028.
Un mes después
✨️ KATE ✨️
El sol está comenzando a descender en el horizonte mientras Gael y yo pedaleamos a lo largo de un pintoresco sendero junto a la playa. El aroma a salinidad del mar y el sonido de las olas rompiendo suavemente en la orilla crean una atmósfera serena y relajante a nuestro alrededor. El viento revuelve mi cabello y juega con mi piel, haciéndome sentir viva y libre.
Mis dedos se aferran con firmeza al manillar de la bicicleta, y una amplia sonrisa adorna mi rostro mientras avanzamos juntos. A mi lado, Gael pedalea con facilidad, sus rizos castaños alborotados por el viento, y no puedo evitar admirar lo guapo que se ve bajo la cálida luz del atardecer.
Nuestro paseo en bicicleta ha sido una aventura improvisada de esta mañana, una de esas decisiones espontáneas que siempre parecen resultar en los mejores momentos. A medida que avanzamos por el sendero, nuestras risas se mezclan con el sonido de las gaviotas que vuelan cerca.
Aprovechamos para conversar sobre todo y nada a la vez. Hablamos de sueños, de nuestros planes para el futuro, de recuerdos divertidos de nuestra infancia y de las cosas que más nos apasionan en la vida. La conversación fluye con naturalidad, como si hubiéramos estado compartiendo nuestros pensamientos más profundos durante años.
Cuando llegamos a un punto donde el sendero se abre a una vista impresionante del mar, decidimos detenernos. Bajamos de las bicicletas y caminamos hacia la orilla, donde las olas nos bañan los pies. La brisa marina se siente refrescante, y observamos el sol mientras se oculta gradualmente detrás del horizonte, pintando el cielo de tonos cálidos y dorados.
Gael se vuelve hacia mí, sus ojos heterocromáticos reflejando la belleza del atardecer, y toma suavemente mi mano. Estamos en silencio, pero no hace falta decir nada. En este momento, estamos conectados de una manera que va más allá de las palabras.
El sonido de las olas rompiendo en la orilla y el suave murmullo de la brisa son la banda sonora perfecta para este instante. Nos quedamos allí, disfrutando de la compañía del otro y compartiendo la magia de este atardecer en la playa.
—¿Quieres ir a comer? —propongo, girando completamente para mirarlo a los ojos.
Sonríe con calidez, para luego asentir con la cabeza de manera lenta.
—Creo que me leíste la mente, porque estabas a nada de escuchar a mi estómago rugir del hambre —dice, logrando hacerme sonreír divertida.
—Me alegra que estemos en la misma sintonía hambrienta —respondo riendo suavemente. Levanto mi bicicleta y comienzo a caminar hacia el pequeño restaurante que se encuentra cerca de la costa, con Gael siguiéndome de cerca.
El ambiente en el restaurante es relajado y acogedor, con el suave murmullo de las conversaciones de los comensales y el aroma tentador de la comida flotando en el aire. Nos sentamos en una mesa junto a la ventana, desde donde podemos ver las olas rompiendo suavemente en la orilla.
—Aquí les dejo el menú —comenta el mozo, tendiéndonos a ambos una carta con las especialidades del restaurante, haciendo que Gael y yo se lo agradezcamos antes de que se aleje de nosotros.
—Que rico —digo sin poder dejar de ver las delicias que hay—. Hace muchísimo que no como una buena mariscada estendiana —menciono, levantando la cabeza para verlo asentir de manera lenta, aun viendo el menú—. ¿Te parece si pedimos eso? —propongo, logrando que ahora sí me mire—. Es que dice que es un plato para dos, y la verdad dudo mucho poder acabarlo todo yo sola.
—Ah... Eh... —balbucea pensativo, volviendo a ver el menú.
—¿No te gusta? —inquiero, mirándolo fijamente.
—No, sí, sí —se apresura en responder, asintiendo nuevamente con la cabeza—. Pero, am... —balbucea, mirándome a los ojos—. ¿La mariscada estendiana es la picante?
—Es la que se sazona en picante, sí —respondo, sin apartar mi mirada de la suya—. ¿No te gusta el picante? Porque si ese es el caso, don't worry, boy —digo lo más relajada posible, para que sepa que hablo en serio—. Puedo preguntar si hacen platos para uno.
—¿A mí no gustarme el picante? —Bufa divertido, mientras mueve su mano para restarle importancia al asunto—. Por favor, fresita, si me metiera en una competencia de quién puede comer más pimientos picantes, te aseguro que la ganaría —dice con aires de grandeza, cruzándose de brazos, haciendo que alce una ceja incrédula.
—Boy, de verdad que no tienes porqué comer si no te gusta el picante —aseguro, tratando de convencerlo de no hacer una estupidez.
—Que no, que sí me gusta, no te preocupes —garantiza, moviendo una mano para llamar al mozo.
Lo miro por varios segundos, para luego encogerme de hombros, tratando de convencerme que si él mismo dice que le gusta, pues así debe de ser.
El mozo regresa a nuestra mesa, y Gael ordena la mariscada estendiana sin dudarlo, haciendo que lo mire con duda. Nos pregunta qué queremos para beber y él se pide un refresco de Coca-Cola, antes de ambos girarse a verme.
—Una limonada sería perfecta, gracias —digo, notando la expresión algo extrañada del mozo por mi elección—. Y, por favor, tráiganos también una jarra de agua. —El mozo asiente con la cabeza mirándome algo extrañado, pero aun así anota mi pedido antes de retirarse y dejarnos nuevamente a solas.
Antes de que pueda responder, mi celular suena, anunciando un nuevo mensaje. Le pido disculpas a Gael por la interrupción antes de revisar quién es el remitente. Una sonrisa se dibuja en mi rostro cuando veo el nombre y de inmediato comienzo a escribir mi respuesta. Coloco el teléfono sobre la mesa, consciente de que Gael me observa con curiosidad.
—No es que me guste ser chismoso ni nada, pero... ¿Quién te ha puesto tan feliz? —pregunta Gael, jugueteando con las servilletas mientras finge desinterés.
—Es Renata. Renata Vescovi —respondo con diversión al notar su alivio repentino—. Nos ha invitado a mí y a las chicas a su fiesta de cumpleaños el sábado.
—¿Y por qué a mí no me invita? —pregunta quejoso, como niño chiquito, frunciendo el ceño—. Que yo sepa, siempre nos llevamos bien. Incluso cuando era su compañero, jamás he... —Se calla al escuchar su celular vibrar contra el vidrio de la mesa, haciendo que lo vea—. Espera —dice, elevando un dedo para que le dé "un segundo". Agarra el celular, lee el mensaje, teclea una respuesta y vuelve a dejarlo donde antes—. Olvídalo.
—¿También te invitó? —pregunto divertida, cruzando los brazos mientras observo su reacción.
—Fue a través de Axel, parece que no tiene mi número —responde, asintiendo con la cabeza.
—Entiendo —comento con una sonrisa—. So, ¿qué decías de Renata? —inquiero, elevando una ceja y riendo suavemente al notar su renuencia a mirarme.
—Que es genial —afirma con una sonrisa, aunque evita encontrarse con mis ojos, lo que me hace reír por lo bajo.
—¿Sabes? Es la primera vez que tengo una bicicleta —informo, girando a ver a mi nuevo vehículo que, la verdad, dudo usarlo muchas veces.
Vuelvo a ver a Gael, quien abre los ojos de par en par, totalmente incrédulo de lo que acabo de decir.
—¿Nunca has tenido una bici? —cuestiona, sin poder dejar su rostro lleno de asombro—. No, espera, ¿a qué te refieres con primera vez?
—A que hoy a la mañana me dijiste de ir a dar un paseo en bici y, luego de confirmarlo, tuve que ir a comprar una —respondo con obviedad, encogiéndome de hombros para restarle importancia al asunto.
