023.
✨️ KATE ✨️
Después de un largo y agotador entrenamiento, siento cómo el cansancio se apodera de cada músculo de mi cuerpo. Como capitana de las porristas, siempre me esfuerzo al máximo para liderar al equipo con energía y entusiasmo. Hoy practicamos piruetas, saltos y rutinas intensas, y aunque disfruto cada momento en el campo, también es un desafío físico exigente.
Me dirijo hacia los vestidores mientras siento la humedad en mi cabello, el sudor en mi frente y los músculos tensos por el esfuerzo. Cierro los ojos por un momento y respiro profundamente, tratando de relajar mi cuerpo y recuperar el aliento.
A medida que me adentro en los vestidores, escucho las risas y las conversaciones animadas de mis compañeras. A pesar del cansancio, el ambiente vibrante y el buen compañerismo entre nosotras me llenan de alegría. Sé que todo el esfuerzo y la dedicación valen la pena cuando vemos los resultados en nuestras actuaciones en los partidos y competencias.
—Buen trabajo, niñas —las felicito, sacando mi bolso del casillero para empezar a caminar hacia las duchas.
—Gracias, Katy, igualmente para ti —dicen varias a unísono, haciéndome sonreír.
Antes de poder ingresar a la ducha, Devra llega hasta mí y me agarra del brazo, logrando capturar mi completa atención.
—¿Sabes algo de Cinthia y por qué ha faltado hoy al entrenamiento? —inquiere, viéndome a los ojos de manera preocupada.
Parpadeo un par de veces, mientras niego con la cabeza, sin comprender el por qué de su preocupación.
—No —contesto de todas formas en voz alta—. No sé mucho de ella desde que nos peleamos —le recuerdo, haciendo que asienta con la cabeza, acordándose de ese pequeño detalle—. ¿Por qué preguntas?
—Porque Cinthia podrá faltar a clases por quedarse dormida en algún lado del instituto, pero a las practicas jamás ha faltado desde que ingresó al equipo —dice, sin apartar sus ojos de los míos—. Antes pensábamos que era porque es muy aplicada, pero luego supimos su verdadera razón, ¿recuerdas?
—Por su mamá —murmuro más para mí que para ella, dándome cuenta de ese detalle—. ¿Crees que...? —dejo la pregunta a medio terminar, sin animarme a decirla, mientras ahora soy yo quien la mira preocupada.
Veo como muerde su labio inferior, para después negar con la cabeza.
—No, no, seguro es que está con Nathalia —contesta, aunque intenta parecer segura, no lo está—. Ya sabes cómo te vuelve el amor y así, te hace perder la noción del tiempo.
—Sí, quizá sea eso —respondo, tratando de convencerme igual que ella.
Me sonríe antes de ingresar a la ducha continua a la mía, mientras que yo me quedo apoyada en la puerta de madera, pensando en la castaña y el por qué ha faltado hoy por primera vez. Realmente espero que sea porque está con Nathalia y no por otra cosa.
Aun así, ingreso a bañarme con una sabor amargo en la boca y una sensación rara en el pecho que me impide estar tranquila.
Después de una larga ducha, el agua caliente cae sobre mi cuerpo cansado, aliviando la tensión en mis músculos. Cierro los ojos y me permito disfrutar de ese momento de relajación, dejando que el estrés y la preocupación se desvanezcan.
A medida que el agua se desliza por mi piel, mi mente vuelve a la situación con Cinthia. Me preocupa que algo esté mal, que su ausencia en el entrenamiento sea un reflejo de algo más profundo. Me pregunto si debería hablar con ella, ofrecer mi apoyo y escuchar lo que tiene que decir.
Sacudo la cabeza para despejar esos pensamientos. Seguro está bien y me estoy preocupando por nada.
Termino de ducharme y me seco con una toalla, sintiendo el frescor en mi piel. Me cambio rápidamente y salgo de los vestidores, lista para enfrentar el resto del día.
Camino hacia la salida del gimnasio, donde me encuentro con el resto de las chicas. Nos despedimos con abrazos y sonrisas, compartiendo palabras de ánimo y promesas de esfuerzo para el próximo entrenamiento.
Al salir del edificio, una brisa fresca acaricia mi rostro y me llena de energía renovada. Cierro los ojos por un momento y respiro hondo antes de caminar hasta mi auto.
—Katy —Me giro para encontrarme con Devra corriendo hacia mí—, ¿puedo ir a tu casa? No quiero estar sola en la mía —explica, haciendo un pequeño mohín con su labio inferior.
Río por lo bajo y asiento con la cabeza, para luego sacarle el seguro al auto con el botón de la llave inalámbrica.
Ambas subimos al auto y emprendemos el camino hacia mi casa. El trayecto es tranquilo, lleno de un silencio reconfortante. Siento que mi cansancio se mezcla con una sensación de alivio al tener compañía en este momento.
Mientras conduzco, mi mente vuelve a dar vueltas al tema de Cinthia. Aunque he tratado de apartar esas preocupaciones, no puedo evitar preguntarme qué es lo que realmente está sucediendo con ella. Tal vez debería buscar una oportunidad para hablar con ella.
Llegamos a mi casa y estaciono el auto. Nos bajamos y entramos, siendo recibidas por un incómodo y tenso ambiente, haciendo que frunza el ceño al ver a mi hermana sentada en el sofá, con sus manos en la cabeza y, al escuchar nuestros pasos, se levanta de forma rápida y gira hacia nosotras para vernos, pero parece que la decepciona nuestra presencia.
—Oh, hola —dice, volviendo a sentarse en el sofá, en una postura que demuestra claramente lo preocupada que está—, pensé que eras mamá. Hola, Dev.
—Hola —saluda mi amiga, con un tono de voz bajo, debido a que ella también debe sentir el ambiente pesado.
—What's up, Melchu? —inquiero, rodeando el sofá para quedar cara a cara con ella—. ¿Qué pasa con mamá?
Los ojos cafés de mi hermana no revelan más que preocupación, haciendo que imagine lo peor. Cierra los ojos a la vez que inhala hondo, para después suspirar profundo.
—Mamá está en la comisaría —cuenta, sin animarse a abrir nuevamente los ojos, mientras que yo abro los míos de par en par.
—¿Qué? ¿Por qué? —inquiero, sintiendo mi corazón acelerado de repente por la preocupación.
—Cinthia la llamó —cuenta, abriendo los ojos para verme fijamente. Devra y yo nos miramos preocupadas, para después volver a ver a mi hermana sin comprender nada—. Cinthia denunció a su mamá a la policía.
Siento un nudo en el estómago y una mezcla de rabia, confusión y preocupación se apodera de mí. Sin pensarlo dos veces, salgo corriendo de casa y vuelvo a subir al auto, decidida a ir a la comisaría donde se encuentra Cinthia.
Antes de poder arrancar el motor, Devra y Mel se suben rápidamente al auto. Sus expresiones reflejan la misma preocupación y determinación que siento en este momento.
—Vamos juntas, Kate. No podemos dejar a Cinthia sola en esta situación —dice Devra, sujetando mi mano con fuerza.
Asiento con la cabeza, agradecida por su apoyo incondicional. Enciendo el auto y conduzco a toda velocidad hacia la comisaría, sintiendo la adrenalina correr por mis venas.
El trayecto es tenso y en silencio. Solo se escucha el sonido del motor y nuestra respiración agitada. La incertidumbre y el miedo se hacen presentes en cada rincón del auto.
Llegamos a la comisaría y nos apresuramos a entrar. El ambiente está cargado, con personas preocupadas y oficiales de policía ocupados en sus labores.
Busco desesperadamente a Cinthia entre la multitud, hasta que la veo sentada en una silla, rodeada de agentes. Su rostro refleja angustia y desesperación.
Me acerco a ella rápidamente, ignorando todo lo demás a mi alrededor. Sus ojos se encuentran con los míos y puedo ver el dolor que la consume.
—Cinthia, ¿estás bien? ¿Qué está pasando? —pregunto, tomando su mano entre las mías.
Ella suspira y trata de controlar sus lágrimas, pero es evidente que está al límite de su fortaleza emocional.
—Mi mamá... Ella... hizo algo terrible y no puedo seguir callándome. Necesito ayuda, Kate —dice, con la voz temblorosa.
Mi corazón se encoge al escuchar sus palabras. Siento un profundo deseo de protegerla y apoyarla en este momento difícil.
Sin dudarlo, tiro de ella hacia mi y rodeo su cuerpo con mis brazos con fuerza, rogando que, de alguna manera, esto la ayude un poco a sanar su corazón malherido. Poco tardamos en sentir los brazos de Devra, uniéndose a nuestro abrazo.
Nos abrazamos con fuerza, formando un círculo de apoyo y protección. En ese momento, somos un equipo unido, dispuestas a enfrentar cualquier obstáculo que se presente en el camino de Cinthia.
Pasan algunos minutos en silencio, mientras las lágrimas de Cinthia se deslizan por sus mejillas. Trato de ser fuerte por ella, transmitiéndole con mi abrazo que estoy aquí para apoyarla incondicionalmente.
De repente, un oficial de policía se acerca a nosotras. Su rostro serio y profesional contrasta con el ambiente cargado de emociones.
—Disculpen la interrupción, pero necesito hablar con ustedes. Soy el oficial Rodríguez —anuncia, su voz firme y directa.
Nos separamos del abrazo, pero no dejamos de estar cerca, listas para escuchar las noticias que nos espera.
En eso, veo a mi mamá por primera vez desde que llegué y se para atrás de Cinthia, posando sus manos en los hombros de ella para transmitirle seguridad, mirando al oficial con seguridad, haciéndole saber que ya puede hablar.
