Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 16: Su historia

Es increíble como un simple beso puede borrar todo de la mente.

No sé bien porque últimamente el sexo me estaba sirviendo para olvidar. Pero oye, si funcionaba, no iba a averiguar el por qué.

Mis manos se deslizaron con suavidad por su desnudo torso, disfrutaba de cada línea y curva que mi piel rozaba. Las suyas se presionaban a mi trasero. Mi cuerpo estaba anhelante de él, su tacto era capaz de despertar todo en mí.

—Detente —me pidió retrocediendo varios pasos —no podemos hacer esto.

— ¿Por qué? —me quejé, estaba cansándome de que todos me rechazasen cuando los besaba. ¿Sería culpa de mis besos? Creo que tan mal no lo hago.

—Porque no estás bien, lo siento en la forma en que me besas, con rabia, como si quisieras devorarme y no de una forma buena.

— ¡Venga! ¿Pero qué importa eso? Tengamos sexo y ya.

—No me voy a acostar contigo —informó alejándose un poco más.

—Te tiras a todo lo que se mueve ¿y no te puedes acostar conmigo? ¡Esto es increíble! —me quejé cruzándome de brazos.

—Ellos no me importan, tú sí.

En otras circunstancias me hubiera derretido con esas palabras, me hubiera lanzado a sus brazos y todo sería como en las películas.

Hoy no.

Hoy no quería sentimientos, quería perderme en el sexo, en la pasión, en el sudor de nuestros cuerpos. ¿Tan difícil era de entender?

—Que te den, a ti y a todo el mundo —reproché caminando hacia el lago.

—William, te comportas como un niño pequeño. Venga, vamos a mi casa y así hablamos.

—No me da la gana —grité —me voy a buscar alguien que sí me quiera coger.

—No estaba pidiendo tu permiso —dijo a mi espalda, ¿cómo rayos se había movido tan rápido y silencioso? —Y no me amenaces con buscarte a otro, el único lugar al que irás es a mi casa.

Y antes de que supiera que pasaba, me cargó en el hombro y salió caminando.

Me sentí como un saco de papa.

— ¡Suéltame! —me quejé pegándole puñetazos en la espalda. Creo que me dolieron más a mí que a él.

Gabriel no respondió, siguió caminando hasta entrar en su casa, luego me sentó en el sofá y se colocó delante de mí.

—Ni se te ocurra irte, soy más rápido y fuerte que tú —me advirtió poniéndose una camiseta que descansaba sobre el sillón.

—Tienes mucha fe en ti —rebatí —Soy más rápido de lo que crees. Podría llegar a escapar y acusarte de secuestro.

—Déjate de tonterías y dime que te pasa, nunca te había visto tan enojado.

—Tampoco es que me conozcas tanto —me quejé, hoy me quejaba mucho.

—Cierto, pero si no me cuentas entonces no podré hacerlo.

No quería decirle nada, no iba a compartir mis problemas con él, no quería que supiera.

Pero cometí el error de mirar a sus ojos, había autentica preocupación en ellos, interés por mi bienestar. La fachada de tipo duro que estaba manteniendo se derrumbó, caí víctima de su mirada. Con un largo suspiro, comencé a hablar.

—Mis padres están en casa. Vinieron a visitarme y se encontraron con Carla. Se formó un gran lío cuando les dije que estábamos de nuevo juntos y que estaba embarazada y que yo era el padre.

— ¿Están juntos? —preguntó tensándose.

—Claro que no, fue una mentira porque contarle la verdad hubiera sido muy difícil. Amo a Carla, pero no de una forma romántica. Mis padres nunca entenderían eso, no comprenden que puedo perdonar con facilidad.

—Pocas veces son las que los padres nos entienden. Ellos hacen lo que creen que nos conviene aunque no siempre esté bien —respondió apartando la mirada — ¿Alguna vez te he contado por qué hui a Sunapee?

—Solo dijiste que escapabas de tu pasado —respondí recordando nuestra expedición a la montaña. Parecía como si hubiera ocurrido hacía años.

De pronto me di cuenta de algo, la verdad es que no sabía nada de él, de donde era, de su familia ni siquiera me había preguntado como un tendero podía tener una casa que costaba varios miles de dólares. No sabía quién era Gabriel, solo habíamos tenido sexo.

—No sé nada sobre ti —susurré sintiéndome mal por no haber intentado conocerlo más.

—Ahora lo harás —me respondió perdido en sus pensamientos —Nací en Canadá, toda mi familia es de allí y mi padre es el jefe y socio mayoritario de uno de los bancos más importantes de la zona. Desde niño me criaron para que fuera su sucesor en el puesto. Estudié finanzas y empresariales, estaba tan feliz de poder tomar el lugar de mi padre, ser como él y que estuviera orgulloso de mí —según Gabriel narraba su historia, podía imaginarme a un hermoso niño de azabache cabello jugar en un enorme y lustroso banco a la espera de convertirse algún día en el dueño del lugar. Parecía una imagen muy linda. Pero de pronto su tono se volvió frío, se podía decir que casi doloroso— Cuando al fin llegó el momento de hacerlo, descubrí algo. Mi padre llevaba desfalcando al banco desde hacía años.

