Capitulo 3
Chiquillo
.....
Cass POV
Coloqué una bandeja con galletas de la pastelería calle arriba en medio de la mesa, mientras escuchaba a Isaac y Zoe conversar en la puerta sobre lo intrigados que estaban por la reunión de hoy. Zoe hasta colocó agua y sodas en una hielera, lo cual me hacia pensar que nos esperaba una clase de celebridad o algo.
Bufé y me alejé de la mesa ya lista que esperaba por la reunión.
— ¡Imagina que quiera invertir en nosotros! — No pude evitar dar un salto ante el chillido de Zoe quien zarandeaba a Isaac junto a ella sonriendo.
—O casarse con alguno — Levantó las cejas seductor mirándonos a ambas — No me quejaría yo, aunque dos rubios no sería lo mío.
—Por supuesto. Alguien necesita el cerebro — Le pinché cruzándome de brazos del otro lado de la mesa en la pequeña sala bien decorada para trabajar y tener reuniones.
—Amo tanto tu cariño ¿sabes? — Suspiró sarcástico exagerando un tono encantado — Solo esperemos que quien se enamore de ti también lo haga.
Rodé los ojos apartando la vista, y justo en ese momento se escuchó la campanilla de la entrada de la oficina, y los tres nos vimos al instante. Zoe casi sale corriendo, mientras que Isaac rodeo la mesa para tomar asiento junto a mi silla del lado izquierdo de la mesa.
—A ello, jefa — Me sonrió dándome ánimos con una mirada picara mientras yo me dirigía hacia la salida de la sala.
Justo fuera de la puerta de cristal, estaba la sala de espera justo frente a la recepción. Nuestro espacio era pequeño pero sin duda habíamos invertido en hacerlo acogedor y agradable a la vista —aunque nos llevara varios meses de casi todos los ingresos—. Distinguí a Zoe del otro lado del mostrador sonriéndole al hombre quien estaba de espaldas a mí aun, pero podía observar que llevaba un traje en un tono azul oscuro, junto con zapatos de vestir negros.
—Aquí viene la dueña — Le indica a él apuntando tras de él.
No me estés jodiendo, pensé observándolo al instante en el que se dió vuelta, y dándome cuenta, de que era el mismo chico del perro en el parque.
Pareció confuso al principio, pero al dar con quien era yo, vi un leve brillo burlón en su mirada, mientras que yo no podía sentirme más tensa.
—Pistacho — Soltó tan tranquilo con las manos en los bolsillos haciéndome gruñir ante el apodo — Te dije que nos veríamos.
— ¿Qué haces aquí? — Zanjé con un tono glacial intentando mantenerme profesional al cruzarme de brazos.
—Vaya — Silbó — Si así tratas a todos tus clientes, pobre de tus enemigos — Añadió burlón tirándole una mirada divertida a Zoe que nos observaba confusa desde el otro lado del mostrador.
—Cass... — Escuché el tono de advertencia en la voz de mi amiga, pero solo podía mantener mi vista fija en el chico idiota, y nuestra competencia de miradas que habíamos iniciado.
—Cass... — Su lengua acaricio mi nombre al decirlo y sentí un pinchazo extraño al escucharle, más al notar su sonrisa — No pensé en ese nombre.
Volví a gruñir. ¿Quién se creía?
—Viene para la cita programada — Giré mi rostro a Zoe que me observa con los ojos abiertos y una expresión preocupada, casi rogándome que me detuviera — La de Sebastián King.
Sentí un bofetón al instante en el que recordé esa información, y me obligué a cerrar los ojos unos segundos antes de posarlos de nuevo en el chico, Sebastián, que me observaba bastante divertido por la situación.
Maldita seas, Cassandra, me dije sabiendo que puede que arruinara esta oportunidad.
—Discúlpeme, señor King — Me obligué a soltar lo más sumisa y complaciente que pude entre dientes.
Pero este me sorprendió soltando una fuerte carcajada que le hizo sonreír aún más. Miré a Zoe intentando buscar ayuda, pero a juzgar por su alarmada y confundida expresión, ni ella sabía qué hacer para echarme la mano en esta situación ¿Que había dicho que le causara gracia?
—No soy Sebastián King — Se apresuró a aclarar tras unos segundos fijando la mirada en ambas — Me llamo Ethan Baker — Explicó y yo no podía salir de mi confusión aún más lo cual creo noto — Soy amigo de Sebastián, él tuvo que quedarse fuera un momento atendiendo una llamada.
