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CAPÍTULO 1

Mi corazón es tuyo - Axel, Kaay

—¡ADIVINA QUIÉN VA A QUEDAR CON LIAM ESTE VIERNES POR LA NOCHE! —me gritó mi amiga, Jules.

—¡Adivina tú quién va a tener que ir a Gaes por una rubia enamorada! —exclamó Chris, en tono sarcástico y con una sonrisa fingida— Ah, y estábamos delante cuando te dijo que sí, yo marqué su número porque estabas más cagada que una vieja sacando dinero en el banco de un callejón.

—No seas malo. Lleva colada por ese chico desde hace... ¿dos años?

—Y medio —corrigió ella enseguida—. Sigo sin creérmelo.

Mientras Jules seguía hablando de su increíble cita, yo intentaba arreglar mi código de Java en mi ordenador. Tenía que ser totalmente sincera, me había metido en el curso de informática porque me gustaba, pero, la verdad, se me da fatal, solamente quiero cambiar de curso. ¿Por qué no lo hago? Porque mis padres se han gastado más de ochocientos euros en un ordenador en el que vayan bien los programas que necesito.

—¡AGH, ME CAGO EN JAVA! —grité de la nada, sin percatarme de que no lo había pensado, sino dicho.

—¿Qué pasa Willyrex? ¿Problemas ahí? —bromeó el pelinegro.

—Calla. Tengo que encontrar el error.

—Necesitas descansar. Ese proyecto es para febrero. Estamos en diciembre. ¿Sabes que significa eso? —preguntó sonriendo como un angelito.

—¿El qué?

—Bueno... —Chris miró de reojo a Jules y ella pareció entenderlo al instante— All I want for Christmas...

Is... —continuó ella.

YOUUUUUUU! —"cantaron" al unísono.

—No estoy para celebraciones. Necesito terminar esto.

—Ellie, no necesitas terminar eso —fusilé al pelinegro con la mirada y él puso los ojos en blanco—. Bueeeno, no necesitas terminar eso aún.

—Estoy de acuerdo con Chris. Podríamos ir de fiesta —sonrío Jules de manera malvada.

—No quiero ir a una estúpida fiesta.

—Venga, será solo un día de relax para desconectar de toda esta mierda —insistió Chris.

La verdad es que sí necesitaba un descanso. Llevaba desde octubre con este proyecto y era un verdadero grano en el culo. Y no estaría mal ir de fiesta, tomarme unas copas... Ya sabes, pasar el rato.

—Está bien —accedí finalmente.

—¡Bien! Podemos ir a la discoteca que está al lado del restaurante del padre de Jules —propuso Chris.

—¡Perfecto! —dijo la aludida— ¿A qué hora?

—A las nueve —me apresuré a contestar—. Así llegaré a las diez para seguir con...

—¡DE ESO NADA! —exclamaron los dos a la vez.

—¿Por qué?

—No vas a estar solamente una hora en una fiesta, Ellie —Chris frunció el ceño.

—Agh, ¿y qué propones tú?

—De nueve a tres de la mañana —propuso Jules.

—Tampoco te pases Jules —dijo Chris, con una mueca—. De... ¿nueve a doce?

—Es un horario más decente —respondí.

—Pues tenemos un plan. Te recojo a las nueve menos cuarto, Jules puede esperar allí después de terminar su turno en el restaurante.

—Vale —dijimos las dos.

Ellos se fueron una hora después de esa charla y, efectivamente, seguí con mi proyecto de Java hasta que mi móvil empezó a sonar.

—Estoy aquí, ¿estás lista?

—Mierda —susurré, y casi pude ver a través del teléfono como Chris ponía los ojos en blanco—. Dame unos quince minutos.

—Menos mal que te preparas rápido, si no te dejaba aquí —se burló de mí.

—Calla —me reí.

Unos minutos después, estaba lista. Me había puesto un vestido negro con una sola manga que llegaba hasta las rodillas y unas deportivas negras —si me pongo tacones, es lo último que hago con vida—. Acompañé el conjunto con un collar plateado con una calavera, unos pendientes largos sencillos y un par de anillos. Me gustaba el conjunto, y me quedaba bastante bien para ser sinceros. Así que, después de coger mi pequeño bolso, salí y me dirigí a la caravana de Chris.

Oh là là. Está usted maravillosa, querida Ellie —dijo él, tras unos segundos asimilando el conjunto que me había puesto.

—Usted tampoco está nada mal, Christian.

Era verdad, estaba bastante guapo. Llevaba una camiseta blanca de tirantes, que hacía que sus abdominales se marcaran un poco y que los músculos de sus brazos se vieran perfectamente, unos pantalones vaqueros negros y deportivas blancas. Todo esto lo acompañaba con un montón de pulseras —negras y marrones en su mayoría— y una cadena de plata. La verdad es que Chris siempre había tenido un físico y un estilo envidiable. Es el típico chico que la gente usa para representar al personaje macizo de un libro.

—Bueno, vamos allá. Jules ya se ha cambiado de ropa y está esperando en la entrada de la discoteca.

—Bien, vamos entonces.

Poco después, llegamos allí, y entramos a la discoteca. Chris no tardó en irse a bailar, adoraba hacerlo. Jules, por su parte, pidió algunas copas y también fue a bailar. Yo me quedé en la barra, tomándome una copa. Y fue entonces cuando pasó.

—No. Me. Jodas. ¿Qué hace ella aquí? —murmuré.

Os pondré en contexto. Lydia Harrison, pelo castaño oscuro y liso, gafas doradas, que desearía que fueran de sol para no ver esos ojazos marrones, un poco morena de piel y un poco más bajita que yo. Así es. Con todos ustedes... ¡Mi ex!

Me bebí la copa de mala gana y pedí otra rápidamente. No me iba a acercar siquiera a ella. Me trató como la mierda. Y me hizo creer que yo tenía la culpa de ello, pero nadie merece ser tratado así.

Me quedé mirándola de lejos, bebiendo una copa tras otra. Odiaba que estuviera allí. Esto era para despejarme de mis problemas, no para verlos.

—Buenas noches —escuché una voz masculina a mi espalda, y me giré—. ¿Puedo sentarme aquí? Es dónde tengo la mejor perspectiva para vigilar a mi hermana, esa de ahí —señaló a una chica de pelo castaño, bastante similar a él—. No me fío mucho del chico con el que está.

—Siéntate si quieres —respondí.

Oh, Dios. Mi voz suena muy rara. Qué mal saque tengo.

—Gracias —me dijo.

Dediqué un poco de tiempo a examinar a ese chico más a fondo. Tenía pelo castaño revuelto, era flaco y, aunque no tenía mucho músculo, se notaba que entrenaba de vez en cuando. Vestía de manera sencilla, como si su intención no fuera pasar una gran noche en la discoteca. Eran solamente unos pantalones azules vaqueros con una sudadera negra con bolsillos, en los que metía las manos. Unas deportivas blancas con rayas negras, que la verdad me gustaban bastante. A parte de eso, solamente tenía una pulsera negra. Era guapo, no podía negarlo.

—¿Por qué? —pregunté de la nada. El chico me dedicó una mirada confusa— ¿Por qué vigilas a tu hermana? ¿No crees que pueda defenderse ella sola?

—Sí, pero ser precavido lo es todo —contestó, volviendo a dirigir su mirada a su hermana—. Créeme, aprendes de las experiencias.

—Ajá —respondí, sin darle mucha importancia a lo que decía.

Pedí una copa más. No sé cuántas llevaba ya. Y entonces...

—¿Ellie?

MIERDA.

Eso digo yo, conciencia.

Me giré lentamente para ver a Lydia, totalmente asombrada por mi presencia.

—Ha pasado tiempo, ¿cómo estás?

—¡Ja! —¿me he reído en voz alta?— Increíble.

—Oh, sigues cabreada.

Ni siquiera me tomé el tiempo de contestarle. El chico nos miró con curiosidad, aunque de vez en cuando revisaba que su hermana estuviera bien.

—Ellie, no seas inmadura. Pedí perdón.

Y eso arregla todo. Claro.

—¿Puedes irte? Estoy pasando un buen rato aquí.

—Ya veo, apenas puedes hablar —se cruzó de brazos—. No te dejaré aquí sola cuando estás así de borracha.

—Te he dicho que te vayas —insistí.

Ver su cara me estaba trayendo tantas conversaciones a la mente. Y no las buenas. Las de nuestras discusiones. Tenía ganas de llorar, quería que se fuera, antes de que lo hiciera de verdad.

—He dicho que no.

—Señorita, creo que Ellie ha sido bastante clara respecto a lo que quiere ella, y eso es lo que importa —intervino el chico, que parecía cansado de la situación.

—¿Y tú eres...?

Le dediqué una mirada al chico en busca de ayuda, intentando que se inventara algo, y él, de la nada, soltó...

—Su novio. Me llamo Thomas.

—Así que es eso... Vale. Eres una falsa —me dijo y se fue, enfadada.

—Gracias por librarme de ella —le agradecí.

—De nada. Esto es lo más cerca que he estado de una relación amorosa —bromeó—. ¿Tú no, mi amor?

—Idiota —me reí.

—Así que... Ellie. Me gusta el nombre.

—Thomas es muy bonito también.

—Pues que no te guste tanto, me lo he inventado —se carcajeó, dirigiéndole una pequeña mirada a su hermana para ver cómo iba—. Shawn, encantado.

—Será fácil de recordar. If we don't love like we used to, if we don't care like we used to, what the hell are we dying for? —canté.

—Oh, genial. Gracias por el halago. Es maravilloso que digas mi nombre y te acuerdes de Shawn Mendes —me sonrió.

—Es un buen nombre, desde luego.

—Igual que Ellie. Como Ellie Ross. Me gusta.

—¿Quién es Ellie Ross?

—Haré como que no he escuchado eso —se burló, y le di un pequeño manotazo en el brazo—. Es un personaje de un libro de Joana Marcús —explicó.

—Oh, vale —respondí.

De repente, me entraron ganas de vomitar. Mierda.

—Si me disculpas, tengo una urgencia llamada: «demasiado alcohol por una noche».

Me levanté de la silla de la barra y, al hacerlo, caí al suelo.

—Joder —murmuró él, y se agachó para ayudarme. Me levantó poco a poco, y yo lo miré apenada—. No te preocupes —me dijo.

Me ayudó a caminar hacia el baño y yo entré sola, mientras él se quedaba fuera, esperando.

Vomité bastante, estuve mucho rato allí, pero, finalmente, logré salir del baño sin ganas de vomitar.

—¿Estás bien? —me preguntó.

—Estoy mejor. Creo.

—Bien. ¿Necesitas ayuda para caminar o...?

—No, no. Yo puedo.

Y pude, con algún tropiezo, pero pude. Llegamos a la barra de nuevo, y el chico suspiró aliviado al ver que su hermana seguía a salvo. Pedí un vaso de agua y miré a la parejita que miraba Shawn.

—Parece un buen chico.

—Todos lo parecen. Y al final terminan haciéndole daño a alguien.

—No parece esa clase de chico.

—Las apariencias engañan, Ellie.

—Puede.

En ese momento, Chris se acercó.

—Ey, ¿todo bien? Me he encontrado con «la innombrable» y parecía muy enfadada; así que, supuse que había estado aquí.

—Lo ha estado. Y tienes que darle gracias a Shawn porque ya no esté. Era más estresante que un código de Java mal hecho.

Shawn soltó una pequeña risa y Chris lo miró, intrigado.

—Normalmente, el que más liga de los tres en las discotecas soy yo —soltó de repente.

Me atraganté con el agua y empecé a toser. Shawn empezó a reír e intentó ayudarme, y una vez recuperada, le di un golpe a Chris que, claro, no parecía afectarle lo más mínimo.

—Puedo asegurarte que no ha intentado ligar —se carcajeó.

—Eso ya me cuadra más. Oye, son las doce ya, ¿nos vamos? —me preguntó Chris, aunque por la mirada que me echó, sé que lo hacía para que no me encontrara más con Lydia.

—Vale.

—Bien, ve saliendo. Voy a buscar a Jules.

—Bien. Chao —me despedí de Shawn.

Salí de allí y esperé durante unos minutos a Chris y a Jules, que salieron finalmente para volver a casa. La primera parada fue la casa de Jules que no estaba muy lejos del restaurante. La segunda fue mi casa.

—Bueno, mañana vengo por la mañana. Jules trabaja; así que, vendré solo.

—Vale. Hasta mañana —le sonreí.

—Hasta mañana. Buenas noches y mejor resaca.

—Igualmente, chistosito —me reí.

Llegué a casa, me quité los zapatos, me cambié de ropa y me bañé. Tras eso me tiré en la cama para dormir. Estaba cansadísima. Pero justo antes de dormir me llegó una notificación al móvil.

—A ver —abrí la aplicación para ver de qué se trataba—. Shawn quiere seguirme. ¿Cómo ha...? ¿Qué?

Le acepté la solicitud y le escribí inmediatamente.

Shawn

¿Cómo narices tienes mi
Instagram?

Un mago nunca revela
sus trucos.

Tengo mis fuentes.

Eso da mal rollo.

No me culpes a mí,
culpa al destino.

Responde cómo has
conseguido mi Instagram.

Bueeeeno. Me saliste en
sugeridos. Resulta que
un amigo mío te sigue.

¿Qué amigo?

Escribiendo...

Como deje de escribir y busque en mi lista de seguidos a alguien, lo mato.

Shawn

Liam.

Oh, vale. Bueno, voy a dormir.

Buenas noches :)

Así que amigo de Liam. Vale. Bueno, entonces no hay problema. Iré a dormir.

Apagué el móvil y me acurruqué en la cama para descansar. Ha sido un día largo.

Pero no es ni el inicio de esta historia.

¿Eh?

¿Eh?

...

...

Vale.

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