—Por el momento, hemos detenido a su madre para cuestionarla —explica el oficial, manteniendo la compostura—. La situación legal es delicada, no solo por tu declaración, sino también porque vecinos tuyos han denunciado, y estamos llevando a cabo una investigación exhaustiva.
Cinthia asiente, su mirada perdida en el vacío, mientras intenta asimilar la magnitud de lo que está sucediendo.
—Nuestro próximo paso será recopilar pruebas y testimonios para determinar si hay fundamentos suficientes para presentar cargos. —Cinthia levanta la mirada del suelo, para ver con incredulidad al oficial—. Durante este proceso, se tomarán medidas de protección para asegurar tu bienestar y el de tus hermanos —continúa el oficial, ignorando la mirada de mi amiga.
Cierto, sus hermanos. Giro a verla preocupada.
—¿Dónde están Mike y Dave? —inquiero, siendo ahora yo quien ignore al oficial.
—Gracias, oficial Rodríguez. Apreciamos su trabajo y su compromiso en este caso —expresa mi mamá, tratando de mantener la calma y la gratitud en su voz.
—¿Podría por favor venir conmigo un momento? —pide el oficial, mirando fijamente a mi mamá, quien asiente con la cabeza.
Ambos se alejan de nosotras para poder hablar más a gusto y veo a Mel caminar hacia ellos, para posicionarse al lado de mi mamá y así también escuchar lo que el policía tenga para decir.
Devra y yo ayudamos a Cinthia a sentarse en una de las bancas de espera, y cada una nos sentamos a su lado, sin soltar sus manos.
—¿Qué pasó, Cin? —pregunta Devra con cautela, sin dejar de mirar con preocupación a nuestra amiga.
Cierra los ojos a la vez que muerde fuertemente su labio inferior, para luego inhalar hondo, quedándose así por varios segundos.
—Hay algo que nunca les conté —dice con voz baja, como si no tuviera la fuerza suficiente para hablar. Dev y yo nos miramos, para luego volver a verla, notando que sigue manteniendo los ojos cerrados—. Mi mamá y papá no están casados, y tanto mis hermanos como yo, no tenemos el apellido de mi papá.
Devra y yo abrimos los ojos de par en par, realmente sorprendidas por lo que acabamos de escuchar. Cinthia suelta un suspiro y se sienta mejor en la banca.
—Mi mamá es la amante de mi papá —confiesa, logrando sorprendernos aun mas—. Tuvo tres hijos con él, creyendo que así haría que se divorcie de su esposa y se casaría con ella, pero claramente no pasará nunca —dice en medio de una ahogada risa, que no demuestra más que su dolor—. Por eso peleamos a diario con mi mamá, porque ella además de beber demasiado para llamar la atención de él y que, cuando caiga de ebria, mis hermanos lo llamen y así él aparezca en mi casa preocupado, hace más cosas que... —Suspira profundo—. De verdad ya no podía seguir ignorando, y bueno, me golpeaba por eso. Porque ella dice que quiero meterme en su camino, que no quiero verla feliz, y además también porque, según ella, me parezco físicamente a mi papá. —Ríe por lo bajo, aunque más que una risa pareció un bufido. Relame su labio inferior antes de continuar—: Pero hoy... Yo puedo soportar los golpes de mi mamá, no pasa nada, pero no puedo permitir que golpee a mis hermanitos, ¿saben? No puedo mirar para otro lado cuando... —Vemos como su labio inferior tiembla, a la misma vez que su voz se quiebra—. Cuando esa mujer dejó inconsciente a Mike. Yo puedo no ir al hospital para evitar un interrogatorio que podría culparla, pero con él no, ¿qué si tiene algún golpe interno y puede provocar su muerte? Es solo un niño, mi niño. No podía.
Mi corazón se encoge al escuchar la dolorosa verdad que Cinthia ha guardado en su interior durante tanto tiempo. La complejidad de su situación familiar y el peso emocional que carga sobre sus hombros es abrumador.
Nos acercamos aún más a ella, rodeándola con nuestro apoyo silencioso. Devra toma su mano con delicadeza, transmitiéndole su comprensión y solidaridad.
—Cinthia, siento mucho que hayas tenido que pasar por todo eso —dice con voz suave, intentando mostrarle su apoyo incondicional—. Quiero que sepas que estamos aquí para ti, pase lo que pase. Eres fuerte y valiente por enfrentar esta situación y buscar ayuda.
Siento que mi teléfono celular vibra en mi bolsillo. Lo saco y veo que es una llamada de Riley. Me separo un poco de Cinthia y Devra, disculpándome por un momento, y contesto la llamada.
—Hola, chinis —saludo, una vez que coloco el celular en mi oreja.
—Kate, necesito... Am, ¿podrías venir a buscarme? —inquiere con la voz algo temblorosa, como si estuviera nerviosa.
Giro a ver a Cinthia y Devra, quienes siguen abrazadas, para luego girar a ver hacia adelante y soltar un suspiro.
—Ahora no es buen momen... —Me quedo callada al darme cuenta que ella nunca me pide esas cosas, y es entonces cuando me preocupo—. ¿Pasó algo? ¿Dónde estás?
—Pues, am...
—¿Riley?
Giro mi cabeza al escuchar la voz de mi hermana y miro en la dirección que ella está mirando, para, en efecto, encontrarme con mi mejor amiga ahí, sentada frente a un policía. Cruzamos miradas y ambas nos sorprendemos por vernos aquí. Sin dudarlo, comienzo a caminar hasta donde se encuentra ella.
—¿Qué pasó? ¿Estás bien? ¿Qué haces aquí? —inquiero, agachándome para quedar a su altura, debido a que ella se encuentra sentada en una silla.
Agarro sus manos y puedo darme cuenta que tenía razón. Está nerviosa y lo sé por la forma en que le tiemblan las manos.
—Bien señorita, eso fue todo —habla el policía, haciendo que gire a verlo acomodar unos papeles—. Las dejaré un momento a solas para que puedan ponerse al día.
Asiento con la cabeza en modo de agradecimiento, para luego verlo levantarse y alejarse de nosotras, y es entonces cuando giro a ver a Riley, quien parece tener la mirada perdida.
—Chinis, ¿qué pasó? —pregunto, llamando nuevamente su atención, mientras acomodo un mechón de su cabello atrás de su oreja y la miro fijamente a los ojos.
—Nada realmente grave, es decir, intentaron robarme el celular, pero fuera de eso estoy bien —responde, sin apartar sus ojos de los míos para que sepa que habla en serio, pero aun así puedo sentir sus manos temblar.
—¿Pero estás bien? ¿Quieres que te acompañe al hospital? ¿No te hicieron nada? —cuestiono realmente preocupada, comenzando a inspeccionar su cuerpo, mientras que ella niega con la cabeza.
—Estoy bien, solo es el susto —garantiza y suelto un suspiro lleno de alivio, para luego abrazarla fuerte—. Por cierto, ¿qué hacen todas ustedes aquí? ¿Esa es tu mamá?
Antes de que le pueda responder, Devra llega hasta donde estamos y mira a Riley preocupada, pero no dice nada, para luego girar a verme a mí.
—Ya viene el padre de Cinthia en camino para dar su declaración y buscar a Cinthia, puesto que los oficiales no dejan que se vaya con tu mamá —informa y asiento con la cabeza—, así que Helen me mandó a decirte que esperaremos a que aparezca el padre de Cinthia para irnos, puesto que claramente esta situación es muy privada para ellos y capaz a su padre no le agrade la idea de que estemos todas aquí.
—Claro, love, gracias por avisar —digo, sonriéndole de manera amable.
Devra mira por última vez a Riley, para asegurarse de que ella esté bien, antes de alejarse de nosotras dos.
—¿Declaración? —inquiere Riley, llamando mi atención, haciendo que gire a verla.
—Es complicado, te cuento después, ¿si? —digo para calmar su curiosidad y ella asiente con la cabeza, dándose cuenta que no es momento para preguntar.
La ayudo a recoger sus cosas y nos disponemos a caminar hacia donde están las demás, pero entonces veo a Cinthia levantarse de su asiento y agitar la mano en dirección a la puerta, así que supongo que su papá ha llegado.
La curiosidad me gana, así que giro un poco para mirar por encima de mi hombro y, al hacerlo, quedo completamente anonadada, sin poder creer lo que estoy viendo. Un hombre alto y fornido, con una expresión preocupada en su rostro, ingresa a la comisaría. Mi corazón se detiene por un momento al reconocerlo.
—¿Papá?
Trago en seco y giro a ver a Riley, quien está muchísimo más sorprendida que yo al ver a su padre aquí.
El señor Sinclair parece no vernos, porque pasa derecho a ver a Cinthia y la abraza con fuerza, haciéndome dar cuenta que es la primera vez que veo a su papá. Conocía a su madre de vista, pero a su padre no.
—¿Qué está pasando, Kate? —inquiere la pelinegra a mi lado, sin lograr salir de su asombro, mientras que yo la miro sin saber qué decirle, porque estoy igual—. ¿Qué hace mi papá aquí? —pregunta, dejando de ver a Cinthia y su padre, para girar a verme a mí—. ¿Por qué...? —Deja la pregunta al aire, al no saber cómo continuarla.
—Te juro que yo tampoco entiendo —respondo de inmediato, rogando porque me crea.
Y es entonces cuando la historia que nos acaba de contar Cinthia a Devra y a mí hace eco en mi cabeza. Ella tiene el apellido de su mamá, porque su papá es un hombre casado. Todo encaja, las piezas comienzan a unirse y mi corazón se acelera con cada nueva revelación.
Llevo una mano a mi boca debido al asombro que golpea con fuerza mi cuerpo de repente, mientras suelto un leve jadeo y giro a ver al señor Sinclair que sigue hablando con Cinthia.
