Comienzo
Sipnosis
La vida de Henry, un profesor de secundaria, se viene abajo cuando su esposa le pide el divorcio para irse con su mejor amigo. Decide dejar todo y viajar a Italia, donde conocerá a Sophia, quien inmediatamente se interesa en él. Sin embargo, Henry solo tiene ojos para Arabella, la hija de Sophia.
Engendrado por una pasión prohibida que pondrá a prueba sus límites morales y sus instintos más oscuros
ִֶָ𓂃 ࣪˖ ִֶָ🐇་༘࿐
02 de Mayo de 1999
El trabajo de Henry consistía en sentarse en el aula y tratar de enseñar sobre literatura a un grupo de adolescentes de secundaria. Los adolescentes solían estar dormidos en su clase, o mirando fuera de la ventana, con los libros de lectura en su regazo aún cerrados. Siempre se las ingeniaba para mantenerlos despiertos, pero el esfuerzo físico de moverse constantemente por el pasillo o de cambiar de libro a libro en su estantería le cansaba lentamente. Incluso leer a su tiempo libre lo irritaba, pues le recordaba su trabajo.
Su vida se había vuelto demasiado rutinaria, no le encontraba sentido a nada.
Su esposa había decidido divorciarse, diciéndole que ya no podía soportar su indiferencia. Sus vidas eran tan diferentes, que lo único que tenían en común era una casa y los platos. Se quedó en la vieja casa, su esposa se mudó con un viejo amigo suyo. La casa se quedó sin vida ni luz, y Henry solo se sentaba en el sofá a ver la televisión cuando llegaba a casa. Era deprimente y lúgubre.
Así que tomo una desesperada decisión y vendió su vieja casa, empaquetó sus cosas y tomo un vuelo desde Texas hasta Italia. No le importo mucho si se iba a ir para siempre porque era una forma desesperada de sentirse un poco más vivo.
La casa que Henry había escogido era bastante simple. Tenía un techo azul, paredes blancas y ventanas de vidrio marrón. Había un pequeño jardín en el frente que Henry había regado ese día. El interior era igual de acogedor, con una alfombra blanca que cubría gran parte del espacio. El área de vida contenía una pequeña televisión, con un sofá negro y una sola mesa de café junto al televisor, un gabinete con vajilla de un color rojo oscuro, y un candelabro que iluminaba bastante bien en su esquina.
Suspiró, y dejó sus maletas en el suelo para poner sus manos en los bolsillos y mirar a su alrededor por un momento. La cocina tenía una isla en el centro, lo suficientemente pequeña como para que una persona pudiera cocinar a su alrededor, pero lo suficientemente grande para que un grupo de dos personas pudiera sentarse en las sillas que rodeaban la mesa. La barra de la cocina estaba de espaldas a la sala de estar, dándole a Henry una vista directa del pasillo que llevaba a los dos dormitorios y el baño.
Dejó sus maletas en el suelo del dormitorio y abrió las cortinas para dejar entrar el sol antes de ponerse a desempacar. Había empacado algo de ropa, y la puso en los cajones de su nuevo armario que había en la habitación. La mayoría de las cosas eran simples camisas y pantalones, los que usaba para trabajar, pero con dos o tres camisas de vestir diferentes que había empaquetado en caso de que quisiera salir.
Henry escuchó un golpe en la puerta, y dejó lo que estaba haciendo para ir a ver quién era. No esperaba que nadie viniera ese día, ya que acababa de mudarse al área, pero se acercó a la puerta para abrirla de todos modos.
Abrió la puerta y en su vista apareció una mujer con una ensancha sonrisa, a su lado había una niña, con cabellos dorados, la niña parecía incómoda y avergonzada de estar ahí , además de que en sus manos habia una tarta de fresas.
Henry quedó boquiabierto. Miro algo confundido a la mujer antes de bajar la mirada a la niña.
—Puedo ayudarlas en algo?—preguntó aún sin saber por qué estaban ahí.
La mujer, con el cabello de color caoba, le tendió la mano para estrecharla.
—Soy Sophia —se presentó amablemente— y ella es Arabella. —Con el nombre, le señaló a la niña a su lado, quien miraba avergonzada a su alrededor.
Henry le devolvió el apretón de manos, antes de bajar la mirada a Arabella. Hizo contacto visual con la chica, antes de volver a mirar a la madre.
—¿En qué puedo ayudarles? —pregunto mirando a la mujer.
La sonrisa de Sophia se amplió y empujó suavemente a Arabella para que entregará la tarta.
—Vinimos a darte la bienvenida y obsequiarte está tarta que yo misma prepare.
