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ִֶָ𓂃 ࣪˖ ִֶָ🐇་༘࿐
11 de noviembre de 1998

Henry estaba furioso, y no podía creer lo que estaba escuchando. Su esposa, Alana, le acababa de informar que se iría a vivir con su "mejor amigo" lo cual lo tomó completamente desprevenido. Él se detuvo en seco, mirándola con incredulidad e ira creciente.

—No puedo creer que estés diciendo esto— espetó él, con voz aguda por las emociones.  —¿Te vas a ir a vivir con mi mejor amigo?! ¿Qué diablos pasa contigo?

Alana se cruzó de brazos, con una expresión desafiante en su rostro.

—Estoy harta de esta maldita relación— dijo ella, con voz firme. —No me respetas, nunca me escuchas y simplemente quieres que todo sea a tu manera. ¡Estoy cansada de estar en tu segundo lugar!

Las palabras de Alana eran como una bofetada para Henry. Él la miró con incredulidad.

—¿De qué estás hablando?! ¡Te he dado todo lo que has querido! —exclamó él, señalándose a sí mismo como prueba

—¡Ese es el problema! —Respondió Alana, su voz llenándose de frustración. — ¡No quiero solo cosas! ¡Quiero que me ames! ¡Pero es como si ni siquiera supieras lo que significan esas palabras!

Las palabras de Alana dolieron aún más a Henry. Negó con la cabeza, rehusándose a aceptar lo que ella estaba diciendo.

—¡Te he dado todo lo que tengo!— gritó él, golpeando el brazo de un sillón cercano. — ¡¿Es que eso no es suficiente para ti?!

—¡No! ¡No lo es!—exclama Alana, con las lágrimas llenando sus ojos. —No puedes comprar mi amor, Henry. ¡Necesito que me tengas una pizca de respeto y atención! Pero siempre estás ocupado en tu trabajo, o en tus propias cosas. Yo solo parezco ser un accesorio en tu vida.

—Eso es una excusa, admite que eres una gran zorra!!

De repente la mano de Alana se impacto con fuerza contra la mejilla de Henry

La ira de Henry se desbordó en un frenesí incontrolable. Alana lo había provocado gritando en su rostro y después atreviéndose a golpearlo. Su reacción fue automática, y en un instante, envolvió sus manos alrededor de su cuello y comenzó a estrangularla.

Alana luchó contra él, tratando de liberarse de su agarre asfixiante. Sus ojos se llenaron de terror mientras se desplomaba en el suelo. Henry no podía ver nada a través de su cegador

Alana se estaba asfixiando, luchando por desesperadamente para respirar. Sus piernas pataleaban en el aire, y sus manos intentaban desesperadamente soltar las de Henry de su cuello. Pero el estaba fuera de si

De repente, como si se hubiera despertado de un trance, Henry se desplomó encima de Alana, con la cabeza en su regazo. Su furia y rabia se desvanecieron tan rápido como habían llegado, y ahora se encontraba en estado de shock, mirando lo que había hecho.

Henry se incorporó, aún en estado de shock. Miró a Alana, con horror creciente mientras la verdad de lo que había hecho se hundía en su mente. Su esposa yacía sin vida frente a él, con sus ojos vacíos y sin vida y su garganta con profundas marcas enrojecidas

—No, no, no, no, no...— murmuró él, sacudiendo la cabeza en negación. —Esto no puede ser real. ¿Qué he hecho?

Aunque Henry se mostraba con horror y negaba lo que había hecho, en el fondo de su corazón, sentía una extraña sensación de alivio. Sabía que era un pensamiento oscuro y perturbador, pero por un momento, se sintió liberado.

El sonido del auto sacudió a Henry de inmediato, lo que le hizo recordar que su mejor amigo venía a por Alana. Rápidamente se incorporó, guardando su pistola en el bolsillo interior de su chaqueta. No quería que nadie se enterara de lo que había hecho, por lo que tenía que actuar tranquilamente y engañarlo.

Cuando la puerta principal se abrió, Henry salió al recibidor con su mejor sonrisa de falsedad. Su amigo entró, cargando las maletas de Alana en sus manos. Henry trató de disimular su nerviosismo y el peso de la culpa que lo agobiaba en su interior.

—Ah, estás aquí— dijo él, con voz demasiado alegre. —Gracias por venir a llevarte las cosas de Alana.

Su amigo frunció el ceño ante su comportamiento extraño. Percibía que algo andaba mal, pero no sabía qué era exactamente.

—Me da gusto que lo tomes bien, Henry — respondió él, con cautela. —¿Dónde está Alana?

—Oh, ella... ella ha salido a dar un paseo— respondió Henry inventando una excusa apresurada. Su sonrisa comenzaba a parecer más forzada, mientras buscaba desesperadamente una manera de disipar las sospechas de su amigo.

