Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

XI

No, no lo he olvidado todavía. Pero hacía ya demasiado tiempo que no había vuelto a apreciar el rostro que alguna vez paseó por las calles durante su más plena juventud.

No puedo decir nada respecto a Marshall, solo que parece más mi hermano que mi padre en esta foto. Había olvidado lo increíblemente parecido que soy a él porque, simplemente, he dejado de revivirlo de vez en cuando.

He dejado de pensar en mi padre desde nuestro último encuentro, ese que no terminó como esperaba, pero que ocurrió de todos modos. Y yo lo sabía de antemano. Lo sabía, incluso, desde muchos meses antes.

Debido a ello fue que me negué a verlo como solía hacerlo. Debido a ello fue que suspendí mis visitas sabatinas y, como cuando tenía doce años, hice como si no existiese.

Un salto atrás. Hice un salto atrás sin siquiera notarlo. Él lo notó y me lo recriminó sin hacerlo mientras, con su voz lenta y quebrada, me contaba historias de aquel yo de doce años que no esperaba escuchar. Cosas que había olvidado, él las recordaba como si fuesen recuerdos totalmente suyos.

Yo, que no olvido nada, nunca, había olvidado detalles tan precisos que, ahora, forman parte del otro lado de mi propia historia. Porque, en la historia, cualquier historia, los participantes no van en una misma dirección.

Es cierto: viven y se desarrollan en una misma línea histórica, una misma temporalidad, pero no se vive exactamente lo mismo de la misma manera: no todos experimentan la realidad tal como la experimenta el que va a tu lado por el sendero del tiempo.

Papá vivió mi historia desde su perspectiva. Papá vivió su historia desde la mía.

Marshall murió de la misma manera en que vivió cuando yo llegué a su vida: desplazado, solo y abatido.

Y por un momento, ahora que me veo al espejo, pienso en Marshall. Pienso en todas aquellas cosas que sé que nunca me dijo, porque nunca le di la oportunidad. Todas esas cosas que calló y contuvo para sí mismo porque su hijo no quería ser su hijo.

Tuve un padre.

Es lo único que me queda por decir en este momento mientras sostengo su foto frente al espejo y lo veo, casi en su más viva esencia, tatuado en mis rasgos. Porque te traigo anclado en mi carne, Marshall, y no lo había notado hasta ahora.

Y estoy seguro que esto, que la caja y el asunto con todas estas fotos que parecen haber surgido de la nada, son una perorata más por parte de Luca que se ha hecho, de alguna manera, con una parcela bastante grande de mi subconsciente.

Ya puedo escucharlo reír al final del pasillo, asomado al marco de la puerta, iluminado por los tenues rayos de sol que se filtran por las persianas acariciándole sus tan abrillantados cabellos rojos.

Hizo trampas.

Se las arregló para encontrar las galletas saladas que oculté de él y, como hacen las pirañas, las devoró sin dejar huella. Viste mis overoles de jean azul, una camiseta lisa, blanca, y trae puestas sus Chuck Taylor, blancas también.

Le gusta mucho cambiarse la ropa al llegar y vestir prendas al azar de mi guardarropa. No le digo que no. Luce hasta mejor que yo con mis propias prendas mientras, a veces, visto las suyas.

Termino, por simple petición suya, disfrazándome de él y sus límpidos tonos blancos. No ha parado de reír en largo rato mientras me cuenta otra de sus anécdotas inventadas de viajes familiares y cosas de fantasmas.

Porque siempre habrá fantasmas en sus cuentos, de una u otra manera, o sino no sería una historia vivida por él.

No sería tampoco una historia de su propio verbo si no dijera, a media voz para no ser escuchado, una que otra de esas palabras estridentes que usaban los adultos de aquellos tiempos y que, evidentemente, nosotros no sabíamos siquiera qué significaban.

No le presto mucha atención tampoco, solo le sigo la corriente mientras me divierto viendo una pantomima de mí mismo, pero con su rostro. Enserio, mi ropa le queda mejor que a mí.

Entonces me pregunto: ¿habría llegado a ser tan buen hermano de haber tenido alguno? ¿O simplemente es el margen de la amistad lo que nos permite este grado de acercamiento? Un acercamiento para nada total, para nada absoluto, pero absurdamente rotundo, alusivamente imperecedero.

¿Habría sido diferente de haber tenido un hermano? Tal vez. Tal vez no. No se sabe. Nadie ha de saberlo nunca tampoco, ni siquiera yo. Tal vez Marshall.

Él siempre pudo ver lo que yo no.

Increíblemente podía ver a través de las eras también, a través de las edades que pasarían frente a mis ojos mientras crecía sin Luca, mientras me enfrentaba a cada dosier de posibilidades que, muy tercamente, Marshall intentaba imponerme para, luego, restregarme un te lo dije solo con la mirada, solo con un suspiro, solo con una palmada en el hombro.

Tuve un padre.

Es lo único que puedo admitir ante esta foto y esteviejo y amarillento almanaque olvidado por el tiempo, así como yo, así como Marshall, así también como Luca, siempre.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro