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026.

✨️ GAEL ✨️

La oscuridad de la madrugada envuelve mi habitación, y me despierto sobresaltado por los gritos que resuenan a través de las paredes. Me incorporo en la cama, confundido, tratando de distinguir la realidad de la pesadilla que parece seguirme incluso en la vigilia. Mi corazón late con fuerza, mientras lucho por comprender lo que está sucediendo.

Me quedo recostado en la cama, enredado en las sábanas, tratando de separar los sonidos, de entender por qué esta vez su disgusto es tan fuerte. Los gritos son más claros ahora, rompiendo la calma de la noche con su ferocidad. La voz de mi madre, llena de angustia y desesperación, se mezcla con la de mi padre, cargada de furia y resentimiento. Un nudo se forma en mi estómago, una mezcla de incomprensión, preocupación y miedo. No es la primera vez que presencio estas peleas, pero no esperaba que me golpeara con la misma intensidad.

El reloj en la mesita de noche marca las horas que avanzan implacablemente, pero parece que el tiempo se ha detenido en este instante de tensión. La necesidad de entender, impulsan a mis pies a tocar el frío suelo de la habitación y levantarme con cautela, procurando no hacer ruido. Me abrazo a mí mismo, como si eso pudiera ofrecerme algún tipo de consuelo. 

La madera cruje bajo mi peso, y mi mano se cierra alrededor del pomo con una mezcla de ansiedad y determinación. Giro la perilla suavemente y la puerta se abre con un chirrido mínimo, revelando el pasillo oscuro iluminado apenas por la tenue luz de la luna entrando por algunas de las ventanas.

Avanzo con cautela, pasando frente a las puertas de la habitación de mi hermano, quien espero siga sumido en un sueño tranquilo, el baño y la oficina de mi papá. Mi pulso se acelera a medida que me acerco al origen de los gritos, y finalmente llego al umbral de la sala de estar.

La vista ante mis ojos es desoladora. Mi madre está de pie, con la postura tensa y los ojos enrojecidos por el llanto. Mi padre, con la mandíbula apretada y los puños cerrados, está sentado en el sofá, mirándola con una mezcla de furia y desesperación. Las palabras vuelan entre ellos como dardos afilados, llenos de acusaciones y reproches.

Me quedo en la entrada, sintiendo como si estuviera atrapado en medio de un torbellino emocional. No debería estar viendo esto, debería ser invisible, pero algo en mí me impide retroceder. Mi confusión y angustia se entremezclan mientras intento comprender la profundidad de su conflicto.

Mi madre levanta la voz, sus palabras tintinean en el aire como cristales rotos. Mi padre se pone de pie abruptamente, su expresión es una mezcla de ira y dolor. Las lágrimas empiezan a empañar mi visión mientras observo esta lucha que parece desgarrarlos a ambos. Cada palabra que intercambian es como un golpe a mi propio corazón, un recordatorio de la fragilidad de lo que creíamos seguro.

Quiero intervenir, quiero detener esta tormenta, recordándome a mí mismo que ya no soy un niño, que ahora soy lo suficientemente grande para poder hacerlo, pero me siento paralizado en mi lugar. No puedo hacer más que ser testigo silencioso de esta batalla que no debería estar pasando. El nudo en mi garganta aprieta con cada segundo que pasa, y mi pecho se siente lleno de un pesar inmenso.

La discusión continúa, las palabras se agitan en una danza dolorosa. Mi mente es un torbellino de emociones confusas, una mezcla de tristeza, enojo y desesperación. Me pregunto si alguna vez encontrarán una solución, si podrán superar esta tormenta que amenaza con destruir lo que, para mí, es una familia unida.

Las palabras siguen siendo arrojadas como puñales, y siento cómo mi pecho se aprieta con cada una de ellas. Mi madre se quiebra, su voz se desgarra en un sollozo doloroso. Intenta responder, intenta defenderse, pero sus palabras se desvanecen en el aire cargado de hostilidad.

Mi padre, aún lleno de furia, da un paso atrás, mirándola con un gesto de desprecio. Es entonces cuando decido intervenir, mis pies se mueven por sí solos, mi voz resuena en la habitación.

—¡Basta! —exclamo, mi voz es más fuerte de lo que imaginé, y ambos se giran hacia mí, sorprendidos por mi presencia.

El silencio cae sobre nosotros, pesado y denso. Las miradas de mis padres se encuentran con la mía, y por un momento, todo se detiene. Mi madre parece darse cuenta de la situación, sus lágrimas siguen rodando por sus mejillas, pero su expresión se suaviza. Mi padre, por otro lado, muestra un rastro de sorpresa y, quizás, arrepentimiento en sus ojos.

—Gael... —musita mi madre, su voz quebrada.

—No deberías estar aquí, hijo —dice mi padre, su voz es más calmada, pero aún cargada de tensión—. Ve a dormir, por favor.

Pero no me muevo, no retrocedo. Mi mirada va de uno a otro, sintiendo la confusión, la tristeza y la rabia que emanan de ambos. No sé cómo resolver esto, no sé cómo sanar las heridas que se han abierto entre ellos.

—Solo quiero que se detengan —digo, mi voz es un susurro lleno de desesperación—. Dustin está durmiendo, ¿no se dan cuenta? 

El silencio persiste por un momento más, y luego mi madre da un paso hacia mí, extendiendo sus brazos. Me acerco a ella y la abrazo con fuerza, sintiendo el temblor de su cuerpo mientras llora en mi hombro. Mi padre permanece a cierta distancia, observando con una expresión que no logro descifrar por completo.

Luego de unos segundos, mi madre se aleja de mí para mirarme fijamente a los ojos y secarme las lágrimas rebeldes que decidieron escaparse con sus manos, en un gesto lleno de amor.

—Ve a la cama, ¿si? —pide con la voz más tranquila que tiene en estos momentos, sin alejar sus manos de mi rostro—. Te prometo que ya no discutiremos, pero ve —suplica, mirándome fijamente a los ojos.

Paso mi mirada de ella a mi papá, quien tiene la misma expresión de suplica, haciéndome entender que no soy suficiente para que se detengan y eso solo hace que me sienta peor que antes. 

Asiento con la cabeza, decidido a retirarme, dar un paso atrás y alejarme del caos que se desarrolla ante mis ojos. Regreso a mi habitación, dejando atrás las voces y los gritos que aún resuenan en mis oídos. Me recuesto en mi cama, mirando fijamente al techo, sintiéndome abrumado por todo lo que he presenciado.

La discusión de mis padres sigue resonando en mi mente, como un eco constante de dolor y angustia. No puedo evitar sentirme atrapado en medio de algo que no entiendo del todo, una tormenta emocional que me envuelve sin piedad.

Mi mirada divaga por la habitación, buscando algo, cualquier cosa, que pueda distraerme de mis pensamientos. Entonces, mis ojos se posan en la puerta que conduce al cuarto de Dustin. Una idea se forma en mi mente, una necesidad de buscar consuelo en alguien que entienda lo que estoy sintiendo.

Me levanto de la cama con decisión, impulsado por el deseo de no sentirme solo en medio de este caos emocional. Mis pies me llevan al pasillo, y mi mano se aferra al pomo de la puerta de Dustin. Lo pienso por unos segundos, quizá él esté dormido y no haya escuchado nada de esto, y el yo buscarlo solo sería un acto egoísta al querer meterlo en este caos solo porque no sé cómo tratar todo lo que estoy sintiendo.

Inhalo hondo, sin saber qué hacer, pero tampoco suelto el pomo de la puerta. Luego de unos segundos de sobre pensarlo, giro la perilla con suavidad y entro en la habitación, encontrándome con Dustin sentado en la cama, abrazando sus piernas mientras su mirada se pierde en algún rincón de la habitación.

—Dustin —mi voz es suave, cargada con la preocupación que siento en mi pecho.

Al escuchar mi voz, Dustin levanta la cabeza, y nuestros ojos se encuentran en un instante de entendimiento silencioso. No hace falta decir nada más, porque él también sabe lo que ha estado sucediendo. Mis pasos me llevan hacia su cama, y me siento a su lado, uniendo nuestras presencias en esta pequeña isla de consuelo en medio de la tormenta.

No hay palabras, solo el abrazo que compartimos en ese momento. Sus brazos rodean mi cuerpo con fuerza, y por primera vez desde que él llegó a esta casa siento como si quisiera protegerme de todo lo que está ocurriendo afuera de esta habitación. Mi propio abrazo es igual de apretado, una muestra de solidaridad y amor que va más allá de las palabras.

Nuestros corazones laten al unísono, compartiendo el peso de lo que estamos viviendo. En este abrazo, encuentro un consuelo que no había sentido antes y sé que no encontraré en ningún lugar aunque lo intente. No importa cuán confusos y asustados estemos, estamos juntos en esto, y así ha sido desde el momento que él cruzo por la puerta de entrada y nuestros ojos se encontraron por primera vez. Somos hermanos, y eso es lo que importa en estos momentos difíciles.

Permanecemos así durante un tiempo que parece tanto un instante como una eternidad. Ninguno de nosotros habla, pero nuestras emociones son palpables en cada latido de nuestros corazones y en cada suspiro compartido. El calor de nuestro abrazo es una forma de comunicación más profunda que cualquier palabra podría ser.

Nos separamos un poco, nuestras miradas se encuentran nuevamente, esta vez con una mezcla de amor y gratitud. Sonrío levemente, como si quisiera transmitirle todo lo que siento en este momento.

—Vamos a estar bien, Dustin —digo con suavidad, acariciando su cabello como lo hacía de niños—. Es solo una tonta discusión sin sentido —aseguro en un susurro, tratando de ofrecerle un poco de consuelo. 

Él me mira, todavía dudoso, pero luego asiente con la cabeza. Aunque nuestras palabras son simples, sé que entendemos el significado detrás de ellas. Es una manera de recordarnos mutuamente que, a pesar de las dificultades, seguimos siendo una familia.

Dustin y yo compartimos un último abrazo antes de que yo me acomode a su lado en la cama. Mi brazo rodea sus hombros mientras acaricio su cabello suavemente, como lo he hecho muchas veces en el pasado para calmarlo. Poco a poco, puedo sentir cómo su respiración se vuelve más lenta y profunda, señal de que finalmente está encontrando el camino de regreso al sueño.

—Te amo —dice en un susurro, debido a la debilidad de su voz por el sueño—. Gracias por ser mi hermano.

Inhalo hondo, mientras lo miro al acariciarle el cabello, y por un momento vuelvo a ver al niño de cuatro años que me preguntó si yo sería su hermano. Me agacho un poco para besar su cabeza, y me quedo ahí para que pueda escuchar lo que tengo para decirle.

—Gracias a ti por aparecer en mi vida para ser mi hermano —murmuro cerca de su oído, sin dejar de acariciar su cabello—. Te amo, enano. Gracias por llegar a salvarme.

Veo un pequeño atisbo de sonrisa en su rostro, antes de que se apegue más a mi cuerpo con lo último de fuerza que le queda antes de caer por completo en los brazos de Morfeo, con su brazo rodeando mi cuerpo y su mano sujetando mi camiseta en un puño.

Permanezco allí, junto a él, durante unos minutos más, dejando que el silencio de la noche nos envuelva. A medida que siento que Dustin se relaja, decido que es hora de regresar a mi cuarto. Me levanto con cuidado, asegurándome de no despertarlo, y le doy un último vistazo antes de salir de la habitación.

En mi propio cuarto, me siento en el borde de la cama y suspiro profundamente. Las emociones que han estado revoloteando en mi interior durante toda la noche todavía están presentes, pero siento una pequeña sensación de paz después de haber compartido ese momento con Dustin. Me recuesto en la cama y cierro los ojos, tratando de encontrar un poco de calma.

Mientras el silencio de la noche persiste, me doy cuenta de que el cansancio no logra vencer al peso de las emociones que la pelea de mis padres ha dejado en mí. Me muevo inquieto en la cama, incapaz de encontrar una posición cómoda mientras mi mente sigue dando vueltas alrededor de lo que acabo de presenciar.

Al final, mi insomnio me lleva a coger mi celular de la mesita de noche. La suave luz ilumina el cuarto mientras deslizo mis dedos por la pantalla, buscando algo en Instagram que pueda distraerme. Entonces, siento una vibración que anuncia la llegada de un mensaje directo. Sorprendentemente, es de Lauren.

LivelyLau:
¿Estás despierto?

Es decir, ¿eres Gael? ¿O eres alguien que le robó el Insta a mi amigo? 

Sonrío ante la coincidencia y comienzo a escribir mi respuesta.

Kein.Becil2:
No, no soy ese tal Gael, soy un jaker.

LivelyLau:
Pues, señor "jaker", que sepa que así no se escribe, pero como yo no soy "jaker" no opino.

Río ante su respuesta, sintiéndome un poco más liviano que hace unos segundos atrás. La vibración de mi celular me saca de mis pensamientos, haciendo que vuelva a ver la pantalla con atención, dándome cuenta que Lauren envió otro mensaje. 

LivelyLau:
¿Qué haces despierto tan tarde? 

Por inercia subo la mirada hasta la parte superior, donde se encuentra la hora, notando que son casi las cinco de la madrugada.

Kein.Becil2:
Pues no soy el único despierto tan tarde, ¿no crees?

LivelyLau:
La que pregunta primero, merece una respuesta primero. Es la ley.

Sonrío divertido, para después soltar un suspiro, antes de teclear mi respuesta.

Kein.Becil2:
Acabo de despertar. Listo. ¿Tú?

LivelyLau:
Lo mismo de siempre: Insomnio. 

Kein.Becil2:
¿Sigues sufriendo de eso? ¿Las pastillas que tomabas?

LivelyLau:
Por alguna extraña razón, desde que llegué aquí, no han estado haciendo efecto. Mi papá dijo que debo ir a ver al doctor, para que me recete otras, así que debería de ir, supongo... Pero dime, ¿por qué sigues despierto? ¿Pasó algo? ¿Necesitas hablar de ello?

Sus palabras resuenan conmigo. Lauren y yo siempre hemos compartido una conexión especial, como si pudiéramos sentir lo que el otro siente, y me sorprende notar que, al parecer, eso sigue intacto. Decido ser honesto con ella, como lo he sido desde que nos conocimos.

Kein.Becil2:
Hubo una discusión entre mis padres esta noche y me dejó un poco intranquilo.

LivelyLau:
¿Es lo mismo de hace años?

No puedo evitar sentirme sorprendido por su pregunta. Hace tiempo que no hablamos, por ende, hace tiempo que no charlamos de mi familia ni de mi pasado. Lauren siempre ha sido una buena oyente y una amiga confiable, a pesar de que nos hemos distanciado y no solo físicamente, su preocupación genuina me toca el corazón.

Kein.Becil2:

No sé. Creo que no, pero hace mucho que no los escuchaba pelear de esta manera.De hecho, la última vez que los escuché discutir, yo tenía nueve.

LivelyLau:
Lo siento mucho, Gael. Debe ser difícil para ti.

Asiento, aunque sé que no puede verme.

Kein.Becil2:

Sí, es complicado. Pero sé que no soy el único que enfrenta cosas difíciles.

LivelyLau:

Tienes razón, todos tenemos nuestras propias luchas y desafíos. Pero eso no hace que lo que estás sintiendo sea menos válido. Si necesitas hablar o distraerte un poco, estoy aquí para ti, como siempre.

Sus palabras me reconfortan, y me doy cuenta de cuánto valoro nuestra amistad. A pesar de los años y la distancia, seguimos siendo una parte importante en la vida del otro.

Kein.Becil2:
Gracias, Lauren. Significa mucho para mí.

LivelyLau:
No hay de qué, Gael. Recuerda que siempre estoy a un mensaje de distancia. Si necesitas cualquier cosa, solo dímelo.

Kein.Becil2:
Lo sé, y lo aprecio más de lo que puedas imaginar.

LivelyLau:
Descansa un poco si puedes. Sabes que el mundo se ve mejor después de un buen sueño.

Sonrío ante su comentario y me siento agradecido por tener a alguien como Lauren en mi vida, incluso a través de las pantallas de nuestros dispositivos. Después de todo, algunos lazos son tan fuertes que ni siquiera el tiempo puede romperlos.

Sus palabras me reconfortan. A pesar de los años que han pasado desde que nos conocimos en la infancia, Lauren sigue siendo una amiga leal en quien puedo confiar plenamente. Decido abrirme un poco más, aprovechando la oportunidad de hablar con ella.

Kein.Becil2:

Gracias, Lauren.¿Sabes? A veces me pregunto cómo sería si nunca hubiera llegado a esta familia. ¿Sabes a lo que me refiero? Capaz no tendrían estos problemas...

LivelyLau:
Sí, entiendo lo que dices. A veces, todos nos hacemos esas preguntas. Pero recuerda, no importa de dónde vengas, lo que importa es quién eres.
Y a mí parecer, lograste ser alguien extraordinario a pesar de todo. Si no fuera por esa familia, Gael, no serías la persona tan linda que eres ahora. 
Recuerda: las personas cambian a las personas. Eso es vital.

Sus palabras tocan un lugar profundo en mi interior. En este momento de vulnerabilidad, Lauren logra traer consuelo a mi alma inquieta. Siento que las palabras de nuestra conversación se convierten en un recordatorio de la fuerza que puedo encontrar en los lazos que he formado a lo largo de los años.

Kein.Becil2:
Tienes razón, Lauren. Es solo que a veces... me siento atrapado en mi cabeza, pensando en todas las posibilidades y en cómo habría sido todo si las cosas fueran diferentes. Ahora mismo me siento como si llevara una mochila llena de inseguridades y dudas.

LivelyLau:
Todos tenemos esas mochilas, Gael. Es normal sentirse así de vez en cuando. Pero no dejes que te definan. Eres mucho más que tus inseguridades. Y aunque no lo creas, has logrado superar muchas cosas y convertirte en alguien fuerte y valioso.

Sus palabras me llegan en lo más profundo. Lauren siempre ha tenido esa capacidad de ver lo mejor en mí, incluso cuando yo mismo no puedo hacerlo. Es como si pudiera leer mis pensamientos y sacar a la luz mis verdaderas cualidades.

Kein.Becil2:

Gracias, Lauren. Realmente aprecio que alguien como tú haya aceptado volver a mi vida. Eres una verdadera amiga.

LivelyLau:
Y tú también eres un amigo increíble, Gael.

Sé que la distancia no sólo nos separó físicamente, pero una vez te prometí que siempre estaré aquí para apoyarte y escucharte, ¿recuerdas? Y ahora que soy más grande que en ese entonces y, quiero creer, más madura, estoy dispuesta a cumplir mis palabras. Recuerda que las amistades verdaderas trascienden el tiempo y el espacio.

Siento un nudo en la garganta mientras leo sus palabras. Lauren siempre ha estado ahí para mí, incluso cuando nuestras vidas nos han llevado por caminos separados. Me siento agradecido por tener a alguien en quien confiar y con quien compartir mis pensamientos más profundos.

Fui un pésimo amigo con ella, porque me enojé cuando se fue, no quería entender que ella no tenía la culpa de que hayan transferido a su papá a otra provincia. Estaba triste y con el corazón roto, tanto como por perder a mi mejor amiga y, a su vez, a mi primer amor. Mi opción más viable fue no hablarle, no responderle los mensajes, ni llamadas, como por dos años, hasta que nos volvimos a ver porque había venido de vacaciones a ver a su mamá. Tuvimos la posibilidad de charlar y arreglar las cosas, pero aun así sentía que nada estaba bien entre nosotros y que todo se sentía incómodo. 

No como ahora, que siento como si el tiempo hubiera regresado al año en que la vida decidió ponerla en mi camino -y a mí en el suyo- para convertirnos en mejores amigos que se apoyan en momentos difíciles como estos. 

Pensar en eso, me hace recordar nuevamente a lo ocurrido hace unos momentos atrás, dándome cuenta que la madrugada continúa con su marcha implacable, mientras que la oscuridad se desvanece ante el amanecer, me doy cuenta de que, a pesar de lo doloroso que es, he sido testigo de un momento de vulnerabilidad y verdad en la vida de mis padres. Una verdad que es difícil de enfrentar, pero que quizás sea el primer paso hacia la sanación, hacia la comprensión y, tal vez, hacia la posibilidad de encontrar una forma de seguir adelante juntos.

Kein.Becil2:
Gracias por estar ahí para mí, Lauren. Saber que puedo contar contigo me reconforta más de lo que puedo expresar.

Continuamos charlando al darnos cuenta que ninguno de los dos tiene sueño aun, pero esta vez la conversación es un poco más trivial, enviándonos memes que vemos o incluso videos. Después de un rato, mis párpados comienzan a sentirse pesados. Aprovecho un pequeño respiro en la conversación para desearle buenas noches a Lauren y cerrar los ojos. Aunque la preocupación todavía está presente, siento que estoy en un mejor lugar emocionalmente gracias a su apoyo. Con su amistad y sus palabras reconfortantes en mente, me sumerjo en un sueño que finalmente llega, trayendo consigo un poco de paz en medio de la tormenta emocional que me ha mantenido despierto.

---***---

El sol ya se ha levantado y los rayos de luz se filtran por las cortinas de mi habitación. Me siento un poco aturdido al principio, pero rápidamente recuerdo la charla con Lauren durante la noche. Mi teléfono sigue a mi lado y, al revisarlo, veo que son las dos de la tarde.

Suelo levantarme tarde, pero jamás mi mamá me dejó dormir después de las 12p.m. No sé si haber dormido hasta esta hora es bueno o malo.

Al salir de la cama y enfrentar el día, puedo sentir un tenso ambiente en la casa. Salgo de mi habitación y lo primero que veo es la puerta de Dustin abierta, supongo que también recién despierta.

Mis pensamientos quedan en segundo plano al escuchar la puerta del baño abrirse, y veo a Dustin salir de él mientras bosteza. Al verme, sonríe amable como siempre, a la vez que se refriega un ojo aun medio somnoliento.

—Buen día —saluda, rascando su espalda con algo de flojera.

—Buenas tardes, mejor dicho —lo corrijo, mirándolo divertido, mientras que él me mira sorprendido—. Son las dos de la tarde, infeliz —aviso, sonriendo burlón, a lo que Dustin abre sus ojos de par en par.

—¡¿Y mamá nos dejó dormir hasta esta hora?! —exclama, aun sin poder salir del asombro, hasta que parece recordar algo—. Oh —murmura, bajando la vista al suelo.

No es hasta que lo dice, que también me doy cuenta que nos dejaron dormir hasta esta hora por lo ocurrido en la madrugada.

Sonrío lo mejor que puedo, para luego posar mi mano en su hombro, llamando su atención y haciendo que levante la vista hasta mí.

—¿Quieres desayualmorzar? —inquiero, moviendo mis cejas de manera divertida, logrando hacerlo sonreír. 

—¿Qué tienes planeado? —pregunta, ahora completamente interesado en mi propuesta.

—Hay muchas opciones cuando se trata de un desayualmuerzo —comento, poniendo mi mejor expresión pensativa—. Cereal con leche, tocino, huevos fritos, pizza, todo junto... No sé, lo que quieras.

—No pienso desayunar todo junto si incluye cereal con leche —responde, haciendo una mueca de repulsión—. No seas ordinario, cochino, cerdo, asqueroso.

—Que tú no tengas buenos gustos para la comida, es otro tema —comento, tratando de defenderme ante sus ataques—. De hecho, no tienes buen gusto para nada. Exceptuando Angie, pero sí creo que es ella quien tiene malos gustos.

—Pues lo mismo digo, tu único buen gusto es Kate, lástima que ella tenga gustos tan malos para los hombres —contraataca, cruzándose de brazos—. Claro, si es que se te puede llamar así, animal —dice, mirándome de pies a cabeza. 

Una risa escapa de mis labios sin poder contenerlo, para luego mirarlo con los ojos entrecerrados.

—¿Te parece pizza de ayer, tostadas con aguacate, huevos revueltos y tocino? —propongo, tratando de pensar en el mejor desayualmuerzo posible.

—Eres un genio culinario —dice Dustin riendo, sacudiendo su cabeza ante mi inventiva.

—Tienes que agradecerme por eso —respondo con una sonrisa, mientras nos dirigimos juntos a la cocina. 

Al llegar, nos encontramos con nuestros padres, quienes parecen estar evitando cruzar miradas y su lenguaje corporal es distante. Suspirando, me preparo para enfrentar el día, pero antes de que pueda decidir cómo lidiar con la situación, mi teléfono vibra con un mensaje entrante.

LivelyLau:
¿Cómo te está mirando hoy el sol? 

Le doy una respuesta corta y breve, sobre que al parecer está comenzando a darme la espalda, cuando decido dejar el celular al escuchar la voz de Dustin.

—Buenas tardes —saluda como todas las mañanas, caminando hacia la isla para agarrar un pedazo de pan.

Nuestros padres parecen recaer en nuestra presencia, porque dejan de hacer lo que sea que estaban haciendo para girar a vernos.

Me alivia que por lo menos intenten mostrar su mejor expresión para Dustin, ya que ellos creen que él no los escuchó.

—Hola, hijos —saluda mi mamá con su sonrisa habitual—, ¿qué tal durmieron? —pregunta, pasando su mirada de Dustin a mí.

—Debo irme al trabajo —comenta mi papá, levantándose de su asiento, mientras termina de beber lo último que queda de su taza. No se me pasa por alto la mirada que le da mi mamá—. Hoy llegaré tarde, así que no me esperen, ¿si? —dice, acercándose a nosotros para sonreírnos de manera amable—. Nos vemos, hijos —saluda, dándonos un beso en la cabeza a cada uno, para luego mirar a mí mamá, indeciso sobre qué hacer. Si estarían bien, él no dudaría ni un segundo en darle un beso en los labios con una gran sonrisa—. Nos vemos, intentaré llegar temprano —dice, dándole un beso fugaz en la mejilla a mi mamá, quien asiente con la cabeza muy a su pesar.

Antes de decir o hacer algo, se aleja de nosotros para acto seguido escuchar la puerta principal cerrarse. Pero mi mirada no se aparta de mi mamá, quien parece triste de repente, pero con unos cuantos parpadeos logra hacer desaparecer esas emociones de su rostro.

—Niños, debo ir al super, ¿alguno quiere ir? —cuestiona, pero en sus ojos hay una clara petición de que nos quedemos porque quiere estar sola.

Veo a Dustin abrir la boca y, aunque no tengo idea de lo que está por decir, decido adelantarme colocándole una mano en el hombro.

—No, decidimos ver una película —comento, mirando fijamente a nuestra mamá a los ojos, quien suspira aliviada y asiente con la cabeza.

—De acuerdo —responde, para luego agarrar su cartera, y antes de irse, se gira a vernos sorprendida—. No les preparé nada para comer, lo siento —se apresura en decir, sintiéndose realmente apenada—. Pero denme cinco minutos que ahora mismo...

—Ma —digo, acercándome a ella para abrazarla por los hombros—, ve tranquila, yo prepararé algo para que este angurriento coma.

—Angurrienta tu cola —responde Dustin, cruzándose de brazos y mirándome mal, lo cual provoca que me ría por lo bajo.

—¿Seguro? —inquiere mi mamá, girando a verme, decidiendo pasar por alto el como nos llamamos con Dustin. Sonrío para tranquilizarla y asiento con la cabeza—. Gracias —dice con sinceridad, acariciando mi mejilla—. Bien, me voy. Si van a salir o algo, no se olviden de avisarme, ¿si? —pide, y ambos asentimos, para luego verla alejarse de nosotros.

No es hasta que escuchamos la puerta principal cerrarse que ambos soltamos un suspiro que, para ser sincero, no sabía que estaba reteniendo.

Nos miramos a los ojos, para luego encogernos de hombros y retomar nuestras cosas. Él camina hacia la isla, mientras que yo comienzo a buscar las cosas para comenzar a cocinar.

Mientras preparo algo para comer, Dustin se sienta en uno de los taburetes, jugueteando con su teléfono. No puedo evitar preguntarme si también se siente afectado por lo que ocurrió anoche, y lo de hace unos momentos, aunque su actitud relajada no deje verlo con claridad.

—Oye, ¿estás bien? —le pregunto finalmente, incapaz de contener mi preocupación.

Dustin levanta la vista de su teléfono y me mira, como si tratara de descifrar mis intenciones. Suelta un suspiro antes de responder.

—No es la primera vez que escuchamos a mamá y papá pelear —dice, encogiéndose de hombros—. Solo... anoche fue más fuerte de lo normal, supongo. Y lo de esta mañana, lo esperaba, ¿sabes? No tenía ni la mínima esperanza de que se hayan contentado después de la discusión.

Asiento en comprensión. No es un secreto que nuestros padres han tenido sus desacuerdos a lo largo de los años. A veces pienso que es un milagro que todavía estén juntos. Pero eso no hace que sea más fácil lidiar con sus peleas, especialmente cuando estallan en medio de la noche.

—Sé a lo que te refieres —le digo, poniendo una mano en su hombro—. Pero recuerda que no estamos solos en esto. Siempre podemos contar el uno con el otro.

Dustin me mira con gratitud y asiente. Sabemos que somos la constante en nuestras vidas, la única parte que parece inquebrantable en medio de todas las turbulencias.

—Lo sé, hermano —responde, sonriendo ligeramente—. Gracias.

Termino de preparar el desayuno improvisado y nos sentamos en la mesa de la cocina, compartiendo una comida que resulta ser más reconfortante de lo que esperaba. A medida que hablamos de cosas triviales y compartimos risas, siento que el ambiente tenso de hace un momento se disipa un poco más.

Después de comer, decidimos ver una película en la sala de estar, como solíamos hacer en los viejos tiempos. Nos sumergimos en la historia de la película, riendo y comentando mientras pasa el tiempo. En ese momento, me siento agradecido por tener a Dustin como hermano, como un compañero inquebrantable en medio de las tormentas familiares.

La película está llegando a su fin, cuando noto a Dustin agarrar nuevamente su celular, logrando fastidiarme porque hace como veinte minutos que ya no le presta atención a nada que no sea ese pequeño artefacto entre sus manos.

Apenas la película termina, Dustin se levanta del sofá de un salto, cosa que no hace más que asustarme.

—Bien, me gustó pasar tiempo contigo pero me voy —anuncia, agarrando las cosas que hemos dejado en la mesita ratonera, para llevarlas a la cocina y lavarlas él.

De inmediato me levanto también del sofá, para seguirlo, mirándolo confuso e incrédulo.

—¿Perdón? —inquiero, apoyándome en el umbral de la puerta—. ¿A dónde? ¿Con quién? ¿Tan rápido me abandonas? ¿Así de fácil soy de reemplazar? 

—Me voy a ver a Angie, dramático —responde divertido, mientras continúa lavando las cosas que utilizamos—. ¿Quieres ir? —pregunta, girando a verme en cuanto termina, a la vez que se seca las manos con una servilleta de tela.

—¿Me comprarán dulces y así? —cuestiono, entrecerrando los ojos y cruzándome de brazos.

Lo veo suspirar y apoyarse sobre la encimera, también cruzándose de brazos, mientras sonríe divertido.

—Solo si te portas bien —promete, sin apartar sus ojos de los míos.

Río divertido y por lo bajo ante eso, pero antes de poder responderle, mi celular comienza a vibrar en el bolsillo delantero del pantalón de mi pijama. Lo saco y veo que es una llamada por Instagram de Lauren. 

Miro a Dustin para hacerle saber que me espere unos segundos, antes de contestar y llevar el celular a mi oreja.

—¿Hola? —digo algo dudoso, no vaya a ser que marcó por error o algo así, porque eso varias veces me ha pasado.

—Llamaba para preguntarte si quieres ir al parque que solíamos ir de niños —responde Lauren, sin cuento previo.

Sus palabras me llenan de una sensación cálida y acogedora. Efectivamente, cuando éramos niños, solíamos visitar ese parque para jugar, reír y simplemente pasar tiempo juntos. De hecho, fue en ese parque donde nos conocimos. Parece que Lauren siempre sabe cuándo necesito distraerme.

—Hmm —balbuceo pensativo, haciendo una mueca con mis labios aun cuando ella no puede verme—. No lo sé, Dustin dijo que me llevaría a pasear con su novia y, lo mejor de todo, me prometió que si me portaba bien me comprarían dulces. ¿Tú qué ofreces? —inquiero, sonriendo divertido de repente, mientras que el enano me mira curioso, para luego mirarme divertido.

—Deja a los pobres tórtolos en paz —me regaña, haciendo que mi sonrisa crezca.

—No me estás diciendo qué ofreces por mi compañía —menciono, fingiendo realmente estar indeciso. 

—Si te portas bien, pero en serio, solo si te portas bien, puede que te compre un helado de tres bochas, ¿qué dices? —propone, y de nuevo, hago mi gesto pensativo.

—¿Del sabor que yo quiera?

—Sí, del que tú quieras —cede, y puedo apostar que está sonriendo divertida pero, aun así, giro los ojos.

—Tenemos un trato —comento con voz seria, como si fuera un negociante.

—Nos vemos a las cuatro ahí —es lo último que dice antes de colgar.

Río divertido mientras alejo el celular de mi oreja, para mirar la pantalla por unos segundos por alguna extraña razón.

—¿Era Kate? —inquiere Dustin, con su típica voz burlona.