—Oh, Gabriel…

—La imagen que tenía de él se hizo pedazos —continuó sin hacerme caso, tenía el presentimiento que su mente estaba reviviendo ese momento—. Con veintitrés años me vi en la situación de escoger entre mi padre y mi moral. Escogí a mi padre, fui tonto y no lo denuncié. Hablé con él pero no me escuchó, siguió tomando dinero del banco, dejó en la calle a montones de familia. Me fracturé, lo escogí por sobre todo y ahora mi conciencia estaba muriendo. Terminé denunciándolo, no podía más con la culpabilidad. Fue sentenciado a veinte años de prisión. Mi familia me odió, me echaron de casa y no quisieron saber de mí, yo los había traicionado. Todos sabían de las fechorías de mi padre y callaban para seguir manteniendo su nivel de vida. Según ellos, lo hacían por mi bien.

El corazón se me achicó, no podía imaginarme cuán difícil había sido para él tener que tomar una decisión como esa. Las lágrimas comenzaban a picarme en los ojos al tiempo que él continuaba.

—Lo que te quiero decir es que no siempre podemos poner a la familia por delante, no si eso significa dañar a otras personas. A la familia se le ama, pero ese amor no les da el derecho de manejar tu vida como ellos quieran. Es tu vida, tus decisiones, tus errores. Ya ellos tuvieron el tiempo de vivir las suyas.

Me quedé en silencio mirándolo, sus palabras estaban cargadas de realidad, de conocimiento, de verdad. Mis padres no podían interferir en mi vida, no podían dañar a Carla por algo que yo había decidido.

—Gracias —le susurré.

—Será mejor que saque un vino —me respondió caminando hasta la cocina y regresando minutos después con dos copas llenas —Este me lo regaló un amigo en una barbacoa.

No pude evitar sonreír mientras olía el aroma de la bebida, era el mismo que yo le había dado, nuevamente se me hizo una eternidad desde ese día.

—Lo siento —dije agachando la cabeza.

— ¿Por qué?

—Por ser un imbécil contigo, por tratarte como lo hice. No tenía derecho a hacerlo.

—Yo también lo siento, fui un cabrón —dijo encogiéndose de hombros —Ver cómo te acostabas con Carla me puso celoso, quería que sintieras lo mismo y por eso busqué a Alistaír.

— ¿Celoso? ¿Por qué estarías celoso?

—Mira que a veces puedes ser ciego —se burló — ¿A caso no lo acabas de ver? ¿No te has dado cuenta? William, ¿qué tengo que hacer para que acabes de ver que me gustas?

—Yo… ¿te gusto? Pero si dijiste que solo era sexo.

El aire me comenzaba a faltar, las manos me sudaban y temblaban. Desde que conocí a Gabriel había querido oír esas palabras, tan poco tiempo y ya le quería. Pero no pensé que él podía llegar a sentir lo mismo, pensé que solo buscaba el placer.

Ahora que me lo decía estaba aterrado.

—Admito que comenzó siendo eso, pero eres como una droga, mientras más te conozco más quiero de ti. Tienes algo indescifrable que me atrae y me vuelve loco. Me gustas, lo supe cuando sentí celos, cuando te vi con ella, cuando pensé que te perdía.

Esto parecía una película, el protagonista se le declaraba a la chica tras poco tiempo de conocerse. Era surrealista, pero no me importaba. Quizás estaba soñando pero me daba igual.

—Si no tuviera tanto miedo a que me alejaras, te besaría —le dije —Es gracioso que los dos discutiéramos cuando en realidad nos queríamos y sentíamos celos.

—También quisiera besarte, pero tienes cosas que resolver —me dijo poniéndose en pie —Deberías ir a tu casa y resolver las cosas con tus padres y Carla. Mañana hablaremos tú y yo.

—Mañana —dije sonriendo.

(…)

Cuando volví a entrar en casa me encontré una imagen bastante graciosa. Mis padres y Carla seguían sentados en la mesa y todos se miraban con odio pero ninguno decía una palabra.

Cuando me senté a su lado, mi madre fue la primera en hablar.

— ¿Ya se te pasó la rabieta? Has tenido una actitud muy inmadura.

—Escuchen muy bien los dos —dije con toda calma—. No volveré a permitir que me falten el respeto en mi casa. Como les dije, yo decidí volver con Carla y ahora más que mi novia es la madre de mis futuros hijos. Sus nietos por si no se han dado cuenta. Si quieren que sigamos siendo una familia entonces respetarán a mi novia y mis decisiones. Si no, la puerta está abierta, estoy seguro de que en el futuro se arrepentirán cuando no conozcan a sus nietos.

Creo que mis palabras los tomaron por sorpresa porque ambos se quedaron callados. Después  de unos segundos papá reaccionó y dijo.

—Respetaré tu decisión, hijo. Aunque no la comparto.

—No necesito que la compartan, solo que me apoyen.

—Te apoyaré —afirmó mamá—, pero lo hago por los bebés.

—Gracias —fue todo lo que dije.

Ya iba a ponerme en pie para marcharme a mi habitación cuando un duro golpe en la puerta nos sobresaltó a todos. Rápidamente fui a abrir.

—William —me dijo Vero con voz entrecortada. Su respiración estaba agitada y sus ojos desorbitados—, necesito tu ayuda.

— ¿Qué pasa? —preguntó Carla apareciendo detrás de mí.

—Es Abel, fue a casa de mis padres y se llevó a Valentina. Necesito encontrarla.

—Vamos —dije corriendo, el corazón me iba a mil.

—Yo también voy —dijo Carla corriendo tras de mí.

Cuando llegamos al auto, alguien más esperaba. Gabriel.

—Venga —gritó sentándose en el lado del conductor—, no podemos perder tiempo.

Mierda, ¿por qué todo tenía que ser tan complicado?       

                                                                 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro