29. Au revoir, mon amour
📆 ÚLTIMA SEMANA DE ABRIL
Aunque estoy intentando contener las lágrimas es algo que no puedo mientras lleno mi maleta de ropa. Aprieto mis labios cuando siento el agua en mis mejillas, a la vez que mi cuerpo tiembla de forma considerable.
-Sianna.
La voz de mi abuelo adentrándose en mi habitación no me hace desviar mi mirada hacia él, pues si lo hago, sé que voy a comenzar a llorar y no habrá quien me pare.
-La ropa de invierno la dejo aquí. Debería ir a mi casa a recoger mis cosas, pero sinceramente, creo que ese embustero puede que la haya quemado toda. Así que solo me llevo la de verano, porque voy a volver -le cuento suspirando un par de veces mientras los ahogos de mi garganta al intentar hablar son cada vez más evidentes.
-Lo sé -me contesta él cuando sus pasos ya están muy cercanos a mi- cariño.
No puedo aguantarlo más. Me doy la vuelta y me arrojo a sus brazos hecha un mar de lágrimas. Mi abuelo me abraza con la misma emoción que tengo yo, no queriendo casi ni hablarme y dejándome llorar.
-Odio tener que irte y dejarte. Odio irme tan malditamente lejos y no estar contigo.-le confieso titubeante, pues mis lágrimas no me dejan casi ni hablar.
-Y yo también odio que te vayas, pero, tienes que vivir tu sueño. Bailar. Demostrarles a todos lo buena que eres, y después, ser grande, Sianna. Y yo iré a verte. Suerte que el Mundial de Clubes en Estados Unidos, y así podré asistir a algunos de tus recitales -mi abuelo me separa de su pecho, mirándome con todo el amor del mundo. Tanto tiempo odiándolo cuando ahora lo quiero más que a mi vida.
Mi abuelo me calma, ayudándome a terminar la maleta. Hacer eso juntos me relaja, aunque esta tarde tengo que despedirme de mucha gente y sé que otra vez me pondré a llorar. Una vez acomodadas mis cosas, dejando lo último para mañana, me agarro a su brazo mientras él me lleva a la cocina para compartir un buen vaso de zumo.
-Abuelo, ¿has sabido algo de... bueno, ya sabes? -le pregunto una vez sentados ambos en los taburetes de la cocina.
-Si me preguntas por ese que se creía tu padre, llamó a mi abogado hecho una furia cuando descubrió que se han retirado de su cuenta los últimos ingresos. Amenazó con denunciarme por no sé que y mi abogado le recordó que aparte de sus palabras, una prueba de ADN dice que no es tu padre y que encima, nunca se casó con tu madre, así que, no tiene derecho a nada ni tuyo ni de Anabel -aprieto mis labios con alivio pues hasta yo misma he tenido que bloquearlo, harta de sus reproches.
-Otra mentira más, lo de que estaban casados.
-Bueno, en eso tu madre fue previsora y no llegó a casarse con él. Y en cuanto a lo del detective, por desgracia, no ha descubierto casi nada. Mi teoría es que mi hija salía con tu padrastro y con alguien más que es tu padre biológico. Pero, quien es, es un enigma para todos.
Mi abuelo es quien se encarga de preparar el zumo, acompañándolo con algo de queso. Durante minutos nos centramos en el tema de mi madre, para obviar el hecho de que hoy tendré que despedirme de todos, sin tener aún claro si volveré. Nuestras teorías sobre mi padre son algo alocadas, desechando la idea de que es Cristiano Ronaldo, por la edad.
-Abuelo, estaba pensando que me gustaría ver el piso de mamá. Creo que solo he estado un par de veces ahí cuando era pequeña y casi ni me acuerdo.
-Claro. Claro -me contesta él mostrándose muy de acuerdo con mi petición- ahora mismo busco las llaves y bajamos.
Mi abuelo me deja en la cocina terminando mi zumo mientras él sale de ella para ir a por las llaves del piso. Durante todo este tiempo que llevo aquí, no he querido entrar en el porque sabía que acabaría mal acordándome de ella. Pero ahora mismo lo necesito. Sé que no encontraré respuestas ahí, ni le reprocharé nada, pero ese piso es una parte de su vida que mantuvo bien alejada del señor Miller.
