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CAPITULO VII. Nueva vida, más confesiones y nuevas personas.

CAPITULO VII.
Nueva vida, más confesiones y nuevas personas.

Me adapté rápidamente a la vida agitada de la ciudad, en el trabajo me iba muy bien y tenía nuevas amistades; alquilé un pequeño apartamento donde tenía las cosas básicas y muy buenos libros de Paulo Coelho, era mi fiel compañero en mis noches de soledad, sus historias me hacían olvidar muchas cosas y recordar algunas otras. Un fin de semana en el que me dedicaba a ordenar y limpiar mi pequeño espacio compré un buen tequila y de aliado tenía a Ricardo Arjona y Alejandro Sanz; mientras ordenaba encontré mi vieja libreta de la universidad, hojear el pasado hacen que vengan hacia ti muchos recuerdos, buenos y malos. Dentro de la libreta hallé una vieja foto del cuarteto, Miguel, Bela, Gabo y yo. En ese momento recordé que aquel día tan dulce-amargo en el que estuve en casa de Gabriel yo fui con la intención de confesarle mis sentimientos, el tequila ya había hecho estragos en mis pensamientos lo que me llenó de coraje; tomé el teléfono, en el marcado rápido la G de su nombre llamó y antes de que pudiera preguntarme sobre mi vida en la capital le dije.

-Disculpa que te moleste con mis cosas, pero la última vez que nos vimos no tuve la oportunidad de decirte algo muy importante.-

-¡Dime!- Dijo sorprendido.

-¡Estoy enamorada de ti! Lo he hecho desde mucho antes de conocerte, no sé cómo pasó y tampoco sé cómo detenerlo, simplemente el sentimiento está ahí y no tiene la menor intención de irse. Te amo y... ¡Es todo lo que quería decirte!- hubo una pequeña pausa, un silencio bastante incómodo, pensé que había colgado.

-¿Estás ahí?- pregunté.

-¡Si, lo siento! No sé qué decirte.-

-No necesito que digas nada.-

-Te agradezco mucho que hayas tenido el valor de decirme lo que sientes por mi, se necesita mucho valor para hacerlo. Pero ahora estoy atravesando un momento en mi vida en el que no quiero tener ningún tipo de compromiso, está muy mal decirlo pero ahora sólo veo a las mujeres como objeto sexual y no quisiera lastimarte ... ¡No a ti!- hizo una larga pausa, quizás estaba escuchando los pedazos de mi corazón cayendo. Reaccioné al poco tiempo y le dije.

-No te preocupes, no esperaba que me correspondiera, sólo quería decírtelo, este secreto me ha estado perturbando durante muchos años, sentí que era necesario contárselo a alguien y qué mejor que tú. Disculpa tengo... tengo cosas que hacer.-

-¡De verdad lo siento mucho!-

-No te preocupes, ya se me pasará, fue un placer haberte conocido Gabriel, suerte.- y colgué, en realidad no esperaba que Gabo sintiera lo mismo por mi, tenía una sensación extraña, aunque estaba triste con su respuesta me sentía aliviada, libre, porque ya no tenía que cargar con ese secreto nunca más. Esa noche acabé la botella de tequila y mis ojos ya no podían llorar más; y volvió a mis sueños, para perturbar mi realidad.

Transcurrió un año y mi estabilidad económica subía como la espuma, era la supervisora del área de recepción y reservas. Una noche como casi todos los viernes salí a cenar a un restaurante muy bueno, al poco tiempo el mesonero se acercó a mi mesa con una copa de vino, le dije que no había pedido eso y él señaló a un hombre, dijo que él lo invitaba; no puedo negar que aunque se veía que era un hombre mayor que yo y el parecido con Gabriel era impresionante me parecía un hombre bastante atractivo.

Educadamente le dije al mesonero que devolviera el trago, que no necesitaba a nadie que me invitara nada, el mesonero se fue con el trago y seguí disfrutando de mi cena. Cinco minutos después se acercó aquel hombre apuesto y me dijo.

-Disculpa si fui un poco atrevido, no fue mi intención incomodarla, simplemente me pareció adecuado corregir su bebida.-

-¿Qué tiene de malo mi bebida?- pregunté.

-¡Nada! No te alteres, aquí sirven las mejores margaritas de la ciudad, solo que la comida que acabas de degustar queda mejor con un buen vino tinto.-

-Disculpa mi falta de educación culinaria, sé perfectamente cómo combinar comidas con vino tinto, pero no estoy acostumbrada a cumplir las reglas que la sociedad impone.-

-Mucho gusto, Guillermo Alcázar para servirle.- se presentó extendiendo su mano.

-Un placer, disculpa, debo irme.- me levanté y el extraño me pregunta.

-¿Disculpa, cómo dijiste que te llamabas?-

-¡Nunca te lo dije!- me dirigí a la barra y cuando me disponía a pagar la cuenta el extraño le dice al cajero que él pagaría, lo que me irritó bastante.

