vi. las dinámicas de una kamski
LA REVOLUCIÓN,
capitulo séis: las dinámicas de una kamski!
KATERINA PERMANECIÓ EN SILENCIO DURANTE EL CORTO VIAJE HACIA EL DISTRITO RAVENDALE. El sol entraba por las ventanas, a pesar de que llovía a cántaros. La tensión era demasiado concentrada en el auto del teniente Hank Anderson y era capaz de ser cortada con un afilado cuchillo en su lugar – cosa que realmente preocupaba a la castaña en cuanto a su investigación. Ya el día en si había empezado patas arriba: la visita de su hermano Elijah, la paranoia de que cierto androide revelara su posición como doble agente y el enfado repentino del teniente frente a la investigación. Katerina Kamski se estaba replanteando seriamente una nueva táctica para continuar con la misión y encontrar detalles viables para informar al teniente Mayen – al menos, informarle de una maldita vez ya que ayer recibió cinco llamadas perdidas de él. Solamente que Katerina pensó que lo ocurrido por la noche ya era un caso cerrado.
¿Qué podría salir mal ahora?
(Katerina no quería encontrar la respuesta a esa pregunta, aún.)
Luego de aquellos minutos inquebrantables de silencio, Hank aparcó el vehículo cerca de una tienda que se encontraba abierta las veinticuatro horas y el pequeño equipo salió en encuentro de uno de los colegas del teniente. Connor echó una mirada a la tienda mientras que Hank y Katerina saludaban a los otros policías, ambos siendo notificados de la actual situación. La muchacha Kamski escuchó cada palabra que decía el policía a cargo: intento de robo en la tienda, el androide estaba con una niña y con la tenencia de un arma, dejando a lo último que ambas se encontraban por el lugar anoche. Miró por detrás de su hombro y se encontró con Connor parado al lado del coche, sin emitir movimiento alguno, inspeccionándolo todo.
Katerina pensaba que eso era aterrador, pero no se dejó intimidar por el androide.
Hank siguió a su colega, quien tenía a un testigo para hacer un par de preguntas. Katerina, por su parte, se dedicó a observar su entorno: calle transitada por vehículos, androides e incluso humanos, había una estación de transporte cerca (lo cual consideró como una buena fuente de escape), un motel y una casa abandonada entre medio de dos edificios. ¿Por qué aquella androide decidió hacer las cosas diferentes? La castaña recordó cada movimiento que hizo el androide de Carlos Ortiz cuando asesinó a su dueño: esconderse. Aquí había algo completamente diferente a lo que se habían enfrentado anteriormente: esta androide había escapado. Pero ella no estaba sola.
Una niña.
Una niña había escapado con ella.
Katerina realmente demostró estar intrigada con ello y deseó estar frente a frente con el androide para saber el porqué. La joven giró la cabeza y observó que había muchos policías rondando por la calle también. ¿Acaso esa era la única estrategia para capturarla?¿Infringiendo más miedo? Aquello era un movimiento completamente estúpido y hasta Connor lo consideraba así. La mirada azul de Katerina se movió un par de milímetros hasta encontrarse con una ventana rota de la casa abandonada, allí vio a alguien. La charla que mantenía Hank con el testigo era de lo más animada y eso provocó que Katerina se concentre más en aquella persona que miraba por la ventana. Cabello corto y blanco, vestida de otra forma, mirando por un lugar que estaba sin habilitarse como vivienda hacía mucho tiempo.
Claro, aquello era realmente sospechoso.
—¿Qué haces allí?—murmuró la castaña en voz baja.
—Bien, es todo por ahora—Hank concluyó y asintió mientras que el testigo soltó un suspiro—. Ya puedes irte.
Katerina y Hank volvieron con el colega del teniente, quien les miró fijamente a través de la lluvia—Tenemos oficiales investigando en la zona, por si alguien ha visto algo.
Hank, con puro descontento, asintió mientras miraba su tablet—Ok. Avísame si averiguan algo.
—¿Qué harás con eso, Hank?—preguntó él señalando a Connor.
Los tres miraron al androide, quien permanecía en el mismo sitio que antes. Katerina se preguntó cómo el androide podía verse tan tranquilo en aquellas circunstancias. La castaña estuvo a punto de decir algo, pero Anderson la cortó en menos de un segundo—No tengo ni idea. Ya es suficiente con mi compañera aquí.
