CAPITULO I.
Sueños extraños.

Allá, en donde el cielo se confunde con el mar, dónde los ojos no logran ver, muy profundo, se haya bajo llave en un baúl oxidado esta historia que a continuación les contaré.

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Así comenzó Mónica, entre lágrimas, a contar su historia. Sentada frente al mar, en un lugar tan transitado por los automóviles pero tan callado y vacío como su alma; "El Boquete", lugar muy conocido situado en Carúpano, una pequeña ciudad ubicada en el Estado Sucre al oriente de Venezuela.

Allí sentada estaba Mónica, una mujer muy atractiva de 30 años a la que la vida se había encargado de colocarle duras pruebas, ya cansada de vivir en un mundo tan absurdo, ahogada en alcohol, comenzó a escribir.

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A veces tenemos que enfrentar duras pruebas, es desgastante tener que seguirle el ritmo a la vida, y decepcionante tener que aceptar las decisiones del destino. Aquí estás Mónica, ahogada en alcohol, muerta en vida, haciendo lo único que realmente te ha hecho feliz sin tener que salir lastimada, "escribir".

Dicen que quien puede dominar el corazón, puede conquistar el mundo, pero ¿Cómo puedes dominar tu corazón, si a veces tu cerebro te dice "no lo hagas, saldrás lastimada" y tú corazón se empeña en gritarte "inténtalo una vez más, vale la pena amar"?.

Volví a ver a el hombre que durante casi 10 años me ha tenido suspendida por un delgado hilo en un abismo aterrador.

Gabriel - para mi el hombre más bello que haya conocido- se ha acercado a mi en un día tan normal como cualquier otro, me parece que hace siglos sucedió esto y sólo fue hace 13 días que mi vida cambió por completo. ¿Pero cómo contarles lo que me está sucediendo sin que sepan las razones por la cual me encuentro en esta situación?

Hace ya algún tiempo, cuando tenía 15 años, me dormí como todas las noches, y ahí, en mis sueños estaba él; sentado en este mismo lugar donde estoy ahora, me miró sonriendo, extendió su mano y me llevó volando a la cima de una montaña, una vez ahí, tomó dulcemente mi cara y sonriendo me preguntó "¿por qué tardaste tanto?"

Al despertar estaba totalmente consternada, mi alma, cuerpo y corazón quedaron angustiados. ¿Quién era ese chico y por qué me ha estado esperando?

Lo dos años siguientes fueron muy parecidos a esa noche, por lo menos tres veces a la semana soñaba con él, en esos sueños era feliz a su lado.

Al pasar el tiempo ingresé a la universidad, y un día tan cualquiera como otro, entré a un salón de clases casi vacío en compañía de una amiga, al acercarme a un muy pequeño grupo de personas no podían creer lo que veían mis ojos.

-De seguro estoy soñando- pensé un tanto confundida.

-Gabriel, mucho gusto- dijo una voz que ya conocía perfectamente; era él, el chico que había perturbado mis sueños desde hace dos años. ¿Cómo no reconocer aquellos ojos marrones? Ya mi chico misterioso tenía un nombre; Gabriel.

Después de ese sorprendente pero tan normal encuentro, los sueños con Gabriel fueron más frecuente.

Al pasar los meses nos volvimos muy buenos amigos , Gabriel era un chico bastante atractivo para ser sincera, 1,78 de altura, ojos marrones que hacían que me perdiera en ellos, cabello castaño claro largo hasta los hombros, piel blanca y con un sentido del humor único, era un excelente amigo, muy intuitivo, sabía escuchar y daba los consejos más sinceros y crueles; le encantaba la música de cualquier género, aunque se identificaba con el género llanero y las canciones de Ricardo Arjona, amaba la aventura, los deportes extremos y el romanticismo, al igual que yo disfrutaba de un buen libro y la paz y tranquilidad del mar, odiaba las mentiras y que le ocultaran las cosas, muy buen estudiante, aunque odiaba escribir.

Un día, la amiga que nos presentó me comentó que Gabriel le gustaba y que se lo diría. Yo me sentí angustiada, esa amiga era capaz de decírselo, era tan extrovertida, lo opuesto a lo que yo era. Esa noche me costó dormir tanto, tenía una sensación tan desagradable, aunque ella no era la chica más linda de nuestra clase, tenía muchas cosas en común con Gabriel; a los dos les gustaban los deportes extremos y han viajado y conocido, en cambio yo, sí sentía deseos de escalar montañas, sumergirme en las profundidades del mar, y mi más loco sueño, experimentar esa adrenalina que invade tu cuerpo al sentir que vas cayendo tan rápido pero con la seguridad de un paracaídas que detendrá abruptamente una caída mortal, pero no lo había hecho y lo único que conocía era Carúpano, mi posición social no me permitía salir a conocer; a duras penas tenía para costear a medias mis estudios.

Pero aún así, con el destino en contra decidí atreverme, aunque sentía miedo; mi madre siempre me enseñó que nunca, por ninguna razón debía exponerme ante un hombre, él siempre tiene que dar el primer paso y nosotras aceptar o rechazar, era muy mal visto que una mujer diera ese primer paso.

Yo estaba dispuesta a asumir el riesgo, no podía permitir que mi amiga se me adelantara y que perdiera la oportunidad de que esos sueños formaran parte de mi realidad.
Me imaginé la conversación que tendríamos, el lugar donde estaríamos de pie, hasta la ropa que llevaríamos ese día; inventé diálogos, imaginé cómo Gabriel escucharía de mis labios mis más profundos deseos, dibujé en mi mente miles de escenarios, pero el mismo final; Gabriel me confesaba que él sentía lo mismo por mi y la imaginación se detenía en un largo, lento y tierno beso.