—¿No tenías bici?
—No es como que prefiera andar en ella en vez de mi auto, boy —contesto algo divertida por su reacción—. Y de chiquita mis padres no tenían tiempo de llevarme al parque a andar en una, así que nunca he tenido.
—¿Te compraste una bici hoy? —Río ante su asombro intacto—. No, espera, es decir... ¿Te compraste una bicicleta último modelo solo porque te propuse dar un paseo?
—Si lo dices así... Suena como si hubiera hecho algo tonto —comento algo apenada de repente, haciendo que suavice su expresión—, pero sí, es lo que hice —respondo un poco tímida.
—Podrías haberme dicho que no tenías y armábamos otro plan, no tenías que comprarte una —dice más calmado, pero veo como de reojo mira la bici sin poder creerlo aun.
—Pero me gustó el plan que armaste —aseguro, haciendo que vuelva a verme—. Nunca nadie me había invitado a andar en bici, me pareció un lindo plan y... Well, no veo porqué no comprarme una para llevar a cabo dicha salida.
—Lo haces sonar tan fácil —menciona, apoyando sus brazos sobre la mesa e inclinándose un poco hacia adelante, dándome más atención—. Como si se pudiera comprar una bicicleta así porque sí. A veces olvido que eres rica.
Sonrío tratando de disimular un poco la incomodidad que siento de repente. Sé que no me está juzgando por mi clase social, pero no puedo evitar sentir que, quizá, muy en el fondo siga pensando que soy superficial por hacer cosas así.
—Pues...
—Te juro que cuando recuerdo ese detalle, lo único que pido a los Dioses es levantarme mañana siendo tú —confiesa con diversión, haciéndome saber que está bromeando.
—Desde la vez en el mercado que me preguntaste si te verías lindo con un vestido es que supe que tu sueño era ser mujer —bromeo, sintiéndome más aliviada.
—No, no deseo ser mujer, deseo ser tú —asegura, sonriendo divertido—. Eres hermosa, inteligente, divertida, creativa, valiente, fuerte y no me refiero a fuerte de aguantar cosas emocionales y así, sino a que todavía no olvido lo fácil que alzaste aquella vez el tacho de pintura mientras que a mí me temblaron los brazos al intentarlo —comenta, logrando hacerme reír por lo bajo—, y sumándole a las miles de cualidades que tienes, eres millonaria, o sea... Lo tienes todo para entrar en la definición de la palabra "perfecta".
Nuestro momento de conversación se interrumpe cuando el mozo regresa con nuestros platos. Coloca los platos frente a nosotros y luego las copas con nuestras respectivas bebidas, para al final dejar la jarra con agua, todo con una amable sonrisa en su rostro.
—Buen provecho —dice el mozo con entusiasmo antes de retirarse.
Observo el plato con entusiasmo. Una exquisita mariscada con camarones, langostinos, pulpo y pescado frescos, cocidos a la perfección y servidos en una base de caldo de pescado, todo esto sazonado con una mezcla de pimiento picante y servido con una variedad de salsas, como la salsa de ajo y limón, y se remata con queso derretido que realza su sabor.
Tomo un tenedor para probar un poco de la comida. Un sabor delicioso inunda mi boca, y no puedo evitar expresar mi satisfacción.
—Oh my God, esto está riquísimo —comento con una sonrisa, dando otro bocado—. Realmente saben cómo hacer mariscos aquí.
Gael, por su parte, asiente y sonríe, pero puedo ver en sus ojos que algo no está bien. Se las arregla para disimular, pero conozco al boy lo suficientemente bien como para saber que algo le molesta. Después de dos bocados, pasa la servilleta por su frente con disimulo, como si estuviera sudando un poco.
—¿Te gusta? —pregunto, preocupada, sin poder dejar de observarlo.
—Sí, sí, está buenísimo —responde , aunque su voz suena un poco forzada.
Algo no va bien y se le nota. Parpadea un par de veces a la vez que hace grandes bocanadas de aire, y luego toma un trago largo de su refresco de coca, como si estuviera tratando de apaciguar el fuego en su boca.
—¿Estás seguro? —insisto, mirándolo con curiosidad—. Boy, si no te gusta el picante puedo pedir algo más suave para ti.
—No, no, está perfecto —dice con una sonrisa tensa, aunque ahora está sudando un poco más.
Decido dejarlo tranquilo por el momento, porque es su decisión estar así, pero no puedo evitar reír ante su intento de ocultar que está sufriendo un poco con el picante.
Suelto un suspiro y muevo con disimulo la jarra hacia él, quien parece no estar prestándome atención por estar concentrado en la comida.
—Tal vez esto te ayude a refrescarte un poco —sugiero.
Gael asiente con gratitud y toma un largo trago de agua antes de continuar comiendo. Estoy segura de que se recuperará pronto, pero no puedo evitar divertirme un poco con su reacción al picante. Lo más divertido es verlo echar agua también a la comida.
—Si cambias de opinión, no dudes en decirlo —comento con una sonrisa traviesa mientras tomo otro bocado del delicioso platillo.
Después de comer volvimos a casa y el transcurso fue divertidísimo para mí, porque Gael básicamente fue todo el camino con la lengua afuera. Supongo que esto fue una lección para él sobre no hacer algo solo para impresionar a otra persona.
Llegamos hasta mi casa y nos detenemos frente a la entrada, giro a verlo y puedo notar que el sonrojo de su rostro ha disminuido bastante, así que supongo que ya no le arde tanto la lengua.
—Te hablo luego para acordar qué hacer para el cumple de Renu, si vamos juntos o no, okay? —propongo, mirándolo fijo a los ojos.
—Claro —responde, asintiendo con la cabeza.
—¿Sabes? Me gusta la sensación de picor que me quedaron en los labios gracias a la comida y a que luego volví a ponerme brillo labial —comento por pura maldad, mirándolo a los ojos—. Anyway, nos vemos, boy —digo, acercándome a él con los labios estirados como si fuera a darle un beso.
—Eh, sí, nos vemos, fresita —se apresura a decir, dándome un fugaz beso en la mejilla para evitar besarme, cosa que me hace sonreír divertida mientras lo veo irse con una rapidez sorprendente. Cobarde.
---***---
Llegamos a casa de Valentina, la mejor amiga de Renata y en donde se festejará su cumpleaños, junto con Devra, Riley y Cinthia, quienes por suerte ya volvieron de sus vacaciones. Gael decidió venir luego con sus amigos y me pareció un buen plan que cada uno venga por su lado.
La puerta es abierta por una hermosa y encantadora Renata, y al verla se me es imposible no chillar de felicidad por ella. La abrazo con fuerza, logrando hacerla reír mientras me corresponde el gesto.
—¡Happy birthday, baby! —exclamo con alegría, alejándome de ella para poder tenderle mi regalo—. Espero que te guste.
—No tenías que hacerlo, Katy —asegura, aceptando la bolsa de todas formas mientras me sonríe con cariño.
—Oh my God, Chanel —habla Valentina, quien apareció detrás de Renu, agarrando la bolsa que acabo de darle a la rubia y mirarla con asombro—. Mi cumpleaños es el 13 de agosto —dice, mirándome con amabilidad, mientras parpadea un par de veces tratando de parecer inocente.
—Que coincidencia, las dos pelirrojas cumplimos años en agosto —contesto, fingiendo no haber entendido su indirecta.
Después de que las demás saludaran a Renata, ingresamos a casa de Valentina y, como siempre, me detengo a mirar a mi alrededor. Es muy bonita.