Levanto la cabeza para mirarlo sonreír divertido, mientras mueve las cejas de arriba a abajo con cierta emoción.

Frunzo el ceño y bufo divertido, a la vez que niego con la cabeza.

—Era Lauren —confieso, moviendo el celular en mi mano.

—Ah —dice ahora sin mucho ánimo, dejando el trapo sobre la mesada.

—¿Te acuerdas de ella? —inquiero, tratando de descubrir el por qué ese tono de voz y ese ánimo.

—Estaba con ustedes en la playa cuando ella apareció —menciona, asintiendo con la cabeza—, y cuando se tuvo que mudar yo tenía diez, Gael, así que sí, la recuerdo.

—¿Y por qué esa cara? —pregunto, frunciendo el ceño, sintiéndome confundido al no comprenderlo.

—Por nada —contesta, y lo veo con una ceja alzada, haciéndole saber que no le creo, lo que ocasiona que suelte un suspiro y añada—: Si crees que me cae mal o algo parecido, no es eso, imposible que Lauren caiga mal y, por lo que recuerdo de ella, siempre me llevaba con ustedes en sus salidas y me cuidaba, al igual que me compraba helado y así —cuenta y, no es hasta que lo dice que recuerdo esos momentos, haciéndome sonreír—. Es solo que... Kate...

—¿Qué pasa con ella? —cuestiono, sintiéndome de repente preocupado al pensar que le pudo pasar algo—. ¿Está bien? ¿Hablaron? ¿Te contó algo? —inquiero, acercándome a él.

—No, no hablé con ella —contesta, mirándome fijo a los ojos para asegurarme que no miente—, y no pasó nada, está bien —asegura, y debo mirarlo por unos segundos más antes de soltar un suspiro lleno de alivio y asentir con la cabeza.

—¿Entonces?

—Es solo que Lauren te gustaba muchísimo por lo que recuerdo y...

—¿Crees que podría volver a gustarme o algo así? —inquiero, tratando de descifrar si eso es a lo que se refiere.

—Imposible no es —dice, encogiéndose de hombros, mirándome preocupado—. Y no digo que esté mal, pero... Si ello llega a pasar, díselo a Kate, que sea la primera en saberlo —pide, logrando confundirme de nuevo—. No trate mucho con esa pelirroja, pero me cae lo suficientemente bien como para no querer que salga lastimada, ¿está bien? —Asiento con la cabeza, sorprendido por su repentina confesión, a lo que él sonríe amable y palmea mi hombro antes de alejarse de mí con dirección a su cuarto.

La conversación con Dustin me deja pensando en lo que realmente siento por Kate. Es cierto, Lauren fue una parte importante de mi vida en el pasado, y no puedo negar que sentía algo especial por ella. Pero lo que tengo con Kate es completamente diferente, más profundo, más real. Me ha mostrado un cariño y una conexión que nunca antes había experimentado.

Me pregunto si es posible que esos sentimientos por Lauren resurjan, pero rápidamente descarto la idea. Mi corazón y mi mente están firmemente anclados en Kate, y no puedo imaginar estar con nadie más. Pero, como dice Dustin, si alguna vez surgiera algo inesperado, sería honesto con Kate al respecto.

Respiro profundamente y me dirijo a mi cuarto para alistarme, y así poder ir a mi encuentro con Lauren, puesto que faltan veinte minutos para que sean las cuatro de la tarde.

Un rato después, el sol brillaba en lo alto del cielo mientras me encuentro sobre mi patineta, deslizándome por las calles hacia el parque. Lo único bueno que puedo sacarle a la discusión de mis padres, es que mi mamá no notó cuando saqué el skate, porque ni loco vengo hasta acá caminando. Caminar es para pobres, y aunque lo soy, decido no usar ese recurso tan seguido. 

Cuando llego al parque, me invade una oleada de nostalgia. Hace mucho que no venía aquí. Las personas pasean a sus perros, los niños ríen y juegan en los columpios, y las parejas disfrutan de momentos románticos en los bancos verdes dispersos por el parque. Todo parece estar igual que siempre, como si el tiempo se hubiera detenido aquí. Logro ver a Lauren cerca de los juegos, quien me espera con una sonrisa radiante, mientras me enseña su skate, y no puedo evitar sonreír ante la coincidencia.

El parque sigue siendo el mismo de siempre, con sus bancos de color verde desgastado por el tiempo y los juegos que parecen desafiar la gravedad en su diseño. La vieja heladería en la esquina sigue en pie, como un monumento a la infancia que compartimos aquí. 

Al acercarme a Lauren, siento como si su presencia fuera un bálsamo para mis preocupaciones. Detengo mi patineta justo frente a ella y le sonrío mientras agarro el skate.

—Llegaste —dice sin quitar su sonrisa amable.

—Solo porque me prometiste tres bochas de mis sabores favoritos —comento, logrando ensanchar su sonrisa. 

Lauren se ríe con esa risa melodiosa que siempre me ha gustado, y asiente con la cabeza.

—Claro, claro. Sabía que eso te motivaría a salir de casa.

—Tienes un don para convencerme —le digo, guardando la patineta en mi mochila lo mejor que puedo.

—Es un talento natural —responde, bromeando, mientras caminamos hacia la zona de juegos.

A medida que nos acercamos, puedo ver a niños correteando y riendo, jugando en los mismos juegos que solíamos frecuentar cuando teníamos su edad, más o menos. Los recuerdos empiezan a fluir, y no puedo evitar sonreír ante la nostalgia.

—¿Recuerdas cuando solíamos jugar aquí todos los fines de semana? —pregunto, mirando a Lauren mientras caminamos por el parque.

Ella asiente con una mirada nostálgica en sus ojos.

—Sí, esos eran buenos tiempos. Extrañaba esto —dice mientras observa a los niños con cariño—. Me alegra estar de vuelta.

—Bueno, no perdamos más tiempo entonces —respondo, moviendo mi cabeza con dirección a los juegos y ella sonríe a la vez que asiente.

Nos dirigimos hacia el área de juegos, donde las risas de los niños llenaban el ambiente. Observamos a los pequeños columpiándose y trepando por las estructuras de juego, y Lauren y yo compartimos una mirada cómplice. Parecía que el tiempo no había pasado en absoluto, y estábamos de vuelta en nuestra propia burbuja de amistad y diversión.

Decidimos probar el antiguo juego de la cuerda, algo que solíamos hacer de niños. Rodeamos la cuerda con la canción que cantábamos entonces y comenzamos a girarla, saltando con ritmo para no tropezar. Las risas escapan de nosotros mientras seguimos girando y saltando como en los viejos tiempos.

Después de agotar esa energía, nos dirigimos a sentarnos en un banco bajo la sombra de un árbol. Sacamos nuestras botellas de agua y compartimos historias de nuestras vidas actuales. Lauren me habló sobre sus clases en la universidad y sus planes para el futuro, mientras que yo le conté sobre mi trabajo y mis intereses.

—Estoy realmente emocionada por mis clases —dijo Lauren con entusiasmo—. Estudiar Sociología me ha abierto los ojos a tantas cosas. Estoy aprendiendo sobre cómo funcionan nuestras sociedades, cómo nos relacionamos en comunidades y me fascina. Quiero hacer una diferencia en la forma en que las personas interactúan en su entorno, promoviendo la igualdad y el entendimiento.

Me quedé impresionado por la pasión con la que Lauren hablaba sobre su carrera en Sociología. Sus palabras eran sinceras y revelaban un deseo genuino de comprender y mejorar el mundo que la rodeaba.

—Eso suena increíblemente valioso —comenté, admirando su dedicación—. El mundo necesita más personas que trabajen en promover la igualdad y la comprensión. Estoy seguro de que harás una diferencia significativa en ese campo.

Sonríe agradecida antes de beber un poco más de su agua, para luego soltar un suspiro y mirarme curiosa.

—¿Y tú? ¿Qué estás estudiando? —inquiere, pero luego frunce el ceño como si hubiera recordado algo y niega con la cabeza—. No, cierto que de niños te quedaste de curso, así que... Acabas de terminar tu último año de prepa, ¿cierto? Eso quiere decir que el año que viene es tu primer año de universidad —comenta emocionada, para luego añadir—: ¿Ya sabes qué estudiarás?

Muerdo mi labio superior, mirándola sin saber qué decir o hacer. ¿Le miento? ¿Le digo la verdad? No sé porque este tema de repente me da vergüenza, cuando jamás fue así, pero ahora lo hace y no sé cómo actuar al respecto.

—Am... —balbuceo, buscando las palabras correctas, para luego carraspear y bajar la vista unos segundos a mis manos, las cuales se encuentran apretando la pequeña botella de plástico con algo de fuerza, antes de volver a verla a los ojos—. De hecho, pasé a mi último año de prepa —informo antes de beber lo último que queda de agua.

—Pero... —dice algo confundida, y puedo verla fruncir el ceño tratando de comprender.

Ella y yo tenemos la misma edad, aunque nos llevamos meses de diferencia. Mientras que Lauren cumple años en Abril, yo lo hago en Marzo.

—Después de que te fuiste, ocurrieron cosas y... No sé, lo que menos quería hacer era estar en el instituto, así que me quedé por malas calificaciones y falta de presencia, por lo que oficialmente soy compañero de Kendall, Liam y todos ellos —menciono, encogiéndome de hombros, tratando de no sentir tanta vergüenza.

Lauren me mira con una mezcla de sorpresa y comprensión en sus ojos. Puedo ver que está procesando la información que acabo de compartir. Es natural que le resulte inesperado.

—Vaya, eso es una sorpresa —dice finalmente, su voz llena de comprensión—, y entonces... ¿Ya sabes qué estudiarás? ¿A qué universidad irás?

La miro sorprendido. De verdad creía que me diría algo al respecto, algo como que debí de haberle echado ganas, o quizá me preguntaría qué pasó, no lo sé, simplemente algo. Pero no. Ha decidido tomarlo como algo normal, y no sé cómo sentirme al respecto con eso. 

—Todavía no lo sé —admito, negando con la cabeza—. Kate es quien me ayudó a pasar año —comento, girando a verla a los ojos—, porque la verdad es que no me gusta estudiar, me cuesta hacerlo porque me aburre, no sé, pero ocurrieron cosas este año que llevo a que, la famosísima Kate Baker, se convierta en mi tutora y, sorpresivamente, resultó bien —cuento y sonrío sin poder evitarlo al recordar esos días—. En fin, ella dice que tengo tiempo aun para decidir qué estudiar o a dónde quiero ir, que esas decisiones son importantes y no debería tomarlas a la ligera, porque a fin de cuentas es mi vida y debo pensar bien qué es lo que me haría feliz en el presente y a futuro.

Asiente mientras escucha atentamente. Puedo ver que está procesando toda la información, tratando de entender mi situación. Aunque su reacción inicial fue sorprendente, su actitud comprensiva y su interés en mi vida me hacen sentir más cómodo compartiendo con ella.

—Tienes razón —dice finalmente, con una sonrisa alentadora—. Elegir una carrera y una universidad es una decisión importante, y es genial que tengas a alguien como Kate que te apoye y te ayude a tomar esa elección con calma. No hay necesidad de apresurarse.

Sus palabras me reconfortan y me hacen sentir que no tengo que explicar ni justificar mis acciones ante ella, y estoy agradecido por eso.