No puedo evitar sentir una mezcla de emociones encontradas. Por un lado, siento compasión por Cinthia y todo lo que ha tenido que soportar en su complicada situación familiar. Por otro lado, la sorpresa de descubrir la verdad sobre la relación entre su padre y Riley es abrumadora.
Riley pasa a mi lado, alejándose de mi casi que corriendo y no dudo en ir tras ella. Al salir de la comisaria, debo bajar las escaleras de manera rápida debido a la lejanía de Riley.
—¡China, espera! —exclamo, tratando de alcanzarla.
Detiene su caminar y gira a verme, haciendo que deba detenerme de golpe para evitar chocarme con ella.
—Quiero estar sola, Kate.
Sin decir más, gira sobre sus talones y sigue caminando a paso firme y rápido, alejándose completamente de mí.
Me quedo paralizada por un momento, observando a Riley alejarse con determinación. Mi corazón se encoge al verla tan distante y cerrada a cualquier intento de acercamiento. Sin embargo, no puedo permitir que se vaya sin más.
Ignorando mis propio cansancio y agotamiento físico, comienzo a correr tras ella, llamando su nombre una y otra vez en un intento desesperado de hacerla detenerse y escucharme.
—¡Riley, por favor! Necesitamos hablar, no puedes afrontar esto sola —le imploro, sintiendo mi respiración agitada por cada paso que doy.
Logro alcanzarla y me pongo frente a ella, bloqueando su camino. La miro directamente a los ojos, buscando desesperadamente una señal de que me está escuchando.
—Sé que esto es difícil de procesar, pero no puedes aislarte. Estoy aquí para ti, Riley —le digo con voz suave, tratando de transmitirle mi sinceridad y apoyo incondicional.
Ella me mira durante unos segundos, sus ojos reflejando una mezcla de tristeza y confusión. Poco a poco, veo cómo su expresión se suaviza y un atisbo de vulnerabilidad asoma en su rostro.
Sin más, ocurre algo que jamás imaginé ver en ella: Se desmorona.
Comienza a llorar de manera desconsolada mientras sus rodillas le juegan una mala pasada, haciendo que termine arrodillada en el suelo, sollozando con fuerza y colocando sus manos en su pecho, como si hacer eso la ayudara a aliviar el dolor que siente ahora mismo.
Sin dudarlo, me agacho junto a ella y la abrazo, dejando que mis brazos envuelvan su cuerpo frágil y vulnerable. Siento sus lágrimas mojar mi hombro mientras me aferra con fuerza.
—Está bien, Riley, déjalo salir. Permítete sentir todo lo que necesitas sentir —le digo en un susurro, mientras acaricio su espalda en un intento de brindarle consuelo.
Si algo aprendí gracias a Gael este año, es que debemos permitirnos sentir todas nuestras emociones. No importa si son positivas o negativas, es importante dejar que fluyan, porque mantenerlas encerradas puede provocar un caos en nuestro interior. Un caos doloroso y autodestructivo.
—No sé cómo enfrentar esto, Kate —susurra, su voz cargada de angustia y dolor.
—No tienes que enfrentarlo sola, Riley. Estamos juntas en esto. Vamos a superarlo juntas, paso a paso —le digo, acariciando su cabello con suavidad.
Las palabras se desvanecen en el aire y solo queda el sonido de su llanto y nuestras respiraciones entrecortadas. Nos quedamos así, en el suelo, abrazadas, compartiendo el peso de sus emociones y dejando que fluyan libremente. Sin importarnos las miradas de las personas que pasan a nuestro lado. Solo importa Riley y su dolor.
---***---
Termino de atar mi cabello en una cola de caballo alta, mientras miro a Cinthia por el reflejo del pequeño espejo que tengo en la puerta de mi casillero.
Ayer a la tarde es que ocurrió todo el acontecimiento de la denuncia, su madre, su hermano, todo junto. Hoy, sábado, es el último partido del campeonato, debido a que en tres semanas terminan las clases.
Miro de reojo a Devra, quien está apoyada en su casillero, mirando fijamente a Cinthia, igual de preocupada que yo. Gira a verme y asiento con la cabeza, dándole a entender que debemos acercarnos a ella.
Caminamos juntas hacia la castaña, quien se está atando los cordones de las zapatillas con la mirada perdida en algún punto fijo del suelo.
—¿Estás segura que puedes salir hoy? —cuestiona Devra, sentándose a su lado y posando una mano sobre la de ella.
Cinthia se sorprende, debido a que al parecer no nos vio ni escuchó llegar. Alza la cabeza y nos mira algo desorientada, para luego parpadear un par de veces y asentir.
—Si, si, no se preocupen por mí —responde, otorgándonos una de esas sonrisas falsas que suele usar—. Hoy es el último partido, debemos tener el ánimo arriba, porque hoy podríamos salir campeones, ¿no creen?
Nos sonríe por última vez, antes de levantarse de su asiento y caminar hacia su casillero.
Devra y yo nos miramos preocupadas, para después volver a verla y soltar un suspiro a unísono.
Tanto estrés me hará mal.
Lo peor es que aun no he podido hablar con ella sobre si sabe quién es la otra familia de su papá o no, porque si es así, eso quiere decir que sabe que Riley es su media hermana. Eso quiere decir que siempre lo supo.
Por otro lado está Riley. Después de ayer y que la haya acompañado a su casa, no he sabido más de ella. No me ha respondido los mensajes que le dejé en toda red social posible, y eso me tiene preocupada.
Después de un momento, decido que después del partido intentaré nuevamente contactar a Riley. Necesito asegurarme de que esté bien y que podamos hablar sobre todo lo que ha sucedido.
El sonido de la campana que indica que es hora de salir a la cancha me devuelve a la realidad. Es tiempo de cumplir con mi papel como capitana de las porristas y animar a nuestro equipo de baloncesto.
—Vamos chicas, es nuestro último partido y tenemos que darlo todo. ¡A dejarlo todo en la cancha! —exclamo, tratando de inyectar energía y ánimo en mis compañeras.
Las chicas me siguen, y juntas nos dirigimos a la cancha, listas para hacer nuestras animaciones y apoyar a nuestro equipo con toda la fuerza y el entusiasmo que podemos reunir.
El gimnasio está lleno de energía y emoción mientras esperamos ansiosamente el inicio del partido de baloncesto. Los ánimos están al tope, y puedo sentir la electricidad en el aire. Como capitana de las porristas, estoy lista para darlo todo y animar a nuestro equipo desde el primer momento.
Las luces se atenúan y la música comienza a sonar, marcando el inicio de nuestra rutina de porras. Mi equipo de porristas y yo saltamos al centro del gimnasio, llevando nuestros uniformes con orgullo y sonrisas en el rostro. Nuestras acrobacias y piruetas llenan el ambiente de entusiasmo, mientras animamos a todos a unirse a nosotros en esta fiesta deportiva.
A pesar de la ansiedad y la preocupación que me abruman, encuentro un momento de escape mientras me concentro en cada movimiento, en cada salto y en cada grito de aliento. La conexión con el equipo y el público me brinda un respiro temporal de las preocupaciones y me permite disfrutar del presente.
Finalizamos nuestra rutina y nos dirigimos hacia nuestras ubicaciones en las gradas, listas para seguir animando a nuestro equipo durante todo el partido. Las porristas somos un apoyo crucial para nuestros jugadores, y estamos listas para darles la motivación que necesitan para luchar por la victoria.
El partido comienza, y la intensidad en la cancha es palpable. Nuestro equipo se mueve con agilidad y rapidez, demostrando su habilidad en el juego. Cada jugada es recibida con gritos y aplausos de la multitud. La emoción es contagiosa, y siento cómo mi corazón late con fuerza mientras observo cada movimiento en la cancha.
A medida que el partido avanza, la tensión aumenta. Hay momentos en los que nuestros jugadores anotan canastas impresionantes, y otros en los que el equipo contrario responde con igual fuerza.
Durante los tiempos muertos y descansos, las porristas volvemos a entrar en acción. Saltamos, hacemos piruetas y animamos a todos a seguir alentando a nuestro equipo. Nuestra energía es inagotable, y estamos decididas a mantener el espíritu del equipo en alto sin importar el resultado.
En medio de las piruetas y saltos, mi mente vuelve a divagar hacia Riley y Cinthia. Me pregunto si Riley estará en el partido, y si lo estará viendo desde algún lugar en las gradas. También me preocupo por Cinthia y cómo estará lidiando con todo lo ocurrido en su familia. Sin embargo, sé que no puedo dejar que estas preocupaciones me afecten ahora. Durante el partido, debo mantener mi enfoque en animar al equipo y mantener el espíritu competitivo en alto.
Grito llena de emoción cuando Axel hace un triple, haciendo que toda la tribuna y nosotras, las porristas, nos levantemos de nuestros asientos para festejar su gran tiro.
—¡Axel, Axel, Axel! —canturreamos todos los presentes.
El rubio pasa frente a mí y me guiña un ojo de manera cómplice, haciendo que sonría divertida y le devuelva el gesto, logrando que sea ahora él quien sonríe.
El partido continúa con una intensidad creciente. Los jugadores de ambos equipos se esfuerzan al máximo, y el marcador sigue ajustado. La emoción en el gimnasio es palpable, y puedo sentir cómo la adrenalina fluye por mis venas.
El sonido de la chicharra anuncia el último cuarto del partido. La tensión aumenta, y las porristas nos preparamos para darlo todo en la animación final. Saltamos y hacemos acrobacias, gritando alentando al equipo con todas nuestras fuerzas.
El tiempo se agota y el marcador sigue ajustado. Los segundos parecen eternos mientras el balón se mueve de un lado a otro de la cancha. Los jugadores luchan con determinación, y nuestras voces resuenan en el gimnasio, animándolos a darlo todo en los últimos momentos del partido.
