierra por toda la eternidad.

Después de torturarse un poco más con arrepentimientos que no cambiarían la realidad, decidió tratar de dormir aun sabiendo que ella aparecería corriendo por la plaza, intentando llegar hasta Aleksander y Rhysand una y otra vez e intoxicándose con la lluvia que comenzaba a caer y castigaba al reino que se atrevió a enfurecer a la bruja equivocada, Zèphyrine.

Cuando despertó el sol apenas comenzaba a salir, habían pasado seis días desde la caída de la lluvia tóxica que mato a su pueblo, seis días de apenas comer y dormir. Había estado viviendo en una cabaña en la frontera Sureste del reino, el dueño de aquel hogar probablemente estaba muerto pues no se había presentado durante su estancia ahí, el día que llego creyó haberlo asesinado, pero después de merodear un poco en búsqueda de ropa limpia se dio cuenta de que los habitantes de la casa era un hombre y mujer de mediana edad y sus dos hijos de unos diez y cuatro años, todas las noches rezaba porque llegara el fin de su tormento y que esa familia inocente llegara a salvo a la cabaña. Comenzaba a perder las esperanzas de que cualquiera de las dos cosas pasara.

Tras luchar contra sí mismo para levantarse de la cama se dispuso a comer, era un hombre de modales y se sentía incomodo al no hacer uso del comedor y preferir la sala en su lugar, había intentado sentarse donde correspondía tratando de no mirar hacia la puerta que conducía hacia el jardín, era difícil, ahí se encontraba su amada y el solo ver hacia aquella dirección, aunque solo fuera por un fugaz momento, le revolvía el estómago y provocaba un llanto imparable.

La tumba de Esmeray estaba rodeada de hermosas flores con una lápida improvisada en la cual había escrito:

"Aquí yace Esmeray, amada hija y amiga. Que encuentres la paz y alegría que tanto te falto en vida".

No es como si ella no hubiera sido feliz, de hecho, era una joven muy seria con desconocidos, pero enérgica con aquellos a quienes estimaba, él incluido. La alegría no fue algo que le hubiera hecho falta, aunque consideraba que la paz si, los brujos amenazaban la seguridad de todos en Alynthi y la habían orillado a hacerse con un amuleto que prometía protegerla de cualquier peligro, era una verdadera lástima que este no cumpliera su cometido del todo, en vida la salvo en un ataque que sufrió cuando volvía del extranjero, pero en sus últimos momentos de vida le había fallado. Sería mejor que la comerciante que le vendió el amuleto -que seguramente era una asquerosa bruja tramposa- muriera a causa de la lluvia toxica pues, de llegársela a topar, la mataría de la manera más dolorosa que se le ocurriera en el momento.

Mientras desayunaba, no porque tuviera hambre sino porque sabía que necesitaba nutrirse o colapsaría, los pensamientos negativos lo hacían reconsiderarse su vida, ¿tenía sentido vivirla ahora que no tenía ningún objetivo que cumplir? Tal vez sería mejor terminar con ella y descansar junto a Esmeray, después de todo presentía que su familia, amigos y conocidos no habían corrido con suerte, la familia real había muerto delante suyo y pudo ver como los brujos asesinaban a quienes la lluvia no había matado, ¿qué lo hacía pensar que ellos habían tenido un destino diferente?

<<Alynthi había caído a merced de los hechiceros, nada volvería a ser igual, no tenía sentido continuar>>, con esa idea en mente salió al jardín en búsqueda de un árbol alto y resistente e improviso una horca donde terminar con su vida. Esmeray lo recibiría en el más allá si es que eso existía, sus amigos estarían con él, su madre y hermanos lo abrazarían con fuerza y le dirían lo mucho que lo habían extrañado y cuánto les alegraba verlo a su lado.

