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I

En el momento que Jimin dio un paso dentro del parque de diversiones, Jeongguk supo que necesitaba capturar su rostro con su cámara. El baile de expresiones maravilladas en la cara de su hyung era indescriptible, haciéndolo ver aun mas bonito de lo que ya era. Su mirada sorprendida como la de un niño, sus mejillas pálidas y gorditas elevadas hacia las luces de las atracciones, un brillo de ansia bañándolo como con un beso.

Desde hacía un tiempo, el maknae había demostrado cierta inclinación por la filmación, como parte de sus intereses por explorar. Aunque se trataba de algo amateur y principiante, la memoria de la cámara que Kook llevaba consigo se comenzó a llenar rápidamente con tomas directas y por completo de Jimin. No importa la cantidad de fotos y videos, parecía no ser suficiente.

—Ya basta —Se quejó este a eso del anochecer; Kookie lo había grabado en el taxi compartido, en el restaurant a la hora de la comida y en todos los carruseles que se habían subido, donde estaba seguro de que no se veía para nada agraciado gritando su miedo a todo pulmón. —Tienes suerte de que me sienta tan cómodo con las cámaras, pero lo estás llevando a un nuevo extremo.

Jungkook se resignó por el momento, bajando el lente con un puchero forzado.

—Y yo que pensé que estabas cómodo conmigo, Jimin—ah —reclamó juguetón.

Jimin le dio un toque a sus piernas bajo la mesa donde estaban tomando un pequeño break de sus actividades. No tenían un itinerario que seguir, solo sus voluntades. Esa mañana se habían calzado prendas negras, cómodas, prácticas para pasar desapercibidos entre las multitudes y salido sin rumbo alguno.

—Eres un descarado —Lo picó.

El chiquillo le brindó un guiño.

—Aprendí del mejor —Jungkook le devolvió y su vista bajo entonces hasta los labios sonrientes de su hyung con la mirada intensa, sedienta; como quien ve un vaso de agua con hielo bajo un día de sol abrasador.

Jimin tuvo que obligarse a mirar a otro lado, tragando la súbita emoción que sacudió su cuerpo. Estaban tan relajados el uno con el otro, tan libres en un territorio casi mágico. Nadie los había reconocido aun, ni una cámara ajena dirigida en su dirección. Nada de gritos de fans, ni flashes cegadores, ni teléfonos presionados en sus rostros. No debería de sentirse tan perfecto como lo hacía, pero Jimin no estaba quejándose tampoco. Cómo podría, si esto era cuanto había soñado por años. Solo su pequeño consentido y la exclusividad de su atención. Estaba disfrutando de aquel momento detenido en el tiempo. Sin mencionar que, tras aquel episodio en el hotel donde la puerta de la curiosidad había sido abierta, ellos estaban internándose a un panorama mucho más interesante, a pasos agigantados.

El sonido de la cámara en el teléfono de Jungkook cortó el silencio. Jimin lo miró con el ceño fruncido.

—Dije que ya Jungkook-ah —Alzó su mano para tomar el celular él mismo, sintiéndose tímido de pronto. Había un grupo de chicos jóvenes sentados en la mesa cercana, muy similares a su edad, haciéndole ojitos a Jimin desde hacía un par de minutos. Él había intentado ignorarlos, pero uno de ellos acababa de voltear su silla en su dirección de manera bastante obvia.

La postura de Jungkook frente a él también cambió, se sentó erguido, su rostro tenso por un momento mientras que se interponía en la línea de visión del chico, dándole una mirada intimidante, su aura tornándose oscura por debajo de la capucha negra de la su sudadera que llevaba.

Jimin fingió que no notaba el intercambio, solo que la tensión creció densa, como un humo intoxicante oprimiéndole el pecho. Le hubiese gustado decir que no le agradó la actitud territorial de Jeon, que era demasiado, un gesto feo que torció sus rasgos endureciéndolos. Pero era halagadora, que Dios lo ayudara, era más que eso, porque estaba encendiendo a Jimin. Su vientre con una hoguera bien alimentada, la sangre pulsando en sus venas.

