13. Tanto tiempo
📆 AL DÍA SIGUIENTE
-¿Y no será que tiene Covid -muevo mi café después de haberle echado el azúcar, bostezando aún a pesar de ser más de media mañana.
-Mi tía le ha hecho la prueba y salió negativo. Al parecer es gripe y está fatal -percibo en Sianna algún titubeo mientras me habla, así como algo de angustia porque su abuelo esté enfermo- yo también me he hecho la prueba y ha salido negativo.
-Me alegro mucho de que tú estés bien.
-Y yo más -Sianna titubea un poco antes de seguir hablando percibiendo algo de nerviosismo en sus palabras- si llega a salir positivo, tú también te la hubieras tenido que hacer...
Entiendo ahora su nerviosismo después de hablarme, pues, si ella tenía Covid, seguramente, yo también podría estar contagiado después de besarnos el otro día.
-Bueno, hubiera valido la pena -una pequeña carcajada sale de su boca cuando termino de hablar. Y no es algo que le haya dicho por decir, es que no puedo dejar de pensar en ella y en sus besos.
- Kylian, ¿te importa que dejemos la cena para otro día? no quiero dejarlo solo -me pide Sianna aún con la angustia reflejada en su tono de voz.
-Claro que no me importa. Lo primero es que él esté bien.
-Gracias. Realmente está fatal y me da miedo de que pueda coger una neumonía o algo.
-Espero que no, pero, tiene la suerte de tener una preciosa enfermera que seguro que lo va a cuidar de maravilla -Sianna ríe cuando hago referencia a ella, provocando que en mi boca luzca también una sonrisa.
-Bueno, si alguna vez necesitas una enfermera que te cuide, puedes llamarme que acudiré solicita a encargarme de ti.
Mi perturbada mente me hace imaginarla vestida de enfermera, sentada en la encimera de mármol donde estoy desayunando, y con mi cabeza entre sus piernas. Y joder, vaya imagen.
-Sianna, no hace falta que me lo digas dos veces, estaré encantado de que me cuides.
Solo hablamos un par de minutos más, hasta que ella se despide de mi, prometiéndome llamarme más tarde. Agito mi cabeza dejando el móvil a un lado mientras este no dejar de recibir notificaciones que ignoro. Fijo mi mirada en la ventana, que me muestra un soleado día de invierno que no despierta en mi las ganas de salir a la calle.
Solo puedo pensar en anoche. En como besarla fue una locura. El deseo que por fin pude satisfacer pero que me dejó con más ganas de ella. Si antes pensaba que me gustaba, después de besarla tengo que admitir que es algo más, y las ganas de averiguar que es ese algo crecen con cada segundo que comparto con Sianna.
Todos esos pensamientos quedan atrás cuando recibo una llamada en mi móvil. Al mirar la pantalla chasqueo mi lengua un par de veces porque es Francois, mi abogado y cuando me llama seguro que no es por nada bueno. Decido contestarle, imaginando miles de posibles situaciones por las cuales él me llama un domingo por la mañana, y en todas, o casi todas, está mi madre.
-Buenos días, Francois -le contesto sentándome en una de las sillas de la cocina, esperando sus malas noticias, que lo serán.
-Te diría que son buenos, pero, evidentemente si lo fueran no te llamaría -me contesta, siendo tan claro y directo como en él es habitual.
-Mi madre, ¿verdad?
-Así es. Acaba de presentar una demanda en un juzgado de París, en la cual te pide una pensión de manutención.
-¿Estás de broma? ¡no me jodas, Francois! si a mi madre le sobra la pasta -le recuerdo bastante enfadado, aunque, no sorprendido, pues mi madre es capaz de esto y de más.
-Argumenta que durante los años que fue tu representante, no pudo trabajar y desde que la despediste no encuentra empleo.
-¡Yo lo flipo! pero si tiene una agencia de representación.
-A nombre de su nuevo novio.
Me levanto de la mesa soltando por mi boca todas las palabrotas que se me ocurren tanto en francés como en español. Mi madre se ha propuesto amargarme la vida y al paso que va, va a conseguirlo la cabrona.
-¿Y qué hacemos, Francois?
Durante casi media hora, mi abogado me cuenta la estrategia que vamos a seguir, pidiéndome que no haga ninguna declaración ni comente nada con nadie, pues tiene una idea y no querría que llegara a oídos de mi madre. Fastidiado, cuelgo el teléfono sintiendo un ahogo muy grande en el pecho y como la impotencia por lo que mi madre hace conmigo, cobra fuerza con el paso de los segundos.