Quedan treinta segundos de juego y vamos perdiendo por uno. A los chicos les queda solo una jugada estratégica para cambiar la suerte a nuestro favor. La tensión en el gimnasio es palpable, y cada jugada se vuelve crucial para definir al ganador. Mis ojos están fijos en Axel, quien no por nada es el capitán del equipo, mientras se concentra en defender al jugador estrella del equipo rival.
Los segundos parecen eternos mientras el equipo rival intenta una jugada clave para acercarse al aro y marcar el gol ganador.
El jugador estrella del equipo rival se prepara para realizar un tiro crucial que podría cambiar el rumbo del partido. Axel, ágil y rápido como siempre, salta hacia el aro en un intento desesperado por bloquear el disparo. La adrenalina corre por mis venas mientras lo veo en acción.
Un murmullo emocionado se extiende entre los aficionados cuando Axel realiza una espectacular tapa, bloqueando el disparo rival con un movimiento perfectamente sincronizado. La emoción se apodera de todos nosotros, las porristas, y nuestros gritos de emoción se mezclan con los de los fanáticos.
Axel no se detiene ahí. En un instante, recupera el balón y se lanza hacia el otro lado de la cancha con una velocidad increíble. Los rivales lo persiguen, pero Axel es inalcanzable, demostrando su habilidad y liderazgo en cada paso que da.
Mi corazón late con fuerza mientras veo cómo Axel se acerca al aro rival. La multitud ruge de emoción, alentándolo a seguir adelante.
Quedan diez segundos.
Sin perder ni un segundo, Axel levanta la cabeza y busca a sus compañeros. Es entonces cuando ve a Malcom, nuestro talentoso alero, corriendo hacia el aro rival. Axel no duda y, con un pase certero y milimétrico, lanza el balón hacia Malcom. El balón se desliza por el aire en una trayectoria perfecta, encontrando a Malcom en el lugar exacto donde debe estar.
Cinco segundos.
—¡Lánzalo! —grita alguien del público y cuando giro a ver, veo que se trata de la hermana menor de Axel, Emily, quién está con el cabello desordenado debido a sus nervios.
Vuelvo la vista de inmediato hacia el partido, dándome cuenta que por primera vez desde que la conozco, estoy de acuerdo con ella.
Malcom no pierde tiempo y, con un movimiento fluido y una confianza desbordante, dispara hacia el aro, anotando así el gol ganador.
Un estallido de euforia llena el gimnasio cuando el balón atraviesa la red. Las porristas saltamos y agitamos nuestras pompones en el aire, celebrando la increíble jugada de nuestro equipo. La multitud está en un frenesí de alegría y aplausos. Corro junto con mis compañeras para festejar el momento glorioso. Axel y Malcom se abrazan con alegría, para luego ver a los demás jugadores correr hacia Malcom para abrazarlo con entusiasmo.
Desde mi posición en la cancha, puedo ver la sonrisa triunfante de Axel mientras va directo a recoger el trofeo. Nuestros ojos se encuentran por un momento, y le hago un gesto de admiración y aprobación. Él asiente con gratitud, sabiendo que su tapa y pase han sido cruciales para asegurar esta victoria épica.
Después del partido, las porristas caminamos hacia los vestuarios, riendo y celebrando la victoria de nuestro equipo de baloncesto. La emoción y la adrenalina aún fluyen en nuestros cuerpos, y no podemos evitar compartir anécdotas y burlas sobre las rutinas más emocionantes que realizamos durante el juego.
Mientras avanzamos por el pasillo del gimnasio, noto a Gael y a Connor de pie en el camino, charlando animadamente entre ellos. Me sorprende verlos aquí, ya que generalmente no suelen venir a nuestros partidos. Al acercarme, me detengo frente a ellos con una sonrisa curiosa.
—Hola chicos, ¿qué hacen aquí? —pregunto con curiosidad, mientras de reojo puedo ver a Devra y Cinthia también detenerse.
Gael se adelanta para responder, pero antes de que pueda decir algo, Devra se va enojada, seguida de cerca por Connor quien la llama, pidiéndole que se detenga para poder hablar. Los observamos alejarse, sin entender qué pudo haber pasado.
—¿Qué ha pasado entre ellos? —pregunto, volteando a ver a Gael.
—No lo sé bien, pero parece que Devra y Connor están peleados hace días —responde Gael, encogiéndose de hombros, para después sonreírle a Cinthia a modo de saludo—. Solo vine a acompañar a Connor, parece que necesitaba hablar con ella —comenta, volviendo su vista y atención a mí.
Miro a Gael, preocupada por nuestros amigos, y luego vuelvo a mirar hacia donde se fueron Devra y Connor. Me siento tentada a seguirlos, pero me contengo, sabiendo que tal vez necesitan espacio para resolver sus problemas.
—¿Y no sabes por qué se han peleado exactamente? —inquiere Cinthia, haciendo que Gael la vea por unos momentos.
Él encoge ligeramente los hombros y niega con la cabeza mientras hace una pequeña mueca.
—No estoy seguro, pero ha de ser algo fuerte —responde Gael, dando un pequeño sorbo a su botella con jugo.
—Bien, mejor los dejo solos —menciona Cinthia, alejándose de nosotros a la vez que saluda a Gael con un movimiento de mano.
Seguro ella noto lo mismo que yo: El castaño se siente incómodo ante su presencia. Y lo entiendo. Después de todo, en parte ella fue la causante de que sus mejores amigas terminaran, y que salieran lastimadas.
—Por cierto, estuviste asombrosa hoy —dice Gael, con una genuina sonrisa en su rostro—. Realmente brillaste allí afuera.
El elogio de Gael me toma por sorpresa, y una cálida sensación se apodera de mí. Agradezco su halago con una sonrisa tímida y a la vez emocionada.
—Gracias, Gael. Significa mucho para mí que lo digas —respondo, sintiendo cómo mis mejillas se sonrojan ligeramente.
Él sonríe de vuelta, agradecido por mi comentario.
—No hay problema. Me encanta ver a nuestros equipos brillar en el campo. Eres una gran capitana, Kate, y estoy seguro de que las porristas juegan un papel importante en el espíritu del equipo —me elogia, haciendo que me sienta orgullosa.
Le agradezco su halago con una sonrisa agradecida, pero no puedo evitar pensar en Riley.
—¿Sabes algo sobre Riley? —inquiero preocupada.
Gael frunce el ceño y sacude la cabeza.
—No mucho, solo sé que está con Liam —contesta extrañado, mientras que yo asiento con la cabeza—. ¿Está todo bien? ¿Le pasó algo?
—Nada, solo que no me responde y me tenía preocupada —miento, pero me siento algo aliviada de que al menos esté con alguien y esperando que esté bien—. Bien boy, debo irme —anuncio, señalando los vestuarios con mi dedo pulgar.
—Claro.
—See you.
—See you —responde, haciéndome sonreír antes de girar sobre mis talones para alejarme de él.
Nos despedimos y cada uno va hacia su destino. Mientras camino hacia los vestuarios, no puedo evitar pensar en mis amigos y en las situaciones que están enfrentando.
Salgo de los vestidores sintiéndome animada, mientras cuelgo mi bolso en el hombro, estoy segura de que ganaremos el partido de mañana también. Saludo a varias de las chicas del equipo, intercambiando palabras de aliento y sonrisas, antes de encaminarme hacia la salida del instituto.
Al doblar por el pasillo, mi vista se encuentra con una escena inesperada: un chico sentado en el suelo, apoyado contra los casilleros, con la cabeza baja y las manos en su rizado cabello. Me doy cuenta de que es Connor, el amigo de Gael, y algo dentro de mí me impulsa a acercarme.
Aunque mi primera intención es continuar de largo, mi instinto compasivo me detiene. Me acerco a él con una mezcla de duda y preocupación. Parece estar completamente absorto en sus pensamientos, como si estuviera en otro mundo. Me pregunto qué le habrá sucedido para que esté así. Dudando un momento, me agacho hasta quedar a su altura y coloco una mano suavemente en su hombro.
—¿Estás bien? —pregunto suavemente, agachándome para quedar a su misma altura y colocando una mano reconfortante en su hombro.
El moreno parece sobresaltarse, como si no hubiera notado mi presencia hasta ese momento. Levanta la cabeza rápidamente y me mira con sorpresa, revelando sus ojos llorosos y rastros de lágrimas en sus mejillas. Sus ojos se encuentran con los míos y, por un momento, puedo ver la tristeza y la confusión en su mirada.
—Kate —murmura sorprendido al reconocerme.
—¿Qué pasó? ¿Quieres hablar de ello? —cuestiono, sin apartar mi mano de su hombro.
Estoy segura que esto tiene que ver con lo que Gael y yo presenciamos hace un rato: él y Devra discutiendo.
Por la mirada que me otorga, confirmo que mis sospechas son ciertas.
—No creo que deba, para ser honesto —responde, soltando un profundo suspiro.
Inhalo hondo, antes de alejar mi mano de su hombro para sentarme a su lado en el frío suelo del pasillo.
Acomodo la falda del uniforme de porristas lo mejor que puedo y estiro mis piernas para cruzarlas.
—¿Por qué no deberías? —inquiero dudosa, girando mi cabeza para mirarlo—. Si es porque no te genero confianza o algo relacionado, esta bien, es más que comprensible.
—No es eso —asegura, negando con la cabeza—. Es que lo que me pasa tiene que ver con tu amiga —confiesa, asegurándome que es un problema con Devra—, y para ser sincero, tú y yo no somos amigos. Entonces no me gustaría llevarme mal contigo porque ahora, en esta situación, te pongas de su lado en vez del mio, aunque tampoco es tan necesario que te pongas del lado de alguien, ¿no? Pero claramente podrías estar más de su lado y eso solo haría sentirme peor de lo que me siento, aunque no debería sentirme como un imbécil porque mi lado tampoco es erróneo y...
