Capítulo tres: No estoy sola
Thea Hunt.
Todo estaba oscuro, no podía ver nada, pero sentía que estaba recostada sobre una cama. Cerca mío se encontraba alguien, no sabía quién era, pero podía sentir su presencia.
De pronto oí unos pasos, a cada movimiento el ruido se acercaba a mi y de pronto sentí un peso encima de mi.
En la completa oscuridad sentí que mis manos estaban aprisionadas, esa persona las estaba apretando fuertemente. Yo pataleaba, pero nada sucedía, no me podía liberar, era más fuerte que yo.
Luego sentí como una mano se posicionó en mi cuello, la presión cada vez aumentaba y creí que iba a morir. Abrí la boca para intentar respirar, mientras mis manos intentaban alejar a este ser que no podía identificar.
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Sentía como mi cuerpo me dolía, como si un camión me hubiera pasado por encima. La cabeza me dolía demasiado y pude oír unas voces.
Abrí los ojos y parpadeé varias veces. Lo primero que vi fue el techo de color blanco, luego oí el sonido de una maquina que verificaba mis latidos y por último, me vi en una camilla de hospital.
Giré mi cabeza y vi que había un aparato en mi dedo índice. Fruncí el ceño y mi mirada se detuvo en el pelirrojo que me observaba de brazos cruzados y el ceño fruncido.
—¿Cómo te sientes? —fruncí el ceño al verlo allí.
Su cabello rojizo estaba peinado hacia atrás, vestía una camisa de color blanco, un jean de color negro y unos zapatos en punta de color negro con el borde marrón claro. Tenía algunos tatuajes en los brazos, los cuales lo hacían lucir como un chico malo.
Solo que él no era ese tipo de personas.
—¿Owen? —me senté en la camilla con las pocas fuerzas que tenía—. ¿Qué haces aquí? No sabía que estabas en la ciudad.
—¿No lo recuerdas? —frunció el ceño?
—Recuerdo que estaba con Summer en el auto, pero luego todo se puso confuso. Yo había bebido y no recuerdo mucho. La cabeza todavía me duele un poco.
—Tuvieron un choque automovilístico —soltó.
Summer... No, ella tiene que estar bien
—¿Cómo está? ¿Por qué no estás con ella? ¿Le sucedió algo? —pregunté desesperadamente.
—Calma, ella está bien, está descansando. Me dijeron que no tienes parientes y Summer quiso que viniera aquí —explicó.
—No recuerdo nada, ¿cómo sucedió el choque?
—Por lo que mi hermana me comentó, dijo que ella desvió la mirada y por eso chocaron —se acercó a mí y me observó a los ojos—. Conozco a mi hermana y sé que ella jamás desviaría la mirada, ¿Qué sucedió? Algo la tiene perturbada.
Seguro fue ese imbécil.
Podré haber estado un poco habría, pero recuerdo lo que sucedió en el baño, si no lo maté fue porque no valía la pena ensuciarme las manos por él. Ya le había dejado en claro que no podía meterse con Summer o asumiría las consecuencias.
Espero que no intente nada, porque la próxima vez no me contendré.
Tal vez ya le quedó claro que con Summer no debe meterse.
—Mark quería tener relaciones con Summer, pero ella no se siente lista. Creo que estaba pensando en eso y luego chocamos —suspiró.
—Te diré algo, pero no le puedes decir a Summer, no quiero que corra peligro —asentí—. Los policías investigaron la escena, sospechan que el choque no fue casualidad —susurró.
—¿Qué? ¿Cuánto tiempo pasó para que tuvieran tiempo de investigar?
—Dos días —respondió.
No puede ser, dos días llevo inconsciente, dos días en los que nadie preguntó por mi, vaya, cada vez me siento más sola. Aunque hay algo que no tiene sentido, ¿cómo podría ser que el choque no fuera casualidad? ¿Quién podría haber querido que choquemos?
Algo no tiene sentido.
—¿Summer tiene alguna herida?
