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CAPÍTULO 2

Brother - Kodaline

—¡Ellie! ¡Papi Chrissy está en casa! —exclamó Chris en la entrada.

—¿Cómo has entrado? —alcé una ceja.

—Sí que estás mal —se rió—. Me diste una llave por si pasaba algo —cierto—. ¡Te he traído helado! ¿Te apetece día de series?

—Me duele la cabeza mucho Chris. No sé si es la mejor idea.

—Bueno, entonces solamente helado. Dime, ¿ha ocurrido algo interesante? —preguntó con una sonrisa de angelito.

—Resulta que Liam era amigo del tío de la discoteca y me ha empezado a seguir en Instagram. Ha dado... bastante mal rollo.

—¡No lo ha dado! —exclamó él de la nada— Quiero decir, ¿cómo puede alguien tan guapo dar mal rollo?

—La belleza no significa nada, Chrissy.

—Ya, bueno. Pero ayuda en su caso. Y era todo un caballero. ¡Deberías amigar un poco con él!

—¿Por qué tanto empeño en ese chico? Y deja de gritar, me duele la cabeza.

—Que sí, que sí. Que tienes una resaca de la leche. E insisto porque ese tío parece muy buena gente. Te ha ayudado con Lydia, es mi ídolo. ¿Cuándo has conocido a alguien que sepa callarle la boca a esa imbécil?

Me quede en silencio. Juraría que conocía a alguien, pero simplemente no sabía decir quién.

—Exacto —dijo él—. No es un chico de la disco, es el chico de la disco.

—¿Comemos helado o qué?

Y efectivamente, pasamos todo el día comiendo helado, y ya por la tarde, empezamos a vernos Teen Wolf en Netflix.

Unos días después, me puse los auriculares y salí de mi casa un rato a coger aire. Tenía que descansar de aquel proyecto. Más tarde, entré a una tiendita de ropa y empecé a ver qué había.

—Benditos sean los ojos —escuché, a pesar del volumen de mis auriculares, a mi espalda. Bajé mis auriculares hasta el cuello y me di la vuelta, encontrándome así con Shawn.

—¿Qué haces aquí, Shawn Mendes? —sonreí con los brazos cruzados.

—Bueno, trabajo aquí —dijo. Miré su ropa, era verdad, tenía uniforme—. Y bien, Ellie Ross, ¿busca algo en especial? ¿Puedo ayudarla?

—La verdad es que solamente miraba.

—Bueno, pues mire usted, yo estaré aquí cerca por si necesita algo.

—Gracias —le dediqué una sonrisa.

—Oh, y por cierto —se volvió a girar hacia mí—. Me siento un poco ofendido, no me has vuelto a escribir.

—Ya, escribir a chicos que parecen acosarme no es lo mío.

—¡Yo no te acoso! ¡Liam me dio tu Instagram!

—¿Cómo voy a fiarme de alguien que lleva chaqueta cuando estamos a treinta y cuatro grados a la sombra?

El chico pareció tenso de repente, apretó la mandíbula y se tocó el brazo izquierdo, después hizo lo mismo con el derecho. Parecía pensativo de repente.

—Si necesita algo estaré por esa zona. Que tenga un buen día —dijo sin mirarme a los ojos.

¿Qué acaba de pasar?

Sea lo que sea, diría que la has cagado.

En fin.

ESPERA UN SEGUNDO. ¿«LIAM ME DIO TU INSTAGRAM»? ¿NO DIJO QUE LE HABÍA SALIDO EN SUGERIDOS?

Aquí hay gato encerrado.

Me volví a poner los auriculares, pensativa y comenzó a sonar la canción Rules de Sophie Williams. Me gustaba la voz de esa chica. Resulta que es novia de un escritor llamado Jeshua Collins y...

No les cuentes la historia, que ellos la vean.

¿Eh?

¿Eh?

Vale.

Finalmente, cogí una chaqueta negra de cuero. La mía se había roto; así que ahora necesitaba una nueva. Pagué y me dirigí a la salida.

