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III

Cuando Jungkook estaba de un ánimo así nada podía terminar, sino que, en sexo alucinante y en el tiempo que llevaban juntos Jimin jamás había logrado oponerse, pero su cuerpo tendría que perdonarlo, pues ellos tenían que hablar. La sensación pesada en su estómago a lo largo de la tarde separados no era algo que quisiera que se repitiera.

Con toda la fuerza de voluntad que fue capaz de reunir y pensando con la cabeza bien puesta sobre los hombros, dio un paso atrás para tener algo de perspectiva.

Jungkook hizo ademán de acercarlo, a lo que Jimin dijo fuerte y firme:

—Solo si hablamos.

—¿De qué? —Jungkook sonaba casi ofendido.

Jimin se sintió tentado de darle un coscorrón en la cabeza.

—Cómo que de qué, Jeongguk —Se tuvo que conformar con decirle en su mejor voz de molestia, o lo que esperaba que sonara así, muy se temía que solo estaba ahogado con el latido de su pulso en los oídos.

Jeon se veía como el cumulo de todos los sueños lujuriosos de Jimin concentrados. Alzando la nariz de aquella manera incriminatoria que solo él conseguía, se pasó una mano por el rostro con desagrado.

—Todo está bien, —descartó fingiendo soltura, flexionando los músculos. —ya estás aquí que es lo que importa.

Esta vez, cuando Jimin volvió a estar entre sus brazos no se resistió, pues había más de una manera de sonsacar la verdad de una persona. Besando el entrecejo arqueado de su novio, decidió seguirle el juego a su provecho. Lo tomó de las mejillas y lo acercó para besarlo. Sin embargo, su tarea se complicó nada más Jungkook internarle la lengua en la boca, mareándolo con su sabor de inmediato. El beso era duro y sofocante, con las manos de Jeon arrastrándose a través del cuerpo de Jimin, llenándolo de estremecimientos. Le atacó el cuello chupándole la piel, el latido del pulso. Iba a dejar una marca ahí, un que esperaba le enseñara a Jimin a elegirlo siempre primero.

—Sabes, me pasé una tarde excelente con Taehyung —Jimin comenzó tomando aire. Sus ojos estaban cerrados, lo que era bueno o Jungkook vería el brillo de la trampa en ellos. —Fuimos a ese restaurante a dos manzanas de aquí, el que hace días temáticos... oh mierda. —Se quejó al Jungkook darle vuelta para quitarle la ropa, con manos urgentes le abrió la camisa y posó sus labios en su clavícula. Jimin le tomó de la nuca, presionando su boca caliente más cerca. —Había fotos de todos nosotros allí, no nos reconocieron gracias a Dios, pero estaba esta imagen de TaeTae y de mi dónde estamos... ah, abrazados qu-e-e ah...

Jeon le dejó besos húmedos en la garganta, donde le rebotaba la manzana de Adán al hablar. El olor de su hyung era más intenso en el hueco de su cuello, el olor de su perfume, la rica piel nívea llamándolo. Sus manos traviesas dieron un paseo por los bien definidos abdominales de Jimin. Su hyung jamás había dejado de ejercitarse desde que estos aparecieron y eran un punto más por el que el menor lo amaba. Adoraba su cuerpo cuidado, cada detalle de él. Jimin le jaló el cabello para reclamarle los labios nuevamente con un ruidito insatisfecho dejándolo. La frustración de no conseguir que Jungkook le diera lo que quería se mostraba y Jeon se sonrió, pues eso era justamente lo que deseaba que Jimin sintiera.

Abandonó su dulce boca para atraparle entre los dientes un pezón, rosado y tierno. Lo chupó y acarició con su lengua, sus ojos bebiendo de la imagen de Park desasiéndose en sus brazos.

—Te e—estoy contando de mi tarde, Jungkookie —Jimin intentó sintiendo sus piernas ponerse débiles. Jungkook le chupaba un pecho y luego el otro. No importaba que él fuese un chico, se aferraba a su piel con su lengua haciendo maravillas. Complicando pensar cuando todo en Jimin quería abandonarse a sentir. Su cuerpo latía, picaba, se estremecía.

Jimin apretó los ojos con fuerza, tendría que apurarse con las palabras o su plan no funcionaría.

—Era muy bonito, TaeHyung y yo nos sentamos en un apartado, a baja luz, muy cerca el uno del otro... —Jeon emitió un gruñido, fue muy bajito, pero inconfundible. Ya casi. —Creo que se podría decir que era romántico, una perfecta cita...

Jungkook se echó hacia atrás maldiciendo. Su respiración salía a jadeos, sus manos se crisparon. Su rostro era duro con la mandíbula encajada, un musculo marcándose en su mejilla. Su mirada de pupila dilatada, oscura e incriminatoria. Jimin sintió que todo su interior llegaba a su máximo punto de excitación. ¡Al fin!

—¡Ajá! —exclamó victorioso.

Era evidente que ambos estaban con la sangre hirviendo. El pantalón de deporte de Jungkook mostraba una masiva erección presionando contra la ropa y la de Jimin no se quedaba atrás dentro de sus apretados jeans. Se removió inquieto, intentando aligerar la situación.

—¿Qué quieres conseguir que te diga Jimin.ssi? —Jungkook dijo amenazador. —¿Si estoy estúpidamente celoso? Claro que lo estoy, me dejaste a un lado y jamás me había sentido tan solo de golpe. —Su porte era el de un depredador mirando a su presa. Se irguió por encima de Jimin sacando provecho de su diferencia de tamaños. —Esto entre nosotros puede ser nuevo, pero yo... yo estoy seguro de que te amo.

Jimin sintió que su pecho se desgarraba de amor, si es que era posible. Alargó una mano para tomar la mejilla de su novio en ella, Jungkook fue como luchando contra el gesto. Recargó su frente sobre la de Minie de manera renuente.

—¿Es necesario convertirte en este bruto que no expresa sus emociones para hacérmelo ver? —Jimin lo pinchó con tono amoroso. Sus alientos se mezclaron, el hambre aun allí. —Si algo te molesta, me lo tienes que decir. Yo no sé leer mentes. No puedes enfurruñarte como un niño de cinco años por no obtener lo que quieres.

Jungkook hizo un mohín. Un gesto tan dulce en un chico adulto que hacía menos de cinco segundos pretendía lucir amedrentador, Jimin quería comérselo a besos. Iba a comérselo a besos después de aclarar esto.

—¿Quién dice que no puedo?

Jungkook—ah.

—Ya sé, ya sé, entiendo el punto. —El menor dio un asentimiento brusco. Apresó a Jimin de vuelta entre sus brazos, escondiendo su rostro en la curva de su cuello. Le besó el punto bajo la oreja solo porque podía. Porque así conseguía hacer al mayor suspirar. —Me vuelvo un tonto cuando se trata de ti.

Jimin podía empatizar con la sensación. Hasta antes de estar con Jungkook no se habría considerado a sí mismo como un ser celoso. Le gustaba pensar que era alguien moderno y racional, sin embargo, todo eso se esfumaba en el horizonte si es que alguien miraba demasiado en dirección de su menor, si el chico no le daba su completa atención, si Jungkook no le profesaba su adoración eterna con cada gesto.

No podía culparlo en realidad.

Le pasó la mano por los anchos hombros —rígidos, fuertes, duros— para abrazarlo. Sus pechos desnudos se rozaban creando un cosquilleo delicioso que bajaba por su camino feliz hacia su dolorida entrepierna.

—Tenemos que trabajar en tu comunicación verbal —dijo a media voz. Jungkook lo apretó hacia si, metiendo una de sus piernas entre las de Jimin y eso fue todo. —Pero no justo ahora. —Y lo arrastró para devorarle los labios.

Entre el hambre que llevaban conteniendo, terminar de desnudarse les tomó un par de minutos vergonzosamente cortos, es más sus pantalones ni siquiera fueron removidos del todo, solo se agruparon a sus pies, Jungkook empujó a Jimin hacia la máquina de ejercicio que había estado usando antes de su llegada, le colocó las manos firmes sobre la barra.

—No te sueltes —Le indicó sin sutileza. Se había acabado el tiempo de hablar. —Sin importar nada, no te sueltes Jimin-ssi —Tomó su erección palpitante en una mano. Era increíble que se encontrara tan duro como estaba. La noche anterior él y Jimin habían tenido su buena dosis de sexo, suficiente para dormir exhaustos, pero como pasaba de manera recurrente, él no conseguía saciarse de su hyung. Guio su polla entre la raja de las nalgas regordetas de Park.

Del solo contacto de su longitud, Jimin gimió apretando el fierro entre sus manos. Su agujero aún se encontraba húmedo y resbaladizo después de los juegos de la noche pasada. Su trasero dolía como recordándole que Jungkook le había dado un buen uso. Pero no importaba nada sobre la razón, él lo quería ahora.

—Jungkookie —dijo con los labios resecos. Jungkook se posicionó a su espalda, una mano cubriendo su garganta. Le besó el hombro, la nuca, jaló su cabeza hacia atrás para besar su mejilla; su polla meciéndose contra su agujero que esperaba. —Siempre serás el primero para mí, en mi corazón.

Jeon lo respiró.

—Ahora lo sé hyung —Sonrió pegado a su rostro. Con su mano libre cubrió el estómago de Minie y fue bajando tortuosamente lento hasta alcanzarle la polla. Jimin dio un respingo hacia atrás.

Como la más dulce de las torturas, Jungkook lo acarició de manera suave, medido, leyendo las señales en el cuerpo de Jimin. Este se mecía y arqueaba, gimiendo tanto que era escandaloso. Él quería... necesitaba. El pulgar de Jungkook atrapó la gota de preseminal que escapaba del pene de su mayor, y utilizó el liquido perlado para humedecer la cabeza rosada del miembro.

—Te amo Jungkook-ssi —Minie se las arregló para decir entre jadeos. Jungkook le chupó la mandíbula con intención. Se echó atrás el espacio suficiente para escupir en su mano y mojar su desatendida erección.

Entonces de una contundente embestida entró en Jimin. No fue capaz de cubrir su boca cuando este gritó. Qué importa si el resto escucha, Jungkook pensó comenzando a bombear en el interior cálido y apretado de su novio, mejor si es así. Sus gritos me pertenecen como todo de él. 


A TOMAR AGUA, PECADORES.

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