—Gracias a Dios no, solo tiene un moretón en el rostro —agregó.
Ese imbécil, no merece tener a Summer.
—No fue provocado por el choque, Mark me iba a dar una bofetada y ella se interpuso.
—¡¿Qué?! ¡¿Dónde está?! ¡Lo mataré con mis propias manos por haberle hecho eso! —espetó furioso y con razón.
La primera diferencia entre la vida de Summer y la mía, era que tenía una familia que la amaba y protegía. La otra diferencia es que Summer no ve maldad en los demás, puede llegar a desconfiar, pero no creer que los demás tienen maldad.
Creo que por eso ha perdonado a Mark tantas veces, tal vez cree que puede cambiar. Cuando los vi juntos en el bar, me dio la impresión de que Mark no dejaba de verla con una mirada pervertida, pero ella no se daba cuenta, estaba distraída.
Luego de que esa mujer me hubiera ofrecido repetidas veces acostarme con ella, noté a Summer extraña. Fue cuando la seguí al baño y me preocupé al ver que Mark había entrado.
Hubiera matado a ese infeliz, pero ella estaba un poco asustada, no quería que me tuviera miedo. Pero entiendo el enojo de Owen, Summer no se merece a un imbécil como él, merece a alguien que la valore y la ame con intensidad.
—Luego le daré una lección a ese malnacido —murmuró.
—¿Puedo verla?
El pelirrojo iba a responder, pero en ese momento la vi parada en la puerta, sonriéndome como siempre. Caminó rápidamente hasta mi camilla y la abracé fuertemente, como si hubiera pasado una eternidad lejos de ella.
Tenía la sensación de que si la soltaba, estaría en peligro y no quería eso.
Me rodeó con sus brazos, para luego empezar a acariciarme la cabeza. Sentí su corazón latir muy rápido. Nos separamos y ella se sentó a mi lado.
—Gracias por decirme lo que ese idiota te hizo —habló con ironía el pelirrojo.
Summer frunció el ceño y luego me observó a mi.
—Lo tenía controlado, Owen. Además es mi vida, no debes entrometerte.
—Eres mi hermana menor, claro que haré algo, no me quedaré de brazos cruzados —rebatió.
—Mejor no te entrometas, Owen. No quiero hablar sobre eso —sonó molesta.
Él iba a decir algo más, pero en ese momento entró una doctora rubia. Se acercó a mí y me sonrió. Observó la máquina que verificaba mis latidos, luego fue por una pequeña linterna y revisó mis ojos.
—¿Sientes algo?
—No, solo me duele un poco la cabeza.
—Te haré algunos análisis para verificar que estés bien y luego podrás irte. Fuiste afortunada, el auto se dio vuelta y apenas sangraste, mucho hubieran muerto en tu lugar.
—Thea es una persona fuerte —comentó la pelirroja.
Sí, la verdad nunca tuve opción...
La vida se trata de ser fuerte o débil, si eres fuerte nadie se meterá contigo y si se meten, pues le das su merecido, en cambio, si eres débil, las personas vivirán usandote a su antojo. Sé que Melanie me usó, creo, ya ni sé qué creer, pero solo sé que la decisión que tenía que tomar es definitiva y dudo que Summer pueda encontrarme.
—Necesito que salga, la paciente debe estar tranquila por unas horas —dijo la doctora, a lo que los hermanos asintieron.
Summer se acercó a mí, colocó su mano en mi mejilla y dejó un beso en mi cabeza. Me observó durante unos segundos y me sonrió de lado. Caminaron hasta la puerta y al irse Owen la cerró.
—Es bueno que tú y tu novia se hayan salvado —comentó.
—No es mi novia, es mi amiga —la miré confundida.
—Disculpa, es que se preocupó tanto por ti, que creí que eran novias.
—¿Cómo que se preocupó? Ella también estaba en el choque.
—Cuando despertó creyó que habías muerto y dijo que no nos preocuparamos por ella, tú necesitabas más atención. Un amigo de ella vino a la mañana siguiente del accidente y dijo algo sobre que no debía preocuparse por ti.