Casi sí pudieron escuchar los suspiros de Zoe y yo al entender ese pequeño detalle, que nos ha salvado de una posible cagada. Bueno, al menos si Sebastián no resultaba ser un sujeto que se dejaba guiar por las opiniones y criterios de sus amigos. Lo cual esperaba con todo mí ser, que no hiciera.
Como si fuera invocado, la campana volvió a sonar, y vimos entrar en la sala a un hombre alto —aunque no tanto como Ethan—, un tanto delgado con una actitud sumamente elegante y casi imposible de lograr. Su cabellera rubia incluso más clara que la de Isaac, estaba perfectamente engominada por lo que era difícil saber que tan larga era. Su rostro era perfilado y con una fuerte mandíbula, que te hacía sentir intimidado, más al dar con sus ojos en un color claro, tal vez gris, o azul, era difícil de saber.
—Disculpen la tardanza — Su voz es bastante formal y fría mientras se alisa una arruga inexistente en la camisa de su traje, que parece faltarle el blazer — Soy Sebastián King.
Me ofrecía la mano bastante formal, la cual acepté acercándome un poco, notando sus largos dedos, y un extraño escalofrió recorrerme el cuerpo.
—Un placer, señor King — Me obligué a decir saliendo de mi descripción — Yo soy Cassandra Miller.
—Y yo Ethan Baker — Nos interrumpe el castaño viéndonos burlón — Basta de formalidades, la tarde corre y a este sujeto le suena más el teléfono que a los de emergencias — Bromeó aligerando el ambiente.
—Algo así — Sebastián hizo una mueca haciendo sonar su cuello al soltar mi mano.
—Pasemos a la sala de reuniones — Los invité guiándolos hacia la puerta de cristal detrás de mí.
Dentro no tardamos en zanjar las formalidades presentando a los dos hombres a Isaac, quien en la mínima oportunidad que pudo me lanzo una mirada picara como diciendo "Me los como" refiriéndose a ambos sujetos, aunque yo solo pude rodar los ojos internamente tomando asiento junto a él, frente a ellos.
—Bien — Nos sorprendió hablando primero Sebastián — Disculpen si voy directo al grano, pero el tiempo es oro — Hice un ademan restándole importancia incitándolo a seguir — Pienso pedirle matrimonio a mi pareja, y mi amigo, Ethan... — Señalo al castaño a su lado quien no apartaba su mirada de mi poniéndome incomoda — me sugirió que debía organizar algo. Me recomendaron su negocio.
—Hicieron bien — Habló Isaac tranquilo — Nos conocen por las pedidas de mano.
—Señor King... — Llamé su atención — Nos gustaría que nos contara un poco de su novia, las cosas que le gustan. Así como las fechas de cuando tiene planeado hacerlo — Recité mentalmente mi lista — Para empezar.
—¿Además de la ropa? — Dijo entredientes soltando una mirada burlona hacia su amigo que solo suspiro divertido — Su nombre es Megan Nelson — Se centró y yo empecé a escribir en mi pequeña ipad todo atentamente — Se dedica a las redes sociales, también es embajadora de Prada — Me obligué a continuar sin detenerme en ese detalle, pero Sebastián parecía quedarse callado sin saber que más decir.
Se hizo el silencio.
—Le va todo el rollo de redes, moda y eso — Se apresura a aclarar Ethan recostado del respaldo de la silla cómodamente — Aunque también causas sociales, así que eso la hace centrada.
—Sí, eso — Concordó Sebastián como si recordara esos detalles — Nos conocimos en la infancia, pero nos rencontramos hace un año y desde entonces estamos juntos — Asentí atenta — Me gustaría que todo se hiciera para antes de diciembre.
Asentí. Eso me daba poco margen teniendo en cuenta que apenas iniciábamos octubre. No debía entrar en pánico.
—¿Tiene alguna idea? — Pregunté alzando mi vista hacia él, ignorando la sonrisa del loco del perro.
—Nada cursi. No sería creíble que ideé algo así — Zanjó quitándose una pelusa de la manga de la chaqueta — Nada público. Íntimo y original, nada trillado.
Vale, eso me daba una mierda, pensé frustrada pero por suerte Isaac intervino sugiriendo algunas locaciones dentro de la ciudad, pero este las descartó al instante. Igual con unas en Georgia y Miami.
—¿No dijiste que ella creció en algún lugar frio? — Habló por fin Ethan viendo a la nada como si intentara recordar eso.
