CAPÍTULO 10
All I Want for Christmas - Mariah Carey
—¡FELIZ NAVIDAD, HERMANITA! —exclamó Nick a mi lado, despertándome de golpe.
—Dios, ¿qué hora es?
—Depende. ¿Me matarías si te hubiera despertado a la una de la mañana en plenas vacaciones de Navidad solamente para una sorpresa?
Yo no respondí, simplemente me reí y le di con un cojín en la cara.
—Levanta, anda —me dijo, entre risas.
Fuimos al salón y vi que al lado del árbol estaba Shawn, con una sonrisita de angelito.
—Hola, paranoica —saludó, felizmente.
—¿Shawn? ¿Qué haces aquí? —fui a abrazarlo, feliz.
—Pasar Navidad con la chica a la que quiero —depositó un beso en mis labios.
—Os dejo solos, pasadlo bien —dijo mi hermano, y luego subió las escaleras.
—Te tengo la cita navideña perfecta —sonrió él agarrándome la mano y comenzando a caminar.
Llegamos a su coche, ambos nos pusimos el cinturón. Él mantuvo silencio.
—¿A dónde vamos?
—A observar las estrellas, esta vez de manera legal...
Oh... Eso... Se me olvidó comentaros que un guardia interrumpió nuestra cita justo antes de intentar besarnos y Shawn me dijo que corriera, porque no había reservado nada.
Ey, pero las risas no faltaron.
—A escuchar mi playlist en Spotify, hablar de películas... —continuó— La cita perfecta. Te encantará.
Él parecía muy emocionado con la idea, y la verdad era que yo también lo estaba. Finalmente, llegamos a un mirador —esta vez uno público, pero no había gente a esa hora— y Shawn aparcó allí.
—Dicen que en esta zona se suelen ver estrellas fugaces —comentó, sonriente—. Yo tengo claro cuál será mi deseo.
Yo solamente le sonreí y miré al cielo. Él conectó su móvil a la radio del coche y puso su playlist. Comenzó a sonar Did I mention, de Mitchell Hope, y él esbozó una gran sonrisa.
—Esta te la dedico, paranoica. Did I mention that I'm in love with you? —me señaló— And did I mention there's nothing I can do. And did I happen to say? I dream of you everyday. But let me shout it out loud, if that's okay ay ay. If that's okay.
—Hey! —canté.
—I met this girl that rocked my world like it's never been rocked. And now I'm living just for her and I won't never stop. I never thought that it could happen to a guy like me. But now look at what you've done, you got me down on my knees. Because my love for you is ridiculous. I never knew.
—Who knew?
—That it could be like this. My love for you is ridiculous.
—My love is R-I-D-I-C-U-L-O-U-S! —cantamos a la vez— R-I-D-I-C-U-L-O-U-S. It's ridiculous! Just ridiculous!
—And I would give my kingdom for just one kiss —cantó, para después besarme.
Y mientras la música seguía sonando, nosotros nos besábamos. Nuestros labios en perfecta armonía, entreabriéndose y cerrándose, sintiendo mil mariposas en el estómago. Él acariciando mi cabello y mi cara y yo hundiendo mi mano en su pelo. Cuando nos separamos del beso, seguíamos muy cerca, ambos tocándonos el pelo. Sus ojos brillaban como nunca antes, toda la tristeza que solía haber en sus ojos, se había evaporado en ese momento.
Si le rompes el corazón, te romperé yo a ti.
Ninguno habló tras ese momento, pero el silencio no era incómodo. Nos mirábamos con una sonrisa tierna, era como si el tiempo se detuviera. Era uno de esos silencios agradables. Aunque, por supuesto, no me importó cuando él lo rompió.
—Hablemos de películas —carraspeó y miró al frente, yo hice lo mismo—. ¿Peli favorita?
—Amazing Spider-Man 2.
—Muy buena película —me sonrió—. La mía es Titanic. Un clásico.
—Nunca la llegué a ver —reconocí.
Él me miró como si acabara de decir que había matado a alguien.
—¿No has visto Titanic?
—No —negué.
—Tú y yo vamos a tener una larga charla sobre el buen cine. ¿Canción favorita?
—Bigger than me, de Louis Tomlinson —respondí.