—Chao —me despedí por educación de Shawn.

Pero él no respondió. Me miró serio, y volvió a su trabajo sin decir una palabra o sin hacer alguna seña de despedida.

—¿Pero qué te pasa ahora? Primero me acosas y ahora ni me contestas.

—Estoy trabajando —respondió evitando mi mirada. Su voz sonó un poco rota, pero trataba de ocultarlo—. ¿Conoces el término o solamente te gustan las fiestas?

—No sé a qué viene tanta agresividad de la nada.

—Aprende a callarte si no conoces a alguien. Nunca sabrás qué pasa por la mente del otro —soltó de la nada, ahora sí, mirando hacia mí.

Estaba con los ojos llenos de lágrimas. Pareció arrepentirse de lo que había dicho, porque instantáneamente su expresión cambió de una seria a una avergonzada.

—Perdón, no me encuentro muy bien —pasó por mi lado volviendo a evitar mi mirada—. Ruby, ¿me cubres un minuto?

—Claro —respondió su compañera, acercándose a mí—. ¿Pasó algo?

—No entiendo nada —contesté sinceramente.

—Estará bien, no te preocupes. Yo hablo con él luego —me tranquilizó.

No sabía qué narices acababa de pasar. Cuando llegué a casa, seguía preguntándomelo en mi mente. Mientras pensaba en ello, un mensaje me llegó al móvil.

Shawn

Perdón por lo de antes.

No te preocupes.

¿Pero qué pasó?

Nada, no importa.

Es una tontería.

¿Puedo compensarte lo
mal que te traté hoy?

¿Cómo?

En el restaurante que está
al lado de la discoteca.

¿Sabes cuál es?

Sí, mi amiga trabaja ahí.

El local es de su familia.

Bueno, pues...

Ahí nos vemos.

Si quieres, claro.

Me lo pensaré.

Estaré ahí a las ocho.

Ya veré si voy.

Te esperaré de
cualquier modo.

Y en la pantalla salió de repente el nombre de Liam. ¡Con ese quería hablar yo!

Liam

EEEEEEEYYYYYYYY,
ELLIE.

NECESITO AYUDA.

¿CUÁLES SON LAS FLORES
FAVORITAS DE JULES?

Creo que eran los tulipanes.

Liam, necesito preguntarte algo.

¿Conoces a algún Shawn?

Hmmm, no me suena.

Igual es alguno del instituto,
sigo siguiendo a mucha gente
de ahí, pero apenas recuerdo
sus nombres.

Buscaré en mis seguidos y
mis seguidores a ver.

¿Por qué?

Nada, ya te lo explicaré.

Dime cuándo lo revises por fa.

¡Claro! Te debo una,
espero que a Jules le gusten
las flores. También le he
hecho una carta.

La parejita del año.

Tengo que irme, Jules
acaba de llegar para ir al
cine.

Deséame suerte :).

Suerteee <33.

Chaoo.

Se hicieron las ocho de la tarde y yo seguía dubitativa sobre si ir al restaurante con Shawn o no. La verdad, ese chico me daba curiosidad, pero no me fiaba del todo. Finalmente, me levanté y me vestí rápidamente para salir de casa. Me puse una camiseta de Stranger Things, un pantalón vaquero azul y unas deportivas negras. Cogí un taxi y llegué al restaurante a las ocho y media. Shawn, sorprendentemente, aún esperaba allí. Él, como no, llevaba una sudadera negra, bastante similar, pero no igual, a la que llevaba el día que nos conocimos. Me extrañó que no se la hubiera quitado, teniendo en cuenta de que dentro del restaurante hacia calor, pero luego pensé en que tampoco se la había quitado estando a cuarenta grados a la sombra y ya no me preocupó.

Me acerqué a la mesa en dónde él se encontraba y me senté junto a él.

—Perdón por llegar tarde.

—Perdón por tratarte mal —se disculpó. Parecía avergonzado. Su pierna se tambaleaba de arriba a abajo—. Es solamente que... Da igual. El caso es que lo siento.