—Bien, ¿quieres seguir jugando? —propongo, levantándome del banco para girar a verla y extenderle mi mano.

—¿Crees que te invité aquí para solo saltar la soga? —inquiere, alzando las cejas incrédula, para luego sonreír divertida y aceptar mi mano.

Decidimos explorar el parque como si volviéramos a ser niños. Después del emocionante juego de la cuerda, nos dirigimos hacia los columpios. Lauren se balanceó con entusiasmo, alcanzando alturas sorprendentes. Su risa resonaba en el aire mientras el viento jugueteaba con sus rizos castaños. No pude resistir unirme a ella, y pronto, estábamos compitiendo para ver quién podía balancearse más alto. Por un momento, parecía que el cielo estaba al alcance de nuestras manos, tal como solíamos sentirlo cuando éramos niños.

Luego, nos dirigimos al área de trepar, una de nuestras favoritas de la infancia. Lauren demostró una vez más su destreza física mientras ascendía la estructura con facilidad, como si fuera una extensión de sí misma. Traté de igualarla, pero no pude evitar reír cuando la vi llegar a la cima antes que yo, saludándome triunfalmente desde lo alto.

Nuestra siguiente parada fue el tobogán, y Lauren no pudo resistir el desafío de una carrera para ver quién llegaba abajo primero. Nos lanzamos por el tobogán riendo a carcajadas, con la adrenalina haciendo que el recorrido pareciera aún más emocionante. Una vez más, Lauren demostró su agilidad al llegar antes que yo, aunque esta vez no me importó perder.

Finalmente, llegamos a la zona de juegos de agua. El calor del verano se hace sentir, y no pudimos resistir la tentación de mojarnos. Corrimos bajo las cascadas y esquivamos los chorros de agua que surgían del suelo. Nuestras risas llenaban el ambiente mientras nos divertíamos como niños, empapados pero felices de estar juntos, compartiendo esta experiencia que parecía transportarnos de vuelta a nuestra infancia.

Después de un día lleno de diversión en el parque, nos sentamos en el césped para descansar. Estábamos agotados pero radiantes, recordando los viejos tiempos y creando nuevos recuerdos juntos. El sol comenzaba a ponerse en el horizonte, y mientras observábamos el cielo anaranjado, supe que este día en el parque sería uno que atesoraría por mucho tiempo.

El tiempo pasó volando mientras charlábamos y nos reíamos. Era fácil estar con Lauren, como siempre lo había sido. A medida que el sol comenzaba a descender en el horizonte, decidimos dar un paseo por el parque. Caminamos por los senderos, observando cómo los patos nadaban en el pequeño lago y disfrutando de la serenidad del entorno.

De momento siento un impacto en mi pie. Al bajar la vista, puedo ver que una pelota de fútbol había chocado contra él, y me agaché rápidamente para detenerla antes de que se vaya al agua. Instintivamente, mis ojos buscaron al niño que había pateado la pelota, listo para pasársela de nuevo. Sin embargo, cuando levanté la vista, me encontré con una imagen que me dejó sin aliento.

El niño, quien se acerca a mí a paso tímido para buscar su pelota, tiene el cabello pelirrojo y el rostro adornado con pecas; su nariz era pequeña y respingada; sus ojos, curiosos y llenos de energía, me miraban expectantes. Era como si una versión joven y masculina de Kate estuviera frente a mí.

La sorpresa me toma por completo. La semejanza física entre ese niño y Kate es asombrosa. Mis pensamientos se detienen por un momento mientras proceso lo que estoy viendo. 

—¿Me puedes dar mi balón? —inquiere el pequeño, mirándome expectante con sus manitas extendidas hacia mí.

—Oh, sí, toma, disculpa —me apresuro en decir, mientras le extiendo su pelota.

—Gracias —dice, para luego sonreírme, logrando ahora sí hacerme pensar que estoy loco.

Me quedo viendo como se aleja de nosotros completamente anonadado, y puedo escuchar los pasos de Lauren acercarse a mí.

—Vaya —murmura a mi lado, y la miro de reojo, notando que también está sorprendida—. ¿Kate tiene hermanos? —inquiere, girando a verme, pero yo sigo viendo a ese niño mientras niego con la cabeza.

—Tiene una hermana, pero mayor que ella —comento, aun bastante sorprendido.

—Es increíble cómo pueden haber similitudes físicas tan sorprendentes entre personas que no están relacionadas —dice, sonriendo con cierta incredulidad y asiento con la cabeza.

—Definitivamente —contesto, estando en completo acuerdo con ella, todavía un poco sorprendido por la coincidencia. 

Casi que de inmediato la pelota vuelve hacia nosotros, pero esta vez antes de agarrarla con las manos, la atajo con el pie, y en vez de esperar que el niño vuelva a acercarse a mí, decido pateársela para que puedan seguir jugando con normalidad. 

Aun así, el pequeño pelirrojo se acercó nuevamente a nosotros y me mira directo a los ojos con curiosidad.

—Oiga, señor —dice, haciendo que alce mis cejas, mirándolo ofendido—, ¿quiere jugar al fútbol con nosotros? 

—Primero, no soy ningún señor —lo corrijo, agachándome un poco para quedar a su misma altura—, y segundo... Claro, me encantaría, pero si mi amiga también puede jugar —propongo, señalando a Lauren, quien le sonríe con amabilidad al niño.

El niño parece pensarlo a profundidad mientras mira a la castaña a mi lado, para luego volver a verme a los ojos.

—Déjenme que le pregunte a mis amigos —dice, a lo que ambos asentimos con la cabeza, para luego seguirlo hasta los demás niños de unos nueve o diez años, aproximadamente. 

Los vemos reunirse en un circulo para hablar, y cada tanto alguno de ellos levanta su pequeña cabecita para mirarnos antes de volver a bajarla para seguir hablando. 

Luego de algunos segundos, la ronda de niños se rompe y un pelinegro se acerca hasta nosotros.

—Lo hemos charlado, y por voto salió que... —se calla unos segundos para mantener el misterio a flor de piel—. Las niñas no juegan futbol, así que no. 

Lauren y yo intercambiamos una mirada de incredulidad, y luego miramos a los niños, que parecen estar bastante seguros de su decisión. No puedo evitar sentir una mezcla de molestia y determinación.

—Espera un minuto, ¿qué dijiste? —pregunta Lauren, con los brazos cruzados y una mirada desafiante en sus ojos.

—Exactamente lo que escuchaste —responde el niño con una sonrisa triunfante.

—¿Desde cuándo las niñas no pueden jugar al fútbol? —replico, sintiendo que esta es una oportunidad para enseñar una valiosa lección.

Lauren asiente en acuerdo y se une a mí en la protesta. Comenzamos a discutir con los niños sobre la igualdad de género y cómo cualquiera puede jugar al fútbol si así lo desea. Citamos a Barbie, diciendo que "las niñas pueden ser lo que quieran ser" y que las limitaciones de género no deberían impedir que nadie haga lo que ama.

Después de una animada discusión, Lauren y yo decidimos hacer una apuesta. Le sugerimos a los niños que dejen que Lauren juegue en un partido, y si demuestra ser buena, ellos tendrán que admitir que las niñas pueden jugar al fútbol. Si pierde, aceptaremos su decisión.

Los niños aceptan el desafío con entusiasmo, y nos dirigimos a un área abierta del parque para comenzar el partido. Lauren se pone sus anteojos de sol con determinación y se prepara para demostrar que las niñas pueden ser tan buenas como los niños en cualquier cosa que se propongan. 

---***---

Después de una intensa sesión de fútbol con los niños, Lauren y yo finalmente nos dejamos caer exhaustos en el césped del parque. Nuestros cuerpos están cansados y doloridos, y nuestras risas llenan el aire mientras intentamos recuperar el aliento.

—Creo que hemos descubierto que el fútbol no es exactamente nuestro deporte —bromeo, entre jadeos, mirando al cielo.

—Definitivamente —concuerda, asintiendo con la cabeza—. Aun no puedo creer que hayamos perdido contra esos vándalos, y haya tenido que admitir en voz alta que yo no soy buena en futbol. Se sintió como un baldazo de humildad, que limpio mi dignidad, la verdad.

Ambos compartimos una risa mientras reflexionamos sobre cómo unos niños pequeños habían demostrado ser mucho más hábiles en el fútbol que nosotros. A pesar de la derrota, no podemos dejar de sonreír divertidos por el gran día que hemos tenido. 

—Supongo que tenemos que aceptar que jamás fuimos buenos para los deportes —agrego con una sonrisa divertida.

Lauren se acomoda en el césped, apoyando la cabeza en sus manos mientras miraba al cielo.

—Sí, es posible que no seamos los próximos Messi o Ronaldo —comenta, girando a verme y le sonrío en concordancia. 

Nuestras risas se mezclan nuevamente, llenando el aire con una sensación de alegría. Después de un momento, me moví un poco para mirar a Lauren, una sonrisa suave en mi rostro.

—¿Lauren? —la llamo, la suavidad de mi voz se mezcla con la tranquilidad del atardecer que pinta el cielo.

—¿Sí? —su voz es como un susurro cálido, y noto cómo su mirada se desvía del horizonte para posarse en mí.

Giro mi cabeza hacia ella, sintiendo el latido de mi corazón acelerarse ligeramente. Sus ojos marrones, llenos de curiosidad y confianza, me observan, y siento como si toda la tensión acumulada se disipara en ese momento.

—Me alegra que hayas vuelto —mis palabras brotan de manera sincera, directamente de lo más profundo de mi corazón, y sostengo su mirada para que sepa que hablo en serio.

Un instante de silencio se instala entre nosotros, como si el tiempo se hubiera detenido en ese momento. Puedo sentir el peso de mis palabras en el aire, esperando su respuesta.

Lauren me mira con sus grandes ojos cafés, esos que siempre han tenido la capacidad de transmitir emociones con solo una mirada. Sus labios se curvan en una sonrisa suave y genuina, y su respuesta es simple pero llena de significado.

—Y a mí me alegra haber vuelto.

En esas pocas palabras, encuentro una conexión profunda, como si nuestros sentimientos se hubieran entrelazado en un instante. En ese momento, bajo el cielo teñido de colores cálidos, siento una sensación de paz y felicidad que solo puede ser provocada por la presencia de alguien especial en mi vida.

✨️ KATE ✨️

Me encuentro cómodamente sentada en el pequeño sofá del cuarto de Riley, rodeada de una multitud de colores y esmaltes de uñas. El sol de la tarde se filtraba a través de las cortinas, bañando la habitación en una luz suave y cálida. Mi atención se centraba en mis uñas, que sostenía con cuidado mientras pintaba una capa de esmalte rojo intenso, mi color favorito. 

Riley, por el contrario, está ocupada preparando su maleta para las vacaciones familiares que se avecinan. Puedo escuchar el sonido de cierres de maletas y ropa siendo doblada con precisión militar. Riley se va de viaje, y aunque estoy emocionada por ella, no puedo evitar sentir cierta nostalgia por su ausencia temporal.

Devra y Cinthia también se van de viaje. La única que queda aquí soy yo, pero porque mi mamá ni loca me deja ir de viaje sola, y ella no tiene vacaciones próximas hasta febrero.

Mientras continúo aplicando el esmalte con destreza, escucho pasos avecinarse por el pasillo, para acto seguido escuchar pequeños golpeteos en la puerta, haciendo que tanto Riley como yo giremos a ver de quién se trata. 

—Adelante —habla Riley, y podemos ver la cabeza de su mamá asomarse por la puerta.

—Oh, Kate, querida —dice con amabilidad al verme. Sonrío como siempre y me levanto del sofá para acercarme a ella y saludarla con un corto abrazo—. ¿Cómo has estado, cariño? —inquiere, acomodándome el flequillo con cuidado, cosa que se lo agradezco porque con las uñas pintadas no podría.

—Muy bien, señora Angélica, ¿y usted cómo ha estado? —cuestiono, mirándola con todo el cariño que siento por ella.

—Me alegro, niñita linda —asegura, haciéndome sonreír—. También en perfectas condiciones, gracias por preguntar.

—En fin, mami, no es por mala, ¿pero necesitas algo? —pregunta Riley, llamando la atención de su madre, quien gira a verla recordando a qué vino.

—Oh si —dice, recordando su misión—. Vine a preguntarte si querías que te prepare la merienda —comenta, para luego girar a verme—. No sabía que estabas, pero la oferta también es para ti, claro esta. 

Riley y yo nos miramos por unos segundos, antes de volver a ver a su mamá.

—Batido con galletitas, por favor —decimos ambas a unísono, haciéndola sonreír. 

—En camino —asegura, alzando un dedo, para luego salir del cuarto.

Volvemos a vernos para reírnos divertidas, antes de que cada una vuelva a lo suyo. Ella a doblar su ropa y yo a pintarme las uñas.

La verdad es que el batido de fresas y yogurt de su mamá, es el más rico que he probado en la vida. 

Riley y yo continuamos con nuestras ocupaciones en su habitación. Mientras ella dobla cuidadosamente su ropa, yo me concentro en pintar mis uñas, eligiendo un vibrante tono de esmalte rojo. El ambiente se llena de una atmósfera relajada y cómoda, como siempre suele ser en la casa de Riley.

Después de un rato, la madre de Riley regresa con una bandeja que sostiene con cuidado. Sobre ella descansan dos vasos altos llenos de un espeso batido de fresas y yogurt, acompañados por un puñado de galletitas recién horneadas. La vista y el aroma hacen que nuestras bocas se llenen de anticipación.

Riley le sonríe a su madre con gratitud mientras acepta su vaso, y yo hago lo mismo. La señora se sienta en el borde de la cama y nos observa mientras empezamos a disfrutar de la deliciosa merienda.

El batido es tan suave y cremoso como siempre, con ese sabor fresco de las fresas mezclado perfectamente con el dulzor del yogurt. Las galletitas son crujientes por fuera y tiernas por dentro, con un ligero sabor a vainilla que combina maravillosamente con el batido.

Entre sorbos y mordiscos, Angélica, Riley y yo compartimos conversaciones ligeras. Hablamos de nuestras clases, nuestros planes para el fin de semana y algunas anécdotas divertidas de nuestras vidas cotidianas. Es uno de esos momentos simples pero preciosos de la amistad, donde la compañía y la comida deliciosa hacen que todo se sienta perfecto.

Después de terminar nuestras meriendas, Angélica, la madre de Riley, recoge la bandeja vacía y nos sonríe.

—Si necesitan algo más, no duden en decírmelo —dice antes de salir de la habitación.

Nos quedamos en silencio por un momento, disfrutando de la sensación de satisfacción que nos brindó esa deliciosa merienda. Luego, Riley rompe el silencio con una sonrisa.

Suspira profundamente, como si al hablar de este tema estuviera liberando una carga que había llevado en silencio por mucho tiempo. Sigo escuchando atentamente, sintiendo el peso de sus palabras mientras se sienta en la cama, aparentemente exhausta por la conversación.

—Mi papá me rogó no decirle nada y, por muy loco que suene, antes de hablar con él yo pensé qué es lo que debía de hacer, ¿sabes? —explica, su voz llena de una mezcla de agotamiento y reflexión. La miro fijamente, sin decir palabra, para que continúe—. Y llegué a la conclusión de que tampoco quiero decirle nada, así que le dije a mi papá que no pensaba hacerlo, siempre y cuando él no sea un idiota con ella y aprenda a valorarla.

La confesión de Riley me sorprende. Siempre había pensado que Riley le había contado todo a su madre sobre la infidelidad de su padre. Ella solía decir que era importante hablar de estas cosas, sin importar cuán difíciles fueran.

—¿Por qué no quisiste decirle? —pregunto con cautela, consciente de lo delicado del tema—. I mean...

—Porque mi mamá es una persona de riesgo por su corazón —dice con preocupación, recordándome ese detalle—. Mi mamá no puede recibir noticias a ese nivel emocional, ¿qué tal si le digo y...? —deja la pregunta en el aire, incapaz de terminarla, y puedo ver sus ojos llenarse de lágrimas, que lucha por contener con varios parpadeos—. Jamás haría algo que pueda dañar así a mi mamá —afirma con determinación, y asiento con comprensión, asimilando sus miedos—. Además de que, por más que me duela, él es mi papá y como padre ha sido el mejor.

Sus palabras me dejan reflexionando. Es evidente que Riley está lidiando con emociones muy complejas y contradictorias. Sin saber muy bien qué hacer, me acerco un poco a ella y agarro su mano, tratando de transmitirle así mi apoyo.

—Me duele y decepciona lo que le hizo a mi mamá como esposo, como hombre, más sin embargo ese dolor no lo debo agarrar yo, no lo debo de tomar personal yo, porque si me pongo a pensar bien, mi papá... —Respira profundamente, sus ojos llenos de lágrimas, pero fuerza una sonrisa mientras continúa—. Mi papá es el mejor papá que me pudo tocar. Si me comparo con Cinthia, Dave y Mike, yo soy la suertuda, ¿sabes? Ellos pueden sentir lo que sea por él, están en todo su derecho, ¿pero yo sentirme mal por él como padre? No puedo.

Asiento lentamente, reconociendo la sabiduría en sus palabras. Comprendo que, a pesar de la traición de su padre, Riley ha decidido preservar su relación paternal y proteger la salud emocional de su madre. Su amor y preocupación por su familia son evidentes, y admiro su madurez para manejar esta difícil situación.

—Ay China, ¿cuándo es que nos toca madurar de esta forma y pensar en las consecuencias antes de actuar? —le digo sinceramente, dejando que mis palabras reflejen mi cariño hacia ella—. No debe ser fácil tomar esta decisión todos los días para ti, y mucho menos tener que enfrentar a tu mamá, pero muestra cuánto te importa tu familia y cuánto te preocupas por el bienestar de tu madre. Y sí, eres realmente afortunada de tener a tu mamá y, a pesar de todo, de tener un padre que siempre ha sido un buen papá para ti.

Ella me sonríe, sus ojos todavía brillando con lágrimas contenidas. Es un recordatorio de la fortaleza que posee Riley y de la profundidad de su amor y respeto por su familia.

—Bueno, ya —dice, abanicando su rostro con las manos, para ahuyentar por completo las lágrimas—. Tengo que terminar de empacar si no quiero que mi mamá me regañe.

I wanted to help you, for the record —le recuerdo, girando a verla—, pero tú no quisiste, que porque no iba a saber acomodarlo como tú —repito sus palabras de hace un momento con una sonrisa burlona.

—Tampoco es como que insististe mucho al ver mi esmalte rojo —dice Riley, mientras continúa con su tarea, esta vez seleccionando las cremas que llevará consigo.

—El que no quiere ayuda, no hay que rogarle —respondo en tono juguetón, retomando mi lugar en el sofá y concentrándome en terminar de pintar las tres uñas que me faltan.

Escucho la risa suave de Riley mientras ella vuelve a poner música. El ambiente en la habitación se llena de una sensación de amistad y complicidad, donde las preocupaciones pueden dejarse de lado por un tiempo y disfrutar de la compañía mutua.

Mientras lo hago, no puedo evitar espiar de vez en cuando a Riley. A pesar de la situación complicada con su familia, su determinación para proteger a su madre y su capacidad para mantener una actitud positiva son admirables. Me siento agradecida por tener a una amiga como ella en mi vida.

Riley finalmente termina de organizar sus cosas y se sienta a mi lado en el sofá. Las dos nos relajamos, disfrutando del ambiente tranquilo y la música de fondo. Es en estos momentos de simplicidad y amistad donde encuentro un gran consuelo, sabiendo que siempre puedo contar con Riley, sin importar las dificultades que enfrentemos en la vida.

Decido sacar el tema que había estado dando vueltas en mi cabeza desde hacía tiempo. Miro a Riley y decido hablar con sinceridad. 

—China —la llamo y ella emite un sonido, dándome a saber que está escuchándome, aun cuando su concentración está en sus uñas, las cuales está pintando de negro—, ¿qué sientes por Liam? —pregunto directamente, sin cuento previo..

Ella deja el pequeño pincel del esmalte a medio camino, haciendo que una gota de esmalte negro caiga directo sobre el vidrio de la mesa ratonera, es como si el tiempo se hubiera detenido por un momento, hasta que vuelve a guardar el pincel en su frasco y me mira con sorpresa en sus ojos. 

Parece que no esperaba esa pregunta, pero después de un breve silencio, suspira y aleja sus manos por completo del esmalte, luego de haberlo cerrado bien.

—¿Sabes, Kate? He estado pensando mucho en eso últimamente —confiesa, y me acerco para sentarme a su lado sobre la suave alfombra lila, permitiéndome mirarla directamente—. Liam es un chico genial, y definitivamente siento una conexión especial con él, una que no he sentido con nadie, y eso que sabes que salí con muchos chicos. Pero...

—Pero, ¿qué? —pregunto, sintiéndome esperanzada de repente.

—Pero creo que prefiero tenerlo como amigo —admite, luego de soltar un profundo suspiro—. No quiero arriesgar nuestra amistad. Hemos construido algo increíble juntos, y no quiero arruinarlo intentando algo más.

Asiento con comprensión. Sé lo importante que es la amistad para Riley, y puedo ver que está preocupada por perder lo que ya tienen. Sin embargo, también creo que hay algo más allá de la amistad entre ellos, y en definitiva, algo más allá de esa respuesta.

—¿Segura que eso es todo? —inquiero, haciendo que gire a verme algo confundida—. I mean, es completamente válido, porque el temor de perder a alguien tan importante para ti es complicado, but... ¿es la única razón?

Inhala hondo, huyendo a mi mirada para pasar a mirar el esmalte sobre la mesa.

—Me asusta, Kate —confiesa, volviendo a verme a los ojos, y me sorprende ver tanta sinceridad en ellos—. Me asusta porque nunca he sentido algo tan profundo por alguien antes, y no estoy segura de cómo manejarlo. Tengo miedo de lastimarme sola por estar viendo algo donde no lo hay, de que esto no sea real, de que me equivoque, de ser la única que siente algo entre nosotros. Liam es increíble, pero también complicado, y no sé si estoy lista para enfrentar todas las posibles complicaciones que vienen con esta conexión que siento.

Su vulnerabilidad me conmueve, y puedo ver que está luchando con sus emociones. La abrazo suavemente, tratando de transmitirle apoyo.

—Riley, está bien tener miedo. Las relaciones son complicadas, y es normal sentirse insegura cuando te enfrentas a algo tan nuevo y profundo. Lo importante es que estás siendo honesta contigo misma sobre tus sentimientos y tus preocupaciones. Eso ya es un gran paso —le digo con gentileza, acariciando su brazo—. Pero, si quieres saber una opinión desde un punto de vista que ve como ese chico te mira, te trata o incluso hasta cómo respira cuando estás cerca... Estoy más que segura de que Liam siente algo por ti.

Me mira con sorpresa, sus ojos expresando una mezcla de asombro y gratitud. Parece que mi perspectiva ha tocado un nervio sensible en ella.

—¿En serio crees eso? —pregunta con un atisbo de esperanza en su voz.

Asiento con una sonrisa tranquilizadora.

—Absolutamente. He visto cómo se comporta contigo, cómo te mira cuando crees que no estás mirando. No sé si es amor, pero definitivamente es algo más que simple amistad.

Riley absorbe mis palabras, procesándolas en su mente. Puedo ver que está considerando esta nueva perspectiva, y espero que le ayude a aclarar sus pensamientos y sentimientos en medio de esta confusión emocional.

—¿Sabes también qué más creo? —hablo, haciendo que vuelva a mirarme, esperando a que continúe, así que añado—: Que deberías darle una oportunidad. Si hay algo más entre ustedes, podrían descubrirlo juntos y fortalecer su relación. Deberían hablarlo, podrías intentar de buscar una señal, you know?

Riley asiente, contemplando mis palabras. Parece estar procesando la idea de explorar sus sentimientos y la posibilidad de una relación más profunda con Liam.

—Tienes razón, rojita —concuerda, asintiendo con la cabeza de manera lenta, aun procesando todo lo dicho—. No quiero quedarme con la duda. Cuando regrese de las vacaciones, hablaré con Liam y veré a dónde nos lleva.

Suelto un pequeño chillido lleno de felicidad, mientras sonrío con emoción y aplaudo de igual manera. 

—Esa es la actitud, chinis linda —aseguro, abrazándola con fuerza—. Estoy segura de que todo saldrá genial. Y si necesitas algún consejo sobre cómo acercarte a Liam, estaré aquí para ayudarte.

Riley me dio las gracias con una sonrisa sincera, y supe que había tomado la decisión correcta al hablarle de esto. Nuestra amistad era sólida como una roca, y nada podría cambiar eso.

Antes de que cualquiera de nosotras pueda decir algo más, el teléfono celular de Riley vibra sobre la mesita ratonera, anunciando una llamada entrante. Nos miramos mutuamente, sorprendidas por la coincidencia, y luego veo a Riley tomar su teléfono y abrir los ojos de par en par al ver quién la está llamando. En la pantalla se puede apreciar la foto de Liam y el como lo tiene agendado, haciendo que ahora yo también abra los ojos de par en par.

—Lo invocamos psíquicamente o como se diga —comenta, tapando su boca con la mano, mientras que el celular sigue vibrando en su mano. 

—Pero contesta, boba —la regaño, señalando el móvil—, y ponlo en altavoz —pido, antes de que ella apriete el botón de contestar. 

—Hola Riley —saluda Liam al otro lado, y me acerco a Riley lo más despacio posible, tratando de no hacer ruido para que él no sepa que está en altavoz. 

—Hola Li, ¿qué pasa? —inquiere Riley, actuando con naturalidad a lo cual se lo felicito. 

—Me preguntaba si... Es decir... No sé si sabías, es decir... Los piratas —balbucea, haciendo que tanto Riley como yo frunzamos el ceño al intentar entenderlo.

—Liam —interrumpe mi amiga, haciendo que el castaño se calle—. Respira, y así puedes decirme lo que quieras decir, pero primero respira.

Escuchamos un par de respiraciones, indicando que le hizo caso.

—¿Sabías que Los Piratas juegan hoy? —cuestiona, una vez más tranquilo y relajado.

—Sí —responde Riley, ahora algo triste y cabizbaja—, pero no pude conseguir entradas.

—Bueno, pues yo sí —comenta, haciendo que el interés de la pelinegra crezca de repente—, ¿te parece ir a verlos?

—¿Me estás invitando a salir? —inquiere Riley, mirándome de reojo, demostrándose emocionada de repente y sonrío feliz por ella, por ellos.

—Sí, o sea no —dice Liam, haciendo que ambas volvamos a ver su celular, algo confundidas—, es una salida casual, ya sabes, como la que tenemos con los chicos y así.

Cierro los ojos, pensando en lo idiota que es Liam en estos momentos.

—Ah, claro —contesta Riley, tratando de sonar animada de todas formas, aunque su rostro exprese otra cosa—. Kate está conmigo, ¿crees que les molestaría a los chicos que la invite?

—¿Qué?

—¿No dijiste que van los chicos? —pregunta mi amiga algo confundida, frunciendo levemente el ceño.

Hay un breve silencio incómodo, hasta que se escucha un leve sonido como de golpe. Como si él mismo se hubiera golpeado. 

—Sí, sí —responde de inmediato, y por el tono de su voz, se nota que se está maldiciendo a sí mismo—. Claro, invítala, no pasa nada, a todos nos cae bien —asegura y se me es imposible no sonreír—, bueno, menos a Joe, pero a él lo puede ignorar y ya.

—Le diré que eso haga —comenta Riley, mirándome de reojo y muevo mi mano para restarle importancia al asunto—. Perfecto, entonces yo le digo.

—Y yo les avisaré a los demás —dice algo desganado, haciendo que deba apretar mis labios para evitar reírme de esto—. El partido empieza en una hora, y...

—Li —interrumpe la china, haciendo que el castaño se calle de repente—. Soy fan de Los Piratas, sé a qué hora juegan y en dónde, pero aun así, gracias. De verdad, gracias.

—No agradezcas, china —dice con sinceridad, y hasta puedo imaginar su cara de enamorado que suele poner al ver a Riley—. Por ti todo. —Sonrío con ternura, para luego golpear el brazo de Riley con emoción, haciendo que ella me mire mal—. En fin, sí, eso, nos vemos. —No le da tiempo a decir nada más, que cuelga la llamada.

—¡Es un lindo! —exclamo enternecida, mirando a Riley con un mini mohín.

—Ya sé —contesta Riley, sonriendo emocionada, sin querer esconderlo lo cual me pone feliz—. En fin, ¿quieres ir? —cuestiona, mirándome a los ojos. 

—Claro, vamos juntas en mi auto —propongo, a lo que ella asiente con la cabeza y es entonces cuando una idea cruza por mi cabeza—. Déjame que le mando un mensaje al boy para preguntarle si quiere que pase por su casa a buscarlo —comento, alzando mi celular de la mesita ratonera, pero de inmediato levanto la vista a ella—, si no te molesta, por supuesto.

—Es tu auto, tus reglas —asegura, volviendo a destapar el esmalte para continuar con su trabajo de pintarse las uñas de color negro—. Por cierto... ¿Qué pasa entre ustedes dos?

Entro a la aplicación de WhatsApp, para ir directo a su chat y sonreír al darme cuenta que hablamos hasta las una de la madrugada, antes de que me durmiera.

—Nada en específico, why? —pregunto, mientras comienzo a teclear mi mensaje.

Yo:

Hi boy, how are you? No sé si Liam te habrá hablado o no, pero invitó a todos (es un tonto y luego te cuento el por qué) a ver a Los Piratas. So, a donde quiero llegar: Voy a ir con Riley en mi auto, ¿quieres que te pase a buscar?

—Pregunto porque ese día en la playa hasta se animó a besarte delante de todos —comenta, en lo que dejo el celular nuevamente sobre la mesa, para mirarla con atención—. Fue un besito, casi un roce de labios, pero eso es más de lo que Gael Vitali se animaría a hacer, o por lo menos delante de nosotros.

—Pues... —empiezo a decir, pero mi celular vibra, haciendo que gire a verlo—. Perdona —digo, alzándolo para ver quién es, y sonrío al ver que se trata del susodicho. 

GoldenBoy♡
Hola fresita, bien ¿y tú? 
Sí, acaba de llamar. Ansío saber el por qué dices eso jajaja
Ahora estoy con Lauren e iré con ella, así que no te preocupes.
Nos vemos allá, fresita ♡

Y de nuevo puedo sentir la acidez subir por mi pecho, hasta generarme un mal sabor de boca.

—No tenemos nada —aseguro, dejando el celular nuevamente sobre la mesa, decidiendo no responderle, mientras miro a Riley.

—¿Pasó algo? —inquiere con cautela, mirándome de reojo.

—Nada —respondo, negando con la cabeza.

—¿Y quién era?

—Gael.

—¿Y qué te dijo para que ahora tengas esa cara? —cuestiona, moviendo su mano para que sus uñas se sequen, mientras gira a verme con las cejas alzadas, como suele hacer cuando siente curiosidad—. ¿No aceptó que lo lleves o qué?

—Que se irá con Lauren, eso dijo —respondo algo borde, girando los ojos, sintiéndome muy irritable ahora mismo—. Supongo que ya no me necesita de chofer —menciono, encogiéndome de hombros para restarle importancia al asunto, o por lo menos aparentar eso. 

Riley me observa con atención, su mirada perspicaz captando más de lo que estoy expresando.

—¿Estás bien? —pregunta suavemente, con un tono de preocupación en su voz—. Te pregunto porque no suenas como si estuvieras bien.

Respiro profundamente, tratando de controlar mis emociones antes de responder.

—Sí, estoy bien. No debería importarme, después de todo solo somos amigos y nada más que eso, ¿verdad? —digo, tratando de forzar una sonrisa, pero sé que Riley puede ver a través de mi fachada.

Ella suspira y se acerca a mí, poniendo su mano sobre la mía con un gesto reconfortante.

—Kate, si estás celosa o molesta, está bien sentirte así. No tienes que fingir que no te afecta. Si algo te está molestando, habla sobre ello. No te guardes todo para ti misma.

La honestidad y el apoyo de Riley me hacen sentir vulnerable, pero sé que tiene razón. Es mejor hablar sobre lo que siento en lugar de guardarlo y dejar que crezca.

—Tienes razón, es solo... —Suspiro, sintiéndome calmada, pero molesta a la vez—. I mean, cuando sepa qué nombre ponerle a lo que siento, para poder explicarlo, serás la primera en saberlo, ¿bien?

Ella asiente comprensivamente, sin apartar sus ojos de los míos.

—Solo recuerda que Gael no es Luca, ¿si? —pide, y no es hasta que lo dice que siento como si un balde de agua fría me golpeara todo el cuerpo, haciendo que sienta un leve escalofrío recorrerme la espalda. 

Gael no es Luca. 

La simple declaración de Riley me recuerda la diferencia abismal entre los dos chicos en mi vida. Luca fue un amor podrido, una historia que no debió ser tan larga, una historia que debería de recordar para no volver a permitir que pase, pero que sin duda dejó una huella imborrable en mi corazón. Gael, por otro lado, es una presencia constante, un amigo que se ha convertido en una parte importante de mi vida, alguien quien se encargó de demostrarme que puedo confiar en él, que ha estado ahí para mí, alguien que me hizo saber que puedo volver a sentir algo por alguien y que los sentimientos bonitos y sanos existen, y no son cortos y ligeros como para ser llevados por el viento.