En ese momento recibo un mensaje en mi móvil. No querría mirarlo por si mi día se estropea aún más, pero, al ver que es de Sianna, no dudo en abrirlo, arrancándome una buena sonrisa al leerlo.
🧚♀️Comida india. Eso es a lo que me hubiera gustado que me invitaras esta noche a cenar.
Una frase. Una petición y ella hace que me olvide de todo y me centre solamente en lo que ella quiere.
Y por Dios si voy a dárselo.
🕰MÁS TARDE
-El pobre no ha comido nada en todo el día. Algo de caldo que le ha hecho mi tía Aurora y nada más. Hace un rato fui a verlo y sigue dormido. Me da una pena verlo así, Kylian -el rostro de Sianna refleja la preocupación que siente por su abuelo, algo que no puede ocultar aunque quiera.
-Normal. Pero seguro que se recupera pronto, ¿has cenado?
-Aún no -respiro aliviado cuando ella me contesta, ofreciéndome una débil sonrisa a continuación.
Solo hace varios minutos que ambos estamos hablando por videollamada, algo en lo que yo me empeñé, teniendo una razón para hacerlo. Miro la hora de mi reloj y consulto el móvil con disimulo satisfecho con lo que veo en él. Segundos después, veo a Sianna hablando con alguien, disculpándose para atender a quien la llama.
-Espera Kylian, que dice Belén que ha venido un repartidor preguntando por mi.
La rubia desaparece de mi vista, sonriendo yo al hacerlo. Sabiendo lo que le traen, me traslado a la mesa del comedor, tomando asiento frente a mi cena, esperando que ella haga lo mismo. Son pocos los minutos en los cuales, Sianna aparece de nuevo en la pantalla, mostrándose algo emocionada con la bolsa que trae en sus manos.
-Kylian -solo con escuchar mi nombre, mi cuerpo entero sufre un vaivén, más si ella me mira con esa preciosa mirada azulada.
-Cenar tienes que cenar, y yo también -agarro mi Ipad para que ella pueda ver que también voy a comer comida india, lo que ella quería. Al volver mi vista a la pantalla, Sianna se muerde el labio ofreciéndome una maravillosa sonrisa que provoca un agradable vuelco en mi estómago.
-Joder, Kylian, eres increíble, ¿lo sabías?
-Solo contigo, chérie.
Acabo guiñándole un ojo, recibiendo en respuesta una carcajada por su parte. Poco tarda Sianna en estar frente a mi, una vez que ha dispuesto la mesa para cenar, mostrándose muy entusiasmada con cada recipiente que abre.
-Oh, dios, arroz con coco, me encanta.
No puedo evitar sonreírle al ver lo emocionada y feliz que luce por la cena, detalle este que sé que la gustado pues no para de decírmelo. Durante minutos, ambos compartimos la cena a través de la pantalla, dando nuestra opinión sobre los platos que estamos tomando. Y si, por un momento me olvido de todo mi drama familiar, concentrándome en ella y en como de entusiasmada se muestra con la comida.
Al terminar, decido trasladarme al sofá, pues no tengo ganas de dejar de hablar con ella ni de ver su hermoso rostro. Sianna tiene la misma idea pero es su habitación hacia donde se traslada, recostándose en la cama mientras proseguimos nuestra charla.
-Gracias, Kylian por la cena, estaba todo buenísimo, y aunque no pudiéramos estar juntos ha sido divertido hacerlo de esta manera -me confiesa ella aún con esa emoción reflejada en su rostro.
-Lo mismo te digo, blondie. Aunque espero que la próxima vez que cenemos pueda darte un beso de buenas noches.
Su rostro se ruboriza ante mis palabras, mostrándose adorable al hacerlo. Acabamos hablando de cualquier cosa. De su rehabilitación. De la Navidad. De que Mario la ha invitado a su boda en el Reino Unido y que no sabe si irá.
-¿Tu abuelo no va a la boda? -le pregunto pues no me contado si él está invitado.
-Nunca va a las bodas de nadie. Dice que no quiere que se sientan incómodos con su presencia y por eso declina todas las invitaciones. Por eso no sé si iré.
-Ven conmigo -mis palabras la hacen mostrarse sorprendida, algo que hasta a mi me pasa. Si, se lo he dicho sin pensar, pero, sabiendo perfectamente lo que deseo, que ella esté conmigo ese día.
-¿Y no te da miedo de que la gente hable de que tu acompañante es la nieta de Florentino?
-¿Te importa a ti? -sé la respuesta porque es algo que hemos hablado un montón de veces, pero Sianna es algo insegura y me temo que la culpa de eso la tiene su padre que le ha inculcado esa inseguridad que no debería poseer.