—¿Dije algo malo?

—No le des más importancia por favor —me pidió.

—¿Por qué has esperado más tiempo? —pregunté.

—Tenía un presentimiento —dijo, pero parecía mentira. Le fusilé con la mirada, intentando conseguir la verdadera respuesta—. Vale... Es que... Quería que vinieras. Y al ver que llegabas tarde, pensé: «No puede faltar, necesito pedirle perdón». Así que me quedé por si aparecías —esta vez pareció totalmente sincero—. Y al parecer hice bien.

—Eso parece —le sonreí.

—¿Quieres comer algo? —preguntó.

—La verdad es que sí. Con el maldito trabajo de Java, no he comido mucho hoy.

—Bien, pago yo. ¿Qué te apetece?

—Me apetecen croquetas de pescado. Y yo pago —le amenacé con la mirada.

—De eso nada, eres mi invitada.

—Pero...

—¿Tú trabajas?

—Aún estoy estudian...

—¿Tienes dinero? —no me dejó terminar.

—Sí, he ahorrado. Mi abuela a veces me da dinero por Navi...

—Usa el dinero para cosas más importantes. Yo cobro una vez al mes, tu una vez al año, pago yo —sacó su cartera.

Pidió mi comida y pagó. Al rato, trajeron mi plato.

—¿Tú no comes?

—Ya he comido —me dijo.

—Oh, bien.

En ese momento, mi móvil comenzó a sonar. Liam me estaba llamando.

—Perdón, tengo que cogerlo —me disculpé. Él se limitó a asentir con la cabeza—. Hola Liam, ¿qué pasa?

Noté que Shawn se ponía tenso al escuchar su nombre, y tragaba saliva.

—He revisado mis seguidos y seguidores. No hay ningún Shawn. Bueno, Shawn Mendes en mis seguidos. Pero nadie más. Creí que debías saberlo.

—Joder... Gracias por avisarme.

—De nada. Te llamo luego para contarte qué tal fue la cita.

—Vale. Cuídate —le dije en un tono cálido. Después colgué y miré mal a Shawn. Luego me levanté de golpe—. ¿Qué coño quieres de mí Shawn? ¿Llevarme a la cama? ¿Es eso? No lo vas a lograr. Y juro que si me tocas un pelo, te mataré.

—No pretendo nada de eso Ellie, simplemente...

—¿Y qué quieres? ¿Por qué cojones me acosas?

—No te acoso Ellie.

—¿Me has citado aquí para una cena de disculpa o para intentar satisfacer tu mierda de vida sexual?

—Créeme, no es eso.

—¿Entonces qué coño pasa contigo?

—No conseguí tu Instagram a través de Liam.

—¿No me digas? —dije en tono sarcástico.

—Fue Chris quien me lo dio. No te lo dije porque no quería causarte problemas con él.

—¿Y te creeré porque...?

—Joder Ellie, llámalo si quieres. Que te lo diga él. No pretendo acosarte. Él me ofreció darme tu Instagram, yo te empecé a seguir ahí porque me caíste bien. Dio la casualidad que te encontraste conmigo cuando estaba trabajando y te traté como la mierda así que te invité a este restaurante. Solamente eso. No pretendo nada más. Así que, venga. Llámalo. Es más, lo llamo yo por Instagram —sacó su móvil y vi que en su pantalla estaba el Instagram de Chris. Decía la verdad.

—No lo llames, te creo —murmuré.

Él pareció más tranquilo.

—Perdón si he dado mal rollo. No quería meter a Chris en problemas.

—Es un idiota, pero es como un hermano. Nunca me enfadaría con él por algo así.

—Bueno. En ese caso, siento habértelo ocultado. ¿Empezamos de cero?

—¿Cómo?

—Mi nombre es Shawn. Shawn Walker. ¿Tú eres...? —me ofreció su mano para un apretón.

Me quedé dubitativa ante la situación, pero finalmente hablé.

—Ellie. Ellie Van Dien —le estreché la mano.