Mark, ese idiota.
—Sé que no me preguntaste, pero en lo personal ese chico no me dio buena espina, parecía muy controlador y molesto.
—Gracias por la información, doctora.
Luego de comer algo, me hicieron varios análisis. Me hicieron unas radiografías en distintas partes del cuerpo, verificaron que no tuviera ninguna herida, más que la de la cabeza, el cual solo era un pequeño corte.
Así pasaron al menos cinco horas. Hasta donde sé, Summer y Owen se quedaron todo el tiempo en la sala de espera, pero ante todo lo que sucedió, no puedo arrastrarlos a mi desgracia.
Y si era verdad que el choque fue planeado, ellos estaban en peligro.
—Tus amigos están en la sala de espera que está después de los ascensores y la escalera de emergencia.
—Gracias.
Me trajeron la ropa que Summer me había traído, me la puse y pensé en un plan que se dividía en varios pasos. Paso uno: Irme de aquí. Paso dos: Ir a buscar mis cosas al departamento de Melanie. Paso tres: No perjudicar a Summer.
Creo que el paso dos será el más difícil.
Luego de estar vestida salí de la habitación y miré a ambos lados de los pasillos, asegurándome de que nadie pudiera verme. A lo lejos observé la puerta que conducía a las escaleras de emergencia.
Caminé y empujé la puerta, para luego empezar a bajar las escaleras hasta la planta baja. Me dirigí hacia la recepción del hospital y me fui. Me di cuenta que en el bolsillo de mi buzo estaban las llaves del departamento y mi celular.
Por suerte el hospital quedaba cerca de mi destino, así que no me haría daño ir caminando.
꧁༻-༺꧂
Al llegar a la puerta del departamento tuve una batalla interna, porque temía que al entrar me encontraría con la misma escena que el domingo por la noche, pero también temía por mi, porque sabía que si entraba, una parte de mi querría perdonarla, pero no soy tan idiota como para hacer eso.
Suspiré y cuando iba a meter la llave en la cerradura, oí el sonido de las llaves abriendo la puerta, para luego encontrarme con ella.
—Thea.
—Lamento no ser el pelirrojo —dije con sarcasmo—. Vine a buscar mis cosas, luego me iré —entré al departamento sin su permiso y ella se me quedó mirándome.
—Creí que no volverías.
—Por poco no vuelvo a la vida, pero tranquila, hoy me llevaré todo para que tu novio pueda quedarse.
Me dirigí a nuestra habitación, en donde había millones de recuerdos y sensaciones. Intenté no pensar en eso, porque me haría sentir peor de lo que ya me sentía.
Tomé un bolso negro, lo suficientemente grande para meter toda la ropa y algunas cosas mías, como libretas, un libro que me gustaba mucho y unas fotografías. Tomé la ropa del closet y la metí en el bolso, al igual que todo lo demás.
—Cuantos recuerdos, ¿no? —preguntó retóricamente.
—Recuerdos bellos que se convirtieron en pesadillas vivientes.
—Supe lo que sucedió con Mark —levanté la vista, pero yo seguía de espaldas hacia ella.
No me atrevía a verla a los ojos, sé que si lo hago, me echaría a llorar, como lo hice con Summer anteriormente. Porque cuando la veo, puedo ver en sus ojos todo el tiempo perdido, todo lo que vivimos no fue nada para ella y me duele mucho.
—Le dejaste el ojo morado, ¿sabías? —no respondí.
Mientras guardaba las cosas, sentí un escalofrío que me recorrió todo el cuerpo. No necesitaba darme la vuelta para saber que ella estaba cerca de mi cuello.
La conozco bien, sé lo que hará, por eso sé cómo reaccionar, pero la ira que siento correr por mis venas es muy fuerte.
—Siempre fuiste así de valiente —colocó lentamente su mano en mi cadera.
—No me toques —quité su mano brutalmente y ella frunció el ceño.