-Sianna, ¿vamos? -mi abuelo me llama desde la puerta, levantándome al instante del banco donde estoy sentada.
Camino junto a él, saliendo del piso, dirigiéndonos hacia el ascensor. Solo es una planta, pero mi abuelo se cansa mucho con las escaleras. Durante el breve trayecto, ambos estamos unos buenos segundos en silencio, uno que rompe los fuertes y rápidos latidos de mi corazón. En cuanto llegamos a la planta, las puertas se abren, saliendo nosotros por ellas.
-Dos veces al mes vienen a limpiarlo -me informa mi abuelo, llevando la llave a la puerta, y abriéndola para que sea yo la primera en entrar.
-Huele a vainilla -le digo una vez en el vestíbulo, sorprendiéndome la calidez del piso aún sin estar nadie viviendo aquí.
-A tu madre le encantaba y compré un dispositivo de esos que según el tiempo que le pongas, deja salir el aroma.
Recorro el piso de mi madre, dejándome mi abuelo espacio al hacerlo. Me sorprende que todo está igual a como lo recordaba. Los muebles. Las cortinas. Las habitaciones. Hasta mis juguetes. No puedo evitar que se me escapen un par de lágrimas al ver la mecedora que hay en mi cuarto, donde ella solía sentarse y me contaba un cuento antes de dormir.
-No la culpo, abuelo -le digo a él sintiendo su presencia tras de mi- me dio todo el amor del mundo y siempre estuvo cuando más la necesité, y si ocultó quien era mi verdadero padre, sería por una razón muy fuerte.
-Yo solo siento que no confiara en mi para contármelo y si en ese desgraciado -me contesta él con bastante amargura en su voz. Me acerco para abrazarlos, fundiéndonos ambos en ese abrazo que tanto necesitamos.
-Seguro que lo sabremos, de una forma u otra, lo sabremos -le aseguro marcando mi rostro en una sonrisa para que él haga lo mismo.
Cojo un peluche de encima de la que era mi cama, pues tengo todas las intenciones de llevármelo a Nueva York. Paso por cada habitación, escuchando las anécdotas que mi abuelo recuerda de cuando pasábamos las vacaciones aquí. Estamos los dos tan abstraídos que casi se nos olvida que hemos quedado con mis tíos para comer.
-Abuelo, he estado pensando una cosa -le digo entrelazando mi brazo con el suyo, dispuestos a salir ya de aquí.
-Dime, cariño.
-Pues que como el primo Gonzalo se viene ahora a vivir a Madrid, que he pensado que si quiere, que puede instalarse en el piso de mamá. Es una pena que esté vacío y seguro que a él le va a encantar vivir aquí, que con lo de los bebes que espera Marta, estarán muy agobiados.
-Cariño, seguro que a tu primo le encantará venirse aquí a vivir -Mi abuelo me mira con algo de sorpresa en su rostro, pues no esperaba que le dijera esto.
-Es que, de todas formas, yo, si vuelvo, voy a seguir viviendo contigo -mi abuelo abre la puerta de la calle, y se gira dándome una divertida sonrisa, antes de hablarme otra vez.
-O con tu novio.
Me sonrojo tras sus palabras pues no es algo que me haya planteado todavía. Aún estoy decidiendo si Madrid o Nueva York son mi sitio como para pensar en vivir con Kylian. Algo a lo que no me negaría si él me lo pidiera.
Agarro el brazo de mi abuelo antes de dejar que salga del piso. Solo tengo que acercarme a él y dejar que de nuevo sus brazos me envuelvan, sin importarme ya llorar otra vez. Algo que no he dejado de hacer desde que me levanté esta mañana.
-Gracias, abuelo, gracias por cuidarme tanto. Si puedo volver a bailar de nuevo, es gracias a ti. Perdóname por todos estos años en los que te he odiado. Perdóname por todo lo que me he perdido a tu lado -mi abuelo me separa de su pecho, con los ojos igual de anegados en lágrimas que los míos. Sus pulgares acarician mi mejilla con mucha dulzura provocando que tenga aún más ganas de llorar.
