Capítulo 13: El callar no será mi vida.
Jasmine la había encontrado vagando por los pasillos con la mirada pérdida y, sin dudarlo, la había invitado a su habitación a beber ese té que se habían prometido.
Temblaba y parecía haber estado llorando pero, cuando le preguntó al respecto, la princesa Zel solo se había encogido de hombros y dicho que aún estaba cansada por los efectos del embrujo de Jafar.
Entonces, y notando que aún llevaba las ropas que el ex visir la había hecho llevar, ella y Dalia ofrecieron prepararle un baño y un nuevo atuendo, queriendo animarla y ayudarla a superar lo que le había ocurrido.
Así fue como Hazel pasó la mañana, en compañía de dos muchachas maravillosas que no querían nada más que verla bien. ¿Y qué hacía ella? Les mentía. Ya no soportaba el nudo en la garganta cada vez que una de ellas le preguntaba algo sobre Ababua o Aladdin, principalmente sobre él, que se había marchado hace tan solo unas horas.
— La verdad es que... —suspiró, Dalia deteniéndose momentáneamente. Estaban ella y Jasmine cepillando el cabello de Hazel cuando la morena habló— Alí y yo peleamos —admitió, jugando con sus dedos.
Jasmine se movió para quedar a su lado— ¿Podemos saber porqué?
No, pensó enseguida, bueno, quizás una parte.
— Sugirió que me acercara al príncipe Anders, que parecía estar interesado en mi —murmuró, sintiéndose mal pero relajándose en el hecho de que lo que decía no era del todo mentira— pero yo no quiero a Anders, yo quiero a- —se interrumpió a sí misma, girando para mirar a Dalia, que le devolvió la mirada con una sonrisa que delataba que sabía a quien iba a mencionar.
La doncella se movió también, dejando el cepillo de lado y sentándose al otro lado de la morena— Puedes estar tranquila —le dijo, posando una mano sobre la de ella— No estoy interesada en el consejero de su hermano.
— P-pero... —Hazel estaba confundida, en serio había pensado que algo sucedía entre la mujer y el genio— Yo creí que... Cuando los vi paseando...
Dalia apretó su mano con delicadeza— Acepté porque asumí que intentaban distraerme para llegar a Jasmine. Tu estabas con Anders por esa misma razón, ¿verdad?
Jasmine abrió la boca entre indignada y divertida, no habiendo tenido ni la menor idea sobre ese pequeño y descarado plan que, sorpresivamente, había dado resultados positivos al final.
— Sí —asintió Hazel con una risita, devolviendo el apretón, contenta— sí, exactamente.
Dalia y Jasmine rieron con ella, que parecía estar de mucho mejor humor después de que siguieron charlando y conociéndose mejor; era la primera vez de Hazel teniendo amigas.
Pero toda la diversión llegó a su fin cuando escucharon fuertes golpes provenientes del salón del trono; las tres poniéndose de pie y corriendo a las puertas de la habitación, encontrándose con algunos de los guardias de Hakim, que habían recibido las órdenes de escoltarlas y mantenerlas seguras.
Se encontraron con el jefe de los guardias y el sultán a las puertas del salón, Jasmine buscando con la mirada a Aladdin y, al no encontrarlo, posicionándose junto a su padre al mismo tiempo en que las pesadas puertas se abrían y todos podían ver a Jafar sentado en las escaleras que llevaban al trono.
Los guardias comenzaron a rodearlo, pero el hombre no hizo atisbo de moverse, simplemente alzó la mirada y sonrió esa desagradable sonrisa que le helaba la sangre a Hazel.
— Jafar —la voz del sultán era fuerte y autoritaria, y aún así el ex visir no lucía intimidado— Debiste haber dejado Agrabah cuando tuviste la oportunidad.
El hombre soltó una carcajada cínica— ¿Por qué irse cuando la ciudad me pertenece ahora? —preguntó, poniéndose de pie y caminando al frente— He soportado tu incompetencia y tu poco carácter para reinar el tiempo suficiente —el padre de Jasmine iba a ordenar a los guardias que se lo llevaran, pero el hombre siguió— viejo tonto —se burló, sacando de entre su túnica la lámpara mágica, Hazel adelantándose, parándose junto al sultán y la princesa, intentando conectar su mirada con la del hombre.
— Jafar —llamó, queriendo atraer su atención para que no hiciese lo que sabía que quería hacer, pero fue demasiado tarde. El visir le sonrió, frotando la lámpara.
El genio emergió en tan solo segundos, mostrándose en todo su poder, mas su expresión revelaba lo preocupado que estaba por lo que podía pasar ahora.
Miró a Hazel y suspiró, la mujer devolviéndole la mirada con una expresión que pretendía ser tranquilizadora, pero ella estaba tan asustada como él.
— Genio —habló Jafar, mirando al sultán mientras lo hacía— Para mi primer deseo... ¡Deseo ser el sultán de Agrabah!
— Como lo desee, amo —aceptó abatido el genio, después de todo, no tenía más opción.
