031.
✨️ GAEL ✨️
Creí que el ser novio de Kate me tendría en una nube rosada, convirtiéndome en la persona más feliz del planeta tierra y nadie ni nada podría bajarme de ahí, lo cual en parte es cierto, pero no en su totalidad como me gustaría. El tema de que mi papá se haya ido hace dos días de mi casa me tiene mal, y lo peor es que siento que es algo tonto.
El divorcio hoy en día es algo de lo más común y siento que no debería tenerme tan mal como lo hace, pero la realidad es que no supe afrontar toda esta situación desde que comenzó y ahora mismo siento que me hundo cada vez más y no sé cómo salir a flote.
No sé cómo afrontar la separación de mis padres y ese sentimiento de impotencia e inseguridad me carcomía día a día. Mi mente estaba constantemente plagada de preguntas sin respuestas, pero la que más me persigue es la de: ¿Podría haber hecho algo para evitarlo?
El mero hecho de no entender como su amor se desmoronó con tanta facilidad, luego de crecer viéndolos amarse como nadie podía hacerlo. Me siento como si estuviera navegando a la deriva en un mar de emociones confusas, sin rumbo fijo. La sensación de abandono y de sentir que mi familia se está desmoronando me afecta profundamente. Además, el orgullo herido se mezcla con la tristeza, ya que no quiero mostrar mi debilidad ante los demás, especialmente ante Kate.
En estos días desde que las clases comenzaron, me encontraba perdido en mis pensamientos durante el día, distrayéndome en clase o en las actividades con mis amigos. Mi preocupación me llevaba a la falta de concentración y a estar siempre en busca de señales ocultas en las interacciones con mi familia. Cualquier palabra o gesto de mi madre o hermano se convertía en un misterio que intentaba resolver.
Lo más frustrante es que siento que debo seguir adelante, que debo ser fuerte por los demás, y eso a menudo significa reprimir mis emociones. No quiero parecer vulnerable ni quiero preocupar a quienes me rodean. Mi estado de ánimo varia, a veces experimento tristeza profunda y, en otros momentos, me fuerzo a sonreír y actuar como si nada pasara.
A pesar de que mi relación con Kate me brinda alegría y distracción, no puedo evitar sentir que la tristeza se encuentra oculta en algún rincón de mi corazón, esperando a inundarme en los momentos de soledad. Como si estuviera en un constante vaivén emocional, donde las emociones positivas chocan contra la marea de tristeza que me paraliza.
La verdad es que me siento abrumado, sin saber cómo enfrentar la realidad y sin encontrar consuelo en las palabras reconfortantes de mis amigos y seres queridos. Me di cuenta de que necesito ayuda para entender y superar este doloroso proceso de divorcio de mis padres. Pero admitirlo y dar el paso para buscar apoyo era un desafío que aún no estaba listo para enfrentar, hasta ahora, que a un par de pasos frente a mí se encuentra la nueva psicóloga estudiantil tratando de escoger qué beber de la máquina expendedora.
Inhalo hondo, tratando de buscar valor y antes de perderlo, comienzo a caminar hasta ella.
—¿Doctora Rossi? —pregunto con algo de pena, tocando su hombro con mi dedo índice.
La psicóloga escolar se da vuelta una vez que consigue una bebida de la máquina expendedora y me mira intrigada, dándome a entender que tengo su completa atención.
—Vitali, ¿cierto? —cuestiona, apuntándome con su dedo luego de abrir su refresco de naranja, a lo cual asiento con la cabeza—. ¿En qué puedo ayudarte?
—La verdad es que, quisiera saber si puedo, o más bien, si usted tiene libre pues... ya sabe —balbuceo tímido, rascándome el codo. Acción que no pasa por alto para ella, claro está.
—¿Podrías ser más específico, por favor? —pide, sin apartar sus dulces ojos de los míos, animándome a hablar con confianza.
—¿Cómo debo hacer para programar una cita con usted? —pregunto luego de haber inhalado un par de veces, tratando de ordenar las palabras en mi cabeza—. Con el psicólogo anterior, debía concertar las citas a través del director Bolsoni. Así que...
—No, para programar una "cita" conmigo, es solo cuestión de hablar conmigo directamente —asegura, haciendo comillas con sus dedos en la palabra "cita," y asiento con la cabeza—. ¿Tienes algún día específico en mente o...? —Se interrumpe cuando unos gritos procedentes del pasillo cercano llaman su atención—. Perdón, debo ir a ver qué sucede. Hablaremos después de clases en mi oficina, ¿está bien?
Todo lo que puedo hacer es asentir con la cabeza, antes de que gire sobre sus talones y comience a caminar hacia el bullicio provocado por los estudiantes. Como buen recolector de información que soy, claramente no planeo quedarme aquí o ir directo a clases, así que comienzo a caminar atrás de ella.
En cuanto doblo por el pasillo, puedo ver a un montón de personas rodear lo que, al parecer, es una pelea. «Uy, mi buena dosis de la mañana: un chismecito recién salido del horno».
—¡Basta! —grita la doctora Rossi, abriéndose paso entre los estudiantes para llegar al centro de la multitud.
No necesito abrirme tanto paso como ella para ver que se trata de Axel, Nacho, el morenito con el que veía antes de las vacaciones a la hermanita menor de Axel, uno más del equipo de baloncesto, Luca y tres más del equipo de futbol americano.
—¡Dije que paren! —vuelve a gritar la doctora Rossi, esta vez con mayor autoridad, logrando que todos, excepto Axel y Luca, detengan la pelea.
Supongo que pasó algo realmente grave como para que Axel esté así de enojado para que esté tan concentrado en golpear a Luca.
¿Cuándo será el día que este cristiano aprenda a no provocar a Axel porque, hasta ahora, nunca le ha ganado en una pelea? De hecho, la última vez casi que se va a conocer al creador.
Ahora que lo pienso y recuerdo ese suceso, no creo que sea buena idea que Axel vuelva a golpear a Luca, no luego de que casi fue a prisión por esto. Sin dudarlo me acerco hasta ellos junto con Bautista -el único jugador de fútbol americano que me cae bien-, para separarlos.
—Basta, hermano —ordeno, y, con cierta dificultad, logramos separarlo de un malherido Luca—. D'Alessandro no vale la pena —aseguro, tratando de aplacar a este ser que respira como si fuera un toro.
—Esto no va a quedar así, Vescovi —amenaza Luca, mientras intenta limpiarse la sangre de su rostro magullado, haciendo que lo mire como si fuera tonto
Me dan ganas de soltar a Axel y que vuelva a golpearlo por papanatas.
—Ya deja de hablar —lo reprende Bautista, quien también sujeta a Luca por los brazos.
«Ya Diosito, ayúdame a sostener a Axel sin sentir que pierdo toda la fuerza que tengo, la cual, como sabes, no es mucha», pido mentalmente, mientras trato de afianzar mi agarre. ¿Qué le dan de comer a este chico para que sea tan fuerte? No es normal. Pero es culpa mía, por querer ser buen samaritano, aquí estoy, debilitándome poco a poco solo por tratar de impedir una golpiza que, posiblemente, Luca se la merecía.
—Basta, Axel —dicen la hermanita menor de él y su amiga la rubita, parándose a nuestro lado para ayudarme a detenerlo por si a Axel se le cruzan los cables y desea volver a pelear.
Ahora estaría necesitando el contexto de toda la pelea, y el porqué Axel está tan molesto con Luca. De por sí el solo hecho de respirar sé que le molesta, pero no sería una razón para golpearlo de nuevo. De hecho, después de lo ocurrido el año pasado en el cumpleaños de Kate, Axel ha intentado evitar lo más posible a Luca para que esto no vuelva a pasar, pero al parecer no puedes evitar a alguien desagradable por siempre.
—¡Vescovi y D'Alessandro! —grita la doctora Rossi llamando la atención de todos nosotros. Puedo sentir los músculos de Axel destensarse, por lo cual dejo de hacer fuerza en mi agarre, pero a su vez vuelven a tensarse, aunque esta vez es distinto y no sé por qué. Lo peor es que tampoco veo el rostro del rubio con claridad—. Los quiero en este mismo momento en dirección.
Axel gira a verme por encima de su hombro y mueve la cabeza, dándome a entender que ya puedo soltarlo, y al hacerlo gira a verme a la vez que me sonríe y palmea mi hombro en agradecimiento, antes de girarse hacia su hermanita menor y agarrarle el mentón, haciendo que lo vea a los ojos.
—Tú nunca más vuelvas a entrometerte en una pelea mía —ordena de manera seria, mientras inspecciona su rostro con una clara preocupación.
Si hay algo que todo el instituto Balwer sabe sobre Axel Vescovi además de que es un cerillo que con un solo golpe se enciende, es que ama con locura a sus hermanas y estaría dispuesto a hacer lo que sea por ellas. De hecho, tiene amenazado a varios -por no decir todos- los varones del instituto para que no nos acerquemos a ellas con dobles intenciones.
—¿Vescovi, acaso no escuchó lo que dije? —cuestiona la doctora Rossi, al borde de la desesperación, a lo que Axel asiente con la cabeza pero no la mira, ya que sus ojos siguen fijos en su hermana.
Después de asegurarse de que esté bien, se gira hacia Isis, la rubita mejor amiga de la hermana menor, la cual no es ni siquiera familia suya, pero aun así nos tiene amenazados también de no acercarnos a ella, lo cual está un poco difícil porque es bastante popular al ser una de las mejores jugadoras de baloncesto.
Noto que la mira totalmente apenado, logrando activar mi sentido chismoso. ¿Qué pasó aquí y qué tienen que ver ellas dos? ¿Luca habrá sido tan tonto como para meterse con ellas? Lo dudo, o quizá si, su tontería no tiene limites.
—¿Estás bien? —pregunta Axel, mirando a Isis con preocupación, a lo que ella asiente con la cabeza.
—El espectáculo terminó. Los quiero a todos en sus salones, ya —ordena la psicóloga Rossi, para luego comenzar a caminar alejándose de todos nosotros y, por detrás de ella, la siguen Axel, Luca y todos los demás que estuvieron en la pelea, menos el moreno.
La ronda comienza a dispersarse mientras que los estudiantes comienzan a caminar a sus respectivas clases, mientras que yo me quedo cerca de la hermanita de Axel, tratando de ver si así puedo averiguar algo de lo ocurrido.
Abro la boca dispuesto a preguntar qué carajos ocurrió, pero me veo interrumpido en cuanto el moreno habla, haciendo que gire a verlo.
—Ya escuchaste a tu hermano, nunca más vuelvas a meterte en una pelea —habla, acercándose a la hermanita de Ax de manera molesta, para luego agarrarla del mentón y así también inspeccionar su rostro, el cual no es hasta ahora que noto que tiene un golpe en la mejilla.
Por su ceño fruncido y la forma en que la mira, está más que claro que entre estos dos ocurrió u ocurre algo. Este niño no expresa más que preocupación por la niña de ojos amarillos.
Dios mío, estoy rodeado de chismes el día de hoy. Hay tantos tesoros por descubrir que no estaría pudiendo con mi emoción.
—Ya tenía todo bajo control —murmura Ely, la hermanita de Ax, alejándose del agarre del moreno de manera brusca, como si su sola presencia le doliera.
Miro de reojo a los amigos de ella, y puedo ver que todos se sienten igual de incómodos que yo. Así que eso solo confirma que entre ellos dos ocurrió algo. ¿Axel sabrá sobre esto o es que al moreno no le llegó la amenaza? Y si le llegó, que valor la suya para desobedecerla.
Puedo ver al moreno -paréntesis mental, debo averiguar como se llama- girar los ojos con fastidio, antes de dirigirse hacia dirección junto a los demás. Nadie se dio cuenta de su ausencia allá, sino ya lo hubieran llamado, es un tonto por ir igual.
Luego de enterarme bien de lo que ocurrió por mi amable y atenta compañera de clases, María, decido alejarme de todos ellos con una rara picazón en la lengua. Necesito ver a los chicos y contarle todo lo sucedido para que ya no pique.
Camino a paso rápido por los pasillos, porque mientras más rápido encuentre a alguien que conozca, mejor para mí.
Al doblar por el pasillo, Kate choca conmigo por ir mirando su celular, pero por suerte mis reflejos funcionan bien y logro agarrarla de la cintura antes de que se caiga o se golpee con algo.
—Sorry, no te vi... —dice, alejándose de mí casi que de inmediato, hasta que levanta la vista y se da cuenta que soy yo—. Oh, hola —saluda, sonriéndome de esa forma tan preciosa que logra acelerar mi corazón.
—¡Ay, que preciosa mañana, por el amor a Dios! —exclamo lleno de ternura y adoración sin poder contenerme, mientras acuno su rostro con mis manos, haciendo un poco de presión sobre sus mejillas, haciéndola ver adorable.
—No sabía que te alegraba tanto el verme —dice como puede, puesto que no disminuyo mi presión, logrando hacerme sonreír divertido.
—Hola, bonita —correspondo a su sonrisa, soltando su bonito rostro antes de darle un casto y fugaz beso en los labios.
—¿Ya no soy fresita? —inquiere, alzando las cejas, como si eso la sorprendiera o decepcionara.
—Claro que sí, solo que eres una fresita muy bonita —aseguro, apretando una de sus mejillas, logrando molestarla, pero a su vez hacerla reír por lo bajo.
—Ya, mejor dime por qué estás tan feliz —pide, abrazándome por la cintura mientras hace la cabeza para atrás y así poder verme bien a los ojos.
—¿Qué? ¿No crees que pueda estar así de feliz de verte? —pregunto, entrecerrando mis ojos, a la vez que acomodo su flequillo como ella lo hace.
—Un poco —contesta con sinceridad, haciendo una pequeña mueca mientras se encoge de hombros.
—Que sepas que sí me pondría así de feliz de solo verte, pero tienes razón, esta vez no es el caso —admito, logrando que sonría en un claro "lo sabía"—. Es que, como sabrás, soy un recolector de información y la que acabo de recibir es recién salidita del horno.
—En simples palabras, eres un chismoso que le pica la lengua por contar lo que se acaba de enterar —dice, haciendo que abra mi boca sintiéndome totalmente ofendido.
—Podrías haber sido la primera en enterarte, por mí, de la primicia, pero ahora de castigo te tocará aguantarte hasta el otro receso —aseguro, alejándome de ella para dejar de abrazarla por la cintura, para luego pasar mi brazo por sus hombros y así comenzar a caminar juntos por el pasillo—. ¿Qué clase tienes ahora?
—¿No me vas a contar ahora? Really? —inquiere, dejando de caminar para alejarse de mí y enfrentarme, cruzándose de brazos y viéndome incrédula.
—Eso te pasa por decirme chismoso, cuando yo solo soy una persona que no le gusta vivir en la ignorancia social y por eso prefiere informarse ante cualquier incidente ocurrido —contesto, sin apartar mis ojos de los suyos.
—¿Y si te doy la mitad del chocolate que tengo en mi bolso? —pregunta, sin dejar de verme con los ojos entrecerrados.
—Depende, ¿de cuál es? —inquiero, dispuesto a negociar por un buen chocolate.
—Tu favorito, el de almendras —contesta y, con eso, me convenció.
—Acepto, pero no le digas a los demás que soy así de fácil o será mi perdición —pido, estirando mi mano hacia ella para recibir el chocolate, logrando hacerla reír por lo bajo mientras se dispone a buscar en su bolso.
Sonrío divertido, mientras recibo la mitad del chocolate, luego vuelvo a abrazarla por los hombros para retomar el paso.
Ninguno de los dos vuelve a decir nada, porque ella sabe que le contaré todo luego de clases porque no hay tiempo y no quisiera que llegara tarde a biología por mi culpa. Me gusta la relación que formamos en todo este tiempo, como para llegar a este punto donde ninguno de los dos necesita aclarar demasiado para entender al otro.
La siento tensarse bajo mi brazo y giro a verla, notando que está mirando al frente, lo cual me parece extraño y comienzo a mirar de reojo algo que pudo ponerla así, logrando dar con algunos de los jugadores de fútbol americano, pero sobre todo con Luca, quien está apoyado sobre uno de los casilleros y tiene su vista fija en nosotros dos. También me tenso sin poder evitarlo. Mientras que Kate está decidida a no verlo y continuar como si él no existiera, yo no puedo dejar de verlo con cada paso que damos, incluso aun cuando Luca posa sus ojos sobre los míos. Por alguna razón, no puedo dejar de verlo hasta que lo perdemos de vista al doblar por un pasillo, y vuelvo mi vista al frente, sintiendo aun mis músculos tensos.
—Well, llegamos —dice Kate, logrando sacarme de mi ensoñación, haciendo que gire a verla en cuanto ella se separa de mí.
Tardo poco en darme cuenta que estamos frente al salón de biología y asiento con la cabeza, aun sintiéndome aturdido de verlo, y no sé por qué si hace poco lo salvé de que quedara peor de lo que está ahora.
—Nos vemos más tarde, fresita —saludo, dándole un beso en la mejilla, mientras que ella asiente con la cabeza a la vez que sonríe.
Sin más, giro sobre mis talones, pensando si debería ir a clases o ir a algún otro lado para evitarlas. Doblo al final del pasillo, aun indeciso de qué hacer, hasta que casi choco con alguien, pero por suerte ambos logramos frenarnos antes de que eso ocurra.
—Oops, lo siento —digo casi que de inmediato, para luego ver a la chica que tengo frente a mí—. Iba distraído. ¿Estás bien?
La castaña con grandes gafas de pasta asiente con la cabeza, más sin embargo no dice nada y lo primero que hace es intentar rodearme, pero me muevo también impidiéndole el paso, ocasionando que se detenga y me mire a los ojos.
—No... No me refería a esto —confieso, sin apartar la vista de ella, notando como se siente confundida—. Estuve en lo ocurrido con Luca y... —No termino de hablar, que baja la cabeza. Seguro todavía se siente mal por eso. Después de todo, Luca es realmente un imbécil gigante cuando se lo propone—. Leonor, ¿cierto?
Mi pregunta hace que levante la cabeza casi que de inmediato, y me mira sorprendida, como si no supiera que compartimos cuatro clases y somos compañeros de grupo en una de ellas.
—¿Sabes quién soy? —pregunta sorprendida, pero en un tono de voz tan bajo que si no fuera porque estamos prácticamente los dos solos en el pasillo, se me hubiera sido imposible escucharla.
—Claro —respondo de manera obvia, sonriéndole con amabilidad—. Mi inteligente y muy buena compañera grupal en biología del año pasado. —Veo como sus mejillas se tiñen de un leve carmesí—. Bien, pero dime, ¿si estás bien? —cuestiono, totalmente preocupado por ella.
Kendall dice que soy "popular" por ser demasiado amable con todos, más que por mis bromas. Yo solo creo que es lindo que alguien te escuche y se preocupe por ti de corazón.
—Sí —murmura por lo bajo, asintiendo con la cabeza.
—¿Quieres que te acompañe a clases? —propongo, recordando que vi a Luca en el otro pasillo—. ¿Qué clase tienes ahora? ¿No te iba a acompañar Bautista? —inquiero, recordando que eso es lo que escuché antes de separarme de todos ellos y encontrarme con Kate.
—Me arrepentí y ya no quise —comenta en voz baja, a lo que asiento con la cabeza—. Ahora tengo historia —responde casi que en un susurro, logrando agudizar mis oídos—. La comparto contigo.
—Oh —murmuro, sorprendido por haber estado pensando si ir o no a clases, pero no tenía ni idea de qué materia seguía—. Bien, pues parece que sí asistiré a clases. Así que, andando, Leo.
Me mira sorprendida una vez más, pero de todos modos asiente con la cabeza y ambos comenzamos a caminar hacia el salón de historia.
———🍓🛹———
—Y más o menos eso fue lo que ocurrió.
Bufo malhumorado sin poder evitarlo, cruzándome de brazos y ganándome una mirada divertida por parte de Kate, al darse cuenta que lo que acaba de contar Devra era casi exactamente lo mismo que yo estuve guardándome para contarlo ahora.
—No fue así —garantizo, haciendo que todos nuestros amigos giren a verme—. No se pelearon porque a ambos les gusta la misma chica.
No hay nada que me fastidie más que el hecho de que alguien cuente un chisme antes que yo, y encima de eso, lo cuenten mal.
—¿Estabas ahí? —inquiere Devra, viéndome con una ceja alzada, casi que parece ofendida por estar dudando de su relato.
—Sí, yo fui quien separó a Axel de Luca —aseguro, manteniéndole la mirada, logrando que ella la esquive a la vez que suelte un suspiro—. Así que infórmate bien antes de contar algo, que a la desinformación se le llama rumor, y los rumores no siempre son ciertos.
—So, cuéntanos entonces lo que realmente pasó —habla Kate, sin dejar de verme divertida, pero dándome el derecho de contar bien el chisme, como a mí me gusta.
Inhalo hondo, logrando calmarme y sonrío emocionado, a la vez que refriego mis manos entre sí, gozando este momento.
—Bien, pues parece que todo comenzó por Leonor —digo, logrando que la mayoría me vea confundido—. Si saben de quién les estoy hablando, ¿verdad?
—No es como que conozcamos a todo el instituto —contesta Joe, girando los ojos.
—No, bueno ya sé, pero es nuestra compañera —menciono, tratando de ver si así logran recordarla, pero sus rostros no muestran más que confusión.
—¿La mudita? —cuestiona Kate, llamando mi atención—. O sea, no es muda, but... casi no habla y, cuando lo hace, habla muy bajito, ¿ella? —Sonrío feliz de que alguien sepa quién es, porque aunque Leonor no esté presente, debe ser horrible saber que nadie tiene idea de que sean compañeros.
—¿Susurros? —pregunta Connor, acordándose de ella de repente.
Todos hemos tenido que tratar con Leonor en algún momento de nuestra vida estudiantil, y a la mayoría nos parece alguien cool aunque hable bajo, así que un día a Connor se le ocurrió decirle así "Susurros" para referirse a ella. Me molestaría si pensara que lo hace como burla, pero sé que no es el caso, porque Connor le pone apodos a todos para poder recordarlos.
—Ella —aseguro, asintiendo con la cabeza.
—Ajá, ¿y qué con ella? —pregunta Joe, frunciendo levemente el ceño—. ¿Cómo por qué Luca se pelearía a golpes con Axel por alguien como... Leonor?
Frunzo el ceño ante su comentario y por la forma en que lo dijo. Niego con la cabeza, mirándolo de manera reprobatoria.
—¿Por qué no lo harían? —inquiere Nath, mirando de mala forma a Joe—. Es decir, me parece de troglodita llegar a los puños con alguien por otro alguien pero, ¿por qué el imbécil y Axel no podrían pelearse por Leonor? Ahora que Kate y Connor la mencionaron, la recordé y a mí me parece bastante agradable y, ante el ojo de una lesbiana, muy, muy linda.
—Es cierto —digo, llamando la atención, logrando que todas las miradas se centren nuevamente en mí—. No en lo de lesbiana, aunque sí eres —comento, mirando a Nath quien sonríe divertida, antes de volver a ver a Joe—, sino en que Leonor además de ser super cool, es linda.
—Uy Kate, yo que tú tendría cuidado —aconseja Joe, mirando a mi novia—. Ya sabes lo que dicen: "muditas, pero no lentitas".
—Dios, a veces eres tan insoportable —asegura Kendall, girando los ojos y suspirando con frustración, mientras que Joe se encoge de hombros.
—Que yo diga que alguien es cool y linda, no quiere decir que me voy a ir con esa persona o que pienso faltarle el respeto a Kate —hablo, mirando a Joe a los ojos, haciéndole saber que sí me molestó su comentario—. Mi relación con Kate no es un juego o algo que tome a la ligera, así que no confundas, Joe, y te pido que no vuelvas a decir una babosada así.
Kate me abraza por la cintura, para luego hacer puntitas de pie antes de depositar un beso en mi mejilla, logrando acelerar mi corazón. Giro a verla y noto que se encuentra sonriendo de una forma tan bonita, que me es imposible no corresponderle el gesto.
—Ay por Dios, me van a sacar caries —dice Liam, haciendo una expresión de repulsión a modo de broma. Río por lo bajo, mientras abrazo a Kate por los hombros y la pego más a mí—. Ya, mejor sigue informándonos de lo sucedido.
—Envidiosito —comenta Kate en voz baja, pero lo suficientemente audible para Liam, quien la mira con una ceja alzada—. Es más, de ahora en adelante te diré "Envy".
—¿De qué o qué? —pregunta Liam a la defensiva, viendo fijamente a Kate.
—Si te lo digo, lloras —asegura mi novia, haciéndonos reír a todos, mientras que Liam la mira ofendido.
Todos sabemos que habla de la China, quien no está presente al igual que Cinthia.
—Si serás babosa.
—Yo no soy babosa.
—Sí, lo eres —asegura Liam, cruzándose de brazos—, porque dices puras babosadas y el que lo dice, lo es.
—Eso ni siquiera tiene sentido, Envy.
—Bueno, ya —interrumpe Kendall, mirándolos severamente a ambos, antes de volver a verme a mí—. Continúa, porque sino estos dos van a seguir.
—Según mi fuente de información —retomo la palabra, recordando todo lo que me contó María—, aparentemente todo comenzó porque Luca estaba molestando a Leonor.
—Ah, ya —dicen todos a unísono, como si ya no necesitaran que diga más porque con eso les quedó claro el por qué Axel se pelearía con Luca.
—Pero eso no es todo —aseguro, logrando llamar nuevamente su atención—. Axel se metió porque Luca estaba humillando a la pobre de Leonor, y le dijo que le pida disculpas, y claramente Luca se negó a hacerlo, pero no quedó ahí, de hecho, Luca como el papanatas que es comenzó a decir cosas como "métete en tus asuntos" y demás, y a provocar a Ax —comento, y puedo ver varias reacciones de todos, como a Devra y Kendall girar los ojos, Liam y Nath sonreír emocionados por la parte en donde Ax golpea a Luca—. Al parecer Ax de verdad no había ido con intenciones de pelear, porque todos sabemos que hasta ese punto ya hubiera hecho algo, ¿no? —cuestiono, a lo que todos asienten con la cabeza, dándome la razón—. Pues el tonto no le bastó con ser tonto, y quiso superarse a sí mismo, dijo: "¿será que puedo ser super, hiper, mega tonto?" y adivinen, sí pudo.
—¿Se metió con Nacho? —pregunta Liam, ligeramente preocupado, haciendo que lo mire con los ojos entrecerrados al recordar las palabras de Ax hace mucho. "Ojo, porque Liam es bien resbaladizo y quiere robarme a Nacho", y aunque yo creo que es al revés, ahora no me queda duda que entre estos dos hay un lazo bien fuerte—. ¿Qué? Todos sabemos que Nacho para Axel es intocable.
—Peor —aseguro, y todos me miran sorprendidos, como si de verdad no supieran qué podría ser peor que eso—. Se metió con Ely.
—Realmente es imbécil sin esforzarse —menciona Kendal, a lo que Kate y Devra asienten con la cabeza.
—Es que eso no es todo —digo, riendo emocionado por tener aun más por contar, mientras niego con mi dedo índice, para luego ponerme serio al recordar lo que sigue y sentirme tan molesto como cuando me enteré—. Luego insinuó algo sobre ti que no quisiera repetir —comento, mirando a Kate, quien alza una ceja incrédula al saber que la metieron en eso. De solo recordar que insinuó que ella era su "perra faldera" me siento tonto al impedir que Axel lo siga golpeando—, y para el broche de oro del gran final, insultó a Isis y, antes de que termine de decir la palabra, ya estaba recibiendo un buen puñetazo de Ax.
—No estoy a favor de las peleas —habla Nath, llamando la atención de todos nosotros—. Pero, según lo que estás contando, Luca se lo buscó solito porque todos en Balwer sabemos perfectamente que con "la gente de Ax" no hay que meterse —Hace comilla con sus dedos, mientras que los demás asentimos con la cabeza dándole la razón—. Igual estoy segura que si hubiera dicho el nombre de Kate como tal, le habría ido peor, porque a las insinuaciones y cosas así Ax no las entiende.
—Y es que eso no es todo —habla Kendall, haciendo que la miremos sorprendidos. Hasta yo, que creía que ahí había acabado todo—. Mi fuente de información, Christian, que como habrán notado, al parecer es amigo de la hermanita de Ax —dice, a lo que todos asentimos con la cabeza.
—Sí, él junto a María, Bautista y el nuevito, el morenito con cara de arrogante y que es muy inteligente —digo, recordando como me miró esta mañana.
El año pasado pareciera que ni se conocían, pero este año después de que pasaran la película que tuvieron que hacer juntos en la escuela de verano, son como inseparables. De todos ellos, el que me alegra de verdad al ver que, al parecer, al fin siente que tiene amigos verdaderos con los que contar es Bauti. Él es genial y siempre está dispuesto a regalar sonrisas a todos, pero a veces pienso que por dentro no está tan bien como quiere aparentar. Supongo que son ideas mías, o quizá, entre nosotros nos reconocemos.
—La cuestión es que Chris me contó que no dejaron que sea Ax contra el idiota solos, se tuvieron que meter los del equipo de futbol americano, así que básicamente eran como seis contra Ax solito —cuenta, y se me es inevitable no alzar las cejas sorprendido, y no porque Luca no peleara solo, sino porque Axel peleó contra tantos él solo—. Ahí fue donde llegaron los del equipo de básquet, entre ellos, Nacho, y se armó toda esta pelea, pero —dice, alargando la "E" para darle más énfasis al asunto—, les faltaba uno para que sea un "uno a uno", así que a Ax le tocó pelear contra dos al mismo tiempo. Es ahí donde Ely quiso meterse, pero según Chris, no fue para pelear, por más que sabemos que esa niña junto con Renata sacan las uñas cada que tocan a su hermano —comenta y, de nuevo, todos asentimos con la cabeza dándole la razón—. En fin, Ely quiso separarlos, como intentar detener la pelea, y ahí uno de los monos que siguen a Luca, y el cual era el segundo con el que Ax estaba peleando, la golpeó en la cara —informa, logrando que recuerde que escuché a Axel decirle que no vuelva a meterse en una de sus peleas, mientras inspecciona su rostro—, y fue entonces cuando el morenito con el que se la pasaba peleando el año pasado la hermanita de Ax, se metió, como para defenderla. Y bueno, luego llegaste tú —Me señala—, y Bauti a separarlos, y la nueva psicóloga y ajá, todo quedó ahí.
—¿Nuevo chisme? —pregunta Liam, elevando una ceja realmente curioso—. ¿Será que el morenito tiene algo con la hermanita de Ax? Porque el año pasado parecía como que se odiaban, en serio, una vez vi como Ely se reía a carcajadas porque él había recibido un pelotazo en la cara, porque aparentemente no es muy bueno en deportes, y luego él se rió a carajadas también porque... Bueno, es Ely, claramente le iba a pasar algo malo, y se cayó de la tribuna, por suerte no le pasó nada.
—Se llama Brian —dice Kate, haciendo que ahora giremos a verla a ella—. Está en clases avanzadas.
—¿Es un genio? —cuestiono sorprendido, pero ella se encoge de hombros—. Si lo es, tiene sentido su mirada de superioridad. En fin, mi fuente de información, la cual no puedo decirles quién es porque se lo prometí y, puede, quizá, le tengo algo de miedo, así que preferiría no llevarle la contraria —aseguro, recordando lo tenebrosa que suele ser María—. Por cierto, ¿alguien dónde puedo conseguir una manzana verde? —pregunto, recordando que hicimos un trato y me da miedo no cumplirlo.
—Yo tengo una manzana —dice Nath, buscando en su mochila, para luego tenderme una manzana roja.
—No, debe ser verde, y jugosa, no arenosa —comento, recordando las palabras de María—. Bueno, no importa, según mi fuente, me contó que al parecer entre ellos dos, es decir, Ely y Brian pasó algo en el verano, pero luego Brian se puso de novio con alguien de otro instituto.
—Hombres —dicen las chicas a unísono, soltando un suspiro y negando con la cabeza.
—Igual que Isis gusta de Ax, pero él no se da cuenta —habla Kate, negando con la cabeza—. Si sabía, ¿cierto? Que Isis gusta de Ax.
—Ay, cabeza de calabaza, si quieres contar algo interesante, que por lo menos sea relativamente nuevo —pide Liam, mirando de mala forma a Kate, quien gira los ojos como respuesta—. Todos vemos como la rubita suspira por Ax, incluso una vez la vi olerle el cabello en la cafetería.
—Ella cree que es disimulada y nadie lo sabe, pero las únicas personas que no lo saben son los hermanos Vescovi, y eso es porque ambos son bien despistados para estas cosas —asegura Nath, encogiéndose de hombros.
—Lo cual es raro, porque Ely es acuariana, y los de ese signo suelen notar este tipo de cosas, pero de Ax no me sorprende nada, porque es libra —dice Connor, aportando su comentario zodiacal—. Como este, que es libra y tampoco se da cuenta de nada —comenta, señalándome con la mano y yo frunzo mi ceño, pero no puedo refutar porque es cierto.
—Gael no es libra —asegura Kate, frunciendo el ceño y mirando a Connor confundida—, él es piscis.
Trato de fingir que no estoy sorprendido por las palabras de Kate, porque hasta el momento, siempre creí que era de libra porque Connor siempre me lo dice, pero se supone que es mi signo y debería de saberlo.
—Lo cual deberías haber salido corriendo, hermana mía —responde Connor, mirando a Kate a la vez que niega con la cabeza—, porque un hombre pisciano... Uf, de lo peorcito.
—Hey —me quejo, frunciendo el ceño, aunque no entiendo de lo que hablan.
—¿Entonces por qué dices que es libra? —inquiere Kate, sin entender las palabras de Connor.
—Porque tanto su luna como su ascendente lo son —explica, a lo que ella asiente con la cabeza comprendiéndolo—, así que digamos que tuviste suerte.
Antes de que alguien más pueda decir algo, la campana irrumpe en nuestra charla, señalando el regreso a clases. Nos despedimos del grupo, antes de que Kate y yo nos dirijamos hacia la misma clase.
—Entonces... —interrumpo el silencio, manteniendo el abrazo alrededor de sus hombros mientras avanzamos por el pasillo—. ¿Soy libra o piscis? —lanzo la pregunta, revelando mi confusión astrológica.
Eleva la mirada hacia mí, sosteniéndome con sus ojos antes de soltar una risa suave y negar con la cabeza.
———🍓🛹———
Disfruto de la compañía de Kate y de la buena música resonando de fondo en los parlantes del auto, más sin embargo me siento sin ánimos de querer empezar o mantener una charla, y me alivia que ella, al parecer, sienta lo mismo. Todo lo que puedo pensar ahora es que falta menos de tres cuadras para llegar a casa y que... no quiero.
Me estuve metiendo en problemas tras problemas en menos de dos semanas de clases, para evitar llegar temprano a casa y sentirla vacía.
Dustin este año sale más tarde del horario habitual y mamá consiguió empleo, papá no está. No me gusta el sentimiento de vacío que siento al llegar. Todos mis amigos y conocidos alguna vez me han dicho que le gustaba ir a mi casa porque se sentía acogedora, hogareña, y siempre me sentí orgulloso de saber que eso era cierto, pero ahora es todo lo contrario.
Tardo unos segundos en darme cuenta que Kate estacionó frente a su casa, para luego desabrocharme el cinturón de seguridad y bajarme del auto.
Pienso en inclinarme un poco para darle un beso de despedida, pero su mirada me detiene e incluso me llena de curiosidad.
—¿Qué pasa? —pregunto confundido, sin dejar de inspeccionar sus ojos, para ver si así logro saber lo que está pensando.
—¿Quieres quedarte un rato? —propone, señalando su casa con el dedo pulgar, y sin apartar la vista de mis ojos—. Es que no quiero estar sola.
Me rasco la ceja de manera pensativa, pero la verdad es que no tengo mucho qué pensar, así que termino asintiendo con la cabeza a la vez que le otorgo una sonrisa.
—Está bien, me quedaré hasta que vuelva tu mamá o tu hermana —digo, logrando hacerla sonreír con emoción.
—Ten. —Me entrega unas llaves—. Ve entrando, yo guardaré a mi baby en la cochera —informa, a lo que asiento con la cabeza antes de girar sobre mis talones.
Subo los tres escalones del porche para dirigirme hacia la puerta, mientras que de fondo escucho el motor del auto de Kate volver a sonar.
El ruido de la calle queda atrás una vez que estoy dentro de la casa de las Baker. Si bien no es la primera vez que estoy aquí, aún se me hace algo extraño y me siento el doble de raro al estar ahora solo. ¿Qué se supone que haga?
Camino hasta la sala y voy sin pensarlo mucho hacia el mueble donde están algunas de las fotos familiares a la vista.
Alzo una para poder verla mejor, y sonrío por inercia con ternura al ver a una pequeña pelirroja, con una corona de plástico en la cabeza, una bufanda de plumas artificiales alrededor del cuello y, parecieran ser los tacones de su mamá, mientras posa como una modelo.
—What are you looking at?
Me sobresalto, pero por suerte no dejo de caer el portarretrato de mis manos, al escuchar la voz de Kate y sentir sus brazos rodear mi cintura desde atrás. Giro un poco mi cabeza para verla, a la vez que le enseño la foto y sonrío burlón, aunque por dentro siento que puedo morir por la ternura.
—A una modelo —aseguro, sin apartar mi vista de su rostro que comienza a teñirse de color carmesí—. ¿O es una princesa? —cuestiono, de repente confundido por la corona.
—Una princesa modelo —me corrige, a la vez que me arrebata el portarretrato de entre las manos y vuelve a dejarla donde antes—. Mamá insiste en hacerme pasar vergüenza dejando esa foto ahí.
Giro por completo para tenerla de frente, pero sin salirme de su abrazo.
—Pero si es la foto más linda que vi en mi vida —digo con ternura, mientras aprieto despacio sus mejillas, logrando fastidiarla y que yo sonría divertido.
—¿Viste mis fotos de ahora? —cuestiona casi que ofendida, hablando como puede, debido a que mi agarre le dificulta un poco hacerlo.
—Las de ahora son mi perdición —confieso, sin apartar mis ojos de los suyos y las manos de su cara—, y las que uso para presumir con cada persona que no me cree que mi novia es una belleza, una obra de arte con pies.
Me mira por varios segundos a los ojos de una manera que se me hace inevitable no sentirme perdidos en ellos, con un brillo especial. Me mira con total adoración, logrando alocar a mi pobre y sensible corazón.
—Ay por Dios, ¿por qué eres tan lindo? —pregunta de manera retórica, siendo ella ahora quien agarra mis mejillas, para luego hacer puntillas de pie y así darme un casto y fugaz beso—. Well, ¿qué quieres hacer primero?
—Si me vas a besar, quiero que lo hagas bien —aseguro, y la veo fruncir ligeramente el ceño sin comprender.
Mis labios se encuentran con los suyos en un suspiro, un inicio lento y suave que despierta sensaciones familiares pero siempre emocionantes. La calidez de su aliento se entrelaza con el mío, y nuestras bocas bailan en una armonía que solo nosotros entendemos. Mis manos siguen acariciando sus mejillas, ahora con una suavidad que contrasta con la juguetona presión anterior.
Con cada instante, el beso adquiere una intensidad creciente, como una melodía que se eleva gradualmente. Nuestros labios se exploran con más fervor, y puedo sentir la respuesta apasionada de Kate. Nos sumergimos en la conexión que solo un beso puede brindar, y mientras sus manos se aferran a mi rostro, el mundo exterior desvanece.
La intensidad aumenta, y de repente, Kate y yo estamos en un torbellino de emociones. Nuestros cuerpos se acercan más en cuanto mis manos abandonan su cara para agarrar su cintura, y las suyas entrelazarse atrás de mi nuca. Por inercia, comenzamos a caminar juntos sin romper con el beso, hasta que algo nos detiene, y por la pequeña comezón contra el dorso de mis manos, puedo asegurar que se trata del sofá.
Paso la punta de mi lengua por su labio inferior, disfrutando del sabor a cereza de su bálsamo labial y pidiendo permiso para entrar, y, en cuanto me lo concede, nuestras lenguas se encuentran en un delicado baile. Cada movimiento es una sinfonía de sensaciones, explorando la textura y el sabor único de sus labios. La conexión se intensifica, y puedo percibir el suave aroma a flores que emana de Kate, envolviéndonos en una esencia embriagadora.
Mis manos exploran su contorno con una delicadeza que contrasta con la pasión del momento. Siento la suavidad de su piel bajo mis dedos debido a que su camiseta se subió un poco, mientras sus manos frías encuentran refugio en mi nuca.
Se sienta sobre el respaldar del sofá con mi ayuda, mientras que yo me posiciono entre sus piernas, haciendo así que el beso se vuelve más ardiente, que nos consume por un momento, pero aún así, no perdemos la ternura que nos caracteriza.
El aroma a flores que emana de Kate llena mis sentidos, envolviéndome en una fragancia embriagadora que intensifica la experiencia. Cada inhalación es como sumergirse en un jardín en plena floración. Siento el suave roce de su cabello con olor frutal contra mi rostro, y me dejo llevar por el tacto, el gusto y los aromas que nos envuelven. La intensidad del momento se traduce en un pulso acelerado que puedo sentir en cada latido de mi corazón.
La intensidad cede terreno y volvemos a la calma, suavizando el ritmo de nuestros labios, logrando volverlo algo tierno. Nos separamos con suavidad, pero la mirada entre nosotros permanece intensa. Puedo ver el brillo en los ojos de Kate, una mezcla de adoración y complicidad. Una sonrisa se dibuja en mi rostro mientras siento que mi corazón late al ritmo de esta conexión única.
—En definitiva, eres mi obra de arte favorita —susurro, acariciando suavemente su mejilla con el pulgar—. Bueno —digo, alejándome un poco de ella pero no lo suficiente como para hacerla perder el equilibrio y que se caiga del respaldar del sofá—, tengo hambre, ¿quieres que comamos algo rico? —propongo, pero Kate aún parece algo aturdida, por lo tanto debe parpadear un par de veces antes de asentir con la cabeza.
—Podemos pedir comida, si así lo deseas —dice en voz baja, como si no quisiera romper la pequeña burbuja que hemos creado.
Lo que ella no sabe, es que nada podría hacerlo ahora.
—¿Quieres que pidamos comida o que te conquiste aún más con mi talento culinario? —cuestiono con algo de arrogancia, haciéndola sonreír divertida a la vez que alza una ceja.
—I don't know, tu dime —dice, y frunzo ligeramente el ceño—. ¿Crees que tu comida puede ganarle a una deliciosa pizza de Enzo's?
Pongo mi mejor expresión pensativa, aun cuando ya sé la respuesta.
—No, la verdad no —contesto con sinceridad, riendo por lo bajo—. No creo que haya una sola alma que pueda ganarle a las pizzas de Enzo's.
—Decidido está entonces —asegura, alejándome con las manos, para luego bajarse de un salto del sofá—. Llamaré a Enzo's para pedir, mientras... ¿Qué te parece si vas a mi cuarto y eliges algún videojuego para que juguemos en lo que esperamos?
—¿Tienes videojuegos? —pregunto, sorprendido, mientras elevo una ceja con desconfianza.
—No, te dije que vayas porque es una trampa y, en realidad, quiero secuestrarte —responde con sarcasmo, provocando una risa suave por mi parte.
—Pues... No lo veo como algo imposible —respondo, acorralando nuevamente su cuerpo entre el sofá y yo, apoyando mis manos contra el respaldo e inclinándome un poco hacia adelante para nivelar nuestros rostros—. Si lo pienso a profundidad, sí creo que podrías hacer algo así, porque se te nota lo loquita que estás por mí.
—Chanfles —dice, imitando mi tono de voz. Relamo mi labio inferior lentamente, intentando mantener la seriedad, pero termino sonriendo—. Me descubriste. Ese era mi plan desde el momento en que te invité a pasar —asegura, apoyando sus brazos sobre mis hombros—. Ya que me descubriste, puedo pasar a mi siguiente plan —comenta, deslizando su dedo índice desde mi cuello hasta mi pecho, generando una oleada de nerviosismo que desato con una risa tonta.
—¿De qué hablas? —pregunto, tratando de ocultar mis nervios.
—Puedo explicarte de otra forma si quieres —propone, arrugando el cuello de mi camiseta y tirando de ella para acercarnos aún más, hasta que nuestros labios se rozan y los alientos se mezclan.
Con una ceja alzada, me desafía a dar el siguiente paso, pero mi valentía flaquea y siento cómo mi cuerpo tiembla ante esa mirada.
«¿Por qué me pones estas pruebas, Dios? Sabes que no soy tan fuerte, te consta», pienso, mientras miro sus labios antes de volver a verla a los ojos.
—Videojuegos, ¿cierto? —tartamudeo, y antes de que pueda responder, ya estoy corriendo hacia las escaleras lo mejor que puedo.
Escucho la carcajada de Kate de fondo, y eso logra calmar mi acelerado corazón y el torbellino de pensamientos que tuve en menos de un segundo.
Luego de equivocarme en varias puertas, llego hasta su cuarto dándome cuenta de la pésima memoria que tengo. Al entrar a este, sigo sorprendiéndome por la inmensidad del lugar. ¿Por qué alguien necesitaría un cuarto tan grande? Entiendo que fuera el caso si tuviera aquí su closet, porque Kate tiene mucha ropa, pero tiene su propio vestuario, por ende, este espacio solo debería tener una cama y el escritorio donde estudia, pero no, no es su caso.
Sonrío con emoción al ver que tiene la lámpara que le regalé en su mesita de luz, y luego varias de las flores que le hice con papel esparcidas por todo el cuarto. El primer tulipán que le hice, el cual es todo blanco porque eran las únicas hojas que tenía en ese momento, está puesto en un portalápiz haciendo de florero, al lado de una foto de nosotros juntos. A la rosa roja que le hice con hojas de color por la semana de novios, la tiene como adorno en su enorme biblioteca. En un pequeño jarrón tiene el pequeño ramo de petunias celestes que le regalé hace unos días, y al lirio naranja que le regalé días después de año nuevo -cuando creía que éramos novios y llevábamos una semana- lo usa como separador de libros.
Comienzo a buscar a simple vista los videojuegos, porque capaz los tenga encima de algo y no tenga que invadir su privacidad abriendo sus cajones. Al no ver nada, suelto un suspiro y pienso en dónde guardaría yo mis videojuegos favoritos, sin dudarlo, giro a ver hacia el escritorio donde está su computadora y camino hasta él. Busco entre los libros que hay, pero no encuentro, así que abro el primer cajón y ¡voilà!
Agarro tres que me parecen buenísimos y en cuanto estoy por irme, veo que sin querer moví algo en mi búsqueda que logró prender la pantalla de la computadora. Me sorprendo al ver que tiene instalado uno de mis juegos favoritos con el cual jugamos con los chicos, y le doy el clic solo para saber su usuario y así invitarla a la próxima.
Suelto un jadeo sin poder evitarlo, a la vez que llevo una mano a mi boca, intentando contener la sorpresa que siento ahora mismo.
Cierro el juego antes de correr hacia las escaleras y bajar estas a toda velocidad, buscando a Kate, hasta que la encuentro en la cocina, sirviendo jugo en dos vasos.
—¿Tú eres K8Whisperer?
Deja de servir jugo, para girar a verme entre sorprendida y confundida.
—What?
—¿Si o no? —insisto, sin apartar mis ojos de los suyos—. Esto es de vida o muerte —aseguro, y en cuanto alza una ceja, meneo mi cabeza de un lado a otro—, bueno, tal vez no tan así, pero sí necesito saber.
—Sí, ese es un nombre de usuario que tengo en un juego, ¿por? —cuestiona confundida, como si no entendiera que acaba de hacer la revelación más grande en mi vida—. Are you okay? —pregunta preocupada de repente, llevando una mano a mi frente.
—¿Me estás diciendo que tú eres a quien no podemos ganarle con los chicos, y la razón por la que soy N°2? —pregunto, tratando de salir de mi asombro, mientras que la veo fruncir el ceño de manera pensativa.
—¿Eres...? ¿Tú eres PixelJokes06? —inquiere, ahora igual de sorprendida que yo.
—Oh por Dios —murmuro, sintiendo que estoy alucinando—. Tengo que contarle esto a los chicos —aseguro, sacando el celular del bolsillo trasero de mi jean.
—No —dice, agarrando mi mano, impidiendo que pueda hacer algo en el celular y la miro—. No es algo que quisiera que todo el mundo se entere, you know? Es como... mi secreto.
—¿Por qué lo guardas como un secreto si me parece algo genial? —pregunto, sin comprender su punto de vista—. Llevamos meses intentando ganarte a ti sola, Kate. Por meses te he odiado y admirado en secreto, ¿sabías? Esto es algo sorprendente.
—Para ti —responde, sin soltar su agarre y mirándome con súplica—. Tengo una reputación que mantener, boy...
—Y el que mis amigos sepan que juegas videojuegos, y por cierto, eres la mejor en eso, ¿la arruinaría? —cuestiono confundido, frunciendo ligeramente el ceño.
—Es que se supone que yo no... —Suspira, buscando las palabras apropiadas para explicarme—. Yo no soy así, you know what I mean?
—No, no lo entiendo —aseguro, negando con la cabeza mientras la miro fijo a los ojos.
—Capaz para ti no es importante y por eso no lo estarías entendiendo, pero para mí... —Vuelve a suspirar y aparta sus manos de mí, para pasar dos dedos por su cara, como lo hace cada que algo se sale de su control—. Yo no soy la chica que juega videojuegos o come pizzas —dice, mientras agarra el teléfono inalámbrico de la mesada y lo mueve en su mano—. Yo soy la chica que entrena, come saludable, va de compras y cosas así.
—¿Por qué te encasillas en un solo lugar? —pregunto, sin apartar mis ojos de los suyos, sintiendo algo raro en mí al ver como está casi que desesperada, porque descubrí que en efecto, juega videojuegos—. Eres ambas y está bien, ¿cuál es el problema? Además, no es como si no hubiéramos jugado antes, ¿sabes? Y lo hicimos con mis amigos también, incluso le has ganado a Joe.
—Pero tus amigos creen que fue un golpe de suerte, porque después perdía en todos los demás y sobre todo contra ti. —Se calla de repente, logrando hacer que piense mil cosas en un segundo.
—Todas esas veces... ¿perdiste a propósito contra mí? —inquiero, sintiéndome un poco decepcionado de repente—. ¿Tanto te afecta el que yo sepa esto de ti?
—No, no perdía a propósito —asegura, negando con la cabeza, pero en sus ojos puedo ver como siente que todo se le desmorona—. No siempre —admite, tronando sus dedos como lo hace cada que se siente apenada—. Es que, yo no... —Inhala hondo, tratando de calmarse—. ¿Podemos dejar el tema aquí, please?
—No —respondo firme, sin apartar mis ojos de los suyos. Quiero hacer algo que le indique que, como siempre, puede confiar en mí, pero ahora no entiendo por qué no puedo ni moverme—. Realmente quiero entender, fresita. Quiero comprender por qué esto es tan malo para ti.
—No me mires así —pide, logrando confundirme, aunque de todas formas parpadeo un par de veces—. No vuelvas a mirarme como al inicio de nuestra relación.
—¿Mirarte cómo?
—Como si fuera una superficial y que solo me preocupa el qué dirán —dice, haciendo que ahora me sienta mal—. Sí, quizá eso soy, pero no quiero sentirme mal por ser así, por preocuparme en intentar mantener algo que me costó tanto construir.
—Kate... —Doy un paso en su dirección, pero ella da un paso lejos de mí.
—¿Qué pasaba si te enseñaba esa otra parte de mí y te gustaba? —cuestiona, haciendo que me detenga y no dé otro paso—. ¿Qué pasaba si mi versión, la que todos conocen, no te gustaba para nada? ¿Si me pedías ser la Kate que come comida chatarra, no se preocupa tanto en su apariencia y le gusta estar horas frente a la computadora jugando videojuegos? No iba a poder hacerlo, Gael. Porque esa no soy yo, es solo una mínima parte de mí, pero no la más importante. Yo soy la que le mezcla idiomas porque a veces olvida las palabras en español, o porque sin pensarlo le sale el inglés, aunque la mayor parte del tiempo es porque se le hace algo divertido —asegura, sin apartar sus ojos vidriosos por las repentinas lágrimas de los míos—. La que está pendiente de la moda, para vestir siempre bien. La que le gusta estar horas en el centro comercial comprando o paseando. La que ama hacer ejercicio y comer saludable. La que todo el mundo conoce, porque esa fue la Kate que construí para ser alguien aquí.
Y en ese momento, mi corazón se encoge al darme cuenta del conflicto interno que ha estado lidiando. Me acerco lentamente, ignorando la distancia que ella intenta mantener, y coloco mis manos en sus mejillas.
—Kate, no vuelvas a creer que no podría gustarme algo de ti —pido, mirándola fijo a los ojos para que sepa que hablo más en serio que nunca—. No me importa cuántas versiones de ti existan; cada una es maravillosa a su manera. Eres esa chica que entrena y también la que se divierte jugando videojuegos. Eres la que disfruta comer saludable y también la que goza de una buena pizza. Eres todo eso, y cada parte de ti, para mí, es perfecta. No tienes que limitarte a una sola versión para ser amada, porque ya lo eres, en todas tus facetas... —Y es entonces que me doy cuenta de algo—: Pero eso debes descubrirlo por ti misma —aseguro, sonriendo ligeramente de lado—, y mientras lo haces, cada versión de ti que quieras enseñarme o no, que sea vista por los demás o no, será guardada y adorada por mí.
Kate se queda en silencio por un momento, procesando mis palabras. Sus ojos, antes llenos de dudas, ahora reflejan una mezcla de alivio y gratitud. La sonrisa en sus labios se amplía, y finalmente, deja caer las barreras que había levantado.
—Dios, eres increíble —murmura, y en un impulso, me abraza con fuerza. Correspondo al abrazo, sintiendo cómo la tensión se disipa entre nosotros—, y te lo puedo afirmar y decir en todos los idiomas que sé.
—Eso es porque como tú, quiero ser mi mejor versión para ti, porque te mereces lo mejor, fresita, siempre —le susurro al oído, sintiendo el cálido abrazo como un refugio.
Se aparta lo suficiente como para mirarme a los ojos, y su expresión ahora es de confianza y cariño. Nos quedamos ahí, en medio de la cocina, conectados por algo más profundo que las expectativas externas.
—Gracias por entender, boy —dice con toda la sinceridad que tiene en su pequeño cuerpo—. A veces me olvido de que ya no estoy sola en esto —menciona, y le doy un suave beso en la frente.
—Nunca lo volverás a estar. Somos un equipo, ¿recuerdas? —respondo con una sonrisa.
Después de nuestra sincera conversación, Kate me lleva a su sala de entretenimiento, que es básicamente un paraíso para los amantes de los juegos como yo. En cuanto entramos, mis ojos se iluminan al ver las consolas de última generación perfectamente alineadas, cada una esperando su turno para ofrecer una experiencia única. Los controles descansan sobre la mesa de centro, las gafas de realidad virtual en otra más pequeña e incluso, tiene el juego del baile. La diversidad de juegos es asombrosa: desde los títulos más recientes en las consolas de última generación hasta clásicos estratégicos en la mesa del tejo. Increíble.
Camino hasta la mesa de tejo brillante, con luces intermitentes que parpadean en una perfecta sincronización. Kate me mira con entusiasmo y sugiere comenzar con una partida. No puedo resistir la tentación y acepto el desafío. El sonido del disco deslizándose sobre la mesa se mezcla con nuestras risas, creando una sinfonía de diversión.
Vamos cuatro a tres. Ella gana por un punto. Sentimos el timbre resonar por la casa, haciendo que nos miremos con competitividad.
—Ni se te ocurra hacer trampa, José —amenaza, dejando su lugar para caminar hacia la salida del cuarto, pero apuntándome con su dedo índice con cada paso que da.
—Imposible de mí —respondo, viendo como se aleja—. ¡No soy tramposo! —exclamo, una vez que la puerta se cierra.
Sonrío divertido, para luego deslizar el disco por sobre la mesa y lograr anotar. Cuatro iguales.
No pasa mucho cuando Kate vuelve, pero esta vez con una botella de soda sabor naranja, dos vasos y cuatro cajas de pizzas. Sin dudarlo, me acerco a ayudarla, porque se ve que está haciendo maniobras para no tirar nada.
Una vez que dejamos todo sobre la mesa, giro a verla con una ceja alzada.
—No sé cuántas pizzas comes tú, pero te aseguro que yo más de cinco porciones sí —dice en su defensa, encogiéndose de hombros antes de abrir una de las cajas y así sacar una porción.
Río por lo bajo y alzo una porción, pero antes de llevármela a la boca, hablo:
—Que sepas que ya vamos cuatro iguales.
—Eres un tramposo —dice, viéndome de mala forma, haciéndome reír de nuevo.
Decido no decir nada y disfrutar de la buena pizza de Enzo's, aunque en realidad también estoy pensando en la buena elección que hice al decidir quedarme a acompañarla. Todo esto me está ayudando a distraerme un poco y no pensar tanto en lo que puede o no estar ocurriendo en casa, en lo que ocurrió estas semanas. Aunque sí debería estar atento al celular, por si Dustin me manda un mensaje avisándome que ya está en casa para ir a verlo. No quiero que esté solo ahí.
¿Y si ya está en casa y no me mandó mensaje porque le dije que estaría con Kate hasta que él llegara, y lo hace para no "molestarme"? ¿Debería ir a comprobar que no esté? ¿Pero y si está mamá llorando de nuevo al creer que se encuentra sola? ¿O papá llevándose más de sus cosas? No creo...
—¿Gael? —Parpadeo un par de veces, y giro a ver a Kate, quien me mira levemente preocupada—. ¿Todo bien?
—Sí, ¿por? —inquiero, sin apartar mis ojos de los de ella, rogando porque no quiera ver más allá.
Confío en ella, pero no quiero que vea mi parte más vulnerable. No deseo que conozca esa versión de mí. Es vergonzosa.
—Te quedaste mirando a la nada misma por un rato, y cuando te hablé no me respondiste —dice, inspeccionando mi rostro—. ¿En qué pensabas con tanta seriedad?
Piensa, Gael. Piensa algo creíble.
—En cómo ganarte en el tejo —miento, señalando la mesa en donde estábamos anteriormente jugando, antes de morder de mi pizza.
Kate me mira por varios segundos a los ojos, como si no me creyera, pero de todas formas decide hacerlo en el momento que asiente con la cabeza.
—De hecho, estaba diciendo que podríamos jugar algún videojuego, what do you think? —propone, señalando las consolas con su mano, para después beber un poco de su refresco de naranja.
—Acepto —accedo, sintiéndome agradecido de que no haya insistido con el tema anterior, y la veo caminar hacia los puff que están frente a las consolas—. Pero —hablo, haciendo que se detenga y gire a verme—, quiero que seas tú misma al jugar, es decir, quiero conocer esta versión de ti, ¿puede ser?
Nos miramos por algunos segundos a los ojos, y ella suelta una pequeña risa burlesca antes de mirarme con superioridad de pies a cabeza.
—¿De verdad crees que te dejaría ganar en mi propia casa sin esforzarme ni un poquito? —inquiere con arrogancia, y sonrío divertido—. Please, boy, babosadas aquí no.
Río con ganas ante su comentario y la sigo hasta el otro puff. Ella se sienta en el de color rojo, mientras que yo me siento en el azul.
La pizza se convierte en nuestra fiel compañera durante esta intensa sesión de juegos. Reímos, competimos y disfrutamos de cada bocado entre partida y partida. Kate cumplió con su palabra y sí demostró ser una rival fuerte y temible en el mundo virtual, pero también una compañera de juego increíblemente divertida.
—Wait —dice, dejando el mando de la PlayStation 4—, tomémonos un descanso —pide, a lo que asiento con la cabeza y me acomodo mejor en el puff como lo hace ella, para que podamos vernos bien a la cara—. Te gustan mucho los videojuegos, ¿no?
—Lo normal —respondo, elevando un hombro para restarle importancia al asunto—, como a ti, ¿o no? —pregunto, pero ella niega con la cabeza.
—Hay una diferencia enorme entre tú y yo —asegura, llamando por completo mi atención—. A ti se te nota que disfrutas todo esto, cada juego, que lo haces porque te gusta. En cambio, yo, empecé a jugar para distraerme un poco, you know? Si tenía un mal día o cosas parecidas, me encerraba en mi cuarto a jugar por horas hasta que estuviera bien.
—Entiendo —contesto, asintiendo con la cabeza de manera lenta—. Es cierto, yo disfruto jugar, ver las gráficas, las canciones, descubrir cada personaje y saber usarlo...
—Hasta me has dicho como harías para que ciertas cosas fueran más difíciles o qué es lo que le cambiarias a cada juego que jugamos —comenta, antes de beber un poco más de su soda—. ¿No pensaste en estudiar esto? —pregunta, y frunzo el ceño sin comprender.
—¿Qué cosa? —inquiero, agarrando otra porción de pizza con champiñones.
—Para diseñar videojuegos y así, un "games developer" —contesta, sin apartar la vista de cada movimiento que hago, y en cuanto me ve con el ceño fruncido, claramente confundido y sin entender a qué se refiere, suelta un suspiro—. How was it said? —pregunta más para ella que para mí, mientras chasquea con sus dedos—. ¡Ingeniería en videojuegos! —exclama, sintiéndose feliz por recordar el nombre en español.
—No —respondo, soltando un pequeño bufido divertido—. Eso es para inteligentes, no para personas como yo —aseguro, sonriendo y negando con la cabeza, antes de beber un poco de la soda de naranja, sintiendo las burbujas del gas pasar por mi garganta.
—¿Personas como tú? —cuestiona, frunciendo el ceño, sin comprender a lo que me refiero.
—Ya sabes, que les va mal en el instituto... Tontos —digo de manera obvia, mirándola a los ojos y puedo ver que eso no le gustó, así que intento arreglarlo—: O sea, no tontos, pero... Am, ¿cómo lo digo? No creo que sea tonto, pero para una carrera así, pues... —Meneo mi cabeza de un lado a otro—. Sí, no doy la talla.
—Ninguna carrera es demasiado grande para alguien a que le gusta o apasiona de verdad eso —asegura, negando con la cabeza, demostrando lo muy en desacuerdo que está conmigo—. Mi super mom siempre lo dice, y le creo.
—Es que tu mamá es genial y creo que no le queda grande ninguna carrera que haya querido o quiera estudiar —opino, sin apartar mis ojos de los de ella—. Pero para los demás, no siempre es así.
—Okay, sí, quizá no es tan así —concuerda conmigo, a lo que asiento mientras muerdo otro poco de mi porción de pizza—. Pero sí soy fiel creyente de que como existe el hilo rojo para encontrar a tu alma gemela y todos estamos destinados a una, lo mismo pasa con cada cosa en tu vida. Ya todos tenemos pactado nuestro destino, y creo que todos tenemos como un "hilo rojo" para cada cosa, incluido la carrera ideal, you know? For example, uhm... I don't know, maybe someone wanted to study to be a surgeon...
—En español, bonita —pido, sonriendo divertido al ver que de repente empezó a hablar en inglés fluidamente y ya no volvió al español—. Entiendo bastante tu idioma natal, pero no soy tan bueno en esa materia.
—Sorry —responde apenada, aunque intenta que no se le note—. Decía que, quizá alguien ama y siempre soñó con ser cirujano, y estudió medicina y todo, pero su destino no es ser cirujano y, por eso, no se le da por más que estudie, ¿no? Pero, su destino era ser medico familiar o quizá un pediatra, you know what I mean?
—Comprendo —aseguro, asintiendo con la cabeza de manera lenta—. Dices que alguien perdió el tiempo probando estudiar para cirujano.
—¡No! —exclama, logrando asustarme y me sonríe apenada—. Sorry, pero no, no me refería a eso. Me refiero a que lo intentó y... Ay, no matter —dice rendida, y sonrío divertido—. Lo que intento es decirte que estoy segura que ser diseñador en videojuegos es tu carrera ideal, que no lo descartes sin probarlo.
—Adoro que tengas tanta fe en mí, fresita, de verdad —digo, agarrando su mano para empezar a acariciar el dorso de su mano con cariño, mientras la miro a los ojos—. Pero para entrar a ese tipo de carreras, debes hacer un examen previo, y además necesito buenas notas para una beca completa porque no creo que mis papás puedan costear una universidad y...
—Yo te ayudaría —dice sin dudarlo, con una sinceridad en sus ojos que logra callarme—. No en lo económico, y no porque no quiera, sino porque sé que no me dejarías —menciona, a lo que asiento con la cabeza, dándole la razón—. Pero puedo ayudarte con las materias de este año para que sean aceptables para una buena universidad, y también puedo ayudarte con los exámenes de ingreso —comenta con entusiasmo, y no lo voy a negar, si lo dice de esa forma puede que un pequeño destello de esperanza esté creciendo en mí—. Mi mamá tiene contactos en varias universidades de Ataraxia, las cuales son las mejores con el tema de tecnología, y podría pedirle ayuda para saber qué toman en los exámenes...
—¿Y si lo más importante es matemática? —cuestiono, mostrando mi repentina preocupación—. No es por ser malo, fresita, pero las veces que me has enseñado matemática no te entendí mucho y...
—Conozco a alguien que es buenísimo para explicar matemática y cualquier otra materia —me interrumpe, sin dejar quebrar su emoción y fe en mí—. Axel.
—No estoy seguro —digo, dejando ver la duda en mí—. Escuché cosas de él, dicen que no es muy paciente para enseñar y yo no...
—Emily nunca se llevó matemáticas desde que Axel le enseña —vuelve a interrumpirme, mirándome a los ojos, logrando convencerme—, y créeme, escuché la historia de como Emily no sabía contar hasta el diez a sus ocho años.
Me quedo callado por un momento, pensando en todo lo que dijo y que, si es posible que ingrese a una de las universidades en Ataraxia y volverme diseñador de videojuegos, estoy seguro que sería la persona más feliz de todas.
Miro a Kate a los ojos, notando la emoción en estos y como brilla de una forma tan bonita que suelto un pequeño suspiro. Ella sabe que quizá acaba de encontrar una opción y posibilidad de lo que puedo hacer luego de salir del instituto. Pero lo que no sabe, es que ahora mismo estoy imaginando una vida a su lado, llegando del trabajo y contándole sobre el nuevo juego que estuve diseñando, para luego ella contarme sobre como le fue como maestra de niños y las locuras que harían estos. Sonrío sin poder evitarlo, al darme cuenta que antes no veía ningún futuro para mí y que ahora, el que deseo, me hace sentir que sería la persona más feliz del planeta tierra.
—Pero no te preocupes, podemos hablar de esto con más calma una vez que lo hayas pensado bien —habla, logrando traerme de nuevo al presente—. Lo importante aquí es que, sea cual sea la decisión que tomes, estaré aquí para apoyarte —asegura, dándome un apretón de manos.
Sin decir palabra, me inclino y la beso tiernamente. El sabor de la pizza recién horneada aún persiste en mi boca, mezclado con la dulzura refrescante de la soda de naranja. Es un cóctel delicioso que complementa perfectamente este momento especial.
Es un beso suave, pero lleno de significado. Cierro los ojos, disfrutando del momento y de la certeza de que, con Kate a mi lado, cualquier camino que elija será el correcto.
—Dios, te quiero tanto —murmuro, una vez que me alejo un poco de ella y apoyo nuestras frentes, siendo incapaz de mirarla a los ojos, porque ahora mismo estoy seguro que el significado de "querer" queda corto, pequeño, para lo que realmente siento por ella.
Ni un "te quiero tanto" o un "te quiero muchísimo" "demasiado", alcanza para expresar con certeza lo que siento por Kate.
—También te quiero mucho, bonito —afirma, acariciando suavemente mi nuca con la yema de sus dedos.
Le doy un último beso en los labios, antes de alejarme de ella para beber lo último que me queda de refresco.
—Por cierto, ¿quieres unir fuerzas contra mí en Epic Realms para vencer al jugador AxV22Basquet? —pido, mirándola con súplica—. Prometo no decirle a nadie que eres la número uno en ese juego, y que nos destrozas a mis amigos y a mí cada que tienes oportunidad, pero de verdad que detesto a ese jugador.
—¿A Axel? —inquiere, también bebiendo lo último de su soda, mientras que yo la miro raro.
—¿Qué pasa con Axel?
—Si sabes que Axel es "AxV22Basquet", ¿no? —cuestiona, mirándome con una ceja alzada.
—Obvio no —digo, bufando divertido—. El que tenga su mismo número de camiseta que usa para jugar basquet, diga Ax y tenga una V como su apellido, no quiere decir que sea él. Hay muchas posibilidades de que sea otra persona. ¿Sabes cuántas personas habitamos Erabi? cuatro mil millones, y un poco más, pero no estaría recordando el número con exactitud, además de que cada día nace o muere alguien.
—Es Axel —asegura, sin apartar su mirada de la mía—. Pero está bien, te ayudaré, porque cada que el infeliz decide jugar, me quita de mi primer puesto.
———🍓🛹———
Después de agotar todas las opciones de juego, decidimos cambiar de ambiente. Kate sugiere una maratón de películas en la sala, y me parece una buena idea, así que acepto. De todas formas solo veremos algunas, porque es lunes y mañana hay clases.
Camina hasta donde estoy y se sienta a mi lado en el sofá, para luego encender el televisor y antes de que pueda ir a Netflix, el primer canal que aparece es Disney Channel.
—¡Déjalo! —pido con emoción, al ver que recién empieza una de mis películas favoritas.
La escucho reírse, para luego levantar mi brazo y así poder acomodarse bien sobre mi hombro, a la vez que posa sus piernas sobre las mías. Sonrío feliz y no le digo nada, porque ya estoy completamente sumergido en Teen Beach Movie.
La película sigue su curso normal, mientras que yo tarareo o canto bajito ciertas parte de las canciones, haciéndome sentir completo y tan bien como hace mucho no lo estaba. ¿Así se habrá sentido Kate aquella noche en la que bailamos HSM3?
—Arriba —ordena, haciendo que la mire confundido, mientras ella mueve la pequeña mesa ratonera hacia un costado de la sala.
—¿Por qué? ¿Qué pasa? —pregunto, sin poder dejar de verla mover las cosas, dejando un pequeño espacio entre el sofá y el televisor.
—Necesito que me ayudes —dice, y sin dudarlo me levanto, acomodándome bien la ropa, para luego indicarme que debemos correr el sofá. Sin preguntarle el motivo, decido hacerle caso—. ¿Recuerdas lo que me dijiste una vez? —pregunta, girando a verme en cuanto dejamos el sillón justo donde quería.
—¿Qué eres muy bonita? —inquiero, tratando de recordar lo que le dije.
Sonríe de la forma más preciosa que tiene, mientras niega con la cabeza.
—No, o sea sí me dijiste eso, pero no hablo de eso —comenta, riendo por lo bajo, mientras me mira con nervios—. Era de noche, estaba en tu casa y llovía. Se te ocurrió que bailemos una de mis canciones favoritas de Disney, y me dijiste que tu sueño era bailar... —Se calla abruptamente en cuanto Cruisin' for a bruisin' comienza a sonar—. Rápido, rápido, rápido —dice, agarrándome la mano y tirando de mí, para posicionarnos frente al televisor—. Ready? —pregunta, mirándome de reojo y sonriendo emocionada.
No entiendo lo que pasa, hasta que Butchy, quien es interpretado por John DeLuca comienza a cantar la canción y, con él, Kate empieza a bailar, logrando arrebatarme una gran carcajada de emoción.
Sin dudarlo, comienzo a seguirle el paso, sabiéndome la coreografía de memoria, aunque claro, que la haga bien ya es otro tema.
En la sala solo se escuchan nuestras pequeñas risas y la música de fondo, mientras continuamos bailando e interpretando parte de la película. Como la parte en donde Brady aparece para cantar y Gigi le besa la mejilla, fue sin duda mi parte favorita. Siempre soñé con ser Ross Lynch y que Kate me haya besado la mejilla en un momento así, casi hace explotar mi corazón de felicidad.
Una vez que la canción termina, nos tiramos en el sofá totalmente cansados y respirando con algo de dificultad, mientras nos miramos divertidos.
—Gracias por no olvidarte —digo con sinceridad, agarrando su mano para luego besar su dorso, haciéndola sonreír con ternura—. Pero que sepas que quiero bailar toda la película —comento, arrebatándole una carcajada, aunque no duda en asentir con la cabeza, para luego ver la película y así nos preparemos para la siguiente canción.
———🍓🛹———
Kate propuso que salgamos al jardín a tomar un poco de aire y acepté, realmente hoy hice demasiado cardio para lo tan poco que hago al día. No termina de armar por completo la hamaca, que ya estoy acostándome sobre ella.
Cuando creí que me pediría que me siente bien para que ella pueda hacerlo, hace algo que me sorprende por completo, pero me gusta. Se acomoda en medio de mis piernas y apoya su cabeza en mi pecho, mientras que yo rodeo su cintura con uno de mis brazos y el otro lo pongo debajo de la cabeza, para así disfrutar juntos del hermoso cielo estrellado con música de fondo.
Luego de unos cinco o quizá seis minutos, Kate me abraza con fuerza, logrando llamar mi completa atención. Bajo un poco la cabeza para verla, pero ella está viendo aún hacia el gran televisor frente a nosotros.
—No quiero presionarte —dice, logrando confundirme. Frunzo el ceño sin dejar de verla, pero continúa—: pero me duele muchísimo verte así. No importa si no hablas, pero por favor no intentes ocultar lo que sientes. —Trago saliva, sintiéndome vulnerable de repente—. No sé por lo que estarás pasando emocional o mentalmente, pero quiero recordarte que hay un montón de gente que te ama dispuesta a escucharte —asegura, y puedo sentir mi barbilla temblar—. Y si no sabes quienes son, pues déjame decirte que ahora mismo hay alguien abrazándote, tratando de transmitirte todo el cariño que siente por ti, de demostrarte lo mucho que le importas y que sería capaz de escucharte siempre que lo necesites —Levanta la cabeza, apoyando su barbilla sobre mi pecho para así poder verme a los ojos—, y por si no lo captaste, me refiero a mí. Aquí estoy, boy, para ti. No estás solo.
Se me escapa un sollozo de lo más profundo de la garganta, sin saber muy bien en qué momento comencé a llorar, y Kate sin dudarlo me abraza con más fuerza.
Sin dejar de abrazarme, cambiamos de posición, haciendo que ahora todo su pequeño cuerpo esté rodeando el mío, mientras que yo lloro sobre su pecho, y si bien sé que esto es algo que le molestaría por el hecho de estar mojando y ensuciando una de sus blusas, no dice ni hace nada para detenerme.
Acaricia mi cabello con calma, de una forma que me hace sentir que no me está pidiendo que me calme y deje de llorar, sino que tengo toda la libertad de hacerlo.
—Perdón —digo con la voz entrecortada, alejándome un poco de ella para pasar una mano por mi nariz a la vez que sorbo los mocos—, no quería que me vieras así —admito, riendo por lo bajo para intentar tranquilizarme.
—Gracias por permitirme aun así hacerlo —responde en un susurro, debido a la cercanía, sin dejar de acariciar mi cabello.
Lo cual se me hace curioso, porque la verdad es que no me gusta que nadie toque mi cabello, pero ella me da paz, tranquilidad, cada que enreda un rulo en su dedo y lo desenreda para acariciarlo.
—No quiero que te preocupes, ¿si? —pido, levantándome un poco sobre mi antebrazo para verla a los ojos, tratando de que no me importe que me vea así—. Ni siquiera sé por qué lloré así, es algo tonto...
—Ningún problema es tonto, ni pequeño, ni insignificante —asegura, acariciando suavemente mi mejilla de tal forma que siento mi barbilla temblar de nuevo—. Tus problemas también importan, mi amor. No eres de hierro como para aguantar todo tú solo o perfecto como para no tener problemas que te afecten. —Trago con dificultad el nudo en mi garganta, intentando no llorar nuevamente—. Está bien si no quieres contarme lo que te pasa, pero por favor, no vuelvas a creer que a mí no podría importarme algo relacionado contigo. Si no quieres contarme, lo entenderé, pero quiero que tú sepas que, si quieres llorar en vez de hablar, mis brazos siempre estarán dispuestos para ti de esta manera —dice, para luego abrir sus brazos de par en par—, para abrazarte cada que lo necesites.
Sin dudarlo, vuelvo a acostarme sobre su pecho, permitiéndome ser abrazado y consolado por ella, mi fresita.
—No sé cómo sobrellevar la situación de mis papás —admito entre sollozos, rodeando su cintura con más fuerza, sin querer que se aparte de mi lado—. Esto me está ahogando, Kate, y no sé qué hacer. No sé cómo ayudar a Dustin a que no se sienta tan mal, a mamá o a papá, no sé cómo ayudarlos para que volvamos a ser la familia feliz que éramos hace un par de meses.
Siento sus labios sobre mi cabeza, para luego su pierna rodear parte de mi cuerpo, apegándome más a ella.
—Perdón, perdón, perdón —digo, cerrando los ojos con fuerza, mientras otro sollozo sale de mí—. Sé que estás dispuesta a escucharme, y lo aprecio demasiado, no quiero que creas que no lo sé y que no te tengo confianza, es solo que...
—It's okay —asegura, acariciando mi espalda con la yema de sus dedos—. Ya te dije, si no quieres o puedes hablar, y solo quieres o puedes llorar, está bien.
Sorbo mi nariz, queriendo dejar de llorar porque no deseo que me vea así, pero no puedo. Las lágrimas solo salen y salen sin control, como si mi cuerpo o mi corazón me estuvieran regañando por haber aguantado todo este tiempo sin llorar.
El solo pensar en la situación de mis padres, en los ojos de esperanza de Dustin cada que me mira esperando a que haga algo, en la tristeza profunda que carga mi mamá, o en la voz sin emoción de mi papá, el dolor en mi pecho aumenta, haciendo que lloré con más ganas e ímpetu.
Escucho a Kate tararear una canción, mientras que acaricia mi espalda con una mano y con la otra acaricia mi cabello. Por alguna razón, lo que está tarareando se me hace conocido y logra tranquilizarme un poco, aunque no tanto como quisiera.
—Deja ya, de cargar con ese peso —canta con una voz angelical, que solo hace que apriete mis ojos y sienta mi barbilla temblar, al escuchar la canción de mi película animada favorita—. Ya verás, se acaba el mal momento. Deja entrar, que ser claro te defina, y al final solo aquello que sentimos durará.
Escondo mi rostro en el hueco que hay entre su cabeza y hombro, mientras la escucho cantar de una manera tan bonita que si bien no logra calmar mi llanto, me hace sentir como si algo dentro de mí se estuviera reparando de alguna forma.
Cada nota que sale de sus labios parece ser un bálsamo para mí. Su voz, suave y melódica, envuelve mi tristeza y la transforma en un susurro armonioso. Aunque mis lágrimas sigan fluyendo, siento que, de alguna manera, la melodía de su canción está sanando algo que ella no rompió.
Cierro los ojos con fuerza, permitiéndome sumergirme en esa atmósfera sanadora que ella ha creado con su canción. El aroma de su cabello, la calidez de su abrazo, y la dulce serenata que me regala se combinan para crear un refugio seguro en el que puedo permitirme liberar todas las emociones que han estado atormentándome. En este momento, no importa el mundo exterior ni los problemas; lo único que existe es el consuelo que encuentro en sus brazos.
Su voz se convierte en mi ancla, recordándome que no estoy solo, que tengo a alguien que se preocupa lo suficiente como para cantarme en los momentos más difíciles. Me siento envuelto en su cariño, como si sus notas fueran brazos invisibles que me abrazan y me protegen.
Así, entre susurros melódicos y abrazos reconfortantes, logro calmarme por completo y disfrutar del vaivén de su pecho al subir y bajar por su respiración tranquila, y el golpeteo de su corazón, creando una canción para mis oídos.
—¿Estás mas calmado? —pregunta con cautela, dejando de acariciar mi espalda mientras que asiento con la cabeza.
—Sí, pero nos quedemos un ratito más así —pido, afianzando solo un poco más mi abrazo—, por favor.
—El tiempo que quieras, mi amor —asegura con voz calma, retomando sus caricias en mi espalda y cabello, logrando que una pequeña sonrisa crezca en mis labios.
Fue en ese momento que todo me quedo claro.
Hay un mito japonés, asociado a un novelista de esta nacionalidad. Él enseñaba literatura inglesa, en su momento, corrigió a un alumno, explicándole que nunca utilizará la palabra Aiusu cuyo significado es el más cercano a "amar" si no que en vez de eso, lo correcto sería traducir el "te amo" como tsuki ga kirei desu ne, que tiene como significado:
—La luna esta hermosa —murmuro cerca de su oído, aprovechando la cercanía y siento como su cabeza se mueve en un asentimiento.
—Lo está —responde, observando la luna brillante que nos alumbra.
Sonrío, con mi cabeza enterrada en su cuello e inhalo hondo, disfrutando de su aroma floral. La conexión entre nosotros se fortalece con cada latido compartido y cada susurro de la brisa nocturna que nos rodea.
El tiempo parece detenerse mientras nos sumergimos en la serenidad de la noche y la belleza de la luna que nos observa desde lo alto. Y así, entre susurros silenciosos y la magia de ese instante compartido, me permito cerrar los ojos y relajarme como hace días no lo consigo, dejándome llevar por lo que siento ahora mismo.
———🍓🛹———
Frunzo el ceño al escuchar un pequeño ruido y algo que alumbra mi cara, así que abro un ojo, dándome cuenta que sigo abrazado con Kate, quien está profundamente dormida, pero es ella ahora quién está acurrucada contra mi pecho.
Tardo varios segundos en saber qué ocurre, hasta que casi me caigo de la hamaca al ver a Helen frente a nosotros, sonriéndonos con culpa y ternura, mientras tiene lo que creo que es su celular entre las manos.
—Perdone, señora Baker, no era mi intención —tartamudeo casi que de inmediato, levantándome como puedo de la hamaca, intentando no despertar a una muy dormida Kate.
Dios, hasta así se ve preciosa.
—¿Qué hablamos sobre lo de "señora Baker"? —cuestiona, cruzándose de brazos y viéndome con una ceja alzada. Santo querido, su hija es igual a ella cuando hace eso.
—¿Me permitiría llevar a Kate hasta su cuarto antes de irme? —pregunto, mirando a la pelirroja por encima de mi hombro antes de volver a verla—. No quisiera despertarla solamente para despedirme, y menos cuando sé que le cuesta bastante dormir bien.
—Puedes quedarte si quieres, ya es bastante tarde —anuncia, con voz maternal, mirando la hora en su reloj de muñeca y yo hago lo mismo, abriendo los ojos de par en par, notando que ya es poco más de media noche.
—No, está bien, mi mamá probablemente se preocupe —digo, sonriéndole con agradecimiento por la oferta.
—De acuerdo —accede, asintiendo con la cabeza, para luego señalar a Kate y ella caminar hacia las puertas y abrir ambas, así se me es más fácil pasar por ahí.
Paso mis brazos por debajo del cuerpo de Kate, y me quedo quieto en cuanto se mueve, rogando que no despierte porque de verdad se ve que está teniendo un sueño profundo. Suspiro aliviado en cuanto se acomoda sola entre mis brazos, y la alzo, para así comenzar a caminar hasta adentro de la casa.
Apoya su cabeza contra mi hombro en cuanto estoy subiendo las escaleras, y me maldigo el momento que me ofrecí a hacer esto. No es pesada para mí, pero tampoco es como que esté acostumbrado a hacer tanto ejercicio en un día. De hecho, creo que si fuera alreves, Kate podría cargarme sin problemas.
Agradezco mentalmente una vez que llegamos hasta su cuarto con Helen, quien decidió acompañarme para ayudarme con la puerta, e ingreso para luego dejarla con cuidado sobre su enorme cama. Le saco las zapatillas y la tapo, porque es una noche bastante fresca. Deposito un pequeño beso en su frente y susurro algo en su oído, antes de alejarme de ella y salir de su habitación.
Helen mueve su cabeza para que la siga escaleras abajo y eso hago en total silencio, mientras bostezo un poco por el sueño que aun tengo.
—Perdón por quedarme hasta tan tarde, Helen —me disculpo con sinceridad, una vez que llegamos a la primera planta.
—Gracias a ti por hacerle compañía a Kate todas estas horas —asegura, sonriéndome con el amor maternal que siente hacia su hija—. Aunque no lo diga, sé que odia quedarse tanto tiempo sola.
—No tienes por qué agradecerme —digo, para luego volver a mirar mi reloj de muñeca—. Bueno, creo que lo mejor será que me vaya. Que duermas bien, Helen.
—Vamos, te llevo —comenta, moviendo su cabeza hacia otra puerta que da al garaje.
—No es necesario, vivo aquí a tres cuadras.
—Aun así, es tarde y está muy oscuro —menciona, abriendo la puerta para mí—. Ni creas que voy a dejarte ir solo, Gael. Eso sería descuidado y desinteresado de mi parte, por alguien que no hace más que querer y cuidar a mi hija.
Le sonrío con agradecimiento sincero, porque con el sueño que cargo no creo poder caminar tan lejos antes de dormirme en algún jardín, y mañana despertarme en comisaria, porque la familia dueña del jardín pensaría que era algún borracho o algo parecido.
El trayecto hasta mi casa es en completo silencio, en donde intento con todas mis fuerzas no dormirme, porque me daría vergüenza con mi querida suegra. A la cual estoy completamente agradecido de que no se haya tomado a mal la noticia cuando Kate le contó, de hecho, se alegró por nosotros dos, y a mí a solas me confesó que confía lo suficiente en mí como para saber que su hija no está en peligro conmigo. Ahí comprendí que el infeliz de Luca no solo hirió a Kate, sino que lastimó a toda su familia en el proceso.
—Llegamos —anuncia, deteniéndose frente a mi casa, y gira a verme con una sonrisa amable.
—Muchas gracias, Helen —digo, abriendo la puerta para bajarme de la camioneta, pero su voz me detiene antes de hacerlo por completo.
—Las puertas de mi casa están abiertas para ti y tu hermano siempre que lo necesiten, Gael. —Me mira fijo a los ojos, para que sepa que habla con sinceridad y sonrío sin poder evitarlo.
—Maneja con cuidado, Helen. Nos vemos.
Sin decir nada, cierro la puerta de la camioneta y acomodo la mochila sobre mi hombro, para luego comenzar a caminar hacia mi casa.
———🍓🍓🍓———
¡Hola, hola! ¿Cómo están?
Si, sé que falta la parte de Kate, pero es que gente, esta sola parte ya tiene 15mil palabras JAHSDAJHSD y si me iba a un cap de 30mil? Lo leerían?
En el próximo capítulo:
"Cierro los ojos por un instante, tratando de contener las emociones que amenazan con desbordarse. Su voz, aunque familiar, también es un recordatorio de todo lo que se perdió de mi vida. No debería doler, pero lo hace.
Trago saliva, intentando despejar la opresión en mi garganta.
—No creo poder perdonarte alguna vez en mi vida".
Dolor, amor, risas, tristeza, apariciones sorpresas y desagradables, confesiones, y mucho más, solamente en "Aquel año nuestro". No puedes perderte el próximo capítulo.
Los amo, arandanitos.
XOXO, C.A
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