—Bien —me sonrió.

El ambiente se hizo increíblemente incómodo después de eso. Ninguno de los dos sabía de qué hablar exactamente, aunque sí que queríamos hablar. Y fue entonces cuando lo dijo.

—¿Tienes planes este viernes por la noche? —me preguntó, mirándome directamente a los ojos, cosa que no hacía a menudo.

—Eh... —su pregunta me tomó un poco por sorpresa— La verdad es que no. ¿Por?

—Me gustaría invitarte a un sitio.

—Vale, acosador. Esto no hace que des menos mal rollo. ¿A dónde iríamos exactamente?

—Es una sorpresa. Pero te gustará. Venga, dame una pequeña oportunidad —vi en sus ojos un pequeño brillo de ilusión, como la ilusión de un niño al que le acababan de decir que iría a Disneyland.

—Está bien, pero que sepas que llevaré un spray de pimienta por si se ofrece. Sé que puedo contigo, eres flacucho.

El chico pareció pensativo durante unos segundos, pero después reaccionó con una pequeña risa y levantó las manos en forma de rendición.

—Entendido, paranoica.

Terminé de comer y ambos nos levantamos para salir de ese restaurante. Eran las diez y veinte, hacía frío a esa hora, y el viento de la zona no ayudaba en absoluto. Me iba a dar algo con ese frío.

A ti sola se te ocurre no traerte una chaqueta.

Gracias, conciencia. Esas palabras me quitarán el frío.

No, pero igual la poca inteligencia que tienes logra tener sentido común la próxima vez.

Caminé con Shawn por la calle. No sé por qué, pero me dio tranquilidad estar a esa hora fuera, paseando, con ese chico que parecía ser tranquilo, y por primera vez en ese día, sin pensar en aquel trabajo de Java. Al parecer, aquel chico de la disco no era el acosador que yo pensaba al principio. Aunque, claramente, iba a tener una pequeña charla con Chris.

—¿En qué piensas? —Shawn interrumpió mis pensamientos.

—Nada en específico. Simplemente la calma que hay ahora mismo.

—Cuando hay silencio y ves la luna todo parece más bonito, ¿no crees? —miró hacía mí metiéndose las manos en los bolsillos. Yo asentí con la cabeza y él miró al cielo. Yo repetí su acto— Cuando era pequeño, mi abuelo de parte de padre murió. Estábamos muy unidos. Yo tenía siete años cuando ocurrió. Él tenía cáncer, creo que de pulmón. Nunca me lo dijeron, no pude despedirme. Mis padres no querían que las últimas imágenes que tuviera de él fueran en una camilla de hospital.

»Recuerdo que el día que pasó, mi padre llegó llorando a casa. Mi madre y él se encerraron en la sala de estar y estuvieron hablando un rato. Yo no entendía nada. Finalmente, fue mi madre quién me dio la noticia. Pero no me dijo que murió. Me dijo: «A tu abuelo le gustaba tanto el espacio, que se ha convertido en una estrella. Ahora cada vez que sea de noche lo verás brillar». Desde ese día, no ha habido una sola noche en la que no mire al cielo para imaginar que está ahí.

—Tu madre parece una persona maravillosa —dije sinceramente.

—Lo era —respondió él. El dolor en esas palabras era tan grande que hasta yo lo pude sentir por un segundo—. En mi familia, solamente quedamos mi hermana, mi padre y yo. El resto o están muertos o están en otra parte del mundo.

—¿A qué se dedica tu padre?

—Él es un inspector de policía. Se metió en eso después de... Algo que pasó. Antes era solamente policía, le habían ofrecido en varias ocasiones ascender, pero él se negó. Y cuando ese algo ocurrió, pensó que quizá no era tan mala idea ascender.

—¿Y tu hermana? ¿Trabaja o...?

—Ella tiene unos pocos años menos que yo. Yo tengo veintidós y ella tiene diecinueve. Actualmente, ella está estudiando en un ciclo medio de formación profesional de comercio y marketing. Sigue mis pasos, pero a ella sí le gusta.