Henry aceptó la tarta de Arabella con una sonrisa amable. Se había sentido bien por la amabilidad de Sophia y su hija en su primer día en Italia, pero no estaba muy seguro de qué hacer con la tarta para el resto del día. Había estado planeando cenar solo y ver algo en la televisión esa noche, y una tarta era demasiado para una sola persona.
—Gracias. ¿Querrían entrar? Podría preparar un poco de té o café para comer con la tarta —Se ofreció Henry, con una mirada hacia su cocina— No está muy limpio, pero está bien.
Henry dio un paso atrás para dejar entrar a la mujer y a su hija quien hasta el momento no había dicho ni una sola palabra.
Cuando Sophia y Arabella aceptaron su invitación, Henry se volvió para entrar en la cocina y encender la tetera. Esperó a que el agua hirviera mientras buscaba tres platos y cubiertos, dándoles un lugar a las mujeres en la isla de la cocina.
Cuando consiguió los platos, se volvió hacia donde estaban Sophia y Arabella, y preguntó con una suave sonrisa mientras señalaba la tetera.
—¿Les parece bien tomar té con la tarta?
Mientras esperaba la respuesta de las dos mujeres, Henry fue a la nevera para sacar un poco de crema batida para poner en el té. Una adición a la tarta que esperaba que Sophia y Arabella podrían disfrutar.
La tetera comenzó a silbar, y Henry sirvió tres tazas de té, antes de abrir la nevera para sacar la crema batida. Tomó dos platos y puso una pequeña cantidad de crema en cada uno, poniendo el último ante él. Luego, tomó las tazas de té y se volvió para ver qué hacían las dos mujeres.
Mientras se acercaba a las dos mujeres con las tazas de té, pudo ver de reojo como Sophia regañaba a Arabella por algo. No pudo escuchar nada de lo que decía, pero supuso que su madre estaba regañando a Arabella por algo que había hecho.
La mujer al notar que Henry se acercaba volvió a su habitual sonrisa. Henry dejó una taza de té a cada lado, dando un paso atrás y colocando sus propios utensilios a su lado. Luego, colocó tres tenedores en la mesa, y cortó un pequeño pedazo de tarta para ponerlo en cada plato. Una porción pequeña para él, una porción mucho más grande para Arabella ya que supuso que por ser adolescente querría más , y una porción más pequeña para Sophia. En cuanto sirvió, tomó el suyo y se lo llevó a la boca. Era una delicia, y estaba encantado de haberla recibido.
Así estuvieron charlando Henry y Sophia como por dos horas, Henry les contó que venía de Texas donde daba clases a adolescentes de secundaria.
Y Sophia le contó que su esposo la había abandonado cuando Arabella apenas era una bebé, en base a eso, Sophía encontró un trabajo como ama de llaves para mantenerse a sí misma y a Arabella. Su trabajo requería que estuviera en la mansión todo el día y la mayoría de las noches, atendiendo las necesidades de la familia rica que vivía en la mansión, lo cual dejaba a Arabella sola todo el día.
Sophia le contó sus preocupaciones a Henry de dejar sola la mayor parte del día a Arabella, a pesar de que la niña de cabellos dorados ya tenía 16 años ella todavía no podía cuidarse lo suficientemente bien. Y tampoco sabía porque las niñeras que le había contratado habían renunciado repentinamente.
Henry comprendía dónde se encontraba la preocupación de Sophia, especialmente dada la actitud de Arabella. Aunque parecía ser una chica educada, parecía que no le gustaba cuidar de si misma mientras su madre estaba trabajando. Por eso, Henry ofreció a Sophia que arabella pasara el día con él para que la madre no se preocupara, Henry entendía muy bien el sentimiento, le recordó su solitaria infancia, donde su madre habia muerto cuando el apenas era un niño y en base a eso su padre se había escudado más en su trabajo dejándolo completamente solo.
Sophia acepto muy agradecida y sin más ambas se marcharon.
Henry lavo los platos y las tazas y después se dirigió a preparar su cama, una vez acostado pensó en que si había sido lo mejor ofrecerse a cuidar a esa niña, Henry estaba acostumbrado a tratar con adolescentes pero algo le decía que Arabella era muy diferente a los demás y el estaba intrigado a descubrir el porque.
***
Advertencia: Esta historia contiene temáticas adultas y escenas explícitas que pueden no ser adecuadas para todos los lectores. Aunque se presenta una relación prohibida entre personajes con una diferencia de edad considerable, el libro no pretende romantizar ni promover este tipo de relaciones.
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París, Texas > Lana del rey
cancion sobre cortar vínculos, empezar una nueva vida, un nuevo ciclo con nuevos vínculos.
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