CAPÍTULO 15
Attention - Charlie Puth
Lydia seguía igualita que hacía un año. El mismo pelo castaño rizado, los mismos ojos marrones, las mismas gafas doradas, el mismo estilo para vestir. Y solamente su expresión al verme fue suficiente para saber que no me había superado. Había dirigido su mirada directamente a mis ojos y fingía estar indiferente, pero yo sabía que si la curiosidad no le estuviera comiendo por dentro, no habría venido.
—Hola, Lydia —le dije, de brazos cruzados y seria.
—¿Por qué me has citado aquí, Ellie?
—Las preguntas las haré yo. ¿Qué narices haces aquí?
—Me has citado aquí.
—Sabes bien a lo que me refiero. Te habías ido del país.
—Pues volví.
Miré directamente a sus ojos. Me estaba mintiendo, lo notaba.
—Lydia Harrison, ¿te llegaste a ir?
Ella pareció sentirse amenazada por mi mirada enfadada y se encogió un poco en su lugar, decidiendo hablar con la verdad.
—No. Hice correr falsos rumores para que tú lo supieras y te sintieras mal.
—Vale. Lo siguiente que quiero saber es, ¿qué le has dicho a Shawn?
—¿Te refieres al tipo que dijo llamarse Thomas y fingió ser tu novio? ¿Ese Shawn? Me sorprendió un poco que me mintieras teniendo en cuenta las veces que me has echado en cara que te mentí.
—No estás para reclamos, Lydia —me pegué a ella, enfadada. Sentí su respiración, estaba tranquila—. Respóndeme, ¿qué le has dicho a Shawn?
—Le dije que hicimos las paces. Y que nos divertimos mucho con la reconciliación —ella me miró sonriente y me guiñó un ojo—. Su cara fue digna de una foto, ojalá hubiera tenido el móvil a mano. Casi salió corriendo cuando se lo conté.
—Escúchame bien, maldita mentirosa. ¿Cómo coño encontraste a Shawn?
—Fue fácil, teniendo en cuenta que Jeremiah —él era su primo— es su vecino. Lo vi saliendo de su casa y le pregunté a mi primo por él.
—¿Te diviertes mucho jodiéndome la vida, verdad? ¿Tanto te cuesta superar un rollo de tres semanas?
Y con esas palabras, supe que había dado en el clavo. Ella me miró con desprecio y casi escupió sus siguientes palabras.
—No soy yo la que ha citado a la otra aquí después de meses.
—Sabes bien por qué te he citado. No es que quiera nada contigo.
—¿Ah, no? ¿Entonces?
—Te he citado para que, por una vez en tu miserable vida, me hables con la verdad.
—¿Quieres saber la verdad? Esta es la verdad.
En ese momento, me agarró la cara con fuerza y me besó. Yo la quise apartar, pero apretaba demasiado, apenas podía respirar. Hasta que al final, dándole un empujón, pude separarla de mí.
—¿Estás de coña? ¿Ahora me besas sin mi consentimiento?
—¿Qué pasa? ¿Te sigues encontrando mal? ¿No estás preparada para una relación? —preguntó con burla.
—No sé cómo me pudiste gustar alguna vez. Eres una hija de...
—¿De qué? —me detuvo— Venga, dilo si tienes agallas. No soy yo la que utilizó a la otra en su relación para no sentirse sola.
—Si eso es lo que piensas, estás muy equivocada. Te expliqué mil veces el porqué de todo. No podía estar en una relación cuando me estaba aislando de todo y de todos. No era justo para ti, y tampoco para mí.
—Cuando te necesitaba y tú no estabas por estar con tus mierdas del pasado, ¿era justo?
—¡Por algo corté contigo! ¡Y no son mierdas del pasado! ¡Esas mierdas, como tú las llamas, son parte de mi presente también, por desgracia! ¡No hables de mí como si me conocieras!
—¡PERO YO SÍ TE CONOZCO! —gritó— ¡CONOZCO TU HISTORIA MEJOR QUE NADIE! ¡SÉ QUE TE INTENTASTE SUICIDAR COMO LA DÉBIL QUE ERES! ¡¿ESO LO SABE EL ESTÚPIDO DE SHAWN?! ¡FUI YO LA QUE ESTUVO AHÍ CUANDO ME LO CONTASTE, NO ÉL! ¡Y AÚN ASÍ, TÚ NO ESTABAS AHÍ PARA MÍ NUNCA!
