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Capítulo 12: Por siempre tu amistad.

Sentía dedos desenredar con delicadeza su cabello, haciéndola querer acurrucarse aún más entre las sabanas de seda que envolvían su cuerpo.

Hundió la cabeza en la almohada y suspiró, contenta. Se sentía tan a gusto allí, en paz, tranquila, cómoda y sin ninguna preocupación. Sentía que flotaba, como si el lado racional de su cerebro se hubiese tomado unas bien merecidas vacaciones y la hubiese dejado allí, en un estado de completa felicidad.

— ¿Despertará pronto? —oyó una voz masculina preguntar cerca de ella, la mano que acariciaba su cabello deteniéndose un momento— ¿Estará bien, verdad?

— Lo estará —aseguró una segunda voz, esta también de un hombre y escuchándose aún más cerca de ella— Jafar jugó con su mente por más de doce horas, le llevará un rato reponerse y ordenar no solo sus pensamientos, pero también sus sentimientos —añadió, explicando a más detalle la lógica detrás de todo— Debemos dejarla descansar, solo así volverá a ser la misma.

Alguien dejó un beso sobre su cabeza, el peso que había a su lado en la cómoda cama dejando de existir cuando ese alguien se levantó. Pronto sintió a alguien más darle un cariñoso apretón en el hombro y, segundos más tarde, silencio.

Volvió a sumergirse en su propio subconsciente.

♡ ♡ ♡

— Príncipe Ali, le debo una disculpa.

Luego de asegurarse de que Hazel estaba segura en su habitación —y de persuadir al genio para que la dejase sola y lo acompañara— regresaron al salón en el que había ocurrido todo, desde el encarcelamiento de Jafar hasta la perdida de consciencia de su mejor amiga, a quien estaba aliviado de haber podido salvar.

Sentados frente a él y el genio estaban el sultán, Jasmine y Dalia, los tres mirándolos con una sonrisa orgullosa que lo hacía sentir aún más culpable. Sí, había sido capaz de detener a Jafar, pero no merecía el reconocimiento y afecto que le estaban entregando, así que decidió decir algo al respecto.

— Bueno, su alteza, hay algo que me gustaría explicar... —suspiró, mirando al frente de forma solemne, listo para decir la verdad, la verdad de todos los acontecimientos que lo habían llevado a estar ahí en ese instante, pero el sultán lo interrumpió.

— Tu honor e integridad no volverán a ser cuestionados aquí en Agrabah —dijo, Jasmine sentada a su lado con orgullo plasmado en su sonrisa— Un joven así de noble y sincero nunca había caminado por los pasillos de este palacio.

Bien, eso pintaba muy bien. Había, por fin, hecho algo bien. Quizá decir la verdad no era la mejor idea en esos momentos.

— Me sentiría honrado de llamarte mi hijo —soltó entonces el sultán, los demás presentes mirándolo sorprendidos— Si eso fuera algo que alguien quisiera... —añadió, girándose para mirar directamente a su hija, que se sonrojó ligeramente bajo la atenta mirada de los demás.

Tras decidir que todo sería discutido más tarde y con Hazel presente, Al y el genio se encaminaron a la habitación del primero, que no podía de satisfacción por tener la aprobación del padre de Jasmine.

Y, aunque el genio se sentía feliz por él, no podía evitar la conversación que tendría con el chico por no haber aprovechado ese momento para sincerarse con la princesa.

♡ ♡ ♡

Cuando despertó sintió un cosquilleo en su estómago al notar que no solo estaba en su habitación en lugar de la de Jafar, sino que también había recuperado el control de su mente, sentidos y acciones. 

Miró a su alrededor, las cortinas estaban cerradas pero aún así se colaban finos rayos de sol que iluminaban levemente el cuarto, dejando entrar el calor y aumentando la sensación de libertad. Se levantó, perdiendo el equilibrio pero recuperándolo rápidamente, la emoción de ver a todos más grande que el leve mareo por haberse puesto de pie tan a prisa.

Bufó cuando sus ojos encontraron su reflejo en el gran espejo de la habitación, viéndose a sí misma en el atuendo que Jafar la había hecho vestir para él. Buscó algo con que cubrirse, decidiéndose por una túnica azul cielo, intentando luego domar un poco su cabello para lucir al menos presentable.

Quería ver a su mejor amigo.

Y al genio, también quería ver al genio.

Caminó por los pasillos a paso rápido, deteniéndose solo una vez al toparse con Jasmine y Dalia, que tras asegurarse de que se encontraba mejor y ponerla al tanto de la situación de Jafar le dieron las buenas nuevas sobre Aladdin y la aprobación del sultán, atrapándola en un fuerte abrazo.

Al separarse la morena felicitó a la princesa, prometiendo que bebería el té con ella más tarde y despidiéndose para, ahora sí, correr a la habitación de Al, deteniéndose en cuanto escuchó a su mejor amigo alzar la voz, diciendo algo que no pudo entender.

Se adentró más en el cuarto, ocultándose de los ojos de los dos hombres.

— Prefieres mentirle a alguien a quien amas que renunciar a todo esto —la voz del genio llegó a sus oídos, haciendo que sintiese cosquillas, mas las palabras que escuchó no le gustaron en absoluto. Sí, sabía por Jasmine y lo feliz que estaba que Al probablemente no había revelado su secreto aún, pero no pensó que la realidad fuese que no quería hacerlo.