—Connor —lo interrumpo, haciendo que se calle y gire a verme, mientras respira irregularmente—. Tranquilo —digo con voz calma, a la vez que sonrío divertida—. De verdad eres amigo de Gael, ¿eh? —bromeo, y sonríe divertido mientras choca su hombro con el mío.
Me mantengo a su lado en el suelo del pasillo, sintiendo una creciente preocupación por Connor al ver sus ojos llorosos y su semblante abatido.
—Está bien, no te voy a forzar a hablar de ello si no lo deseas. Solo quiero que sepas que estoy aquí si necesitas a alguien con quien desahogarte o compartir lo que sea que te preocupa —le digo con gentileza, retirando suavemente mi mano de su hombro.
—Es solo que... tu amiga y yo tuvimos una discusión. Fue por un asunto complicado con otras personas y... no sé cómo manejarlo todo. A veces siento que nuestras opiniones son muy distintas y eso afecta nuestra amistad —confiesa con cierta tristeza.
—¿Puedo saber por qué discutieron? —inquiero, sin poder controlar mi curiosidad—. Porque hasta donde yo sabía, entre ustedes dos estaba todo bien.
—Lo estaba, sí —admite, asintiendo con la cabeza—. Lo mejor que me ha pasado este año fue tu amiga —confiesa, tomándome por sorpresa, pero decido no decir nada—. Ella lo entendió todo, ¿sabes? Somos amigos, tenemos nuestros encuentros de vez en cuando, no hay celos, es... perfecto. Podemos estar con otras personas si queremos y lo hemos estado, y ninguno de los dos se enojó puesto que esos puntos estaban claros desde el principio, y para serte totalmente honesto, creí que ella sería de las que dicen "si, acepto" y luego se enojan contigo cuando no hay, ¿cómo decirlo? Fidelidad, por nombrarlo de alguna manera, o cuando... Ay, es que no sé como explicarlo. —Suspira con frustración—. En fin, cuando no aceptan el hecho de que ambas partes accedimos a ser solamente amigos con derecho a roce, pero ella... —Suspira nuevamente, pero esta vez con ilusión—. Ella lo entendió. De hecho, me confesó que tenía ese mismo miedo de mí, porque le ha pasado antes.
Sonrío y asiento con la cabeza, dándole la razón.
—Devra es la persona que más claro tiene todo, te lo aseguro —respondo, mirando mis piernas—. De nosotras tres, es la más madura emocionalmente, y es...
—Increíble —termina Connor por mí, haciendo que lo mire de reojo y asienta con la cabeza nuevamente—. Encima no solo por eso, sino también porque es divertida, sabe llevarse rápidamente con las personas, es muy inteligente, audaz, vulnerable, hermosa, capaz, segura de sí, y muy, muy leal a sus seres queridos —menciona todas las cualidades de mi amiga, y me siento confundida de repente, porque no estaría entendiendo el por qué de su discusión, entonces añade—: Y su lealtad fue la causante de nuestra pelea.
—No entiendo —digo confundida, mirándolo con el ceño fruncido.
—Nos peleamos por el tema de Kendall, Nath y Cinthia —anuncia, haciendo que ahora todo tenga sentido para mí—. Todo empezó por una charla normal, hasta que ella dijo que no podía creer que Nathalia era capaz de hacer algo así, aunque probablemente sus razones haya tenido, y claramente le pregunté a qué se refería, y me dijo que jugar con dos personas era nefasto, entonces, como amigo que soy, le dije que tampoco fue así en su totalidad y que la única verdaderamente afectada en todo esto era Kendall. —Asiento con la cabeza, en acuerdo con él—. Pero entonces me dijo que cuando Cinthia empezó a salir con Nath, no sabía que ella salía con Kendall, así que la causante de todo era ella, Nathalia, y como verás, la pelea ha sido tal que hemos llegado hasta esta circunstancia. Para serte sincero, Kate, no sé por qué está tan molesta conmigo si ella también ha dicho cosas. La entiendo, porque se puso del lado de su amiga, como yo me puse del lado de la mía. Pero lo que no entiendo, es por qué sigue molesta.
—Me imagino que dijiste cosas sobre Cinthia, ¿cierto? —inquiero, girando verlo y puedo notar como baja la mirada, rehuyendo a la mía—. Ahí estuvo el problema.
—Ahora soy yo quien no entiende —responde, levantando la vista para verme directo a los ojos, demostrándome su confusión.
—Devra no está molesta porque defiendas a tus amigas, está molesta porque atacaste a la suya, ¿me explico? —pregunto, pero por su rostro puedo entender que no—. Verás, Devra sabe que Cinthia también hizo mal en toda esta situación, y ella hizo mal en hablar también de Nathalia, entonces no quiere que, cuando vayan a hablar para arreglar las cosas, digas algo como "pero si tú te pones del lado de Cinthia, y yo del lado de Nathalia, ¿cuál es el problema?", quiere que le digas algo como "sé que Nathalia estuvo mal, cómo espero que tú sepas que Cinthia también. La verdad, lamento haber dicho lo que dije de tu amiga, no fue correcto decir esas cosas con tal de defender a la mía. Después de todo, solo ellas dos saben realmente todo lo que pasó", o algo así, ¿sabes? —propongo, volviendo a ver al frente, esta vez a mis zapatillas blancas.
—Devra es una persona que, luego de pensarlo, entiende qué hizo mal y por lo que debe disculparse, pero también es muy orgullosa, es decir, si ella está dispuesta a disculparse pero ve que tú no, no lo hará, preferirá seguir peleada aun sabiendo que también hizo las cosas mal, que disculparse con alguien que no tiene las intenciones de hacerlo con ella —aseguro, girando a verlo, esperando que haya entendido lo que quise decir.
Connor asimila mis palabras con atención, y puedo ver cómo reflexiona sobre lo que le he dicho. Es evidente que quiere solucionar las cosas con Devra, pero también está tratando de entender cómo manejar mejor la situación.
—Tienes razón, Kate. Nunca debí atacar a Cinthia de esa manera para defender a Nathalia, y entiendo por qué Devra se sintió herida por eso. Debería haber sido más considerado con sus sentimientos y no dejar que la discusión se convirtiera en algo tan destructivo —admite con humildad, y me alegra ver que está dispuesto a reconocer sus errores.
—A veces, en medio de una discusión, dejamos que nuestras emociones nos guíen y terminamos diciendo cosas hirientes sin pensarlo. Lo importante ahora es aprender de esta experiencia y hablar con Devra desde el corazón, mostrando que entiendes su punto de vista y que lamentas haber lastimado sus sentimientos —le aconsejo, deseando que encuentre una forma de resolver el conflicto.
—Sí, creo que eso es lo que debo hacer. Hablar con ella, ser sincero y pedir disculpas por haber sido tan imprudente. Si realmente valoro nuestra amistad, debo hacer el esfuerzo por arreglar las cosas —dice con convicción.
—Eso suena como un buen plan, Connor —aseguro, sonriéndole de manera amable—. Ojo, eso si, siempre y cuando mi amiga entienda que también hizo las cosas mal, si no lo entiende, dímelo y yo hablo con ella.
El moreno ríe por lo bajo, haciéndome sonreír.
—Ahora entiendo —dice Connor, haciendo que gire a verlo confundida, entonces añade—: Entiendo porque Gael dice que eres más asombrosa de lo que aparentas.
Sonrío sin poder evitarlo y ahora soy yo quien choco mi hombro con el suyo.
El ambiente parece relajado ahora, y siento que hemos logrado establecer una conexión más genuina entre nosotros. Me alegra ver a Connor sonreír y reír, y su comentario sobre Gael me hace sentir halagada.
—Bueno, tal vez Gael exagera un poco —respondo modestamente, sintiéndome un poco tímida por el cumplido.
Connor sacude la cabeza con una sonrisa.
—No, lo digo en serio. Eres muy comprensiva y amable. Gracias por escucharme y darme consejos sobre cómo abordar la situación con Devra. Realmente aprecio tu apoyo —expresa con gratitud.
—No tienes que agradecerlo. Estoy feliz de poder ayudar en lo que pueda. Y espero que todo salga bien cuando hables con Devra.
Él sonríe agradecido, y la tensión que había en el pasillo parece haberse disipado completamente.
—Gracias, Kate. Eres una persona increíble —repite, y sus palabras me llenan de satisfacción.
Se levanta del suelo y me tiende la mano para ayudarme. Acepto su ayuda y de un solo tirón de su parte, vuelvo a estar de pie.
Nos sonreímos una vez más, antes de comenzar a caminar hacia la salida del instituto, para luego despedirnos con un movimiento de mano.
✨️ GAEL ✨️
Después de despedirme de Kate y que Connor haya desaparecido con Devra, no me quedó más opción que irme a mi casa, pero antes de hacerlo, preferí pasar por la máquina expendedora para una bebida para este largo viaje que me queda hasta mi casa.
Paso por los grandes ventanales que te enseñan el patio del instituto y de reojo veo a alguien sentado en las bancas que hay afuera. Tardo poco en darme cuenta que se trata de Devra.
Miro a mi alrededor, buscando exactamente a Kate o a Cinthia, pero al no ver ni a un alma, decido hacer lo más sensato para mí en estas situaciones: acercarme a ella.
Con mi bebida en mano, me acerco a Devra con paso seguro pero cuidadoso, tratando de no asustarla. Su mirada perdida y su rostro triste me preocupan.
—Devra —la llamo suavemente mientras me acerco—. ¿Estás bien?