Mio, mío, mío.

Casi podía escuchar los pensamientos de Kook, que se veía tan duro e intimidante. La boca de Jimin de pronto seca, tuvo que mojarse los labios con la lengua, sintiéndose sensible al punto de gemir. Jimin apretó la rodilla de Jeongguk, notando lo duro de los músculos tensos; y que no pareció importarle, de modo que deslizó su mano más arriba, lentamente en una caricia calmante.

¿Qué le pasaba?

Jimin no lo sabía, nunca se había sentido así, tan absorbido por la situación y lo sofocante de sus celos. Ciertamente Jungkook había sido posesivo antes, con el resto de los miembros, con el personal del staff, con la gente en general. Algo que había ido en aumento con el paso de los años, pero nunca así, nunca tan dominante y concreto.

Con el punto de tensión llegando al máximo, la cuerda a punto de cortarse, el chico de la mesa de junto pareció entender el mensaje y se puso de pie, pasando por su lado marchándose del lugar.

Jimin tomó una respiración temblorosa, necesitando el aire frío para obligar a su interior a volver a la normalidad.

—Jimin-ssi —Jungkook lo llamó al ver su postura que se había tornado pequeña. —No bajes tu rostro así, no es te culpa. —dijo con tranquilidad contradiciendo aun lo tenso en su cuerpo. Él buscó sus ojos y sonrió de medio lado. —Me sorprendería más si no te miraran. Digo, por qué no te mirarían —preguntó de manera retorica al cielo nocturno. —Eres la definición de sexy, Jiminie hyung.

En contra de su voluntad, el aludido sonrió. No importa las veces que escuchase esas palabras dejar los labios de su menor, siempre le producían la misma satisfacción interna, las mismas bestias desatándose en sus entrañas. Sintió el calor llegar a sus mejillas.

—Aun así, la forma en que los miraste —Se intentó explicar. —Tan territorial, tan acaparador. Casi como si fueses mi novio. —Jimin dijo en broma. Y para reafirmar su punto, le dio otro toque a la rodilla de Jungkook bajo la mesa, solo que esta vez dejó su mano ahí dándole un ligero apretón.

Jungkook lo miró con el entrecejo fruncido, muy contenido y serio.

—Tal vez no sea tu novio, hyung, —pronunció eligiendo cuidadosamente sus palabras. —pero aun así eres mío.

Jimin se le quedó viendo boquiabierto. A su rostro tierno con sonrisa de grandes paletas, su silueta recortada inofensiva, sin embargo, estaba allí; ese temblor eléctrico en su piel, en su forma de decir las cosas.

—Eso es... e-eso... —Demonios, el cerebro de Jimin parecía no querer cooperar para encontrar las palabras a decir. —Eso puede dar las señales equivocadas a la gente. —concluyó volviendo a lamerse los labios, nervioso, inclinándose hacia adelante en la punta del asiento. —No deberías de decir esas cosas en voz alta.

Jungkook lo estudió.

—¿Por qué no? —preguntó acercándose también. Sus sillas estaban frente a frente, apenas la distancia de una mano separándolos. —¿A quién le dará las ideas incorrectas? ¿Estás seguro de que te preocupa el resto de las personas, o es acaso a ti?

Su mirada era oscura, su pupila dilatada; Jimin solo podía mirarlo a los ojos, ver como las manos de Jeon tomaban el borde de su silla para arrastrarlo cerca. A simple vista, solo dos chicos conversando demasiado cerca. En su burbuja, las piernas de Jimin se abrieron sin voluntad para recibir entre ellas uno de los anchos muslos de Jungkook que presionó justo por encima de su entrepierna, donde fue más que obvio que podía sentir el bulto hinchado e hipersensible que tensó los pantalones apretados de Minnie.

Este se sacudió.

