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II

Se besaron entonces, en cada ocasión que tuvieron. Apretujados entre las atracciones, entre medio de bocados de helado, con las capuchas de las sudaderas bien puestas cubriendo sus rostros. Se ahogaban en los labios del otro, hasta que tenían que moverse a realizar alguna otra cosa y en ese intertanto, se ahogaban por volver a sentirse.

Con la caja de Pandora abierta, no había manera de volver a cerrarla.

En una noche, habían compartido más de cien besos, quizás miles. Ninguno era capaz de llevar la cuenta. Y, aun así, Jungkook seguía mirando la boca de Jimin queriendo más.

Maldita sea, era desquiciado.

Se sentía como que, si fuese por él, se abriría el pecho para meterse a Jimin dentro y cargarlo seguro junto a su corazón. No era una exageración. Aunque le aterraba como sonara eso, era cierto. Tenía tal clase de adicción por Jimin, dependiente, avaricioso; él estaba enamorado.

De alguna manera, caminar por las calles de regreso a su cuarto de hotel tomados de las manos se sintió emocionante. No era algo sexual, ni por asomo. Solo íntimo. Era mirar profundamente en los ojos del otro y coincidir con una sonrisa. Una emoción compleja anidando en sus pechos.

Jungkook se sentía extraño, débil.

Era una noche perfecta, resultando mil veces mejor de lo que se había imaginado que sería. Quizás el único error que podía encontrar era haber bebido demasiado para la cena, porque no solo estaba de los nervios, sino que medio descontrolado y sobre estimulado. Su corazón iba a mil por hora, una mezcla entre taquicardia y emoción por la aproximación de su hyung.

Mirar a sus ojos pequeños y rasgados se sentía como probar la dulzura del mismo cielo, para luego descender a sus labios que, Jesús, tenían el mismísimo sabor del pecado en ellos.

Si bien el deseo estaba ahí, como un recordatorio latente, ellos aun no hablaban de nada más. Ni sentimientos, ni etiquetas, ni nada que aclarara lo que estaba naciendo y por mucho que Jungkook quería, no se atrevía a preguntar.

Y es que, a pesar de ser llamado el maknae de oro, Kook tenía en claro que había muchas falencias dentro de él, la más grande de todas siendo su timidez. Esta tendía a joderlo todo. Lo frenaba en los momentos más inoportunos, lo saboteaba en sus metas y hasta lo cortaba de llevar planes a cabo. En parte, su timidez había influido en no declarársele antes a Jimin, o quizás hubiese sido que simplemente no estaba listo. Como fuese, en ese viaje, lejos de la imagen de idol, lejos de lo que significaba ser Jungkook de BTS, solo siendo Jeongguk, él estaba afrontando sus miedos en base al amor que sentía por Jimin. El sentimiento que era más grande que cualquier susto interno.

Con las dudas asaltando en lapidario silencio su cabeza, los chicos llegaron hasta su habitación y comenzaron a arreglarse para ir a la cama. Como en su rutina en casa. Sin miraditas ni cosquilleo pues este les había abandonado el cuerpo para masificarse en el aire como una nube premonitoria de tormenta. Un torbellino de energía que fue construyéndose a medida que se quitaban la ropa, salvo por sus interiores y se metían bajo las mantas. Hubiese sido lindo decir que alguno de ellos se sintió tímido o cohibido, pero no fue así. Se encontraron a medio camino de la gran cama y se apretaron juntos, la novedad de sentirse los torsos desnudos y el choque de sus erecciones escasamente cubiertas los hizo gemir al unísono.

—Jungkook-ssi.

—Ah, Jimin-ssi.

No quedaba ya nada fraternal entre ellos, se había disipado esa noche en el parque de Disney entre los gritos de la gente sumida en sus propios mundos y la sensación de libertad en el aire. Se tocaron lentamente, casi de manera casta, siempre dentro de un límite, descubriendo el cuerpo del otro. Eran tan iguales y a la vez tan diferentes. Ligeros cambios en su complexión aquí y allá. Jimin más delgado, Jungkook más muscular. Las facciones de Park dulces, con bordes redondeados y tiernos. Jeon ancho y duro mucho más varonil.

Jimin extendió la mano y apagó las luces desde el mando a distancia, las cortinas de las ventanas estaban descorridas y podían verse a la perfección bajo la luz de la luna que se colaba como único testigo de su forma de amarse. Los chicos se admiraron y se reconocieron. No como hyung y maknae que venían compartiendo un sueño, sino que, como dos muchachos enamorados que aprecian los sentimientos del otro por primera vez. En una de esas situaciones donde no hacen falta las palabras, porque los acuerdos surgen de solo sentirse piel con piel.

Jimin se acomodó de espaldas, con Jeongguk cubriéndolo por completo. Tener a su hyung debajo de él era cuanto el maknae había soñado. Su pecho pálido con respiraciones superficiales, los abdominales recortados. Las manos de este tomaron la cadera de Minie, su pulgar recorriendo los oblicuos bien definidos. Jimin temblaba bajo el escrutinio, con sus brazos enredados en el cuello de Jungkook para atraer sus labios en un nuevo beso. Sus labios estaban hipersensibles a ese punto, su boca hormigueando, hinchada, pero él lo quería. Tanto que se sentía como un dolor físico en todo su cuerpo. Chupó la húmeda lengua de Jeon con entusiasmo, recibiendo un gemido ronco en recompensa. El chico sobre él dejó caer su peso medido, cubriéndolo con calor y una presión deliciosa. No era suficiente. No se sentía como lo que su cuerpo quería. Lo que necesitaba sin conocerlo.

Las piernas de Jimin se movieron para acomodar la cadera del menor al ras con la suya, ansiándolo más cerca, más suyo. Completamente amarrados el uno al otro, solo respiraciones entrecortadas. Jungkook presionó su pelvis hacia delante, una, dos veces. Un calor como ningún otro reuniéndose en el centro de su cuerpo. Él sabía lo que significaba, solo que no podía... no entendía como... saciarlo.

Ciertamente, Jungkook no era un niño. Hacía mucho que había dejado atrás la adolescencia y él se había tocado a si mismo lo suficiente como para conocer su cuerpo y lo que le gustaba. Al principio, escondido de todos, cerrándolo los ojos con vergüenza, explorando. Luego, cuando entendió que no existía nada malo con las fantasías en su cabeza, había dado rienda suelta a las imágenes de Jimin, su Jimin pequeño y tierno. Su Jimin sensual y arrebatador. En ocasiones, los orgasmos de Jungkook habían sido tan fuertes, tan cegadores, que había gemido tan alto que temía ser descubierto encerrado en el baño de su departamento, con su mano fuertemente apretada alrededor de su dolorida polla, sin sentirse capaz de detenerse de bombear su puño, imaginando que era Jimin quien estaba allí. Quizás acostado a su merced, o solo su boca, arrodillado dispuesto para su uso.

Jungkook rompió el beso, con Jimin gimiendo en protesta por debajo de él. Sus rostros tan cerca que podían ver cada detalle en la cara del otro. Sus respiraciones jadeantes entremezcladas. Kook tragó, sintiéndose al borde. Miró a Jimin, con su cabello desordenado y sus labios de piquito extendidos hacia él.

Dios santo, era la criatura más hermosa que existía.

Casi irreal, etéreo, Jungkook lo miró sintiendo un hambre tan feroz que no sabía de donde provenía. Y es que Jimin se miraba igual, jalándolo de vuelta para ser besado. Casi febril y torpe. Y él no era alguien que en la cotidianidad pudiese ser llamado de esa manera.

Solo una pregunta colgando por encima de sus cabezas.

¿Y ahora qué?

Jungkook enmarcó el rostro de Jimin con sus manos que picaban, tomándolo tan delicado, tan preciado que dolía el corazón del mayor de una manera deliciosa.

—¿Qué pasa? —Jimin preguntó despacio. Sus manos recorriendo la espalda de su menor. Tan lindo y fuerte, su Jungkookie, solo suyo.

La mirada de Jungkook era pesada, su mandíbula tensa mirándolo con cuidado.

—Quiero que mi próximo paso sea contigo, —susurró al fin. Calmado, abierto, vulnerable. —¿puedo ser tuyo?

Los labios de Jimin se dividieron en una sonrisa afectada, entendiendo sus palabras y su trasfondo. Sus manos llegaron al trasero del maknae y lo apretó hacia sí, forzando a sus erecciones juntas otra vez. Él quería poner los ojos en blanco de lo bien que se sentía, pero aun no era lo que codiciaba.

—Usar la letra de nuestras canciones es un golpe bajo —dijo bajo su aliento.

Jeongguk tuvo el descaro de verse satisfecho luciendo una sonrisa torcida.

—Si consigue lo que quiero, no me importa. —Su mirada intensa se centró en los labios de su hyung. —Y ahora mismo, lo que más quiero es a ti.

Besó la comisura de los labios de Jimin, amoroso, con su boca bajando hasta su cuello para sentir su aroma personal. Sencillo, piel y esencia. Algo primario que lo llamaba. Como olor a hierba después de una lluvia. Una esencia única y sin necesidad de aditivos. Con los sensible que era Jungkook con los olores, siempre se había sentido inclinado al aroma casi floral de Jimin, que encajaba perfecto con su imagen de hada.

Entonces, sus toques cambiaron, llenos de necesidad. Caricias reverentes marcándolo por todas partes. No es como que Jungkook lo apretara para dejar moretones o siquiera rastrillara sus uñas romas por encima de la piel dejándolo enrojecido; él lo hacía. Pero era más bien, como que cada trozo que rosaba fuera conquistado, señalado con el nombre del menor.

Jimin comenzó a retorcerse, su cuerpo completo ardiendo. Se arqueó contra el colchón con la boca de Jungkook succionando una de sus tetillas. Se sentían como miles de pequeños piquetes que dolían de la manera correcta. La mano de Jimin tomó la cabeza Jungkook por los cabellos de su nuca para prolongar la caricia, mientras que sentía una mano subir entre sus piernas.

Una maldición dejó sus labios cuando Jungkook tocó su polla por encima del bóxer. Lo cubrió midiéndolo, dándole un masaje suave y caliente.

—No es suficiente —Jimin se las arregló para hablar entre gemidos. Tenía la cabeza echada atrás, los ojos cerrados y la boca abierta en una perfecta O. Las sensaciones en su cuerpo eran demasiado, y muy poco. Era frustrante. —Agh.

Jungkook bajó por su cuerpo, besando su abdomen, sus manos tomando sus muslos y separándolos. Encajó sus hombros entre sus piernas, inclinado sobre la muy erecta polla de Jimin, miró hacia abajo lamiéndose los labios y con decisión lo despojó de la única prenda que lo cubría.

Jimin se dejó hacer, con su corazón latiendo fuerte contra sus costillas y la presión atronándole los oídos. Se enderezó en el colchón tomando las manos de Jungkook en las suyas. Se sentía absorbido por la situación, como si no existieran más que ellos dos dentro de ese cuarto de hotel.

—Déjame hacer —dijo Minie buscando la boca de Jungkook, le mordió el labio inferior, pidiendo. —Quítate esto, Kookie-ah —sus manos tomaron el bóxer de Kook bajándolo, la polla del chico saltó fuera ya lista; larga, rosada y gruesa. Más que suficiente. Jimin la miró con los ojos brillantes. —y muéstrame cuanto dices que me amas. 



LES ESTOY VIGILANDO, PECADORES. 

DEJENME SABER SI LES GUSTA. 

PARA LAS QUE PREGUNTAN POR LA LETRA DE LA CANCIÓN QUE SE REFIERE JUNGKOOK,  AQUÍ LES DEJO 👇

https://youtu.be/v8fIqgHwjTU

ES CRYSTAL SNOW. VAMOS A FINGIR QUE YA CONOCÍAN LA EXISTENCIA DE ELLA.

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