Ella levanta la cabeza al escucharme y me mira con sorpresa en sus ojos. Parece no esperar que me acerque a ella, supongo que pensaba que ya me había ido.
—Gael, hola —responde con una voz algo apagada.
Me siento a su lado en la banca, sin saber qué decir en ese momento, pero sintiendo que estar allí para ella es lo correcto.
—Vi que te fuiste con Connor para hablar. ¿Todo bien? —pregunto, mostrando mi preocupación genuina.
Suspira y baja la mirada, como si no supiera cómo responder.
—No lo sé —admite, suspirando otra vez—. Discutimos, y... las cosas se pusieron un poco más complicadas de lo que ya estaban —confiesa con tristeza.
La miro comprensivamente y coloco una mano reconfortante en su hombro.
—Cuéntame lo que pasó. Estoy aquí para escucharte —le aseguro.
Ella suspira de nuevo antes de comenzar a compartir lo que ha ocurrido. Me cuenta que la discusión surgió debido a la situación con Kendall, Nath y Cinthia. Como era de esperar, ella se puso de lado de su amiga y Connor, como era obvio también, del lado de nuestras amigas.
—Creo que ambos cometimos errores en la discusión. No quiero perderlo como amigo, pero también me duele que él haya dicho cosas hirientes sobre Cinthia. Sé que ella cometió errores, es solo que no quiero que se ponga en contra de ella de esa manera —explica, mostrando su preocupación.
Asiento, comprendiendo que la situación es complicada para ella.
—Es comprensible que defiendas a tus amigas, Devra —aseguro, apoyando una mano en su espalda para que sepa que de verdad la comprendo—. Pero tal vez necesites hablar con él y expresarle cómo te sientes al respecto. Quizás eso ayude a que él entienda mejor tu perspectiva y puedan encontrar un punto medio —sugiero, tratando de brindarle algún consejo útil—. Entiendo que te sientas herida, porque a veces las discusiones pueden afectarnos más de lo que esperamos, pero también es importante recordar que todos cometemos errores en medio de una discusión —le digo, esperando poder consolarla de alguna manera.
—Tienes razón, Gael. Creo que debo hablar con él y aclarar las cosas. Aunque no sea fácil, quiero intentarlo. No quiero perder su amistad —reafirma, mostrando determinación.
—Estoy seguro de que él tampoco quiere perderte como amiga, Devra. Ambos se quieren mucho y deben recordar eso al hablar —le aseguro, tratando de brindarle ánimos.
Devra me mira con gratitud, agradecida por mi apoyo.
—Gracias, Gael. Aprecio mucho que estés aquí para escucharme —dice con una leve sonrisa.
—Toda amiga de la fresita, es amiga mía —le aseguro, sintiéndome bien por haberla ayudado.
Alza una ceja de manera burlona, a la vez que intenta no sonreír de la misma forma y todo lo que hago es preguntarme qué hice.
—Pensé que dirías que todo amigo de Connor, es amigo tuyo —comenta, tratando de no burlarse de mí en su totalidad.
Sonrío divertido al darme cuenta de que, si hubiera nombrado a Connor, tendría más sentido que nombrarla a Kate, pero lo dicho, dicho está y marcha atrás no hay.
—Nah, Connor tiene gustos bien raros para las amistades —respondo, haciendo una pequeña mueca de desagrado, para luego añadir—: Soy un claro ejemplo de ello.
Devra ríe por lo bajo, mientras que yo sonrío satisfecho de haberla hecho reír.
—Eres un buen amigo —dice con una pequeña sonrisa.
—Y tú también eres una gran amiga —le aseguro, devolviéndole la sonrisa.
Durante unos momentos, ambos nos quedamos en silencio, observando el patio del instituto. Puedo sentir que Devra todavía está lidiando con emociones complicadas, y me gustaría poder hacer algo más para ayudarla, pero sé que no puedo y que hasta aquí llegó mi ayuda, que lo que le queda por hacer es hablar con Connor si es que quiere solucionar todo.
—Bien, creo que ya es momento de irme —habla, cortando con el silencio mientras se levanta de la banca y gira a verme. Asiento con la cabeza y hago lo mismo que ella—. ¿Quieres que te lleve a casa? —ofrece, y la veo como si fuera mi salvadora.
—¿Ves? Connor se consigue amigos todo pendejo que con suerte tienen una patineta —comento, mirándola como si siempre tuviera razón—, mientras que, por el contrario, la fresita tiene amigas que tienen vehículos y, lo mejor, se ofrecen a llevarme a mi casa evitándome caminar bajo este horroroso calor.
Devra ríe por lo bajo a la vez que niega con la cabeza, para luego comenzar a caminar hacia la salida del instituto.
Al bajar por las escaleras, podemos encontrarnos con Kate y Connor, quienes al parecer se están despidiendo. Frunzo ligeramente el ceño, porque la verdad es que esta escena se me hace un tanto rara.
Ellos parecen no vernos, así que Connor gira sobre sus talones dispuesto a irse, pero entonces la pelinegra a mi lado lo llama, haciendo que tanto él como Kate giren a vernos. Al parecer vernos juntos también es extraño para la fresita.
—¿Podemos hablar? —pide Devra, mirando a Connor con algo de timidez. El moreno mete las manos en los bolsillos delanteros de su jean, para luego asentir con la cabeza—. Pero no aquí, vamos, te llevo —propone, comenzando a caminar hacia donde creo yo está su auto.
Abro la boca, formando la cuarta vocal con mis labios, sintiéndome abandonado de repente.
—¿Y ahora con quién me voy? —cuestiono, mirando hacia donde se van Devra y Connor, para luego mirar a Kate y añadir—: es que se ofreció a llevarme a mi casa —menciono, haciendo una pequeño mohín con mi labio inferior.
Kate ríe con diversión y se acerca a mí, para después tenderme su mano, la cual la miro sin comprender.
—Don't worry, boy, yo te llevo a casa —explica, tendiendo su mano más cerca de mí para que la tome—. ¿Listo para un viaje en el auto de los porristas? —dice, mostrando el entusiasmo que demostró en la cancha el día de hoy.
—Creí que jamás me lo pedirías —bromeo, aceptando su mano, haciéndola sonreír.
Tira de mí para guiarnos hacia su auto y, cuando menos me lo espero, siento como entrelaza sus dedos con los míos, logrando detener mi corazón por microsegundos, para luego empezar a latir con fuerza. Me pregunto si esto es solo un gesto amistoso o si hay algo más detrás de ello. Sacudo la cabeza ligeramente para alejar esos pensamientos y simplemente disfrutar del momento.
Subimos a su auto, el cual está decorado con los colores del equipo y algunas pancartas animando al equipo de baloncesto. Kate comienza a conducir con entusiasmo, y la música animada que suena en la radio hace que la atmósfera sea ligera.
—Vaya, este auto es como una fiesta sobre ruedas —comento, riendo porque era en serio cuando me dijo que me subiría al auto de las porristas.
Kate se ríe también y asiente, manteniendo su mirada en la carretera mientras conduce.
—Sí, así es como nos gusta viajar después de los partidos. Celebrando la victoria y disfrutando del camino de regreso a casa —dice, y puedo sentir la emoción en su voz.
—Supongo que estabas con Connor por la misma razón por la que yo estaba con Devra —comento, tratando de hablar un rato más con ella.
De hecho, quiero pasar más tiempo con ella de lo que puedo hacerlo. Tan solo de pensar que ocurrió esta coincidencia me siento afortunado.
—¿Eligiendo ropa interior para Devra? —cuestiona, girando a verme sorprendida de lo que, según por mis palabras, estaba haciendo.
No puedo evitar sentir mis mejillas arder debido a que, posiblemente, esté sonrojado ahora mismo.
—¿Qué? —tartamudeo, sin poder creer lo que acaba de decir.
Connor es un imbécil si en serio le pidió ayuda a Kate para eso.
Salgo de mis pensamientos en cuanto escucho la carcajada de Kate, y giro a verla notando como se le achican los ojos haciéndola ver tierna.
—Sorry —dice en medio de risas—. Es que tú siempre me pones en aprietos parecidos a ese y, bueno, vi mi oportunidad y la aproveché —comenta, sin poder dejar de reír—. Ahora entiendo por qué lo haces, tú rostro fue buenísimo.
—Ya entendí —aseguro, girando a ver por la ventana—. No lo volveré a hacer.
—Como si te creyera que tu pasatiempo favorito no es molestarme —menciona, haciendo que gire a verla con una sonrisa que no hace más que delatarme—. Anyways, sí, estaba con Connor para animarlo por lo ocurrido con Devra, ¿tú igual?
—Sip —respondo, asintiendo con la cabeza mientras miro hacia el frente—. Se quieren, pero está claro que quieren más a sus amigos como para ser capaz de perder lo que sea que tengan con tal de protegerlos.
—Si te soy sincera, me alegra que nosotros hayamos decidido no meternos más de lo debido en esa situación —confiesa, y giro a verla confundido, pero ella mantiene su vista en la carretera—. Porque estoy segura que habríamos terminado igual que ellos dos, ¿no crees? —pregunta, mirándome por unos segundos en los cuales me dedico a asentir con la cabeza.
—Tienes razón —concuerdo con ella de manera pensativa, porque la verdad es que no me había dado cuenta de ese detalle.
—Estoy contenta de haber conocido a Connor —dice, haciendo que vuelva a verla—, aunque sea a través de esta situación. Parece un buen chico —comenta, reflexionando sobre lo ocurrido.
Sonrío feliz de que le haya caído bien y asiento con la cabeza, dándole la completa razón.
—Lo es —garantizo, mirándola fijamente—. Solo que es algo raro y un fanático por la astrología y todo eso de los signos y cosas así, pero fuera de eso, es una excelente persona —comento y ella ríe por lo bajo—. Devra también es genial.