A pesar de la débil excusa de Henry, su amigo no se lo creyó ni un minuto. Él ya había tomado la decisión de entrar a la casa y descubrir qué estaba pasando. Se volvió hacia Henry, con los ojos llenos de sospecha.

—Voy a entrar— dijo firmemente. —Quiero ver a Alana.

Su mejor amigo no tuvo oportunidad de reaccionar antes de que Henry sacara su arma y le disparara en la frente. Su cuerpo cayó al suelo con un ruido sordo, lleno de sorpresa y shock.

Henry no se sintió arrepentido siquiera un momento, pero sabía que debía actuar rápido. Tenía que deshacerse del cuerpo y limpiar el desastre antes de que alguien llegara.

Henry subió los dos cuerpos de su esposa y de su amigo dentro de su camioneta, asegurándose de que nadie lo viera. Condujo en silencio por las carreteras oscuras en dirección a un bosque a las afueras de la ciudad.

Mientras Henry conducía, su mente parecía adormecida y distante. Aún sentía la culpa y el remordimiento por lo que había hecho, pero era como si estuviera en un estado de trance. Era como si una parte de él luchaba contra lo que había hecho, pero otra parte simplemente se dejó arrastrar por la oscuridad.

Henry llegaron al río rodeado de árboles y arbustos en el bosque, se detuvo y salió de la camioneta. Se quedó de pie en la orilla del río, observando las aguas oscuras y turbias.

Luego, con una fuerza que no pensaba que tenía, levantó los dos cuerpos y los llevó al borde del río. Sin vacilar, los empujó al río.

—Adiós, Alana—murmuró él, con la voz sin expresión alguna.

Luego, observó cómo los cuerpos de su esposa y de su amigo se hundieron en las aguas oscuras del río, desapareciendo en la oscuridad.

Después de asegurarse de que los cuerpos estaban hundidos por completo, Henry volvió a la camioneta y se sentó en el asiento del conductor. Su mente seguía en ese estado de trance, y sus emociones parecían apagadas y ausentes.

Henry estaba en la carretera con la mente aún en blanco, cuando de repente vio como un camión se dirigía hacia él. No pudo reaccionar a tiempo y el impacto fue instantáneo. La camioneta se sacudió, y todo se volvió negro alrededor suyo.

                                      ୨ৎ

Henry abrió los ojos, aún aturdido y confundido por la situación. Frente a él, un doctor lo miraba con atención, y se dio cuenta de que estaba en un hospital. Intento recordar qué había sucedido, pero su mente estaba llena de recuerdos borrosos y confusos.

—¿Dónde estoy? ¿Qué sucedió?—preguntó él con voz débil.

El doctor se acercó a él, con una expresión seria y profesional.

—Usted tuvo un accidente. Un camión lo impactó de frente. Ha estado inconsciente por varios días

Henry intentó procesar la información, pero su mente seguía en blanco. El recuerdo del accidente y los eventos previos a él, estaban borrosos y confusos en su mente.

—No recuerdo nada— admitió él, con frustración creciente.

El doctor lo miró con comprensión.

—Es normal no recordar los eventos anteriores a su accidente. Puede que su memoria regrese con el tiempo, pero a veces, algunas personas no recuperan sus recuerdos por completo. Es algo común en accidentes como éste

Henry se hundió en sus pensamientos, abrumado por la sensación de perdida y confusión. Intentaba recordar los eventos previos al accidente, pero era como tratar de aferrarse a una nube que se escapaba entre sus dedos.

El doctor siguió examinándolo, revisando sus heridas y preguntando acerca de su bienestar. Henry respondió a las preguntas de forma mecánica, pero su mente seguía en otra parte, tratando de desentrañar el misterio de su memoria perdida.

Aunque Henry había recuperado la consciencia y estaba fuera del hospital, seguía sin recordar los eventos que llevaron al accidente. Intentaba seguir con su vida lo mejor que podía, pero siempre había una sensación de vacío y confusión en su interior. No sabía lo que había ocurrido con Alana, ni dónde estaba ni cómo se encontraba. Pasaron días, semanas y meses, y Henry seguía sin recordar.

Las noches para Henry estaban llenas de pesadillas horribles, sueños lleno de oscuridad y violencia. A menudo se despertaba sobresaltado, con el corazón latiéndole con fuerza y el sudor frío en la frente. Estos sueños lo perseguían cada vez que trataba de dormir, y no podía librarse de ellos.

Además de las pesadillas, también seguía teniendo esos impulsos y deseos por matar, aunque no sabía de dónde venían ni cómo controlarlos.

Esto solo sería el inicio de todo




































































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