-Para nada -me acaba respondiendo para mi alivio.
-Si decides ir, ya tienes pareja -y por dios, ojalá que vaya.
-Voy a ponerme el pijama. No cuelgues, ¿vale? -me pregunta ella poniéndose en pie.
-¿Y no me vas a dejar ver? -Sianna me saca la lengua a la vez que niega con su cabeza un par de veces- que rollo eres, Miller.
-Porque te haya dejado que me beses no quiere decir que vaya a enseñarte las tetas tan pronto -Sianna desaparece de mi vista, riéndose con lo que me acaba de decir, rodando yo mis ojos al escucharla.
-Oh, pronto dices, ¿pero tienes intención de enseñármelas?
-Puede. Depende de como te portes, Mbappé -su voz me llega algo alejada y aunque escucho algo de movimiento, no puedo ver lo que hace. Pero si imaginarlo.
-Genial. Tengo posibilidades con la rubia.
-Más de las que crees.
Me río. No puedo evitarlo. Sianna siempre me arranca una sonrisa con nuestras conversaciones, y ahora que nos hemos besado, estas han pasado a tener otro tono. La rubia aparece de espaldas frente a mi, logrando que se me seque la boca, pues lleva puesto un pantalón corto de color blanco que le llega a mitad del muslo, y la muy desvergonzada se está terminando de poner la parte de arriba para que yo la vea bien.
Su tersa espalda casi me hace salivar, pues de nuevo me veo con mis manos en ella, tomándola desde atrás mientras ambos, sudorosos y excitados, nos enredamos el uno contra el otro.
Sianna termina de vestirse, dándose la vuelta para ofrecerme una pícara mirada con la que de nuevo me corta la respiración.
-¿Lo has hecho a caso hecho? -le pregunto sabiendo la respuesta, pues ella me guiña un ojo y hasta se muerde el labio inferior tumbándose de nuevo en su cama.
-Pues claro, te lo mereces, petite.
Aprieto mis labios uno contra el otro deleitándome en la vista que me ofrece la pantalla. Sianna es tan adorable y tan jodidamente hermosa, que me cuesta mucho dejar de mirarla. Solo nos hemos besado y maldita sea si no quiero más de ella.
El problema es que no sé si ella siente lo mismo que yo. Y si, ahora, al que le toca ser inseguro, es a mi.
📆 DÍAS DESPUÉS
Sianna sigue sin venir a Valdebebas. Su abuelo está algo mejor pero ha preferido quedarse con él hasta que esté del todo recuperado. Al parecer, Mario le ha enseñado algunos ejercicios para que haga en casa y así no pierda rehabilitación, pero, por lo que me dice, mañana volverá al gimnasio. Justo el día que nos vamos a Valencia para jugar el viernes partido de Liga.
-¿Y esa cara? -Jude me da una palmada en el hombro mientras termino de guardar mis cosas en mi bolsa.
-Sianna. No la veo desde el domingo y a este paso no la voy a ver hasta el lunes por lo menos.
-Y te mueres por verla.
-Algo así, y sin el algo -le respondo a mi mejor amigo, ganándome un frunce de labios por su parte.
-Ve a verla.
-Si, claro. Me presento en la casa del presi para ver a su nieta. Seguro que rescinde mi contrato en cuanto me vea con ella.
-No hace falta que subas arriba. Le dices que estás en su puerta y que hasta que no baje a la calle, no te vas. Y te quedas en el coche -la idea de Jude me parece cada vez más atractiva, casi sin tener que pensarlo mucho.
-Me gusta como piensas, Bellingham -le doy una palmada en el hombro a mi amigo, y termino de recoger mis cosas.
Salimos los dos del vestuario, despidiéndonos justo en el vestíbulo, pues él se va a buscar a Lorena a la guardería, quien termina turno en unos minutos, y yo voy a ir a casa de Sianna.
Si, lo he decidido. Necesito verla. Demasiados días de teléfono y videollamadas sin poder tenerla delante y hablar con ella aunque solo sean unos minutos.
Con esa idea en la cabeza, salgo al parking dirigiéndome hacia mi coche. Por suerte, sé donde vive de alguna que otra vez que la he traído a casa. Mientras conduzco, voy pensando que decirle para hacer que baje y no me deje plantado en su puerta. Son pocos los minutos que me quedan de llegar a su casa, cuando decido llamarla para avisarla.
- Hola, Kylian, ¿qué tal? -me pregunta ella escuchando su voz a través de los altavoces de mi coche.
-Bien. Acabo de salir del entrenamiento de tarde. Oye, ¿estás en casa?
