Brian

—¿No estas emocionada?, ya te dieron de alta.

Estaba vacía , sin expresión alguna, sin habla, solo movía los ojos para encontrarse con los míos por pocos segundo y luego mirar sus heridas.

Era como si hubiera dejado su alma en cualquier parte del mundo. Vacía.

—Vas a comer otra cosa que no sea la gelatina rancia sin sabor, vas a dormir mas cómoda...

—¿Y eso que tiene de emocionante? — casi me alegre de oír su voz, si no fuera por que se escucho muy apagado, fría y sin vida.

Sentada en la orilla de su cama, viendo el piso blanco en vez de la ventana que estaba enfrente de ella.

Sentía pena y lastima por ella, no merece la vida que le toco.

Einar tenia razón, nunca había notado ese brillo en sus ojos, hasta que se apago, antes de esto ella aun tenia poca esperanza de que algo cambiara.

—Vámonos.

Paso al lado de mi, indiferente.

Me rompe el corazón verla así.

Me dieron receta, vendas, medicina, un contacto de enfermera y uno de doctor por cualquier cosa que pasara con ella.

Regrese con ella, que ya estaba arriba del carro, esperándome.

—Ten. Agarra esto. — volteo sus manos que estaban en sus muslos, sin intención de moverlas, unas manos delgadas y de un amarillo pálido.

El ambiente se sumió en un silencio frio e incomodo para mi. No quería hacer conversación, ella no respondería. Me detuve en un semáforo en rojo. Voltee hacia todos los lados posibles al escuchar una risa. Una risilla que conocía al derecho y al revés, una que había escuchado en mi infancia, adolescencia y la deje de escuchar cuando me mude.

Entonces lo vi pasar.

Agarrado de la mano con otra pobre niña incrédula que cayó por los encantos de sus ojos.

Despertó algo en mi, como una chispa que encendió mi sangre, una ira incontrolable me comió de los pies a la cabeza, aprete el volante y la mandíbula, reteniendo mi impulso de aventarle el carro encima.

Gire de vuelta mis ojos al camino cuando el semáforo se puso en verde. Mire a la enana al sentir sus ojos encima de mi y me pregunto:

—¿Quien era el?