CAPÍTULO 11
Feel something - Bea Miller
—¡No te puedes ir así como así! —exclamó Sarah.
Sí, le acababa de contar a última hora que me iba a quedar en Reino Unido.
—Sí puedo. Necesito un nuevo comienzo. Y ese es un buen lugar.
—Pero Shawn...
—Basta —le interrumpí—. Mira, necesito que tengas cuidado en mi ausencia.
Sarah me miró, confusa.
—Lo que... Lo que quiero decir es que...
Tardé en poder decirle lo que le tenía que decir, pero si quería que ella estuviera a salvo, tenía que contárselo.
—D-Dan ha vuelto —confesé—. Lo han sacado de la cárcel, y quiero que tengas cuidado con él, ¿vale? Escríbeme y llámame todos los días, y así sabré que estás bien.
Sarah se había quedado en shock, mirando un punto fijo. Parecía que esas palabras acababan de romper su corazón.
—¿L-lo han...? ¿Lo han soltado? —logró preguntar tras varios segundos.
—Sí —murmuré, cabizbajo—. Pero estarás bien. Los dos estaremos bien. Avísame si ese hombre anda cerca y volveré en el primer avión. ¿Vale?
Sarah asintió con la cabeza. Ya no parecía tener ánimos para discutir. Acto seguido, me abrazó con fuerza.
—Te echaré mucho de menos —murmuró.
—No más que yo —susurré, acariciando su pelo—. Estaremos en contacto. Te quiero.
—Y yo a ti.
—Voy a dormir. El vuelo sale mañana temprano.
Y efectivamente, no pude dormir mucho. Estaba muy nervioso por la película, y tampoco estaba seguro de haber hecho lo correcto respecto a irme definitivamente a Reino Unido.
Te despedirán en cuanto vean tus cortes.
No, me he ganado este papel.
O quizá es que hayan visto tus cortes o les has dado pena.
Claro que no, se me da bien actuar.
¿Porque tu vida es una completa mentira en la que finges estar bien?
Cállate.
Algún día, todos sabrán la verdad, y no vas a tener ningún lugar para esconderte.
Cállate.
Algún día, todo esto será más fuerte que tú y cortarás más y más hasta morirte.
Cállate.
Y ahí serás la mayor decepción para Ellie.
Cállate.
Y para tu hermana.
Cállate.
Y para tu padre.
Cállate.
Y sobre todo para tu madre. Este no es el hombre que ella crió.
He dicho que te calles.
Eres un cobarde, Shawn Walker.
Harto de escuchar mis pensamientos, e intentando no volver a tener ganas de hacer algo de lo que pudiera arrepentirme, me puse los auriculares con la música a máximo volumen. Respiré hondo varias veces y cogí un libro. Era un libro que no mucha gente conocía, pero creía que debería tener más reconocimiento. Se llamaba Él y otras obras de arte. Era muy bonito, y una parte de mí lograba reflejarse en la personalidad de la protagonista.
Tras un rato, logré relajarme, y una vez terminé de leer el libro, logré dormirme.
***
—Bien, te presento a tu nueva mánager —sonrió Jesh—. Ella es Hayley. De nada.
—Gracias —agradecí.
Estaba en el aeropuerto con Jesh, Sophie —su esposa—, la nueva mánager y varios actores. Entre el elenco estaban Ryan Foster, que hacía el papel de Dylan Williams; Matthew Bennet —o Matt para acortar—, que hacía el papel de Scott, el mejor amigo de Jesh; y por último, Jennifer Hawke, que hacía de Sophie Williams, mi interés amoroso en la película. Hasta ahora todos me caían genial.
Ryan tenía pelo castaño un poco largo, ojos marrones, y vestía bastante casual. Y en tan solo una hora, algo que había aprendido de él era que no podía vivir sin café.
Matt era moreno de piel, tenía el pelo castaño oscuro, ojos marrones y vestía entre forma formal y forma informal. Era una mezcla extraña, pero le quedaba bien. Le encantaban los animales, de camino a aquí, se había parado varias veces para acariciar a las mascotas de la gente. A partir del tercer perro que acarició, Jesh ya ponía los ojos en blanco, suplicando paciencia.
Jennifer, por su parte, era bastante similar físicamente a Sophie Williams. Pelirroja, ojos azules, vestía de manera sencilla y era bastante amable.
Pero mi mirada ahora mismo estaba sobre mi nueva mánager, Hayley. Ella tenía el pelo negro, ojos verdes, vestía de manera sencilla y parecía seria.
—Hola, soy Hayley —me estrechó la mano—. Encantada de conocerte, Walker.
—Puedes llamarme Shawn —le sonreí.
—Lo sé —ella se encogió de hombros—. Bienvenido al equipo, Walker.
—Gracias —mi sonrisa pasó de ser una forzada a una divertida.
Me cae bien.
