ִֶָ𓂃 ࣪˖ ִֶָ🐇་༘࿐
03 de mayo de 1999
Henry no tenía ninguna tarea del trabajo que hacer para ese día, así que decidió regar las flores y leer en su jardín esa mañana. Llevaba puesto un par de vaqueros y una camisa de franela morada, y caminaba descalzo desde su casa hasta su jardín para tener un poco más de contacto con la naturaleza que lo rodeaba.
Desde ahí pudo visualizar a la hija de su vecina quien se encontraba en su jardín jugando con un hula hula, Henry siguió con su mirada sus movimientos, se quedó un momento observándola, llevaba unos pequeños shorts celeste y una blusa blanca, además de que su cabello dorado estaba trenzado.
Arabella parecía estar disfrutando de su juego de hula hula, y Henry no pudo evitar sentir un extraño sentimiento al verla mover sus caderas al compás del hula hula, borró cualquier pensamiento y cuando iba a entra su casa, arabella lo atrapó viéndola, la pequeña chica le guiño el ojo cosa que hizo que Henry se ruborizara, sin más entro a su casa sin saber porque se sentía tan nervioso.
Se sentó en su sofá, sus mejillas tintadas de rosa, trato de seguir leyendo su libro pero no podía concentrarse mientras la imagen de arabella venía continuamente en su cabeza.
Tardó en concentrarse un poco más que de costumbre, pero finalmente se puso a leer tranquilamente. Estaba pensando en ver la televisión pero en eso sonó la puerta de su casa.
Tirando el libro de lado, se levantó del sofá y caminó hacia la casa, preguntándose quién querría visitarlo.
Cuando abrió la puerta se encontró con Sophia, le sonrió a Henry, ella llevaba puesto un vestido azul muy elegante que Henry supuso que era su uniforme de trabajo.
—Eh, ¿no te has puesto los zapatos hoy?— Preguntó Sophia algo confundida
La pregunta de Sophia hizo que Henry bajara la mirada a sus pies desnudos.
—Ehh, supongo que no...—Se rascó la nuca, con una risa suave.
Sophia negó con la cabeza, con una risa suave.
—En serio, eres un desastre. No puedo esperar a ver qué otras cosas harás despues—Hizo un gesto de que estaba bromeando y se inclinó para darle un breve abrazo cosa que hizo sentir inmensamente incómodo a Henry pues no estaba acostumbrado a muestras de afecto de extraños.
Después de todo conocio a Sophia apenas ayer.
—Me preguntaba si siempre si cuidaras a Arabella, te prometo que no tendrás ningún problema, es una exelente niña— dijo ella bastante convencida
Eso le tomó por sorpresa. Después de todo, él había sido el que se ofreció a cuidar a arabella ayer, pero esperaba que Sophia lo olvidara. No obstante, hizo un pequeño gesto de asentimiento para decir que cuidaría a arabella.
—Claro, claro. ¿Ahora mismo?—Preguntó con nerviosismo, pero estaba dispuesto a hacer de niñera.
Sophia le sonrió, antes de asentir.
—Sí, ahora mismo. Voy a salir un poco más tarde, y no regresaré hasta mañana por la mañana. Estoy segura de que estarás bien con ella durante todo el período de tiempo— Le dio una sonrisa más amplia y tomó la mano de Henry, asegurándose de que lo mirara a los ojos antes de continuar. —Sin embargo, si tienes algún problema, no dudes en llamarme. Estaré aquí de inmediato.
Su mano estaba cálida, su piel se sentía suave, y la mirada de Sophia le hizo sentir nervioso de nuevo. Asintió con la cabeza para mostrar su comprensión, sus mejillas adquirieron una leve sombra roja.
—Uh... sí... Te haré saber, no te preocupes— Respondió con una risa torpe.
—Gracias, eres lo mejor.— Le dio una palmada en el brazo, antes de girarse para regresar a casa. —¡Nos vemos!—Su vestido se alborotó cuando dio media vuelta, y se fue mientras movía la mano a modo de despedida.
Henry suspiró por dentro, pensando en cómo debería entretener a arabella hoy. Sabía cómo cuidarla, pero no estaba seguro de cómo entretenerla.