—Antes te gustaba.
—Antes no sabía que me habías engañado —me di la vuelta para confrontarla.
Era inútil retrasar lo inevitable, más tarde o más temprano la vería a los ojos. Por más que me duela ver tanto tiempo perdido, no puedo flaquear, ella no puede saber cuanto me afecta.
Porque sabe que es así, pero tiene que creer que nada me importa, así como a ella.
—Ni siquiera sé por cuánto tiempo me has engañado. Lo peor es que ni siquiera supiste lo que sucedió —solté molesta.
—¿Qué sucedió?
Era claro que no sabía que casi moría, no sé porqué creí que podría importarle.
—No te interesa, si no lo sabes es porque no te importó y para ser sincera tampoco me importas —mentí.
—¿Y a dónde irás? No tienes a donde ir, solo me tenías a mí y al parecer no vas a perdonarme.
—¡Claro que no lo haré! ¡Traicionaste mi confianza y echaste todo por la basura!
—¡No fue para tanto! —tomé mi bolso y mi mochila de la universidad.
Estaba dispuesta a irme sin decir nada, no puede ser que de las dos yo sea la única que entiende lo grave de la situación.
Ahora me doy cuenta que nunca valí nada para ella, solo fui un juguete, del cual se cansó rápidamente.
Además, si ella no estaba enterada sobre el accidente, era porque no le interesaba. Y la verdad tampoco me importaría si alguien como yo muriera, sería un alivio para todos, especialmente para mis padres.
Coloqué la tira del bolso en mi hombro, al igual que la mochila. Molesta, me dirigí hacia la puerta, pasando por el departamento lleno de recuerdos, besos, buenos y malos momentos, pero sobre todo, una realidad que ahora ya no existía.
Melanie me tomó del brazo, impidiendo que abriera la puerta. La miré por sobre mi hombro, sin saber lo que pretendía.
—Por favor, perdóname.
La ira me estaba controlando, su inmadurez de aceptar su error era increíble. Era como si creyera que ella es una santa, cuando no es así, nadie lo es, pero ella le gana a muchas personas fácilmente.
Me di la vuelta, suspiré y la miré a los ojos.
—¿Quieres que te perdone luego de arruinar tres años de relación? ¿Quieres que te perdone luego de verte con otra persona? ¿Quieres que ignore el dolor que siento dentro de mi? Porque por si no lo sabías, el corazón es algo difícil de reparar, un simple perdón no arreglará nada y ¿sabes que es lo peor? Que no veo el arrepentimiento en tus ojos —ella no dijo nada, solo se quedó inmóvil, en silencio.
—Yo...
—¿No tenías idea? Claro, ¿cómo podrías tener idea? Si nunca te preocupaste por lo que yo sentía —las lágrimas amenazaron con salir de mis ojos, pero debía mantenerme firme.
Detestaba mostrar debilidad, detestaba llorar frente a los demás, porqué entendí que a nadie le importa cuanto sufras, solo les importa lo que hiciste y cómo actuaste ante ello.
Abrí la puerta y antes de irme busqué las llaves en mi buzo, para luego mostrarles a Melanie y dejarlas caer al suelo. Observó las llaves en el suelo y entendió que eso significaba que nunca más me vería, que nunca más volvería a saber de mí y sobre todo, nunca más tendría el afecto que un día le di.
Salí de allí como si mi vida dependiera de ello y en parte lo hacía, porque sabía que si me quedaba más tiempo, perdería el control.
Esperé el ascensor, en cuanto llegó me metí adentro y apreté el botón plateado que indicaba que las puertas debían cerrarse. Por última vez observé el piso, ya que sería la última vez que lo vería.
Al llegar a la planta baja y salir del edificio, miré hacia ambos lados, asegurándose de que Summer no estuviera aquí junto con Owen. Al estar segura bajé los tres escalones y empecé a caminar.
No sabía que iba a hacer, no tenía empleo, ni casa, ni familia. Estaba sola en el mundo, pero sé que conseguir empleo en esta época del año es algo difícil.
