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CAPITULO XIV. Despecho y alcohol, nuevas oportunidades y confesiones.

CAPITULO XIV.

Despecho y alcohol, nuevas oportunidades y confesiones.

No es raro que los siguientes siete meses que transcurrieron pasaron exactamente iguales al tiempo antes de esa llamada; trabajo, apartamento, licor, Arjona, llanto y culpa.

Eran sentimientos totalmente distintos a los que viví con Miguel, si lloré y me decepcioné de ambos pero el problema es que cuando decidí alejarme de Miguel yo no me sentía culpable, estaba tranquila y en paz porque sabía que era la mejor decisión; sin embargo con Josué era distinto, lo extrañaba, no sé si era amor pero de lo que sí estoy segura es que no era obsesión.

Deseaba que fuese feliz y aún lo hago, bien sea con Jimena o con cualquier otra mujer; pero no podía evitar extrañarlo, no podía evitar esa necesidad de tenerlo en mi cama, acostarme en su pecho, mirarlo y perderme en sus ojos, tomar sus manos, verlo sonreír, los gestos que hacía con sus manos cuando cantaba como loco, verlo de pie frente al espejo mejorando su peinado lo cual podía tardar horas, ese olor a sudor y perfume que dejaba en sus camisas, en mi almohada y en mi cuerpo, esa forma tan calmada, ardiente y protectora al hacer el amor, sus labios ¡Oh esos labios! Tan perfectamente delineados y que podía elevarme al cielo con tan sólo rozar los míos. Extrañaba todo de él, no me sentía tranquila al saber que lo nuestro se había acabado, al contrario, sentía un vacío en mi estómago, náuseas, ansiedad con tan sólo pensar que ya no lo volvería a ver, que ya no lo volvería a tener... ¿Y Gabriel?

Gabriel era otra cosa, él siempre estaba en un pedestal en mi corazón, un lugar tan alto que ninguno pudiera alcanzar y tan fuerte y estable que ningún hombre podrá derribar, ni la fuerza de mil hombre podría hacerlo, y cuando creía que Gabriel había desaparecido, en sueños me dejaba claro que jamás se marcharía de ese pedestal, y volvía mi tormento y mi búsqueda inútil por reemplazarlo.

Había noches en las que me quedaba profundamente dormida y soñaba cosas sin importancia, otras noches en donde Josué le quitaba el trono a Gabriel, y una más que otra Guillermo me atormentaba y provocaba que despertara aterrada y bañada en sudor y lágrimas.

Llegó el día de mi cumpleaños número veintidós, aunque en años anteriores me sentía feliz al llegar ese día, en aquella oportunidad mi estado de ánimo era totalmente opuesto, no tenía ánimos de celebrarlo.

Como de costumbre fui a trabajar, recibí varios regalos y mis compañeros de trabajo me obsequiaron una torta. Aunque ya había recibido los mensajes y llamadas que de costumbre recibía ese día como los de mis familiares y amigos, no dejaba de mirar mi teléfono, esperaba que Gabriel recordara este día; yo siempre lo felicitaba en su día y aunque sólo recibía un simple "gracias" para mí era suficiente; y ni hablar de Josué, ese ni se acordará de este día.

Después de salir del trabajo y hacer mi parada obligatoria en la licorería para reabastecer mi despensa de licor que cada día duraba menos, me fui a mi apartamento y ahí, en la puerta, me esperaba el mejor regalo de cumpleaños; tan bello como la última vez que lo vi.

-¡Feliz cumpleaños flaca!- esa voz que tanto anhelaba escuchar y esos labios que tanto deseaba besar y que por respeto a mi misma decidí evitar.

-¿Josué, qué haces aquí?- pregunté sorprendida.

-Vine a verte. ¿No puedo o esperas a alguien más?- dijo señalando mi bolsa de licor y cigarrillos.

-No, sólo quería celebrar mi día a solas, como siempre.-

-¿Puedo pasar a celebrarlo contigo?

-No creo que sea buena idea.-

-Tranquilo, sólo vengo en plan de amigos.-

-¡Qué más da! Pasa.-

Definitivamente pa' pendejo no se estudia; ni siquiera me di de rogar, ni lo dejé esforzarse un poco y gracias al alcohol nos dijimos muchas cosas, lloramos, reímos, peleamos, nos abrazamos y acabamos en la cama. ¡Qué débil soy! Bastó tan sólo una hora a su lado para terminar siendo suya... ¡Otra vez!

Al despertar y no verlo a mi lado odié todo lo que era, lo débil e ilusa que era, bastó sólo un par de palabras bonitas para volver a creer en aquel hombre; me levanté y aún me odié más por sacar conclusiones apresuradas. Ahí estaba, preparando el desayuno.