Parece maja. Me iba a llevar bien con ella. Me recordaba un poco a mi hermana.
—Bueno, chicos, juntaos —Jesh nos llamó a todos cuando estábamos al lado de nuestro avión.
Todos nos pusimos en círculo, como si fuéramos un equipo de fútbol o algo así.
—Este viaje podría cambiaros la vida —comenzó Jesh—. Ninguno habéis actuado en una película antes. Pero tenéis algo que a muchos actores famosos les falta. El corazón en la actuación. Ustedes tenéis ese algo que marca la diferencia. Metéis sentimientos reales en la actuación. Y por eso, cuando lleguemos a Reino Unido, vamos a hacer la mejor película del año. ¿Quién está conmigo?
Jesh puso la mano en el centro esperando que alguien se uniera.
—La mejor película del año —sonreí, poniendo mi mano sobre la suya.
—A la cima —añadió Matt, uniéndose.
—Hagamos historia —Ryan se unió.
Los demás también unieron sus manos sin decir nada, y Jesh sonrió.
—A la de tres —dijo—. Una, dos, tres.
—Feel something! —exclamamos todos al unísono, levantando las manos al mismo tiempo.
Jesh repartió los guiones de la película, luego nos dirigimos al avión y todos empezaron a subir, pero cuando yo iba a subir, unos gritos me detuvieron.
—¡Shawn! —me pareció escuchar.
Era la voz de Ellie. Noté mariposas en mi estómago, y también un gran nerviosismo. Me giré, pero la multitud no me dejaba ver a nadie.
—¡Shawn! —volví a escuchar, pero aún no la veía.
—¡Shawn!
La multitud había dejado el hueco exacto para que yo pudiera ver a Ellie. No eran imaginaciones mías. Estaba ahí. Comencé a caminar hacia ella. Ella parecía tener problemas con los de seguridad, que finalmente, le agarraron de los brazos y se la empezaron a llevar. ¿Me había ido a buscar? ¿Será que de verdad me quiere?
¡JA! ¡NO ME HAGAS REÍR!
Es verdad. No creo que sea eso. Seguramente, Sarah se lo ha pedido.
Negué con la cabeza y subí al avión. Me senté junto a Hayley, detrás de Jesh y Sophie.
—¿Va todo bien? Te has quedado fuera un rato —susurró Hayley.
—Sí —mentí—. No es nada. Ahora estoy donde tengo que estar —en eso no mentí.
Ella asintió con la cabeza, y se puso sus auriculares. Yo agaché la cabeza y jugueteé con mi pulsera. Cerré los ojos e imaginé que mi madre estaba ahí. Ojalá pudiera estar de verdad. Me encantaría verla orgullosa de mí. Me encantaría ver su sonrisa dulce, escuchar su voz diciéndome que me lo había ganado. Sentir un abrazo más de sus brazos.
Cuando sentí que una lágrima caía por mi mejilla, me la limpié con mi pulgar.
Cogí mi guion y comencé a leerlo. Era una adaptación bastante fiel al libro, me sabía casi todos los diálogos de memoria.
Tras un rato, guardé el guion en mi mochila, e intenté dormir. Tras un rato, lo conseguí.
***
—Dios, ¿esos cortes... te los has hecho tú? —me preguntó Jesh, horrorizado por mis cicatrices.
—Puedo explicarlo —comencé.
—No, no puedes. Esto puede afectar a la película. No necesitamos a un actor necesitado de atención aquí —añadió Ryan.
—No es por la atención —fruncí el ceño.
—En cualquier caso, estás fuera de la película —comentó Jesh—. No quiero escándalos en esta película. Vete.
—Pero... —susurré, pero me detuve al ver a mi madre, con una expresión triste.
—No eres digno del apellido Walker —me dijo ella—. No vales nada. Eres un cobarde. Nadie se quedaría contigo, y nadie te contrataría para una película si vieran tus cortes.
—M-mamá...
—Rachel para ti.
***
Y desperté de golpe, con sudores fríos. Miré la hora en el móvil, eran las tres de la mañana. Todos parecían estar dormidos.
—Shawn, ¿estás bien? —preguntó Jesh, que estaba delante mío.
Vale, casi todos estaban dormidos.
—Sí, una... Una pesadilla. Todo bien.
—¿Seguro? Murmurabas algo en sueños.
—¿El qué? —pregunté aterrado.
—No lo sé. Solamente te entendí la palabra cortes y película. No sé qué estarías soñando, pero parecía estresante.
—Un poco, sí —admití.
—¿Son los nervios de tu debut como protagonista de una película?
—No exactamente —confesé—. Son nervios en general. Nada grave.
Jesh no pareció creérselo del todo, pero prefirió no presionarme y se quedó en silencio durante unos segundos.
—Intenta dormir un poco más, será un día largo —susurró.
Y acto seguido, se apoyó un poco en la cabeza de su esposa. Yo suspiré, pero no pude dormir más.
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