—¿Soy una débil por no poder más? ¡¿SOY UNA DÉBIL POR CANSARME DE QUE TODOS ME TRATEN COMO BASURA?! ¡¿CREES QUE ESTUVISTE AHÍ?! PUES NO LO ESTUVISTE. NO LO ESTABAS ANTES NI LO ESTÁS AHORA. ¿Sabes por qué? Porque en tu mente solamente hay algo, ¡Y ERES TÚ MISMA!
—¡TE DIJE QUE ESTARÍA SIEMPRE AHÍ Y LO CUMPLÍ, NO COMO TÚ!
—¡PUES NO ESTUVISTE! ¡QUE TE HAYA CONTADO MI HISTORIA NO QUIERE DECIR QUE SEPAS CÓMO ME SIENTO AHORA! ¡TE CONTÉ MI PASADO, PERO JAMÁS CÓMO ME SENTÍA EN ESE PRECISO MOMENTO! ¡Y ES POR ESO QUE NO AYUDASTE! ¡PORQUE NI TÚ NI NADIE PODÍA HACERLO! Así que, no hables de mí como si supieras exactamente cómo me siento —susurré esas palabras, con la voz rota y lágrimas en los ojos—. Porque hasta ahora lo único que debes de saber, o al menos eso espero, es que no te quiero en mi vida. No quiero en mi vida a una maldita mentirosa que pretende que me sienta mal continuamente. Si a eso le llamas amor, tienes un mal concepto de lo que realmente significa esa palabra.
—¿Y tú tienes un mejor concepto de la palabra amor?
—Sé que nunca trataría de hacer daño a alguien a quien quiero. Dejaría que pasara página. Pero tú solamente quieres atención. Solamente quieres que no me olvide de ti. Quieres que vuelva contigo para sentir que has ganado. ¿Qué creíste que pasaría cuando me dijiste que te gustaba alguien o que tenías novia? ¿Pensabas que lloraría durante semanas y te suplicaría? No, Lydia. Al contrario que tú, he pasado página. Y aunque no lo hubiera hecho, me habría alegrado de que hubieras rehecho tu vida. Porque eso sí es amor. Alegrarse por la felicidad del otro y no querer arrebatársela. Esa es la diferencia entre tú y yo. Que yo sí me alegraría por ti. Cuando me lo contaste, me alegré por ti. Hasta que me di cuenta de que era mentira. ¿Todavía me quieres? Vale, espero que me superes. Pero no me digas que me quieres mientras me intentas hacer daño.
Ella se quedó callada tras esas palabras, y di la conversación por terminada. Me di la vuelta y empecé a caminar lejos de ella, hasta que sus palabras me detuvieron.
—No fui yo quién dañó a la otra. Deja de hacerte la víctima.
—¿Hacerme la víctima? —me giré hacia ella, sin poder creerme lo que decía.
—Sí. Me dijiste que estarías ahí, pero no estuviste.
Vuelta con lo mismo.
—No puedo ayudarte si no puedo ayudarme a mí —le respondí, acercándome a ella un poco—. A veces hay que aprender a pensar en uno mismo antes que en los demás. Suena egoísta, pero no vale la pena salvar la salud mental de otra persona si la tuya va a peor cada día que pasa. ¿Querías que te ayudara mientras yo me seguía hundiendo? Lo siento, pero... No puedo. Simplemente, no puedo. Y sé que sueno muy egoísta, pero es que... Lydia, por Dios. ¿Cómo iba a ayudarte a ti si ni siquiera sabía cómo ayudarme a mí?
—Tienes razón —me dijo, y yo asentí con la cabeza. Ella hizo una pausa, pero luego volvió a hablar—. Eres una egoísta.
Negué con la cabeza tras esas palabras. ¿Hablaba en serio?
—Piensa lo que quieras, Lydia. Ya no me afectan tus palabras. ¿Sabes por qué? Porque eres una farsante, una mentirosa. Y no merece la pena prestarle atención a una persona así. Si me disculpas, tengo cosas que hacer. Hasta nunca, Lydia Harrison.
Me di la vuelta y, esta vez sí, logré irme sin que ella me detuviera. Esperaba que ahora sí me dejara en paz.
Vale, una cosa menos. Ahora sí, podré arreglar las cosas con Shawn. O al menos, eso espero.
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