—Deja de jugar, mocoso calculador. —intentó frenarlo, empujarlo por los hombros para que se detuviera... lo que sea que estaba intentando, estaban en un lugar público, por todos los cielos. —Ya basta, es suficiente.

Jeongguk negó, su sonrisa más malévola, acercando su rostro. Había mucha confianza en la forma en que sus manos asieron a Jimin, mucha determinación, pero también miedo, donde no apretó demasiado, inseguro cuando titubeó al inclinar su cabeza más cerca. Era la contradicción más adorable que Jimin hubiese visto nunca, y le encantaba, estaban tan en la situación como su menor a pesar de sus palabras.

Mirando atentamente los labios de Jimin, Jungkook hizo un ruidito mortificado, sintiendo dolor físico ante tal fresa dulce y rosada. Quería probarla, probarlo.

—Solo es el primer día a solas, hyung, pero muero por besarte. —confesó con la voz ronca. Lo que pudo con el resquicio de mente clara que quedaba en Jimin.

En el futuro, culparía a la situación, al cumulo de sensaciones, emociones, a la presión de cualquier tipo, pero en ese determinado momento, solo existían él y Jungkook, así que Jimin lo besó. Chocó sus labios juntos, apretando los ojos tan duro que dolía. Y es que estaban cruzando un nuevo puente, quemándolo desde sus cimientos y si no era lo correcto, lo pagarían caro. Hubo un destello de luz dentro de él, una fuerza que se despertaba. Las manos de Jungkook tomaron sus mejillas, con una sonrisa en sus bocas unidas, el flash de un beso similar cruzó su mente, pero él ya no era aquel chiquillo dando su primer beso en la vida, este era Jeon Jungkook demostrándole a su hyung cuanto lo quería.

Jimin sintió entonces labios suaves, intensos y perfectos moverse sobre los de él. Ejerciendo la presión justa para hacer a sus rodillas temblar como gelatina. Sin temor a nada se aferró a los lacios cabellos del hombre entre sus brazos, acercándolo tanto como era humanamente posible. Y cuando Jungkook abrió sus bocas, internando su cálida lengua con sabor dulce, Jimin ansió de manera descabellada, que aquello no terminara nunca. Nadie debería ser capaz de experimentar un beso así, tan arrebatador, pero luego tener que parar. Pero ellos tenían que hacerlo, se separaron para tomar una respiración, con las miradas aletargadas fijas en los labios del otro, antes de volver a la carga.

Jimin gimió o quizás fue Jungkook, era difícil decirlo, el sonido provenía del interior de uno y moría en los labios insistentes del otro, en la boca de Jimin chupando la lengua de Jungkook. Había manos en la nuca de uno, una rodilla presionando una bragueta dolorida. Las manos de otro apretando los muslos gruesos bajo sus dedos.

Todo en Jungkook gritaba ansia, necesidad de más, más, otro poco. Tomó a Jimin por las caderas y sin romper el beso, lo movió para sentarlo en su regazo y besarlo más profundo. Con su cabeza echada hacia atrás, Jimin podía cubrirlo desde un mejor ángulo, con su trasero regordete cayendo encima de su obvia erección.

Jungkook siseó, Jimin se echó atrás, luciendo tan besado que era pecaminoso.

—Eres lo único en que pienso; mañana, tarde, noche. Este viaje... solo tú, tú, tú. —Kook luchó con sus respiraciones. Sus manos enmarcaban el rostro sonrosado de su hyung negándose a dejarlo ir.

Jimin se mordió el labio inferior, flotando en endorfinas.

—Realmente qué clase de agua dan en Tokyo. —exclamó con una risa sofocada.

Jungkook gruñó, besándolo de nuevo.

—Hyung, es que sabes delicioso. —dijo mordisqueándole las esquinas de la boca.

Jimin cerró los ojos, dejándose querer.

—¿Qué debería decir en un momento como este? ¿Gracias?

A falta de una respuesta, siguieron besándose.


 

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