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CAPÍTULO 6

Teenage dream - Olivia Rodrigo

Agh, la cabeza me va a explotar.

Abrí los ojos, con un dolor de cabeza horrible. Miré la hora en mi móvil, eran las doce de la mañana.

Al menos has dormido.

Volví a colocar mi móvil en la mesa de noche y me fijé que había un vaso de agua junto a una pastillita y una nota. Primero, cogí la nota.

—"Ya me lo agradecerás. He salido con Jack, vuelvo por la tarde. Te quiero, idiota. Firmado: Sarah" —leí—. Madre mía.

Cogí el vaso y me tragué la aspirina con ayuda del agua. Me levanté a duras penas. No recordaba apenas nada de la noche anterior.

La discoteca, el alcohol. Bebí. Bebí mucho, de eso no cabe duda. Y también...

—Ellie —susurré, acordándome de que me la había encontrado—. Mierda, mierda, mierda, joder.

Hice un esfuerzo para recordar exactamente lo que había pasado con Ellie anoche, pero desistí cuando vi que era imposible.

Decidí salir a tomar aire fresco, y sin pensarlo, acabé donde siempre. En el árbol.

—Hola, mamá —metí mis manos en los bolsillos de mi sudadera y apreté los labios—. No sé si puedes verme u oírme, pero si puedes, lo siento. Sé que no soy precisamente un orgullo de hijo. No sabes lo que duele eso. Saber que... Te has ido y yo te estoy decepcionando hasta en la otra vida. Perdón.

Me quité la sudadera y le enseñé mis cicatrices al árbol, como si las pudiera ver.

—¿Cómo paro, mamá? —comencé a sentir que estaba a punto de llorar— Yo... ¿Por qué tú te vas queriendo vivir y yo me quedo queriendo morir? Yo... No sé si debería seguir. Puede que Ellie sea una señal para seguir, pero... ¿Y si anoche la cagué y no me quiere volver a ver? "Vivir por otros no es vivir". Me lo ha dicho mi psicóloga. Y sé que es verdad. Pero si no vivo por otros, ¿por qué? ¿Por mi sueño de la actuación? Venga ya, sabes que no lo lograré. En cuanto vean mis cicatrices me echarán. He pensado mejor lo del casting de Feel something. No lo haré. De todos modos no me darían el papel. Debo bajar de esa nube, ser realista. Mi vida es trabajar en esa tienda, cuidar a Sarah y procurar no morirme.

Y en ese momento, un niño interrumpió mi charla con mi madre. Él era rubio de ojos azules, tendría unos seis o siete años. Observó mis brazos, yo los tapé rápidamente, poniéndome la sudadera.

—¿Cómo te has hecho esas heridas? —preguntó, tierno.

—Yo... Eh... Es difícil de explicar —le dije.

—Mi hermana tenía unas parecidas —comentó. Eso hizo que mi corazón se encogiera—. No sé dónde está ahora. Mamá solamente me dijo que mi hermana ahora es feliz.

Noté que mis ojos se llenaban de lágrimas. ¿Cómo reaccionaria ese niño a la verdad en un par de años? Esa mirada inocente se esfumaría y se transformaría en dudas y tristeza. Se preguntaría el porqué de todo, se preguntaría qué habría pasado si lo hubiera sabido antes.

—Lo es —le aseguré, intentando que la voz no se me rompiera—. Estoy seguro.

—¿Tú lo eres? —quiso saber.

—¿Eh?

—¿Eres feliz? ¿Esas marcas significan que eres feliz? ¿Como mi hermana?

—Estas marcas —levanté las mangas de mi sudadera, y me agaché frente a él, mostrándoselas— significan que han pasado muchas cosas. Nunca debes permitir que te salgan.

—¿Cosas malas?

—Sí —asentí, agachando la cabeza, sin saber qué más decir.

—¿Mi hermana pasó cosas malas? —su expresión fue triste al instante.

Entreabrí la boca, sin saber qué decirle al pobre niño. La había cagado de nuevo.

—Sí —respondí al fin.

—¿Qué cosas?