— No lo entiendes, genio —le respondió Aladdin, Haz ocultándose tras uno de los pilares del enorme cuarto para oír la conversación— La gente como yo no consigue nada si no fingen.

Un nudo se instauró en la garganta de la morena; lo que  Al decía era, en parte, cierto. Si no hubiese sido por el genio ella aún estaría bailando —y más— para un grupo de hombres horribles e incluso entonces pasaría  frío y hambre.

— Creo que, tal vez, tu no lo entiendes —insistió el genio, acercándose a Al— Cuanto más ganas fingiendo, menos tendrás en realidad —dijo, el tono de su voz entristeciendo a Hazel— En diez mil años, nunca, ni una sola vez llamé amigo a un amo. Rompí las reglas por ti, te salvé la vida... ¿Y para qué? Esto me rompe el corazón, chico. Me estás rompiendo el corazón.

— ¡Genio, no! —la chica saltó de su escondite antes de que el hombre se ocultase dentro de su lámpara, pero fue tarde. Miró a su mejor amigo, que le devolvió la mirada entre entristecido por lo sucedido y aliviado por verla bien— ¿En serio piensas no decir la verdad? —le preguntó. No pretendía ser brusca, pero estaba molesta, asustada y confundida.

— Y-yo... ¡Hazie, mira todo lo que tenemos aquí! Nuestra vida es mucho mejor. ¡Somos realeza!

— ¿Y la vida del genio qué? Prometiste que lo liberarías —bufó ella, señalando la lámpara— ¡Se lo prometiste, Al!

— Quiero que seamos felices, Haz —suspiró su amigo, lucía abatido, pero sabía que seguiría insistiendo— No tendrás que volver jamás a ese trabajo que odias tanto. Además, el príncipe Anders parece interesado en ti, ambos podríamos tener nuestro final feliz aquí.

— No quiero a Anders —murmuró Haz, sus dedos rozando el hogar del genio con delicadeza, los ojos de Al siguiendo esta acción— y preferiría volver a ese trabajo que seguir mintiendo —dijo, aunque, en el fondo, sabía que la simple idea de regresar allí le aterraba.

Ambos se miraron por varios segundos, Al con las manos en puños a sus costados, Haz con ojos cristalizados y cierto temblar en su cuerpo. 

Ellos jamás habían peleado, nunca. Desde el primer día estuvieron el uno para el otro, ya fuese con consejos, palabras de aliento, abrazos o incluso para curar sus heridas cuando alguno se metía en problemas. Eran un equipo, una alianza, una que hasta ese día jamás se habían cuestionado. Eran mejores amigos, habían pasado por el infierno juntos, peleando contra el hambre en una ciudad que quería deshacerse de ellos como si fuesen ratas.

Hazel lo había dado todo por Aladdin. Había convertido su vida en una pesadilla constante solo para cuidarlo a él y a su monito; haría lo que fuese por asegurarse de que ambos no pasasen hambre o frío, incluso destruirse a sí misma al ponerle precio a su cuerpo.

Pero, en ese momento, se preguntaba si había valido la pena.

— Bien —soltó él, tomando bruscamente la lámpara de entre sus dedos— hazlo entonces.

Vio al chico tomar una mochila y echar allí el hogar del genio, marchándose a paso rápido con una expresión de enfado y decepción que jamás le había visto en el rostro. Suspiró, quedándose allí, en medio de la habitación, sola y con lágrimas que habían decidido por fin escapar de sus ojos.

— Al... —susurró, intentando mantener la compostura. Solo era una pelea, ¿verdad? Aladdin regresaría y harían las pases de inmediato, dándose un enorme abrazo que haría a ambos tambalearse y reír por lo estúpidos que habían sido— Yo compartí, yo disfruté contigo en este andar... —observó el cuarto, intentando concentrarse en algo más que sus recuerdos, sin éxito— y al terminar siempre tendré historias que contar...

No era una simple pelea y, en el fondo, lo sabía.

Todo se desvaneció, de repente ya cambió.... Este si es el final, sin preguntas, sin hablar... 

Las palabras dejaban su boca en un cantar que rompía su corazón en trozos tan pequeñitos que la hacían preguntarse si algún día podría repararlo; se acercó a la ventana y miró el sol que ahora, a diferencia de cuando había despertado, parecía estar mofándose de ella en lugar de brindándole calor.

— Di quien tiene la razón, qué rumbo es el mejor... Solo sé, lo que un día fue, ya todo se acabo.

Por siempre tu amistad

Soltó un sollozo, deslizándose por la pared hasta tocar el suelo, abrazando sus rodillas y llorando lo que había querido llorar desde que Jafar la había marcado como suya, un sentimiento que había crecido en su interior y ahora dejaba salir, la gota que había derramado el vaso siendo Aladdin saliendo de su vida.

...siempre tu amistad...

♡ ♡ ♡

La canción que canta Hazel está arribita y es de una de mis películas favoritas (escribí una historia incluso, fue uno de mis primeros fanfics JAJAJAJ), El Camino hacia El Dorado ♡

Espero que les gustase el capítulo! La historia está llegando a su fin y solo @JufiJauregui sabe un secretito que les contaré AL FINAL.

Besos,

Connie.



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