—Lo es —concuerda, ahora siendo ella quien asiente con la cabeza.
Decido callarme en cuanto empieza una canción que no conozco, pero ella al parecer sí, porque le aumenta al volumen y empieza a cantar con emoción.
Si no fuera porque ahora sé que es estadounidense, diría que envidio demasiado su inglés tan fluido y perfecto.
Al pensar en eso, me hace dar cuenta de algo que no había tenido en cuenta antes y de repente me entra la curiosidad por querer saber más sobre Kate. Aunque yo siempre estoy queriendo saber más sobre ella.
—¿Extrañas vivir en Estados Unidos? —cuestiono, haciendo que deje de cantar y decida bajarle un poco el volumen a la música, para mirarme de reojo.
—La verdad es que no —responde con sinceridad, negando con la cabeza—. Why? —Me mira de reojo y me encojo de hombros.
—No lo sé, solo me entro esa duda —aseguro y la veo asentir—. De hecho, tengo más.
—Pregunta.
—Si no extrañas vivir en Estados Unidos, ¿extrañas vivir en Francia? —inquiero, acomodándome mejor en el asiento de copiloto para poder verla bien.
—Tampoco —asegura, sin dejar de ver hacia el frente—. I mean, viví gran parte de mi vida en esos dos lugares, pero siendo sincera aquí es donde sentí que estaba en mi lugar, en mi hogar —confiesa de manera pensativa, como si nadie antes le hubiera hecho estas preguntas—. Quizá porque aquí, en parte, pude superar de alguna forma lo de mi papá. Aquí pude empezar de nuevo, de cero, aquí nadie me conocía, you know?
—Pero de seguro hay algo que debas extrañar de esos países, ¿no?
—No lo había pensado —responde, y puedo ver la expresión que suele hacer cuando está pensativa—. Ahora que lo dices, si, hay algo —dice, logrando despertar aun más mi curiosidad—. Extraño muchísimo la nieve. Era lo que más me gustaba de Estados Unidos, mi época favorita es el verano, pero amaba cuando caía la primera nevada y mi mamá junto a mi papá se tomaban el día libre en el trabajo para llevarnos a mí y a mi hermana a verla y andar en trineo.
—Que bueno que te guste el verano, porque aquí siempre hace calor —menciono, y sonríe a la vez que asiente con la cabeza—. Es normal que lo extrañes, porque aquí no ha nevado nunca. En el sur sí, ahí hace frío, pero aquí en el norte no.
—Hace dos años fuimos con mi mamá y hermana al sur, fue hermoso —cuenta, doblando en la esquina que nos guía a nuestra calle.
—Debe haber sido una experiencia increíble ir al sur y ver la nieve después de tanto tiempo —comento, imaginando lo hermoso que habría sido ese momento para ella y su familia.
—Lo fue, definitivamente. Ver el paisaje cubierto de nieve, sentir el aire frío en mi rostro y poder disfrutar del invierno como lo hacía en mi infancia... fue mágico —dice con nostalgia en su voz, y puedo ver en sus ojos que esos recuerdos son muy especiales para ella.
Continuamos hablando sobre los lugares que hemos conocido y las experiencias que hemos tenido en distintos países. Me encanta escucharla, y en el proceso, también comparto algunas anécdotas de mi vida en otros lugares. Es sorprendente cómo dos personas pueden tener historias tan diferentes pero, al mismo tiempo, encontrar conexiones y similitudes en sus vivencias.
Kate estaciona el auto frente a mi casa, y sin apagar el motor gira a verme agradecida, ¿por qué? No lo sé, pero de alguna forma me siento igual.
—Bien, nos vemos, fresita —saludo, acercándome a ella para darle un beso en la mejilla que la sorprende.
Sin esperar respuesta de su parte, me bajo del auto y comienzo a caminar hacia mi casa con mi cabeza maquinando mil ideas en segundos para darle una sorpresa a Kate que no sabía que quería hacerle.
---***---
Todos hablan sobre los planes para las vacaciones, debido a que el fin del año escolar está cerca, y yo no puedo evitar pensar en Kate y lo que me contó el viernes. Ella mencionó que lo que más extraña de su país es ver la nieve y cómo disfrutaba jugar con ella cuando era niña. Ese detalle no se me ha olvidado y desde entonces he planificado una "broma" que sé que la hará sonreír.
Decido llevar a cabo mi plan antes de que toque la campana para el almuerzo, y logro encontrarme con Liam, quien está esperándome impacientemente en mi casillero.
—Hasta que al fin llegas, baboso —me recrimina, soltando un suspiro de alivio—. Sabes perfectamente lo nervioso que me pone esperar fuera del horario escolar, a veces creo que Bolsoni tiene sensores para saber cuando hacemos algo y cuando no.
—Ay, ¿por qué me tratas tan feo, mi amor? —inquiero a modo de broma, haciendo que gire los ojos—. Por cierto, ¿pudiste hacer lo que te dije? —Abro la puerta de mi casillero, para comenzar a sacar todo el papel picado que me dediqué a cortar el fin de semana.
Todo lo que hice fue recortar copos de nieve de diferentes tamaños. Grandes, medianos y chicos. Todo para este momento.
—¿Con quién crees que estás hablando? —cuestiona casi que ofendido, mientras me ayuda a llenar mi mochila con los copos de nieve falsos—. Sabes perfectamente que soy buenísimo armando cosas.
—Y también eres buenísimo para tener el ego tan grande que te infla la cabeza —bromeo, haciendo que me golpee en el brazo y yo río ante eso—. No voy a preguntarte cómo lo lograste, pero gracias por poder lograr lo que te pedí.
—Si, bueno, a la próxima ve a clases de dibujos porque me costó entender tu ejemplo gráfico —menciona, y lo miro ofendido haciendo que sea él quien ría ahora.
Cierro la puerta de mi casillero para luego colgarme la mochila en el hombro desde su correa, para así empezar a caminar hacia el comedor.
Al llegar junto a Liam, vemos que están las cocineras preparando todo para alimentar a un montón de bestias, a las cuales la sociedad llama adolescentes. Le doy muchos copos de nieve a Liam para que él vaya llevando a cabo el plan, mientras que yo camino hacia Gladis.
—Hola, belleza —saludo, haciendo que la señora de más de sesenta años me mire con una ceja alzada.
—En mi cocina no harás ninguna de tus bromas, Vitali —advierte, señalándome con una espátula.
—Oh, por favor, Gladis —suplico, juntando mis manos y mirándola con mi mejor expresión de cachorro—. Te juro que es una broma inofensiva —aseguro, sin bajar la guardia—. Es que me gusta una chica —digo, y puedo ver como logré encender la chispa de la curiosidad.
—¿Y esto es para ella? —inquiere, alzando nuevamente su ceja, pero ahora con ganas de saber el chisme.
—Así es —respondo seguro, asintiendo con la cabeza—. Más que una broma, es un detalle, ¿sabes? —digo, sonriendo de manera "linda"—. Es que tú no lo sabes, Gladis, pero en realidad soy todo un romántico empedernido.
—¿Y puedo saber quién es esa afortunada muchacha? —pregunta, cruzándose de brazos y mirándome con intriga.
—Lo sabrás en cuanto haga la "broma"—digo, haciendo comillas con mis dedos.
La veo dudar por unos segundos, para luego girar los ojos y soltar un suspiro.
—Bien, pero que sepas que si Bolsoni me pregunta...
—Sí, sí, puedes decirle que fui yo —aseguro, aceptando completamente la culpa con tal de no perjudicarla a ella.
—Bien, entonces apúrate si quieres llegar a tiempo —menciona, señalando a Liam—. El pobre parece querer llorar por aceptar ayudarte.
Río divertido, porque es cierto. Liam tiene cara de querer asesinarme por hacerlo distribuir de esta forma los copos de nieve, cuando claramente también le pedí ayuda para que, algunos de ellos, salieran disparados de los ventiladores.
Me alejo de Gladis agradeciéndole la cooperación, y como Liam, me dedico a distribuir sigilosamente los copos de nieve que he hecho en diferentes lugares del comedor.
Coloco uno grande en la mesa donde Kate siempre se sienta y algunos más en la ventana cercana. Antes de reunirme con Liam puse uno en su casillero y, la clase anterior, también puse uno en su bolso, asegurándome de que sea una pequeña sorpresa para cuando vuelva a verla.
Después de completar la "misión", escuchamos como suena el timbre anunciando que es hora del almuerzo, así que Liam corre a ponerse en su lugar, mientras que yo me siento en mi mesa y observo con disimulo desde lejos. No tengo que esperar mucho tiempo, ya que pronto veo a todos los estudiantes de Balwer ingresar por las grandes puertas rojas y, entre ellos, diviso a Kate entrar al comedor con su habitual encanto.
Noto como todos parecen confundidos de ver copos de nieve sobre las mesas, paredes y ventanas, pero me centro en ella, en la pelirroja que logró robarse mis suspiros. Me alegro de ver su rostro iluminado con una sonrisa mientras encuentra los copos de nieve que he colocado para ella.
Al principio, parece un poco confundida, pero luego sus ojos se iluminan de reconocimiento. Mira a su alrededor, como si estuviera buscando a alguien y, en cuanto sus ojos se encuentran con los míos, parece haber encontrado a quien buscaba. Se acerca a mí con una sonrisa en el rostro.
—Gael, ¿fuiste tú quien hizo esto? —pregunta, señalando los copos de nieve.
—Y eso no es todo —aseguro, levantando un dedo para que espere un momento.
Me rasco la cabeza como señal para Liam, tal y como lo habíamos acordado y, sin saber cómo es que mi amigo lo logró, los ventiladores comienzan a girar haciendo que los pequeños copos de nieves hechos de papel empiecen a caer del techo.
