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RECUERDOS

Elisa.

Lunes. Temprano por la mañana Einar había llegado a despertarme.

—La voy a regresar sana y salva.

Le dijo a Brian antes de salir de casa en el carro de Brian.

¿Por que tiene manchas la aparte trasera?

El cuida mucho a su carro. Lo quiere incluso mas que a |mi.

Poco a poco mis extremidades comenzaban a funcionar, aunque mi mete seguía nublada, y no podía ver bien a absolutamente a nadie, en mis oídios seguía un pitido horroroso aunque ya no sonaba tan fuerte como antes.

Viajábamos por la carretera que estaba al lado de la playa.

El cielo y el mar extrañamente grises y la arena de un gris pálido. Últimamente no era capaz de ver el color, o tal vez si pero fingía que no, no se loque esta pasando por mi mente.

—Llegamos. — dijo, sonriente.

Se bajo del carro corriendo, lo vi rodear y pasar a mi lado para abrirme la puerta y extenderme la mano. La mire, muy fijamente, pensado, dudando, tal vez fueron segundos, tal vez minutos los que tuvo su mano extendida para que la tomar, pero no obtuvo respuesta por mi parte.

Tome su mano y busque sus ojos para verlo. Ahora lo recuerdo, eran sus ojos, sus hermosos ojos avellana los que hacían que me sintiera segura. Me sonrió con la mirada, me tomo firme de la mano y no me soltó hasta que pisamos la arena.

Las olas golpeando las rocas.

...Solo sigue la marea

Las gaviotas revoloteando por todos lados, un sol débil pero hermoso, el aire salado.

Lo mire cuando me toco el hombro, no era muy alto, solo unos pocos centímetros mas que yo. Esos hermoso ojos, verde y marrón por igual, salpicados de amarillo.

Se inclino ante mi y tomo mi pie, por el tobillo.

Ese toque, aquel roce me hizo tener un flashback rápido, sin contexto y no lo vi bien, una imagen rápida que me acelero el corazón .

Hui de su mano y retrocedí unos pocos pasos.

—Déjame... quitarte los tenis. — su voz suave sonó como un ruego. — Sube el pie aquí, — levanto una pierna y golpeo su muslo. — prometo no tocar otra cosa que no sea el tenis.

Me abrace a mi misma, sintiendo la frialdad de mis manos y la calidez del viento.

La brisa susurra cosas...
Acércate, acércate, acércate.

Me repetía una voz de alguien invisible.

Di un paso hacia el frente, vi un destello brillar en sus ojos, aun con el sol dándole la espalda podía verlo perfectamente bien, pero solo podía distinguir el color de sus ojos, lo demás era solo gris, a veces muy negro, a veces muy blanco.

Camine hacia el, arrastrando los pies. Una sonrisa casi imperceptible se formo en sus labios y cuando pose mi pie en su pierna esta se ensancho, notablemente muy visible.

—Sabes, cuando éramos niños no gustaba venir a esta parte de la ciudad. Por este lado casi no hay turistas, esta solo, pero a pesar de eso, es hermoso, ¿no crees?

Le sonreí tímidamente en respuesta, no me salían las palabras, cada cierto tiempo mi garganta dejaba escapar una que otra, parecía como si tuviera un nudo en la garganta.

Me quito el tenis y paso al otro pie.

—Cuando salimos de la secundaria aquí fue nuestra foto de la graduación, y por la noche nosotros cinco nos quedamos a hacer una fogata y asar bombones.

Lo mire confusa. Las palabras según atoradas.

—Karla, Isabel, Azriel, tu y yo. Fue una hermosa coincidencia que el destino nos pusiera en el mismo camino a todos, y fue hermoso el destino al dejarnos seguir juntos.

Voltee a mi izquierda, donde habían unas rocas y pude imaginarnos a nosotros ahí, un recuerdo muy borroso. Muy vago.

—Si, justo ahí nos quedamos.

Nos miramos a los ojos, sentí una electricidad recorrer mi cuerpo, las olas y las gaviotas hacían una hermosa canción de fondo, pero aquel pitido lo arruinaba.

Empezó a caminar y yo lo seguí, lenta y débil, pero lo seguí.

—Nos gustaba corre y lanzarnos a las olas. Incluso después de la muerte de tu padre, seguíamos los cinco, corriendo por la orilla, obligándote a mover los pies.

Sentí el agua mojar mis pies, estaba tibia. Einar también estaba descalzo y tenia ambos pares de zapatos en su manos. Tal vez me sumergí demasiado que no note cuando se los quito.

La brisa susurra cosas.
La marea te guía.

La brisa me decía que corriera, que espantara a las gaviotas y me arrojara al agua. Y la marea parecía señalarme al hombre que tenia al lado de mi. Tal vez este loca, o solo estoy recordando, queriendo sentirme viva de vuelta. Había vuelto a nacer aquella vez en el hospital, ya nada era igual, la vida había cambiado.

Empecé trotando, dando pequeños pasos y luego unos mas largos y rápidos. Corrí y pase por en medio de la parvada de gaviotas que salieron volando al verme peligrosamente cerca de ellas. Y detrás de mi venia Einar, quien sostenía una sonrisa bastante orgullosa de si.

El aire me empezó a faltar, comencé a respirar por la boca y soltar sonidos raros que parecían jadeo y risas mezclados. Las olas se pusieron en coordinación con nuestros pies y empezaron a mojarme el pantalón.

Corrí y corrí todo lo que mis pies descalzos pudieran, a donde llegaran. Einar me tomo de la muñeca y corrió directo al agua, me aventó y el también callo, consumí una buena cantidad de agua salda, dure pocos segundo abajo de esta.

Las olas fuertes no ahogan.

Sali respirando hondo para olvidarme del sabor salado, jade por conseguir mas aire y cuando mis ojos conectaron con los suyos esboce una sonría y de mis cuerdas vocales salió una risa, una carcajada que se fue intensificando por el hecho de que el salpicaba agua con sus manos.

—La intención era no mojar los zapatos y me avente con ellos en la mano.

Los atardeceres ya no eran hermosos, no sin sus colores.

—¿Es hermoso no?

—¿El atardecer? — mierda, no debí de haber desperdiciado mis palabras en eso.

—Como el destino te puede poner personas magnificas en tu camino, algunas no tan buenas, pero de todas aprendes algo. — Apoyo sus brazos en sus rodillas y encima de estos su cabeza, viéndome a mi. — Eres hermosa.

Le sonreí y mire cualquier cosa que no fuera el para que no viera mi sonrojo.

—Eres surrealmente hermosa.

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