-No necesito que nadie pague mis deudas, puedo hacerlo yo, de todas maneras muchas gracias por la disposición.-

-¡Déjame pagarlo por favor!-

-Si quieres hacerlo no puedo impedirlo.- y sacando dinero de mi monedero continué. -Más sin embargo tenga, si quiere déjelo de propina.- le dejé el dinero en la barra y salí del lugar, no estaba acostumbrada a ese tipo de situaciones. Ya me disponía a detener un taxi cuando se detuvo una camioneta bastante lujosa.

-Nunca nadie me había despreciado de la manera en la que tú lo hiciste.- dijo el extraño del restaurante que ya empezaba a incomodarme.

-Y nunca nadie había sido tan irritantemente atento conmigo.-

-Quizá nadie ha sabido apreciar la belleza que esconde tu mirada.- "¿es en serio, la belleza que esconde tu mirada? ¡Qué básico!" pensé.

-Quizá cualquier mujer caiga rendida a palabras tan básicas, pero resulta que yo no soy cualquier mujer.-

-Eso ya me ha quedado claro, y es lo que más me atrae de ti.-

-Seré sincera, no lo conozco y no tengo la menor intención de hacerlo, no sé que es lo que anda buscando y tampoco me interesa saberlo, así que por favor le pido que me deje en paz.- tomé un taxi y me fui a mi casa.

La semana siguiente fue exactamente igual a la de muchas otras desde que llegué a Caracas, del trabajo a la casa y viceversa. Un día mientras revisaba el check-in del día noté algo extraño, una de las reservaciones estaba a nombre de Guillermo Alcázar, el mismo hombre que había arruinado mi viernes pasado.

-¿Quién hizo está reservación?- le pregunté a la recepcionista.

-¿No lo conoce jefa? Es Guillermo Alcázar, es un chef internacional muy reconocido, dueño de los mejores restaurantes del país, él ya se ha hospedado en varias oportunidades acá.- me retiré a mi oficina y al poco tiempo la misma recepcionista llamó para decir que Guillermo quería conversar conmigo. Salí al lobby y le dije.

-Es bastante insistente.-

-Acepte este humilde obsequio.-

-¿No piensa rendirse verdad?-

-¡Jamás lo hago!- tomé el obsequio, era mi perfume favorito.

-¿Cómo sabe que es mi perfume favorito?-

-Me considero un hombre detallista, cuando nos conocimos percibí tu aroma, fue un poco difícil descifrarlo pero jamás desisto, lo conseguí y aquí estoy.- para ser sincera las palabras que me dijo Guillermo aquella noche me resultaron bastante básicas, pero el detalle de ese día me sorprendió.

-Gracias por el detalle pero debo volver al trabajo, espero disfrute su estadía en nuestras instalaciones.-

Esa tarde transcurrió con normalidad, a diferencia de que me inquietaba aquel hombre. Al salir del trabajo afuera me esperaba un vehículo que ya conocía.

-Disculpe señorita mi jefe me ordenó llevarla a su casa.- dijo el chófer.

-Muchas gracias pero no es necesario.-

-Por favor señorita, no querrá que pierda mi trabajo.- no tenía ánimos para discutir así que accedí a ser llevada a casa. Durante el trayecto él chófer no dirigió ni una sola palabra, me dejó a las puertas del edificio, se despidió y se marchó.

Esa noche me costó conciliar el sueño y aunque soñar con Gabriel me deprimía la verdad era que lo extrañaba, hacía ya varias semanas que no se aparecía en mis sueños. La semana siguiente fue diferente, aunque no veía a Guillermo todos los días al llegar a mi oficina encontraba un ramo de flores diferente y con notas bastante agradables "espero que tu día sea fructífero y que esté cargado de paz y tranquilidad" decía una "hoy el sol ha hecho un largo esfuerzo para no opacar la luz que irradia tu mirada" decía otra. Para el viernes ya no encontraba dónde colocar los ramos de flores y en realidad me sentía alagada. La última nota decía "quisiera salí contigo esta noche, mi chófer te esperará al salir del trabajo. Feliz y provechoso día" muy dentro de mi había algo que me decía que debía ir con precaución, pero la verdad es que Guillermo me parecía un hombre bastante interesante; quizá él sí podría hacerme olvidar a Gabriel de una buena vez por todas, además era una simple salida, no era la gran cosa. Una vez culminado mi horario de trabajo afuera me esperaba la camioneta del otro día, subí a él y una vez dentro una caja me esperaba.

-¿Qué es?- le pregunté al chófer.

-¡No lo sé! No se me es permitido hacer preguntas.-

-¡Gracias!- al llegar a mi apartamento abrí la caja, dentro de ella había un hermoso vestido azul turquesa, tacones y accesorios que hacían juego con el vestido y una nota "muchas personas piensan que vestir de esta manera está muy pasado de moda, pero para una hermosa mujer como tú me pareció perfecto, espero no mal intérpretes mis intenciones ni mucho menos pienses que pretendo comprarte, sólo quiero que no te sientas fuera de lugar donde cenaremos hoy. Paso por ti a las ocho. Ansío volver a mirar tus ojos" "¿Qué de especial tienen mis ojos? No so azules, verdes o grises, son de un marrón tan oscuro que a simple vista se pueden ver negros" pensé mientras me duchaba. Me tomé mi tiempo para arreglarme pero con la mirada fija en el reloj, me considero una mujer muy puntual.

