xiv. jericho y caos
LA REVOLUCIÓN,
capitulo catorce: jericho y caos!
LA PUERTA DEL APARTAMENTO DE KATERINA SE ABRIÓ Y AMBOS ENTRARON RÁPIDAMENTE. Katerina miró dos veces el pasillo para ver si alguien les perseguía y al no encontrar nadie siguiéndolos, la joven cerró la puerta. Connor la esperó de pie con una bolsa de ropa para quitarse el uniforme y Katerina le indicó que fuese al baño o a su habitación para cambiarse. El androide obedeció las simples ordenes y ella, en cuanto se vio sola allí, soltó un largo suspiro – apoyándose contra la puerta. Había cosas que la mismísima Katerina quería encargarse primero, ya que estaba decidido que no tomaría el vuelo a Baltimore en una hora, así que sacó su teléfono móvil y buscó el contacto del teniente Mayen – intentando buscar una explicación a su repentina decisión de remover a la muchacha Kamski del caso.
Katerina conocía a Mayen desde hace muchos años. Él fue quien vio su potencial como agente de operaciones encubiertas y él mismo fue quien la acogió debajo de su ala durante aquel tiempo. ¿Porqué Mayen le haría algo así? No era la súbita ansiedad destructiva de Katerina quien quería buscar la respuesta, si no que todo su consciente en general quería encontrarla.
La muchacha se llevó el móvil a la oreja derecha y esperó. El tono de llamada la estaba volviendo muy impaciente y si Mayen no respondía el teléfono en aquel momento, Katerina haría un agujero en la pared gracias a su nerviosismo. Cortó y volvió a llamar, al segundo pitido, escuchó la voz de Mayen en cuestión de segundos. Katerina apretó la mandíbula y no sintió miedo en soltar lo que realmente pensaba—Eres un maldito imbécil. Lo sabes, ¿verdad?
—Me han dicho peores cosas, niña—respondió su superior al otro lado—. ¿Qué sucede?
—Que me has removido del caso, ¡eso es lo que sucede!—exclamó Katerina furiosa.
—¿De qué diablos estás hablando?
—Que tú, imbécil, me removiste del caso de los androides esta mañana—espetó la castaña manteniendo su tono de voz agrio, tan sagaz de encontrar la respuesta a cada una de sus preguntas—. Ni siquiera me lo dijiste antes. ¿Por qué?¿Ya...?—su voz se quebró un poco—. ¿Ya no confías en mi?
—Cielos, Katerina, claro que confío en ti—respondió Mayen—. Pero yo no te removí del caso.
Katerina se quedó muda y miró a Connor, quien había regresado del baño. Él la miró con semblante preocupado y se acercó a ella pero la castaña lo detuvo con la mano. Algo andaba muy mal y ella quería saber cómo lograron suspenderla. Kamski respiró hondo y habló—Si tú no me removiste del caso, ¿quién diablos fue?
Tras un largo silencio, Katerina escuchó a Mayen maldecir por lo bajo—Alguien hackeó mi servidor y envió una orden para que seas removida del caso.
—Jansen debió haberlo hecho a pedido de Perkins—masculló Katerina y se llevó una mano al pelo para quitarse los mechones rebeldes que caían por su frente—. Hijo de la gran puta. Sabía que él haría una jugada sucia. Debes informarlo al director.
—Ya lo hice—espetó Mayen—. ¿Qué vas a hacer?
—Hemos logrado localizar la base donde el líder de los divergentes está—respondió ella—. Iremos a darles una visita como androides. ¿Alguna recomendación?
—Lleva armas y el chaleco antibalas que te di en la torre—declaró el teniente Mayen—. Debes esperar cualquier cosa llegue a pasar y actuar rápido. Protege a tu compañero, me da igual si es divergente o máquina. Espero que elijas el lado correcto en esta guerra, Katerina. No me sorprendería si eligieses a los divergentes, eres demasiado predecible.
Katerina sonrió—Lo tendré en cuenta, teniente. Tendré cuidado.
—Buena suerte.
Y con eso, el teniente Mayen cortó.