—Buenos gustos musicales —sonrió—. La mía es Bad Omens, de 5 Seconds of Summer.
—Esa sí la he escuchado —dije, orgullosa.
—No esperaba menos —él comenzó a reírse—. ¿Cuál es tu sueño?
Su pregunta me tomó por sorpresa. Nunca me había detenido a pensar en cuál era mi sueño. Siempre me había centrar en encontrar solamente algo que me gustara y me diera dinero, aunque no fuera mi sueño.
—Mi... Mi sueño. Eh... Bueno, es que yo... No tengo un sueño.
—Claro que lo tienes. Todos tienen uno —me miró fijamente a los ojos—. Algo que desees hacer con toda tu alma. Busca un poco, sé que hay algo.
—No creo que todos tengan un sueño realmente.
—Bueno, no todos lo tienen ahora. Pero... Todos tienen mínimo un sueño a lo largo de toda su vida. El mío, por ejemplo, es la actuación. Y viajar. Viajar muchísimo.
Ahora que lo decía, siempre había querido viajar más. Nunca había salido del país.
—Viajar sería asombroso. ¿Lo has hecho alguna vez?
—Una vez fui a Italia. Era genial. ¿Y tú?
—Nunca he viajado. No sé el porqué, simplemente no lo he hecho. Podría hacerlo. Me encantaría, de hecho.
—Y ahí está tu sueño, paranoica —esbozó una sonrisa victoriosa.
—Creo que tengo otro —dije de repente, y él me miró, curioso—. Me encantaría sentir que soy parte de algo.
—¿Qué quieres decir? —alzó una ceja.
—Nunca... Nunca me he sentido parte de algo, siempre me he sentido como el típico bicho raro. Cuando tenía trece años, empecé a ser consciente de que sufría bullying. Y... Me di cuenta de que en toda mi vida, nunca había sido aceptada. Desde los cuatro años, todos me trataban mal, me excluían, me insultaban. Pero yo me decía a mí misma que era una broma de amigos. Me engañé durante años. Y cuando me di cuenta... Fue como... Sentí que toda mi vida era una mentira. Y que realmente nadie me querría por cómo soy.
—Yo te quiero por lo que eres —comentó él, que tenía los ojos llorosos—. ¿Sabes cómo eres?
—Sí. Odiosa, un bicho raro, una...
—No eres nada de eso —él negó, su voz sonó rota—. Eres guapa, inteligente, amable, con un corazón de oro, divertida. Tú haces que lo malo se vea bueno y lo bueno se vea mejor. Y los que crean que no, es porque realmente no te conocen.
—No estoy segura de eso.
—Yo sí. Y no me cansaré nunca de decírtelo.
—Perdón. Creerás que soy una débil por dejarme afectar por esas mierdas —negué con la cabeza, retirando mi mirada de él.
Él movió mi cabeza hacia él nuevamente y puso su mano detrás de mi nuca, mientras me acariciaba la cara con el pulgar.
—No, Ellie. Eres fuerte por soportar esas mierdas durante tanto tiempo.
—No soy fuerte.
—Alguien no es fuerte por haber sido feliz toda su vida. Alguien es fuerte cuando sufre mil cosas y aún así, sigue adelante. Y tú has sufrido mil cosas. Y mira dónde estás ahora. Sigues aquí. Te has levantado. A la mierda la gente. Tú eres la única que sabe cómo eres. Y, aunque el mundo entero te diga otra cosa, eres valiosa y mereces amor. Mereces una vida llena de cosas bonitas, porque tú llenas la vida de los demás de cosas bonitas.
Y comencé a llorar. Él me abrazó con fuerza, y comenzó a llorar también.
—Si supieras cómo me rompe verte llorar —susurró—. Si pudiera cambiar la forma en la que te ves...
Y lloré más.
—Estoy aquí contigo —murmuró.
—Es... Es lo más bonito que alguien me ha dicho nunca —admití, en voz baja.
Él besó mi cabeza y apretó más en el abrazo. En sus brazos me sentía segura. Tras un buen rato, nos separamos del abrazo. Él me agarró la cara con sus manos y con su pulgar me quitó las lágrimas.
—Escúchame bien, Ellie. Eres suficiente. Eres más que suficiente. Eres genial. ¿Vale? Te quiero.
—Yo también te quiero —murmuré, con la voz rota.
Miramos hacia delante, yo me apoyé en su hombro, y él me rodeó con su brazo. Y en ese momento vimos una estrella fugaz.
—Rápido, pide un deseo —él cerró los ojos y pareció pedir su deseo.
Yo cerré los ojos y tuve claro lo que iba a pedir.
Deseo que Shawn no se vuelva a hacer daño y consiga ser actor.
—¿Ya lo tienes? —preguntó mirándome.
Yo hice la cabeza hacia arriba y asentí, con una sonrisa. Volví a bajar la cabeza y él depositó un beso en ella.
—Ojalá este momento durara para siempre. Tú, junto a mí, en un coche, escuchando música, viendo las estrellas, pidiendo deseos, hablando de la vida... No lo cambiaría por nada.
Y en ese momento, decidí hacer algo. No le había hablado de sus cortes, y tenía que hacerlo si quería saber si seguía haciéndolo y ayudarle. ¿Cómo empezaba?
—¿Tú...? —comencé, él me miró con una ceja alzada— ¿Tú no quieres contarme nada?
—¿Qué quieres que te cuente? —preguntó.
—¿Por qué...? ¿Estás bien?
—Estoy genial, estoy a tu lado —sonrió.
—No me refiero a eso... Yo... Quiero decir... Generalmente, ¿estás bien?
—¿Qué quieres decir? —mantuvo su sonrisa, pero no parecía feliz en ese momento.
—Tus... —suspiré, y antes de echarme atrás solté las siguientes palabras— Tus cortes.
Su sonrisa de evaporó al instante. Yo me separé de su hombro para verle mejor la cara, y él quitó su brazo de mí, y evitó mi mirada. Pareció pensativo durante unos segundos.
—¿Desde cuándo lo sabes?
—Desde la noche en la que te emborrachaste.
—Joder —atrapó su cara entre sus manos, y sin mirarme todavía, siguió hablando—. ¿Qué te conté exactamente?
Noté cierto temor en su voz.
—Que... Que querías desaparecer. Y... Me enseñaste tus cortes.
—¿Qué más?
¿Acaso había más? Esas palabras rompieron mi corazón.
—Nada más —admití.
Hubo un incómodo silencio durante varios segundos, hasta que yo decidí hablar.
—¿Sigues haciéndolo?
Y su silencio fue suficiente para saber que sí.
—¿Cuándo fue la última vez?
—Joder, Ellie. Para el interrogatorio —esta vez sí me miró, estaba llorando, y su voz se acababa de romper—. Te llevaré a casa.
—Shawn, quiero ayudarte.
Él soltó una risa sarcástica y arrancó el coche.
—Ahora sé por qué has sido tan buena conmigo —murmuró.
—¿Qué quieres decir?
—Cuando te lleve a casa, te dejaré de seguir en Instagram, te dejaré de ver para siempre. No quiero volver a verte.
—Shawn, no te alejes. Quiero ayudarte.
—Ese es el problema. ¡Te acercas a mí por...! —se detuvo, pero luego continuó— Te acercas a mí por pena. Porque crees que necesito a alguien para sentirme mejor y ser salvado.
—¿Pena? ¿Es eso lo que crees que tengo por ti? —pregunté, con el ceño fruncido.
—¿Qué sentirías por mí entonces? —murmuró, con la voz rota.
—Amor —respondí.
Esa palabra quedó en el aire durante unos segundos, hasta que él habló.
—Se acabó el juego, Ellie. Se acabó.
Y en todo el camino, ninguno volvió a hablar. Y no es que yo no quisiera, pero simplemente no me salían las palabras. Finalmente, llegamos a mi casa y él evitó mi mirada mientras apretaba sus manos en el volante.
—Hasta pronto, Shawn —le dije en un susurro.
—Hasta nunca, Ellie —contestó él.
Lo miré durante unos segundos e hice un intento de hablar, pero no supe qué decir, y bajé del coche. Me di la vuelta nuevamente hacia él.
—Shawn, yo sí te quie... —pero ya estaba conduciendo camino a Dios sabe dónde.
Puede que pronto pueda volver a hablar con él. Necesito arreglar las cosas. Quiero ayudarlo.
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