—En Canadá, si — Confirmó y se encogió de hombros — En cuanto al dinero, no tengo un límite — Zanjó cambiando el tema abruptamente — Hagan un plan, con un presupuesto y luego lo envían a mi secretaria. O a Ethan.
—Su secretaria sin paga — Rodó los ojos haciendo una reverencia fingida.
—Tengo asuntos de la empresa, así que es probable que él sea quien asista a estas reuniones — Explicó y tuve que girarme hacia el aludido.
Me sonríe tranquilo, y yo solo pude gruñir bajo dándome cuenta que tendría que verle con regularidad. No pasó mucho antes de que tuviéramos que terminar la reunión por falta de tiempo, así que los acompañé hasta la salida de nuevo.
—Espero noticias pronto — Se despidió Sebastián girándose hacia mi e Ethan en la entrada ya pero con la vista fija en su teléfono — Señorita Miller — Me ofreció la mano y se la entreché, tratando de ignorar el repaso que me dió de pies a cabeza antes de soltarme y salir.
Que extraño.
Me giré hacia el problema que aun tenia en casa, Ethan, quien seguía a mi lado observando la puerta por donde su amigo salía con las manos en los bolsillos. Tomé aire suficiente antes de siquiera buscar una intención de no mandarle a la mierda.
—Señor Baker... — Empecé a decir lentamente.
—Dime Ethan — Pidió interrumpiéndome sin soltar su aura tranquila, y note como sonrió ante de mi suspiro — Yo te diré Cass, aunque pistacho suene mejor.
—No podría, señor Baker — Volví a decir fingiendo escandalo — Necesitamos que deje su número con Zoe, para poder estar en contacto con usted.
No respondió, sino que me observó desde su altura echando un vistazo a la mía, antes de girarse hacia Zoe junto a nosotros en el mostrador observándonos curiosa, ajena a nuestra interacción.
—Solo debías decir que querías mi número, pistacho — Solté el aire de golpe cuando se giró hacia mi amiga para empezar a dictarle su número — Listo. Ya podrás llamarme.
—Espero tanto ese momento — Añadí sarcástica cruzándome de brazos harta de sus comentarios.
—Lo sé — Sonrió ignorando mi sarcasmo — Nos vemos en una próxima — Se despidió de ambas con un asentimiento y empieza a alejarse hacia la entrada, permitiéndome respirar tras un rato tensa — Por cierto, señorita Miller... — Volteé a verle cuando me llamó con la mano en la puerta ya listo para salir — Creo que me gusta más tu cara de mil demonios antes que las sonrisas hipócritas. Para que lo tengas en cuenta para la próxima cita.
Y con eso salió, dejándome a mí con la palabra en la boca y la expresión lívida. Me giré hacia Zoe, quien parecía igual de shockeada que yo, se tomó unos segundos antes de encontrar su voz.
—¿Que rayos fue eso?
Suspiré y cuando llegó Isaac a nuestro lado, empecé a recitarles todo el acontecimiento del otro día en el parque, queriendo dejar a Ethan muy mal parado, aunque claro que contándolo, solo parecía que me había agarrado de mal humor ese día.
—¿Candente y con perro? — Exclamo Isaac — Es un partidazo.
—Comételo, por favor — Pidió Zoe en un puchero — Sentía la tensión entre ambos incluso desde este lado.
—¿¡Que mierda les pasa!? — Exclamé escandalizada — Es un cliente, o casi, Zoe.
Ella se encogió de hombro y empezó a teclear algo en su computadora restándole importancia a ese hecho.
—El señor King también es un bombón — Siguió hablando — Aunque es muy estilo americano.
—Le dices americano a todo el que sea blanco — Se burló Isaac — Y luego se queja de los estereotipos — Se rio divertido — Pero Ethan tiene lo suyo, un lindo típico americano.
—Mira quien habla — Alcé una ceja — El rubio ojos azules.
—Pero como de todo, así que muy típico, no soy — Añadió burlándose antes de guiñarnos un ojo e irse por la puerta hacia la sala de descanso.
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Todo el local era un estallido de ruido, desde el sonido de la música del dj, las conversaciones de las personas ya escandalosas en su estado menos sobrio y el tintineo de las botellas de las barra al chocar con las estanterías por lo bartenders que las colocan sin ningún tipo de sutileza. Cualquiera podría decir que era el lugar ideal para disparar un arma que el sonido de la misma fuera opacado por el del ambiente, cosa que podría pasar con mucha facilidad, por desgracia.