Saludo a varias personas que conozco con una sonrisa, mientras espero que las chicas vuelvan de dejar nuestros sacos y bolsos. Diviso a Axel a lo lejos junto a Nacho y una chica castaña bastante parecida a Renata, pero eso no es lo que llama mi atención, si no el hecho de que Axel ahora es castaño. Al parecer siente que alguien lo está mirando, porque comienza a buscar por todas partes a dicha persona, hasta que nuestros ojos se encuentran y sonríe.
—¡Calabacita! —exclama, llamando la atención de varios presentes, haciendo que gire a ver hacia otro lado, como si yo también estuviera buscando a la persona que le dijo así.
No tengo mucho tiempo de fingir, que ya tengo a Axel frente a mí, sonriéndome divertido. Sin esperármelo, me abraza con fuerza, haciendo que yo también termine sonriendo.
—Te dije que quería que la gente sepa que somos amigos —digo, mientras le correspondo al abrazo y puedo sentir su cuerpo moverse debido a la risa—. Además, la chica con la que estabas parece querer asesinarme con la mirada, o también puede ser que sea a ti y no a mí, I don't know —advierto, mirado a la castaña que está con los brazos cruzados y no aparta la mirada de nosotros dos, mientras Nacho está a su lado sonriendo divertido.
—Disfrútalo por hoy, porque te extrañé —responde, alejándose de mí para poder acariciar mi cabeza desordenando mi cabello, logrando fastidiarme cosa que lo hace sonreír—. Ignórala, es mi prima y salió hoy del loquero —comenta burlón, girando a verla por encima de su hombro, haciendo que la chica le enseñe su dedo del medio antes de volver a hablar con Nacho.
—Yo no —miento, para luego volver a mirar su cabeza—. ¿Dónde está mi rubio? I miss him.
—Oh, ¿esto? —inquiere, señalando su cabeza para después acariciar su cabello con una mano—. Bueno, han pasado cosas este verano.
—¿Eso es bueno o malo? —cuestiono, sin poder dejar de ver su ahora cabellera castaña.
—Depende de quién pregunte —responde, haciéndome reír por lo bajo—. ¿Y tu verano? ¿Qué tal?
—Pues...
—¡¿Y mí rubio?! —grita alguien atrás de mí, haciendo que no pueda terminar de responder. Giro para ver de quién se trata y puedo ver a Gael junto a sus amigos caminar hasta nosotros, pero mi mirada se centra en una sola persona: Lauren.
¿Qué hace aquí? Hasta donde creo saber, Renata no la conoce, no trataron nunca, y si fuera al contrario lo sabría, porque en ese caso conocería a Lauren ya que conozco a todos los que Renata conoce en Balwer. ¿Gael la invitó? ¿Por qué?
Me sorprendo en cuanto Gael me saluda con un corto beso en los labios, para luego abrazar fugazmente a Axel con efusividad. Seguido de él, los demás nos saludan con la mano.
—Estaba cansado de que los normales estuvieran en desventaja por mi hermosa cabellera dorada, así que me teñí —bromea Axel, haciendo sonreír divertido a Gael.
—Pues en lo personal, los rubios me parecen desabridos, a mí me gustan los castaños —habla Lauren, haciendo que todos giremos a verla, pero ella solo ve a Axel con una ceja alzada.
Mi mirada automáticamente va a Gael, y no soy la única, Liam y Kendall también lo miran de reojo, pero él parece estar tranquilo.
—Disculpa, ¿y tú eres? —cuestiona Axel, abrazándome por los hombros mientras mira a Lauren con una pizca de interés.
No sé si habrá sentido mi incomodidad ante el comentario de ella o me abrazó solo porque sí, pero aun así estoy agradecida por este gesto, porque siento que puedo apoyarme en alguien ahora mismo.
—¡Lauren! —exclama Devra, acercándose a nosotros junto a las demás chicas, mientras sonríe un poco forzosa hacia la castaña.
Noto como Liam y Riley se miran de reojo de una forma rara, pero decido ignorarlo por el momento, porque ahora mismo ni siquiera puedo con mi sistema nervioso.
Desde que Lauren apareció que a Devra le cae mal. Me asegura que ella tiene dobles intenciones con Gael, igual que le preste suma atención a Gael cada que se trate de ella. Aun así, yo me cansé de asegurarle que él y yo no somos nada, así que puede hacer lo que quiera.
—Como oíste, ex rubio, soy Lauren —responde, mirando fijamente a Ax quien asiente con la cabeza algo comprensivo.
—Ajá, ¿pero quién eres y qué haces aquí? —pregunta Axel, después de saludar a mis amigas con una sonrisa.
—No tengo por qué responderte, ¿o sí? —cuestiona Lauren, cruzándose de brazos y mostrándose un poco molesta ante el tono de voz de Ax—. Ni siquiera la cumpleañera me hizo esa pregunta.
—Es porque mi hermana es muy buena, pero yo no puedo permitir que cualquiera entre a su fiesta de cumpleaños —contesta Axel, un poco a la defensiva, sin apartar su brazo de mis hombros.
Algo en el rostro parece cambiar, porque parpadea un par de veces, sintiéndose como apenada de repente.
—Oh —balbucea, para luego sonreír con inocencia, como si no hubiera pasado nada—. En ese caso, mucho gusto, soy Lauren, una vieja amiga de Gael —saluda, extendiendo su mano hacia Axel, sin dejar de sonreír con amabilidad.
—Que sepas que te estaré vigilando —dice Ax, aceptando su apretón de manos, lo cual la hace sonreír nerviosa—. Me estabas contando sobre tu verano —menciona, girando a verme curioso, como si todo lo anterior ya no tuviera importancia.
Abro la boca para responderle que ya no importa, cuando Riley a mi lado habla y giro a verla, pero no me está viendo a mí o a alguno de nosotros, está viendo en dirección a la puerta con una expresión de incredulidad.
—Oh my God —digo, igual de incrédula que ella, sin poder creer la belleza que estoy viendo ahora mismo.
Mis ojos se ensanchan mientras observo al chico que se detiene bajo el umbral buscando con su mirada a alguien, incapaz de contener mi asombro. En ese momento, parece que el mismísimo sol se ha materializado en forma humana. Su belleza es deslumbrante, y siento como si el aire se volviera más ligero a su alrededor.
El rubio tiene una estatura impresionante, quizás no es tan alto como Axel, pero sin duda está al nivel de Gael. Su sonrisa irradia encanto, con hoyuelos juguetones en ambas mejillas que solo aumentan su atractivo. Sus ojos azules parecen tener el poder de hipnotizarte, y su cuerpo está perfectamente esculpido, sugiriendo una dedicación a la actividad física que es difícil de ignorar.
En todos mis años de vida, estoy segura de que nunca antes había visto a alguien tan hermoso, atractivo y sensual como él. Me atrevería a decir que persona en general, pero en este momento, al ver a Renata acercarse a él y abrazarlo efusivamente, estoy convencida de que ella es la chica más hermosa que he visto en mi vida. Y eso que veo chicas hermosas a diario, pero Renata definitivamente encabeza la lista.
—¿Dije que no me gustaban los rubios? Bueno, pues puede que él sea el primero —habla Lauren, y más que molestarme su comentario, la entiendo. De hecho, a mí tampoco me gustan los rubios, pero él... Hasta me roba los suspiros, y sé que no soy la única.
—Jamás dudé de ser completamente lesbiana, hasta ahora —dice Kendall, también sin poder dejar de verlo.
—Por dos —responden Cinthia y Nathalia a unísono.
—Son unas asquerosas —asegura Axel, alejándose de mí para comenzar a caminar en dirección del rubio—. No sean babosas, un poco de respeto a mi primo, por favor —pide, antes de alejarse por completo de nosotros.
—Definitivamente los genes de esta familia están bendecidos —comenta Gael, haciendo que todos asientan con la cabeza—. Oigan, ¿por qué Emily es pelinegra si todos en su familia aparentan ser rubios?
—Ella es castaña —digo, señalando a la chica que estaba antes con Axel cuando llegué—. Es su prima —informo, sin dejar de verlos.
Vemos como ella también se acerca al rubio para saludarlo, y puedo escuchar a los chicos balbucear o suspirar.
—Wow —murmura Liam, sin poder dejar de ver a la familia Vescovi—. ¿Soy yo o es muy parecida a Renata?
—Impresionante tu descubrimiento —responde Joe, mirando a Liam como si fuera un tonto—. Raro sería si no fueran primas. Igual Renata es más linda.
—Connor y su primo, este... ¿Cómo se llama? —inquiere Liam, chasqueando con sus dedos en dirección al moreno—. Victorio, si, eso. Connor y Victorio no se parecen ni siquiera en la forma del cabello.
Joe gira a ver a Connor, para luego entrecerrar los ojos, como si estuviera tratando de recordar cómo es Vico.
—No, bueno sí, tienes razón —cede Joe, asintiendo con la cabeza, dándole la razón a Liam.
—Oigan, pero Renata está rodeada de amigos lindos —dice Cinthia, señalando con su cabeza a otros dos chicos que sí conozco.
—Y no son cualquiera —comento, sin dejar de verlos—. Ellos pertenecen a la élite. Tiziano Geller y Sean Walsh —informo, sonriéndoles de manera amable en cuanto cruzamos mirada, haciendo que ambos me saluden con la mano.
—¿Se conocen? —cuestiona Gael, haciendo que gire a verlo, notando que él ya estaba mirándome.
—Algo así, sí —respondo, asintiendo con la cabeza—. En las cenas importantes a las que voy con mi mamá suelo verlos por ahí. Oh my God —murmuro sorprendida de ver quienes acaban de llegar.
—¿Y ellos quienes son? —inquiere Nathalia, mirando también con curiosidad a los nuevos invitados.
—Los hijos de mi diseñadora favorita —aseguro, sin poder dejar de ver como Renata los saluda como si fueran amigos de toda la vida—. La mayoría de mi guardarropa es de su marca.
—Yo sabía que tenía que hacerme amigo de Renata para codearme con este tipo de gente —menciona Connor, negando con la cabeza, haciendo reír a varios de sus amigos—. Bueno, si seguimos aquí observando a cada invitado, creerán que somos unos acosadores. Así que, separémonos. A bailar, beber o lo que se les cante hacer.
—Esperen —pide Lauren, antes de que todos se vayan por su lado—. ¿Quién es él? —pregunta, señalando con su cabeza al grupo de amigos de Renata.
—¿Quién? —cuestiona Gael, mirando también en esa dirección.
—El castaño que está al lado del tal Axel —responde, sin dejar de mirar.
—Es Nacho —responde Liam, sonriendo casi que orgulloso—. Un tipazo de lo mejor —asegura, encantado de hablar de él. Que chistoso, él habla así de Nacho, mientras que Gael habla de la misma forma pero de Axel—. Bueno, andando.
Los amigos asintieron y se dispersaron en diferentes direcciones, siguiendo su propio rumbo en la animada fiesta. Algunos se dirigieron hacia el centro de la sala que hace de pista de baile, otros se dirigieron al área de bebidas y algunos simplemente se sumergieron en la conversación y la diversión que llenaba el lugar.
La música sonaba a todo volumen, y las luces parpadeantes creaban un ambiente vibrante y enérgico. Gael me dijo que iría por bebida para ambos, mientras que yo me quedo a bailar con Devra y Kendall.
La "pista" de baile está llena de personas que se mueven al ritmo de la música. Devra, Kendall y yo nos unimos, y juntas comenzamos a bailar al compás de la música, riendo y disfrutando del momento.
Las luces parpadeantes hacían que la pista de baile pareciera un mundo de colores y sombras en constante movimiento. La música seguía bombeando energía en la multitud, y podía sentir la emoción palpable en el aire. Estábamos completamente inmersas en la diversión de la fiesta.
Luego de casi una hora bailando, me dirijo a la mesa de bebidas para tomar algo y al rato Devra se une a mí.
—Kate, acompáñame a hablar con el primo de Renata, por fa —pide, girando a verme mientras hace un mohín con su labio inferior.
—¿Y eso? —cuestiono curiosa, dejado mi vaso sobre la mesa—. ¿Desde cuándo necesitas acompañante para coquetear?
—Nunca lo necesité, pero es que... —Suspira y gira a ver al chico—. Es demasiado hermoso y me cohíbe un poco —admite, volviendo a verme, haciendo que alce mis cejas sorprendida—. Te necesito de apoyo moral.
—Está bien, vamos —cedo, moviendo mi cabeza en su dirección—. Aprovecha ahora que está solo, porque desde hace rato que chicas se le acercan.
—Por eso mismo —comenta divertida, agarrando mi mano para tirar de mí en dirección a él.
Siento mi estómago hundirse en cuanto él nota que nos estamos acercando y sonríe de manera amable, aunque aun así se ve malditamente sexy.
—Hola, ¿eres primo de Renata? —cuestiona Devra, una vez que estamos frente a él.
Se endereza para mirarnos mejor, puesto que estaba apoyado contra la pared y nos da su atención.
—Así es —responde y puedo jurar que se me olvidó como respirar ante su voz grave y seductora—. ¿Ustedes son amigas de mi primita?
—Se podría decir —contesta Devra, meneando su cabeza de un lado a otro—. Éramos compañeras en las porristas, antes de que le cediera su lugar a mi buen amiga aquí presente —comenta, señalándome con la mano, haciendo que el rubio pose sus intensos ojos azules en mí—. Devra, mucho gusto —se presenta, extendiendo su mano hacia él.
—Lucas —responde, aceptando el apretón de mano, antes de girarse a mí y verme con una ceja alzada—. ¿Y tú cómo te llamas chica que, aparentemente, le decepcionó mi nombre? —pregunta ligeramente divertido.
—Kate —digo, sonriendo divertida sin poder evitarlo, mientras acepto su apretón de manos—. Y no es decepción, es disgusto —aseguro, tomándolo completamente por sorpresa, y puedo sentir como Devra me da un pequeño codazo en el brazo—. Mi ex se llama Luca.
—¿Luca? ¿Sin S? —inquiere, relativamente sorprendido ante mi confesión. Asiento con la cabeza, a lo que él chasquea su lengua de manera reprobatoria—. Los Luca son unos desgraciados, en cambio los Lucas, con S, somos todo lo contrario. Divertidos, encantadores, inteligentes.
—¿Tienes pruebas? —cuestiona Devra, lanzándole su típica mirada sensual y coqueta, la que dice que va por todo.
El primo de Renata, Lucas, sonríe aparentemente divertido por la situación, mientras rasca su barbilla y asiente con la cabeza.
—Me encantaría enseñártelas, pero no creo que quieras tener problemas con mi primita —menciona, logrando confundirnos a ambas—. Me permitió asistir, pero con la condición de no enseñarle mis... pruebas, a ninguna de sus amigas o invitadas. —Se encoge de hombros, restándole importancia al asunto.
—No pensaba que Renata fuera así de celosa —admito sorprendida, girando para buscarla y la veo hablando muy animada con Tiziano—. ¿Y tú? ¿No la celas?
—Siento que tiene suficiente con Axel —asegura, señalando con su mentón hacia el, ahora, castaño chico que no deja de mirar de mala forma al pobre de Tiziano, haciéndome reír por lo bajo—. Espera un minuto, a ti sí te conozco —menciona, mirándome fijamente mientras frunce el ceño, tratando de recordar de dónde.
