CAPITULO XII. Verdades que lastiman.
CAPITULO XII.
Verdades que lastiman.
Los oficiales hablaban entre si, me invadía de preguntas y yo sin decir media palabra hasta que una mujer un poco mayor apartó a todos y me llevó a su oficina.
-¿Quieres café?- preguntó.
-No tomo café. Solo quisiera un poco de agua.- respondí. Me dio un vaso con agua y continuó.
-¿Quieres hablar?-
-¡No lo sé!-
-Sé que es difícil. Pero necesito que me digas quién te golpeó de esa manera para poder ayudarte.- la observé un largo rato.
-Si hablo lastimará a mi familia y a Josué.-
-Dime el nombre de quién te hizo esto, debes hablar para que no le ocurra a otra persona, te ofrecemos protección a ti, a tu familia y a Josué.-
-No quiero recordar, estoy cansada.-
-Un nombre, sólo necesito un nombre.-
-¡Guillermo Alcázar!-
Después de esa conversación fui trasladada a una clínica donde después de varias pruebas dormí hasta después de mediodía. La cabeza aún me dolía y mi corazón casi se sale d mi pecho cuando vi en las noticias que en la madrugada el “empresario Guillermo Alcázar había sido abatido en su residencia” “¿Eso es todo, tan rápido, todo acabó tan fácil?” pensé mientras llamaba a la enfermera quien entró inmediatamente en compañía de la mujer que me atendió en la estación de policía.
-Puedes estar tranquila, aunque no era el final que quería para él. Aquí están tus cosas.-
-¿Mi teléfono?-
-Dentro de tu cartera.-
-¿Cuándo puedo irme de aquí?-
-A más tardar mañana, aún estás un poco débil.-
-Mi nombre…-
-Nadie lo sabe. No tienes de qué preocuparte. ¿Necesitas que llame a alguien para que te acompañe?-
-¿Podría avisar en mi trabajo? Pero no diga lo que pasó.-
-Tranquila.-
-¡Gracias!-
-Gracias a ti, estábamos tras la pista de este sujeto desde hace mucho tiempo. Ahora descansa.- y así lo hice, o por lo menos traté.
A mitad de la noche desperté asustada y al notar que me hallaba en la clínica entendí que todo había acabado.
Al día siguiente llegué a mi apartamento, puse a cargar mi teléfono y llamé al hotel para justificar mi ausencia; la detective había dicho que me asaltaron, en el hotel comprendieron y dijeron que volviera cuando estuviese bien.
Uno de los mensajes de Josué decía que había tenido que viajar de urgencias porque su hija estaba delicada de salud, que estaría de vuelta en dos o tres días y cuando llamé mi realidad fue otra. Contestó una mujer, de hecho era su mujer, dijo que Josué se estaba bañando, que llamara más tarde.
Estaba confundida, aunque muy dentro de mi sabía que Josué había vuelto con su esposa no quise aceptarlo. Minutos después recibí un mensaje de él que decía.
-Te voy a llamar, por favor di que eres una amiga.-
-¿Es en serio Josué, una amiga, y le dijiste a tu mujer que te acuestas con tu amiga?- respondí furiosa.
-Por favor. Sabías que este día llegaría.- no aguanté más y lo llamé.
-¡Si, muy dentro de mi sabía que este día llegaría, pero jamás negaría que estuve contigo! Por lo menos hubieses tenido la delicadeza de decírmelo en la cara.-
-Intenté hacerlo, pero me dejaste esperando fuera del edificio. ¿Qué te pasó, por qué no llegaste?-
-Fue lo mejor, de todas formas las despedidas nunca me han gustado. Que seas muy feliz, de verdad te lo deseo de todo corazón.- y colgué.
Aunque solo estuve con él un mes no sabía cómo explicar lo que sentía, me dolía que las cosas terminaran de esa forma, y lloré; después de dos días y de todo lo que había pasado con Guillermo pude llorar; lo más irónico es que no estaba llorando por lo que pasó esa noche en aquella casa llena de lujos, sino porque Josué se había ido de mi vida. Obviamente que todos los sentimientos se unieron para hacer de mi cama un mar de llantos; los momentos vividos con Josué, sus manos paseándose por todo mi cuerpo, sus labios recorriendo cada centímetro de mi piel, sus ojos seductores, su sonrisa pícara y todo lo que viví y que ya no se repetirá porque él había elegido volver con su mujer y por un instante pasó por mi mente aquella terrible noche en la que fui poseída y golpeada de la manera más sucia y poco humana, mis ojos no paraban de llorar. Me quedé dormida recordando lo miserable que era mi vida.
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