-Gracias a ti, Sianna, por elegir venir aquí. Me has devuelto las ganas de vivir. De querer luchar por ti. Nunca olvides que te quiero. Estés donde estés, yo siempre voy a estar aquí.
Mi abuelo pone una de sus manos cerca de mi corazón, ofreciéndome una sonrisa, una que sé que es triste aunque intente disimularlo.
Y viéndolo así. Tan desolado sin haberme ido aún, sé que me va a resultar más difícil el irme.
Porque no quiero decirle adiós.
🕰 MÁS TARDE
Llevo toda la noche intentando no llorar, pero, cuando ya llegué con los ojos hinchados de casa, el contenerme ahora es bastante difícil, más si a mis amigas se le escapan las lágrimas de vez en cuando, como me sucede a mi.
-¿Qué te duele dejar más? -Lorena se sienta a mi lado, posando una mano en mi rodilla mientras me ofrece otro vaso de ese té helado tan bueno que hace Jude.
-¿A qué te refieres?
-Vas a cumplir el sueño de tu vida. Te vas de gira a recorrer Estados Unidos, siendo una de las protagonistas, y estás como si fueras a ingresar en confinamiento. Por eso, ¿Qué te duele más? -mi mirada se desvía de mi amiga hacia Kylian, quien también se da cuenta de que lo busco porque lo primero que hace es sonreírme.
-Dejarlo a él y a mi familia -mi rotunda respuesta es algo que he querido callar para convencerme a mi misma que no los voy a echar tanto de menos, pero lo cierto es que si va a ser así- ¿sabes? hasta hace poco pensaba que bailar era mi sueño, lo que quería y que lo demás no me importaba nada. Pero, no es así, aunque sé que en cuanto esté encima de un escenario, la adrenalina volverá de nuevo a mis venas.
Lorena pasa uno de sus brazos alrededor de mis hombros, atrayéndome un poco hacia su cuerpo. Las conversaciones y las risas de los demás, me llegan amortiguadas porque ella es ahora mismo mi refugio.
-No estaréis tan lejos durante unas semanas. Tu abuelo es capaz de ponerte un avión privado para que vayas a verlo -me asegura ella entre risas, dándole yo la razón a sus palabras.
-Ya me lo ha ofrecido, y tengo que decirte, que no voy a rechazarlo.
Luara se une a nosotros, ocupando mi espalda, dejándome abrazar por las dos. Las voy a echar de menos cuando me vaya, y aunque nos hemos prometido hablar todos los días, sé que no va a ser lo mismo.
-Sianna, ¿nos vamos? -levanto mi cabeza cuando Kylian me requiere.
Me deshago del abrazo de mis amigas, poniéndome en pie para ir hacia él. Este es el momento que tanto temía, el de despedirme de mis amigos sin tener aún claro si voy a volver.
-Bueno, no sé muy bien que deciros -empiezo a hablar sintiendo un nudo en mi garganta, mientras miro a Jude, Lorena, Brahim y Luara.
-No digas adiós -me pide Lorena encogiendo sus hombros- nos vamos a ver de aquí a nada.
-Solo danos un abrazo y un beso -añade Jude, abriendo sus brazos para que sea él el primero por quien empiece a despedirme. Me acerco, siendo abrazada de una forma muy cariñosa. Segundos son los que estoy así, sintiendo la calidez de su cuerpo.
-Gracias, Jude, conseguiste que no me sintiera tan sola en Valdebebas -varios besos son dejados por él en mis mejillas, sonriéndome al hacerlo. Me doy la vuelta dirigiéndome hacia Brahim, quien luce casi tan triste como su novia.
-Gracias a ti por hacerme reír tanto y por preocuparte por mi -abrazo al malagueño recibiendo un gran abrazo por su parte, deshaciéndose él en sonrisas conmigo.
Cuando llega el turno de mis dos amigas, sé que ambas están conteniendo las ganas de llorar, al igual que hago yo. Acabamos las tres abrazándonos bastante rato, haciéndonos promesas que tengo que cumplir. Minutos después busco la mano de Kylian entrelazando mis dedos con los suyos.