—He ido varias veces a casa de Renata porque soy más amiga de Ax que de Renu, pero yo jamás te he visto a ti —respondo dudosa, frunciendo también el ceño ante su comentario.
—¿Más amiga de Ax? —inquiere, pensativo, hasta que chasquea los dedos y sonríe divertido—. La pelirroja, porrista y popular amiga de Ax, esa eres tú.
—¿Qué? —preguntamos Devra y yo a unísono, haciendo que ambas nos veamos por unos segundos, antes de volver a verlo confundidas.
—Digamos que hay una pequeña rubia muy amiga de mi primita menor que te odia —confiesa, sonriendo divertido sin poder evitarlo—. Según ella, finges el querer ser solo amiga de Ax y que secretamente, de seguro, gustas de él. Dime, ¿es eso cierto?
Pienso con rapidez de quién podría estar hablando, hasta que una luz parece encenderse en mi cabeza, porque sin poder ocultarlo suelto una carcajada al saber que tenía razón al respecto de ella y que gusta de Axel, aun cuando él mismo se ha cansado de negarlo.
En medio de la carcajada, Gael grita desde el otro lado de la habitación: "¡La pelirroja tiene pareja!". Mi risa se congela en mi garganta, y siento cómo mis mejillas se vuelven del color de mi cabello. Lucas sonríe, entre sorprendido, divertido y un tanto confundido, mientras que Devra suelta una risa ahogada.
—Vaya, parece que tienes a un defensor muy territorial —dice Lucas, divertido por la situación, para luego alzar su pulgar en dirección -según yo- a Gael.
Trato de recuperar la compostura mientras giro a ver a Gael, quien se encuentra rodeado de amigos y lleva una sonrisa traviesa en el rostro, mirándome con inocencia a la vez que alza su vaso en nuestra dirección.
—Qué vergüenza —comento, volviendo a ver a Lucas.
—Es lindo —asegura él, frunciendo su nariz—. No soy partidario de los celos, pero él es tiernito y desde que llegaste no te ha quitado los ojos de encima —menciona, mirándolo de reojo antes de volver a verme fijamente—. ¿Cuánto a que, si me acerco un paso, viene a querer incluirse en nuestra charla?
—Yo quiero ver eso —dice Devra, igual de divertida que el rubio frente a mí.
—Yo creo que en vez de que venga Gael, vendrá Renata —opino, tratando de no intimidarme ante su mirada.
—Averigüémoslo —propone, sonriendo de manera ladina mientras da un paso en mi dirección, haciendo que sienta como la respiración se atora en mi garganta.
No pasa mucho cuando tanto Renata como Gael aparecen, haciendo que él alce sus cejas divertido y me guiñe un ojo con complicidad antes de ser alejado por su prima, obligándolo a bailar con ella.
—Se ve que es bien divertido el primo de Renata —habla Gael, logrando que tanto Devra como yo giremos a verlo—. Digo, porque ustedes dos no paraban de sonreír y reír ante cada cosa que él decía.
Devra suelta una risa ahogada, para luego palmear el hombro de Gael antes de alejarse de nosotros, dejándonos solos.
—Bastante, sí —respondo, sonriendo divertida sin poder evitarlo, mientras lo veo a los ojos, dándome cuenta de que Lucas podrá ser muy atractivo y todo, pero dudo que pueda encantarme como lo hace Gael.
—¿Más que yo? —pregunta temerario, incluso puedo verlo tragar saliva.
—¿Estás celoso? —cuestiono, acercándome para quedar más cerca y así poder escucharlo mejor.
—¿Yo? ¿De ese chico que te da miedo de verlo tanto por temor a desgastar su hermosura? ¿De ese chico que, creo yo, si se lo propone puede voltear a quien quiera como panqueque? Imposible —asegura, negando con la cabeza, lo cual solo hace que mi sonrisa se ensanche—. Pero no me respondiste.
—¿Más divertido que tú? —inquiero, tratando de saber si a eso se refiere, a lo que él asiente con la cabeza—. Imposible —afirmo, para luego darle un fugaz beso en los labios—. ¿Bailemos?
Asiente con la cabeza mientras balbucea un "sí" poco entendible, mirándome embobado, como si ese solo gesto lo hubiera descolocado, haciéndome sonreír fascinada.
Entrelazo nuestros dedos y tiro de él para unirnos a los demás en medio del baile.
✨️ GAEL✨️
Si me hubieran dicho hace seis meses atrás que ahora mismo estaría caminando por el centro comercial, agarrado de la mano de mi novia, Kate Baker, acompañándola a comprarse ropa, me le habría reído en la cara durante todo el año escolar y de seguro lo catalogaría como el ser más divertido del planeta tierra. Pero, aquí estoy, disfrutando de poder acompañar a la fresita a hacer las cosas que a ella tanto le gusta, como comprarse ropa.
Aunque al principio esto de ir de compras no era lo mío, con el tiempo he aprendido a disfrutarlo, y más aún, a disfrutar de cada momento que paso junto a Kate. Verla sonreír mientras elige ropa que le gusta, recibir su consejo sobre qué me quedaría bien o escucharla hablar emocionada de los detalles de cada prenda, es algo que valoro profundamente.
Kate se ha convertido en una parte fundamental de mi vida, y estoy agradecido por cada día que paso a su lado. A veces, la vida nos sorprende con giros inesperados, y en este caso, ha sido para mejor. Estar con Kate me ha enseñado a apreciar las cosas pequeñas y a disfrutar de los momentos simples que compartimos juntos.
—Te quiero y todo, pero por favor, dale un descanso a mis pobres piernas —suplico, sentándome en una de las bancas, dejando caer todas las bolsas que cargo—. ¿Cómo haces para caminar a todos lados con esas cosas tan altas? —inquiero, mirando sus zapatos de tacón.
—Llega un punto en el que te acostumbras —responde, encogiéndose de hombros mientras mira también sus zapatos, para luego levantar la cabeza y mirarme—. Allright, go —dice, logrando confundirme—. Te invitaré a comer lo que tú quieras.
—¿Hamburguesa doble con papas fritas? —pregunto esperanzado, levantándome de repente para quedar frente a ella, logrando hacerla sonreír.
—Lo que tú quieras, chiquito —contesta, tocando la punta de mi nariz con rapidez, en un gesto lindo y divertido.
—Así que por esto es que Connor siempre me insistía en juntarme con gente millonaria —comento de manera pensativa, haciéndola reír por lo bajo mientras yo sonrío divertido—. Está bien, vamos, espero que luego no te arrepientas —amenazo en broma, agarrando las bolsas del suelo, para luego entrelazar mis dedos con los de ella y comenzar a caminar en dirección a la sección de comida.
—Imposible.
Llegamos a un restaurante familiar llamado "Baker's Grill," un lugar conocido por sus deliciosas hamburguesas y ambiente acogedor. Justo cuando estábamos a punto de entrar, Kate detuvo su caminar de repente, haciendo que me volteara hacia ella.
—¿Todo bien? —pregunto preocupado, frunciendo el ceño al notar su expresión. Pareciera aturdida, como si acabara de ver un fantasma.
Giro tratando de buscar lo que ella esta viendo, pero no logro encontrar nada fuera de lo común que lograra ponerla así. Vuelvo a verla, notando que su expresión no ha cambiado nada.
—¿Fresita? —cuestiono, apretando su mano para tratar de llamar su atención.
La veo parpadear un par de veces, aun algo confundida y aturdida, mientras me mira pensativa.
—Am... —balbucea, para luego relamer su labio inferior y tragar saliva—. ¿Sabes? Olvidé que mi mamá me dijo que me necesitaba en la casa temprano, am... —Traga nuevamente saliva, mirando de reojo a otro lado dentro del local antes de volver a verme—. ¿Te molesta si...?
—No, claro —respondo antes de que termine la pregunta, negando con la cabeza, sintiéndome preocupado por ella—. Vamos.
—No —se apresura en decir, tomándome por sorpresa—. I mean... Debo de pasar por un lugar antes y, you know... Am... —balbucea con algo de dificultad, y suelta un suspiro—. ¿Te molestaría ir solo a casa? Puedes quedarte y disfrutar de la hamburguesa, es más, puedo dejártela pagada si gustas, no hay problema con ello.
Kate parece incómoda y nerviosa, y su pedido de que fuera solo a casa me sorprendió. Sin embargo, no quiero presionarla si había algo en su mente que necesitaba resolver o hacer.
—Claro, no hay problema, fresita. Ve y ocúpate de lo que necesitas hacer. No te preocupes por la hamburguesa, puedo encargarme de eso —respondo con calma, tratando de tranquilizarla—. Pero —Agarro su brazo antes de que se vaya, haciendo que gire a verme—, ¿segura estás bien?
—Sí, sí, te hablo luego.
Sin decir más, se suelta de mi agarre y comienza a caminar a paso rápido lejos de mí. Bajo la vista a mis manos, notando que se olvida algunas de sus bolsas, y cuando vuelvo a verla, noto que está bastante lejos como para poder alcanzarla.
Suelto un suspiro, sintiéndome inquieto al no saber qué fue lo que realmente pasó para que ella se pusiera así de solo estar. Pero entiendo que lo mejor que puedo hacer ahora mismo, es darle su propio espacio. Sea lo que sea que haya pasado, por lo visto es algo que necesita pensar y respirar para calmarse. Cuando sea el momento, me lo contará. Ella sabe que puede confiar en mí ante cualquier cosa.
Después de que Kate se alejó, decido seguir su consejo y disfrutar de la hamburguesa doble con papas fritas. El lugar es agradable y tranquilo, y me sumerjo en mi comida mientras intento no preocuparme demasiado por lo que había sucedido con Kate.
Cuando termino de comer, pago la cuenta y salgo del restaurante. Camino hacia casa, pensando en cómo podría hablar con Kate más tarde para asegurarme de que todo estuviera bien. ¿Será que le llevo sus compras ahora o más tarde? ¿Y si realmente su mamá le pidió algo y está ocupada? ¿Si voy en un mal momento?
Antes de poder llegar por completo a mi casa, veo a Dustin salir de esta dando un portazo, logrando preocuparme y hacer que camine rápido hasta su encuentro.
—¿Dustin? ¿Qué pasa? —pregunto, deteniéndolo en el camino.
Suelta un suspiro y se pasa una mano por el cabello desordenado, mientras vuelve a ver nuestra casa.
—Esos dos que están peleando de nuevo —informa, moviendo su cabeza en dirección a la puerta—. Estoy harto de esto, Gael.
Inhalo hondo, sintiéndome muy fastidiado de repente.
—¿Y ahora por qué pelean?
—Por lo mismo de siempre, supongo, ya que después de meses así ni tú ni yo sabemos los verdaderos motivos —responde algo borde, sintiéndose de verdad molesto—. En fin, me iré un rato a casa de Angie, no tengo ganas de estar ahí —dice, a lo que asiento con la cabeza—. ¿Quieres ir?
—No, está bien, creo que iré a lo de Kate —comento, haciendo que vuelva a asentir—. Cualquier cosa llámame.
—Lo mismo te digo —pide, antes de comenzar a caminar alejándose de mí.
Decido ir a casa de Kate para dejar sus compras y, de paso, para huir de mi casa. Si necesitan ayuda en algo, limpiar o lo que sea, no me importa, prefiero eso a que escuchar a mis padres discutir. Mientras camino hacia su casa, siento una mezcla de preocupación y curiosidad sobre lo que realmente pasó en el centro comercial. Me pregunto si Kate se siente mejor ahora o si ha tenido tiempo de resolver lo que sea que la haya perturbado.
Cuando llego a su casa, me recibe Helen, la madre de Kate, en la puerta. Su expresión es amable pero un poco sorprendida.
—¡Hola, Gael! ¿Cómo estás? —inquiere, sonriéndome de manera amable, haciendo que le corresponda al gesto.
—Hola, Helen —saludo, logrando ensanchar su sonrisa—. Vine a dejar las bolsas de compra de Kate, por lo que se fue rápido del centro comercial para llegar pronto a casa.
Helen frunce el ceño, mirándome con curiosidad y algo de confusión, para luego soltar un pequeño suspiro y cruzarse de brazos.
—Kate aún no ha vuelto del centro comercial —informa, tomándome por sorpresa—. ¿Por qué debería llegar pronto a casa?
Mi confusión aumenta. ¿Dónde podría estar Kate si no había regresado a casa? ¿No se supone que debía venir a ayudar a su mamá? Trato de encontrar una respuesta lógica mientras le respondo a Helen.
—Pensé que necesitaba estar en casa por algo importante. Ella parecía preocupada cuando nos separamos en el centro comercial —respondo, y veo como su ceño se frunce aun más.
—Eso es extraño. Kate no mencionó nada importante que hacer. ¿Dónde podría estar? —inquiere, mirándome preocupada.
—Seguro luego se arrepintió o algo y quedó comprándose más ropa —comento, tratando de tranquilizar a la pobre mujer—, y como yo me vine después de despedirnos, ya no pudo encontrarme. —Sonrío lo más creíble posible, aunque por dentro estoy nervioso.
Me siento incómodo y preocupado mientras trato de entender lo que está sucediendo. ¿Dónde podría estar Kate y por qué no ha vuelto a casa?
—Supongo que tienes razón —responde luego de algunos segundos, soltando un suspiro al intentar calmarse—. Kate puede ser un poco impulsiva a veces. Seguro se dejó llevar por las tiendas —menciona, a lo cual asiento con la cabeza, tratando de creer lo mismo—. Gracias por traer las bolsas, Gael. Le diré que pasaste una vez que llegue, para que te envíe un mensaje, ¿está bien?
—Por favor —le pido, sin poder ocultar mi preocupación, a lo que ella sonríe y asiente con la cabeza.
Me recibe las bolsas, para luego ambos despedirnos y así quedarme viendo la puerta de la casa de Kate, mientras intento pensar qué pudo haber pasado para que se fuera así y, sobre todo, me mintiera para huir.
De verdad espero que fuera solo una cuestión de compras impulsivas y que la encontraría en casa más tarde, lista para contarme lo que había sucedido en el centro comercial, y no que le haya pasado algo malo.
Cierro mis ojos con fuerza y niego con la cabeza, obligándome a eliminar esos tontos pensamientos de mi cabeza.
Suelto un suspiro y giro sobre mis talones para caminar nuevamente en dirección a mi casa, dándome cuenta que no puedo salvarme de no estar ahí. Quizá tengo suerte y, al llegar, ya no están discutiendo.
Al abrir la puerta de mi casa, me doy cuenta de lo equivocado que estaba, porque los gritos se hacen presente una vez estoy dentro. Abro la boca, dispuesto a anunciar mi llegada, pero algo que dice mi mamá hace que me calle de repente, quedándome quieto en mi lugar.
—¡¿Cuánto tiempo más vamos a vivir así, Jonathan?! —grita mi mamá, y por el temblor en su voz sé que se encuentra llorando—. Te lo advertí. Una vez lo podía dejar pasar, pero dos ya no.
Siento la respiración atorarse en mi garganta, al igual que mi cabeza comenzar a dar vueltas hasta el punto de doler por pensar tan rápido de las posibles opciones que podría estar hablando mi mamá.
—Te juro que fue la última, Mariel —asegura mi papá, quien también tiene la voz débil y temblorosa.
—Eso me dijiste la semana pasada —responde mi mamá, seca y fría—. Y el mes pasado también, y cuando te descubrí, entonces dime, ¿cuánto más tengo que esperar para que realmente sea la última?
—¿Crees que es fácil para mí?
—No sé y, a estas alturas, no me importa, Jonathan —contesta mi mamá con un tono de voz firme—. A mí quienes me importan son mis hijos, y no pienso hacerlos pasar por lo mismo otra vez.
—¡¿Y crees que a mí no me importan o qué?! —exclama mi papá, furioso de repente—. Me importas tú y los niños también, por el amor a Dios, mujer.
—¡Si te importarían no habrías hipotecado la casa aquella vez, dejándonos casi en la calle a los niños y a mí! —grita mi mamá, igual de furiosa que él, aunque también muy dolida—. Si te importáramos como dices, intentarías de verdad dejar tu maldita adicción a los juegos.
Las palabras de mi madre resonaron en el aire, llenas de rabia y dolor, y una comprensión lúgubre se apoderó de mí al darme cuenta de que la causa de sus peleas tenía que ver con el pasado. Mis recuerdos se agitaron, llevándome de regreso a un momento doloroso que había intentado olvidar.
Los gritos de Dustin y míos comienzan a resonar por mi cabeza, llevándome de nuevo a ese momento, donde se llevaban a Dustin al orfanato nuevamente, porque cuando mi papá casi pierde la casa aun estaban a pruebas con él para su adopción definitiva.
El miedo que sentí entonces, la sensación de que mi mundo se estaba derrumbando, regresó con fuerza mientras recordaba cómo casi perdí a Dustin. Mi corazón latía con fuerza y mi respiración se volvía agitada mientras procesaba la profundidad del conflicto entre mis padres.
—Me equivoqué, sí, y me arrepiento muchísimo por lo que hice, el daño que te causé a ti y a los niños —asegura mi papá, con la voz quebrada por el llanto—. Te pedí disculpas de mil formas por eso, y bien sabes que por años evité volver a un casino. Los niños y tú lo son todo para mí, Mariel. —Lo escucho suspirar, al igual que los sollozos de mi mamá—. Pero, ese día... Yo...
—Trabajé muchísimo para pagar la casa y, sobre todo, recuperar a Dustin —le recuerda mi mamá, haciendo que mi pecho se oprima—. Consolando también todas las noches a Gael, asegurándole que su hermano iba a volver. Te perdoné, sí, pero te advertí que no volvería a pasar por lo mismo, no dejaré que hagas pasar por lo mismo a nuestros hijos, porque ellos para mí están por encima de todo, incluso por el amor que te puedo llegar a tener.
—Mariel, te prometo...
—Te di tu espacio y tiempo, así eso implicara pelearme contigo por todos estos meses, creí que recapacitarías con todo esto —interrumpe mi mamá, y puedo sentir un nudo en mi garganta—. Pero no puedo más y te aseguro que los niños tampoco soportan más todo esto.
—Mariel...
—Quiero el divorcio.
Inhalo hondo, sintiendo que no puedo seguir aquí. Sintiendo como si las paredes comenzaran a cerrarse poco a poco, al punto de impedirme respirar con normalidad.
Decido salir nuevamente de la casa, pero esta vez es solo para sentarme en las escaleras del porche de la entrada para intentar tranquilizarme un poco.
Me quedé sentado en las escaleras del porche, mirando hacia el frente pero sin ver realmente nada. El peso de la situación me oprime el pecho, y siento que no puedo hacer mucho para cambiar lo que está sucediendo dentro de la casa.
La brisa suave de la tarde acaricia mi rostro, y el sonido distante de los niños jugando en el vecindario me recuerda que la vida sigue su curso normal en medio de nuestra crisis familiar. Me siento atrapado entre dos mundos, el caos emocional de mi familia y la aparente calma del exterior.
La decisión de mi madre de pedir el divorcio es un giro inesperado que sacude las bases de nuestra familia. No sé cómo es que reaccionó mi padre o cómo se desarrollará todo esto en los próximos días y semanas.
Mientras sigo sentado allí, tratando de procesar todo lo que estaba sucediendo, me doy cuenta de que Dustin también está atrapado en medio de esta tormenta. Debo asegurarme de estar allí para él, para que no le afecte mucho toda esta situación.
No tengo idea de cuánto tiempo llevo aquí, pero algo llama mi atención, haciendo que actúe antes de pensar.
—Kate.
La pelirroja detiene su caminar, sorprendida de escucharme porque al parecer no me había notado, haciendo que su acompañante también deba detenerse.
—Gael —murmura, viendo como me levanto de los pequeños escalones para acercarme hasta ellos—, ¿qué haces aquí?
—¿Sabes? Acabo de dejar las bolsas que te olvidaste en tu casa —menciono y puedo ver la sorpresa cruzar por sus ojos, como si acabara de ser descubierta haciendo algo malo—, y tu mamá me dijo que no te estaba esperando para nada, y sobre todo, aun siendo que te habías ido antes que yo, que aun no llegabas.
—Nos encontramos en el camino, la vi algo aturdida y la invité a un helado —habla Vico en su defensa, pero yo solo puedo mirar a Kate.
Sé que el enojo que siento ahora mismo es solo una fachada, que fue el primer sentimiento que pude describir y decidí usarlo para cubrir todos los demás, para tapar el realmente como me siento y que todo esto no es culpa de ella, pero no puedo evitar sentirme dolido, molesto y traicionado al saber que me mintió para estar con Victorio.
—No quiero sonar maleducado ni nada, pero no me interesa lo que tengas que decir —aseguro, girando a ver al castaño, que hace una mueca mientras asiente con la cabeza.
—Gael —dice Kate de manera recriminadora, mirándome incrédula de que haya dicho eso.
—Kate —respondo, mirándola de la misma forma.
—Bueno, creo que yo mejor ya me voy, problema de dos se arregla entre dos —comenta Victorio, pero ni Kate ni yo dejamos de vernos fijo a los ojos—. Nos vemos.
No es hasta que Victorio se aleja por completo de nosotros, que Kate suelta un suspiro y se cruza de brazos, mirándome realmente molesta.
—¿Me puedes decir por qué te comportaste así de mal con Vico? —inquiere con voz firme, demostrando lo mal que le supo mi respuesta.
—¿Me puedes decir tú por qué de repente eres una mentirosa conmigo? —contraataco, haciéndole saber lo molesto que estoy—. Si ya no querías pasar tiempo conmigo y preferías ir a pasar tiempo con Vico, no necesitaba que me mintieras, ¿sabes? Con decirlo bastaba. Tengo dos oidos que, gracias a Dios, funcionan perfectamente bien, así que podría haberte escuchado y entendido a la perfección.
Mi tono es áspero, y mi mirada refleja la confusión y el dolor que siento en este momento. No entiendo por qué Kate decidió ocultarme sus planes y mentirme. La sensación de traición se hace más intensa, y no puedo evitar expresar mi frustración.
—Pues no se nota —asegura, logrando confundirme—. Si estuvieran en perfectas condiciones como dices, estarías escuchándote la babosada que acabas de decir. —Bufo entre divertido e incrédulo por lo que acaba de decir—. Si estabas de mal humor antes, ni Vico, ni yo, tenemos la culpa.
—¿Entonces no tengo derecho de molestarme con alguien que me mintió en la cara? —cuestiono, frunciendo el ceño y mirándola fijamente a los ojos.
—Está bien, sí, te mentí —admite, haciendo que bufe por lo bajo, tratando de no responderle sarcásticamente—. Pero no fue para ir a verme con Vico, como te dijo, me lo crucé en el camino, nada más.
—Pero se ve que con él no tenías urgencia de volver a casa como conmigo.