Movió sus manos, de ellas saliendo chispas y luz que envolvieron a Jafar y crearon una ola que atravesó todo el palacio, todas las vivas decoraciones y colores transformándose en oscuras, al igual que la ropa del hombre, que ahora lucía como la de un sultán sin dejar de lado el negro y rojo que lo caracterizaba, el genio regresando a la lámpara cuando todo estaba hecho.
El padre de Jasmine volvió a intentar hablarle al jefe de sus soldados, pero Jafar se le adelantó— Hakim, obedeces al sultán, así que ahora me obedeces a mi... —el hombre lucía indeciso, se atrevió incluso a mirarlos a todos, pensando qué debía hacer— ¡Conoces la ley, Hakim!
— No... —Jasmine miró al hombre que los había protegido a ella y a su padre por tantos años inclinarse ahora ante Jafar, reconociéndolo como el sultán y haciendo que los demás soldados lo hicieran también.
— Hakim —la sonrisa del ahora nuevo líder aterraba a Hazel— Reúne un ejército para invadir Shirabad —ordenó.
Siglos de reglas y absurda verdad
Que se han escrito en piedra
Quédate inmóvil y no hables jamás
Adiós a esta leyenda...
— ¡No puedes-! —Jasmine dio un paso al frente, Haz tomando su mano para mantenerla en su lugar; enojar a Jafar no iba a resolver nada, solo empeorar las cosas, debían pensar bien cómo proceder.
— ¡Creo que ya hemos oído bastante de ti, princesa! Es hora de que empieces a hacer lo que debiste haber hecho todo este tiempo. Mantente en silencio —gritó Jafar, Jasmine petrificada por la impresión— ¡Guardias, llévensela! —ordenó, la princesa teniendo que calmar a Rajá y a su padre para que el hombre no les hiciese daño.
Y yo no quiero derrumbarme
Los llamo a intentar
A callarme y vencerme ya...
Hazel vio como los hombres que alguna vez habían jurado lealtad a Jasmine y su padre ahora la arrastraban fuera. La princesa había dejado de forcejear, pero ella sabía que eso no significaba que se estuviese rindiendo.
Rajá se quedó entre ella y Dalia, ambas acariciando suavemente su cabeza para mantenerlo calmado, la otra mano de Hazel echa puño a su costado, intentando pensar en algo que los pudiese liberar de este aprieto en el que Al y ella los habían puesto a todos.
Silencio nunca
Desean que enmudezca
No tiemblo con la idea
Y callar no será mi vida, vida
Los recibo firme como roca
No han de cerrar mi boca
Y callar no será mi vida...
Jasmine sabía que no podía dejar a su padre, a sus amigas y a su fiel mascota allí, con ese hombre que no añoraba más que poder y riquezas, con ese despreciable intento de sultán. ¿Pero qué podía hacer? Había leído, había estudiado toda su vida, creía que estaba destinada a ser algo más que una princesa, que algún día llegaría a ser quien llevase la batuta y ayudase a mejorar y enriquecer Agrabah, pero ninguno de sus libros la habían preparado para lo que estaba enfrentando en esos momentos.
Volteó y vio a Jafar sonreírle desafiante, las puertas comenzando a cerrarse tras ella.
Creen que me van a enjaular
No lograrán mi rendición
Alas rotas pero entera en llamas vuelo hacia el sol
Sus acciones mi voz no amedrentan...
Se soltó del agarre de los guardias y se giró, gritando el nombre del líder de los soldados, haciendo que todos, incluso su padre que intentaba llegar a ella, se detuviesen a escucharla, escucharla como nunca nadie había hecho antes.
— Eras solo un niño —comenzó a decir, dirigiéndose exclusivamente al soldado— cuando tu padre vino a trabajar la tierra —por el rabillo del ojo notó a Jafar sentándose en el trono, aburrido— pero te has levantado y convertido en nuestro soldado de más confianza. —continuó, entrando nuevamente al salón a paso lento— Como hombre sé que eres leal y justo. Pero ahora tienes que elegir. El deber no siempre es honor, nuestro mayor reto no es hablar en contra de nuestros enemigos, sino desafiar a aquellos cuya aprobación buscamos más.
Hazel y Dalia sonrieron observando a la princesa, su padre haciendo lo mismo, orgulloso por cada palabra que dejaba su boca y la decisión que lo hacían.
— Jafar no es digno de tu admiración ni de tu sacrificio... —dijo, su discurso siendo interrumpido por el nombrado.
— No deseo más que gloria para el reino de Agrabah —habló, su tono molesto y desafiante, tan desafiante como la mirada que la princesa le lanzó entonces.
— No —lo retó— Buscas gloria solo para ti. ¡Y te la ganarías a costa de mi gente! —gritó, haciendo que se callara, volviendo a dirigirse al soldado tras una breve pausa— Hakim, estos soldados te seguirán a donde los guíes, pero depende de ti. ¿Te vas a quedar callado mientras Jafar destruye nuestro amado reino, o harás lo que es correcto, y estarás junto al pueblo de Agrabah?
Si quieren creer que tiemblo con la idea
El callar no será mi vida, vida
No acepto que traten de sofocarme
Dejen de subestimarme
El callar no será mi vida
El callar no será mi vida, vida
♡ ♡ ♡
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