—Eso... Supongo que solamente lo sabe ella con exactitud.

—Cuando la vea, le preguntaré.

Espero que no la veas en mucho tiempo, aún tienes mucho que hacer en este lado del mundo.

—Claro que sí, campeón.

—¿Y qué cosas te han pasado a ti? ¿Serás feliz?

Dudé unos segundos. Mamá, ¿esta es tu señal? Pensé en Ellie, en Sarah, en mi padre, en la actuación. Me imaginé viajando por el mundo con ellas, con actores, con una futura familia. Y en mi imaginación, todo era perfecto. No estamos rotos, estamos en construcción. Apenas está empezando nuestra historia. ¿Es eso lo que ocurre, mamá? ¿Todo mejorará?

Seguía dubitativo respecto a eso, pero finalmente contesté.

—Lo seré. Seré muy feliz. Pero tienes que prometerme una cosa, pequeñajo —le susurré.

—¿El qué?

—Aunque te caiga el mundo encima, te vas a levantar y vas a seguir caminando. No tratarás mal a nadie. Nunca. Y nunca te vas a rendir con tus sueños. ¿Sabes por qué?

—¿Por qué?

—Porque debemos demostrarle al mundo que hay personas por las que debemos luchar. Porque debemos demostrarles que no nos rendiremos a pesar de todo lo malo que hay en este universo. Porque nosotros, al contrario que muchos, tenemos algo aqui —toqué su pecho, justo en la zona del corazón—. ¿Sabes el qué?

—¿El corazón?

—Eso es, campeón. El corazón. Y eso es más fuerte que cualquier cosa y que cualquier persona en este universo. Porque el universo es así de grande —extendí mis brazos, sin retirar mi mirada de él. Después, hice el hueco entre mis brazos mucho más pequeño—, pero algo de este tamaño, puede cambiarlo todo. Por eso, debes prometerme que serás bueno y que no te rendirás.

—Te lo prometo —puso una mano en su corazón, como si estuviera haciendo un juramento sagrado.

—Eso es, bien dicho.

Chocamos los puños y bajé nuevamente las mangas de mi sudadera.

—He de irme, pero cuídate, ¿vale? —le dije.

—Vale, pero hazlo tú también. Porque tu corazón es muy, muy, muy grande. Como... —pensó por unos segundos— Como el cielo.

—Eso es muy grande —murmuré, con una sonrisa.

El niño solamente asintió con la cabeza. Yo le froté la cabeza, desordenando su pelo, y me levanté. Acto seguido, caminé hacia la salida del parque. Una parte de mí se sentía mejor gracias a esa pequeña charla.

Y entonces, la vi. Ellie estaba en un banco, parecía disgustada. Incluso me atrevería a decir que estaba llorando. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Me acerqué a ella, preocupado, y me senté a su lado.

—¿Ellie? —susurré.

Levantó la cabeza y al verme se apresuró a secarse las lágrimas.

—Hola, Shawn —me contestó, evitando mi mirada a toda costa.

—Ellie, ¿qué pasa? —quise saber.

—Nada. ¿Qué haces aquí?

—Es un lugar especial, pero no cambies de tema. ¿Qué ocurre? —insistí, más preocupado aún.

—No es nada, es una gilipollez. Mi hermano ha vuelto a casa después de dos años, y no me ha hecho mucha gracia.

—Hmm, ya veo —miré al frente mientras asentía con la cabeza. Después, volví a mirarla—. ¿Un capullo, verdad?

—Sí —afirmó, tras unos segundos de incómodo silencio.

Hubo otro pequeño silencio, donde pareció examinarme a fondo. Pensé en evitar su mirada, no quería que me viera así, pero no podía apartar mi mirada de la suya.

—¿Recuerdas algo de anoche? —preguntó de repente.

—Recuerdo que estabas ahí. Y no sabes cuánto siento que me hayas visto en ese estado —reconocí.

—¿No recuerdas nada más?

—¿Debería? —pregunté.

—No lo sé —respondió, sin más.

¿Qué hice anoche?

—¿Por qué estabas así? —quiso saber.

