DESGRACIA DOBLE
Elisa.
Era realmente terrible. Habían tantas personas, familiares. Pero curiosamente nadie estaba llorando, solo mu abuela, quien se preguntaba por que se la llevaron antes.
Ningún padre estaría feliz de que su hijo muriera.
La ceremonia de entierro paso muy lenta, como si estuviera atormentándome. Sentía su espirito colgado a mi espalda, como se sentía con la muerte que ella me culpaba.
Ahora podrán vivir feliz en aquel lugar. Sin mi y junto a el. Al menos tuvo su final feliz.
¿Por que las personas malas siempre les va tan bien?
O quizá no y se esta quemando en el infierno. En el mismo en donde nos encontraremos ella y yo.
Era ya tarde cuando se acabo, todos me consolaron, ellos no saben que yo la mate.
Asesina...
—Elisa. — me llamaron.
—Es imprudente hablar de eso ahora, pero necesitamos hablar desiertas cosas...
—¿Como que?
—Primero, la casa era tuya, pero como se quemo, el terreno paso a ser tuyo. Segundo, te falta un año para vivir ser un adulto y mientras tanto te quedaras con alguno de nosotros tres.
—¿Por que?, si nunca se han preocupado por mi.
—Nosotros no lo quisimos Elisa. Queramos o no tienes que irte con alguien.
—¿Y si no lo quieren por que no me dejan aquí?
—Tampoco queremos nosotros niña. — me tomo del brazo con fuerza. — No te mandas sola.
—Sobreviví sola sin ustedes.
—La luz y el agua no se pagaban solas, nunca tuviste la necesidad de trabajar, siempre habia comida en la casa. Malagradecida.
Me soltó.
—Elige con quien quedarte. — me hablo el menor de los tres. — por lo menos durante un año.
—Pero no me quiero ir.
—Hay cosas que no podemos elegir.
Me di la vuelta y me fui de ahí.
Llegue al mismo parque donde conocí a Brian, en la misma banca.
Sentí mi teléfono vibrar, me sorprendí al ver el nombre de la mama de Einar en la llamada.
—Hija. Hola. — estaba sollozando.
—Hola, ¿que paso?¿esta bien?
—Ven por favor al hospital... — en ese momento un millos de posibilidades pasaron por mi mente, miles de ideas que esperaba fueran incorrectas. Seguí hablando, escuchaba su voz a través del teléfono, pero no le prestaba atención. —... sigue susurrando tu nombre.
Tienes 10 días.
Decía un mensaje en mi celular, era de mi hermano.
¿Porque?
¿PORQUE?
¿¡Porque!?
Por que cuando las cosas van bien y parecen que están mejorando siempre pasa algo que arrebata la tranquilidad.
Un agua tranquila advierte que vendrá lo peor.
—¡Elisa!, cálmate, no corras. — me gritaba Brian desde el carro.
No dejaba de susurrar tu nombre...
—¡Elisa! — me desplome en el piso, el cansancio llego a mis pies y ya no me pude levantar. — Cálmate enana, yo se para que venimos aquí pero la desesperación no te llevara a ningún lado. Toma mi mano y levántate, lo vas a ver.
No podía, mis piernas flaqueaban, no tenia fuerzas.
Llegue a esa habitación casi cargada por Brian.
—Llegaste. — me dijo su madre, con los ojos tan hinchados y rojos. — Creí que seria bueno que el te viera, no dejaba de susurrar tu nombre. Entra.
A paso corto y arrastrando los pies entre a esa habitación, tenia los ojos cerrados, una inmensa mancha de sangre en el pecho y unos latidos débiles.
—Einar... no me hagas esto. — tome su mano. — ¿Lo estas viendo?, nuestro árbol, con un solo fruto, podemos hacer que florezcan mas, si regresas y estas conmigo. Podremos ser felices los dos juntos, nada ni nadie nos va a volver a separar. Me hiciste volver a ver los colores...
Mordí mi labio tan fuerte que saboree mi sangre.
—Einar, no me abandones mas, que tiendo a recuperarme en tus brazos. — le bese su mamo, lentamente se estaba haciendo mas fría. — Te necesito...
Me acerque a el para darle otro beso en los labios, uno que probablemente no lo sentiría.
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