EXTRA 3
Estar enamorado - Carlos Rivera, Raphael
Chris
Caminé hacia el patio a la hora del recreo. Ellie estaba conmigo contándome sobre su último proyecto informático con Phyton o algo así. No entendía nada, pero la escuché como buen amigo que soy.
Nos sentamos en el banco que estaba al lado de la cafetería, y entonces la vi. Pelirroja, ojos azules, pecas, labios carnosos, vestía con un top negro y pantalones de chándal grises. Normalmente, no me fijaba en nadie del instituto, pero no pude evitar verla y que me pareciera tan atractiva. Y me pareció aún más atractivo que estuviera hablando de abrir un gimnasio. Me quedé embobado mirándola durante unos segundos, hasta que Ellie pasó su mano por delante de mis ojos.
—Tierra llamando a Chris —me dijo, entre risas, pero yo seguí mirando a la chica.
Ella se fijó a dónde se dirigía mi mirada y sonrió.
—¿Ava Miller? ¿Por qué la miras tanto? —quiso saber.
—¿La conoces?
—Sí, es hermana de...
No la dejé terminar, porque le agarré del brazo y técnicamente la arrastré hacia Ava.
—¡Ellie! ¡Hola! Han pasado semanas desde que te vi por última vez.
—Ya, me he estado quedando en clase en los recreos para el proyecto de Phyton.
—Ya, mi hermana me ha comentado que es una mierda.
Le di un pequeño codazo a Ellie para que me presentara y carraspeé, nervioso.
—Este es mi mejor amigo...
—Chris —completé por ella, con una sonrisa—. Encantado de conocerte.
Y tan encantado.
—Yo soy Ava, encantada —me dió la mano.
Mientras nos dábamos la mano hice contacto visual con ella, causando que se removiera todo en mi interior. Ella pareció no fijarse siquiera cuando separó su mano de la mía. Carraspeé nuevamente para recomponerme.
—¿Cómo te va el ciclo? —preguntó Ellie.
—Estoy en el último curso, y cuando salga de aquí, trabajaré hasta reunir el dinero suficiente para abrir un gimnasio —comentó Ava.
Ellie debió notar mi cara embobada, porque me dio un codazo.
—¿Tú qué estudias? —me preguntó Ava de repente.
—¿Eh? —dije, embobado.
—¿Qué estudias? —repitió, con una sonrisa divertida que solamente me distrajo aún más.
—Hostelería —respondí, con una sonrisa.
—Eso es genial —ella me sonrió.
—Lo es —contesté sin más.
Era la primera vez que estaba nervioso hablando con una chica, pero es que ella me había llamado la atención desde el primer segundo.
—Chris quiere tu número —dijo Ellie de repente.
¡NO NOS QUEMES!
Le di un codazo a Ellie y le fusilé con la mirada. Después miré a Ava, que estaba intentando no reírse.
—Perdónala, no sabe lo que dice —me excusé.
—¿Entonces no quieres mi número?
—¿Eh?
—Que si no quieres mi número. Puedo dártelo si quieres.
—A ver, si tú quieres, ¿quién soy yo para oponerme? —sonreí, nervioso.
Ella soltó una pequeña risa y sacó su móvil.
—Dame tu móvil, te anotaré mi número y guardaré el tuyo.
Yo obedecí sin siquiera pensarlo, de lo cuál me arrepentí un poco cuando vi su sonrisa divertida. Sí, había sido un poco desesperado. ¿Por qué narices estaba tan nervioso?
Ella me devolvió el móvil unos segundos después y entonces sonó la campana. Teníamos que volver a clases.
—Un placer, Ava —dije torpemente—. Nos vemos pronto, espero.
—Claro —respondió ella.
***
—Es que... Ese pelo, esos ojos, esas pecas, esa voz... —le dije a Ellie, emocionado— ¿Cómo es que nunca me hablaste de ella?