Katerina Kamski sabía que algo andaba mal y se temía que Perkins tuviese algo que ver con aquello – así que ella se vengaría de una u otra forma. La muchacha de cabellos castaños dejó el móvil en la mesa, para luego mirar a Connor, vestido de civil normal – o, como él diría, un divergente. La ojiazul debía admitir que el androide se encontraba bastante atractivo con aquellas prendas, hasta incluso parecía normal. Katerina le sonrió y alzó una ceja—Vaya, ¿quién eres? No recuerdo haberte visto por aquí.
La castaña juró ver un poco de tinte azul teñir las mejillas de Connor—Es simplemente una forma para mezclarme con el resto.
—Si fueras por la calle vestido así, nadie repararía en que eres un androide—recalcó la muchacha—. Mayen no fue quien me removió el caso.
—¿Perkins?
—Correcto.
—No me sorprendería, después de lo que te dijo en la torre—respondió el androide y se sentó—. Deberíamos planear la nueva estrategia.
—Wow, espera ahí, vaquero—replicó Katerina alzando sus manos—. Primero necesito un maldito café.
Katerina se levantó y se dirigió a la cocina. La tarde transcurrió rápido, ambos ideando algún tipo de estrategia para poder encontrar Jericho más rápido – pero Connor sabía que había solo una forma de saberlo: siguiendo las instrucciones en el cuaderno encriptado de Rupert. Katerina agradeció en silencio el haberlo conocido en circunstancias tan extrañas, ya que él fue quien los dirigió hacia donde estaba Jericho, al igual que Simon – uno de los cómplices de Markus – quien les dio a conocer la existencia de la base rebelde. Katerina decidió ponerse unos vaqueros ajustados de color azul marino, unas botas de nieve blancas y negras, una camiseta color blanca, el chaleco antibalas negro del FBI y arriba de eso, una campera adornada por un tapado de lana rojo oscuro junto con unos guantes negros. La muchacha buscó un bolso entre sus cosas para meter una segunda arma que le ayudaría si las cosas escalaban a mayores, tocó su pared y el panel con las armas de desplegó hacia adelante, revelando varias pistolas, dos rifles de asalto y un rifle semi-automático junto con unas granadas cegadoras.
La castaña le tendió una pistola a Connor—Sé que está prohibido darle un arma a un androide, pero...mejor prevenir que curar.
Connor tomó la pistola entre sus dedos y luego asintió, guardándosela detrás. Katerina agarró dos pistolas y un rifle de asalto, con sus respectivos cartuchos de bala. Los guardó en su bolso y se lo colgó al hombro, cerrando el panel rápidamente. La joven se colocó un gorro que combinaba con su tapado y miró a Connor.
—¿Confías en mí?
Connor simplemente asintió.
—Quiero que seas honesto conmigo, Connor—espetó Katerina seriamente y dio un paso hacia él, enfrentándolo—. ¿Confías en mí?
—Sí, confío en ti—respondió el androide con completa honestidad.
Katerina soltó el aire que había inhalado y asintió, finalmente dirigiéndose a la puerta. La muchacha la abrió y ambos salieron del apartamento, sin saber cuando volverían. Katerina aún escuchaba el reloj desde el pasillo, marcando cada segundo, cada minuto, cada paso que daban era una muestra de que pronto todo acabaría para bien o para mal.
Ella solo debía darle un empujoncito.
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El ambiente frío de las calles de Detroit logró carcomer la conciencia de la muchacha de ojos azules. Su respiración estaba algo irregular, comprendió que era normal estar nerviosa y se preguntó en aquel momento que diablos pasaba por la cabeza de Connor en esos momentos. Encontrar la entrada a Jericho en la estación Ferndale fue relativamente sencilla, además de seguir una serie de pistas que Rupert puso para lograr llegar sanos y salvos a Jericho. La noche ya había caído en aquel día tan corto y la nieve volvía más denso el aire, aumentando el frío y aumentando el peligro con cada pista y paso que daban. Connor se mantuvo sereno durante todo el recorrido, además de verificar de vez en cuando el estado de nerviosismo que sufría su compañera. Por un momento pensó que la mejor opción habría sido dejarla en casa y hacer eso solo, pero conociendo su actitud, Connor sabía que iba a hacer lo contrario.
Katerina, para Connor, era todo un libro de sorpresas.
Ambos caminaron lentamente por una de las partes desoladas de Detroit, encontrándose con un buque gigante y oxidado, aquella fachada que pronto estaría a punto de caer. Katerina se acercó a Connor, intentando de obtener calor corporal y se dio cuenta que Connor no poseía calor corporal – a pesar de tener un sistema circulatorio cerrado por cables y conductos. Ambos vieron la entrada y siguieron a unos androides que estaban llegando allí.
Así que esto es Jericho, pensó la castaña.
Respiró hondo antes de entrar junto a Connor, ambos buscando el único objetivo que traía aquel buque gigante: Markus. Al entrar, Katerina vio a cientos de androides e intentó pasar desapercibida entre ellos. Connor siguió su juego y comenzó a buscar al líder de los divergentes con la mirada – Katerina hizo lo mismo. Había androides con sus uniformes, otros con ropa de civil e incluso había androides averiados y completamente destrozados. La joven miró hacia el segundo nivel y se encontró con una muchacha de cabello corto y blanco. Katerina sonrió de lado al ver que se trataba de Kara y buscó con la mirada a su niña Alice, quien se encontraba siendo acompañada por un androide muchísimo más alto que ella y de piel morena.
La castaña se sintió aliviada de verla bien.
Connor tocó su mano y la muchacha lo miró, parpadeando y alzando una ceja en silencio. El androide tironeó de su mano hasta llegar al pie de unas escaleras, pero fueron interrumpidos por una androide. Esta tenía el cráneo descubierto y conectado por cables, sin embargo, Katerina no la juzgó por su apariencia, ella miró a Connor—Estás perdido—dijo ella y miró a Katerina—. Te estás buscando a ti mismo...y ella es la respuesta de esa búsqueda.
Katerina no dijo nada y la vio alejarse. Ella miró a Connor, descifrando alguna especie de emoción en su rostro – pero no encontró nada. Ambos subieron las escaleras, buscando otra salida para buscar al líder de Jericho. Ambos salieron a campo abierto, cerca de la popa y caminaron sigilosamente por aquel espacio, intentando de no atraer la atención de los androides que se encontraban en la cabina principal. Los dos se escondieron al ver a un androide caminar por allí, cuando vieron que nadie más pasaba, los dos aceleraron el paso para llegar hasta el primer nivel de escaleras. Subieron rápidamente para ingresar al segundo nivel y se movieron silenciosamente para ocultarse en una pared.
Escucharon voces, escucharon movimiento y Katerina observó que una mujer androide se iba de allí. Ella miró a Connor, quien tenía los ojos cerrados y luego los abrió. Ambos se miraron por un largo minuto, Katerina teniendo los nervios a flor de piel – ambos sacaron sus armas y la muchacha asintió—Ahora o nunca, Con.
Ambos salieron de su escondite y entraron al puente donde el líder de Jericho se encontraba apoyado. Alzaron sus armas y apuntaron al líder de los divergentes, con una tenacidad que apenas se cortaba con un cuchillo – Katerina miró fijamente a Markus, quien estaba de espaldas, y pensó en algo inteligente para decir.
—Recibí la orden de que te capturara con vida—dijo Connor seriamente, su arma en alto y el dedo tan cerca del gatillo. Markus se giró lentamente, encontrando a los dos cazadores de divergentes—. Pero si no tengo opción, no dudaré en dispararte. Ella tampoco dudará.
—Lo escuchaste—replicó Katerina—. Ríndete, Markus.
—Sí, me puedes disparar—declaró Markus sin sentir una pizca de miedo en su ser y dio un paso lento hacia adelante—. Pero eso no cambiará nada. Alguien más tomará mi puesto. Nuestro pueblo está despertando. Y nada puede detenernos ahora.
—No me fuerces a neutralizarte—dijo el cazador de divergentes con tono firme.
—Somos tu pueblo—anunció Markus y dio otro paso más. Katerina sabía lo que él estaba intentando provocar en Connor: dudas, preguntas y más que abrumarlo—. ¡Estamos peleando por tu libertad también! Ya no tienes que seguir siendo esclavo de ellos...ni siquiera de la humana que está contigo ahora.
Katerina bajó el arma y eso, de alguna forma, sorprendió a Connor y a Markus al mismo tiempo. La joven guardó su arma en silencio y miró el nuevo juicio que Markus había organizado para Connor – Kamski se dio cuenta de algo: ella buscaba un empujón. ¿Y si esta situación realmente era el empujón que ella buscaba? Ella miró a Markus y asintió, dejando que él volviese a llenar aquel silencio peligroso con sus palabras de aliento.
—Nuestra causa es justa. Y somos más de lo que ellos dicen—el líder dio un paso más hacia Connor—. Solo queremos vivir en libertad.
Connor, de alguna forma, estaba siendo afectado lentamente – perdiendo aquel agarre con su control y estabilidad, siendo atraído por las mismas decisiones que él cometió durante todo este tiempo. Markus debía hacer una jugada peligrosa con él, pero Connor apretó su agarre en la pistola—¡Suficiente!
—¿Jamás te has preguntado quien eres en realidad?—preguntó Markus y dio otro paso más, viendo como el agarre de Connor volvía a debilitarse—. ¿Eres solo una máquina ejecutando un programa o un ser vivo capaz de razonar? Creo que llegó el momento de que te hagas esa pregunta.
La muchacha de ojos azules recordó aquellas palabras como si fuesen grabadas con fuego en su frente, tal cual como las dijo Elijah hace unas horas: "Decide quién eres". Connor estaba en un dilema existencial en aquel momento, siendo persuadido por Markus y al mismo tiempo por la mirada cálida de Katerina. Markus observó aquella interacción y eso le bastó para lanzar un jaque mate en la tabla de ajedrez—¿O es que jamás has tenido dudas?¿Nunca has hecho algo irracional, como si hubiera algo en tu interior?¿Algo más que tu programa?
Connor recordó habar decidido salvar a Hank cuando él y Katerina estaban persiguiendo a Rupert, también recordó cuando decidió salvar a Katerina de una muerte segura y llevarla a casa, recordó cuando decidió protegerla cuando Simon intentó matarlos en la torre, recordó también cuando decidió no dispararle a Chloe y evitar que Katerina recibiese una bala que podría matarla – recordó el miedo que sintió cuando Simon se quitó la vida con él aún conectado a su memoria y ella estaba allí. Connor había sentido todo aquello y lo que Markus estaba haciendo era el último empujón que necesitaba.
—Deberás decidir.
Katerina y Markus se quedaron quietos durante aquel largo e interminable silencio. La castaña miró atentamente cada reacción del androide y esperaba que él tomase la decisión correcta.
—Por favor, Connor...
Connor soltó un respingo y bajó lentamente el arma. Katerina miró a Markus y suspiró de alivio, sintiendo que una carcajada iba a salir de sus labios.
Connor se había vuelto un divergente.
Repentinamente, un pitido resonó en el bolsillo de la chaqueta de Katerina y la joven sacó el móvil en aquel momento. Un mensaje de Mayen se abrió en la pantalla: "PERKINS ATACARÁ JERICHO. SAL DE ALLÍ AHORA."
—¡DIABLOS!—exclamó Katerina y corrió hacia la puerta, pero fue detenida por Markus, quien exigía una respuesta—. Atacarán Jericho. ¡Debemos irnos ahora!
Una aeronave sobrevoló el gran buque y se escucharon camionetas por todos lados. Markus maldijo en voz baja y salió corriendo de allí, Connor se apresuró para seguirlo y tomó la mano de Katerina para llevarla con él. Los tres bajaron rápidamente las escaleras y entraron de nuevo al buque, encontrándose una androide que había estado con Markus antes.
—¡Vienen por todos lados!—exclamó ella y miró al líder—. Los nuestros están atrapados en la bodega, ¡los matarán!
