II
Dos habitaciones a la derecha y recto por el pasillo hasta la ultima puerta, Jungkook se encontraba imaginando cómo reaccionaría su Jiminie hyung cuando le diera los tickets de viaje que tenía para ellos como regalo de cumpleaños de este último.
Comprarlos había sido un impulso, un momento de debilidad añorando la compañía de su mayor exclusivamente para él, con el pensamiento de la fecha importante que se les venía encima, había presionado el botón de compra en su computadora mucho antes de que se diera cuenta de lo que estaba haciendo.
Aunque no es que se arrepintiera, solo tenía que buscar la situación adecuada para dárselos sin que muriera de vergüenza en el proceso.
—Estás espaciando Jungkook—ah —Jin hyung le dio un ligero codazo. Estaban en una partida de su juego en línea, la atención era primordial.
—Lo siento hyung —ofreció volviendo a la realidad, aunque era difícil, ahora que su enamoramiento juvenil se había trasformado en algo mucho más tangible.
—Ya sé, pensabas en Jimin —Jin dijo con una sonrisa de lado. —Eres terrible, niño.
—No soy un niño —Jungkook lo miró con el ceño fruncido. De la mesa entre ellos tomó su leche de banana para darle un sorbo. —Soy tan alto como tú. Y más fuerte aún.
Jin lo miró con cariño, el chiquillo junto a él bien podría crecer como una montaña fértil y él seguiría viéndolo de la misma manera, una cara pálida con grandes ojos de cervatillo perdido en ella.
—Eso es porque te he criado bien —Le respondió a modo risueño. —Todas mis comidas invertidas en ti han dado al fin frutos.
Jungkook asesinó a su personaje en el juego con una sonrisa malvada.
Jin le dio una mirada ofendida.
—Tu mocoso... —Le alcanzó por la playera para revolverle el cabello. —¡Cómo te atreves a pagarme de esa manera! ¡Ya verás!
Lucharon hasta caer de sus sillas, entre coscorrones, risitas y exclamaciones ahogadas. La mente de Jin comenzó a correr a toda máquina, pensando en el peor castigo que imponerle al menor, cuando se le ocurrió, se alzó sobre sus pies con la respiración acelerada, y la mejor idea de venganza brillando en sus ojos.
—Ya sé qué harás para equilibrar esto —dijo de manera diabólica.
Jungkook lo miró con la cabeza de lado. Jin lo ayudó a ponerse recto, sujetando sus hombros para no darle escapatoria.
—Voy a darte una ayuda. —expresó sin más. Tomó aquel sobre blanco que descansaba en la mesita de noche junto a la cama de Jungkook y lo movió entre sus largos dedos. Él estaba sonriendo como el gato de Alicia en el país de las maravillas cuando se lo extendió al maknae. —Le entregarás esto a Jiminie.
Los ojos de Jungkook se abrieron desmesuradamente a la vez que se apresuraba a recuperar el obsequio.
—Eso ni de broma, hyung. Es personal.
—Oh vamos, Jungkook—ah —Jin lo impulsó hacia la puerta. —No hay mejor momento que el ahora. —Jungkook intentó volver sobre sus pasos, pero Jin se lo impidió ya sacándolo al pasillo. —De todas maneras, no es como que fueras a hacerlo por las tuyas.
La puerta del cuarto de Jimin quedó a la vista y el menor tragó de manera audible comenzando a sentirse de pronto enfermo.
—Observarlo hasta que el chico note tus sentimientos no es una opción. —Jin seguía diciendo, con sus manos puestas firmemente en la espalda de Kook.
Este quería rebatir. Él en verdad no tenía un plan sobre como hacer aquello, pero no se había imaginado que sería así. Claro que, ante un Jin en posición de hermano mayor, era difícil oponerse.
—Es lo único que tengo por el momento, Jin hyung. Además, estoy bien así, de verdad.
—Ya y el que hagas covers de canciones con letras sugerentes a algo más no tiene nada que ver —Se mofó su mayor.
Jungkook sentía sus extremidades blanditas, sus manos sudorosas. El sobre en su mano se arrugó al apretarlo ansioso.
Seokjin estaba harto, desde que tenía memoria había presentido que algo ocurría bajo sus narices cuando de Jimin y Jungkook se trataba. El comprobar que estaba en lo cierto solo le había dado el broche al acto. Ambos chicos eran terribles en ocultar sus sentimientos y a pesar de que todo el mundo notaba que compartían más que una inocente amistad, ninguno se atrevía a dar el primer paso.
A veces, un hermano mayor tiene que hacer lo que un hermano mayor tiene que hacer.
—Pero Jin hyung... —Jungkook quiso reclamar en última instancia.
Jin lo apuntó con mirada severa.
—No querrás verme de malas, Jungkook—ah, ahora llama a esa maldita puerta. —Le indicó con un tono que no daba cabida a protestas.
Bien, como fuese, él podía hacer esto. Él podía hablar con su hyung como si nada y darle su regalo por anticipado. Y todo iría excelente, porque ellos eran buenos amigos y un amigo le da como regalo un viaje privado a otro. Aunque fuese un viaje a Disney con una habitación compartida en la que solo habría una cama disponible para dormir.
Jungkook se lamentó en voz alta.
Esto era una mala idea, una terrible idea. Jimin hyung pensaría que era un rarito y se reiría en su cara. Entonces el corazón de Jungkook se rompería y peor aún, sufriría cada vez que le viera la cara en la casa y el trabajo y siempre.
Levantó la mano para golpear, pero su cuerpo se negó a cooperar, congelándolo en el lugar.
Maldito fuese, él podía hacer esto. Solo era la invitación a un viaje, no le estaba pidiendo una cita o algo por el estilo...
La puerta se abrió de golpe y Jimin levantó la vista viendolo sorprendido.
—Jungkookie —pronunció y solo eso bastó para que el cerebro del pelinegro se fuese a blanco. –¿Qué haces allí de pie?
La lengua del menor se sintió pesada dentro de su boca, torpe y enredada, no capaz de formular las palabras que venía a decir.
—Yo...
—Tu... —Jimin lo ayudó. Al ver que el silencio se alargaba, le ofreció una sonrisa dulce, con su mano tomando la mejilla de Jungkook. —Tienes esta expresión tan linda, sonrojado.
Sí, bueno, al menos uno de ellos tenía algo para decir. Jungkook se aclaró la garganta. Su rostro no era el único que estaba ardiendo con la situación, a decir verdad, también su corazón. Quemándose en llamas intensas que encendían su cuerpo por completo. Tanto así que estaba sorprendido de que no estuviese echando humor por las orejas. Fuera de bromas, la forma en que reaccionaba su cuerpo últimamente en presencia de su hyung era demasiado.
—Te he traído esto —dijo de golpe, moviendo ambas manos hacia adelante, entregando el sobre sin ningún cuidado ni tacto. Mantuvo su mirada baja, sin atreverse a coincidir con la de su mayor. —Es mi regalo para tu cumpleaños, el que se viene, claro. Lo hice con mis mejores deseos, si no lo quieres, bueno, podemos...
Jimin tomó el sobre con delicadeza, sus dedos pequeños abriéndolo de inmediato.
—Estoy seguro de que voy a amarlo si viene de ti —dijo a media voz.
Jungkook le miró el rostro mientras que abría el contenido y sacaba los tickets de avión. Había también los datos del hotel donde se quedarían y un pequeño folleto sobre el parque a visitar.
La boca de Jimin se abrió en silencio. Volteando los papales en sus manos con un ligero temblor.
—Esto es... —Él parecía ser el que luchaba con las palabras ahora.
Jungkook podía sentir el latir de su corazón en toda la estancia.
—¿Te gusta? —Se atrevió a preguntar.
Los ojos de Jimin brillaban de manera curiosa al asentir.
—Claro que lo hace, es demasiado, es... perfecto. —Él no podía asimilar tal gesto. —¿Cómo pudiste pensar en algo como esto?
El rostro del menor se dividió en una sonrisa tímida al ver que su regalo era bienvenido.
—Creí que era el momento, para nosotros tomarnos un relajo. Solo los dos —especifico con intención. Jimin levantó la cabeza ante su tono. —si te parece bien.
De puro impulso, Jimin le echó los brazos al cuello con el cuerpo tembloroso. Estaba más allá de la euforia, todo en él gritando de alegría. Las manos del menor fueron torpes al devolverle el abrazo, con palmaditas quedas en su espalda.
—Hyung —Jungkook pronunció en su oído, bajo y susurrante, provocando que un escalofrío bajara por la columna de Jimin. —Es parte de demostrarte mi amor por ti.
Jimin cerró los ojos atesorando esas palabras.
Y si...
Jungkook rompió el contacto, mirándolo con el rostro contrariado, llevándose las manos a su característica ancha sudadera negra y holgándola por el frente.
—Me alegra que te guste Jiminie hyung, ahora me tengo que ir. —Y desapareció casi corriendo por el pasillo.
Extrañado, perdido, sorprendido de la mejor manera, Jimin volvió al interior del cuarto con los papales del futuro viaje en una mano y la otra tapando su boca. Cayó contra la puerta, deslizándose por ella hasta que su trasero rebotó en el piso. Desde donde miró a un atónito JHope que solo estaba allí alucinando con lo que acababa de presenciar.
—Jódeme, qué acaba de pasar.
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