—Nos vemos muy de vez en cuando. Me hablo más con su hermana, que está en mi clase —explicó ella.
—¿Y sabes si Ava está soltera? —pregunté como quién no quiere la cosa.
Pero claro que quiere la cosa.
—Creo que sí. De hecho, creo que cortó con su novio hace unos meses porque decía que hacer deporte era "poco femenino".
—Imbécil —murmuré, con una expresión molesta—. Menos mal que existo yo.
—¿Así que dejarás de ligar con todo ser que respire?
—Casi todo ser. Tengo que intentarlo con Ava —sonreí, y al ver la mirada de Ellie me puse rojo—. No es que me guste, es que... Me da curiosidad.
—Ajá.
—No caigo tan rápido.
—Un déjà vu al revés —se rió.
Tardé en entenderlo, pero recordé el día que ella nos dijo a Jules y a mí que no caía tan rápido, y que no sería así con Shawn. El recuerdo hizo que me sonrojara aún más.
—¡Es distinto!
—Ajá.
—Lo es.
—Ajá.
—¿Puedes dejar de decir ajá como si me creyeras?
—Ajá —sonrió, burlona.
—Que te den —suspiré.
—Ya mi prometido lo hace —dijo ella.
Hemos creado un monstruo.
—Demasiada información —sonreí, apretando los labios.
Cuando avanzamos más, un coche se detuvo a nuestro lado. Era Shawn.
—Hola, paranoica. ¿Vamos a casa? —sonrió.
—Ey, ¿qué haces aquí? —respondió Ellie alegremente.
—Recoger a mi chica de las estrellas favorita.
Ellie rió y subió al coche. Se despidieron de mí y se fueron. Yo llegué a mi apartamento —el cuál había empezado a compartir con un amigo del ciclo hacía unos días— y comí algo. Después de lavarme los dientes, cogí el móvil y miré el número de Ava, dubitativo.
¿Llamarla era muy desesperado? ¿Era mejor un mensaje? ¿O videollamada?
Finalmente, entré al chat para escribirle un mensaje. Pero en ese momento, mi amigo Milo entró a la habitación. Yo me asusté y el móvil se me resbaló.
—No te asustes, vengo a coger el cargador del móvil —se rió.
Él se fue y yo suspiré.
—¿Hola? —escuché una voz proveniente de mi móvil.
MIERDA.
Levanté mi móvil poco a poco y sonreí torpemente a Ava, a quién había hecho una videollamada sin querer cuando se me resbaló el móvil.
—Eyyy —saludé con nerviosismo—. ¿Cómo estás?
—Bien —respondió ella, divertida—. ¿Y tú?
—Bien, bien.
El silencio después de eso fue el más incómodo de mi vida.
—¿Me has hecho una videollamada para estar en completo silencio? —preguntó ella, divertida, unos segundos después.
—Hablar está sobrevalorado —me excusé, aún nervioso.
—Ajá. ¿Quedar este viernes está sobrevalorado también?
Noté que enrojecía y su risa me lo confirmó. ¿Me estaba pidiendo una cita? Dios, cómo adoro a las chicas que dan el primer paso.
—Sí. Muchísimo. Y también que yo te venga a recoger a las ocho —le dije, intentando disimular mis nervios.
¿POR QUÉ ESTOY TAN NERVIOSO?
Porque te gusta.
—Bueno, pues... También está sobrevalorado que los chicos inviten a las chicas al cine.
—Sobrevaloradísimo.
—Bueno, pues... no nos veremos el viernes a las ocho. No te estaré esperando en frente de mi casa y no te pasaré la dirección justo ahora.
Y acto seguido, me llegó su dirección por mensaje. Yo sonreí a la pantalla como un bobo y luego me recompuse.
—Está sobrevalorado que sigamos hablando un rato más —me atreví a decir.
—Demasiado —ella rió.
Y empezamos a hablar durante horas de la vida. Fue genial.
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