—¡No podía creer que alguien gimiera tan alto! — Exclamó Hanna, una castaña amiga que habíamos hecho hace un año gracias a Isaac, desde el otro lado de la mesucha que compartíamos en el pequeño bar más cercano a nuestra oficina.
—¿En plan como gimen las de las porno? — curioseó Zoe a mi lado antes de empinarse su botellín de cerveza light. Se había recogido la cabellera negra en una cola, y había dejado su chaqueta dentro de mi auto, aparcado fuera.
—¡Si! ¡Cómo esas hentai! — Aclaró Hanna antes de soltar a reír, algo que contrastaba con su look de chica rockera, con chaqueta de cuero, pantalones pitillo, botas y algunas cadenas.
La misma trabajaba con otro de los chicos en una tienda de música en la zona, que era de la propiedad de su familia. Según Isaac nos había dicho, la conoció dado a que era amiga de un chico con el cual ligó un tiempo.
—¿Qué clase de pornos ven ustedes? — Bufó Isaac inclinado sobre la mesa junto a mi mientras de vez en cuando daba una mirada alrededor buscando una presa.
—De todo un poco — Hanna se encogió de hombros antes de tomar de su tarro de cerveza negra — Marcus y yo a veces nos gusta variar las cosas.
Marcus era su pareja desde hace un tiempo. Era una pareja bastante interesante dado que el mismo era un profesor de educación física y ella una amante del rock y hater número 1 de la actividad física, pero en todo lo demás, se llevaban de maravilla. Lo cual explicaba que siempre salen juntos, y porque él está en la mesa de al lado hablando con un amigo que encontró aquí.
—Yo si me voy a lo normal — Interrumpió Zoe sin más — Lo más loco es que a veces veo porno lesbiano.
—Mejor que el heterosexual — Se burla Isaac antes de darle un sorbo a uno de esos tragos extraños que pide por recomendación de internet.
No pude evitar codearlo riendo levemente para molestarlo.
—Disculpa porque no todas veamos porno gay — Dije con tono de querer provocarlo — Por cierto ¿Tu eres de los que se la meten o los que la meten?
Este me vio divertido, se inclinó más hacia mi y me pellizcó la nariz, haciendo sonreír más.
—Te mata saberlo, listilla — Se burla — Y ambos.
Su último comentario nos hace reír a las tres mientras el no dejaba de sonreír con suficiencia. Tomé mi vaso de ron con coca, dándome cuenta que ya estaba vacío, por lo que decidí ponerme en pie para ir por otro a la barra.
—¡Tráeme otra! — me gritó Zoe mientras me alejaba por entre las mesas del lugar.
Al llegar a la barra, pedí un nuevo trago pero pidiéndole al bartender que está vez fuera 70% coca y 30% ron, porque de otra manera no podría conducir mi auto de regreso a casa luego. Me incliné en la barra y observé un poco el lugar algo lleno por ser viernes, y me encontré con un hombre viéndome a mi izquierda en el bar.
Aparté la mirada un momento, antes de volverla a posar para asegurarme de ver bien, y si, efectivamente me estaba viendo a mi. Era guapo, fornido —más de lo que acostumbraba—, no podía saber si era alto porque estaba sentado en un banquillo en la esquina, pero me importaba más fijarme en su cabello negro rizado y despeinado, sus rasgos duros, casi como si fuera de otro país.
Sin olvidar que me observaba sin pudor alguno mientras seguía tomando de su cerveza.
Agradecí cuando el bartender me entregó mi nuevo trago, que utilicé para apoyarme en la barra, está vez mirándolo a él y mezclando el contenido del vaso con una pajilla. Se removió un poco al ver que lo observaba fijamente igual, y sonreí por ello.
Son tan fáciles de intimidar a veces.
—¿Te gusta lo que ves? — Hablé por sobre la música para pudiera oírme.
—Lo mismo te pregunto — Dijo igual sin inmutarse — Y claro.
En cuanto noté como su mirada bajaba por todo mi cuerpo antes de volver a pasarla en mi rostro, supe que esa sería actividad favorita durante la noche. Y no me había equivocado, cuando 20 minutos después, había conseguido que el fortachón de 32 años llamado Taylor, me sacara del bar, me empujara contra uno de los muros en el callejón de al lado y empezara a besarme como si fuera su comida preferida.