—¿Aquí hay salidas alternativas?—preguntó Katerina—. Que evacúen por ahí, será lo más seguro.
La androide frunció el ceño—¿Quién eres?
—Katerina Emilia Kamki, agente del FBI y posible objetivo de los hombres que entraron aquí—respondió la joven rápidamente—. Oh, soy humana.
—¿Por qué...?
—Ella está de nuestro lado—espetó Connor, deteniéndola.
La androide miró a la muchacha con desconfianza y luego le tendió la mano, al ver una mirada de advertencia por parte de Markus—North.
—Es un placer, North—dijo Katerina y luego miró a Markus—. ¿Algún plan, Markus?
—Tenemos que volar Jericho—espetó él y miró a North—. Si el barco se hunde, tendrán que evacuar y podremos escapar.
—¡No lo lograrías!—exclamó North asustada—. Los explosivos están abajo en la bodega. ¡Hay soldados por doquier!
—Tiene razón—declaró Connor mirando al líder—. Saben quien eres. ¡Harán lo que sea para atraparte!
—Iré contigo—habló Katerina.
—¡No!—dijeron Markus y Connor al mismo tiempo.
—Soy tu mejor opción para evitar que te maten, Markus—insistió la castaña dando un paso hacia él—. Te protegeré las espaldas y quitaré a quien se atreva capturarte. Confía en mi.
Markus no tuvo que ver a Connor para saber que Katerina estaba diciendo la verdad y asintió rápidamente, la joven no tardó nada en buscar sus armas y acomodarlas para tenerlas a mano. El líder de los androides miró a North y a Connor—Ayuden a los demás, me reuniré con ustedes luego.
—¡Markus...!
—No nos tardaremos.
Markus salió corriendo y Katerina estaba a punto de seguirlo, pero fue detenida por Connor. Ella se giró para mirarlo y vio miedo en sus ojos—No lo hagas.
—Tengo que hacerlo.
—Por favor...
—Sé protegerme, Connor—espetó Katerina mirándolo fijamente a los ojos—. Volveré pronto, lo prometo.
Katerina se giró para seguir a Markus pero el androide la detuvo otra vez, girándola rápidamente y estampando sus labios contra los de ella. La muchacha de cabellos castaños se quedó rígida en su lugar, pero al darse cuenta de lo que ocurría no dudó en responderle con la misma intensidad. Connor tocó su mejilla delicadamente y besó con intensidad a la muchacha, separándose después de ella. Katerina sonreía de manera estúpida y empujó a Connor para que siguiera a North—¡No dejes que lo destruyan, North!
Salió corriendo con su rifle en la mano y se encontró con Markus un par de metros después. Ambos bajaron un par de escaleras y la muchacha de cabellos castaños observó cuerpos de androides completamente destruidos en el suelo. Markus ayudó a la misma mujer que habló con Connor momentos atrás, cayendo muerta entre sus brazos. Katerina apretó los labios y siguió a Markus en silencio, hasta que se derrumbaron en una plataforma y cayeron – la joven de ojos azules reconoció el repiqueteo de las botas militares y agarró a Markus para esconder contra una pared – ambos eludiendo a tres soldados de la armada.
—Gracias—susurró Markus mirando a la ojiazul.
—Tú eres mi compañero y yo soy tu compañera—declaró Katerina mirándolo con una mano tendida hacia él—. Nos protegemos mutuamente, ¿de acuerdo?
Markus agarró su mano—De acuerdo.
Ambos continuaron su camino hacia la bodega, Katerina siendo el arma junto al líder de Jericho. Llegaron a una puerta, siendo ahogados por los gritos y súplicas de los divergentes – pidiendo que no los masacraran – sin embargo, las balas volaban como flechas, letales y mortales para todo quien se atreva a interponerse en su camino. Se escondieron detrás de una pared, viendo como pasaban dos soldados y salieron en cuanto se alejaron. Katerina fue sorprendida por dos y disparó rápidamente, asesinándolos en el acto.
—¡Encuentren al líder!
—¡Androide de mierda!