A las ocho en punto me encontraba fuera del edificio y la camioneta blanca que ya se volvía familiar estaba esperando. El chófer bajó del vehículo y como siempre abrió la puerta y Guillermo ya estaba dentro.

-¿A dónde vamos?- le pregunté.

-Es una sorpresa.- el resto del viaje transcurrió en silencio.

Llegamos al lugar, un restaurant muy hermoso y aunque mi sueldo era bastante aceptable no estaba acostumbrada a ese tipo de lujos. Entramos y al parecer todos en el lugar lo conocían porque saludaba a muchas personas; nos sentamos en una mesa apartada pero bien ubicada, dos guardaespaldas permanecieron de pie cerca de nuestra mesa.

-¿Cómo te has sentido hasta el momento?- preguntó Guillermo.

-Un poco incómoda, ¿Es necesario que esos hombres estén tan cerca?- pregunté señalando a los guardaespaldas y apenas terminé de hablar Guillermo con una sola mirada les ordenó a los hombres que se alejaran un poco y ellos obedecieron.

-Gracias.- le dije.

-¿Ahora te sientes mejor?-

-Menos incómoda, es un lugar muy hermoso...-

-Buenas noches. ¿Qué querrán para tomar?- Me interrumpió el mesonero y en ese instante Guillermo lo observó y si las miradas mataran de seguro el mesonero ya estuviese muerto.

-¡Lo siento señor!- se disculpó el mesonero bastante asustado.

-Es de muy mala educación interrumpir una conversación y más aún si es una bella dama la que habla.-

-No tiene importancia Guillermo, no te preocupes. ¿Vas a pedir algo de tomar?- le digo a Guillermo tratando de romper la tensión.

-Discúlpame un segundo Mónica.-Se retiró y me quedé observando el lugar sin perder de vista a Guillermo.

-Disculpa por haberte dejado sola...- Mientras vagamente escuchaba sus disculpas no pude evitar notar que el mesonero con quién habíamos tenido el pequeño e insignificante inconveniente se retiraba del lugar.

-¿Es este uno de tus restaurantes?- pregunté un poco molesta.

-Estás en lo cierto, podría decirse que este es uno de mis primeros restaurantes en este país.- respondió alagado.

-Me parece que has cometido una injusticia, de igual forma me parece que la persona que me mostraste cuando nos conocimos es la equivocada.-

-¿A qué te refieres?- preguntó un poco serio. Me puse de pie ya lista para retirarme.

-Siento mucho que hayas perdido tu tiempo y tú dinero en mi, pero no puedo ni quiero vincularme con una persona que cree tener el mundo a sus pies, de hecho ese tipo de persona me da asco. Ese señor al que acabas de dejar sin empleo tiene familia, quizás una esposa y unos hijos que lo esperan con los brazos abiertos y aunque esté cansado por tanto trabajo de seguro llega con una gran sonrisa. Hoy no será así, porque tú le quitaste la oportunidad de darle una buena estabilidad a su familia. Debo decir que no ha sido un placer haberte conocido, y aunque no pueda devolverte las flores déjame dicho con la recepcionista del hotel lo que hayas gastado que así sea en cuotas te lo pago, mañana la recepcionista te hará llegar el vestido y las joyas. Buenas noches.- ya me disponía a retirarme cuando aquel hombre vulnerable con mis palabras me dijo.

-Espera, definitivamente no me equivoqué al elegirte, tienes coraje y eso hace que te admire más, aunque es lamentable que ese vestido que hoy luces tan dignamente no sea valorado con la cena que mereces. ¿Puedo hacer algo que te haga cambiar de opinión y te quedes?-

-¡Devuélvele su trabajo!-

-¿Estás bromeando? Jamás me retracto de las decisiones que tomo.-

-Es bueno saberlo, yo tampoco lo hago. Buenas noches.-

-¡Has ganado!- y con una simple mirada lo que pedí fue concedido, al poco tiempo el mismo mesonero que me había interrumpido anteriormente estaba de pie junto a la mesa sirviendo champagne en mi copa. Me sentía satisfecha por haber actuado de esa manera, aunque jamás me he sentido superior a otros tampoco me he dejado pisotear, no desde que pisé la capital venezolana.

Esa noche fue realmente agradable, ante mi se hallaba un hombre de unos treinta y siete años muy educado, además de su atractivo era muy inteligente, dialogamos sobre temas interesantes, a recorrido muchos países y sin contar lo caballeroso que se comportó. Me dejó en casa esa noche y en ningún momento intentó propasarse conmigo o exceder los límites que le había dejado en claro.

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