Einar.

Lo único que escucha eran las manecillas marcando minuto a minuto. Cada minuto era una lagrima derramada por saber si Elisa si despertara.

Isabel y Karla estaban secas del corazón y alma, no habían parado de llorar desde que se enteraron.

La maquina dejo de servirme mi café, lo tome sin fuerzas, era como si mi cuerpo estuviera en automático.

Un día y una noche en el hospital, Brian y yo fuimos los únicos que no nos movimos de este lugar, los demás tenían que llegar a sus casas.

—Tus padres no se enojan? — me pregunto el.

—Si...pero es mas importante mi solecito.

Levante la vista para mirar por que había salido ese sonidito de risa de el.

—¿Tu solecito? — pregunto, me mostro una sonrisa ladeada y llena de burla y ternura.

—Si — asentí. — Mi solecito, mío.

Estar al lado de Brian hacia que la vida se sintiera diferente, reprende un calor impresionante, si fuera mujer me dormiría borracha en sus brazos, así se siente. Emite una confianza y bondad impresionante.

—¿De donde la conoces? — le solté la pregunta

—Hace 4 años.

—¿Como?

—Cuando enterraron a su padre. Yo... caminaba por un parque una noche y la vi, sentada, vacía, como si estuviera muerta en vida... Y ... no se, era como si un imán me atrajera a ella.

Hubo un silencio largo, note tristeza en el aire y no quise preguntar mas.

—Ahora mírala, luchando por su vida, luchando por algo que nunca quiso. Tienes que ser muy fuerte para ver a la muerte directo a los ojos.

—Elisa...

—Solecito. — me corrigió con una sonrisa bien grande en su rostro.

—Mi solecito — sonreí inconscientemente. — siempre fue fuerte, ella nunca se ha dado cuenta de sus virtudes.

—Ella piensa que no tiene.

—Tiene demasiadas, en su lugar no hubiera resistido nada de lo que hizo su madre o como le llamaban en la escuela o el hecho de que vio morir a su padre, tiene un carácter y mentalidad bastante fuerte.

—¿Es hermosa?

—Demasiado hermosa, cuando sonríe se le hace un hoyuelo en el lado derecho muy hermoso, tiene una risa suave y a veces ruidosa pero es contagiosa, sus ojos... sus ojos cafés con ese brillito especial, como si destellara algo de ella. Y... y tiene un cuerpo magnifico, una voz arrulladora, unas pestañas largas y una piel de porcelana tan, pero tan hermosa...

—¿Y por que no se lo dices a ella?

—...

—No me digas que tienes miedo.

—¿Miedo de que?

—De no ser correspondido.

Mi corazón dejo de latir y su sonrisa burlona desapareció.

—¿Es eso?

—...

—Ay, Einar, ella moriría por que le dijeras por lo menos una de las cosas que me nombraste a mi y estoy seguro que no terminaste de decírmelas.

—Bueno, es que...

—Yo entiendo que ella puede ser complicada, algunas veces, y que es difícil para ti decírselo, pero deberías tratar de, hacer una mención por lo menos. Tu solecito no es difícil de amar, solo complicada de entender.

—¿Disculpen?

—¿Si?

—¿Alguno es familiar de la señorita, Elisa Medina Fernández?

—Si, yo — hablo, el rubio.

—Que son...

—Mi hermanita... menor.

—No... ¿no vinieron sus padres?

Brian se quedo quieto, pensando en que decir, una mentira suficientemente creíble. Algo que justificara su ausencia.

—Ellos... murieron.

—Mm, entonces... — la enfermera se sintió incomoda, creo que pensó que no debió de preguntar por eso. Si la historia fuera cierta. — La señorita ya despertó.