Dejo que él me saque de casa de Lorena y Jude, pues mis piernas casi me retienen de hacerlo. Doy un último vistazo a la puerta, viendo a mis cuatro amigos despidiéndose de mi, doliéndome el alma con este adiós. Kylian me estrecha contra su pecho, buscando yo refugio en el, dejando que me lleve hasta su coche.
Me invade tanta tristeza que no soy consciente del momento que me he sentado y él ha arrancado el coche para irnos. Solo veo el paisaje que durante estos meses me ha sido tan familiar, y las luces de la ciudad brillando todavía. Contengo mis lágrimas porque sé que si ha sido duro despedirme de mis amigos, aún lo será más cuando tenga que decirle adiós a él.
-¿Dónde vamos? -le pregunto a Kylian pues se ha desviado bastante del camino de vuelta a mi casa.
-A un sitio.
Kylian palmea mi muslo ofreciéndome una amplia sonrisa después de hablar. Decido no preguntarle más y dejar que él nos lleve donde quiera. Su mano derecha aún sigue sobre mi, entrelazando mis dedos con los suyos durante el resto del camino.
Solo unos minutos más y Kylian detiene su coche al final de un camino cerca de un páramo donde no hay absolutamente nada. Solo oscuridad y las luces de la ciudad al fondo.
-Ven conmigo.
Kylian se quita el cinturón de seguridad, pidiéndome que haga los mismo. Me deshago de el, y abro la puerta del coche para salir. Al hacerlo, el frescor de la noche me recibe, dándome un poco de calor con mis brazos, aunque es Kylian quien termina abrazándome para quitar ese frío.
Me dejo guiar por él, llevándome Kylian por el sendero hasta llegar a una especie de balaustrada donde se ve casi todo Madrid. Verla así, iluminada y tan viva a pesar de ser ya de noche me produce cierta melancolía.
-Seguirá aquí, cuando vuelvas. El día que sea. Mañana. Pasado. En una semana. Un mes. Cuando sea. Y yo también estaré -sus brazos rodean mi cuerpo, apoyándome en su pecho al hacerlo. Las ganas de llorar han vuelto de nuevo con más fuerza y me están costando mantenerlas.
-Va a ser difícil estar sin ti -le admito empezando a sentir de nuevo esa opresión en el pecho que no me ha abandonado en toda la semana.
-Pero vas a poder. Los dos vamos a poder hacerlo. Además, no te va a resultar tan difícil separarte de mi, Sia. Pienso recorrer Estados Unidos siguiéndote como tu mayor fan -una carcajada sale de mi boca sabiendo que lo hará. Estoy segura de que el día que termine la participación del Real Madrid en el Mundial de Clubes, él irá a buscarme- y te prometo un ramo de rosas cada vez que acabes una de tus actuaciones.
-Así fue como empezaste a conquistarme, Kylian. Con aquel ramo que me enviaste al hospital.
Su sonrisa es algo calmada, escondiendo quizás él todo lo que nos abruma a los dos. Sus labios buscan los míos, besándome lentamente, tan lento que cada una de mis terminaciones nerviosas se alteran a causa de sus besos. Sus dedos están en la parte de atrás de mis mejillas, acariciándome con suavidad.
-No voy a dejar de quererte en la vida. Nada va a separarte de mi, Sianna, quemo el puto mundo si hace falta con tal de que no te alejes de mi.
"Lo dejé dormido cuando me fui. No pude decirle adiós y que me viera llorar. Decidí dejarle una carta junto a la almohada, una que le había escrito un par de días antes y no era capaz de dársela.
Irme y dejarlo en esa cama donde tanto habíamos compartido es lo más duro que he hecho en mi vida, más que cuando dejé Nueva York para venir aquí. Por suerte, Kylian no se enfadó mucho conmigo cuando le di mis razones de mi "huida".
Y ahora que estoy en el avión que me lleva a la que es mi ciudad, o creo que lo es, no dejo de preguntarme si estoy tomando la decisión correcta. Si tendría que dejarme llevar por el amor y correr a sus brazos.
Pero le prometí a todos que lo intentaría y es lo que haré. A riesgo de que mi cabeza, se vuelva loca otra vez"
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