-¡Buenos días flaca!-

-Buenos días.-

-No sé tú pero amanecí con un hambre descomunal.-

-¡Ya veo!-

-¿Por qué tan seria?-

-No entiendo nada, no sé si debió pasar lo que pasó.-

-¡Pero pasó!-

-Lo siento Josué pero se me borró la mitad del casete, estoy algo confundida.-

-¿Qué quieres saber?-

-¿A qué viniste, cuánto tiempo piensas quedarte... qué somos?-

-A ver vamos por parte. Vine porque te extrañaba. Extrañaba tu cabello largo y sedoso, tus manos delicadas, tu mirada pícara, ese hoyo que se te hace en la barbilla cuando estás nerviosa o cuando sonríes, tu sonrisa, tus senos, tus cejas perfectas, tus chistes y locuras, tu manera de ver la vida tan ligera y sin complicaciones, esa manía de morder tu labio inferior, el cómo haces que vuele al hacer el amor. La forma en la que haces que cada minuto sea único y diferente, haces que cada segundo contigo valga la pena, esa virtud que tienes para decir cada cosa que te duele la barriga de tanto reírte... ¿Quieres que continúe?- ya las lágrimas corrían por mis mejillas pero aún así le pregunté.

-¿Cuánto tiempo te quedarás?-

-Él tiempo que tú me quieras en tu vida, me iré cuando te hayas hartado de mi.-

-¿Qué somos?-

-Lo que tú quieras que seamos; amigos, amigos con derecho, novios, amantes, parejas, esposos. ¡Lo que tú quieras! ¿Algo más que necesites saber?-

-Jimena.-

-Es la mamá de mi hija, no más que eso. ¿Alguna otra duda?-

-¡Ninguna!-

El fin de semana fue perfecto, necesitaba esa dosis de amor, volví a recuperar aquellos viejos y bellos momentos que viví a su lado y el año siguiente fue igual de perfecto.

Yo seguía con mi rutina diaria de trabajo y casa, Josué empezó a trabajar en una empresa privada y los fines de semana eran para nosotros dos, un fin de semana lo pasábamos en su casa y el siguiente en la mía; íbamos a playas, cines, centros comerciales, cualquier lugar que nos alejara de la rutina de la semana.

El primer aniversario fue muy especial. Cena en mi apartamento, obsequios y una noche llena de amor y pasión. El fin de semana siguiente mientras dormía acostada en su pecho, desperté perturbada al revivir en sueños esa noche tan desagradable que había vivido con Guillermo, miro a Josué quien me observaba con cara de enojo.

-¿Qué te sucede?- pregunté asustada.

-¿Quién es Guillermo?- me invadió el pánico, no quería que Josué se enterara de lo que pasó con Guillermo, sentía vergüenza, aunque era obvio que él sabía que había existido otros hombres antes de él no sabía cómo Josué reaccionaría al enterarse de lo ocurrido con Guillermo.

-¡No es nadie importante!- le dije.

-¡No mientas! Tiene que ser muy importante cuando sueñas con él.-

-Es algo que no quiero recordar Josué por favor.-

-Me doy cuenta. Y precisamente por eso quiero saberlo.- todo quedó en silencio, me levanté, fui al baño a cepillarme, encendí un cigarro (cosa que Josué detestaba) tomé una cerveza y fui al balcón.

-¿No crees que es muy temprano para tomar? Aparte sabes que no me gusta que fumes Mónica.-

-Ya deja de regañarme Josué por favor, quieres saber quién es Guillermo, entonces deja que me relaje.-

-¿Necesitas licor y nicotina para relajarte?-

-Cada quien espanta a sus fantasmas a su manera. ¡No me juzgues!-

-¿Qué es lo que sucede contigo Mónica? ¡Tú no eras así! Desde que regresé has cambiado demasiado.-

-¡Fui violada!- confesé entre lágrimas.

La expresión de su rostro era de película, no sé cómo describirlo, era como una mezcla entre asombro, lástima, ira y comprensión. Encendí otro cigarro con el que estaba terminando y busqué dos cervezas una para mí y la otra para Josué. Mi garganta estaba casi sellada, con un nudo que me impedía hablar con claridad pero me esforcé para hacerlo.

-Guillermo abusó de mí, fue la noche en la que estuviste esperando para despedirte la primera vez que decidiste irte a Margarita. Me golpeó, me arrastró por el jardín, me violó una y otra vez de las formas que él quiso. Mientras tú estabas planeando volver a vivir feliz con Jimena yo estaba siendo humillada, maltratada y violada, estaba viviendo un infierno con Guillermo. ¿Qué sucede, no dirás nada?-

-¿Por qué no me lo habías contado?-

-Es algo que he intentado olvidar, algo que no quisiera recordar nunca. Ha sido la peor experiencia de toda mi vida... No quiero hablar más de eso por favor.-

-¿Dónde esta ese imbécil para partirle la cara?-

-No será necesario, confórmate con saber que Guillermo no podrá lastimarme nunca más.-

-¿Qué fue lo que pasó, está preso?-

-¡Olvida el tema Josué por favor! Es algo que no quiero recordar más.-

Josué desistió y me abrazó, fue un abrazo tan distinto a los que estaba acostumbrada de recibir de su parte; no era el de una pareja, era el abrazo de un amigo, el que me decía que no me preocupara que todo estaría bien y después de tanto tiempo fue reconfortante recibir un abrazo como ese.

Sugirió que me tratara con un psicólogo lo cual me negué por falta de tiempo y de ganas, también confesó que no era la primera vez que me veía perturbada y que mencionaba ese nombre mientras dormía, pero no había querido hablar de eso por temor a que yo no respondiera positivamente. La conversación sobre Guillermo terminó esa madrugada.

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