Katerina simplemente rodó los ojos y siguió a Hank hasta Connor. El teniente permanecía con la mirada fija en la pantalla, analizando los horarios donde la sospechosa se encontraba en las calles del distrito Ravendale. Katerina volvió a mirar de forma completa a la ventana, pero la mujer de cabellos cortos ya no estaba, Connor observó a la joven y cómo sus mejillas estaban siendo bañadas con las gotas incesantes de lluvia.
—Tomó el primer autobús que pasó y se bajó en la última estación—declaró el androide, captando la atención de Hank—. No fue una decisión planeada, la motivó el miedo.
Hank soltó una carcajada llena de ironía—Los androides no sienten miedo.
—Los divergentes, sí—añadió Connor mirando al teniente—. Las emociones pueden abrumarlos y toman decisiones irracionales.
—O racionales—murmuró Kamski por lo bajo.
—Pero eso no nos dice adónde fue—replicó Hank mirando a los dos.
—Si este androide no tenía un plan, ni tampoco a dónde ir...—dijo Katerina inquisitivamente mientras se llevaba la mano a la barbilla—. Es muy probable que se encuentre por aquí, pero la pregunta es dónde.
—Tal vez no está muy lejos—declaró Connor coincidiendo con ella.
—Tal vez...—murmuró Hank.
Katerina asintió para ponerse manos a la obra, lo primero que haría sería investigar aquella casa abandonada frente a ellos y sus pies la condujeron hacia una verja oxidada. Katerina intentó abrirla, pero esta se encontraba trabada y ella empujó – una, dos, incluso tres veces para abrirla y caer de bruces a la tierra mojada. Pero por supuesto, ella fue atajada por Connor, quien le siguió detrás como a un perro. Katerina estaba a centímetros del suelo y Connor mantenía un fuerte agarre en su brazo.
(Katerina debía ser cuidadosa un poco más seguido y evitar que cierto androide la agarre justo a momentos de caer de cara al suelo.)
—Deberías tener más cuidado, Katerina—espetó el androide poniéndola de pie.
Lo último que le faltaba.
—Gracias, Connor—la muchacha rodó los ojos y se adentró en el pequeño baldío que se encontraba detrás de la casa abandonada.
Ambos observaron la escena, encontrándose con un auto oxidado junto a una puerta de servicio, Connor observó varios tarros huecos de metal y demasiada basura en aquel lugar. Hank los siguió un poco después y se acercó cuando Connor analizaba una cerca que estaba cortada. ¿Acaso...?¿Acaso la androide se encontraba realmente escondida en aquella casa?¿Y con una niña humana?
—¿Hay alguien en casa?—exclamó Connor y la muchacha de ojos azules se palmeó la cabeza.
Connor debía trabajar mejor en su modo sigiloso.
—Había plasma azul en la cerca—recalcó él mientras pasaba al otro lado—. Sé que otro androide estuvo aquí.
Katerina estaría dispuesta a correr el riesgo de estar frente a frente con la androide, Connor no le quitaría aquella oportunidad. Hank lo siguió mientras que Katerina fue a esperar cualquier movimiento en la calle y permaneció en la esquina, mirando atentamente cualquier movimiento. La muchacha de cabellos castaños no se preocupó de estar empapada en gotas de lluvia, pero sí le preocupaba la situación con la mujer androide. ¿Qué probabilidades tenían de capturarla? Una en un millón, probablemente. ¿Alguna concreta? Katerina no lo sabía.
Repentinamente, al cruzar la calle, sintió que era seguida y permaneció quieta – intentó mantenerse serena y calma, su mano viajando lentamente a su cinturón donde portaba su arma y decidió mirar por detrás de su hombro: una mujer junto a una niña, Katerina pudo distinguir los pocos mechones de cabello blanco y la estatura de la niña. Esperó el momento preciso para atacar, pero la androide era buena para mantener las apariencias.
Eso no la mantuvo escondida por mucho.
Un policía exclamó y las dos echaron a correr hacia la estación, Katerina soltó un gruñido antes de comenzar a correr para evitar un posible escape. Escuchó a Hank gritar algo y supo que Connor también estaba detrás de ellas así que Katerina decidió aumentar la velocidad de sus pies. Sabía que el cansancio terminaría por derrotarla pero ella no quería rendirse tan fácilmente. Llegó a la entrada de un callejón y disparó dos veces, provocando que la niña soltase un chillido de horror. Ambas tomaron un desvío por el mismo callejón y Katerina les siguió rápidamente, las palabras que debía decir según el protocolo no le salían y lanzó otro tiro al aire pero eso no las detuvo.
Las dos escalaron la cerca y se fueron hacia el otro lado, mientras que Katerina se detuvo allí, observando a las dos sospechosas—Tranquilas, solo quiero ayudar.