—¿A ti no?

—No es que no me guste, lo que no me gusta es la gente a la que tengo que atender y los gilipollas que tiran las cosas en cualquier sitio.

—¿Y cuál es tu profesión soñada?

—Es... Algo estúpido. Nunca podré hacer eso.

—¿Qué es? —pregunté, aún más interesada en el tema.

—Lo reservaremos para la segunda cita —me guiñó un ojo, haciendo que sintiera algo raro en el estómago y me tensara sin saber por qué.

—Esto no es una cita —me puse a la defensiva.

—Te toca —me ignoró—. ¿Por qué informática, señorita paranoia?

—No lo sé. Simplemente me gustó desde los quince y ahora con veinte pensé que era buena idea estudiarlo.

—Entiendo. ¿Qué hay de tu familia?

—Vivo con mis padres. Mi hermana, Ashley, vive fuera del país. Mis padres son... Complicados. Mi padre es de los típicos que solamente hacen lo que le dice mi madre, y mi madre es la típica que exige demasiado. He aprendido a sobrellevarlos.

—Interesante —hubo silencio durante unos segundos—. ¿Tienes pareja?

La pregunta me tomó totalmente por sorpresa. Me quedé en blanco.

—¿Eh? —murmuré.

—¿Tienes pareja? ¿Novio, novia? Voy a deducir que esposo o esposa no, porque eres muy joven.

—No tengo pareja —respondí al fin.

—Interesante —repitió con una pequeña sonrisa.

—¿Y tú?

—Nunca he salido con nadie —confesó sin importarle mucho. ¿Cómo alguien como él no ha podido salir con nadie? No tiene lógica—. Siempre he sido de los que da consejos amorosos a sus amigos, pero bueno. El entrenador no juega —soltó una pequeña risa.

—Interesante —lo imité, y él sonrió de oreja a oreja—. Es muy tarde, debería irme.

—Claro, paranoica —siguió con esa sonrisa.

—No soy paranoica —me puse a la defensiva.

Él levantó las manos en forma de rendición mientras yo llamaba al taxi. Tras eso, él se quedó esperando el taxi conmigo.

—Hay mucho loco suelto que podría hacerte daño —me dijo, y me sorprendió el dolor que noté en esa frase, como si ya hubiera vivido esa historia.

Al rato, llegó el taxi y yo fui hacia él. Abrí la puerta y antes de subirme dije:

—Adiós, acosador.

—Hasta el viernes, paranoica.

¿No podía quitar esa sonrisa tan...? No, no lo voy a decir.

Eso es, hazte la difícil. Caíste desde la discoteca.

Eso no es verdad.

Ajá.

¡Que no lo es!

Cariño, estás discutiendo con tu mente.

No hagas como que te sorprende eso.

Me subí al taxi y llegué a mi casa. Me quité los zapatos y entonces lo vi. Chris se había girado en el sofá, y me miraba apoyando la cabeza y las manos en la parte de arriba de éste, con una sonrisa de oreja a oreja, levantando y bajando las cejas.

—¿Has tenido una cita? —me preguntó— El padre de Jules le ha contado que te vio en el restaurante con un chico cuya descripción me suena bastante.

—No era una cita.

Como dice Joshua Bassett: «So you can lie, lie, lie, lie, lie».

—¿Y lo has sabido gracias al padre de Jules o te lo ha contado Shawn por Instagram? —pregunté, y su expresión cambió casi al instante.

—Lo supe por el padre de Jules, pero... Veo que ya sabes cositas.

—Te lo perdono porque el chaval me cae bien.

Él volvió con su sonrisita, y yo me senté a su lado en el sofá.

—Lo sabía —me dijo.

—No sabes nada —le saqué la lengua, como si tuviéramos cinco años.

Y sí, en eso se basaba nuestra amistad. En ser dos críos inmaduros. Pero bueno, siempre ha habido paz dentro de eso.

Y después de esa pequeña charla, vimos una película.

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