Cuando se sintió listo puso un banco debajo de la horca y se subió a él, cuando la soga le rodeo el cuello trago grueso y miro hacia la tumba que no estaba muy lejana a al árbol, esperaba que el próximo que llegara a la casa bajara su cuerpo y lo sepultara a lado de Esmeray, esperaba que esa persona fuera el dueño de aquel solitario hogar y que su tardanza solo fuera por el caos que se había producido en el reino. Esperaba tantas cosas en esos últimos momentos, por ejemplo, tenía la esperanza de que su muerte fuera veloz y, aunque sabía que dolería, esperaba que el momento final fuera rápido y no sufriera demasiado. Había visto a brujos morir en la hoguera, guillotina y horca, jamás se puso a pensar en el sufrimiento que sentían, aunque se lo merecían. Ojalá él no se mereciera sufrir.

Las lágrimas amenazaban con caer por sus mejillas, era una señal de que debía darse prisa antes de acobardarse. Sin pensarlo un segundo más Logan pateo el banco que lo mantenía con vida, lamentablemente para él la caída no le había roto el cuello, tenía que esperar hasta ya no poder respirar más y, aun cuando estaba en agonía, el sueño recurrente se hizo presente.

Estaba en la plaza detrás de Esmeray, hacia un año ya de la muerte de la bruja Khione, una muchacha que había atentado contra la familia del rey y aseguraba que el príncipe de Alynthi pasaba sus días tratando de controlar su naturaleza de hechicero cuando en realidad había ido de visita a un reino vecino en búsqueda de una esposa.

Como cada año el reino celebraba la quema de brujas, un acontecimiento de hace ya más de setenta años en el cual las brujas fueron enfrentadas por el pueblo al que tanto habían aterrorizado con su magia demoníaca, los campesinos las habían asesinado en la hoguera y habían comenzado una cacería sin fin para evitar que volvieran a tomar el control. Era una celebración de la independencia de Alynthi y el fin de la era del terror, él celebraba como siempre en compañía de Esmeray que lo ayudaba a vigilar a sus hermanos mientras su madre descansaba en una banca y conversaba con sus viejas amigas.

Aún podía oler el dulce aroma del chocolate caliente y el pan recién horneado. Aún podía sentir sus ojos lagrimear a causa del humo de la hoguera que encendía la familia real para conmemorar aquella fecha. Saboreaba el amargo y embriagante alcohol con el que brindaba con sus amigos mientras el fuego crecía, sentía sus mejillas calentarse y el fuerte agarre de su madre cuando se despedía al terminar la festividad. Cuánto lamentaba no haber abrazado una última vez a sus seres queridos mientras comían pan sentados cerca de la hoguera, ese era el último recuerdo que tenía de ellos, luego de ello el caos comenzó.

Una mujer pelinegra, pecosa y pálida comenzó a lo lejos una pelea con el príncipe Rhysand, nadie los pudo escuchar además de los reyes, el vizconde Regulus y su esclavo Aleksander. La pelea avanzó con rapidez hacia la tarima frente a la hoguera donde los reyes disfrutaban la ceremonia, una vez ahí la bruja expulsó a todos de la tarima y comenzó a conjurar un hechizo, los caballeros trataban de acercarse y Esmeray le rogaba que la dejara correr hacia su padre y Aleksander, el hombre que había robado su corazón desde comienzos de su adolescencia. Había hecho lo necesario para evitar que ella corriera hacia el peligro y juntos pudieron escuchar el fuerte gritó por parte de la extraña por encima de todo el revuelo: "Hermanos hechiceros, corran tan rápido como puedan, hagan lo necesario para ponerse a salvo, mi venganza no es con ustedes".

Aunque todos oyeron la advertencia nadie se había movido después de aquella declaración y mientras todos se miraban expectantes esperando que un hechicero obedeciera a la bruja unas espesas nubes comenzaron a formarse sobre todo Alynthi. "¡Rápido, corran!", había implorado la hechicera antes de retroceder en búsqueda de refugio, de inmediato los campesinos arremetieron contra aquellos que hicieron caso a las indicaciones de la pelinegra, ahí fue cuando la lluvia empezó a caer y junto con ella varios de los presentes.

Nadie tenía idea de si la muerte de estas personas significaba que eran culpables de brujería o no, pero eso había dejado de importar, mientras la llovizna se transformaba en tormenta todos trataron de escapar sin saber exactamente de que huían o si alguien los atacaría. Él volteó hacia su madre y hermanos, no los vio por ninguna parte y sabía que en aquel caos no podría encontrarlos. Impotente busco a sus amigos entre aquel mar de gente y aquella distracción le permitió a Esmeray correr en búsqueda de sus seres queridos, al llegar a la tarima encontró a los reyes muertos junto a su padre, no había señales de su primo segundo ni de Aleksander.

Cuando por fin pudo darle alcance trató llevarla a la fuerza hasta un amplio techo donde la gente se peleaba para caber debajo de él y protegerse, una vez ahí la situación empeoró poco a poco. Vio niños cayendo cuál moscas, personas desesperadas buscando a sus seres queridos y pereciendo bajo la lluvia, peleas entre sobrevivientes que terminaban en la muerte de uno o varios implicados en aquellas riñas. Logan fue testigo de una infinidad de muertes y víctima de la paranoia que le producía no saber nada de su familia y no poder hacer nada para detener aquella masacre.

Una hora más tarde, mientras veían la lluvia aminorar, tres sombras familiares se observaron de nuevo en la tarima, eran Zèphyrine, Aleksander y Rhysand discutiendo acaloradamente y luchando, haciendo uso de magia, por desgracia eso no fue suficiente para que Esmeray abandonara la idea de ir tras ellos y empujando a cualquiera que se pusiera en su camino corrió hasta la tarima cubriéndose con un escudo que se había encontrado. Él trato de seguirla, pero no le permitieron correr hacia ella, trataban de protegerlo de una muerte inminente, aunque hace pocos minutos habían pensado en lanzarlo a la lluvia.

Logan solo pudo ver cómo Esmeray llegaba hasta la tarima y era víctima de una bola de energía que nadie supo de quién de los tres hechiceros provenía. Tuvo que esperar a que la lluvia parara para poder ir hacia la joven, tras de él fueron todos los que habían sobrevivido en aquel techo de madera, aquello asustó a los hechiceros y de inmediato Rhysand escapó hacia el bosque y tras de él fue Aleksander, ambos en búsqueda de refugio de la horda furiosa que iba por la cabeza de Zèphyrine quién no pudo escapar detrás del esclavo del vizconde Regulus.

Él no se preocupó por lo que pudieran hacerle a la bruja, se merecía la muerte y tortura que los campesinos idearan para ella, lo único que le importaba era irse, llorar su pérdida y buscar a su familia, tenía la esperanza de que aparecieran cerca de ahí sanos y salvos, planeaba ir casa por casa en su búsqueda cuando una pelea se desató entre campesinos y hechiceros que protegían a Zèphyrine, fue entonces cuando supo que tenía que huir antes de que la muerte lo alcanzara también, era irónico ya que en aquellos momentos estaba colgando de una soga esperando reunirse con sus seres queridos, sin embargo, un sentimiento comenzó a emerger de su interior, el recordar le había ayudado a notar un aspecto importante que había ignorado y que lo hacía ver ridículo ante la sorpresa de su descubrimiento, Aleksander y Rhysand eran hechicero y no hicieron nada por evitar la muerte de Esmeray, de hecho, cualquiera de ellos podía ser el culpable de aquel suceso y habían huido sin hacerse responsables de sus actos.

El sonido de la rama crujiendo lo saco de sus pensamientos haciéndolo consciente de la dolorosa caída que estaba a punto de sufrir, una vez en el suelo comenzó a debatirse de manera acelerada entre volver a intentarlo o ver aquello como una señal, la señal de que seguía vivo y con un propósito que cumplir. Decidido y muy adolorido se levantó con un nuevo plan en mente: encontrar al príncipe y al esclavo, hacerlos pagar por la muerte de Esmeray y, con un poco de suerte, encontrar paz en el proceso.

Sabía que su amada doncella estaría decepcionada de ver la patética imagen de un caballero torturado por una culpa que no le correspondía y que aun así lo hacía sentir miserable y orillaba a buscar a quienes ella más había amado con la intención de matarlos.

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