Era un beso algo salvaje, el tipo era un tanto brusco o apasionado, depende desde donde lo veas. No se detuvo en mis labios, sino que bajó por mi cuello y masajeo mis pechos por sobre el vestido de café ajustado que había elegido ponerme para la oficina hoy.
Seré sincera al decir que sabía el efecto que puede causar mi cuerpo en los hombres, es algo que con los años, al aceptarme entendí. No tenía una figura delgada como suelen tener más chicas, sino que soy gruesa, y por mucho que haga ejercicio, mis muslos siguen siendo grueso, mi trasero prominente y mi abdomen no tan plano como quisiera. Lo único pequeño en mi eran mis pechos de tamaño promedio.
Pero vamos, que mi cuerpo lucía muy sexy desde que había aprendido a como vestirlo.
—¿Te gustaría ir a mi departamento? — Gruñó Taylor en mi oído, con las manos aun fijas en mis caderas.
Y en ese momento, me di cuenta de que no sabía en qué rayos me había metido esa noche.
Siempre era lo mismo. Solía buscar chicos para besarnos y pasar el rato, pero en cuanto querían ir una base más allá, yo daba un paso atrás. No podía confiar fácil para hacer eso con cualquiera, y era exactamente cuando me podían llamar...
—Calientapolla — Soltó Taylor en cuanto le dije que no.
—Anda a ver quién te la enfría, chiquillo — Dije dando un paso lejos, arriesgándome a qué lo único pequeño en el, fuera su masculinidad.
Sin más, me alejé y entré al bar de nuevo, queriendo reunirme con los chicos, caminando incomodadamente por el lugar con las pantys hechas un mar. Una vez volví, solo encontré a Zoe junto a Hanna y Marcus.
—Veo que no trajiste mi cerveza — Hizo un puchero la asiática.
—Me distraje un poco — Ordené un poco mi cabello con el que el fortachón había decidido jugar — Me voy a casa ¿Quieres que te lleve?
—Nosotros podemos llevarte — Ofreció Hanna al ver que Zoe quería quedarse.
—¡Gracias, Rocky! — Chilló entonces nuestra amiga — Anda tranquila, Cassie — Asentí — ¡Espera! — me detuvo — ¿Cuántos dedos ves aquí?
La empujé un poco al ver cómo me hacía una prueba de cuan sobria estaba. Me despedí de ellos y salí del bar enfrentándome al frío que empazaba a hacer en las calles de la ciudad a esa hora. No tardé en encontrar mi auto un poco lejos de la puerta del lugar, entonces subí, encendí la calefacción y arranqué, queriendo llegar a mi hogar lo más pronto posible.
...
Vaya mierda, pensé en cuánto arrojé mi bolso sobre la mesa de la cocina al llegar a casa. Mientras me descalzaba camino a la habitación, no pude dejar de pensar en lo complicada que se ha vuelto mi vida sexual desde los últimos años.
Antes, en la universidad, podía enrollarme con quién quisiera —tampoco puedo usar mucho esa etapa de ejemplo—, pero desde hace un tiempo, son pocas las veces que he podido y todo es, según la psicóloga que visité, debido a que debo desarrollar un vínculo más cercano con las personas antes de follarmelas.
Lo cual explicaba porque había mantenido de mi última relación hace dos años: por el sexo. Aunque de eso pasé a salir con un chico con el que lo máximo que había hecho, era besarme, debido a su conservador pensar.
El punto era, ya hasta follar se había convertido en un lío para mí.
Una vez salí de la ducha que me refrescó, decidí meterme a la cama y solucionar el problema que el fortachón había creado, al ser tan aburrido en su hablar conmigo. Metí la mano en el cajón de mi mesa de noche, sacando de él el vibrador por el cual habia gastado una pasta considerable, pero que al menos no era tan molesto.
Tantee mi entrepierna bajo la bata de dormir, encontrándome con que aún seguía húmeda, y necesitaba liberación. Así que empecé moviendo dedos por mis labios inferiores, jugando con los jugos, antes de encender a mi lo equivalente a la Nimbus 2000 en vibradores, y colocarlo justo sobre mi clítoris.
Al instante la descarga de vibraciones, me hizo sonreír satisfecha, pero no era suficiente, por lo que aumenté su velocidad, haciéndolo sonar y haciéndome gemir.
Al menos con este mantenía un vínculo ya estable.
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¡Hola! Espero disfruten la lectura.
Ethan, hay algo en ti que me agrada y que no, definitivamente, aunque tal vez sea el punto de vista de Cass jajaja.
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