—¿Estás celoso de Vico? —pregunta incrédula, cruzándose de brazos y alzando una ceja—. Eso es tonto, lo sabías, ¿no?
—Ahora soy tonto —comento, haciendo que ella frunza el ceño confundida y claramente irritada—. No tiene nada de tonto, porque es obvio que a él le interesas y no como amiga.
Kate suelta una carcajada que me fastidia profundamente, aumentando mi enojo y confusión.
—Por favor, Gael —dice, dejando de reír y mirándome como si de verdad fuera tonto—. Que te pongas celoso de Vico es como... Como si yo me pusiera celosa de Lauren, por ejemplo —asegura, haciendo que quien frunza el ceño incrédulo, sea yo.
—¿Qué tiene que ver Lauren en todo esto? Aquí el problema está en que, además de mentirme, no tienes el valor para decirme que prefieres la compañía de Vico que la mía —menciono, aunque esto último prefiero ponerlo a prueba que garantizarlo, porque muy dentro de mí desea creer que no es así.
—¡Por Dios, Gael! —exclama con frustración—. Desde que llegó Lauren, es Lauren esto, Lauren lo otro, y dime, ¿qué carajos hacía Lauren en el cumpleaños de Renata cuando ni siquiera se conocen?
—Axel me dijo que podía llevar a mis amigos —respondo, encogiéndome de hombros para restarle importancia al asunto.
—Pero se refería a los que todos en el instituto conocen, no a una desconocida —menciona, mirándome como si fuera obvio—. A mi también me dijo que podía invitar a mis amigos y no por eso invité a Vico.
—A diferencia de él, Lauren sí es solamente mi amiga y nada más.
—A diferencia de Lauren, Vico no es mi ex. —Sus palabras son como una patada al estómago porque no sabía que ella supiera eso. No creí que supiera lo que alguna vez tuvimos Lauren y yo—. ¿Qué? ¿Nunca pensaste en decírmelo? ¿Creíste que no me enteraría? Pues si es así, agradécele de mi parte a tu amiguito Joe, que fue quien me lo contó.
—No es eso, es solo que no le veía el sentido contarte porque lo que tuve alguna vez con ella es pasado, ya no me interesa de esa forma —aseguro, sintiéndome un poco más calmado mientras lo miro a los ojos.
—Ajá, pero aun así tuve que enterarme por otra persona —menciona, cruzándose de brazos y mirándome molesta.
—Supongo que ya estamos a mano —contraataco, sin poder evitar eliminar el fastidio de mí.
—Dios, eres imposible.
—Lo mismo digo.
Sin decir nada más, cada uno gira sobre sus talones y caminamos en direcciones opuestas. Yo hacia el interior de mi casa y, creo, ella en dirección a la suya.
---***---
Pasó una semana desde que discutimos con Kate y desde entonces no hemos vuelto a hablar, haciendo que me sienta triste, inquieto y preocupado, pero por otra parte la discusión logró mantener mi cabeza despejada y que no pensara tanto en el divorcio de mis padres, el cual ya nos lo han informado.
Dustin me sugirió ir a hablar con ella, que no podía permitir que algo así de chiquito nos afectara de tal manera, y menos cuando era un problema con solución. Y creo que tiene razón. Por eso, ahora mismo, me encuentro caminando hacia la casa de Kate, con un pequeño ramo de tulipanes hechos con papel, dispuesto a pedirle disculpas por haberme comportado como un imbécil.
Me acerco a la casa de Kate, sintiendo una mezcla de nervios y determinación. Estoy decidido a disculparme y aclarar las cosas entre nosotros. Toco el timbre y espero ansiosamente a que alguien abra la puerta.
Después de unos momentos, la puerta se abre y me encuentro con la mirada sorprendida de Helen.
—Hola, tesoro, ¿cómo estás? —me saluda, una sonrisa amable en el rostro.
—Hola, Helen. Estoy bien, gracias. ¿Kate está en casa? Me gustaría hablar con ella, si es posible —le digo, tratando de ocultar mi nerviosismo.
Helen asiente con una expresión comprensiva.
—Por supuesto. Pasa, Kate está en su habitación —informa, haciéndose a un lado para permitirme ingresar.
Agradezco su amabilidad y entro en la casa, siguiendo las indicaciones de Helen para llegar a la habitación de Kate. Mientras camino por los pasillos, me preparo mentalmente para la conversación que se avecina.
Llego a la puerta de la habitación de Kate y respiro hondo antes de tocar suavemente. Espero a que me responda, sintiendo una mezcla de ansiedad y esperanza.
—Adelante —se escucha desde adentro, y sé que ya no tengo más tiempo.
Abro la puerta y asomo mi cabeza de a poco, logrando llamar la atención de mi pelirroja favorita en todo el mundo, haciendo que me mire entre feliz y sorprendida.
—Gael —dice, levantándose de la cama y dejando su portátil a un lado, para poder acercarse a mí mientras acomoda su pijama—, perdona que esté así —menciona, refiriéndose a su atuendo—, es solo que...
—Estás hermosa —aseguro, adentrándome por completo mientras la miro fascinado, tratando de ocultar el ramo detrás de mi espalda—. Siempre lo estás, de hecho.
La veo bajar la cabeza a la vez que sonríe, haciendo que mi corazón se aloque, pero a su vez, logrando aliviarme bastante.
—Y... ¿qué haces aquí? —cuestiona, volviendo a verme a los ojos.
—Primero, para darte esto —respondo, tendiéndole el pequeño ramo de tulipanes, logrando sorprenderla y puedo ver sus ojos brillar con emoción—. Segundo, para disculparme por lo idiota que fui hace unos días.
Kate recibe mi regalo con una sonrisa encantada, y sus ojos brillan con emoción. Sus palabras me llenan de alivio, sabiendo que aprecia mi gesto y que quizás haya una oportunidad de enmendar las cosas entre nosotros.
—Son hermosos, boy. Gracias —expresa con gratitud, y eso hace que mi corazón se sienta más ligero—. Entiendo por qué te sentiste molesto. Yo también me pasé con lo que dije. No debería haberte ocultado nada, y lamento que haya causado esa discusión —admite, mirándome con sinceridad.
Respiro aliviado al escuchar sus palabras. Estamos en la misma página, y eso es un buen comienzo.
—No fue solo tu culpa, yo también reaccioné de manera exagerada. No debería haberte tratado así —le digo sinceramente—. Temía que me quisieras terminar por todo esto, y te juro que ese pensamiento lleva días teniéndome mal. —Río por lo bajo al escucharme un poco tonto, pero al ver que ella no se ríe, es más, me mira confundida, la sonrisa se me borra.
—¿Terminar? —inquiere claramente dudosa y confundida, como si no entendiera de lo que hablo—. Pero si nosotros no estamos saliendo.
———🍓🍓🍓———
¡Feliz 1er año de publicación de AAN! Hace un año que empecé a publicar esta historia como Aquel Año Nuestro y dejé atrás la versión de ¿Fresa yo? ¡Obvio no!
Ahora sí: ¡Hola, hola, hola! ¿Cómo están?
"¿Terminar? Pero si nosotros no estamos saliendo" Alguien más lo sintió como una apuñalada o solo yo?
Qué piensan sobre el comentario de Lauren sobre que le gustan los castaños? Fue con o sin intención para Gael?
Si quieren saber más sobre la familia Vescovi y el por qué Axelito bebé se tiñó de castaño, pueden ir a leer Mala suerte que está completa ah
Qué piensan que le pudo haber pasado a Kate para que de repente haya querido HUIR del centro comercial?
LOS PAPÁS DE GAEL SE VAN A DIVORCIAR??
Ustedes pensaban que era porque Jonathan es ludopata o infiel?
En fin, qué tal el cap? ahjashdad
Recuerden: Los amoo
XOXO, C.A
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