Einar.

Ayer me fui temprano en la mañana de la casa de Brian para llegar antes de que mis padres se dieran cuenta.

Hoy regreso tarde por la noche, cuando mis padres están dormidos.

—¿Novedades?

—Ya te escucha. — me respondió Karlita.

—Está empezando como un bebe, primero balbuceaba y ahora al menos ya te responde con la cabeza.

—¿Sigue arriba?

—Sigue arriba. — Azriel no desapego los ojos de sus cartas.

—¡UNO! — grito una emocionada Karlita.

—¿Y Brian?

—Arriba en su cuarto. — me respondió Isa, su sonrisa se fue haciendo mas diabólica. — ¡Ándele!

—¡No!, ¡No!, ¡hija de perra!

—¡Mas ocho! — grito Az, lanzando otro mas cuatro.

Deje de escuchar los gritos cuando subí las escaleras.

—¿Que se te ofrece pulgarcito?

—Me dejas tu carro el lunes?

—¿Para que o que?

—Para chocarlo y coger ahí — dije con sarcasmo. — Para sacar a Elisa de estas cuatro paredes.

—Todavía me preocupa lo de chocarlo y coger ahí.

—¿Me lo dejas o no?

—Estas generaciones que no tienen respeto.

—¿Si o no?

—¡SI!

—¡NO MALDITOS ESTUPIDOS DESGRACIADOS INFELICES MALPARIDOS HIJOS DE PERRA, SE PUSIERON DE ACUERDO PARA HACERME ESO, YA NO JUEGO!

—¿Qué están haciendo?

—Juegan UNO.

—Con razón.

Brian volvió a cerrar su puerta y yo baje las escaleras para unirme a ellos. Me regrese al notar algo inusual.

Elisa estaba sentada en el marco de la ventana.

—¿Como te moviste? — al escuchar mi voz ella se volteo a mirarme. — ¿Quieres algo?

Negó con la cabeza y redirigió su mirada a la vista que le daba la ventana.

—¡ESO NO ES TRAMPA KARLA, APRENDE A PERDER!

Los gritos se intensificaron mientras mas me acercaba.

—Sácame de aquí. — me dijo un aterrado Az. — Están locas.

—Loca tu madre. — Karlita le aventó la caja del UNO.

Brian bajo corriendo las escaleras.

—¿Por que pediste un delivery? — Az le lanzo de vuelta la caja a Karlita

—Es viernes.

—¿Y?

—Quiero ver si recuerda algo.

Fue tedioso y complejo bajar a Elisa de su habitación.

Pero aquí estábamos todos, comiendo hamburguesa como cena.

Era un silencio medianamente incomodo, todos la veíamos comer y cuando volteaba fingimos que hacíamos algo.

—¿Como esta? — Por alguna razón Brian no borraba su sonrisa de la cara.

—Rica.

Respuestas cortas y secas es lo único que daba, era difícil hacer platica con ella por sus respuestas.

—¿No te sorprende en la casota que vive Brian? — Karla fue quien nos saco del silencio. — A mi si. No pensé tener un MEJOR AMIGO millonario. — dijo recalcando esas dos palabras.

—¿Como dijiste hormiga microscópica?¿desde cuando somos amigos?

—Desde que me quedo aquí, dah.

—No, no, yo los invite una tarde, que luego se pegaran como chicle no lo planee.

—Pues te aguantas rey, aquí nos vamos a quedar.

—Ah, no. No quiero pubertos en mi casa.

—Por amor al arte, Brian.

—¿Cual arte?

Karla señalo con la cabeza a una Elisa que estaba sonriendo por la situación.

—Y eso que no viste a estas dos pelearse en el UNO. — dijo Az.

—Escuche sus gritos. — Seca, apagada y nostálgica era la voz que había salido de Elisa, una voz que normalmente era energética y llena de vida.

Sonreí inconscientemente al escucharla hablar por primera vez en mucho tiempo.

Ella levanto la mira de su plato y conecto con la mía. Con sus ojos cafés, con un brillo por nacer en ellos, el color volviendo a sus labios... me devolvió la sonrisa, aunque era una sonrisa tímida, como si no quisieran que la vieran haciéndolo. Pero claramente todos la vimos.

Siguió sonriéndome hasta que ella aparto la mirada, con un ligero tono rosa en sus mejillas y una timidez que no veía por parte de ella.

Ya volvió a la vida.