Los rayos del sol están sobre
mis pupilas con aquel típico
color gris, te paseas con
descaro por mi mente,
con esas sonrisas tímidas
que son capaces de crear
caos de amor.

No sé qué tienes, que mis ojos
adquieren más luz cuando
te observo a mi alrededor.

La intensidad con la que
percibo cada sentimiento hace
que el espacio pierda la serenidad,
la gravedad que me sostiene se
tambalea entre mis pies con
tranquilidad.

Te veo pintado en el cielo todas
las madrugadas, donde me quedo
viendo la luna y las estrellas
desaparecer detrás del sol,
te busco dentro de casa pero
no te encuentro a pesar de
sentirte en cada poro de
mi cuerpo ebrio de ron.

¿Qué tengo que decir para
que vuelvas? Si te lo he dicho
infinidades de veces y aún dudas;
corres rápido cuando escuchas mis
pasos detrás de ti, pensando que
te haré daño, y se quedan mis
brazos inertes con los abrazos.

El conflicto, siempre con descaro,
ha amado la indecisión:
¿Seremos más fuerte que ésto o,
solo una mala decisión?

Te sigo llamando a gritos con
sonrisas plasmadas en mis
labios de nostalgia, por mucho
que me duelas y te extrañe yo me
quiero más con todo y coxalgia.

Aunque no niego que el caliente
de tu cuerpo me hace falta entre
el edredón, metodología dice
que se avecinan tormentas sin consideración.

Quizás tenga nervios de no
saber cómo estás, me está matando
por dentro de a poquito, permaneces latente como el ancla que me
hace fluir sin mitos.

Te quiero;
no solo escrito aquí y ahora,
te quiero directamente desde
el centro geométrico de mi ser.

Esta noche la cabeza pensará
solo en ti, pero el amor que siento
seguirá dentro de mí.