CAPITULO XXII.
De regreso al pueblo. El final de Josué.

Al regresar a casa era una mezcla de sentimientos, extrañaba a mi familia y a la misma vez quería volver a Caracas para estar una noche más con Josué.
Los meses pasaban lento, sólo me dedicaba a salir y disfrutar en familia, todos los días mantenía contacto con Josué durante horas; era increíble, volvíamos a ser los mismos amigos que fuimos hace años y las conversaciones siempre terminaban con un “descansa amor, besos” era increíble que aún en la distancia nuestra conexión era tan fuerte.
Cinco meses después viajé a Caracas para finiquitar mi liquidación y buscar unas cosas que había dejado en casa de Josué, él estaba en Margarita por cuestiones de trabajo. Su mamá me recibió, intentó disculparse pero yo decidí ignorarla; fui al cuarto de Josué y lo desconocía, era la misma cama, la misma cómoda que le regalé, el mismo TV que compramos juntos, hasta la cesta de ropa sucia que compré un día cualquiera, pero yo no; no me sentía parte de esa habitación donde pase tantas noches a su lado.
Busqué las cosas que me faltaban y hallé una nota que me arrastró a la realidad de un solo tirón que la caída casi me deja en coma “… mi amor, te quiero mucho y lo sabes, me siento muy bien a tu lado y con tu familia, te dejo tu cuarto ordenado. No olvides que voy a hacer todo lo que esté en mis manos para que nuestro amor crezca más y más cada día. Te amo Josué…”
Recogí mis cosas y los pedazos de mi corazón y salí de ese lugar.
-¿Qué te pasa prima?- pregunta mi primo.
-¡Sácame de este lugar por favor!- le pedí.
No podía creerlo, faltó a su promesa una vez más, siempre me decía “… sigo estando solo, te he extrañado pero necesitamos más tiempo…”
¡Patrañas! Era un mentiroso y yo la más boba de todas por creer en él.
Estando donde mi primo él preparó algo de comer y nos sentamos en la terraza con una botella de tequila por vaciar y Ricardo Arjona acompañándome en mi despecho; le conté a mi primo lo que sucedía y me aconsejó. Fue como escuchar cómo piensan y actúan los hombres y necesitaba esa dosis de realidad.
-¡Llámalo! Dile que sabes toda la verdad y acaba con todo ese infierno en el que vives, termina de una buena vez por todas con esa relación tóxica que acabará con tu vida.- marqué su número.
-Hola mi flaca, ¿Cómo estás?-
-No tan bien como tú.-
-¿Fuiste a mi casa por tus cosas?-
-Sí, fui por mis cosas y a encontrar una que otra verdad.-
-¿De qué me hablas?-
-¿Por qué la necesidad de mentirme, para qué seguirme ilusionando si no tenías la más mínima intención de volver conmigo?-
-No sé de qué me hablas Mónica.-
-¡¡¡Ya basta Josué!!! Ya deja de mentir, encontré una nota en tu cuarto, una nota que me trajo a la realidad de un solo golpe. Ya no mientas más por favor.-
-Mónica eso pasó hace un tiempo, yo estoy solo, créeme de verdad.-
-Y solo te quedarás Josué porque no pienso creerte ni una palabra más. No quiero que vuelvas a comunicarte conmigo, no quiero saber más de ti.-
Aunque no sería la última vez que escucharía su voz pero en ese momento quería que Josué dejara de existir, no quería volver a escuchar su nombre.
Me quedé un par de días en la ciudad y regresé a mi pueblo, compre un vehículo que tuve que vender a los dos años de adquirirlo por no poder mantenerlo; cinco meses después de haber cortado todo tipo de relación con Josué, me enteré por Facebook que había tenido un hijo, otra mentira de Josué que salía a la luz. Mientras aún me hablaba bonito y me ilusionaba tenía a una mujer embarazada, de seguro la misma que escribió aquella nota.
Ya no podía más, toda esta historia con Josué debía terminar; según Josué fue una noche de pasión y quedó embarazada pero que no tenía ningún tipo de relación con ella, ya no necesitaba más escusas de ese hombre por lo que le demostré que no me importaba en lo más mínimo.
Pasaban los años y aún no lograba conseguir empleo; aunque el Estado Sucre posee un sin fin de atractivos turísticos Carúpano y zonas aledañas aún carece de personas capaces de aprovechar el potencial que tienen y por ende la fuente de trabajo en esa área es escasa.
Tres años habían transcurrido, me dedicaba a las labores del hogar, confeccionada bolsos, gorras, camisas y pañuelos tejidos y junto a mi prima Gloria vendíamos perros calientes los fines de semana. Tuve una o dos relaciones extremadamente corta; ellos buscaban sexo y yo no quería ni tocar ese tema por lo que decidí alejarme de ellos. Con el dinero que obtuve de la venta de mi carro decidí invertir en aparatos para diseñar ropa; la economía estaba bastante difícil.
Los sueños con Gabriel fueron más frecuentes, y esta vez me deprimía cada vez que se apoderaba de mis sueños, ya no bebía como lo hacía antes, estaba enfocada en otras cosas. Gabriel tenía la capacidad de voltear mi mundo de cabeza aún si estar presente; tenía once años enamorada de ese hombre aún cuando llegué a perder la cabeza por Josué y llegué a pensar que Gabriel ya no existía al estar al lado de Josué.
Gabriel volvió a mi vida con mayor intensidad aunque no supiera nada de él en los últimos ocho años.
Tenía una idea loca de buscar futuro en otro lugar pero siempre me frenaba la idea de dejar sola a mi mamá.