—Bueno, suficiente de dramas por hoy —digo, después de soltar un suspiro, volviendo en sí—. ¡Tenemos un juego de Los Piratas al que asistir! Y quién sabe, tal vez este sea el comienzo de algo nuevo y emocionante para ti también —menciono con entusiasmo, cambiando el tono de la conversación, haciéndola sonreír.

—Tienes razón —responde, asintiendo con la cabeza, para volver la atención a sus uñas—. Debería terminar rápido por aquí, para alistarme.

---***---

Nos encontramos con todos los chicos delante del estadio y los saludamos con una sonrisa amable.

—¿Y Gael? —inquiero, al darme cuenta que falta él, girando a ver por el lugar, buscándolo.

La verdad es que me sentiría muy incómoda si no está él, porque ahora solo están sus amigos, ya que Devra y Cinthia no están en la ciudad.

Mi alivio es palpable cuando finalmente lo veo acercarse a lo lejos, montando en su patineta. Me parece increíblemente atractivo, pero mi sonrisa se desvanece al notar que Lauren lo sigue de cerca, demostrando ser una patinadora experta.

Lauren parece estar muy a gusto en su compañía, y mi malestar aumenta cuando veo la forma en que se ríen juntos. Trato de ocultar mis emociones y mantener una actitud amigable, pero en mi interior, siento una mezcla de celos y confusión.

—¡Llegamos! —exclama Gael, deteniéndose frente a nosotros.

—¡Ya estamos aquí! —dice Lauren, bajándose de su patineta y alzando las manos de forma victoriosa, logrando hacer reír a los demás.

—Gracias a Dios, porque ya estamos tarde —informa Liam, aparentemente bastante estresado—. Andando, rápido —ordena, comenzando a caminar hacia la fila para poder ingresar.

Noto como Riley camina rápido para quedar a su lado y preguntarle cómo logro conseguir las entradas, haciendo que ambos se pierdan en su mundo.

—Hola.

Giro mi cabeza, pero no dejo de caminar, al ver a Gael quien decidió ponerse a mi lado y así poder caminar juntos.

—Hola —digo, tratando de sonar lo más amigable posible—. ¿Qué tal el viaje en patineta?

—Cansador, no pensaba que el estadio estuviera tan lejos de dónde estábamos con Lauren —confiesa, suspirando cansado para luego sonreír, y asiento con la cabeza, comprendiendo sus palabras—. Pero bueno, cuéntame por qué mi amigo es tonto, o sea, yo tengo muchas razones, pero me interesa escuchar la tuya —dice, haciéndome sonreír divertida.

—Yo estaba con Riley en su house —informo, a lo que él asiente con la cabeza, dándome a entender que me está escuchando y prestando atención—. La cosa es que él la llama —Hago una seña con mis dedos como si fuera un teléfono—, justamente para esto, invitarla a ver un partido de su equipo favorito.

—¿Sólo a ella? —inquiere, frunciendo levemente el ceño.

—Sólo a ella —respondo, asintiendo con la cabeza.

—¿Y qué hacemos todos aquí? —pregunta, expresando su verdadera confusión.

—Exacto —contesto, chasqueando con los dedos y mirándolo obvia, para que se dé cuenta a lo que me refiero—. Por eso digo que tu amigo es un Goofy, porque se puso nervioso, usó mal las palabras y... Henos aquí. 

Lo veo morder su labio inferior mientras niega con la cabeza, mirando a su amigo con cierta decepción.

—Sí, es un Goofy cuando se trata de Riley —concuerda, asintiendo con la cabeza.

—Pero —hablo, volviendo a llamar su atención, haciendo que gire a verme—, lo bueno de todo eso, es que nos llevó a una conversación profunda con Riley, y...

—¿Y...? —pregunta emocionado.

—Es mutuo —aseguro, haciendo que él festeje, lo que provoca que varias personas en la fila, incluidos sus amigos, giren a vernos y debamos sonreírles para fingir que no pasa nada—. El problema es que, si tu amigo no muestra interés por ella, Riley no hará nada.

—¿Qué? ¿Por qué? —inquiere incrédulo de repente, girando a verme sin comprender.

—Porque la china tiene esto que se dice... miedo al friends to lovers, ¿me explico? —digo, girando a verlo, a lo que él levanta la vista hasta sus amigos, para luego mirarme fijamente a los ojos y asentir con la cabeza.

—Más de lo que imaginas —asegura y por un momento me siento atrapada en la profundidad de sus ojos, sobre todo por la seriedad con la que lo dijo—. Entonces sí hay que ayudarlos —comenta, girando a verlos nuevamente, logrando sacarme de esa ensoñación.

—Estoy de tu lado —menciono, cruzándome de brazos—. Tú sólo dime qué hacer y actuamos de cupido.

Sonríe feliz, para luego chocar su cuerpo con él mío, y aunque lo hizo con cuidado, de todas formas logró correrme un par de pasos, haciéndome sonreír avergonzada y divertida, mientras que él me agarra del brazo para evitar que me caiga.

—No te pasaría eso si no fueras tan flaca —comenta Joe, fingiendo interés en la fila, haciendo que todos giren a verlo.

—Actualízate, ya nadie opina sobre los cuerpos ajenos, Joe —dice Lauren, mirándolo con cierto fastidio y el hecho de que me haya defendido me fastidia a mí.

—¿Ya pensaste qué vas a estudiar en la universidad, Joe? —cuestiono, cruzándome de brazos y mirándolo fijamente, lo cual provoca que todos me miren confundidos. 

—Sí —responde el castaño, mirándome igual de confundido que los demás, pero sus ojos no aparentan altanería como cada que me habla—. No iré a la universidad porque quiero ser bombero —cuenta con orgullo, a lo que yo asiento con la cabeza. 

—Ah mira que bien —digo, sin apartar mis ojos de los suyos—, te va perfecta esa profesión eh —menciono, asintiendo con la cabeza, para darle más énfasis a mis palabras.

—¿Por? 

—Porque siempre la riegas, really.

Su cara es un poema, mientras que los demás sueltan una carcajada y tanto Gael como Kendall y Connor chocan sus manos con las mías. De reojo puedo ver al boy alzar su dedo pulgar, en señal de aprobación.

---***---

Nos encontramos en el entre tiempo -o como se diga, después de ser regañada por Liam, Kendall, Connor y Riley al respecto de que no se dice así- del partido y van ganando Los Piratas trece a cinco.

Me acomodo mejor en mi asiento y puedo escuchar el murmullo del publico, haciendo que levante la vista, notando que pusieron la Kiss Cam, y está apuntando a Liam y Riley, haciendo que mi corazón comience a latir con efusividad por ellos dos.

Siento a Gael agarrarme la mano de manera nerviosa y con algo de fuerza, sin dudarlo, le devuelvo el apretón, demostrándole que me siento igual que él. Al ver como Riley se ríe y niega con la cabeza puedo sentir una pizca de desilusión, pero quedo con la boca abierta al ver a Liam agarrar el mentón de ella para luego besarla. Gael y yo vitoreamos junto a los demás, levantando nuestros brazos al cielo, aun con nuestras manos entrelazadas.

—Gran trabajo, cupido —susurra en mi oído y yo sonrío en respuesta.

Continuamos viendo la Kiss Cam, riéndonos cuando una chica tira su bebida a su pareja después de que él besara a otra persona. Luego, compartimos un momento tierno al ver a una pareja de ancianos darse un pequeño beso.

Todo es divertido hasta que la Kiss Cam se detiene en nosotros: Gael y yo.

No. No. No.

Nos miramos y luego negamos con la cabeza mientras reímos y nos negamos a besarnos. Ambos sentimos una cierta vergüenza de hacerlo frente a toda la multitud, aunque en mi caso, no es que no quiera, es solo la timidez.

Seguimos negándonos, y la Kiss Cam finalmente se cansa de nosotros y se va en busca de otras víctimas.

El partido está a punto de comenzar nuevamente cuando la Kiss Cam regresa una última vez. Esta vez, apunta a Gael y... ojalá hubiera sido yo, pero no, es la chica que está a su izquierda, Lauren.

Lauren suelta una carcajada, y no estoy segura si es por nervios, emoción o porque realmente le parece divertido. Luego, se encoge de hombros en señal de "¿por qué no?" y se inclina hacia Gael, pero antes de que avance mucho algo se apodera de mí, algo más fuerte que mi razón, porque me hizo actuar antes de pensarlo bien.

Agarro la camiseta de Gael con fuerza y tiro de él para alejarlo de Lauren, sorprendiéndolo. No me detengo a mirar su expresión, simplemente uno nuestros labios en un beso sorprendente, tanto para él como para mí.

El contacto de nuestros labios es eléctrico, una chispa que se enciende en el momento en que Gael reacciona, decidiendo posar una mano en mi mejilla. Puedo sentir la suavidad de sus labios contra los míos, y sin pensarlo, dejo que mi mano se deslice hacia su mejilla mientras mis dedos se entrelazan en su cabello. Nuestros labios se mueven con urgencia, como si necesitáramos liberar algo que habíamos estado conteniendo por mucho tiempo.

La multitud a nuestro alrededor estalla en vítores y aplausos, pero para mí, todo es un eco distante. Estoy completamente inmersa en el beso, en la manera en que sus labios se sienten contra los míos, en la forma en que su lengua se desliza suavemente para entrelazarse con la mía. La pasión que surge entre nosotros es abrumadora, y por un momento, todo lo demás desaparece.

Nos separamos con nuestras respiraciones entrecortadas, mientras nos miramos el uno al otro con asombro y desconcierto. La intensidad del beso nos ha dejado a ambos sin palabras, y mientras volvemos a la realidad del estadio lleno de gente, puedo sentir el latido acelerado de mi corazón resonando en mis oídos.

Gael y yo nos miramos sorprendidos, aunque en sus ojos hay algo más... Profundo y, brillan mucho más de lo habitual. ¿Qué ocurre?

———🍓🍓🍓———

¡Hola, hola, hola! ¿Cómo están?

No voy a mentir, me puse CELOSA de algo que YO MISMA escribí. POR QUÉ CONCHA GAEL TIENE QUE PENSAR TAN BONITO DE LAUREN? EH? EH? SÉ QUE TUS PENSAMIENTOS SON SOLO COMO AMIGOS HACIA ELLA, MI AMOR, PERO CUCHAME, VOS TENES QUE PENSAR BONITO SOLAMENTE PARA KATE, NADIE MAS MERECE TUS PENSAMIENTOS BONITOS, LAPUCHAQUEMEPARIO. HOMBRE TENIAS QUE SER

Ahora, lo siguiente: LOS PADRES DE GAEL. ¿Qué creen que pasarán con ellos? 

Alguien más se dio cuenta que Gael fue a buscar consuelo en Dustin, pero terminó él consolándolo (como buen hermano mayor)? Y encontró consuelo en Lauren, porque aja, lauren...

No me crean, Lauren es buena, pero Kate se apodera de mí y me hace sentir celos de UN PERSONAJE *llora en emoji*

En fin, qué onda los celos de Kate? ESE BESO? apa la papa eh

Los amoooo, mua, mua, besito, besito. XOXO, Love, love, C.A

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