Realmente no tenía cabeza para buscar empleo o saber qué haría con mi vida, solo tenía ganas de morir y de no volver a ver a nadie.
Seguí caminando, mientras observaba cómo las personas vivían sus vidas felices y me preguntaba si la felicidad formaría parte de mi vida algún día. Hasta ahora la única felicidad que tenía era falsa.
Luego de unos minutos llegué a un hermoso lago, al que solía venir con Summer para relajarme, ya que cuando la conocí tenía muchos problemas en mi vida. Nos sentábamos en el pasto, mirábamos el cielo y hablábamos sobre cualquier cosa, así hasta que caía el anochecer.
Tal vez quería que ese tiempo volviera, porque pese a los problemas, no tenía responsabilidades, más que estudiar y ahora todo cambió. Tenía muchas responsabilidades, tenía noción de las cosas y actitudes de los demás.
Observé el ambiente, el cual con los años era más hermoso. El pasto era verde, estaba bien cuidado, en los árboles había varios nidos de pequeños pájaros, los cuales cantaban todos los días. En el agua tranquila había varios patos, quienes eran alimentados gracias a la comida que vendían cerca de aquí y las personas las compraban.
Este lugar era realmente un paraíso.
Sumergida en mis pensamientos, miré hacia mi costado derecho y me di cuenta que a lo lejos había una cabellera pelirroja. Sabía que era ella, parecía estar buscando a alguien, giró su cabeza hacia todos lados, desesperada, hasta que se detuvo en cuanto me vio y sonrió.
Vino caminando hacia mí y al estar cerca se sentó a mi lado.
—¿Puedo estar aquí contigo?
—No tendrías que haberme buscado, Sum.
—Es como decirme que no respire, no puedo, es imposible. Si te hubieras ido al fin del mundo, sería la primera persona en ir a buscarte
Sonreí por su lindo comentario.
—Hasta ahora nada había empeorado, pero recibiste esa bofetada por mi culpa, si no me hubiera quedado contigo, Mark no se habría puesto así de violento.
—Pero no fuiste tú quien me dio la bofetada, de hecho tú le diste un puñetazo a Mark
—Aún así, el choque, por ejemplo, fue por mi culpa.
—No, no es así. Nada de lo que sucedió es tu culpa, Thea —ella se acercó a mí y me abrazó por los hombros.
Todo era demasiado en poco tiempo, el rechazo de mis padres, el engaño de Melanie y el choque que se supone que fue un accidente. No podía con tanto, sentía que no iba a aguantar y que iba a desfallecer.
La pelirroja empezó a acariciar mi cabeza y juntó la suya con la mía. Ella siempre sabía cómo calmarme, pero la verdad es que nadie podía apagar el miedo que sentía. Habían sucedido muchas cosas en poco tiempo
Y no estaba lista para afrontarlo.
—Te tengo una propuesta —me sonrió.
—¿Cuál? —pregunté curiosa.
—Owen nos invitó a pasar el fin de semana en su cabaña, a las afueras de la ciudad, cerca de un pueblo. ¿Te gustaría venir conmigo?
Sonreí de lado.
Claro que me gustaría ir, lo que más quiero y necesito es alejarme de todo y de todos. Necesito un tiempo para mi y relajarme, creo que estoy tomando varias decisiones por el calor del momento y no estoy pensando con la cabeza.
Ella tomó esa sonrisa como una aceptación, entonces apoyé mi cabeza sobre su hombro y su perfume a frutilla me invadió las fosas nasales. Siguió acariciando mi cabeza tiernamente y eso me tranquilizó un poco.
—¿Podemos quedarnos así un rato más?
—El tiempo que necesites, Thea. Si es necesario, toda la tarde y noche —me acerqué más a ella y me acurruqué en sus brazos.
No sería una mala idea quedarnos toda la tarde en el paraíso, al fin y al cabo nadie me esperaba, nadie me necesitaba y nadie me entendería como Summer.
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