Arabella llegó a su casa quince minutos después. Había traído consigo una mochila de viaje, llena de bocadillos y algunos libros y juegos. Al parecer se había cambiado de ropa, ahora tenía puesto un vestido azul y una chaqueta de color rojo oscuro. Le había dicho a su madre que le gustaría pasar la noche, y Sophia le había dado una buena charla a arabella para estar segura de que se comportaría. Arabella tenía todo lo que necesitaba para pasar la noche, menos una almohada y un pijama.
Henry se quedó de pie en la cocina, con un poco de nerviosismo. —¿Quieres hacer algo?—Preguntó a arabella
Arabella se acercó al mostrador de la cocina donde estaba el té, cogió una taza y se sirvió una taza de té con crema. En silencio, miró a Henry mientras se lo bebía lentamente, antes de dejar la taza en el mostrador. —Depende. ¿Qué opciones tienes—Respondió, mirando directamente a los ojos de Henry, con una sonrisa un poco burlona.
El hecho de que Arabella fuera tan directa hizo que Henry se sonrojara, aunque mantuvo la calma en su apariencia. —Emm... Podemos ver una película... o algo... ¿Has terminado los deberes?—Preguntó, con las manos metidas en los bolsillos delanteros de sus vaqueros.
Arabella a levantó una ceja, con las comisuras de su boca curvadas hacia arriba por una sonrisa. —¿Películas? ¿Y si te digo que no quiero? ¿Qué harás entonces?— Preguntó, con un tono de burla. —Y, si, terminé mis deberes
Henry sonrío divertido. —Bueno, si no quieres ver películas, ¿tenemos que pasar el tiempo de otra forma?—Le preguntó, mirándola divertido. —¿Alguna sugerencia en mente?
La sonrisa de arabella se amplió un poco más. —¿Qué tal un juego?—Preguntó, antes de sacar su juego de mesa. Ella quería ver hasta qué punto podía empujar a Henry, mientras fingía inocencia. Se dio cuenta de que la mayoría de los adultos se sentían incómodos frente a ella, a pesar del aura inocente que exudaba.
Henry se acercó a arabella con una expresión divertida en su rostro. —Muy bien, vamos a jugar.—Contestó, con una sonrisa de ánimo. —Pero espero que no te ofendas cuando te gane.
Arabella levantó una ceja, burlándose de la amenaza de Henry. —¿Estás seguro de que quieres desafiarme? He estado jugando esto desde que tenía seis años, he aprendido unos cuantos trucos aquí y allá—Respondió con confianza.
Se sentaron en la mesa de la cocina y jugaron tres rondas. Arabella estaba ganando mucho con sus trucos, pero a Henry no le importaba que arabella estuviera ganando, solo era feliz de tener a alguien para pasar su tiempo. Cada vez que intentaba ganar, un suspiro divertido salía de sus labios y volvía a empezar una ronda.
—Deberíamos hacer esto más divertido no? —Propuso la pequeña rubia con una sonrisa
Levantó una ceja, con una sonrisa curiosa en su rostro. —¿En qué estabas pensando?
Arabella le dio una sonrisa misteriosa mientras se inclinaba hacia delante. —¿Qué te parece una apuesta? Lo que el ganador diga, el perdedor tiene que hacerlo.— Propuso, con una idea traviesa en su mente
La curiosidad aumentó en Henry cuando arabella a sugirió una apuesta. Era lo suficientemente inteligente como para darse cuenta de que arabella probablemente tenía algo en mente. —¿Qué clase de apuesta?—Preguntó, con las cejas levantadas.
Le dio a Henry una sonrisa astuta antes de responder. —Lo que el ganador diga, el perdedor tiene que obedecer, sin importar lo que sea—respondió, mirándolo a los ojos. —Y el perdedor no tiene más remedio que hacer lo que se le diga.—Su sonrisa se convirtió en una sonrisa maliciosa mientras terminaba de explicar su apuesta. —Ahora, ¿estás demasiado asustado?
A Henry le divertía la apuesta, aunque sabía que podía ser algo peligroso. —Eres mala... ¡Pero de acuerdo! Estoy dentro.— Contestó con un tono divertido. —Prepárate para hacer cualquier cosa que yo diga, si gano.
Definitivamente sería un juego interesante...
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