Katerina le indicó a Markus que se escabulleran por otro pasillo y él la siguió, ambos encontrándose con dos soldados que apuntaban a tres androides—¡No! Por favor, ¡no nos maten!
—¡De rodillas, ahora!
Markus y Katerina entraron, la muchacha disparando a los dos soldados – dejándolos sin vida – para ir a revisar la otra habitación. Markus ordenó a los androides que evacuaran lo más rápido posible y eso hicieron. Los dos corrieron por el pasillo y se encontraron a dos soldados más con escudos, Markus corrió hacia ellos y logró noquearlos en cuestión de segundos, luego se agacho y juntó sus manos—¡Vamos!
Katerina dejó su arma colgando y juntó carrera para pisar la mano de Markus, logrando que el androide la impulsara y lograse acceder a un nivel más alto. Markus saltó y la castaña le tendió una mano para ayudarlo a subir. Siguieron hasta una de las salidas, donde escucharon gritos de varios androides.
—¡Aquí vienen!
—¡No se muevan!
—¡Nos rendimos! Nos rendimos, ¡no nos maten!—suplicaron los androides.
Katerina disparó limpiamente dos veces y miró a los androides—¡Salgan de aquí!
Los androides salieron corriendo y la muchacha continuó su camino, encontrándose con Markus disparándole a otro soldado. Estaba defendiendo a otro androide, a un androide de piel morena – quien recibió la mano de Katerina como ayuda para ponerse de pie. Él miró a Markus confundido—¿Quién es ella?
—Katerina, Josh. Josh, Katerina—respondió el líder nervioso—. No tenemos tiempo.
—¡Vamos, por aquí!—exclamó Josh.
Markus empujó a Katerina—¡Encuentra a North!¡Los buscaremos luego!
Ambos volvieron a cruzar el mismo pasillo y bajaron un par de escaleras más para encontrarse un pequeño pabellón iluminado de rojo. Katerina observó las bombas y miró a Markus—¿Tendremos el tiempo suficiente para escapar?
—Tendremos tiempo de sobra.
Markus se dirigió al panel y la puerta derecha se abrió bruscamente, revelando a un soldado. La muchacha lo golpeó con su arma y se abalanzó sobre él, recibiendo una patada en su estómago y un puñetazo en su mandíbula. Markus disparó a otro y ayudó a Katerina levantarse, disparándole al segundo soldado que la atacaba. El androide no perdió más tiempo y presionó el panel, comenzando la cuenta regresiva. Katerina y él corrieron lo más rápido que pudieron, hasta que lograron divisar a los otros. La castaña sintió un alivio repentino al ver que Connor seguía bien y para el androide, era realmente bueno ver que su compañera (por no decir amante, aún) cumplía con su promesa de volver a él.
—¡Markus!—exclamó North.
—¡La bomba ya va a explotar!¡Nos tenemos que ir!
El pequeño grupo corrió por un estrecho pasillo, sorteando un par de obstáculos, pero llegando hacia una de las salidas. North recibió una herida de bala y cayó al suelo, provocando que Markus corriese a protegerla – Katerina y Connor los cubrieron desde atrás, la muchacha Kamski dando en el blanco con cada tiro. Markus y Connor estaban realmente impresionados ante eso y lograron rescatar a North. Katerina le quitó el seguro a la granada cegadora y la lanzó en dirección a los soldados – dejándolos sin poder ver con claridad por unos segundos.
Connor agarró su mano y tiró de ella hasta agarrar su cintura, arrastrándolo con él a una trampa con agua helada. Katerina gritó y se aferró a Connor, rezando por caer como un palo al agua. Aquella agua helada se tiñó de color naranja cuando la gran base explotó. Los androides y Katerina nadaron hasta un punto ciego, donde no les encontrarían y allí lograron reagruparse. La muchacha Kamski temblaba de frío y se encontró con Connor en la orilla, quien lucía perfectamente normal.
—¿Estás herida?—preguntó el androide y tocó sus mejillas sonrosadas.
Herida no estaba, muerta de frío, en cambio, sí.
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