La androide de cabello blanco negó y ambas se deslizaron por la montaña de barro, dispuestas a cruzar la autopista llena de autos. En aquel mismo momento, Katerina decidió trepar la cerca, mientras que Connor alertaba a los policías de que no abrieran fuego. También indicándole a Katerina que se detuviera. La castaña cayó de bruces al suelo y miró al modelo RK800, quien debatía si trepar la cerca o no. Katerina no supo la respuesta por que ya había decidido terminar su trabajo. Lo único que escuchó fueron los gritos de Hank—¡¿Qué diabl...?!¡Katerina, vuelve aquí ahora!
—¡Katerina!
La castaña vio que las dos sospechosas cruzaban con dificultad y que la niña casi termina arrollada contra el pavimento. Katerina respiró hondo y rezó para no morir en un accidente automovilístico por aquella táctica estúpida. Hank y Connor miraban desde la cerca, el enojo claro en la voz del teniente—¡Está demente! Lo que está haciendo es una locura...
Katerina logró pasar en los primeros dos carriles y observó cómo ambas jóvenes llegaban a una zona segura entre las dos autopistas – aquella era la señal de que Katerina se moviera para atraparlas. La joven de ojos azules corrió esquivando a un par de autos más y fue golpeada por el último – provocando que Connor produjese un movimiento brusco para escalar la cerca: teniendo en cuenta de que su compañera estaba en grave peligro.
Hank le puso una mano al hombro, deteniéndolo—¡Oye!¿A dónde vas?
—Katerina está en peligro, debo ayudarla o escaparán.
—No lo harán. Jamás llegarán al otro lado—respondió Hank y miró a Katerina correr hacia ellas—. Deja que Katerina resuelva esto. Ella se metió en este lío, así que ella misma saldrá de él.
—¡No me puedo arriesgar!—exclamó Connor haciendo un amague para escalar la cerca, siendo detenido por Hank—. ¡Katerina no podrá contra ese androide!
—¡Oye!¡Vas a hacer que te maten!—interrumpió el teniente con más molestia—. No vayas tras ellas, Connor. ¡Es una orden!
Connor miró a Katerina, sintiendo un ligero pico de estrés al ver a su compañera de nuevo en la autopista – a punto de alcanzar a la sospechosa, para luego bajar su mano y cumplir las órdenes de Hank. Ambos mirando la escena, viendo como Katerina esquivaba el último auto para abalanzarse contra la mujer androide. Ambas cayeron y la niña soltó un chillido, Kamski intentó inmovilizar al androide y esta se forcejó de forma violenta, golepando a Katerina en la nariz. La castaña cayó de espaldas al suelo y pateó al androide.
—¡Solo quiero ayudar!—exclamó Katerina pero la androide le golpeó de nuevo.
—¡Kara!¡Kara, espera!
Pero el androide llamado "Kara", golpeó con la culata del arma a Katerina, aturdiéndola por un segundo. Ahora sí que no lograba escuchar las suplicas de la niña indicándole que parara – aquel pitido agudo en sus oídos resonaba en su cabeza y vio que la niña le hablaba a Kara, quien mantenía su arma en alto. La castaña levantó las manos, sintiendo sabor a sangre en su boca por el prominente golpe en su nariz. Su frente tenía un pequeño corte pero era demasiado superficial. Sin embargo, eso no condicionó que ella mantuviese sus manos arriba – a modo de rendición.
—Ugh...Esto va a dolerme mañana—murmuró la joven soltando un quejido, mirando a la androide—. Así que te llamas Kara, ¿verdad?
—¿Por qué nos persigues?
—Soy policía e investigaba tu caso—respondió la muchacha Kamski, poniéndose de pie—. Solo quiero la respuesta a una pregunta. ¿Por qué lo hiciste?¿Porque tu dueño te maltrataba a ti y a la pequeña?
Con solo ver como la niña asentía lentamente, concretando la razón, era suficiente. Katerina pudo ver quiénes eran: una madre y una hija.
Ella lamentó decir lo siguiente—Vayan a la estación y encuentren un lugar seguro.
—¿Nos dejarás ir?—preguntó la niña, esperanzada.
Katerina solo asintió.
Kara y la niña también lo hicieron, antes de seguir su camino hacia la estación. Katerina soltó un gran suspiro de cansancio y el profundo dolor de su nariz – también un arrebato de enojo por parte de Hank, eso era seguro. Diablos, ella estaba en problemas.
Pero así funcionaban las dinámicas de una Kamski.
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