Kate levanta la cabeza para mirar hacia arriba sin dejar de sonreír, y de reojo puedo ver a todos los presentes igual.
Antes de que la pelirroja frente a mí pueda decir algo más, nieve artificial también comienza a salir de alguna parte del comedor, haciendo que parezca caer del cielo. Ahora sí logré sorprender del todo a Kate.
—¿Esto es...?
—Nieve artificial, si —respondo antes de que termine su pregunta, mientras asiento con la cabeza—. Sentí que los copos de papel no eran suficiente para recordarte a la nieve.
Ella se queda mirando maravillada la escena mientras la nieve cae a nuestro alrededor. Entonces, de repente, como si un interruptor se activara, empieza a reír emocionada.
—Es realmente dulce de tu parte, boy. Gracias, me encanta —dice, dando vueltas en su lugar mientras la nieve cae suavemente sobre ella.
La risa de Kate es contagiosa y me siento feliz de haber logrado sorprenderla de esta manera. No puedo evitar sonreír ampliamente mientras la observo disfrutar del momento.
—Me alegra que te haya gustado, fresita. Quería que tuvieras un poquito de nieve aquí, aunque sea de manera artificial —le digo, sintiendo cómo mi corazón se llena de satisfacción al verla feliz.
Entonces, sin previo aviso, Kate se acerca a mí y me abraza. Por unos segundos, me quedo sorprendido, pero rápidamente decido corresponderle el abrazo. Sus brazos rodean mi cuerpo cálidamente y puedo sentir su emoción a través de su abrazo.
—Gracias, Gael. Esto significa mucho para mí —murmura con voz suave, sin soltarme.
—De nada, Kate. Estoy feliz de poder hacerte sonreír —respondo sinceramente, acariciando suavemente su espalda.
El tiempo parece detenerse por un momento mientras nos abrazamos bajo la nieve artificial. Es como si solo existiéramos Kate y yo en ese momento, compartiendo un gesto de cariño y amistad que trasciende las palabras.
En ese abrazo, sé que siempre estaré ahí para ella, para hacerla sonreír, para apoyarla en los momentos difíciles y para compartir momentos especiales juntos.
El sonido de risas y voces a nuestro alrededor se desvanece mientras seguimos abrazados, sumergidos en nuestro propio pequeño mundo de nieve artificial. Es un momento íntimo y especial que atesoro en mi corazón.
Nos separamos del abrazo, pero nuestras sonrisas siguen presentes en nuestros rostros. La expresión de felicidad en los ojos de Kate es contagiosa, y siento que el ambiente se llena de una energía positiva.
—Eres realmente increíble —dice, mirándome con admiración.
Abro la boca dispuesto a responderle que ella lo es aun más, pero antes de que pueda hacerlo, un grito hace que cierre mis ojos y me maldiga interiormente.
—¡Vitali!
Suelto un suspiro y me alejo completamente de Kate, para luego girar a ver al director Bolsoni.
—Ya sé, ya voy —digo resignado, porque sé que no me queda más que aceptar mi castigo.
Al hacer esto, sabía las consecuencias que tendría.
Paso al lado de Gladis, quien alza los pulgares en mi dirección, pero para ser sincero, parece sorprendida por la chica que me gusta, aunque supongo que sus pulgares son una señal de que tengo buen gusto, y si, lo tengo.
Llego hasta Bolsoni, quien me ve con reprobación pero no me dice nada, solo gira sobre sus talones y comienza a caminar hacia la salida del comedor.
Miro a todos mis compañeros, que se han quedado en silencio para observarme y, sin más, hago una reverencia, haciendo que el comedor estalle en vítores, aplausos y risas. Luego de eso, giro sobre mis talones para empezar a seguir los pasos del director hacia su oficina.
Al llegar a su oficina, me siento en la silla que tan bien conozco y ambos nos miramos fijamente. Él seguramente sin saber qué hacer conmigo y yo pensando en el castigo que obtendré por parte de mi mamá en cuanto se entere.
—¿Cuántos días de detención? —inquiero, cortando con el incómodo silencio que ya no soporto.
Bolsoni inhala hondo, para después negar con la cabeza mientras exhala de manera lenta.
—No habrá detención para ti —asegura, haciendo que sienta a los ángeles cantar de repente—. Habrá un castigo —dice, cortando con el repentino canto.
—¿No es lo mismo? —cuestiono confundido, frunciendo el ceño.
—No, no es lo mismo —responde, mirándome fijamente—. Detención consta de ir a un salón y quedarte ahí por una o dos horas en silencio, mientras que tu castigo constará de limpiar todo el desastre que hiciste en la cafetería y, sumado a eso, ayudarle a Gladis en la cocina toda la semana.
—¿Cómo? ¿Quiere que cocine? —inquiero, haciéndole saber la mala idea que acaba de tener.
—No soy un irresponsable sobre la salud de mis estudiantes, Vitali —contesta y asiento con la cabeza, dándome cuenta que entonces no tiene una mala idea—. Me refería a que ayudarás toda esta semana a servir la comida junto a Gladis. —Decido aceptar mi castigo callado, mientras asiento con la cabeza, totalmente rendido. Después de todo, logré mi objetivo: hacer feliz a Kate. Es todo lo que importa—. Bien, puede retirarse.
Sin más que decir, recojo la mochila del suelo y salgo de la oficina, para comenzar a caminar por los pasillos, rogando por llegar a tiempo para comer algo porque muero de hambre.
---***---
Las clases terminan y yo me dirijo hacia la cafetería, dispuesto a cumplir con mi castigo. Gladis me mira con una sonrisa traviesa cuando me ve entrar.
—Así que al final te pillaron, ¿eh? —dice, haciendo que me encoja de hombros.
—Sí, pero bueno, al menos no es detención —respondo con un intento de sonrisa, sabiendo que tengo una larga jornada de limpieza por delante.
Gladis me da las indicaciones y empiezo a recoger los restos de papel que quedaron esparcidos por el suelo del comedor. Es una tarea tediosa, pero me concentro en hacerlo lo más rápido y eficientemente posible.
De repente, escucho una conocida canción de Big Time Rush sonando en la cafetería. Count On You. La música me anima y me hace mover los pies al ritmo de la melodía mientras limpio. Que buen estilo musical tiene Gladis.
Cuando giro sobre mis talones -sin dejar de bailar- para recoger más papel, veo a Kate de pie con un trapo en la mano, sonriéndome divertida, haciendo que me detenga en seco y la vea sorprendido.
—Con música se limpia más rápido, ¿verdad? —dice, moviendo su celular, dándome a entender que la música proviene de ahí—. O bueno, eso es lo que dice la señora que limpia mi casa.
—La rica siempre humillando al pobre, ¿no? —bromeo, acercándome a ella—. ¿Qué haces aquí?
—Ayudarte, obvio —responde como si no hubiera captado la indirecta.
—Pero no...
—Si seguimos hablando, no terminaremos a tiempo —me interrumpe, comenzando a limpiar las mesas—. Vamos, anda, apura que luego quiero ir por un helado —menciona, pero yo no puedo dejar de verla—. Tu sabor favorito es el de menta con trozos de chocolate, ¿cierto? —pregunta, mirándome por encima de su hombro y asiento con la cabeza—. Bueno, si no terminamos a tiempo, no te invitaré a uno.
Río divertido y me giro para seguir barriendo y juntando los copos de nieve. Quizás es porque me gusta, o simplemente porque es una persona genuina y amable, pero estar con Kate siempre hace que todo sea un poco mejor. Sus palabras y acciones me hacen sentir valorado y apreciado, y no puedo evitar preguntarme si ella sabe lo especial que es para mí.
Mientras escucho la música de fondo y veo a Kate moverse con gracia mientras limpia, me hace dar cuenta que el estar con ella es como una brisa fresca en un día caluroso. Con ella el verano no es tan insoportable como sentía antes.
Tal vez algún día tenga el valor de decirle lo que realmente siento, pero por ahora, simplemente disfruto de estos momentos compartidos y de la amistad que hemos construido juntos. Y si el destino lo permite, tal vez algún día pueda ser algo más que amigos.
Por ahora, me conformo con limpiar la cafetería con ella y reír juntos, porque cada instante a su lado es un regalo que atesoro en mi corazón. Y mientras continuamos trabajando en equipo, no puedo evitar pensar que, sin importar lo que el futuro nos depare, siempre estaré agradecido por haber conocido a alguien tan especial como Kate.
———🍓🍓🍓———
¡Hola, hola, hola! ¿Cómo están?
Okay, okay, vamos por partes, okay?
Qué onda lo de Cinthia? Denunció a su mamá? Su papá también es papá de Riley? Ella y Kate ya se contentaron?
Qué onda lo de Riley? De ser hija única pasó a tener tres hermanos? Y, encima, uno de ellos que tiene su misma edad? Ella acudió a Liam y no a Kate? Whaat?
Connor y Devra seguirán siendo amigos con derecho o pasarán a ser novios?
En una situación como la de ellos, son como Connor y Devra (es decir, podrían pelearse con su pareja por sus amigos en común) o son como Kate y Gael (apoyan y comprenden la situación, pero prefieren no intervenir tanto para no pelearse entre si)?
Gael siendo Gael? Basta, es un lindo.
Y EL BESO PA'CUANDO? LA CONFESIÓN PA'CUANDO?
Para quienes no me siguen en redes, les confieso esto por aquí:
A partir de este cap, podemos hacer una cuenta regresiva de la cantidad de capítulos que faltan para que esta historia llegue a su gran final. La hacemos?
si? bueno.
¡15!
Recuerden beber agua, comer rico, reír, amar y... nada, que los amo mucho.
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