—Me enteré de algo —dije, sin entrar en detalles, y agaché la cabeza.

—Hoy hace bastante calor. ¿No crees? —comentó.

En otro momento, eso me habría dolido teniendo en cuenta de que llevaba mi sudadera, pero... Dejemos a mi malpensado interior salir. No sale hace tiempo.

—¿Es eso una insinuación, querida paranoica?

Y bastó eso para hacerla sonrojar.

—No, claro que no —contestó rápidamente, provocando que yo me riera sin poder evitarlo.

—Una pena, estaría bien. Si cambias de opinión...

—Cállate —empezó a reír.

—Vale la pena decir tantas gilipolleces en un segundo si te veo reír tras un mal momento —le sonreí dulcemente.

Era verdad, una risa suya equivalía a una cicatriz que notaba sanar en mi corazón.

Nos quedamos mirándonos fijamente, había mucha tensión. Pero ella sacó su móvil. Pareció ver algo, y acto seguido soltó sin más:

—¿Y si te invito a la cena de Nochebuena con mi familia?

La pregunta me descolocó por unos segundos, he de reconocerlo. Pero me descolocó en el buen sentido.

¿Nochebuena? ¿Con la chica que adoro? Suena bien. Muy bien.

No olvides a Sarah.

Y se acabó lo bueno.

—Me encantaría. Pero... Nunca he pasado Nochebuena sin mi hermana. Y no me gustaría dejarla sola con mi padre. Lo siento.

—Tu hermana puede venir.

Justo cuando pensé que no la podía querer más.

—¿Hablas en serio? —pregunté, emocionado, y ella asintió con la cabeza— Entonces, cuenta conmigo. Estaré ahí.

—Bien —contestó.

—Bueno, hoy vuelvo al trabajo. Nos vemos pronto, Ellie —le sonreí como un angelito.

—En nuestra... ¿Tercera cita?

Otra victoria para Shawn.

—Oh, ya admites que es una cita. Puede que en la siguiente ya te deje escuchar la música que me gusta.

—¿Puede? De eso nada —se cruzó de brazos como una cría—. Sí o sí escucharé esa música.

—Con dos condiciones —me acerqué a ella y quedamos bastante cerca el uno del otro—. Que ninguno salga corriendo. Y no nos tratemos de besar.

—¿Me lo dice el que huyó? ¿Y me dices que no nos intentemos besar cuando estás a medio palmo de distancia? —susurró, y una parte de mí gritó cuando vio que me miraba directamente a los labios.

Esbocé una sonrisa, queriendo besarla.

—Nos vemos mañana. Te recojo en tu casa —murmuré.

Miré a sus labios, ambos queríamos besarnos. Pero no podía. Me limité a darle un beso suave en la mejilla como despedida. Tras eso, me levanté aún más tenso, dudando si había hecho bien en darle ese beso y me fui.

Cuando llegué a casa, pensé más en el asunto de su hermano. Parecía realmente afectada por el tema. Me tumbé en mi cama mirando al techo, con cierto nerviosismo. Cogí mi móvil y entré a su chat, dubitativo. Pero finalmente, decidí no ponerla peor hablando de eso y bloqueé la pantalla de mi móvil. Tras unos segundos, desbloqueé la pantalla del móvil de nuevo, y esta vez entré al chat de Chris.

Chris

Eyy, Chris. ¿Qué tal?

Oye, una pregunta. ¿Sabes
algo del asunto de Ellie
y su hermano? Parecía un
poco disgustada.

Tardó unas cuantas horas, pero finalmente Chris respondió.

Chris

Holaa, yo no estoy
muy bien, ¿y tú?

¿Ocurre algo?

Nah, no te preocupes.

En cuanto al hermano de
El, solamente puedo
decirte que es un capullo.

Entiendo. Gracias Chrissy ;)

De nada, Romeo.

Se me quedará ese apodo
de por vida, ¿verdad?

Puede que te lo cambie
algún día JAJAJAJ.

Me reí y bloqueé el móvil, para después ponerlo sobre mi mesa de noche. Me tapé con la sábana e intenté dormir, cosa que no logré hasta tarde.

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