-Si. Mis tíos acaban de llegar y estaba en mi cuarto haciendo un par de ejercicios que me mandó Mario.
-¿Podrías bajar a tu puerta? -el silencio impera en la llamada segundos después de mi pregunta, quedándose callada Sianna durante un tiempo que me parece eterno.
-¿A mi puerta? ¿Porqué?
-Porque te he traído una cosa y estoy casi llegando, y como tú comprenderás, no es cuestión de subir a tu casa -una ligera carcajada sale de su boca en cuanto termino de hablar, aliviándome de cierta manera que ella se esté tomando tan bien mi futura visita.
-No, no lo es, pero, mejor te abro la puerta del garaje y entras por ahí. Nunca se sabe quien podría estar en la calle acechando.
Sigo las instrucciones de Sianna, dirigiéndome hacia la parte de atrás del edificio donde ella vive. En cuanto me acerco, la puerta del garaje se abre, cruzándola yo a continuación. Solo tengo que bajar una rampa y la rubia aparece en mi campo de visión. Me señala una de las plazas libres y aparco el coche sin mucho problema. Solo me lleva unos segundos deshacerme del cinturón y salir de el, encontrándome por fin con Sianna.
-Le he tenido que decir a mi tía Aurora que estabas abajo para que los demás no pregunten.
Sianna acorta la distancia que nos separa y no la dejo hablar más. La agarro de la cintura, tirando de ella hasta hacer que sus labios choquen con los míos. La suavidad de estos me envuelve, tomándolos ávido de ella y de sus besos. Sus manos se colocan sobre mi pecho, apretando sus dedos mientras los desliza hasta mi estómago. Deslizo mi lengua en su boca, rozando la suya con ardiente necesidad de ella.
Nos muevo hasta que mi espalda choca con la puerta del copiloto de mi coche. Abro mis piernas dejando que se coloque entre ellas, mientras mi boca sigue entretenida delineando la suya con mi lengua. Pequeños temblores agitan su cuerpo, cuando ella se presiona más contra mi. Sus manos se han colado por debajo de mi sudadera, rozando ahora la piel desnuda de mi vientre.
Atrapo su labio inferior entre mis dientes, engullendo varios de sus acelerados gemidos. Su agitada respiración choca en igualdad con la mía, casi luchando contra los alocados latidos de mi corazón. Mis dedos se enredan en su cuello tirando de este hasta tener su boca a mi entera disposición. Su lengua juega con la mía una y otra vez, hundiendo sus dedos en la parte baja de mi espalda, hacia donde estos se han desplazado.
Solo me aparto un poco de ella, dejando que respire, algo que me deja a mi sin aire al contemplar los estragos que el besarnos a causado en ella. Me sonríe con las mejillas sonrojadas y esos carnosos labios tan hinchados por mi culpa.
-Obviamente, tú eres la cosa que me traías, ¿verdad? -Sianna aún sigue con sus manos en mi espalda, deslizando estas una y otra vez, consiguiendo que todos los vellos de piel se ericen por su causa.
-Verdad -Sianna se moja los labios uno contra el otro, esbozando una amplia sonrisa tras mi respuesta.
-Me gusta mi regalo.
-Soy todo tuyo.
Tiro de sus caderas aún más hacia mi, como si quisiera fundir mi cuerpo con el suyo. Mi boca toma su cuello, dejando un rastro de húmedos besos por él, provocando en ella rotos gemidos que mueren en su boca cuando vuelvo a besarla. Esta vez nuestros besos son más desesperados, ardientes y posesivos, como si quisiéramos devorarnos ambos a la vez. Chupo su labio superior, atrapándolo entre mis dientes. Solo tiro un poco de él provocando en Sianna otro de esos gemidos que son bastante excitantes. Ella abre su boca, siendo ahora la que toma mis labios presionando con los suyos una y otra vez.
Es Sianna la que deja de besarme una vez que no es capaz de controlar su respiración, siendo esta mucho más agitada que antes.
-Kylian, no sé si te lo he dicho, pero, me gustas -sonrío. Una tonta sonrisa que no quiero esconderle. La rotundidad de sus palabras es abrumadora, casi tanto como lo que ella me hace sentir a mi. Solo tengo que rodearla con mis brazos, dejando que su cabeza repose en mi pecho, para ser yo el que se confiese susurrándole al oído.
-Tú llevas gustándome tanto tiempo.
"Que mi abuelo haya estado tan enfermo es algo que me ha acabado asustando. Más de una vez he rezado pidiendo porque no le sucediera nada. Me importa mucho. Más de lo que pensaba, y ahora mismo no concibo mi vida sin mi abuelo.
Y sin los besos de Kylian"
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